Aquí están mis manos | Boletín Salesiano - Noviembre 2025

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SUMARIO

03

CARTA DEL INSPECTOR

Venga a nosotros tu Reino

08

Guiada por una inexplicable voz interior

04 ¡SÍ, HAY ALGO NUEVO BAJO EL SOL!

Comprometidos con el sueño de la casa común

18 AQUÍ Y AHORA

Amar a los más frágiles

23 SABOR A BUENAS NOCHES La segunda mamá de Don Bosco

Una vida gastada en darlo a conocer CONFIAMOS EN CADA PASO

27 SINTONIZANDO CON DON BOSCO Santos de lo cotidiano

07SINTONIZANDO CON DON BOSCO Sin esperar el aplauso

10 VALE LA PENA VIVIR ASÍ Construir oportunidades La fábrica de chocolates

Salvarse en comunidad

Vientos de esperanza

Protagonistas de la fraternidad

Revista de información sobre la Familia Salesiana y de cultura religiosa

Director: Lic. Juan José Malvárez

Editor responsable: Lic. Gonzalo Martínez

Columnistas: P. Juan Algorta sdb, Joaquina Bertoletti, Victoria Casal, Hna. Chiara Cazzuola y Juan Manuel Fernández sdb.

Equipo de redactores: Fabián Caffa y Elisa Juambeltz.

Fotografías: Sofía Cayota, Josefina Du Pré, Mathías Seris, Pixabay, Unsplash y archivo del BS.

Corrección: Manuela Harretche

Diseño: Gustavo Baumann Impresión: Mosca

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Boletín Salesiano

Venga a nosotros tu Reino

Hay momentos en que el Reino de Dios se hace visible en lo pequeño. En una palabra compartida con cariño, en un gesto paciente, en la alegría de un niño que aprende, en una comunidad que se une para servir. Allí, en lo sencillo y cotidiano, algo del amor de Dios se asoma y transforma la historia.

El Reino no es una obra que construimos por nuestra cuenta. Es, ante todo, un regalo de Dios, una presencia que brota de su pasión por la humanidad y por la creación. Es su amor actuando, su justicia abriéndose paso, su ternura que se filtra en nuestras manos, en nuestras calles, en nuestra misión.

Y, sin embargo, Dios nos hace capaces de participar en su obra. Nos invita a ser coconstructores de ese Reino, a dejar que su Espíritu despierte en nosotros la creatividad, la esperanza y el deseo de

bien. Cada experiencia de servicio, cada encuentro, cada paso que damos hacia los demás tiene una profundidad que no siempre alcanzamos a ver, pero que el Evangelio reconoce como semilla del Reino.

Este número del Boletín Salesiano quiere invitarnos a mirar la vida así; a descubrir en las historias que compartimos -en el trabajo, en la educación, en la solidaridad, en el encuentro con otras realidades- esos signos silenciosos pero reales del Reino de Dios que sigue creciendo entre nosotros.

Que esta lectura te ayude a reconocerlo, a agradecerlo y a dejarte transformar por él.

P. Francisco Lezama Inspector

Elisa Juambeltz

Comprometidos con el sueño de la casa común

La Intendencia de Montevideo premió al Colegio Luján con el sello Montevideo Más Verde Más, el máximo reconocimiento que otorga a instituciones comprometidas con la educación ambiental

Cuando Rossana Marenco asumió la dirección del Colegio Luján, en 2019, se encontró con una institución con una sensibilidad especial por el cuidado del ambiente. Ese mismo año, un grupo de primero comenzó una campaña de recolección de tapitas de botellas, pero ni ella ni aquellos gurises imaginaron que eso sería la semilla de un proyecto más profundo, que fue permeando en toda la institución con la inspiración de la Laudato Si' del papa Francisco, y que este año tuvo como corolario un reconocimiento por parte de la Intendencia de Montevideo (IM).

La comuna capitalina le otorgó al colegio el sello Montevideo Más Verde Más, la máxima distinción ambiental, en el marco de un programa que apuesta por un cambio

cultural en relación al cuidado de la casa común.

El proceso de postulación inició en marzo e implicó distintas etapas. La primera fue elaborar un video de dos minutos y medio mostrando los avances de la institución en materia ambiental. Y, aunque el video se hizo con mucho esfuerzo de toda la comunidad, el colegio logró pasar a la etapa de votación pública y, más tarde, se clasificó finalista.

