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Corazón

Valeria Román 4 o preparatoria

Me despierto con el canto de los pájaros, qué mejor manera de despertar que con el sonido de la naturaleza. Con el pie derecho en el piso acompañado del izquierdo impulso de la cama hacia el baño.

Agua a 25 grados centígrados, siete grados menos caliente que ayer, pero a quién le importa, en fin, tengo agua y no podría ser más afortunado. Después de doce minutos salgo de la ducha radiante, con un olor impecable a limpio y fresco. Una vez que me aplico la crema que me hizo mi madre de cumpleaños, volteo al espejo y, con una sonrisa mostrando todos mis dientes, veo cómo mi corazón sigue intacto, ni un trozo perdido ni sobrando, está igual que hace 28 años, me siento más fuerte que una roca. Me arreglo, desayuno y salgo de mi departamento en camino a mi trabajo. En el camino me encuentro a Doña Lupe, se ve hermosa, igual que siempre, la saludo y me lo devuelve.

Salgo del conjunto, sigo mi ruta diaria hacia el deber... me quedo pasmado, un ángel cruza por enfrente de mis ojos y se roba toda mi atención, tanto así que no puedo evitar ver que su corazón está casi vacío, es casi nulo.

Después de unos cuantos segundos de admirarla, el movimiento vuelve a mi cuerpo, recupero mi conciencia y me armo de valor para hablarle. Me acerco y, con la voz preparada, le digo: “Buenos días, perdón la molestia, no pude evitar verte, ¿y cómo no hacerlo? con todo respeto, eres muy bella” , pero ella se da la vuelta casi de inmediato y me ignora. De pronto, escucho su nombre al fondo: “Sofía”; queda perfectamente bien con ella, todo de ella es perfecto: pelo, cara, cuello, torso, piernas. Parece una Diosa que reina mi mente.

Cuando llego al trabajo todos se enterarán de su existencia, no puedo evitar hablar de ella pero, para mi sorpresa, muchos de ellos ya han escuchado de

...me quedo pasmado, un ángel cruza por enfrente de mis ojos y se roba toda mi atención...

ella antes. Impresionante, como tanta gente puede hablar tantas barbaridades de alguien tan bella. Lo único que escucho sobre ella son quejas y disgustos. Lo que más escucho, sin duda, es que no sabe tratar a las personas, ni siquiera le interesa interactuar con ellas; bueno, eso está apunto de cambiar, no por nada me conocen como el más dedicado y decidido del municipio.

Después de una gran investigación y de varias horas indagando, logro cuadrar con ella en una esquina de camino al mercado, sé que si no aprovecho esta oportunidad probablemente no se vuelva a presentar.

“Disculpa, esas botas están increíbles, te quedan hermosas” , veo cómo su labio se levanta discretamente, sé que lo apreciará, ya que los detalles enamoran o eso es lo que yo quiero creer. Me da las gracias y acepta tomar un café conmigo. Camino a la cafetería, no podemos evitar ver un cachorrito atropellado. Ella se congela y, una vez que puede reaccionar, se disculpa y me dice que necesita irse; ver ese pobre cachorrito en la avenida le recuerda cuándo perdió a su mejor amigo hace unos meses. Trato de calmarla y le compro un café, pero, una vez que salgo de la cafetería, se esfuma. En ese momento, se me viene a la cabeza, “Claro, un cachorro, es lo que necesita para recuperar lo que perdió cuando el suyo murió” . Una vez más logro hacer que coincidamos, aunque esta vez no vengo con las manos vacías, ni con un cumplido, esta vez me acompaña un nuevo amiguito. Cuando abre la caja, se suelta en llanto, no lo puede creer, en la profundidad de la caja hay un pedazo de su corazón que había perdido junto a su difunto perrito. Es la primera vez de muchas que la veo sonreír. Verla feliz me cautiva.

Junto con las gracias, me comparte varias anécdotas de por qué había perdido trozos de su corazón: había sido una niña sin una buena infancia, ni buenas experiencias. Decido que haré todo para que vuelva a tener cada pedazo de su corazón.

Es una aventura muy complicada y larga, tengo que ir a lugares como Francia por un pedazo que perdió cuando su padre falleció en un accidente automovilístico, a su secundaría para recuperar el pedazo de cuando descubrió que su primer novio la había engañado, Nueva York cuando extravío un trozo porque fue rechazada en su universidad soñada y más.

He logrado recuperar todos los trozos, todos menos uno, al parecer este se perdió para siempre, lo perdió cuando dejó de confiar y amarse a ella misma, pero yo no puedo decepcionarla, tengo que arreglar su corazón entero.

El día esperado llegó, nuestro segundo aniversario de novios, en una caja llena de recuerdos y fotos le devuelvo cada parte de su corazón. Acomoda todas las piezas en su respectivo lugar, pero cuando alza la mirada, me descubre. Mi corazón está flojo, trato de esconderlo, pero no puede evitar ver que me falta un pedazo.

“Sí, Sofía, ese trozo que tienes en la parte inferior de tu corazón es mío, pero te dije que no te decepcionaría y nada me hace más feliz que verte a ti igual, por eso, un pedazo menos a mí no me hará daño, tengo más trozos y eso es lo que importa” .

Sofía no puede creerlo, se queda sin palabras, no puede creer que yo fuese capaz de ello. Supongo que, en este momento, se da cuenta de lo que yo estoy dispuesto a hacer por ella.

El día de hoy es nuestro 28º aniversario de casados y estamos mejor que nunca, estoy satisfecho por no rendirme y desde ese entonces, los dos permanecemos con el corazón lleno, o bueno, casi lleno.

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