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Porque Claret tejió telas, y luego las Buenas Noticias Un vínculo afectivo con la familia claretiana

Año 19 - Nº 66 - Abril - Junio 2016

Diaconado femenino, ¿revolución en la Iglesia?


No me “calzan” las fotos en TELAR Señor Director: La revista me gusta, está buena. Pero tiene un detalle “gráfico”: las fotos o imágenes que acompañan las notas. Por ejemplo, en la tapa del Nº 63, julio-septiembre 2015. Se pone a una familia modelo (incluso los hijos son nenes rubios, ojos celestes), sonrisa perfecta –los cuatros-, estéticamente… ¿correctos? ¿Lindos? Miren cómo están vestidos… Sucede algo parecido con la contratapa. Otra pareja (heterosexual, por supuesto…, pero no viene al caso ahora promover desde lo visual un modelo teológico liberador en ese sentido). La chica es preciosa, ciertamente. Miren el anillo, el pelo… ¿Qué imagen de mujer es? Y con él, más o menos lo mismo: no es el albañil que viene de la obra, ni el gordito del almacen…

Cartas

La gente con quien compartimos a diario la misión, por lo general no es como las personas que aparecen en esta foto. Me encantan las imágenes de las páginas 10 y 11, pero miren la 12: otra vez el modelo de mujer rubia, delgada, esbelta, con su hija igualmente rubia, con las trenzas bien hechitas… Y la familia de la págna 13, más o menos lo mismo: todos preciosos. ¿Y ese perro? ¿Se parece a los tantos que por lo general tienen nuestras familias amigas en los barrios populares, periféricos? Es un detalle, pero desde el punto de vista estético –desmiéntanmelo-, el perro, en esa foto, tiene su importancia, ¿no? Salto el comentario sobre la foto de la página 16, porque, “a buen entendedor, pocas palabras”. Pero vean el contraste con la imagen de la página 17. Los blancos occidentales mirando el paisaje hermoso, disfrutando de la na-

turaleza y la libertad, nos muestran la felicidad, mientras que los morochitos apretujados nos muestran ¿qué? ¿La felicidad, también? Si llevo esta revista a uno de mis amigos en el barrio, se verá más parecido a un emigrante que a uno de esos suertudos que tienen tales gringas al lado. Se identificará visualmente con el morenito, que no muestra precisamente felicidad. ¿No hay felicidad entre los pobres? ¿No hay caritas tiernas entre las nenas de los barrios periféricos? Posiblemente no sean familias modelos, no haya papá, o haya dos mamás, o una abuela arrugada que haga de mamá, o el tío travesti… O capaz que sí esté la familia modelo también entre los pobres, que tienen rasgos de pobres, de gente común de abajo, latinoamericana. Franco Torres Patagonia argentina

Saludo, recuerdos y buenos deseos

Valora visión femenina en TELAR

Querido Alfredo: Sr. Director: Le hago llegar mi saludo más corEn el templo parroquial encontré dial y fraterno en su espíritu claretiano. (voy a la misa de la tarde) ejemplares de Sé que mi nombre, por fuerza, será para la revista TELAR, y me interesó el tema usted redivivo si recuerda la visita que de la misericordia visto con ojos femerealizamos el año pasado a Almudévar, ninos. Ojalá en lo sucesivo se pudiera cuna del Venerable P. Mariano Avellana, contar con el aporte de las damas que donde tuve la alegría de encontrarme escriben, ya que la visión femenina de con los postuladores de ese hemisferio. la vida es tan importante para lograr Ha sido una sorpresa encontrarme una sociedad y una Iglesia mejor que la con su nombre como editor de TELAR, que tenemos. la estupenda revista de la provincia claSigan adelante con la publicación. retiana de San José del Sur. Le deseo los mayores éxitos en esa hermosa tarea. Eduardo Ramírez Buenos Aires Ernesto Barea A., cmf Telar Zaragoza. España Es una publicación de los Misioneros Claretianos Director: José Agustín Cabré Rufatt, cmf. Su opinión nos interesa Editor general: Alfredo Barahona Zuleta Las opiniones pueden dirigirse, a nombre del Editor Diseño: ECCLA, Ediciones y Comunicaciones Claretianas general de TELAR, a: abarahona@eccla.cl , o bien, por Zenteno 764 - Casilla 2989 Santiago-21. Santiago - Chile fax, al Nº (56) 226 95 34 07. Por correo convencional, a F. (56) 226 95 34 15, Fx. (56) 226 95 34 07 Casilla 2989, Santiago-21, Chile. E-mail: eccla@eccla.cl · www.eccla.cl 2

CARTAS


Para hacer este tejido Nuestra revista está pensada para aportar en la mesa del diálogo social una palabra brotada desde el mensaje de Jesús. Un mensaje que corre por el cauce misionero que san Antonio Mª Claret abrió para la Iglesia y que pretende humanizar y evangelizar las relaciones humanas, el quehacer ciudadano, las propuestas con sentido de futuro. Escuchamos la voz del personaje que dice a los que experimentaban la ausencia física de Cristo: “¿Qué hacen ahí mirando al cielo?” ( Hechos 1.11). Porque la tarea está en la tierra, el jardín que Dios entregó a la pareja humana para que lo cuidara y viviera de sus frutos. En esta edición, precisamente, trataremos algunos temas referidos a nuestro mundo, nuestra historia y nuestra responsabilidad de creyentes en el Dios de la vida. En nuestro mundo, y más específicamente en nuestra Patria Grande que es América latina, están sucediendo acontecimientos que gravitan en la vida de sus pueblos y ante los cuales no podemos permanecer de meros espectadores. Ante la historia que se

construye pulso a pulso y en forma dinámica, los cristianos no debemos ser como los gatos que miran la TV: ven figuras, pero no entienden lo que pasa. Debemos involucrarnos. El regreso del péndulo en la política de estos tiempos, para varios de nuestros pueblos, que van pasando de experiencias de participación a la delegación de responsabilidades en líderes o grupos economicistas, no nos debe dejar impasibles. Crecer en conciencia crítica es una tarea irrenunciable. Asumir protagonismo en nuestra propia historia, para que sea escrita por nosotros y no solamente leída y tolerada, es un deber. Nuestra revista pretende entregar elementos para la reflexión, el diálogo y el compromiso. Y lo que decimos del mundo político y social debemos afirmarlo también de nuestra iglesia. Los 500 años que han pasado desde que Lutero se rebeló ante un sistema que esquilmaba a las comunidades cambiando cielo por donaciones, han sido un tiempo en que creyentes en el mismo Cristo diferimos en los caminos que conduEDITORIAL

cen a El o derivan de El. Pero ahora es tiempo de un reencuentro. El tema del lugar de la mujer en la estantería de la iglesia católica es otro punto a considerar. Deberemos tener una posición ante esa realidad. No dejemos que otros piensen por nosotros. Por último, en esta edición tenemos temas que tocan al modo cómo los que nos sentimos “claretianos” respondemos a ciertos desafíos. El carisma de san Antonio Mª Claret no pertenece sólo a su congregación religiosa. El laicado que ha recibido su influencia está hablando y realizando. Destacar su aporte es nuestro deseo, para motivar a otras y otros a emprender un recorrido desde la vocación particular que cada cual viva. Pero la revista TELAR la tejemos entre todos. Diversos colores, diversas lanas, diversas figuras. Parodiando la canción de Quilapayún queremos decir: “para hacer este tejido / tráiganme todas las manos…” Por eso esperamos la opinión de los lectores. Toda palabra es bienvenida. El director 3


¿Qué tal son, y hacia dónde van, nuestras democracias? Según el relato de la creación, Dios, luego de haber completado su obra, puso al ser humano al frente de ella para usar, disfrutar, administrar y –dado que había creado más de un ejemplar de esta especie– compartir. Y no lo hizo para desentenderse del mundo, pues está claro en su Palabra revelada y en su accionar en la historia, que el mundo le importa, y mucho; al punto de haber enviado a su único Hijo para salvarlo. Pero a menudo es inevitable preguntarnos “¿salvarnos de qué?” Mirando el panorama actual de nuestra región pareciera que debemos salvarnos de nosotros mismos y de la forma como hemos ido abandonando el compromiso inicial asumido en tiempos del Génesis.

Realidades de hoy Los países de Sudamérica están viviendo horas aciagas. Algunas muestras: El “giro a la derecha” en Argentina hace presagiar la repetición de las duras consecuencias de las políticas neoliberales del pasado. La violencia desatada en el sur de Chile, donde grupos ¿minoritarios? defienden su hábitat, su cultura, su fuente de trabajo y sus valores ante la acción de quienes solo defienden sus intereses particulares ante la mirada permisiva del Estado. El juicio a Dilma Roussef en Brasil, mal disimula la acción de grupos neogolpistas que se ocultan tras las formas institucionales. Estas son algunas muestras de que nuestro mundo necesita ser salvado, y de que los “administradores” puestos por Dios en los inicios al frente de su obra no estamos cumpliendo satisfactoriamente la función. 4

Nuestros Estados y sus democracias El Estado es una forma de organización política de base territorial, que monopoliza el poder de coerción y se hace de un poder soberano por medio de un ordenamiento jurídico, unitario e igualitario. En su mayoría los Estados actuales, entre ellos los de América latina, han optado por formas de gobierno democráticas. Tal vez no sea el mejor sistema, pero es el mejor que hemos logrado crear hasta ahora. Según el cientista político Robert Alan Dahl, la democracia debería exhibir participación efectiva, igualdad de votos, un electorado informado, un control ciudadano del programa de acción, inclusión y respeto de los derechos fundamentales. Dahl señala además que “en las democracias representativas modernas, los rasgos de la democracia ideal, en la medida que existen, se realizan a través de una variedad de instituciones políticas”. Entre éstas, una de las más importantes es la representación, por medio de la cual el pueblo elige funcionarios para que tomen decisiones y ejecuten políticas públicas en favor del bien común. Se dispone, además, de otras instituciones que materializan la democracia ideal, como elecciones libres, limpias y periódicas, libertad de expresión, fuentes de información independientes, libertad de asociación. Como ideal, la democracia representativa está apuntalada por altos valores humanos que permiten tanto el pleno desarrollo y crecimiento personal como comunitario y social dentro de Estados libres, soberanos e igualitarios. Se trata de una concepción y una práctica del poder político que es democrática porque surge de elecciones razo-

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nablemente libres y competitivas; también porque mantiene, aunque a veces a regañadientes, ciertas importantes libertades, como las de expresión, asociación, reunión y acceso a medios de información no censurados por el Estado o monopolizados.

