Telar 64

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Porque Claret tejió telas, y luego las Buenas Noticias Un vínculo afectivo con la familia claretiana

Año 19 - Nº 64 - Octubre - Diciembre 2015

Navidad:

El Cristo Liberador que nos trajo María


Misionero a pesar de la enfermedad Querido amigo Alfredo: Con el breve video que te envío, lleno hasta el colmo el cariño y afecto que te debo. Recibo regularmente tu TELAR, siempre vivo y excitante. También lo he encontrado alguna vez en Religión Digital. Me sabes enfermo, al final de trayecto, en espera de la última llamada del Señor, que tarda... “un poco demasiado”: tres años y medio semiparalizado... Pero “no se haga mi voluntad, sino la tuya”… En tanto, con mis Misivas Misioneras, que preparo y envío gracias a la ayuda de bellas personas y de internet, me siento todavía, gracias a Dios, “MISIONERO”. Es el único trabajo apostólico que trabajosamente puedo realizar... Seguí con alegría tu trabajo en Roma, a través del Claret.org. Seguimos uniéndonos en oración confiada ante el Señor y la Virgen Madre. Un abrazo muy fuerte. Carmelo Astiz, cmf Misionero en República Dominicana

Cartas

¡Levántate, brilla, que llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti! Mira: las tinieblas cubren la tierra, la oscuridad los pueblos; pero sobre ti amanecerá el Señor, su gloria aparecerá sobre ti; y acudirán los pueblos a tu luz, los reyes al resplandor de tu aurora. Isaías 60, 1-3

¡Feliz Navidad y Año Nuevo! La Dirección, equipo editorial y colaboradores de TELAR hacen llegar sus augurios de una muy feliz Navidad a toda la Familia Claretiana, y de modo especial a la del extremo sur de América que se congrega en torno a la Provincia Claretiana San José del Sur. Nos unimos en el gozo y la esperanza al Dios que se ha hecho hombre, reconociendo en su estrella y el coro angélico anunciadores de la paz, las grandes profecías sobre la “tierra nueva” que anhelamos. Que hacia ella nos conduzca un Año 2016 pleno de bendiciones para nuestros países, Latinoamérica y el mundo; y que aportando en él nuestro testimonio, solidaridad, amor fraterno y mejores esfuerzos, contribuyamos a la construcción de la justicia y la verdad, fundamentos imprescindibles de esa paz, anhelo supremo de la humanidad.

Gusta el tema de La Familia

Hola, Agustín. Escribo para contarte que ya llegaron las TELAR del último trimestre. Apenas si la he ojeado y leído un par de páginas, pero me gusta mucho. El tema de la familia da para enfoques múltiples, pero me gusta el que percibo en TELAR. Me encantó leer el testimonio de Viviana Sasso, ya que la edad, la viudez, la pertenencia a la misma tribu (perdón, familia) hace que tengamos mucha sintonía... También el de Noelia, Fernando y Juan BauTelar tista, y el de Patricia López. Y, por supuesto, la poesía de Es una publicación de los Misioneros Claretianos Benedetti, de quien soy fiel Director: José Agustín Cabré Rufatt, cmf. admiradora. Editor general: Alfredo Barahona Zuleta Diseño: ECCLA, Ediciones y Comunicaciones Claretianas Gabriela Peña Zenteno 764 - Casilla 2989 Santiago-21. Santiago - Chile Córdoba, Argentina F. (56) 226 95 34 15, Fx. (56) 226 95 34 07 E-mail: eccla@eccla.cl · www.eccla.cl 2

cartas

Le interesó TELAR Apreciado Alfredo: ¡Te felicito por la revista TELAR! La última edición me parece muy interesante. Sobre todo lo “pro” que es para la familia, cristiana o no –digo la familia en general–. De fácil lectura y comprensión. ¡Felicitaciones! Ximena Moreno Besa Santiago, Chile

Su opinión nos interesa Las opiniones pueden dirigirse, a nombre del Editor general de TELAR, a: abarahona@eccla.cl , o bien, por fax, al Nº (56) 226 95 34 07. Por correo convencional, a Casilla 2989, Santiago-21, Chile.


Mensaje de Navidad:

La lección de un Dios que no quiso ser Dios El misterio de la Navidad nos lleva a una pesebrera en las afueras del poblado de Belén, según cuenta el Evangelio sumando diversas figuras que presenta para hacerlas coincidir con viejas profecías. Allí nace un rey. Mejor dicho, EL REY, porque este niño, a quien se le pondrá por nombre “Emmanuel”, es el verdadero rey, “el que será grande y será llamado hijo de Dios altísimo y reinará por los siglos de los siglos”. Todos los otros reyes, de la tierra y de la historia, son transitorios, y serán más o menos buenos o malos gobernantes; este niño, a quien los ángeles, según la figura poética del evangelio de Lucas, saludan con cánticos de proclamación real, es fundamentalmente distinto: no empleará la potencia de las armas, ni los argumentos de la sabiduría, ni el prestigio de la cultura, ni las aureolas de los santones religiosos. Jesús nace como un hombre pobre y humillado, tomando así el camino anunciado por los profetas. Para restituir al ser humano en su dignidad, Jesús quiere pasar primero por la miseria de los hombres: toma la condición

del hombre pecador, porque la miseria es consecuencia del pecado social. La situación en que los hombres nacen no es voluntad de Dios. La miseria y la pobreza no son voluntad de Dios, como tampoco lo es la desigualdad social. No fue Dios quien quiso que a su hijo le negaran hospedaje, sino que el Salvador, al asumir la condición humana, experimenta todos los riesgos de los seres humanos; entra en el mundo dominado por el egoísmo, ese pecado que hace a unos pocos explotadores de los otros. Es lo que san Pablo llama la “kénosis” de Cristo: la renuncia a sus atributos divinos de poder y gloria, para quedar expuesto a los riesgos de los desvalidos, sin emplear los medios que la gente adopta para defenderse o escalar en la “jungla” social: la riqueza, la violencia, la cultura, el arribismo, el poder político, la adulación... Jesús asume en su pleno sentido el ser “proletario”, como llama Marx al que es explotado y no explotador de otros. Los cristianos creemos que ese ser “proletario” es obra no sólo de sistemas económicos, sino el resultado de una condición del editorial

ser humano inclinado al egoísmo y que pretende levantar una sociedad a su medida, sin contar con la sabiduría y la fuerza “que viene de lo alto”. Siguiendo este mismo camino, la Iglesia necesita experimentar la humillación y renunciar a los medios que dan poder, prestigio y fuerza en esta sociedad. En la medida que participe de la condición del ser humano que debe enfrentar las consecuencias de pertenecer a este mundo donde los poderosos abusan de los desprotegidos, será más libre para buscar los caminos de la liberación sin alianzas corruptoras ni seguridades económicas. Así tendrá también realeza. No la que impresiona por los oropeles, las ceremonias grandiosas o las acciones cultuales enmarcadas en platería, sino la que se experimenta cuando alguien -persona o grupo social- cumple con su tarea de ser verdaderamente humano y entregarse al servicio de las grandes y nobles causas humanas. Aunque empiece su vida en una pesebrera. ¡Feliz Navidad! El Director 3


