Boletin salesiano julio 2017

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¿En qué familia naciste Hna. Maite? ¿Cómo es ser católico en tu país? Nací en Nam Dinh, al norte de Vietnam. Mi familia está integrada por mis padres, 3 hermanas mujeres y 3 varones. Mi padre trabajó primero un poco en política, en su pueblo. Pero como para ser comunista debía dejar su vida como católico final‐ mente dejó la política. Y entonces empezaron a trabajar en el campo, en plantaciones de café. Los católicos somos apenas un 8 por ciento en Vietnam, mientras los budistas son más del 50 por ciento. Cuando era pequeña, en el norte, la fe se vivía prácticamente en la clandestinidad. Yo hice la catequesis yendo a la Parroquia de noche, casi a escondidas, y los sacerdotes, que no se sabe que lo son por la gente común, celebra‐ ban también de noche. Mi abuelo estuvo preso durante 7 años por proteger a sacerdotes. Por eso, mi familia luego se mudó al sur, a Lam Dong, donde el comunismo era un poco más flexible. Hoy por hoy hay más libertad. La economía en mi familia no era buena, entonces mis hermanos también se fueron de la escuela para trabajar (aunque culminaron lo que sería acá el Ciclo Básico) menos la chiquitita y yo que termi‐ namos lo que sería el Bachillerato. ¿Cómo sentiste tu vocación religiosa? En el pueblo en que nací, al norte de Vietnam, en el mes de mayo hay una tradición que consiste en ofrecerle una flor a la Virgen y se escoge a los más chiquitos, que serían como “angelitos”. A los seis años me eligieron a mi y eso me marcó. Practicábamos tres o cuatro meses antes de mayo porque con los chiquitos había que ensayar mucho. Entonces llegué a quedarme algunos días e incluso a dormir con las hermanas dominicas. Y desde entonces ya me gustó la vida de monja. ¿Y por qué no elegiste ser religiosa dominica? Cuando mi familia se mudó al sur, las monjas nos ofrecieron que me quedara con ellas, pero mis padres no quisieron ya que era muy chiquitita. Pero en cada ocasión que una persona se iba al norte les mandaba una carta. Mi fidelidad duró mucho. Yo tenía claro que quería ser monja. ¿Por qué tenías claro que querías ser monja? No sé, cuando viví con ellas me gustó. En mi familia y los vecinos me decían siempre “monjita”. Pero yo quería ser dominica porque el hábito era blanco y solamente el velo negro. Era un estilo más moderno de monja. Cuando terminé el Bachillerato fuimos con mi madre a las domini‐ cas que estaban en el sur, y como estaban de retiro nadie nos atendió. Luego apareció una tía que era dominica, pero ya no era lo mismo, el ambiente era más frío, realmente no sentí nada. Cuando volvimos a la casa dije que ya no quería ser monja. ¿Y cómo conociste a las Hijas de María Auxiliadora? Cuando estuve en el Bachillerato tuve una amiga que era sobrina de una Hija de María Auxiliadora. Cada año organizaban una experien‐ cia vocacional de dos semanas. Su tía la invitó y ella le dijo que no le interesaba pero que tenía una amiga que sí quería ser monja. 18

Entonces su tía fue a mi casa a invitarme y me preguntó si realmen‐ te quería serlo. Le dije: “Yo quiero ser monja dominica …” y le conté toda la historia de mi vocación. Ella nos dijo que cerca de nuestra casa había una comunidad y nos llevó a conocerla. Cuando llega‐ mos vimos a las Aspirantes rodeadas de niños muy pequeños, ruidosos, muy alegres. Como tres o cuatro meses después, una noche soñé con mi abuela. Yo no me acordaba de ella porque falleció cuando tenía cinco años pero sentí su presencia y le escuché un “ándate”. A la mañana siguiente se lo conté a mi madre y entonces volví a la comunidad de las hermanas salesianas. La Superiora me preguntó si quería quedarme cerca de mi familia o quería ir a hacer el Aspirantado más lejos, y decidí irme a un lugar que quedaba a unas 4 horas en ómnibus. ¿Por qué era tan definitorio para ti y tu familia ese “deseo” de tu abuela? Para mi fue un signo, aunque no la viera. En las familias de Vietnam los abuelos son muy, muy importantes. Por ejemplo, en año nuevo, todos los hijos y nietos tienen que ir a la casa de sus abuelos para que los bendigan, es una tradición muy importante.


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