Democracias delegativas Según afirma el politólogo argentino Guillermo Alberto O’Donnel, nuestras democracias representativas se están transformando en delegativas. Esta forma de democracia se basa en la premisa de que los representantes tomarán decisiones por un determinado tiempo según lo crean apropiado, sin injerencia de los representados y soberanos. Lo diferencia más relevante entre ambas formas de democracias es que en la representativa se exige rendición de cuentas y responsabilidad institucional; en la delegativa, quienes manejan los espacios de toma de decisión buscan obstaculizar el desarrollo de algunas instituciones de control y transparencia. A la luz de estos conceptos podríamos preguntarnos: ¿cómo estamos administrando este mundo que Dios ama? ¿Y cómo hemos llegado a una situación en que pareciera no hay salida ni salvación posible? Nuestros pueblos son, en su gran mayoría, católicos. Y son también en su gran mayoría quienes han elegido a los gobiernos que están generando las situaciones que nos agobian. Empobrecimiento creciente y supresión de programas sociales, restricción de libertades, destrucción de la naturaleza y las fuentes de trabajo, desconocimiento de la voluntad popular, desinformación provocada o tergiversación de la información, tienen lugar en medio de gobiernos democráticos que, al menos en teoría, nos representan, ¿o –deberíamos decir– a los que hemos delegado el mandato irrenunciable de cuidar, gobernar (y disfrutar) de nuestra tierra y los bienes que nos han sido dados?

Digno de reflexión Afortunadamente, en nuestros países podemos ejercer el derecho a elegir gobernantes, y concurrimos periódicamente a las urnas. A la luz de nuestra historia en el siglo XX, eso es ya un paso importante. Pero nos hemos dormido en los laureles. Entregamos a otros el poder de manejar y decidir sobre lo que es nues-

tro, y luego nos olvidamos de pedir cuentas y evaluar su desempeño; de analizar con mirada crítica lo que han hecho por el bien común. Nos dejamos ganar por el individualismo egoísta de pensar “a mí no me perjudicó su política, no ha de ser tan malo”, como si en el sistema organizado en que vivimos pudiéramos evitar que lo que afecta a unos nos afecte, directa o indirectamente, a todos. Creemos ingenuamente todo lo que nos dicen los medios de comunicación, sin preguntarnos qué intereses los mueven, sin confrontar la información, sin repreguntar. Y es que hacerlo implica salir de la propia comodidad, asumir compromisos, afrontar riesgos, dedicar tiempo, esfuerzo, talentos y a veces también dinero o bienes a la búsqueda y construcción del bien común, que es mucho más grande e importante que el bien de cada uno, porque lo incluye y lo supera. Los resultados están a la vista. Nuestras democracias se han convertido claramente en delegativas, y con eso los bienes de todos se han vuelto botín para unos pocos. La inmensa mayoría se queda afuera del uso y disfrute de lo que legítimamente le pertenece, mientras mira de lejos, en un triste espectáculo al que asiste como mera espectadora. Pareciera que, como el mal administrador del Evangelio, tenemos miedo, no queremos problemas, y así enterramos lo que nos fue confiado, en vez de ponerlo a producir, obtener más y mejores frutos para el Dueño y, en definitiva, para nosotros mismos. ¿Qué diremos cuando nos pregunten qué hemos hecho?

Qué tenemos que hacer Jesús no se limitó a criticar a los vendedores del templo. Cuando fue necesario, pasó a la acción y tiró sus mesas. Y este no es un mensaje de violencia, pues también fue Él quien evitó que un mujer fuera apedreada; quien soportó pacientemente los agravios y las torturas a que fue sometido, y quien enseñó que son realmente felices los pacíficos. Pero es una llamada a tomar conciencia de lo que está sucediendo y lo que aún puede suceder; algo que no puede resultarnos ajeno y, por lo tanto, debería movilizarnos a todos. Podemos permitir que otros nos representen a la hora de decidir sobre lo que es de todos; pero no renunciemos a nuestra responsabilidad; no deleguemos sin más el compromiso que nos corresponde, porque los riesgos están a la vista. Gabriela A. Peña - Rodrigo A. Fasulo Córdoba, Argentina

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Hace 500 años:

Una Reforma necesaria, que sacudió a la Iglesia Hacer trayectoria, marcarla, vivirla, sentir lo que sucede en ella, supone una bitácora con sentido. En ella se expresan modos de hacer, de decir, de sentir la vida… Se conjugan sentidos y experiencias, pero sobre todo la vitalidad de las memorias. Nosotros somos parte de esta gran bitácora del Reino, donde la comunión se altera de mil modos. Hacer una bitácora de 500 años es una pretensión extrema, aunque también un esfuerzo necesario por iluminar ese proceso que se vivió en nuestra Iglesia. Pero, sobre todo, el esfuerzo será útil para entender las distinciones entre Reforma y Contrarreforma. Hablar de estas distinciones me trae a la memoria una sentencia de Borges: “las distinciones verbales deberían ser tenidas en cuenta, puesto que representan distinciones mentales, intelectuales”, y más de una vez una distinción afectiva. Sin más preámbulos, parece oportuno decir que a 500 años de la Reforma de Lutero, nuestra Iglesia ha sabido abrir los ojos con velocidad de tortuga, y haciendo más de un parpadeo para no ver que el mundo demandaba atenciones especiales, presencias necesarias.

El inicio de una promesa La canción “Zona de promesas” de Gustavo Cerati me parece buena apertura de esta memoria, en su fantástica versión con Mercedes Sosa, aunque también sea buena la que se cantó en su homenaje en el Festival de Viña de Mar 2015. 6

Su último estribillo dice: “tarda en llegar, y al final, al final, hay recompensa en la zona de promesas”. Creo que los ecos de la reforma iniciada por Lutero son parte de una zona de promesas que con paso lento van dando nuevos aires al modo de ser cristianos, peregrinos de la historia. El inicio de esta “zona” fue la capacidad de ver lo endeble de un sistema religioso basado en el dinero y el miedo, entristecido porque no se animaba a soltar lo que tenía por seguro (Cfr. Mc. 10, 22). Denunciar, hacer profecía de la vida, fue una misión que Lutero no escatimó, aun a riesgo de perder el respaldo “oficial” de la cristiandad. Sin embargo, este inicio favoreció múltiples caminos que abren promesas, que ensanchan ilusiones de nuevos modos de ser y hacer la vida de la fe.

“Tarda en llegar…” Pasado el tiempo, con la galvanización de las posiciones y el anquiloPULSO DE LA IGLESIA

samiento de algunas estructuras, se puede decir que esa zona de promesas ha logrado mantener esperanzas. Tarda en llegar, pero nosotros podemos agradecer hoy que otros vislumbraron lo que ahora celebramos. El Espíritu siguió soplando, y pudimos adentrarnos en caminos compartidos con los “hermanos reformados”… Una de las dimensiones que tardaron en llegar a la vida de la Iglesia contrarreformada fue la Palabra, porque en un inicio el miedo llevó al silencio. El riesgo del Verbo fue que en los cristianos se abrieran los ojos a la novedad del Evangelio. Sin embargo, llegó lo bueno, con caminos, hermenéuticas y lecturas despiertas de la Palabra. Otra cosa que tardó (o tarda todavía) en llegar fue la posibilidad de soltar estructuras de poder que mirasen a la vida del pueblo, al obrero, a las historias mínimas que escriben el relato de los libros. En el tiempo de mis estudios me han llamado especialmente la atención visiones de algunos reformado-


res como Thomas Müntzer. Para él, la cristiandad romana no habría favorecido hacer pervivir la Iglesia que Cristo mismo había fundado, porque se fue desvirtuando por el lucro, y porque “ha hecho creer a la gente que los clérigos son sabios, y no la comunidad”, debido a que la pobreza otorgaba a ésta una fe de pura sumisión. Como respuesta a ello, Müntzer asumió el papel de reformador; primero siguiendo a Lutero, y luego concluyendo que esta empresa requería de algo más: un profetismo que denunciara con actos. La Reforma tomaba cuerpo también en un orden social donde sería necesario implicar a los príncipes y reyes “de este mundo”, a los cuales dirige el “Sermón a los príncipes”; una lectura dura de la Reforma, con implicancias claramente políticas que llevaban a actuar a los “hombres humildes iluminados por Dios” si es que los reyes incumplían con su deber, obligando a éstos a deponer su poder a favor de los hombres comunes. A la vez, Müntzer abogaba por una comunión de bienes que beneficiase a todos los campesinos, y que requería la caída de los “enemigos de Dios” identificados con el clero y la nobleza.