María nos trajo la liberación Desde la primera semana de noviembre y hasta el 8 de diciembre, solemnidad de la Inmaculada Concepción, en buena parte de nuestra Latinomérica se ha venido celebrando el que en algunas latitudes se denomina “Mes de María”, y en otras, “Mes de las Flores”. Herencia de la España donde el elegido fuera mayo porque en él despunta la primavera, esta devoción prendió con firmeza en los pueblos sencillos de nuestra América morena, donde la religiosidad popular escogió su propia primavera de noviembre para ir “con flores a María”; porque sintió que había que llevarle lo más hermoso de su suelo y sus afectos a la Madre de Jesús como la primera y máxima discípula de su Hijo. Y así el mes mariano por excelencia culmina en diciembre como cabal anticipo y preparación para dar sentido pleno a la celebración de Navidad. Cada uno de nuestros países tiene una advocación mariana en la que simboliza el patronazgo de María sobre su nación: María del Carmen, de Luján, de Los Treinta y Tres, de Caacupé, de las Mercedes, de Copacabana, del Quinche, de Chiquinquirá, de Coromoto, de la Caridad del Cobre, Aparecida… Por sobre la fe de los pueblos sencillos que poco saben de teologías pero han venerado a María trasmitiendo su amor de padres a tataranietos, los cristianos mejor preparados han podido profundizar en el rol de la doncella de Nazareth dentro del plan salvífico de Dios para la humanidad. Aprecian así cabalmente su disposición plena a la voluntad de Dios – “hágase en mí según tu palabra” –; su fidelidad sin límites en asumir el mensaje de su Hijo, “guardarlo en su corazón” y seguirlo sin vacilaciones desde Belén hasta el Calvario; su maternidad de la Iglesia desde el “ahí tienes a tu hijo” hasta la consumación del Reino. “Sin su fe Nochebuena no habría, sin María no hay Hijo de Dios”, canta un hermoso villancico hispano para rubricar el papel insustituible de esa mujer en la aventura mediante la que Dios quiso “poner su tienda entre nosotros” para que Jesús fuera su rostro humano. El Cristo de la Navidad es el Liberador anunciado por los profetas durante largos siglos; el que fue “enviado para dar una buena noticia a los que sufren, para vendar los corazones desgarrados, para proclamar la liberación de los cautivos y a los prisioneros la libertad, para proclamar el año de la gracia del Señor, el día del desquite de nuestro Dios”. Al traernos a Jesús, María nos trajo la liberación. ¿Quién podría cantarle por ello mejor que un profeta de América como Pedro Casaldáliga? 4

Oración a Santa María de Nuestra Liberación María de Nazaret, esposa prematura de José el carpintero, aldeana de una colonia siempre sospechosa, campesina anónima de un valle del Pirineo, rezadora sobresaltada de la Lituania prohibida, indiecita masacrada de El Quiché, favelada de Río de Janeiro, negra segregada en el Apartheid, harijan de la India, gitanilla del mundo; obrera sin cualificación, madre soltera, monjita de clausura; niña, novia, madre, viuda, mujer. Cantadora de la Gracia que se ofrece a los pequeños, porque sólo los pequeños saben acogerla; profetisa de la Liberación que solamente los pobres conquistan, porque sólo los pobres pueden ser libres: queremos crecer como tú, queremos orar contigo, queremos cantar tu mismo Magníficat. Enséñanos a leer la Biblia -leyendo a Dioscomo tu corazón la sabía leer, más allá de la rutina de las sinagogas y a pesar de la hipocresía de los fariseos. Enséñanos a leer la Historia -leyendo a Dios, leyendo al hombrecomo la intuía tu fe, bajo el bochorno de Israel oprimido, frente a los alardes del Imperio Romano. Enséñanos a leer la Vida -leyendo a Dios, leyéndonoscomo la iban descubriendo tus ojos, tus manos, tus dolores, tu esperanza. Enséñanos aquel Jesús verdadero, carne de tu vientre, raza de tu pueblo, Verbo de tu Dios; más nuestro que tuyo, más del pueblo que de casa, más del mundo que de Israel, más del Reino que de la Iglesia. Aquel Jesús que, por el Reino del Padre, se arrancó de tus brazos de madre

reflexiones


y se entregó a la muchedumbre, solo y compasivo, poderoso y servidor, amado y traicionado, fiel ante los sueños del Pueblo, fiel contra los intereses del Templo, fiel bajo las lanzas del Pretorio, fiel hasta la soledad de la muerte. Enséñanos a llevar ese Jesús verdadero por los callados caminos del día a día, en la montaña exultante de las celebraciones, junto a la prima Isabel, y a la faz de nuestros pueblos abatidos que, a pesar de todo, lo esperan. María nuestra del Magníficat, queremos cantar contigo, ¡María de nuestra Liberación! Contigo proclamamos la grandeza del Señor, que es el único grande, y en ti nos alegramos contigo, porque, a pesar de todo, Él nos salva. Contigo cantamos, María, exultantes de gratuidad, porque Él se fija en los insignificantes; porque su poder se derrama sobre nosotros en forma de amor; porque Él es siempre fiel, igual en nuestras diversidades, único para nuestra comunión, de siglo en siglo, de cultura en cultura, de persona en persona; porque su brazo interviene históricamente -por intermedio de nuestros brazos, inseguros pero libresy porque un día intervendrá, definitivamente Él; porque es Él quien desbarata

los proyectos de las transnacionales y sostiene la fe de los pequeños que se organizan para sobrevivir humanamente; porque vacía de lucros los cofres de los capitalistas y abre espacios comunitarios para el plantío, la educación y la fiesta en favor de los desheredados; porque derriba de su trono a todos los dictadores y sostiene la marcha de los oprimidos que rompen estructuras en busca de la Liberación; porque sabe perdonar a su sierva, la Iglesia, siempre infiel creyéndose señora, siempre amada escogida, sin embargo, por causa de la Alianza que Él hizo un día con la sangre de Jesús. María de Nazaret, cantadora del Magníficat, servidora de Isabel: ¡quédate también con nosotros, que está por llegar el Reino!; quédate con nosotros, María, con la humildad de tu fe, capaz de acoger la Gracia; quédate con nosotros, con el Verbo que iba creciendo en ti, humano y Salvador, judío y Mesías, Hijo de Dios e hijo tuyo, nuestro Hermano, Jesús.

