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Barcelona 92 y la modernización del deporte español

100 años de una pasión

Después de los distintos boicots que se vivieron en las ediciones precedentes y el buen impulso de Seúl 88, los Juegos Olímpicos de Barcelona 92 supusieron el definitivo salto cualitativo del Olimpismo universal moderno. Siempre serán recordados por ser los primeros Juegos Olímpicos en los que la mayoría de grandes potencias del Este de Europa dejaron de figurar con aquellos nombres en los medalleros: la URSS desapareció de las clasificaciones al participar ya como Equipo Unificado (su desintegración había empezado tras la caída del Muro de Berlín); Alemania participó unida por primera vez desde Tokio 1964; y Yugoslavia, en plena guerra, tampoco competiría ya nunca más como un país conjunto. En otro orden de cosas, Sudáfrica reapareció tras sus exclusiones por el Apartheid que le habían mantenido alejada de la cita olímpica desde Roma 1960.

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Dentro del atletismo, los Juegos Olímpicos de Barcelona 92 congregaron a 1.726 atletas en representación de 156 países, el máximo histórico hasta entonces y con ocho delegaciones más que en Seúl 1988. En total, 1.104 hombres y 622 mujeres que compitieron en alguna de las 43 pruebas previstas, 24 de ellas masculinas y 19 femeninas.

Barcelona 1992 mejoró ostensiblemente la Ciudad Condal a todos los niveles. Por una parte, los Juegos conllevaron la creación de las rondas de circunvalación que aliviaron el colapsado tráfico de la capital y, por otro lado, abrieron la ciudad al mar por el frente marítimo. Casi nadie ahora se explicaría cómo Barcelona, sin apenas parques urbanos de relevancia, había sobrevivido sin los cinco kilómetros de playas y paseos marítimos nacidos para los Juegos. La recuperación de la deprimida zona industrial del Poble Nou, gracias a la construcción allí de la Villa Olímpica, fue otro hecho relevante.

Pero vamos a centrarnos en el atletismo. El Estadio Olímpico de Montjuïc, ubicado en la montaña mágica del mismo nombre, fue remodelado sobre la vieja construcción de 1929. El Estadio llevaba dos décadas sin actividad, en un triste estado de abandono, y tal y como hemos contado aquí su reinauguración se produjo en septiembre de 1989 con motivo de la Copa del Mundo de Atletismo. El recinto tenía capacidad para albergar a 55.929 espectadores.

Los Juegos de Barcelona supusieron un impulso definitivo al deporte español, que hasta entonces tenía destellos puntuales a nivel mundial, pero muy esporádicos. En esto fue fundamental la creación del programa ADO (Asociación de Deportes Olímpicos) en el que el Comité Olímpico Español, las federaciones deportivas nacionales, Televisión Española y 22 empresas fueron de la mano para premiar el esfuerzo de nuestros mejores deportistas y dotarles de los medios económicos necesarios para lograr una preparación idónea. Aquel primer plan ADO de la historia del deporte español aportó 75 millones de euros que tuvieron como primeros frutos las 22 medallas de Barcelona 92, un hito que contrastaba con el hecho de que hasta ese entonces todo el historial olímpico español se reducía a 27 medallas en toda la historia.

En atletismo, hasta ese momento la plata de Jordi Llopart en Moscú 1980 y el bronce de José Manuel Abascal en Los Ángeles 1984 eran toda la cosecha. Pero a finales de agosto de aquel 1992 se habían sumado cuatro más: el bronce de Javier García Chico en pértiga; la plata de Antonio Peñalver en decatlón; y los oros de Daniel Plaza en 20 kilómetros marcha y Fermín Cacho en 1.500 metros, que se analizarán con detalle a continuación.

En atletismo, España acudió a Barcelona 1992 con 59 atletas, 44 hombres y 15 mujeres, que hasta la fecha representan la mayor selección olímpica de la historia del atletismo español. Y, junto a los citados medallistas, Maite Zúñiga acabó sexta en la final de los 1.500 metros con récord de España incluido (4:00.69), y Abel Antón se llevó un diploma olímpico con su octavo puesto en los 5.000 metros.