Ciertamente, esta lectura tan radical sonaba bien a algunos oídos y como deplorable a otros; dato por el que bien viene la definición de “profeta” asignada a aquel reformador. Sin embargo, su actuar fuertemente violento llevó a rebeliones que se alejaban del luteranismo y que, pensando en la justicia, terminaron dando más crudeza que libertad al actuar reformador. A nosotros, o mejor dicho a la Iglesia Tridentina, legitimadora de los poderes terrenales al resguardo de una tiara, nos llegó la posibilidad de mirar la vida del pueblo en pequeñas comunidades de base que supieron acompasar el trabajo, “los gozos y esperanzas” de la gente sencilla, a mediados del siglo XX. Pasó el tiempo, el agua bajo el río, y nacieron incluso nuevos ríos. La posibilidad de una lectura inculturada de la Palabra ha sido un modo concreto para descubrir que “Dios habla hoy” y moviliza experiencias genuinas a favor de la vida de todos sus hijos.

“…y al final hay recompensa” Los modos concretos como se fue plasmando el ser Iglesia se debe al acontecer histórico y a la acción del Espíritu en los grandes acontecimientos. PULSO DE LA IGLESIA

Gracias a esta acción “neumatológica” o inspirada por el Espíritu, nuestras Iglesias descubren la fidelidad memoriosa de las Palabras de Jesús. Estamos en tiempos de cosechas de los grandes esfuerzos, siendo una Iglesia más de Palabra que se juega en actos la eficacia de Dios. Pensar el ecumenismo desde la Reforma nos propone tener en vista este adagio tan elocuente para adecuar el mensaje del Evangelio: Ecclesia semper reformanda: la Iglesia necesita siempre ser reformada. Cuando algunos escuchamos de las reformas del Papa Francisco, a otros se les corta el tímpano y miran espantados hacia un cisma dentro de la misma Iglesia. Los personajes son los de siempre: personas temerosas de la novedad del Espíritu; que temen perder sus comodidades. Creo necesario agradecer a los hermanos reformadores que iniciaron su andar por el camino del Espíritu. Porque en nuestras comunidades, aunque “tarde en llegar…, al final hay recompensa”. Sobre todo para quienes fijan la mirada en la vida del pueblo. Ezequiel Fernández, cmf

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Diaconado femenino:

¿apertura revolucionaria, o retorno a los orígenes? El 12 de mayo último, en otro de sus tantos gestos que han causado revuelo dentro y fuera de la Iglesia, el papa Francisco, respondiendo a una interpelación de algunas integrantes de la Unión de Superioras Generales de religiosas, dijo en medio de una distendida audiencia que el tema de las diaconisas podría reestudiarse a partir de los primeros tiempos de la Iglesia. El tema salta en forma reiterada al tapete eclesial desde mucho tiempo. Esta vez las religiosas preguntaron al Papa por qué la Iglesia excluye a las mujeres de servir como diáconos. Le recordaron que las mujeres servían como diaconisas en la Iglesia primitiva y le preguntaron: “¿por qué no constituir una comisión oficial que pueda estudiar la cuestión?”. “¿Qué eran estos diaconados femeninos?”, recordó por su parte Francisco haber preguntado a un profesor “bueno y sabio”. “¿Tenían ordenación o no? ¿Cuál era el papel de la diaconisa en aquel tiempo? Era un poco oscuro”, dijo. Y agregó: ¿”Constituir una comisión oficial que pueda estudiar la cuestión? Creo que sí. Sería por el bien de la Iglesia clarificar este punto. Estoy de acuerdo. Hablaré para hacer algo por el estilo”. “Acepto –refrendó–. Me parece útil tener una comisión que lo aclare bien”. A partir de ese momento, han abundado nuevamente las opiniones sobre el tema. Ofrecemos aquí dos que lo ilustran desde sendos puntos de vista. 8

¿Diaconisas? ¡Nada nuevo bajo el sol! Aparece en estos días el tema de contar con “diaconisas” en la estantería de servicios pastorales de la iglesia católica.
Se empiezan a desempolvar viejos baúles históricos para encontrar razones que repongan esa figura perdida en el pasar del tiempo. Los que leen libros gordos de teologías se enfrascan en discusiones acerca de la existencia de las diaconisas en las primeras comunidades cristianas, sus tareas, sus responsabilidades, su lugar en el escalafón clerical. Los empeños de los que patrocinan abrir los criterios y buscan posicionar a la mujer al interior de la estructura eclesial, chocan con una declaración firmada hace unos años por los cardenales Joseph Ratzinger, Jorge Medina y Darío Castrillón (¡vaya qué trío!), en la que señalaban que no era lícito siquiera pensar en esa posibilidad. Para ellos, la Iglesia debería tener cuerpo de mujer, pero cabeza de varón. Y en el cuerpo, los pulmones dan oxígeno, los riñones trabajan, el corazón palpita, las manos sostienen, laboran y acarician, pero la cabeza es la que manda. El cerebro ordena, y todos los otros miembros obedecen.

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¿Qué función realiza una diaconisa? Fundamentalmente –y ahí está el nudo del asunto- la diaconisa asume el servicio de un par de sacramentos: bautismo y matrimonio. Todos los otros le están vedados y son exclusivos del clero masculino: reconciliación, unción, eucaristía, confirmación y orden presbiteral. Pero ¿vale la pena hacer tanto ruido por esto? Porque esos dos sacramentos, según el propio catecismo de la iglesia, pueden celebrarse con mucha libertad. Cualquier cristiano o cristiana puede bautizar, en caso de necesidad y aun sin que haya necesidad. Cualquier persona puede asistir al sacramento del matrimonio, en el que los ministros son los mismos que se comprometen, y en donde el cura o quien sea es un mero testigo oficial.

Diaconado femenino y perspectiva de género

Nada nuevo, en realidad Esto no es novedad de la era Francisco. Treinta años atrás tuve la dicha de acompañar como párroco, en la entonces zona minera del carbón, sur de Chile, a las comunidades de Curanilahue. Y durante esos cinco años, prácticamente todos los matrimonios y los bautizos eran realizados por la maestra de una de las escuelas, la señora Elsa Gutiérrez, animadora pastoral de muy buen prestigio en la comunidad local. Ciertamente, el arzobispado de Concepción, al que pertenecía Curanilahue, en esos años tenía como pastores a dos hombres inteligentes, de mente abierta y de propuestas con visión de futuro: don José Manuel Santos y don Alejandro Goic. Hablando con claridad, el tema de las posibles diaconisas no tiene importancia. Actualmente, todas las mujeres que están involucradas en servicios sacramentales o en animación comunitaria, en la catequesis, en la acción social, en la organización parroquial, en el acompañamiento de grupos, en la formación de personas, ya realizan tareas sin que les pueda añadir algo el nombramiento de diaconisas. A menos que sea en vistas al ministerio presbiteral; y en ese caso sí que valdría la pena jugársela con decisión por su valimiento.
Porque nadie puede explicar en la jerarquía católica por qué hay siete sacramentos para los varones, y seis para las mujeres.

Agustín Cabré Rufatt Misionero claretiano Chile http://elcatalejodelpepe.eccla.net/

El pasado 12 de mayo, la Unión de Superioras Generales (UISG) comprometió al papa Francisco en el avance de algunas propuestas que nos son urgentes para que las mujeres podamos desarrollar con plenitud nuestra vocación cristiana sin discriminaciones por razones de género. El Evangelio como una Buena Noticia de liberación para el sexo femenino es un tema siempre pendiente en la iglesia, pero no fue así en sus orígenes. La práctica de Jesús y las primeras comunidades, aun con muchas tensiones al interior de ellas mismas, inauguró la ekklesía de iguales como un espacio abierto y dinámico que subvirtió las jerarquías patriarcales y las clases sociales por las que se regía la sociedad del momento, e inauguró también unas nuevas relaciones de género. Pero en su inculturación al mundo grecolatino terminó optando por la adaptación en muchos aspectos, y uno de ellos fue, sin duda, el de la subordinación de las mujeres, hasta que el protagonismo femenino fue progresivamente neutralizado y silenciado, como reflejan los Códigos domésticos y las Cartas Pastorales (1 Pe 2,18-3,7) (1 Tim 2,12-15). Continúa >>

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A partir del siglo II, el modelo de organización que se impondrá en la Iglesia concentrará en la figura del obispo buena parte de los carismas de liderazgos y proféticos, en deterioro de otros modelos más comunitarios y ministeriales que existían en ella. Laicos y mujeres saldremos perjudicados. A partir de este momento las mujeres vamos a ser más valoradas por el ascetismo, es decir como vírgenes y viudas, que como misioneras. La evolución de la figura de Magdalena de apóstol a penitente tiene que ver también con este proceso. También la fijación del canon tendrá un efecto poderosísimo en la exclusión y subordinación de las mujeres, ya que la tradición oral y apócrifa será excluida, y es en ella donde el liderazgo femenino se transmitía con más fuerza en la primera iglesia. A partir de este momento la Escritura va a ser cosa de varones, y las mujeres pasarán a ser meras receptoras. Aunque siempre habrá mujeres que rompan las normas.