reflexiones

Pedro Casaldáliga, cmf Obispo claretiano emérito de São Félix do Araguaia, Brasil 5


Los grandes desafíos de la Iglesia, de cara al futuro

En los últimos meses han ocurrido hechos significativos en la vida de la Iglesia, acompañados del protagonismo de Francisco. En ellos es evidente el afán del Papa por sintonizar a la Iglesia con los grandes desafíos de la humanidad, de cara a un futuro siempre incierto y expectante. Con la promulgación de su encíclica Laudato si, pareciera comenzar el segundo tiempo del pontificado de Francisco. Con un documento esperado, pero sin precedentes, el Papa pretende abrir una nueva etapa en la historia de la Iglesia. Se trata de una perspectiva incisiva con la cual la Iglesia se hace solidaria del destino de la humanidad y de la casa común. Con la impronta franciscana, ya no se trata sólo de reconstruir la Iglesia, sino de restaurar la creación dañada por ese afán incontrolable de apropiarse y de expoliar los bienes comunes. Con Laudato si la Iglesia se pone a la vanguardia de los grandes desafíos del presente y del futuro, así como 6

León XIII lo hiciera hace 124 años con la Rerum novarum.

Liderazgo profético Los últimos viajes de Francisco revelan otro desafío, cual es servir a la justicia y a la colaboración de los pueblos, ya no sólo desde el ámbito de la denuncia, sino asumiendo un protagonismo práctico. En un terreno tan sensible como éste, el Papa actúa con intrépida audacia ignaciana apostando su liderazgo moral. Bolivia, Cuba y Estados Unidos fueron un hito clave en este desafío. Desde Bolivia lanzó aquel clamor sideral por la justicia social. En un gesto inédito, devolvió a la Iglesia su lugar evangélico natural, ubicándola definitivamente entre los pobres y marginados de un sistema económico injusto y globalizado. Sonriendo a la Teología de la Liberación y venerando a sus mártires, encontró en ella la fuerza profética para denunciar la maldad que somete a multitud de esclavizados. pulso de la iglesia

Ahí transformó el Encuentro con los Movimientos Populares en un acontecimiento fundacional, concediendo carta de ciudadanía a esa Iglesia Pueblo de Dios esbozada tímidamente en el Concilio Vaticano II y llamada a acompañar el anhelo globalizador de la solidaridad y de la esperanza. Frente a una desgastada iglesia jerárquica y piramidal, Francisco comprende que la Iglesia Pueblo de Dios está llamada a ser punta de lanza para transitar al futuro con fuerza, vitalidad y liderazgo.

En la cima del poder mundial La visita a Cuba y Estados Unidos coronó el liderazgo innegable de Francisco, consiguiendo que dos países alejados por la guerra fría restablecieran relaciones diplomáticas después de 54 años. Tan impresionante como aquello fue lo ocurrido en Estados Unidos, donde Francisco hizo un imperioso llamado


a transformar el poder en servicio. Lo efectuó desde el corazón de la nación más poderosa del mundo, utilizando para ello dos foros particularmente significativos. Por primera vez un papa habló desde el Capitolio. Dirigió al pueblo norteamericano un mensaje lleno de admiración por su historia, pero también interpeló profundamente a una sociedad repleta de contradicciones en su sistema social, político y económico. Y desde la sede de las Naciones Unidas reclamó justicia universal a los líderes de las naciones, llamando urgentemente a enmendar el rumbo. Con parresía profética propuso como agenda de futuro los desafíos del medio ambiente, limitar el poder de los organismos financieros, terminar con las armas nucleares, combatir el narcotráfico y el aborto, entre otras tareas.

Un tenso despertar Es sorprendente cómo la Iglesia, de la mano de Francisco, ha recuperado espacios de protagonismo y participación. Es como si comenzara a despertar de un prolongado letargo, en cuyo proceso quedan al descubierto las tensiones que ello provoca. Por un lado, aparece esa rigidez que busca anclar a la Iglesia a un pasado nostálgico, y, por otro, aflora ese dinamismo que la impulsa a una paulatina renovación. Mientras lo rígido encuentra su núcleo en los atrios vaticanos, su capacidad de aggiornarse despierta cuando la Iglesia sale más allá de las periferias romanas. Es cuando queda al descubierto ese abismo de incomprensión entre la Curia y los destinatarios del Evangelio, tan hondo como la brecha que existe entre las estructuras y la vida concreta de las personas; entre la ortodoxia y la riqueza de las realidades tempora-

les. En medio de esa polaridad, el Papa contiene e infunde esperanza.

Rebaños autónomos y conscientes En ese contexto, el Sinodo de la Familia fue como un cable a tierra, que conectó al Papa con esa dimensión intraeclesial desconcertante donde subsiste esa iglesia societas perfecta, llena de señorío y de pompa, que se empeña en la disciplina, en los legalismos y en la doctrina. Maestros, excelencias y eminencias se congregaron durante tres semanas para compartir sesudas lucubraciones destinadas a asegurar la conducción de rebaños cada vez menos subordinados. En eso no pocos perdieron la compostura, y otros tantos rasgaron vestiduras para defender a la Iglesia de esa tímida, pero peligrosa, irrupción de la misericordia pastoral. Se desplegó mucha energía para tratar de reglamentar aquello que los fieles han aprendido a resolver con autonomía y con apego a la voz de la conciencia. La preocupación sobre quiénes puedan y no puedan comulgar, así como cuánto respeto brindar a las personas homosexuales, no parecen alcanzar el umbral necesario para constituirse en desafíos eclesiales del futuro. Ni una ni otra opción traerán de vuelta a quienes se han ido de la Iglesia, como tampoco evitarán el curso inexorable de la privatización de la fe y del laicismo. Todo indica que las personas seguirán separándose y divorciándose, comulgando cuando lo necesiten, o conviviendo y amándose sin distinción de categorías moralistas. El principal mérito de tal empeño es la coherencia evangélica. Sin embargo, el Sínodo de la Familia fue mucho más incisivo para aquilatar otras cuestiones de gran impacto para la vida futura de la Iglesia, como pulso de la iglesia

querer conceder relevancia a las decisiones en conciencia de los fieles, así como promover la autonomía de las iglesias locales para resolver sus propios desafíos. Se trata de dos aristas de enormes repercusiones, que apuntan a reducir el poder eclesial en la vida de las personas y en las estructuras, planteando así un gigantesco desafío.

