El Buzón de Albacete nº 230

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27 impresionar a su futura esposa, el día de su boda, con una tarta inspirada en la torre del campanario que veía todos los días desde su pastelería. Es así como la torre de la iglesia londinense de St. Bride’s, se convertirá rápidamente en el molde de todas las tartas de boda en Inglaterra y casi del resto de Europa. ¿Pastel blanco? A principios del siglo XIX la tarta nupcial tiene casi la apariencia de una tarta moderna. Es redonda, con pisos, pero le falta algo: el color blanco. Los pasteles de boda con cubierta blanca se popularizan, relacionándose no solo con la virginidad y la pureza de la novia, sino también con el status económico: el azúcar blanco era carísimo y cuanto más blanco era el pastel, más rica la familia de la novia. Los pasteles blancos se hacían con un glaseado, que más tarde, se llamó glasé real en honor al blanco pastel de bodas de la reina Victoria de Inglaterra. ¿Y en nuestro país? Aquí la tradición de la tarta de boda era casi inexistente. El primer pastel de boda, tal como lo conocemos hoy en día, apareció por primera vez en la boda de los abuelos del Rey Juan Carlos, el Rey Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Battemberg, el 31 de Mayo de 1906. Era tan desconocida esta costumbre de la tarta nupcial en España, que se tuvo que hacer en Inglaterra, y traerla a Madrid. El pastel nupcial o wedding-cake medía casi dos metros de altura y tenía un diámetro en su base de 1,16 m. Todo el Wedding-cake fue fabricado con glasa real, elaborada con crema glacée blanca y pasta de bizcocho. Gracias a esta boda se popularizó el uso de la tarta nupcial en nuestro país, costumbre que ha llegado hasta nuestros días. Fuente: Bodas.net


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