Diaconado femenino prohibido Una de los reclamos de la UISG al papa Francisco ha sido sobre el diaconado femenino, prohibido por el Concilio de París en el siglo IX al negar que ninguna mujer tuviera acceso al altar. Pero las preguntas de la UISG han abordado también otras cuestiones relevantes, como la predicación de la homilía asociada al ministerio profético, tema en el que Francisco ha sido muy claro: la homilía les compete sólo a los sacerdotes. Al igual que ha sido muy claro en su calificación del feminismo como un peligro para las mujeres en la iglesia. Sin embargo, muchas generaciones de mujeres cristianas en el mundo estamos convencidas de que no podremos avanzar hacia la ekklesia de iguales si no es aplicando elementos que nos proponen los movimientos de liberación de las mujeres, y entre ellos la perspectiva de género, como un instrumento de análisis y transformación de la realidad para poder descubrir los hilos de la opresión de las mujeres y también la potencia de nuestras posibilidades. Por eso defendemos que la categoría género no es una ideología, como tampoco lo fue la categoría de clase en la teología de la liberación, sino un instrumento de análisis. Es decir, una categoría que cuestiona las relaciones sociales entre hombres y mujeres y la comprensión esencialista de lo femenino y lo masculino, para concebirlos como una construcción que conlleva elementos culturales y que como tales pueden ser modificados. 10

Perspectiva liberadora En la experiencia de las mujeres, la perspectiva de género es extraordinariamente liberadora. Es una herramienta necesaria que nos ayuda a desarrollar nuevos modos de ser persona mujer y persona varón, nuevos modos de ser familia y comunidad, nuevos modos de amar y ser amadas, reivindicando la autoestima, el amor propio, el respeto mutuo y que la diferencia no puede ser causa de desigualdad. Nuevas formas de comprender y vivir la diaconía del Evangelio liberándonos del servilismo y la mutilación de nuestras capacidades impuesta por el clericalismo. Quizás por eso, por las consecuencias que el análisis de género ha tenido en la vida de las mujeres, cuestionando roles, espacios y papeles sociales, la iglesia se resiste a incorporarla. Pero no hacerlo es reducir la cuestión de las mujeres a puro esencialismo o complementariedad, lo cual nos mantiene en la misma situación de desigualdad y exclusión más allá de las buenas intenciones. Por eso, en cómo se conciba el diaconado femenino, en qué funciones se le dote y en la libertad y creatividad con que pueda desarrollarse, será una cuestión liberadora para las mujeres y la iglesia, o no. Pues en los tiempos de escasez de sacerdotes que corren, el diaconado femenino puede ser también concebido como mera suplencia auxiliar. Más de lo mismo, ¿no?. Pepa Torres Pérez Congregación Apostólicas del Sgdo. Corazón de Jesús Madrid http://pepatorresperezblog.blogspot.com/ feeds/posts/default

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La misericordia de Dios, en dos corazones La liturgia eclesial culminó al inicio de junio las grandes celebraciones abiertas con la Pascua de Resurrección, honrando en días sucesivos, viernes 3 y sábado 4, al Sagrado Corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María. Un acierto del calendario litúrgico posconciliar fue el haber unido así las celebraciones de la más profunda intimidad, la fuerza vital y la razón de ser de dos personas inseparables. Esto no se subrayaba cabalmente antes del Concilio Vaticano II; porque la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús se celebraba en junio, y el Inmaculado Corazón de María el 22 de agosto. Unidas hoy, ambas celebraciones ofrecen un sentido cabal a los cristianos para comprender su profundo alcance. Sin embargo, para algunos que no comparten su fe es extraño y hasta chocante que los cristianos veneren corazones y, más aun, los coloquen, palpitantes y sangrientos, sobre imágenes de Cristo y María; cercado de espinas

y fuego el del Hijo, y cruzado por una espada el de la Madre. “Absurda religión sádica, inhumana, antítesis del amor de Dios”, ha censurado más de alguien, sin comprender la simbología de esos corazones más allá de su realidad física.

Para los cristianos, el Corazón de Jesús representa la fuente más íntima y profunda de los sentimientos que animaron a Cristo, Dios hecho hombre y prototipo perfecto del ser humano; y en especial, su compasión y misericordia.

Del corazón de Cristo, al nuestro Un símbolo universal profundo Diversas culturas han representado en el corazón el lugar físico donde tendrían origen las emociones, deseos, afectos, actitudes y sentimientos más profundos del ser humano, como también la ausencia de ellos. Talvez porque el corazón se agita ante las emociones y sentimientos fuertes, e incluso colapsa en casos extremos. En la mentalidad bíblica, el corazón es la parte más interior de la persona, la sede de sus decisiones, sentimientos y proyectos. El corazón indica lo inexplorable y lo profundamente oculto de alguien; su ser más íntimo y personal. Aparece así unas mil veces en los textos bíblicos.

REFLEXIONES

Los evangelios revelan los sentimientos que animaron la vida de Cristo simbolizados en su corazón: firme e inquebrantable en la fidelidad a su Padre; sin tapujos para desenmascarar a los hipócritas y abusivos; pero todo bondad, compasión y ternura ante la madre que llora, frente al pueblo hambriento, junto a la mujer pecadora, en presencia de cualquier enfermedad y desventura; conmovido hasta las lágrimas frente al sepulcro del amigo (Juan 11,35.38), y ante las desgracias que caerían sobre el pueblo que lo rechazaba (Lucas 19,41); perdonando a sus torturadores y hasta disculpándolos ante su Padre porque “no sabían lo que hacían” (Lucas 23, 34). Continúa >>

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En el actual Jubileo de la Misericordia convocado por el papa Francisco, resalta este rasgo relevante de Cristo en su paso por la tierra. Así reveló al mundo la misericordia de su Padre, ya que –enfatiza Francisco– “Cristo es el rostro humano de Dios”. Se dice que “el corazón tiene razones que la razón desconoce”. La misericordia divina hecha carne en Cristo supera la lógica humana hasta el absurdo; como el de abandonar a las ovejas fieles para salir en busca de la rebelde; festejar como un loco al hijo descarriado que vuelve hecho una miseria, en desmedro del que ha servido fielmente al padre; que el Hijo divino, inocente, se ofrezca a morir por todos los pecados del mundo. “La misericordia es siempre exagerada, excesiva”, reflexiona el papa Francisco. En consonancia, los cristianos nada sacaríamos con venerar la misericordia del Padre encarnada en el Corazón del Hijo, si –según el propio Francisco– no actuamos de modo congruente frente a los sufrimientos, abandonos, injusticias o vejaciones de nuestros prójimos. “Si la misericordia del Evangelio es un exceso de Dios, un desborde inaudito, lo primero es mirar dónde el mundo de hoy y cada personas necesita un exceso de amor así”.

El corazón más semejante: el de su Madre El Corazón de María, igual que el de su Hijo, representa los sentimientos más profundos que la animaron como la persona más semejante a El. No se entiende cabalmente la profunda intimidad de María si se la separa de Jesús. Ambos corazones latieron al unísono, comprometidos con el plan misericordioso que el Padre confió a su Hijo: salvar al ser humano. El Corazón de María rebosa como ninguno en fidelidad heroica al Señor; 12

en fe a toda prueba; en confianza sin límites y -sobre todo- en el amor a Dios y al prójimo, mandamientos supremos refrendados por su Hijo. Cuando el ángel le anuncia que será la madre del Salvador, ella acepta su misión declarándose “esclava del Señor” (Lucas 1, 38). Sabiendo que su prima Isabel espera también un hijo y necesita cuidados, cruza montañas para servirla durante meses (Lucas 1, 36-39. 56). Al llegar donde ella, su corazón estalla de gozo y canta agradecido “las maravillas que ha obrado en ella el Poderoso y Santo” (Lucas 1, 46-55). Obediente a la voz de Dios, da a luz a su Hijo entre grandes incomodidades (Lucas 2, 1-7). Y cuando los pastores llegan al pesebre a adorarlo, “María observaba cuidadosamente los acontecimientos y los guardaba en su corazón” (Lucas 2, 19). Luego acoge con fortaleza la profecía que le anuncia sus enormes sufrimientos futuros: “una espada atravesará tu corazón” (Lucas 2, 35). Poco después se levanta con presteza y huye al exilio con José y el Niño, cuando sabe que lo buscarán para matarlo (Mateo 2, 13-14). Más tarde busca con desesperación al Hijo perdido en Jerusalén, y aunque no entiende por qué la ha dejado sin avisarle, acepta que “las cosas del Padre son prioritarias”, y sigue “conservando cuidadosamente todas las cosas en su corazón” (Lucas 2, 41-51).