Hacia otra forma de ser iglesia Mientras nuevos escándalos asolan las mazmorras vaticanas, afuera la Iglesia Pueblo de Dios parece levantarse para multiplicar esperanza, para seguir haciendo historia, compartiendo con más generosidad el pan y el vino, exigiendo a sus ministros que transformen su poder eclesiástico en escudo de los débiles y afligidos de este mundo, porque de cumplimientos y obligaciones se encarga cada uno. Sin embargo, hay una dolorosa tarea pendiente: la justicia a favor de las víctimas de abusos sexuales de algunos miembros del clero, incluyendo el castigo ejemplar de verdugos y cómplices. Es una herida abierta en el Cuerpo Místico de Cristo, provocada por esa iglesia imperial, jerárquica y piramidal. Es una herida que está socavando sus fundamentos de barro, convirtiéndola en una iglesia decadente. Mientras esa iglesia se desmorona inevitablemente, otra forma de ser iglesia es posible. Se trata de la Iglesia Pueblo de Dios. Es la iglesia del Concilio, sin castas de privilegiados, libre de clericalismo; una iglesia de iguales, servidora; “una iglesia pobre para los pobres”. Sólo así la Iglesia puede unir su destino al de toda la humanidad, para construir juntos un mundo más justo, en paz y restaurando unidos la casa de todos. Marco Antonio Velásquez Uribe 7


Francisco, un hombre como todos Ha roto con el papado semidivino, se ha saltado moldes y protocolos, y no ha dejado de ser él mismo. Dicen que tenía antes “cara de velorio” y ahora ríe sin cortapisas, por “fruto del Espíritu”; remece al mundo con la solidez de sus mensajes, y acumula un anecdotario profundamente humano.

Cuando aún no se cumplen tres años desde la elección del papa Francisco en marzo de 2013, sobre él se han difundido más noticias y comentarios que de cualquier otro papa, incluso Juan Pablo II. Este último lucía características insólitas: primer papa surgido del área entonces “comunista”, en su juventud había sido obrero y un actor teatral cuyo histrionismo mantuvo en buena parte de sus 27 años de pontificado y 104 viajes por el mundo. Buen nadador, y esquiador experto; se había enfrentado al nacismo y al comunismo, dos de los poderes politicomilitares más férreos del siglo XX. Pero Francisco resultó tanto o más insólito desde el clásico “habemus papam”. Venía de otro “confín del mundo”, Argentina, en la América de donde tampoco surgiera antes un papa. Salió al balcón pontificio sin los paramentos pomposos del papado. Visiblemente consternado, saludó a la multitud que colmaba la Plaza de San Pedro con un tímido “¡buenas tardes!”, y antes que bendecir “a la Ciudad y al mundo” pidió que rezaran por él. Tal primera escena era inédita en un papa, y menos en un argentino. A partir de ella fueron saliendo a luz 8

hechos, orientaciones y estilos que marcarán talvez un antes y un después en la iglesia católica.

Un papa “atípico” Francisco es hasta ahora un papa realmente “atípico”. Ello le concita una adhesión internacional masiva, pero le ha granjeado también soterrados detractores y hasta enemigos, según se comenta, desde el propio Vaticano. No es el papa semidiós instalado por siglos frente a la Iglesia, sino un hombre como todos; que no ha cambiado sus formas por vestirse de blanco; que actúa sin poses, tal como es; con una espontaneidad humana que tanto cautiva a “moros y cristianos” como escandaliza a quienes murmuran que degrada la dignidad del pontificado. Tras su singular presentación al mundo en el balcón pontificio, salió con sus viejos zapatos negros en vez de las finas sandalias rojas de los papas, a pagar su cuenta de hotel. No para instalarse en el palacio vaticano; vive hasta hoy en la residencia sacerdotal Santa Marta, donde inicia cada día con una misa grupal cuyas homilías suelen hacer noticia. orientaciones

Ha roto protocolos y normas ancestrales del papado, sin miramientos ni ostentación. No acepta “compartimientos papales” en los aviones, y sube a ellos con su maletín personal en mano. Ha proscrito los autos y “papamóviles” ostentosos. Confiesa cuánto añora irse por la calle buscando dónde comer una rica pizza, y hace poco fue a cambiar sus anteojos como antiguo cliente en una óptica romana.

“Frutos del Espíritu” Su relación con las personas delata más que nada que el papado no mutó al pastor sencillo, “corazón de oro” y empático que conocieran las “villasmiseria” de Buenos Aires, donde aliviaba dolores, denunciaba injusticias y abría horizontes compartiendo el mate argentinísimo y no pocas veces hambriento de los más pobres. Pero ha habido en él cambios notables según quienes lo conocen. Uno recuerda a un Jorge Mario Bergoglio de bajo perfil, parco, poco expresivo. Fotos antiguas lo muestran adusto, demacrado y hasta físicamente disminuido. Nada tienen que ver con el Francisco de hoy, risueño, robusto y expansivo.


Un obispo argentino y gran amigo confirma que le ha cambiado la cara de velorio bárbara que tenía antes. Ahora está hecho una pascua y sonríe para todo el mundo. Dice que es fruto del Espíritu”. Si otro fruto sea la autenticidad, Francisco la mantiene sin reservas. Antes abrazaba a sus amigos y besaba a las amigas; ahora lo sigue haciendo. Si los últimos papas rompían vallas para abrazar enfermos o besar bebés, Francisco ha dejado que un niño se siente en su sillón papal; a otro lo subió al papamóvil para cumplirle un sueño; ha permitido que le saquen el solideo; aceptó le colgaran un cordero sobre los hombros; a un payaso de un circo popular le arrancó la clásica nariz-bola y se la puso él mismo, “muerto de la risa”... Se equivoca como un ser humano; no lo oculta como infalible. Apoyando a un obispo chileno a quien rechaza buena parte de la feligresía, tildó a ésta de “tonta”. Pero al celebrar los 50 años del Sínodo de los Obispos abogó por una “conversión del papado”, una descentralización de la Iglesia y de su autoridad, donde se escuche primero y ante todo al pueblo de Dios, “que participa de la función profética de Cristo”.