La sorpresa llegó cuando, al sumar el puntaje, el Colegio Luján obtuvo el primer lugar. No te puedo decir lo que fue dar esa noticia, un mega festejo, dice la directora al BS. Haber recibido este sello nos sigue desafiando a más, queremos seguir creciendo, agrega.

EL RECORRIDO DE LA DISTINCIÓN

Ese primer e incipiente esfuerzo de clasificación de tapitas tuvo un nuevo empuje después de la pandemia. Tras el regreso a la presencialidad, el colegio que va desde el maternal hasta 6.° año de primaria instaló terminales diferenciadas de residuos y organizó una jornada de plantación con las familias. Luego hizo gestiones con la comuna para autorizar el uso de bolsones de reciclaje en la institución. No había antecedentes de que un centro educativo privado tuviera estos bolsones, pero después de mucha insistencia, lo logramos, cuenta Rossana.

El acuerdo incluyó una capacitación obligatoria para todo el personal y ese fue el principio de un vínculo interinstitucional que catalizó la llegada de otros proyectos: la IM brindó más talleres y el colegio participó en una propuesta de Ánima Educativa para realizar un cortometraje ambiental. Así se creó Los tres mosqueteros en contra de la contaminación. Los chiquilines llevaron a cabo todo el proceso: elaboraron el primer dibujito y trabajaron hasta darle movimiento para llegar al producto final, recuerda la directora.

En 2023, gracias a una invitación de

la Intendencia, y como resultado de esa serie de acciones llevadas a cabo, el colegio obtuvo su primer Sello Montevideo Verde. Ese año también participaron en el stand de la Familia Salesiana en la Expo Uruguay Sostenible y, a los pocos meses, cuando el colegio incorporó Pensamiento Computacional para los más pequeños, se hizo un enfoque en la reutilización de recursos.

Allí trabajaron intensamente con materiales reciclados y desarrollaron ideas creativas en esa línea. Hoy en el colegio hay de todo y todo se reutiliza. Eso es muy importante para los chiquilines, señala Rossana.

Pero, por si fuera poco, el colegio también incorporó la huerta Papa Francisco, propuso talleres con la regla de las 3R reducir, reciclar y reutilizar y promovió la conciencia sobre la cocina saludable. A su vez, ha ido desarrollando materiales de divulgación de buenas prácticas medioambientales.

EL COMPROMISO DE LOS MÁS CHICOS

La distinción es, para la comunidad, una ratificación del camino educativo pastoral que vienen construyendo. Las prácticas de educación ambiental

están integradas a la vida cotidiana de los estudiantes, de los educadores y de las familias. Para los chicos es parte de su quehacer diario, explica Marenco, y dice que eso ha ido permeando cada vez más en las familias. Hay padres de niños muy pequeños que nos cuentan que en sus casas ya no pueden tirar un papel sin que sus hijos les llamen la atención, asegura.

Cuando llegan chicos nuevos al colegio, son sus propios compañeros los protagonistas del proceso de inmersión. Ellos mismos son los que los guían, cuenta. Para los educadores, la experiencia reafirmó el valor del trabajo en conjunto: Nos une tener una causa común y es fundamental hacer partícipes a todos de todo, dice Marenco.

En la base está el espíritu del cuidado del que tanto habló el papa Francisco. Mirando hacia adelante, el colegio sueña con ampliar su impacto en la zona, convertirse en centro de recolección de tapitas o envases, y seguir creciendo en calidad educativa, pastoral y humana. Queremos seguir apostando a la calidad en todo sentido, dice Rossana. Y concluye con algo que define el espíritu del Luján: Estamos convencidos de lo que hacemos y eso se nota.

SIN ESPERAR EL APLAUSO

Humildad y caridad en la educación de los jóvenes

En el Evangelio de Lucas, encontramos

la historia de cuando Jesús acepta la invitación a cenar en la casa de un importante fariseo y entra en un espacio lleno de cálculos sociales y actitudes religiosas superficiales, donde la cena se convierte, de hecho, en un teatro de la ambición humana en el que los invitados compiten por posiciones que reflejen su estatus e importancia. Jesús, siempre agudo observador de la naturaleza humana, transforma este momento de maniobras sociales en una profunda enseñanza sobre los fundamentos mismos del discipulado cristiano. Tratemos de comprender cómo esta situación nos habla a nosotros que estamos comprometidos con la educación y la evangelización de los jóvenes.