Junto a su misión, hasta la consumación María inicia con Jesús su vida activa demostrando un espíritu de servicio al prójimo detallista y delicado, que se anticipa a evitar un bochorno a los novios de Caná. Así le “arranca” a su hijo un milagro que está segura no le negará, aunque parezca resistirse. Le REFLEXIONES

basta con dar a los servidores un consejo de oro: “hagan lo que él les diga” (Juan 2, 1-11). Las pocas veces que los evangelios la mencionan durante la vida pública de Jesús, María anda tras él: “tu madre y tus hermanos te buscan” (Marcos 3, 32; Mateo 12, 47; Lucas 8, 20). Y cuando una mujer entusiasmada bendice el vientre y los pechos que han dado vida a tan gran profeta, Jesús responde que mucho más benditos son quienes “escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica” (Lucas 11, 27-28). Es, justamente, lo que su madre ha hecho como nadie. Ella nunca se exhibe. Más que a Juan Bautista le interesa “achicarse para que él crezca” (Juan 3, 30). Sólo se agranda y da la cara cuando hay que estar junto a su cruz. Cuando sus amigos -y en especial los varones- han huido como conejos o niegan siquiera conocerlo, María está allí, sufriendo “de pie”, como testimonia el evangelista Juan, que la acompañaba (Juan 19, 25). Y a Juan la confía Jesús antes de expirar (Juan 19, 26-27). El corazón materno de María se abre para recibirlo como hijo, y con él a todos los seres humanos, porque el Hijo de sus entrañas se ha entregado a la muerte por toda la humanidad, en la mayor prueba de misericordia. Tras la Ascensión del Señor, el corazón de su madre acoge con ternura a la Iglesia naciente, la acompaña en su retiro silencioso y la ayuda a preparar y recibir la venida del Espíritu Santo, que la inunda estando con ella aquel día de Pentecostés (Hechos 1, 12-14; 2, 1-4). Y El corazón de María seguirá latiendo hasta el fin de los tiempos por todos y cada uno de sus hijos, aconsejándoles como en las bodas de Caná: “¡hagan lo que él les diga” (Juan 2, 5). Alfredo Barahona Zuleta


Claret confió sus misioneros al Corazón de la Madre Entre los grandes devotos y seguidores de la espiritualidad que brota del corazón materno de María se cuenta a san Antonio Mª Claret. Misionero incansable en tierras hispanas y en Cuba, tuvo una relación de intimidad y ternura profundas con la Madre de Dios, y supo descubrir la riqueza del corazón que animó en ella su fidelidad inclaudicable al Señor. Lo adoptó como modelo, consejero, orientador y animador de su vida apostólica. El 16 de julio de 1849, junto a cinco sacerdotes amigos, Claret fundó en Vic, cerca de Barcelona, una congregación de misioneros populares que “fuesen y se llamasen Hijos del Inmaculado Corazón de María”. La sintonía con los sentimientos más íntimos de la Madre de Dios fue así el carisma o modo de ser que el santo fundador señaló a sus hijos como pilar de su vida misionera.

Hijos de su Corazón ¿Por qué eso de “Hijos del Inmaculado Corazón de María”? Desde muy niño, Claret tuvo una vivencia profunda del amor maternal de María como conductora de su vida y auxilio en grandes peligros. Más tarde fue dejando testimonios de que no se concebía a sí mismo ni a la evangelización que lo urgía, sin la acción maternal de la Madre de Dios. Enfatizaba que sus misioneros no podrían ser buenos evangelizadores si no estaban fuertemente vinculados a María. Pero no con un mero enlace. Para él, ellos eran “hijos” de María. Tampoco hijos cualesquiera. ¿Quién puede ser más tiernamente hijo que aquel a quien su madre llama “¡hijo de mi corazón!”? Y lo de “Inmaculado” tampoco es detalle secundario. Al poner énfasis en la condición de “intocada por el mal”, Claret siente que el papel de María se hace aun más esencial para el misionero como enviado a ganar con la Buena Noticia la batalla contra las fuerzas del mal.

En definitiva, para él, sólo en ese corazón podría el misionero beber la profunda espiritualidad de la “llena de gracia” que, haciéndose “esclava del Señor”, cumple a cabalidad sus designios, “guarda en su corazón” su Palabra, aconseja “hacer lo que su Hijo diga”, y lo deja en primer plano para aparecer ella misma sólo junto a su cruz.

Una fundadora celestial Claret remarcaba que fundar su congregación misionera fue voluntad de Dios y acción maternal de su Madre. Más aun: solía enfatizar que María misma la había fundado en un gesto de amor de su corazón. Ante los obstáculos que desde el comienzo afrontaron sus hijos, un día clamaba enfervorizado: “¿No os acordáis, Señora mía, de que Vos fundasteis esta Congregación? ¿No os acordáis?” Para los hijos del Corazón de María, conocidos hoy también como claretianos, por su santo fundador, el carisma materno sigue siendo esencial, como lo enfatizó su padre.

REFLEXIONES

A.B.Z. 13


El cura gaucho: de Traslasierra a la iglesia del universo Falta muy poco para que se consagre al primer santo enteramente argentino. Una firma del Papa y nada más. El Vaticano ya certificó que médicos y teólogos no pudieron encontrar explicación científica a dos milagros producidos por el cura Brochero. Se trata de dos chicos. La primera es una nena sanjuanina llamada Camila Brusotti, que había quedado en estado vegetativo después de varias palizas a las que la sometieron su madre y su padrastro, quienes, por suerte, luego fueron detenidos por delitos tan aberrantes. Pese al daño cerebral, hoy Camila tiene una vida normal. El otro fenómeno fue la recuperación de Nicolás Flores. Tenía apenas 11 meses cuando sufrió un accidente automovilístico terrible. Tuvo 4 paros cardiorrespiratorios, y hasta perdió masa encefálica. La ciencia no puede comprender cómo es que Nicolás hoy habla y camina, y eso que no tiene el hemisferio izquierdo del cerebro. Servicio, no poder Yo no soy una persona creyente. Admiro profundamente a los que tienen fe y a los que canalizan esa fe en la construcción de una sociedad más igualitaria. Me defino como agnóstico, es decir que no puedo probar la existencia de Dios, pero tampoco lo contrario. Talvez ese escepticismo genético me haya convertido en periodista. Por eso estoy maravillado con 14

el papa Francisco. Por su actitud revolucionaria hacia adentro y afuera de la Iglesia, y por su sinceridad brutal. Me conmueve ver a una persona que conocí, que hoy tiene tanto poder como humildad, al que muchos le llaman el Papa Villero, y que se dedicó por entero a la paz, la convivencia y la justicia social. Además, como buen jesuita, es un intelectual de altísimo vuelo. Publicó un texto extraordinario llamado “Carta del Papa a los no creyentes”. Es una respuesta a las preguntas que el fundador del diario ORIENTACIONES

“La República” le hizo sobre la fe. Eugenio Scalfari es otro intelectual de aquellos, pero de izquierda y ateo. Allí el Papa dice, entre otras cosas, que “la autoridad de Jesús es diferente porque no tiene como fin ejercitar un poder sobre los otros, sino servirlos, darles libertad y plenitud de vida”. Yo de inmediato pensé en José Gabriel del Rosario Brochero, que está a unos días de ser canonizado. Pensé en ese verdadero gladiador del Evangelio que, a lomo de


su mulo, con su poncho y su cigarro colgando de los labios, fue capaz de cruzar las Altas Cumbres para integrar a esos gauchos perdidos en sus necesidades básicas en medio de la humildad de sus ranchos. Con los aperos puestos Para los cordobeses, el cura Brochero siempre fue un orgullo, sin distinción de camisetas religiosas. Aun los que no somos creyentes valoramos ese ejemplo de entrega hacia los demás aun en el lecho de muerte. Porque de tanto compartir el mate y la vida con los enfermos, se contagió la lepra que para aquella época era el nombre del horror. Se quedó ciego, sordo, absolutamente pobre. Dicen los historiadores que, como buen hombre de campo, experto en las tareas agrícolas, puteador y corajudo, se despidió de la vida con un rosario en sus manos y diciendo: “Ahora tengo puestos los aparejos, estoy listo para el viaje”. El paisaje emocionante de Traslasierra pronto será invadido por una celebración de multitudes: cuando el papa Francisco firme el protocolo correspondiente, y al beato Brochero ya le podamos decir San Brochero. Brochero, bandera de lo mejor Nació en Villa Santa Rosa del Río Primero, donde hoy viven aproximadamente 9 mil personas. Brochero cursó en la universidad de San Carlos junto a Miguel Juárez Celman, quien después sería presidente de nuestro país.

En 1867 el cura Brochero se bancó la epidemia de cólera que casi dejó desierta la ciudad de Córdoba. Movió cielo y tierra para socorrer a los enfermos. El cura gaucho que está en los cielos y a punto de cumplir eso de que santificado sea su nombre, murió en Villa del Tránsito, un pueblito colgado del cielo y las montañas, que luego cambió su nombre por el de Villa Cura Brochero.

El cura Brochero es una bandera de lo mejor de los argentinos. De los que tienen o no tienen fe. De los creyentes o de los agnósticos. Porque además de la palabra de Dios, llevó a esos lugares hostiles, en el 1800, el progreso social. Ese parece ser, su verdadero milagro. Gracias a su fe y a su empuje y valentía,se construyeron colegios, 200 kilómetros de caminos, un dique, varios pueblos, un ramal del ferrocarril, la estafeta postal con el telégrafo, y hasta un acueducto para conectar el río Panaholma con las acequias. Eso rompió tanta disORIENTACIONES

criminación y aislamiento de esos campesinos que estaban tan cerca de Dios y tan lejos de las autoridades. Creo en seres como ellos El papa Francisco dice en su carta a los no creyentes que “la fe cristiana no marca la separación insuperable entre Jesús y los demás. Nos dice que en Él, todos hemos sido llamados a ser hijos del único padre y hermanos entre nosotros”. Francisco le dice al editor de “La República” que “la Iglesia, créame, no obstante su lentitud, sus infidelidades, sus errores y los pecados que pudo haber cometido y puede aún cometer en aquellos que la componen, no tiene otro sentido ni fin sino el de vivir y testimoniar a Jesús: Él, que ha sido enviado por Abba “a traer a los pobres la alegre noticia, a proclamar a los prisioneros la liberación y a los ciegos la vista, a poner en libertad a los oprimidos, a proclamar el año de gracia del Señor”. Me apasiona el debate por un futuro mejor. No soy fácil de convencer. Creo más en lo que veo y en la ciencia. Soy duro para entender las abstracciones que habitan el cielo de las plegarias. Pero creo en los que creen. Creo en los que rezan y hacen. Creo en seres humanos de la dimensión de Jorge Bergoglio y José Brochero. Hoy uno es Papa, y el otro pronto será santo. Sigo sin ser creyente, pero creo que con personas como ellos, el mundo tiene cura. Alfredo Leuco 15


Voluntariado claretiano:

una experiencia laical de entrega a los más necesitados Desde hace varias décadas, diversas experiencias laicales han compartido la misión claretiana entregando un aporte temporal de servicio evangelizador y social en posiciones misioneras de otros países, caracterizadas generalmente por agudas carencias y necesidades de apoyo solidario. La provincia claretiana de San José del Sur, que agrupa a las comunidades misioneras de Argentina, Chile, Uruguay y Paraguay, viene desarrollando en esta línea un proyecto de voluntariado laical en coordinación con las de otros países del continente, que ha logrado resultados promisorios. TELAR recoge aquí dos testimonios al respecto, en la voz de sus protagonistas.

