2 minute read

DISCO MUSIC SURVIVE WILL

Next Article
DISCO IS CURE THE

DISCO IS CURE THE

Here I am

Prayin’ for this moment to last

Advertisement

Livin’ on the music so fine

Borne on the wind

Makin’ it mine

Mi percepción de la creación maduró con extrema lentitud. Esta percepción es que el contexto determina en gran parte lo que se escribe, pinta, esculpe, canta o ejecuta. Esto no suena demasiado a percepción, pero en realidad es lo opuesto a la creencia común, que mantiene que la creación emerge de una emoción interior, de pasiones o sentimientos que afloran; que el ansia creativa no transigirá con compromisos y tiene simplemente que buscar una salida para ser escuchada, leída o vista. La versión aceptada sugiere que una extraña mirada se dibuja en la cara del compositor clásico y este empieza a garabatear furiosamente una composición elaborada a la perfección que de otra forma no habría existido. O que el cantante de rock and roll, poseído por pasiones y demonios, engendra esa asombrosa y perfecta canción que tenía que durar tres minutos y doce segundos, ni uno más ni uno menos. Esta es la noción romántica de cuán creativa llega a ser una obra, pero creo que el proceso de creación se aparta en casi ciento ochenta grados de ese modelo. Pienso que, inconsciente e instintivamente, creamos para encajar en formatos preexistentes

Por supuesto, la pasión puede seguir estando presente. Que la forma que el trabajo de uno adoptará esté predeterminada y sea oportunista (en el sentido de que uno crea algo porque se presenta la oportunidad) no significa que la creación tenga que ser fría, mecánica e insensible. La parte oscura o emocional de cada uno suele encontrar la manera de salir, y el proceso de confección —encajar la forma en un contexto dado— es mayormente inconsciente, instintivo.

Por lo general, ni siquiera nos damos cuenta de ello. La oportunidad y la disponibilidad son a menudo la madre del invento. La historia emocional —algo con lo que desahogarse— sigue siendo contada, pero su forma está guiada por restricciones contextuales previas. Yo propongo que esto no es tan malo como cabría esperar. Menos mal, por ejemplo, que no tenemos que inventar la rueda cada vez que hacemos algo.

En algún sentido, trabajamos al revés, conscientemente o no, creando obra que encaja en el auditorio del que disponemos. Esto es cierto para las otras artes también: se crean imágenes que encajan y lucen en las paredes blancas de una galería, de la misma manera que se escribe música que suena bien en un club de música dance o en un auditorio de música clásica (pero probablemente no en ambos). De algún modo, el espacio, la plataforma y el software son los que «hacen» el arte, la música o lo que sea. Cuando algo tiene éxito nacen otros locales de tamaño y forma similar para acomodar más de lo mismo. Tras un tiempo, el tipo de obra que predomina en esos espacios se da por sentado: por supuesto, en auditorios de música sinfónica oímos principalmente sinfonías.

This article is from: