ESTUDIO CRÍTICO DE LAS NOCIONES DE INESTABILIDAD

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netamente insuficiente, y conduce a la confusión, si no se establecen distinciones, y no conservan más valor, que para algún estudio de grupos. Rutter, de otro modo, descarta firmemente la existencia de un cuadro clínico característico de trastornos psiquiátricos asociados al daño cerebral. En particular, el síndrome del niño hiperactivo, no es un síndrome lesional, aunque, probablemente factores biológicos contribuyan largamente a su etiología. Incluso si un pequeño número de dificultades hipercinéticas pueden ser atribuidos a una lesión cerebral, se puede por contra establecer que la presencia de la hiperactividad en una o en otra forma de estos trastornos, no puede servir de indicador de daño cerebral; este componente puede frecuentemente reflejar una importante variable del temperamento, y caracterizar niños del grupo de los ya ligeramente afectados antes del accidente. Según Rutter, entre los mecanismos principales que conducen a los trastornos psiquiátricos se deben distinguir: las secuelas cognitivas de los daños cerebrales; igualmente, la influencia de los factores psico-sociales, por las cuales se cuestiona la repercusión del efecto: aditivo, interactivo, o transaccional. Es decir que se debe considerar el hándicap lesional como característica personal que aumenta, la frecuencia o la acumulación de experiencias de strees psicosocial. La descripción de la lesión cerebral mínima es extremadamente polimorfa y dependiente de los límites que le determinan los autores. De una manera esquemática se puede considerar que los niños que entran en este cuadro presentan un déficit perceptivo y conceptual del lenguaje, de la memoria, del control, de la atención, de las pulsiones. Ingran sugiere clasificar la lesión cerebral mínima, estudiando diversos tipos de dificultades: desórdenes en asociación constante con anomalías neurológicas, como el síndrome coreiforme de Prechtl; los desórdenes que están en ciertos casos únicamente en asociación con anomalías neurológicas, como ciertas disfasias, dispraxias o dislexias. Ingram hace intervenir una gran variedad de manifestaciones patológicas, como la hiperkinesia. La sintomatología psicomotriz se caracteriza así: desorden en la coordinación, actividad torpe a veces con comportamientos aberrantes; inestabilidad motriz con incapacidad para permanecer en un sitio, y a menudo, actividad motriz inútil. La mayor parte de los autores señalan que el examen neurológico clásico aporta pocos datos; Branco-Lafebre encuentra poco de dificultades neurológicas resultantes del examen clásico; pero aplicando su "examen neurológico evolutivo" establece un gran número de desórdenes que tocan el equilibrio estático, el equilibrio dinámico, la coordinación, la persistencia motriz. De hecho, los estudios sobre la disfunción cerebral mínima no están suficientemente perfeccionados en el plano metodológico. Pero tan grave es situar la inestabilidad psicomotriz dentro de un síndrome sólo motor, como considerarla un conjunto de comportamientos extremadamente diversos, en el cuadro de una disfunción cerebral mínima mal definida, sin tener en cuenta el medio, el desarrollo afectivo y su relación con el entorno. 7


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