El sello de los orígenes Hijo de inmigrantes italianos por ambos lados, a los 13 años conoció la realidad obrera cuando su padre le pidió que trabajara. Por dos años hizo limpieza en una fábrica de medias, y luego labores administrativas. A los 17 ingresó a un laboratorio de alimentos, mientras estudiaba de noche y se recibía de técnico químico industrial. Antes de hacerse jesuita fue un muchacho común y corriente en la Argentina de posguerra. No oculta que entre estudios y trabajo le gustaron varias muchachas, con las que salía a bailar tangos. No es así teórica su obse-

sión por los temas de los inmigrantes, la familia, el noviazgo, el amor. Una de sus primeras salidas papales fue a Lampedusa, la isla austral italiana a la que a diario buscan aferrarse para entrar a Europa mareas de africanos y orientales hambrientos y aterrorizados, que perecen por miles en el mar tratando de lograrlo. Sobre la importancia esencial de la familia insiste sin descanso. Con profundidad, pero en su estilo. A esposos y novios ha repetido más de una vez: —En la vida matrimonial se pelea muchas veces, y hasta vuelan los platos. No está bien, pero el problema es que ese sentimiento no esté al día siguiente. Si han peleado, no hay que terminar nunca el día sin hacer las paces en familia.

Genio y figura Su anecdotario ya da para un libro. Algunas muestras: El cineasta chileno Sergio Hernández cuenta que un colega italiano lo llamó diciéndole que preparaba una película sobre Francisco; le pidió que encarnara en ella al Bergoglio ya maduro y luego convertido en papa. Hernández aceptó. Y cuando el italiano volvió a llamarlo, le preguntó si el Papa sabía del proyecto. —Sí -respondió aquél-. Ayer me fui a Santa Marta, y tras las misa me acerqué y le dije: Santo Padre, quiero contarle que estamos preparando una película sobre su vida. Me miró de reojo, y al más puro estilo argentino saltó: —¡Cheeé! ¡Dejensé de joder con películas! Y si de argentinos se trata, no trepida en hacer chistes. En una entrevista trajo él mismo a colación la personalidad rebosante o autosuficiente de sus compatriotas. —¿Sabe usted cómo se suicida un argentino? –preguntó- ¡Se sube a su ego y se lanza abajo! orientaciones

Su amigo el presidente ecuatoriano, Rafael Correa, contó hace poco: —Comentando su elección papal, me dijo: “muchos se extrañaron de que eligiera el nombre de Francisco; como soy argentino, pensaron que escogería el de Jesús II”.

Profundidad, en su estilo En su viaje reciente por Latinoamérica lanzó algunos de los mensajes más fuertes que se hayan escuchado de un papa en siglo y medio, denunciando las consecuencias desastrosas del sistema neoliberal vigente, y animó a los pueblos del subcontinente a unirse para construir caminos de liberación social justos, solidarios y fraternos. Pero no abandonó su humor y jovialidad. Al visitar la casa de gobierno en Quito, salió a su encuentro, con los brazos abiertos, la madre del Presidente. Con su risa característica, él la abrazó aclarando: “¡creí que iba a sacarme a bailar!” Por último, esta escena presenciada por TELAR: Mañana de un miércoles de marzo último. Declina el invierno romano con una lluvia abundante. Miles de visitantes esperan la audiencia semanal del Papa. Un mar de paraguas cubre la Plaza de San Pedro. A las diez aparece Francisco, en un auto cerrado por causa de la lluvia. Desciende, se ubica bajo el dosel frontal y saluda en su estilo habitual. Menciona a un grupo de enfermos y minusválidos que por la inclemencia del tiempo siguen la audiencia por televisión en un salón interior. Los bendice, y luego pide a la concurrencia un fuerte aplauso para ellos. Pero de inmediato apunta: –¡Claro que es bien difícil aplaudir con un paraguas en la mano! Alfredo Barahona Z. 9


La difícil batalla de la Madre Tierra América latina se caracteriza por un ecosistema único y múltiple. Podemos encontrar en ella selvas, bosques, pampas, desiertos, glaciares... Esto genera una amplia biodiversidad tanto en su flora como en su fauna, y obviamente en la población. Así es como muchas de las ciudades, pueblos y comunidades se ven afectadas por lo que se denomina conflictos socioambientales. Prácticamente en todos los rincones de nuestra Patria Grande es posible encontrar algún conflicto entre comunidades y empresas privadas o el Estado. Estos últimos suelen actuar en conjunto, levantando las banderas del desarrollo, del empleo, de la producción, pero dejan de lado diferentes aspectos: primero, dónde queda el interés de las comunidades por tener una industria en sus territorios; segundo, cuál será el impacto en la salud de los habitantes por efectos directos e indirectos de la contaminación; y tercero, qué daños sufrirá la biodiversidad de la zona. Estos puntos dicen relación con la soberanía de los pueblos, la institucionalidad y legalidad del impacto ambiental, y el cuidado del mundo en que vivimos. La Madre Tierra se desangra El primer mundo ha realizado metó10

dicamente un proceso de “re-colonización”, centrado en la gran industria, mayoritariamente con la instalación de empresas mineras. América latina se ha constituido en el principal destino de la inversión minera en el mundo. A comienzos de los ‘90 el subcontinente captaba el 12% de la inversión minera mundial, y a comienzos de la década actual había casi triplicado ese flujo, con el 33%. La minería ha crecido en países tradicionales en el rubro como Brasil, Perú y Chile, pero también ha empezado a crecer en países no esencialmente mineros como Argentina y Honduras. En Argentina y Chile la canadiense Barrick Gold se ha transformado en un enemigo común. En San Juan, Arg., se lleva cabo una investigación por el derrame de un millón de litros de agua con cianuro. Otro caso de la misma empresa es el proyecto binacional Pascua Lama, que en Chile ha amagado destruir glaciares y contaminar ríos en la zona norte del país. El agua que no bebemos En la región se está realizando una transformación en la cobertura y uso de la tierra. En las últimas dos décadas el territorio rural de gran parte de los países ha tenido importantes cambios en su matriz productiva, en los sistemas tecnológicos utilizados y en la tenencia de la tierra, vinculados principulso de la patria grande