FALSAS ILUSIONES

Jesús observa cómo los invitados eligen los lugares de honor, revelando una tendencia humana fundamental que va mucho más allá de la etiqueta de la cena. Esta carrera por los primeros puestos expone lo que podríamos llamar «la ilusión del prestigio», la falsa creencia de que nuestro valor y nuestra eficacia se miden por el reconocimiento, el estatus y los honores que otros nos otorgan.

Es una ilusión que también nos atrapa a nosotros, los educadores y educadoras que nos dedicamos a la pastoral juvenil. Es una tentación que se manifiesta de muchas maneras. Podemos encontrarnos buscando el aprecio de los padres, el reconocimiento de los administradores o la gratitud de los estudiantes. Podríamos competir inconscientemente con nuestros colegas por la etiqueta del «más eficaz» o la reputación del que «todos quieren». El deseo de prestigio puede infiltrarse sutilmente en nuestra misión, y transformar lo que debería ser un servicio desinteresado en una actuación que sigue nuestra propia agenda. Cuando actuamos desde este lugar, enseñamos a los jóvenes que las relaciones son transaccionales y utilitarias, que el amor debe ganarse a través del rendimiento y que los demás son un trampolín para nuestras ambiciones personales

ELEGIR EL ÚLTIMO LUGAR

La enseñanza de Jesús de ocupar el lugar más bajo es más que una estrategia social: requiere un cambio fundamental en la orientación del corazón. La verdadera humildad no es autodesprecio ni falsa modestia, sino más bien una comprensión precisa de nuestra posición ante Dios y en relación con los demás.

En los contextos educativos y pastorales, elegir el último lugar significa acercarse a los jóvenes sin la presunción de que nuestra edad, experiencia o posición nos otorgan autoridad o respeto automáticamente. Significa estar dispuestos a aprender de ellos, a dejarnos sorprender por sus intuiciones y a reconocer cuando no tenemos respuestas. Esta humildad crea espacio para que surja una relación auténtica.

Jesús pasa, entonces, de comentar la humildad personal a proponer la caridad estructural: invitar «a los pobres, los lisiados y los ciegos», en lugar de a aquellos que pueden corresponderle, supone un replanteamiento radical de la relación basada en el don más que en el intercambio.

Con demasiada frecuencia, nuestra energía y atención se centran en los jóvenes que son más fáciles de tratar y son más receptivos a nuestros esfuerzos. Naturalmente, invertimos en relaciones que nos proporcionan

comentarios positivos y resultados visibles.

Pero Jesús nos desafía a un cálculo diferente, a buscar a aquellos que no pueden mejorar nuestra reputación ni hacer avanzar nuestros planes: el estudiante con dificultades, el adolescente socialmente torpe, el joven con un pasado difícil, aquel cuyas preguntas desafían nuestras cómodas suposiciones. Estos son los que más necesitan nuestra preocupación y los que más pueden enseñarnos sobre la naturaleza del amor incondicional.

LA INVITACIÓN RADICAL

La enseñanza de Jesús en la cena del fariseo nos lanza una invitación radical a todos nosotros: encontrar nuestra identidad no en el reconocimiento que recibimos, sino en el amor que damos. No en los honores que se nos otorgan, sino en nuestro fiel servicio a aquellos que no pueden recompensarnos. Para los educadores y animadores, esta invitación se convierte tanto en un desafío como en una promesa. El desafío de examinar nuestras motivaciones más profundas y la convicción de que el servicio fiel, incluso cuando pasa desapercibido o no se aprecia, participa en la obra transformadora de Dios en el mundo.

Mensaje desde Valdocco

confiamos en cada paso

El Aguinaldo 2025 con el lente juvenil

Guiada por una inexplicable voz interior

El Voluntariado Misionero Salesiano (VMS) fue y es un espacio en el cual siento que mi camino se fue haciendo. Tomé la decisión de formar parte luego de una experiencia de misión en el barrio Maracaná. Recuerdo haber sentido algo que nunca antes había experimentado: un amor muy grande hacia la vida, hacia todos los que me rodeaban, un sentimiento muy profundo de paz.

Con el paso del tiempo reconozco que eso era sencillamente el amor de Dios habitando en mí, el abrazo cálido y cercano de Jesús. Sentí la presencia del Espíritu Santo por primera vez en mi corazón.