Mi experiencia en el Voluntariado Claretiano de Antillas Soy Sebastián Vergara, tengo actualmente 32 años, soy de Catamarca, Argentina, de profesión abogado. Conozco a la familia claretiana desde el año 2004, cuando, mientras estudiaba, me sumé a uno de los grupos juveniles de la comunidad de El Tambo, en Córdoba, donde junto con otros jóvenes visitábamos a la gente en situación de calle cada viernes por la noche. Es allí cuando comienza a despertarse y a forjarse mi vocación misionera, claretiana y cristiana más comprometida. Siendo el año 2011, el hermano Fernando Kuhn me envió información sobre el Programa de Voluntariado Claretiano en Antillas, al cual postulé inmediatamente. La experiencia se desarrolló durante todo un año, junto a otros 6 voluntarios, de Bolivia (1), Chile (1), Honduras (1) y Puerto Rico (3). 16

Nuestra misión consistía básicamente en acompañar a las comunidades rurales de la parroquia de Jimaní, en República Dominicana, específicamente en 6 comunidades de montaña en la frontera con Haití. La idea era trabajar sobre todo el fortalecimiento y la integración de ambos pueblos que conviven en la frontera, y colaborar con la tarea pastoral y social de la parroquia. Nuestro trabajo se concentró sobre todo con los niños, brindándoles apoyo escolar, talleres de manualidades, y generando espacios de celebración de la Fe y la Vida para grandes y pequeños. Además acompañamos a las organizaciones campesinas locales que ya vienen trabajando con ellos e intentando acercar las instituciones del Estado hacia las poblaciones más alejadas de los centros de decisión y poder públicos. Al concluir esta experiencia en agosto de 2012, y previo diálogo con el superior mayor de la Delegación claretiana de Antillas, en ese entonces el padre Héctor Cuadrado, nos embarcamos junto a Yoscelyn Cárcamo en otra aventura misionera. Esta vez la experiencia transcurriría en Haití, en el poblado de Kazal, dónde nos insertaríamos junto a dos claretianos y un misionero laico español, para llevar adelante, durante tres años, una experiencia de Vida y Misión Compartidas a cargo de la parroquia de Kazal, en manos de los misioneros claretianos desde el año 2000. Fue así como hasta marzo de 2014 estuvimos trabajando con el pueblo haitiano, en talleres de español, danza, manualidades; apoyo escolar; formación bíblica; acompañamiento a organizaciones campesinas; celebraciones de la Palabra; visitas y formación a agentes pastorales de las capillas de montaña; proyecto de formación y promoción en salud, entre otras actividades. Personalmente, estas dos experiencias implicaron casi tres años de mi vida, en los que me sentí pleno, alegre y feliz. Largos meses después de mi regreso, reconozco que

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esta experiencia fue para mí una segunda conversión, desde aquel momento en que conocí a los misioneros claretianos, al amparo de quienes fui descubriendo a Aquel que se revela y nos revela el rostro de Dios desde los desterrados de este mundo.

Con Haití en el corazón Pareciera que fue ayer cuando subía la loma que me llevaba cada jueves a Kaylamí, una comunidad encumbrada en un cerro a unos 40 minutos de caminata, allá en las montañas de Kazal, Haití. Cada jueves partía a las 7.20 de la mañana, para llegar a tiempo a las 8 al inicio de las clases, donde impartía artes manuales y español. Un tiempo hermoso de aprendizaje y enseñanza. Para llegar a Kaylamí tenía varias opciones de ruta, que yo variaba, porque nunca he sido amante a las rutinas. En el camino era maravilloso encontrarme con los niños de cursos superiores que bajaban al pueblo a estudiar, y con los campesinos que iban y venían desde sus terrenos sembrados de pitimi, batata, yuca, maíz… Mulas cargadas de alimentos cosechados, directo al mercado... “¡Bon jou!”, resonaba en las montañas. La gente cantaba mientras iba caminando rápido, descalza. La mañana avanzaba con prisa, porque el sol se levanta temprano en Haití inundando todo de un amarillo mágico. Los chicos acarreando agua antes de ir a clases, cosa que al principio me parecía una aberración contra los derechos del niño. Luego entendí que si no hacían eso morían, y se me olvidaron los derechos, pero no la justicia. Una mañana decidí seguir otra huella y subir por la ladera norte del cerro. En el camino no encontré esa vez a nadie. En un momento pensé que estaba perdida, pero tengo confianza en la consigna de que “todos los caminos llevan a Roma”, y entre los maizales vi una choza. Entonces me detuve para preguntar si iba por buen camino. Al acercarme me di cuenta de que un pequeño fuego de carbón calentaba junto a la choza una teterita llena de hollín, y al lado esperaba, paciente, una anciana muy delgada y muy tranquila, sentada sobre una roca. La saludé, y levantó la vista, asustada. Claro: yo, una blanca, a esa hora de la mañana, ¿que hacía allí?

Me presenté y le pregunté su nombre. “Rosemary”, me respondió. No podía ser un nombre más dulce. Me ofreció asiento en otra piedra, y me dijo que esperara; que el café estaba por salir. Yo, que iba ya con el tiempo justo, no acepté. Sólo pregunté si ese camino me llevaba a Kaylamí. Me dijo que sí. Entonces partí. En el camino de subida, su imagen y su nombre me acompañaron, pero me quedé inquieta por no haber aceptado su bello gesto. Estaba segura de que ese café sería lo único que ella tenía para desayunar. Seguí mi día como de costumbre, entre juegos y risas, y ya por la tarde, con mi mente cansada de pensar en kreol, bajé con fruta en mi mochila, más agua y pan que no quise comerme durante el día, porque había decidido pasar por casa de Rosemary para compartir un rato más largo. Y así fue. Ahí estaba ella, sentada en el mismo lugar donde la había dejado esa mañana. No había fuego. El sol, a esa hora ya pegaba fuerte. Ella se cobijaba con la sombra de los maizales. La saludé, y esta vez me sonrió. Entonces saqué de mi mochila lo que llevaba para compartir. Pregunté qué había comido, y por qué vivía tan alejada del pueblo. Entonces me contó su historia: viuda y sola, sin casa, decidió ocupar ese trozo de tierra de una vecina, con la sola obligación de cuidar de los maizales; cosa que me pareció ridícula, porque aquella viejita no tenía apenas fuerza para levantarse. Sentí pena, impotencia, y sobre todo la necesidad de ayudarla. Pero ¿cómo? Yo, aunque con más energía por ser joven, tampoco tenía nada que ofrecerle más que mi tiempo. Desde ese día, mi camino fue por ahí. Comencé a invitar a otros. Compartía mi desayuno y a veces mi merienda con ella. Algún fin de semana me arrancaba de las actividades y le llevaba agua y comida. Meses más tarde me fui de Kazal, y aún mantengo en mi corazón su nombre, su rostro y aquellas pláticas pacientes. Papa Bon Dye, el Padre buen Dios ancestral de haitianos y dominicanos, es tan maravilloso que supo darme lecciones de vida como esta: la misericordia significa tener un corazón solidario con aquellos que tienen necesidad. Confío en que ese aprendizaje sea también de muchos otros seres humanos, en esta tierra que es casa de todos.

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Yoscelyn Cárcamo Temuco. Chile 17


El más que centenario Colegio Corazón de María de Córdoba En el sector norte de la ciudad de Córdoba se halla el barrio de Alta Córdoba. Allí se asienta el mayor colegio claretiano de Argentina. Algo de historia nos recuerda que en 1908, después de dos años en el barrio San Vicente, al sur de la ciudad, los hijos del Corazón de María pasaron a Alta Córdoba, tras haber recibido en donación un terreno al que después se sumaron otros. En 1909, el gobierno general de la Congregación aprobó crear en Alta Córdoba un colegio para niños, por petición de los vecinos. Complementaría al de niñas que en el barrio conducían las hermanas mercedarias. Se asumió además construir a su lado el templo de una parroquia primero llamada “Santa Ana”, y después “Corazón de María”. En 1910, se iniciaba el colegio, cuyo primer director fue el P. José Galbete. Hoy, nuestro Colegio Corazón de María, cariñosamente apodado “Cora”, es mixto, tiene más de 2.000 alumnos y un personal cercano a 200. De sus desafíos pastorales queremos reseñar algo en estas líneas.

Realidad cambiante que interpela Un primer desafío evidente son los acelerados e importantes cambios en la realidad social de nuestros alumnos. En especial en sus familias. Quiensabe si buenos o malos, pero ciertamente exigentes. Porque nuestros modelos educativos se construyeron sobre uno de familia cada vez menos frecuente. A la vez ha entrado en crisis la “alianza educativa” entre padres y colegio. Antes era incues18

tionable la unión entre adultos en beneficio del alumno. Hoy las cosas son más complejas, en un mundo donde conviven múltiples concepciones de la vida, la familia, los ideales y proyectos. Ante esta realidad, se realizan en el Cora diversas actividades con los padres de familia. A las reuniones tradicionales de entrega de libretas se suman las de temas de interés común, como la educación en el amor y la sexualidad, las drogas, etc. Muchas veces en forma de talleres, buscando motivar el diálogo entre familias y llegar a conclusiones que apoyen el camino educativo familiar.

