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Antonio Paez ganó el primer oro “indoor

100 años de una pasión

Cuando Antonio Paéz venció en los 800 metros de los Campeonatos de Europa en pista cubierta de Viena 1979, España arrastraba ocho años de sequía absoluta en el medallero de la competición continental y había que mirar muy atrás, hasta 1970 y curiosamente también en Viena, para encontrar españoles en el podio.

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Más allá de las medallas conseguidas en los últimos Juegos Europeos celebrados en Madrid 1968 y Belgrado 1969, los tres metales conseguidos en la primera edición de los Campeonatos de Europa de pista cubierta disputados en Viena 1970 (plata de Juan Borraz en 800 metros y bronces de Javier Álvarez Salgado y Rafael Blanquer en 3.000 metros y salto de longitud, respectivamente), parecían augurar un buen futuro para España en el torneo europeo bajo techo, pero la selección española había naufragado en las ocho ediciones siguientes. Precisamente, hasta que el Europeo regresó de nuevo a la capital del vals, aunque a distinta instalación: en 1970 se compitió en la Stadthalle y en 1979 en la Ferry Dusika Halle, inaugurada tres años antes.

Allí, a orillas del río Danubio, el granadino Antonio Páez (Arenas del Rey, 09.09.1956), hizo un Campeonato de ensueño. En primer lugar, ganó la primera eliminatoria con 1:47.7, récord de España y mejor registro que se había hecho nunca hasta entonces en las carreras preliminares de esta competición. Y en la final se impuso con 1:47.4, nueva plusmarca nacional, después de tirar con fuerza a falta de unos 300 metros y no encontrar gran oposición ni en el búlgaro Binko Kolev ni en el húngaro András Paróczai, plata y bronce respectivamente. Antes de aquella competición, el récord nacional anterior de la disciplina lo había conseguido el propio Páez en el Europeo de pista cubierta de San Sebastián 1977 que había sido su primera experiencia en esta competición y donde, en el velódromo de Anoeta, lo había batido en las series (1:48.8) y lo había vuelto a mejorar en la final (1:48.3), una carrera de altísima calidad en la que terminó sexto y que acabó con el británico Sebastian Coe como vencedor con un tiempo de 1:46.54. Después de aquella histórica victoria en Viena 1979, su triunfo tuvo continuidad con una medalla de bronce en Grenoble 1981 (1:48.31) y con un nuevo oro en Milán 1982 (1:48.02), donde otro atleta español, el leonés Colomán Trabado, le acompañó en el podio con la medalla de bronce al cuello. Por encima de todo, la victoria de Páez en Viena entró en la historia grande del atletismo español en pista cubierta porque fue el primero de los atletas españoles que regresaba victorioso de un Campeonato de Europa. De ahí en adelante, España sólo se iba a bajar del podio en 1984, en la aciaga edición de Gotemburgo. Al aire libre la lista de medallas la había inaugurado, como ya ha quedado recogido en este libro, Jordi Llopart en los 50 kilómetros marcha del año anterior en Praga. Con ellos empezó todo.

Y junto a todo ello, el triunfo de Páez también abrió la puerta a las que serían las páginas más gloriosas de los 800 metros a cubierto en España a nivel continental: en el Europeo en pista cubierta de Budapest 1983, el citado Colomán Trabado volvió a subir a lo más alto del pódium; y décadas más tarde también se proclamarían campeones de Europa de la distancia el madrileño Luis Javier González en Génova 1992, Roberto Parra en Estocolmo 1996 y el salmantino Álvaro de Arriba en la edición celebrada en 2019 en Glasgow.