En el VMS encuentro humanidad y una comunidad que se dispone a escuchar la constante invitación que Jesús nos hace, se compromete con lo que cree y sale a su encuentro. Un espacio en el que puedo profundizar y hacer crecer mi fe. Una comunidad que camina con un mismo sentido: llevar la fe y el amor de Dios a los lugares donde nos toque estar, sin importar la distancia o con quiénes lo hagamos. Compartir desde lo que somos, desde lo que viene del corazón, dejándonos guiar por el soplo del Espíritu Santo.

La misión es, para mí, una forma de entregarse, de compartirse, que va más allá de una experiencia explícita en un lugar determinado o por un tiempo preestablecido. Si bien esas instancias nos mueven, nos disponen a estar más atentos y atentas a lo que Jesús nos quiere decir, nos hacen crecer y nos cuestionan en lo profundo, el ser misión, para mí, se traduce en cómo nos encontramos cotidianamente con nuestros hermanos y hermanas. En ómo nos compartimos en casa, con nuestras familias y nuestros círculos.

trata de ser, simple y sencillamente , desde lo que viene del corazón, para ser en el corazón del otro. Mirar hondear en lo humano que hay en cada vida, dispuestos y dispuestas a escuchar sin juzgar. Se trata de donarnos al amor de Dios, de ser instrumentos de él, que él sea quien hable a través de nuestra vida, que se haga presente en nuestros gestos para eco de su presencia. Es animarnos a seguirlo, a reavivar en nuestros orazones el poder de la fe y elegir vivir desde la sencillez, la libertad y el amor.

Joaquina Bertoletti Voluntariado

vale la pena vivir asÍ

Historias que inspiran

El proyecto Ñandé fabrica viviendas sociales en madera y promueve la capacitación a jóvenes de escasos recursos.

A lo largo de dos décadas, Ñandé pasó de prototipar una pequeña casa a levantar cientos de viviendas sociales en todo el país. El proyecto es una empresa productiva que tiene ADN salesiano y hace de la oportunidad su principal materia prima.

Las fotos cubren las paredes de una sala pintada de blanco. Son escenas de taller, paneles apoyados en el suelo, trabajo arriba de un andamio, inauguraciones y momentos compartidos que hacen a la obra. No hay ningún orden aparente, pero juntas cuentan una historia.

Diego De Angelis se detiene frente a algunas de ellas como quien reconoce un instante decisivo: el día en que el proyecto tomó forma, la entrega de la primera obra, los trabajos que marcaron el camino. Relata las anécdotas detrás de cada imagen: qué sucedió, qué se dijo, cómo quedó grabada esa escena.

De Angelis comenzó a trabajar en 1999 en la Escuela de Oficios Don Bosco, en el barrio Aparicio Saravia, como maestro de primer año. Allí conoció a quien era el coordinador del taller del centro, Marino Giúdice. Un día, él le contó que tenía un proyecto en mente para construir viviendas: Cuando él daba clase de dibujo en la escuela, los alumnos dibujaban su casa. Y cuando miraban esos dibujos, encontraban que la casa que dibujaban eran distintas a lo que todos entendemos gracias a Dios a lo que es una casa.

Ambos empezaron a buscar la forma de concretar su idea. Era una dupla ideal: Giúdice, coordinador de la escuela; De Angelis, carpintero.

En 1987 se promulgó en Uruguay la Ley Forestal, cuya influencia se hizo más evidente con el paso de los años. En el país se forestan pino y eucalipto, y el equipo vio que el eucalipto ofrecía buenas condiciones para uso estructural. La construcción en madera hoy está mucho más desarrollada, dice De Angelis. Ellos optaron por el entramado ligero en madera, una técnica que reduce costos y acelera los tiempos de obra.

DONDE TODO EMPEZÓ

En 2004, en la Escuela de Oficios Don Bosco, se empezó a diseñar el primer

prototipo que daría origen a Ñandé: una casa de cuarenta metros cuadrados, con dos dormitorios, un baño y una cocina integrada, que se inauguró tres años después.

De Angelis se pone de pie y señala la foto: Esta casita está delante de la escuela. No se detiene únicamente en esa imagen: muestra otras fotos de aquella época, de los comienzos. Una de ellas retrata su primera gran obra: una capilla en Juan Lacaze, en el departamento de Colonia, que tiene 120 metros cuadrados e incluye un campanario.

No teníamos taller, recuerda De Angelis. Para hacer el trabajo, alquilaron el de un carpintero, prefabricaron la capilla en un par de meses, la montaron en un par de semanas y la entregaron en agosto de 2010.

De a poco surgieron más proyectos: el comedor del campamento Costas de San José y un complejo de 25 cabañas en un centro turístico de Conchillas, en el departamento de Colonia.

A partir de 2007 empezó a tomar forma la idea de formalizar el proyecto Ñandé. El proceso sería com-

Somos un proyecto que da oportunidades

plejo, aunque tenía un objetivo claro: producir más viviendas. Siempre entendimos que tenía que ser algo productivo, que tenía que recaudar fondos, explica De Angelis. Empezamos a tener claro que teníamos que conformar una empresa que compitiera en el mercado con todas las leyes y tuviera balances positivos.

Para impulsar el plan se recibió un apoyo inicial de la Fundación Leopold Bachmann, a través de la Procura Salesiana de Suiza, que conoció la idea de primera mano al ver el prototipo. En paralelo, se realizaron estudios de factibilidad y de viabilidad económica, se compró una sociedad anónima y se redactaron los estatutos.

En 2010 nació Ñandé, después de varios años de gestación. Nosotros decimos que es una empresa social, aunque no existe esa figura jurídica, señala De Angelis. Además de construir viviendas, se creó con la idea de dar trabajo de calidad y apoyar eco-

nómicamente a proyectos que se dediquen a capacitar a jóvenes de escasos recursos. Su sede quedó ubicada en Julio Súarez esquina San Martín, en el barrio Casavalle, a unas seis cuadras de la Escuela de Oficios Don Bosco.

TRABAJAR CON OTROS ACTORES

Ñandé significa nosotros o entre nosotros en guaraní. En un video, Sebastián Ugarte, gerente general del emprendimiento, explica el trasfondo de la idea: Una vocación del proyecto es trabajar con otros. Esto implica trabajar con proveedores, con las organizaciones sociales, con los clientes -que en el caso de la vivienda social es el Estado- y en la capacitación

En 2013 empezaron a trabajar en realojos del Plan Nacional de Relocalizaciones, en convenio con la Intendencia de Montevideo. En un principio se proyectaron 20 viviendas, pero terminaron siendo 28. Era solo el comienzo.

En 15 años construyó unas 600 viviendas para el Sistema Público de Viviendas en distintos puntos del país en conjunto con el Plan Juntos del Ministerio de Vivienda. En 2017, ante las inundaciones que afectaron Artigas, Paysandú y Salto, construyeron 70 casas para realojar a la población. Entre 2023 y 2024 se construyeron 250 viviendas en un sistema mixto con Mevir

Las acciones de Ñandé pertenecen a la congregación salesiana en Uru-

El carisma salesiano se vive en el proyecto desde la cercanía, desde lo cotidiano, desde la confianza

guay. Aun así, no financian obras pastorales -como el salón de una parroquia-, sino a proyectos de capacitación para el trabajo. Esto no excluye la posibilidad de realizar trabajos en casas salesianas u otras instituciones religiosas como lo han hecho en el Centro Bosco La Tablada y el colegio Pedro Poveda.

Ñandé se sostiene con su propia producción: recibe ingresos por los trabajos que realiza. Nuestro desafío siempre fue mostrar que se puede tener una empresa productiva que no pierde dinero, explica De Angelis.

EL EQUIPO

Eliana Berrondo muestra más fotos: es un puñado de egresados de la Escuela de Oficios Don Bosco que llegaron a ser los primeros encargados de Ñandé. Somos un proyecto que da oportunidades, dice.

Berrondo llegó a Ñandé en marzo de 2012. Ya trabajaba en la Escuela de Oficios Don Bosco y Giúdice la convocó a ser parte de la empresa. Me resulta muy difícil un rol o una tarea específica. Estoy como asistente y en la parte administrativa, pero también

en el acompañamiento. Acá todos hacemos todo

El equipo de gestión lo integran cinco personas, a las que se suman 17 empleados en el taller, 15 en carpintería y dos herreros, además de una cuadrilla de construcción formada por unos 12 empleados efectivos.

AL ESTILO SALESIANO

Se vive desde la cercanía, desde lo cotidiano, desde la confianza, dice Berrondo para explicar cómo se manifiesta el carisma salesiano en la obra, y se queda en silencio. En la solidaridad, en el trabajo, en el creer, agrega después, y otra vez guarda silencio.

En febrero de 2026, la empresa cambiará de sede: se instalará en Justo Alonso González esquina Siete Cerros. El espacio actual quedó limitado y las maniobras para estacionar o cargar camiones son cada vez más difíciles. La nueva ubicación tampoco es un detalle menor. Está en Villa Don Bosco, en el noreste de Montevideo.

