Reflexión-Sábado de gloria-Semana Santa 2022

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DÍA DEL CALENDARIO LITÚRGICO SÁBADO DE GLORIA Título: Rendidos y entregados a la nueva vida en Cristo Rvda. Virna J. Solis Ortiz Directora de Oficina de Capellanía Recinto de Fajardo

Romanos 6: 3-11 (RVA) 3 ¿Ignoran que todos los que fuimos bautizados en Cristo Jesús fuimos bautizados en su muerte? 4 Pues, por el bautismo fuimos sepultados juntamente con él en la muerte para que, así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida. 5 Porque así como hemos sido identificados con él en la semejanza de su muerte, también lo seremos en la semejanza de su resurrección. 6 Y sabemos que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido a fin de que ya no seamos esclavos del pecado; 7 porque el que ha muerto ha sido justificado del pecado. 8 Si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él. 9 Sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él. 10 Porque en cuanto murió, para el pecado murió una vez por todas; pero en cuanto vive, vive para Dios. 11 Así también ustedes, consideren que están muertos para el pecado pero que están vivos para Dios en Cristo Jesús.


El título de esta reflexión es Rendidos y entregados a la nueva vida en Cristo. Esta se desarrolla en la celebración del Sábado de Gloria en la cual somos llamados a recordar la gracia y compasión divina y entregarnos al verdadero significado de nuestro bautismo. El pueblo cristiano vive el bautismo como la invitación a morir y resucitar con Cristo, esto es, entregarnos a su causa. Entregarnos a la causa de Cristo es fe en acción. Es participación en la vida de Cristo, en amor, esperanza, compromiso y solidaridad. Es la invitación de contemplar a Cristo y encontrar en él la verdadera vida. Los que vivimos la experiencia del bautismo nos incorporamos a Cristo, siendo sepultados con él en la muerte y resucitados en vida nueva. El texto litúrgico seleccionado (Romanos 6:3-11), nos expone a la realidad de que todos los seres humanos somos pecadores. Sin embargo, esta realidad puede ser superada desde la capacidad de encontrarnos en Cristo y definirnos en su vida, muerte y resurrección. Es la aceptación y recepción de la gracia de Dios y no ser meros recipientes pasivos de su gracia, sino participar activamente en su muerte y vida. Es afirmar la muerte al pecado con acciones de vida que testifican de nuestra entrega a la causa de Jesús. Es unión con Cristo en su muerte, resurrección, y en movimiento hacia la vida. Tal como lo expresa Romanos 6:8-11, es estar convencidos de que la muerte ya no tiene dominio; la muerte ya no gobierna sobre nosotros porque estamos vivos para Dios en Cristo Jesús.


Reconocemos que el pecado en su ejercicio de poder y señorío esclaviza a la humanidad (Romanos 6:16-23). Sin embargo, afirmamos con la fuerza de nuestro ser, que es la muerte de Cristo la cual termina con el gobierno del pecado sobre la humanidad. Jesús nos conduce a la gracia, justificación y la vida (Romanos 5:1521). Su obediencia ofrece al ser humano el don gratuito de la restauración y justificación (Romanos 5:16-18). Ante la realidad del dominio de la muerte y el dominio de la vida, enfrentamos la elección de experimentar la gracia, restauración y justificación de Dios. Es la elección de dejar atrás nuestras viejas vidas en las cuales el pecado nos dominaba y comenzar una nueva vida en las cuales nos entregamos y rendimos por completo a la causa de Cristo. La invitación es comenzar una nueva vida, la vida que Cristo experimentó cuando el poder de Dios lo resucitó de entre los muertos (Romanos 6:4). Somos personas que podemos comportarnos de una manera nueva, ya no bajo el control del pecado. El bautismo nos marca como personas de nueva vida, porque nuestro antiguo yo fue crucificado con Cristo. Ya no somos esclavos del pecado, sino libres de su control y demandas sobre nosotros (Romanos 6:7). Aunque todavía no experimentamos la plenitud de la resurrección, nuestro estar unidos a la muerte de Cristo es una acción/entrega completa, en la esperanza futura de la resurrección. Los que hemos muerto con Cristo “también viviremos con él” (Romanos 6:8). Pero nuestra participación en la resurrección de Cristo no es simplemente una esperanza futura, también cambia nuestras vidas presentes. Debemos considerarnos “muertos al pecado y vivos para Dios” (Romanos 6:11). Esta comprensión requiere la elección, entrega y rendimiento a Cristo y a la causa de Cristo. Estamos llamados a ser leales a la vida nueva en Cristo Jesús. Lo podemos lograr bajo la gracia de Dios que es más poderosa que el pecado. La gracia de Dios que nos convence de nuestro pecado y de nuestra necesidad de Cristo; la gracia de Dios que nos justifica; la gracia de Dios que nos moldea e impulsa a madurar y vivir rendidos y entregados a la nueva vida en Cristo.


Preguntas de reflexión: ¿Eres consciente del significado del bautismo en tu vida? ¿Eres consciente de la gracia de Dios en tu vida? ¿A cuáles acciones y comportamientos en tu vida debes morir? ¿Estás dispuesto a confiar en que con la ayuda de Dios lograrás vivir en novedad de vida? ¿Qué impacto tendrá tu entrega a Dios en tu propia vida y en la vida de aquellos que te rodean?


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