Ante una fe que se marchita Los grandes cambios sociales nos conectan con un segundo desafío, el de la “secularización”. Lo tradicional era pensar un colegio católico (y claVIDA CLARETIANA

retiano) en relación con familias más o menos cristianas. Hoy, esto va cambiando rápidamente. La identificación con los valores católicos suele notarse más en los abuelos que en los padres. Los alumnos crecen en un mundo con muchas propuestas a primera vista más atractivas que las del Evangelio. Para responder a esto se ha intentado revisar contenidos y metodología de la Catequesis escolar. A la vez se trabaja con dos métodos el nivel primario. En los primeros tres grados se realiza una experiencia llamada “La casa de Jesús”. Ella se basa en una larga tradición pedagógica de las escuelas escolapias, utilizada hoy por algunos colegios claretianos de España. A esa “casa de Jesús”, armada cuidadosamente en


la capilla de la antigua comunidad claretiana, se lleva semana por medio a pequeños grupos de niños, para vivir la experiencia de visitar a Jesús, escuchar su Palabra, cantar juntos, ser bendecidos por él, pedirle por sus intenciones, adorar al Santísimo, etc. Está previsto articular esto con la Catequesis escolar, implicando cada vez más a las familias y ayudando a crecer en los niños su sensibilidad y amistad con Jesús. En los otros tres grados (segundo ciclo) la propuesta ha sido “Niños en misión”, impulsándolos a conocer mejor el ámbito misionero y realizar pequeñas experiencias que los motiven en esta importante dimensión de la vida cristiana y claretiana.

Colegio claretiano, y misionero La educación formal tiene su propia lógica, condicionada por numerosas normas civiles. Entre un complejo entramado de metodologías y contenidos es necesario dar un lugar central al enfoque pastoral y a algunas actividades específicas relacionadas con la identidad católica y claretiana del colegio. Dentro de la mirada de fe, un colegio no sería claretiano si en él no tuviera un lugar central el sello misionero. No solo dialogar sobre él y conocer experiencias realizadas por otros, sino vivir las propias. Por eso, además de los “Niños misioneros” existe el “Grupo misionero”. Para formar parte de él se habrá recibido el sacramento de la Confirmación en tercer año de la Secundaria. Libremente se van sumando a él cada año algunos confirmados. Desde el grupo se realizan experiencias misioneras cercanas, y alguna lejana anual, generalmente en una posición apostólica de los claretianos. Al estar formado por alumnos mayores con este compromiso pastoral, el

grupo misionero representa a veces al colegio en instancias externas, o presta servicios específicos en algunas celebraciones con alumnos menores.

Una formación prestigiada En otro orden y en el actual contexto educativo, hay dos valores tradicionales cuya implementación debe ser revisada periódicamente: la disciplina y la exigencia académica. Nuestro Colegio es altamente valorado en ambas. Quienes aquí finalizan sus estudios lo hacen con un buen nivel de aprendizaje, y como grupos muestran una conducta comparativamente muy buena. Los diálogos del Consejo de Conducción del Colegio, y otros que se efectúan en niveles más específicos, permiten ir realizando los ajustes necesarios para lograr un equilibrio entre los diversos aspectos de la vida escolar.

Ante otros desafíos El colegio se encuentra hoy entre los mayores de Córdoba. ¿Cómo mantener la atención a cada persona y cada grupo, ante más de 2.000 alumnos? Un buen proceso educativo ha de tomar en cuenta la variedad de procesos de cada cual y su familia. Se acostumbra dialogar con los padres apenas suceden situaciones que requieren ser atendidas. Cuando el caso lo amerita, se deja constancia en acta de situaciones o acuerdos que conviene asumir respecto a determinado alumno. A esto se suman aportes sicológicos y sicopedagógicos del Departamento de Orientación Educativa (DOE). La creciente complejidad familiar, los tempranos divorcios, separaciones y otros factores, requieren no descuidar la atención al proceso de los alumnos y sus familias, en bien de ellos y del colegio. VIDA CLARETIANA

La informática y los desafíos sociales En este mundo cambiante adquiere dominio global acelerado la informática. Alumnos y docentes usando en recreo sus celulares con diversas finalidades, nos recuerdan a cada paso que junto a lo que comúnmente llamamos “realidad” existe la “realidad virtual”, de creciente importancia para las nuevas generaciones. El desafío, ante todo, es cómo sacar provecho de las herramientas que brindan los adelantos técnicos. En este aspecto queda aún mucho por hacer. Se está trabajando sobre las experiencias de otros colegios católicos. Para finalizar esta lista incompleta, cito el desafío de diversas prioriedades que nos marcan, por un lado desde el Estado (Ministerio de Educación), y por otro desde nuestra Iglesia y Congregación. En la medida que crece la importancia de cosmovisiones diversas y hasta enfrentadas a la cristiana, se hace complejo responder a ambas exigencias. Un ámbito muy actual e importante es la llamada “educación sexual”, obligatoria por ley en los Institutos educativos del país. El colegio busca cumplir lo esencial que marcan las leyes civiles, atendiendo en los detalles a las orientaciones cristianas y lo que la realidad de nuestros alumnos va exigiendo. Esto se realiza a través del proyecto educativo sobre Amor y Sexualidad. En definitiva, recorrer un sendero es superar obstáculos, en la búsqueda de nuevos desafíos. Son muchos los que ha debido enfrentar nuestro “Cora”. Otros muchos esperan delante en el camino, poniendo nuestra mirada en la Virgen como nuestro faro, y en Claret como ejemplo de misionero al que nada le arredra, ningún obstáculo le frena. Javier Fernández, cmf

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Paraguay: Compartiendo la misión desde el corazón

Hablo como un argentino en medio de paraguayos. Hablo como posadeño o nacido en Posadas, capital de la provincia argentina de Misiones, en el límite entre nuestros dos países. Hablo como claretiano enviado a estas tierras a evangelizar donde ya evangelizaron mis hermanos claretianos españoles desde hace 37 años. Hablo con todos los condicionamientos que genera esta perspectiva personal, pero con todo el amor posible que le tengo a Jesús para anunciarle y descubrirle en estas tierras y en estas personas.

Una perspectiva de nuestro lugar Nuestra parroquia ocupa dos distritos del gran departamento paraguayo de Caaguazú: Vaquería e Yhu. Nuestra Iglesia es comunidad de comunidades: 106 comunidades en camino. El departamento de Caaguazú es el segundo más pobre de Paraguay. He recibido una hermosa herencia de trabajo de fortalecimiento y acompañamiento a las comunidades, por parte de los claretianos venidos de España y algunas vocaciones autóctonas de Paraguay. Cada comunidad u oratorio tiene su propia organización, con coordinador/a, catequistas y comisión de Iglesia. Una muy rica tradición y trabajo en la organización y empeño por los sacramentos y sus respectivas catequesis. Una conciencia muy fuerte de colaboración en la misión eclesial representada en los “pa´í” o animadores de comunidades. 20

El paraguayo de esta zona es un campesino, en su mayoría creyente y muy devoto, pero también superticioso. Es un pueblo que trabaja la tierra, pero que ahora se encuentra con que sus frutos ya no rinden económicamente lo que se espera. Aprendió a trabajar tanto para la venta de su producto, que hoy ya ni cosecha para sí mismo. Casi todo se compra, o no se tiene. La familia, en su mayoría, es tradicional en el estilo paraguayo: el varón es el que decide, pero la mujer es quien asiste a las reuniones para ocuparse de sus hijos. El varón es el que trabaja y trae a su casa el dinero, y la mujer es quien administra para la comida, nada más. Pero esto algo cambia en las dos ciudades, las poblaciones más concentradas. La familia es muy acogedora, y recibe siempre al que llega de lejos. Nuestra parroquia está dividida en dos sectores: de una zona se ocupan mis hermanos claretianos Fermín García y Gregorio Gañán, y de la otra, Pedro Rucinzki y yo. A su vez, cada una dividida en zonas más pequeñas que reúnen entre 4 a 10 oratorios o capillas; a estos les llamamos mesas coordinadoras. Estas mesas se reúnen una vez por mes y tratan los temas referentes a la organización general y las posibles visitas de los “pa´í”.

Desafíos pastorales La primera prioridad es la catequesis en todas sus etapas, desde iniciación hasta la confirmación. Esto va desde los 8 hasta los 15 años. Notamos la cantidad de catequis-

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tas que tenemos y la necesidad de atención y formación de ellos. La segunda prioridad son los jóvenes. En el territorio de la parroquia hay muchos jóvenes, pero en nuestros oratorios no tenemos grupos juveniles. Después de la catequesis de confirmación no tenemos continuidad con comunidades de jóvenes. La mayoría se retira de la Iglesia, quedándose en su casa o yéndose a estudiar a otro lugar. La tercera prioridad son las CEBs ‑comunidades eclesiales de base‑ que nacen a partir de los grupos de lectura orante de la Biblia que se promocionó desde hace varios años. Se quiere dar el paso siguiente de convertirse en CEBs desde la formación de animadores de comunidades. Como comunidad claretiana tenemos el desafío constante de trabajar en equipo. En mi mirada, el trabajo de caudillo y solitario de cada uno de los actores de la evangelización ha calado hondo, y creo que por eso cuesta vivir y formar grupos y comunidades: de “pa´í”, de catequistas, de coordinadores, de jóvenes y de CEBs. Cada uno vive de la autoridad del que manda, y a mi entender eso hace caer en pedazos la creatividad. El desafío de todos es cambiar el paradigma a trabajar con otros y a la par de otros, donde nadie es dueño de nada ni de nadie.

Pero Dios va haciendo su gran obra entre nosotros como una iglesia anunciadora de buenas noticias, y no tanto una iglesia que hace cumplir las normas o estatutos parroquiales.

Dios presente en su pueblo La docilidad del pueblo paraguayo a las circunstancias, y su fortaleza, hacen que uno note claramente la presencia del Dios uno y trino y de la madre María en medio de su pueblo, en personas concretas. La fe está arraigada en el corazón del pueblo, y Dios se ha plantado en él. Lo que ahora necesitamos seguir experimentando es que Dios se vuelve a encarnar en cada cual con la fuerza del Espíritu Santo, y así nos hace protagonista y trabajar en comunidad. Junto al pueblo debemos aprender a trabajar en misión compartida, sirviendo a los más necesitados sin miedos a ideologías extremas, pero con el cuidado de seguir a Jesús al estilo de Claret, en sus opciones, proyectos y vivencias. Corazón de María ayúdanos a ser fieles a la misión recibida de tu hijo Jesús en estas tierras de Misión. Jorge Ricardo Cóceres, cmf Misionero

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Autor claretiano consagrado destaca como novelista Al borde de sus 90 años, el padre Ernesto Barea Amorena acaba de ver publicada en los Estados Unidos su primera novela, “Pródigus”, de características singulares por el remoto mundo antiguo en que se ambienta y la maestría con que, según algunas de las críticas, maneja el mundo filosófico, histórico y social de la época. Residente hoy en Zaragoza, capital del histórico reino aragonés, el P. Barea tiene una larga vida claretiana que inició a los 18 años. Fue consagrado sacerdote a los 25, en 1951. Desde entonces, a sus múltiples tareas evangelizadoras ha agregado una fecunda actividad como escritor, en la que suma una decena de publicaciones. Entre ellas destacan historiografías de mártires claretianos, realizaciones congregacionales y vidas ejemplares. Su estreno como novelista se centra en un personaje especie de hijo pródigo, cuya vida turbulenta se desenvuelve en el Egipto romanizado en los inicios de nuestra era. Al respecto uno de sus críticos, el misionero y sociólogo José María Rodríguez Ribas, escribe: “Ernesto Barea Amorena, autor de “Pródigus”, nos sor22

prende por el amplio conocimiento que despliega del mundo de la Alejandría del siglo III, capital del Helenismo. Al ritmo del desarrollo de la vida del pródigo Antonis Longus, nos sentimos inmersos en las calles, los foros, los mercados y el puerto de la gran metrópoli; recorremos el Egipto, regalo del Nilo, sus ciudades y sus templos. En todo momento percibimos la presencia de las instituciones grecorromanas y las autoridades de sus regidores. “En el último tercio de la novela, el autor se muestra conocedor exhaustivo de la cultura de Alejandría, que con Atenas y Roma formarán el trío de ciudades “faro” del desarrollo del humanismo occidental, de la geometría, de la astronomía y de la ciencia. “El autor habla con autoridad de Panteno, Clemente Alejandrino y Orígenes, creadores de la primera versión filosófica del pensamiento cristiano. El lector se sumerge apasionadamente en “Pródigus”, y le sigue enganchado a sus etapas vitales, su familia, su formación, su carácter inseguro e inestable, sus inquietas búsquedas de una filosofía de vida y su fracaso existencial anunciado”.

VIDA CLARETIANA


Cantos tradicionales, condimento infaltable del condumio No existe festejo culinario bien regado con mostos de buen calibre, que no se termine entonando canciones queridas para ser coreadas por los comensales. Siempre son las mismas. Siempre las más entrañables. Siempre las más pegajosas. Un asado, en Argentina, finaliza con “Paisaje de Catamarca”, “Zamba de mi esperanza” y “Lunita tucumana”. Todos los comensales con los ojos semicerrados, con la cabeza echada hacia atrás y el mate fraterno deteni-

do por unos momentos. En Perú, nadie se va de la fiesta familiar donde se comparte el ceviche y el ají de gallina, sin cantar “La flor de la canela”. Un festín veraniego de pastel de choclo o un plato invernal de porotos con riendas, finalizan en Chile con los contertulios cantando a voz traposa el vals “Si vas para Chile” y el “Gracias a la vida” de Violeta Parra. Una sopa paraguaya abundante y sabrosa, servida en Lambaré, ciudad conurbana de Asunción, tiene siem-

pre como colofón “Recuerdos de Yparacaí”. Pero no es exclusivo del mundo del sur esto de acompañar las comidas con las canciones. Si un español, después de haber chupado los huesitos y cartílagos de un tostón en Peñaranda de Bracamonte, no termina cantando con la boca llena y la boina metida hasta las orejas ese “Clavelito, clavelito de mi corazoooón”, simplemente no es nativo, o ha perdido totalmente el sentido de orientación.

El tenedor, “instrumentum diaboli”

Catalina de Medici

Sospechoso de bobería era quien usara un tridente para llevarse comida a la boca. Si las manos tenían cinco dedos, ¿para qué inventar otros instrumentos que causaban heridas en los labios, las encías, la boca, el paladar y, además, ofendían a la buena crianza?

Porque los comensales empleaban el tenedor no solo para ayudarse en el condumio y la pitanza, sino también para rascarse la espalda y para hurguetear en las muelas a modo de escarbadientes. Un camino arenoso debió recorrer el tenedor para subirse a las mesas de la gente educada. Incluso un sabio pensador como Pedro Damiano lo tildó de “instrumentum diaboli”, y las esferas clericales se pusieron de inmediato en campaña: el tenedor era un invento creado en el oriente, cuna de la refinación, la molicie, la relajación, el afeminamiento y la comodidad. DE LO NUESTRO

Sin embargo, Teodora, la hija del emperador de Bizancio, logró imponerlo en Venecia, a pesar de su fama de ser un instrumento cursi. Más tarde, Catalina de Medici lo introdujo en la corte francesa, y entonces su uso en las mesas de los príncipes se generalizó. Después llegó a las de los plebeyos. Ahora, el comercio ofrece tenedores para la carne, para el pescado, para los postres, para hacer horadaciones en el pan, para sujetar las presas y para pinchar asados. Aunque si alguien quiere ser feliz y está en un plano de confianza, seguirá comiendo con los dedos, porque antes que el ser humano inventara el tenedor, Dios había inventado las manos. 23


Cuando juega Uruguay Jaime Roos Como un cielo de verano, como el trueno de un tambor, por la cara del murguista, cuando baja del camión.

Fútbol uruguayo: garra, pasión… y canción

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Para nadie es un misterio: el fútbol es el deporte que más arrastra multitudes en Uruguay. En el ámbito profesional, en el amateur, practicado por los niños, en las barriadas populares o en los condominios elegantes, y, desde hace años, con las piernas de más de 6.000 mujeres federadas, manejar con destreza el balón futbolero es deporte nacional supremo. Y no se queda en meras ilusiones de un gran éxito deportivo. “La celeste” ha tocado el cielo en dos campeonatos mundiales: en 1930 y 1950. Este último, con el mítico Maracanazo que enmudeció a Brasil en el último minuto y es registrado hasta hoy como la mayor hazaña del fútbol mundial. A estos triunfos máximos suma el fútbol uruguayo 15 Copas América, las medallas de oro en los Juegos Olímpicos 1924 y 1928, 8 veces la Libertadores de América y 6 la Copa Intercontinental con sus dos clubes estrellas, Nacional y Peñarol, y haber converti-

do el Estadio Centenario, sede de su primer título mundial, en monumento histórico internacionalmente reconocido. ¿Qué tendría de raro que para sobrecaldear a las masas delirantes en los estadios hayan surgido innumerables canciones vibrantes de pasión? Pero “Cuando juega Uruguay” concita afirmación unánime de ser “el” himno del fútbol charrúa. Se debe a la inspiración de Jaime Andrés Roos Alejandro, laureado músico y cantante conocido como Jaime Roos, quien la compuso en 1992 para la Selección Uruguaya de Fútbol. Su éxito arrasador lo conviirtió en embajador musical del equipo nacional en posteriores campeonatos mundiales. Entre otras canciones que lo han consagrado como uno de los músicos más famosos del país, se cuentan “Durazno y Convención”, “Brindis por Pierrot”, “Amándote” y “Si me voy antes que vos”.

Asomando por el túnel, dominando la emoción, a la cancha la celeste, al boliche de la esquina, cerca del televisor. Vamo’, vamo’, arriba la celeste, vamo’ desde el Cerro a Bella Unión. Vamo’, como dice el Negro Jefe, los de afuera son de palo, que comience la función. Vamo’, vamo’, arriba la celeste, vamo’, la de ayer y la de hoy. Vamo’ los championes de los pibes, los botines del ‘50, rock and roll y bandoneón. Cuando juega Uruguay corren tres millones, corren las agujas, corre el corazón, corre el mundo y gira el balón; corre el pingo de la ilusión, como un augurio de aquella canción. Vamo’, uruguayos campeones de América y del mundo. Vamo’, hacha y tiza y mostrador. Vamo’, que la historia está cantando, con el ritmo de La Teja, con la fuerza de La Unión. Vamo’,vamo’, arriba la celeste, vamo’ con la pinta de un gorrión; vamo’ con linaje de rebelde, sin más gala que su vuelo, con destino de campeón.


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