Allí, Ñandé espera seguir haciendo lo que mejor sabe, al estilo salesiano: construir oportunidades.

con nombre y apellido

Salvarse juntos Salvarse juntos

Gonzalo Martínez

Leonel Burone se sienta en la esquina de una mesa, revisa algunos mensajes y luego guarda el celular en el bolsillo. El gesto es casi automático y parece ser signo de una disposición interior a una charla que será, mejor dicho, un encuentro.

Su día es ajetreado. El sacerdote de 55 años va de camino a 18 de Julio y Barrios Amorín, donde pasa buena parte de sus horas desde hace algunos meses, cuando aceptó el desafío de ser parte del equipo del ministro de Desarrollo Social. Antes, hace una parada y le regala un rato a esta charla con el BS.

Dice preferir las fotos sin pose y logra hacer de una entrevista personal un diálogo que incluye a muchos más. Creo que no se trata de heroísmos personales, sino de personas que quieran comprometerse con la experiencia del encuentro, asegura. Cada pregunta sobre su historia personal tiene el matiz de una vida atravesada por la comunidad.

Has dicho que en tu niñez y adolescencia fuiste testigo de una comunidad salesiana metida en la sociedad y comprometida con la gente. ¿Cómo fue eso?

Los salesianos fueron, durante muchos años, la única presencia de la Iglesia en Juan Lacaze. Entonces todo lo que uno conocía tenía que ver con ellos y con las hermanas. Y una de las características de allí era el mundo obrero. Gran parte del pueblo se movía a través de dos grandes fábricas, la Campomar y Fanapel, más algún emprendimiento más chico, el trabajo en la pesca o en el puerto. Durante la dictadura fue una localidad muy comprometida con el movimiento sindical y tuvo siempre una impronta de mucho arraigo con los desafíos de la sociedad. En todo eso, los salesianos estaban muy presentes, no solo participando, sino también proponiendo. Ese compromiso social y comunitario fue marcando mi vida, mi familia, mis vínculos y, particularmente, mi vocación y mi vida de respuesta a Dios.

En tus años como sacerdote has estado en distintas obras, pero siempre comprometido con los sectores más desfavorecidos de la sociedad. ¿Qué aprendizajes destacás?

Lo del Evangelio: "Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque ocultaste estas cosas a los sabios y entendidos y las revelaste a los sencillos". El encuentro con Dios y el crecimiento personal, para mí, están vinculados a todo lo que he aprendido de caminar en comunidad y ser testigo de toda la potencia, la energía y la resiliencia de la gente sencilla, que tiene dificultades y se le niegan

oportunidades que toda persona merecería tener. Pero que de todo eso emerge la fuerza humana, que uno la descifra también como la potencia de Dios capaz de generar vida y sembrar valores muy profundos de cercanía, empatía, solidaridad y fraternidad. Eso ha sido un aprendizaje que ojalá pueda llegar a vivir más intensamente. No hay vuelta: es en la sencillez de la vida y en los vínculos cercanos donde se expande el amor y, para nosotros, el amor de Dios.

¿En qué lo ves reflejado?

Yo he sido testigo de la fuerza de la gente del barrio y de las clases popu-

lares que no se quedan ancladas y transforman esas necesidades en propulsores para pelearla. Durante la pandemia viví la experiencia de la red de ollas populares en Casabó con un par de vecinos que pusieron una ollita doméstica en una plaza y la gente lo poquito que tenía lo ponía a disposición. Cuando el más pequeño o el que parece más frágil no se guarda lo poco que tiene, sino que lo saca y lo comparte, se produce el milagro. Hay un montón de experiencias que hablan de esto La tarea de cada uno es poner a disposición de la dinámica comunitaria las capacidades y potencialidades que uno tiene para que, como el pan y los peces, se multipliquen.

Cuando el más pequeño o el que parece más frágil no se guarda lo poco que tiene, sino que lo saca y lo comparte, se produce el milagro.

En un sentido más conceptual, entonces, ¿qué es la comunidad?