palmente con la transformación de los pastizales por la expansión de las actividades agrícola-forestales debido al desarrollo de los agronegocios. A esto se suman dos procesos que la gran industria forestal y la agroindustria llevan adelante: los monocultivos y el uso de transgénicos y agrotóxicos. Ambos destruyen los suelos, afectan flora y fauna circundantes y amenazan nuestra salud. Estos conflictos socioambientales tienen un factor en común: el uso indiscriminado del agua y su contaminación. A esto se debe sumar que muchos gobiernos han aprobado durante los últimos 30 años leyes que han privatizado o restringido el agua para la población, favoreciendo a las grandes empresas. Actualmente, según datos de la Cepal, más de 34 millones de personas en la región no tienen acceso al agua potable, y más de 100 millones no disponen de instalaciones de saneamiento. Por si esto no fuera suficiente, otra problemática que está afrontando gran parte del mundo, América latina incluida, es la extremización de las temperaturas. Un caso específico es el Fenómeno del Niño que actualmente estamos viviendo. Se estima que sus principales efectos serán sequías en América Central, el Caribe, Colombia, Venezuela y Brasil. Ecuador, Perú y Chile tendrán inundaciones y también sequía en las regiones monta-


ñosas. Uruguay, Paraguay y Argentina podrían tener lluvias más intensas. Ventanas de esperanza La Fundación Vida Silvestre y Poliarquía Consultores de Argentina realizó en 2014 una encuesta según la cual un 63% de los consultados cree que la situación del país en temáticas medioambientales empeoró en los últimos cinco años; el 84% consideró que Argentina está utilizando sus recursos naturales sin tener en cuenta el futuro. El estudio concluyó también que las principales deudas del país con la naturaleza son cambio climático, contaminación del agua, los basurales y la tala indiscriminada. El porcentaje de inversión extranjera a los recursos naturales del mundo no pasa del 10%, pero en América latina es del 26% y en países como Bolivia y Chile supera el 50%. Tras muchos años la minería está retrocediendo en el subcontinente. A la caída de los precios internacionales y el aumento de los costos de producción, con una consiguiente reducción de las ganancias, se suma la resistencia de grandes sectores de la sociedad por el impacto ambiental y social. Muchas de las grandes mineras que se han beneficiado del modelo extractivista están deteniendo hoy algunos de sus proyectos. En Bolivia, de las 17 mineras privadas registradas, sólo tres tienen utilidades, mientras que la minería en general tuvo una caída del 50% en sus ganancias. En Chile, la minera estatal Codelco realizó este año uno de sus menores aportes en décadas a las arcas del Estado, siendo la mitad que los de 2014.

procesos constituyentes han demostrado un espíritu innovador abordando temas como el “buen vivir” o el reconocerse Estados plurinacionales. Como Derechos de la Naturaleza consagrados en la Constitución del Ecuador se encuentran, entre otros, el reconocimiento de la Pachamama –La “Madre Tierra” en su conjunto ecologicosocial–; el derecho de la Naturaleza a existir y ser respetada; a mantener sus ciclos vitales y procesos evolutivos; a la regeneración y restauración integral e inmediata; a que no se afecten sus estructuras genéticas.

En la nueva Constitución de Bolivia, a su vez, se prescribe la conservación del medioambiente para el bienestar de las generaciones actuales y futuras; se reconocen derechos a un ambiente saludable, protegido y equilibrado; se destaca el agua entre los derechos fundamentales. Es de esperar que los demás países sientan por fin el espíritu de la Pachamama y le asignen los derechos que tanto le hemos negado. Francisco Lazo Medina

Síntesis de los patrones de cambio climático proyectados para América Latina hasta 2010. Los datos están basados en las variaciones de los promedios y extremos climáticos proyectados.

La Madre tierra tiene derechos Un buen ejemplo han dado Ecuador y Bolivia, países que en sus nuevos pulso de la patria grande

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Vida consagrada, hoy, ¿para qué? El Año de la Vida Consagrada convocado por el papa Francisco a fines de 2014 para concluir el 2 de febrero de 2016, se ha venido celebrando de diversas formas alrededor del mundo, teniendo como objetivos “mirar el pasado con gratitud, vivir el presente con pasión y abrazar el futuro con esperanza”. Ofrecemos aquí dos puntos de vista que dentro de esa perspectiva orientan sendas reflexiones en orden al papel de la vida religiosa en el servicio al pueblo de Dios hoy, mediante un anuncio testimonial del “gozo del Evangelio” según el llamado del Papa.

• el compromiso por vivir la fraternidad evangélica en la comunidad religiosa y en la apertura a quienes sufren experiencias de exclusión en nuestro mundo; • la disponibilidad total y absoluta para la misión a través del servicio carismático al que cada comunidad ha sido llamada. Se trata de aspectos que pueden ser expresados de modos distintos en lugares diversos, pero que no podrán nunca dejar de estar presentes. En una cultura que tiende a relativizar los valores, éste constituye un aspecto fundamental.

Vida religiosa, ¿respuesta válida?

¿Sirve para algo la vida apostólica? La Iglesia y el mundo siguen necesitando personas que sean “memoria” del modo de vida de Jesús. La Iglesia y el mundo no necesitan religiosas y religiosos como profesionales de la parroquia, de la predicación, de la educación o de la acción social. Nos necesitan, ante todo, como testigos de la primacía absoluta de Dios y del dinamismo que surge cuando Dios ocupa el centro del corazón de las personas y de las comunidades que éstas conforman. La vida consagrada deberá preguntarse continuamente por su identidad y por cómo vivirla en cada contexto cultural y en cada momento histórico. Ahora bien, en este proceso de discernimiento deberá conservar siempre algunos elementos que son fundamentales y, por ello mismo, innegociables: • la consagración a Dios en el seguimiento de Jesús a través de una vida de castidad, pobreza y obediencia; 12

El futuro de la vida religiosa apostólica no va a ser fácil, sobre todo para aquellos institutos y congregaciones que surgieron para responder a situaciones concretas del momento histórico que les vio nacer. La pregunta no se puede obviar: ¿siguen siendo hoy nuestras obras una respuesta evangelizadora válida? La relación con el mundo ha sido siempre uno de los hilos conductores que han marcado el surgimiento de diversas formas de vida consagrada a lo largo de la historia. Hoy la vida consagrada se siente llamada a mirar el mundo de un modo nuevo y a construir “una relación amiga” con él, porque sabe que es el mundo “amado por Dios hasta darle a su propio Hijo”. Quiere construir una “relación amiga” pero, al mismo tiempo, “muy crítica”, porque en este mundo hay millones de personas que no ven respetada su dignidad como hombres y mujeres profundamente “amados por Dios”. Este hecho debería ser determinante en la selección de servicios y presencias de la vida religiosa apostólica.

