En salida-Reflexión 2ndo Domingo de Cuaresma 2023

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En salida…

Génesis 12, 1-4

Biblia de Jerusalén Latinoamericana

1Yavé dijo a Abram: «Deja tu país, a los de tu raza y a la familia de tu padre, y anda a la tierra que yo te mostraré 2 Haré de ti una gran nación y te bendeciré; voy a engrandecer tu nombre, y tú serás una bendición 3 Bendeciré a quienes te bendigan y maldeciré a quienes te maldigan En ti serán bendecidas todas las razas de la tierra» 4 Partió Abram, tal como se lo había dicho Yavé, y Lot se fue también con él Abram tenía setenta y cinco años de edad cuando salió de Jarán

Cuando se trata de la vocación del santo patriarca Abrahán, cada relato es muy interesante Los acontecimientos que van desentrañando las virtudes del patriarca, su capacidad de renuncia, su fe inquebrantable, son un ejemplo a seguir que ha suscitado hombres y mujeres de fe firme y robusta a través de los siglos; y hasta trasciende el mismo judaísmo y cristianismo. En este espacio trataremos el texto breve del llamado de Dios a Abrahán, su triple promesa y el mensaje que nos trae a nosotros en el siglo XXI.

Abrahán es reconocido como “Padre en la fe” y como “Padre de los creyentes” Originario de Ur, en la cuenca de los ríos de Mesopotamia, de Caldea, donde su cultura y sus tradiciones tan antiguas forman parte de la identidad de sus moradores, Abrahán es llamado por Dios a salir de allí. No se trata de una simple salida o de un paseo momentáneo. Dios llama a Abrahán a una misión definitiva, a una entrega total, a una renuncia sin vuelta atrás.

De ahí la importancia que da el autor de la carta a los Hebreos, donde expresa la importancia de este acontecimiento. Abrahán sale “sin saber adónde iba” (Hb 11,8). Confió en la Palabra de Dios y Dios reafirmó su fe con la triple promesa. Estas promesas no tan solo eran elementos extraordinarios que confirmaban la llamada de Dios, sino que también se trataban de acontecimientos que ponían a prueba su fe Si Dios hubiera prometido a un joven una descendencia, una tierra y una bendición especial para todos sus descendientes, que redundaría en otras naciones, esto pudiera ser más creíble y hasta fácil de comprender Pero dice el texto que Abrahán tenía setenta y cinco años cuando salió de Jarán, por lo que resulta ser una promesa fundamentada en la fe de Abrahán y en la fidelidad de Dios.

Abrahán deja atrás las seguridades de una tierra en la que ya estaba establecido, pero que representa, desde el punto de vista de la Escritura, aquella Babilonia que tanto daño había hecho, que tanto sufrimiento esparció Abrahán comienza un camino de fe mostrando una absoluta confianza en Dios. Confianza que dista mucho de los dioses babilónicos, pues en ese politeísmo no se pretendía que los seres humanos confiaran en los dioses, sino más bien que se sometieran a ellos, aun en sus implacables disposiciones. En este caso, Dios hace unas promesas que ponen a prueba la fe, pero siempre son una invitación voluntaria seguir su palabra. Dios promete una tierra, una nueva vida, una realidad distinta de la que llevaba a este ese momento Promete una gran descendencia, una gran nación, llena de la bendición de Dios, por lo que su tristeza por la falta de hijos será cambiada en alegría, en un derroche de felicidad Además, Dios promete su bendición, no solo a su familia, sino a toda la tierra Es decir, su disponibilidad al plan de Dios será una gran bendición para todos, de esta manera no cabe la exclusión, sino la apertura a que no hay miramientos de privilegios para algunos, sino de bendición para todos sin distinción.

Cuando reflexionamos sobre este llamado, no podemos menos que preguntarnos por el llamado particular que Dios nos ha hecho a cada uno de nosotros. Hemos comenzado un camino, hemos partido hacia aquello que Dios nos ha pedido. Ahora, la responsabilidad frente a cada vocación es muy importante, porque ya no se trata de una bendición que atañe solo a mi vida, sino que afecta e influencia en los demás Afecta, porque si hemos sido bendecidos con un llamado, con una vocación particular, estamos llamados compartir esa bendición con los demás Además, el ejemplo que proyectamos motiva a otros a responder de igual manera, por lo que la bendición de Dios se extiende hacia otros Y he aquí nuestra gran responsabilidad: si no somos ejemplo, si no respondemos con la generosidad con la que Dios nos ha llamado, entonces el efecto, la influencia, no serán de bendición.

Este es el mensaje que esta lectura cuaresmal nos presenta. Una responsabilidad compartida entre la llamada generosa y amorosa de Dios, y nuestra respuesta confiada, llena de fe. La cuaresma es un tiempo y espacio de gracia para aprovecharlo como una novedad. Para el resto del mundo los tiempos son igual, los espacios se asemejan. Pero para un cristiano no. Dios es el creador del tiempo y del espacio, y en este tiempo y espacio de la Cuaresma la Iglesia nos ofrece los elementos necesarios para que aprovechemos este regalo de Dios y reflexionemos sobre la respuesta que estamos dando a la vocación que Dios nos hace Todos hemos sido llamados, la diferencia está en nuestra respuesta en nuestra confianza en Dios

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