Es un modo de vivir los vínculos y las relaciones. Lo comunitario se puede dar en cualquier dimensión, basta que haya un descubrimiento y una intencionalidad de vivir una vida en común y reconocer a los demás como parte de una familia. En definitiva, es la experiencia que intentamos vivenciar en la Iglesia: el saber que en distintos lugares, en distintos países y con diferentes culturas, nos sentimos hermanos y el otro me importa y me interpela. Es lo del buen samaritano, que se acerca pese a todos los prejuicios que había sobre él, después de que el sacerdote y el levita esquivaran a ese hombre golpeado. Ahí está la mayor explosión de la experiencia comunitaria. Vivir el aproximarse del modo más amplio posible y sentir que el otro es mi hermano.

Es un poco a contracorriente, ¿no?

Totalmente, porque no reditúa. Tiene que ver con lo que en su momento se hablaba de "la revolución del amor" Vivir desde lo que cada uno es, porque creo que no se trata de heroísmos personales, sino de personas que quieran comprometerse con la experiencia del encuentro. A veces, tendemos a trascender al que tiene determinadas capacidades, pero, en definitiva, todos tenemos algo y cada uno está llamado a ponerlo en juego para generar red y buscar esa revolución que es contracultural.

Hace un tiempo también estuviste vinculado al acompañamiento de jóvenes privados de libertad. ¿Cómo fue esa experiencia?

Fue una experiencia muy enriquecedora desde el encuentro, porque conocés a estos muchachos que en primera instancia aparecen con sus máscaras de violencia y dureza, pero que, desde otro lugar y con otros modos, dejan salir la persona. Desde la ternura a la fragilidad, el deseo de cambiar y encontrarle otro sentido a su vida, sus historias, sus sueños de tener otras oportunidades, sus enojos con la sociedad, sus vínculos de amor, especialmente con sus mamás, la fragilidad, el llanto y la confianza. También [se da] una gran dinámica de experiencia creyente y búsqueda de Dios. Recuerdo que nos pedían siem-

Todos tenemos algo para dar y cada uno está llamado a ponerlo en juego para generar red y buscar esa revolución del amor, que es contracultural.

pre Biblias y rosarios. Fue algo muy transformador.

Lo que vas compartiendo me evoca esa frase que popularizó mucho el papa Francisco: "nadie se salva solo". ¿Qué le dice esa expresión a tu vida y a tu mirada sobre el mundo?

Que es eso, que es verdad. Que nadie se salva solo. Esa frase, cuando la escuché de Francisco, me evocó otra de Paulo Freire de que "nadie salva a nadie y que siempre nos salvamos en comunidad". A nivel de fe se nos ha instalado la salvación como un concepto individual, que está bien, pero se nos ha ido perdiendo esa idea, que es la que yo entiendo que predica el Evangelio, que es la salvación comunitaria. Y si doy un paso más, que la salvación no es solo un concepto y una realidad del más allá, sino también del más acá. La vida eterna y todos estos conceptos que llamamos escatológicos" están

llamados a realizarse hoy Yo no me puedo salvar si me siento hermano tuyo y vos no estás salvado. Pensémoslo en el núcleo familiar: ¿puede sentirse un hermano que está salvado porque tiene cierto éxito en la vida, cuando su hermano, querido y amado, está perdido en el sinsentido, en las adicciones, en la falta de trabajo o en la falta de oportunidad?

¿Cómo se vincula todo esto con tu rol actual en el Ministerio de Desarrollo Social?

Es la oportunidad de que toda esta vivencia, por la cual fui convocado y por la que me sentí vocacionalmente llamado, pueda desarrollarse en niveles con mayor alcance Uno de los mayores ejes del Ministerio es pelear para intentar disminuir lo más posible las desigualdades sociales, con la confianza de que la comunidad organizada puede transformar mucho más potentemente la realidad.

AMAR A LOS MÁS FRÁGILES

León XIV publicó su primer documento papal inspirado en Francisco

En sus últimos meses de vida, el papa Francisco estaba preparando una exhortación apostólica sobre el cuidado de la Iglesia por los pobres, titulada Dilexi (Te he amado), vinculada c encíclica Dilexit nos (Dios nos amó) publicada en octubre de 2024, en la que reflexionaba sobre sobre el amor humano y divino del corazón de Jesucristo.

Aquel borrador quedó guardado tras la muerte del pontífice argentino, pero, meses después, fue recuperado por León XIV. El nuevo papa lo recibió como una herencia de su predecesor y lo hizo suyo añadiendo algunas reflexiones propias. El papa Francisco había hecho algo similar con un escrito iniciado por Benedic-

to XVI: Lumen fidei (La luz de la fe), que terminó convirtiéndose en su primera encíclica, firmada el 29 de junio de 2013, casi cuatro meses después de su elección.