reflexiones


Cuidar la semilla Estamos demasiado acostumbrados a pensar que hemos sido enviados a sembrar algo que era nuestro, que llevábamos en nuestras mochilas y que había sido confiado sólo a nosotros. Jesús, cuando envía a sus discípulos, les dice “la mies es mucha y los obreros pocos. Rueguen al dueño de la mies que envíe obreros a su campo” (Lc. 10, 2). El Padre sembró generosamente la semilla en todos los corazones y en todas las culturas. Ahora se trata de descubrir esta semilla que está creciendo, de cuidarla y de recoger sus frutos para que todos puedan gozarlos y compartirlos. Esto nos hace mucho más humildes en el servicio misionero. “Cuidar” significa ayudar a crecer, y exige hacerlo siendo conscientes de la necesidad de conservar aquella harmonía que Dios puso en su creación y que se ve tan frecuentemente amenazada y conculcada por el afán de poseer y por el egoísmo de quienes se quieren apoderar de lo que fue creado para ser compartido por todos. “Cuidar” significa también ir liberando el campo de todo aquello que impide que la semilla crezca y llegue a dar fruto; significa denunciar con gran libertad y valentía todo lo que se opone al proyecto de Dios, y unir nuestras fuerzas con todos aquellos que buscan construir un mundo más cercano a este proyecto. Al pensar en la misión de la vida consagrada, como pasa al pensar en la misión de la Iglesia, hemos de preguntarnos a qué hombre nos dirigimos. Un elemento imprescindible en la reflexión sobre la significancia de la vida consagrada es el de renovar de un modo creíble la opción por los pobres y excluidos y por la justicia. Se juega ahí la credibilidad de nuestra vida y nuestro apostolado. Todo ello va a exigir análisis, discernimiento y toma de decisiones audaz. El Papa Francisco insiste en el tema de las “periferias”, como lugar donde desplazarnos y compartir con quienes viven experiencias de exclusión. La opción por

los pobres y excluidos y por la justicia no puede dejar de ser un eje transversal que toque todas las dimensiones de la vida de los religiosos. Josep Mª Abella, cmf

¿Sirve para algo la vida monástica? Tiempo atrás, en una reunión de laicos en un monasterio, nos comentaron que la Iglesia, dentro de la celebración de los 50 años del Concilio Vaticano II, dedicaría el año 2015 a la vida consagrada, y el monje nos hizo la siguiente pregunta: “tú, como laico o laica, ¿qué esperas hoy de la vida consagrada?” Tuvimos un tiempo para adentrarnos en ella y luego poder compartir. La vida consagrada en la Iglesia se refiere propiamente a la vida religiosa tanto activa como contemplativa, así como a los institutos de vida secular; existen, además, sociedades de vida apostólica, con otras características, aunque a veces muy similares; y también son “consagrados” los sacerdotes y todos los bautizados, por los sacramentos del Bautismo y del Orden Sacerdotal. Como para mí esta celebración del Año de la Vida Consagrada empezó en un monasterio contemplativo con la pregunta del monje, dedicaré estas letras a la vida monástica contemplativa, fuente de grandes tesoros que me han hecho crecer en mi vida espiritual y me ayudan en la búsqueda de Dios como laica en el mundo. Intentaré contestar la pregunta que formuló el monje.

Qué poder esperar de la vida monacal ¿Qué espero de la vida monástica para este tiempo? Continúa >>

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¿Qué puede interesarnos a los que vivimos inmersos en un mundo cada vez más pequeño y más amenazado? ¿Qué pueden compartir con nosotros los monjes y monjas que viven en sus claustros dedicados a la oración, al trabajo manual o intelectual y a la contemplación, a tiempo total? ¿Tiene la vida monástica algún mensaje para nosotros? Por mi parte y desde una intuición muy personal, espero y deseo que monjes y monjas mantengan un equilibrio de vida en donde tradición y signos de los tiempos estén vivos en el quehacer de cada día. Que se nutran y cuiden el patrimonio espiritual de siglos de vida monástica, a la vez que estén atentos a los signos de los tiempos que les permitan traducir esos tesoros y que puedan ser atendidos y entendidos en el mundo de hoy. He dicho “traducir”, no amoldarse. Tesoros de la vida monástica como la oración, el silencio, la soledad, la contemplación, la comunidad, la meditación (lectio divina), el trabajo como crecimiento personal y comunitario, la acogida al otro, la sencillez, la austeridad, la alegría, etc., son temas que llaman la atención en un mundo donde el individualismo y la falta de perspectivas coherentes deshumanizan a mucha gente. El puro equilibrio entre tradición y signos de los tiempos vivido desde una fidelidad creativa, dará frutos dentro y fuera de los monasterios. Será un bien para la Iglesia y para el mundo.

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Vigilar con los ojos abiertos El inicio del Año de la Vida Consagrada, en el primer domingo de Adviento de 2014, comenzaba con la lectura de un evangelio que no puede ser más apropiado: “Estén atentos, vigilen: pues no saben cuándo es el momento (…). Estén preparados, pues no saben cuándo vendrá el dueño de la casa (…); no sea que venga inesperadamente y los encuentre dormidos. Lo que les digo a ustedes lo digo a todos: ¡velen!” (Mc 13, 33-37). Hermanos monjes y monjas: miren, sí, miren con amor, compasión y cercanía la realidad del mundo. Vigilen que sus corazones y sus casas estén abiertos a quienes llaman, como decía san Benito, “como si se tratara del mismo Jesucristo”. Velen, sí, velen y animen a otros a hacerlo. No sea que acabemos todos dormidos, y ni siquiera lleguemos a darnos cuenta de que “el Dueño de la casa” llegó, acompañado de cientos, miles, millones de seres humanos heridos, anhelando consuelo, alegría y fortaleza espiritual. Compartamos, dialoguemos, difundamos esta realidad. Hay mucho que desgranar en la vida monástica que puede ayudar en la vida de los laicos y laicas del mundo. Gracias, por su vida, por su vocación y, muy especialmente, por abrirse a compartirla, dejando que el Espíritu haga su labor a través de ustedes. María Paz López

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Leyendas Yanay

El Pombero

El Justo Juez

La Quiaca, Argentina

Caaguazú, Paraguay

Humahuaca, Argentina

Por las alturas del mundo andaba la indiecita Yanay recogiendo leña, sin saber que tenía sangre de reyes. Encaramándose hacia atrás en el río de la vida, hubiera podido encontrar tanto esplendor y tanta soberbia que hubiera quedado deslumbrada y jamás hubiera tenido la muerte que tuvo. Yanay se murió un atardecer por un ataque de tristeza. Vio caer el sol detrás de los montes más azules, vio volver las crías de vicuñas buscando el cobijo de los techos de totora, vio a su padre sentado bajo un arbusto con más raíces que hojas, tocando la quena. Era tan dulce la melodía, que unos pájaros pequeños detenían su vuelo y se posaban en las ramas del arbusto para aprender a cantar. Todo se le volvió del color de las violetas a Yanay. Miró sus manos de niña endurecidas por la leña. Miró su cuerpo joven que no había conocido los abrazos. Miró el cielo que se encendía con el último beso del sol y la primera estrella que le regaló Dios como un adelanto de la noche que llegaba. Vio pasar unas garzas buscando los vientos favorables que las acercaran a la laguna de Guayatayoc, y no supo si se despedían de ella o del sol. Miró hacia afuera su tierra reseca, y hacia adentro su alma de algodón. Y decidió irse con la tarde. Se sentó junto a su padre, bebió la música de la quena más nostálgica que hubiera escuchado hasta entonces, reclinó su pequeña cabeza en sus rodillas, y se durmió para siempre.

En tierras del Paraguay, el Pombero puede ser un aliado o un tormento. Dicen que es un hombre pequeñito, feo, de piel oscura, con manos y pies peludos (por eso no se sienten sus pisadas cuando llega), y que protege a las aves de la selva. Porque vive en los bosques y sale a vagar por las noches. Entra en casa de mujeres solas, y pide cigarrillos, vino y miel. Si no le dan, con solo tocar con su mano el vientre de una mujer la deja embarazada. Así se explica la cantidad de hijos sin padre que nacen en los campos y los arrabales de las ciudades. Puede ser un valioso aliado en las siembras campesinas, si se pone de acuerdo con los que trabajan la tierra. Se mimetiza con facilidad y logra hacerse casi invisible. Tiene la cualidad de pasar por los ojos de las cerraduras, correr a gran velocidad en cuatro patas, y puede imitar a la perfección el canto y silbido de los pájaros y las víboras. El Pombero es un amigo que puede convertirse en enemigo. Especialmente para los maridos. Libro “Relatos breves para acariciar la tarde” Editorial Claretiana, Buenos Aires, 2015 de lo nuestro

Atravesé la puna sólo por venir a verte. Para pedirte justicia. A eso vine. Tú sabes hacer las cosas mejor que los municipales, y por eso vengo a contarte lo que me han hecho; para que lo sepas y hagas lo que tienes que hacer. Mi tierra era buena. Por eso la envidiaron los Pereira. Yo le ponía ganas a la tierra. Le abría surcos, y ella recibía las cañitas como quien recuesta un hijo, y después esperaba que el sol las llamara a vivir. Entonces las cañas se iban elevando como queriendo mirar el horizonte. Era linda esa tierra. Los Pereira tenían más espacios que yo, pero no les bastaba. Por eso me la rapiñaron, como si fueran caranchos. Les hablaron a los municipales, y con ellos armaron la trampa. Lo que era mío, ahora es de ellos. Cuando firmé unos papeles que decían mandaba el gobierno, yo malicié que había algo turbio; pero me amenazaron con unos decretos, y firmé mi condena a muerte. Porque yo, sin tierra no tengo vida. Ni yo, ni mi negra, ni mis changos. Te cuento todo esto para que veas y hagas justicia. Tú sabrás cómo… El hombre levantó la frente que había tenido pegada a las piedras del piso en el templo de Humahuaca, se puso de pie y se fue retrocediendo para no darle la espalda a la justicia de Dios. Desde la hornacina que alumbraban seis velones ardientes, el Justo Juez lo vio partir, y decretó la sentencia. Cinco años después, una cruz de madera señalaba el sitio donde se quedó Pereira, llenos los ojos, la boca, el corazón y las manos con la tierra que había apetecido. Próximo libro “Relatos para despeinar fantasmas”

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Lugones, la tragedia de un transfuguismo suicida Leopoldo Lugones (1874 – 1938) “fue y sigue siendo el máximo escritor argentino”, según Jorge Luis Borges; aunque observa que en uno de sus temas señeros, el erotismo poético, subyuga la hermosura lírica a una prioridad rebuscada de la métrica y la rima. Otros críticos señalan su proyección dualista de la mujer, entre la prototipo inmaculada de una aristocracia donde –aseguran– él buscaba instalarse, y la plebeya coqueta, apetitosa y fácilmente disponible al deleite machista. Su “Oceánida”, de “Crepúsculos del jardín” (1905), obra emblemática al respecto, ilustra algunos de esos puntos de vista. Cultor de grandes temas de la nacionalidad argentina, marcó un hito en el modernismo latinoamericano y recibió en 1924 el premio nacional de literatura. Ejerció también el periodismo y el ensayo, en medio de un tránsito político zigzagueante muy controvertido. Tal como viró de un catolicismo familiar severo al ocultismo, la teosofía y la masonería, saltó del socialismo juvenil al liberalismo, a un conservadurismo férreo, al nacionalismo autoritario, al fascismo y al panegírico del dictador J. Félix Uriburu. Decepciones sucesivas en este devenir lo habrían llevado al suicidio en 1938. Otras versiones culpan a una pasión extramarital arrolladora develada por su hijo, Leopoldo. Este elegiría tan drástico final como el padre, cuya nieta Susana desapareció en manos de la dictadura militar de 1976 – ‘83. Su bisnieto Alejandro también se suicidó. Lugones podría simbolizar así un extraño sino que con su desenlace legó un trágico destino atávico a sus descendientes.

Oceánida Leopoldo Lugones

El mar, lleno de urgencias masculinas, bramaba en derredor de tu cintura, y como un brazo colosal, la oscura ribera te amparaba. En tus retinas, y en tus cabellos, y en tu astral blancura rieló con decadencias opalinas esa luz de las tardes mortecinas que en el agua pacífica perdura. Palpitando a los ritmos de tu seno hinchóse en una ola el mar sereno; para hundirte en sus vértigos felinos su voz te dijo una caricia vaga, y al penetrar entre tus muslos finos la onda se aguzó como una daga.

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