La primera exhortación de León XIV vio la luz el 4 de octubre. Creo que la temática en este caso no es lo relevante, dice al BS el P. Valentín Goldie, sacerdote del clero de Montevideo y doctor en Teología Dogmática. Lo relevante es que ya es el segundo papa que inicia su pontifi-

cado presentando un material que tenía su esor.

ara Goldie, esta exhortación que leerla como un docuogramático, sino como un texto que quiere expresar cierta continuidad y respeto a su predecesor

UN LLAMADO UNIVERSAL

Una exhortación apostólica es un documento papal que, con un carácter pastoral, anima a los fieles a vivir el Evangelio en un tema específico. Los papas tratan de colocar cuál es su visión de la realidad de lo que hoy aflige al mundo, a la Iglesia y a la sociedad. Además, proyectan lo que ellos consideran que es el camino por donde los cristianos tenemos

que transitar en este tiempo, explica la Hna. Adriana Silva, religiosa salesiana y doctora en Teología Sistemática.

En Dilexi te, el papa León XIV invita a que todos los cristianos puedan percibir la fuerte conexión que existe entre el amor de Cristo y la llamada a acercarse a los más pobres. El cuidado por los más vulnerables es un elemento fundamental del ser cristiano, expresa Goldie. Por su parte, Silva agrega: No hay un auténtico catolicismo ni un auténtico amor a Dios si no llega a las expresiones concretas de hacernos cargo de los más pobres, de los más frágiles, de los que carecen o tienen mayores necesidades que otros.

La primera exhortación de León XIV tiene un total de 121 puntos distribuidos en cinco capítulos, que van de la clave bíblica y teológica del amor preferencial de Dios por los pobres, a su concreción histórica, pastoral y social.

En el primer capítulo, el pontífice aborda los numerosos rostros de los pobres y de la pobreza. Define la pobreza como un fenómeno diverso y advierte que no se reduce a la falta de bienes materiales, incluyendo también a quienes atraviesan situaciones de vulnerabilidad o injusticia: migrantes, personas excluidas, analfabetos o mujeres vulnerabilizadas.

León XIV describe una paradoja global: la riqueza crece, pero lo hace junto al aumento de la desigualdad; la pobreza sigue midiéndose con criterios obsoletos; miles de personas mueren a diario por problemas relacionados con la malnutrición; e, incluso en Europa, muchas familias no llegan a fin de mes. Si el papa está convencido de que la pobreza está aumentando es, justamente, porque su umbral de aceptabilidad está cambiando a ritmo mayor que el desarrollo económico, plantea Goldie.

UNA IGLESIA POBRE Y PARA LOS POBRES

Desde que se fundó hace 2000 años, la Iglesia camina junto a los pobres y cuida de ellos, y eso siempre ha sido parte esencial de su misión. El mismo Dios se hizo pobre: nació en un pesebre y eligió la sencillez como puerta de entrada al mundo.

En el pregón de Navidad, uno lee lo que está sucediendo en la historia y de repente se encuentra en un rincón perdido, en un lugar marginado. Es ahí donde se está jugando la historia de la humanidad y eso marca la forma de actuar de Dios, en la forma más marginal a los ojos de los hombres. Ahí Dios empieza a desarrollar su proyecto, reflexiona el sacerdote.

En Dilexi te, el papa León XIV recuerda a santos y santas que entregaron su vida al servicio del

Evangelio: los que asistieron a los enfermos, los que se quedaron al lado de quienes estaban por morir, los que educaron a los pobres, los que alentaron movimientos populares, los que acompañaron a migrantes y trabajaron por la liberación de los cautivos. Es impresionante verlo todo junto, opina el sacerdote. Es ver toda la historia de la Iglesia y ver la cantidad de santos que han vivido su vida cristiana heroicamente en el cuidado con los más pobres

Para el papa, ocuparnos de los más débiles es un camino esencial de santificación.

Silva explica que esto tiene que ver con asemejarse y configurarse con Cristo.

UNA ADVERTENCIA CLARA

Goldie y Silva coinciden en que la primera exhortación apostólica de León XIV es un llamado de aten-

No hay un auténtico catolicismo ni un auténtico amor a Dios si no llega a las expresiones concretas de hacernos cargo de los más pobres

Hna. Adriana Silva

ción a los católicos al decir que, aunque el Evangelio es preciso a propósito de la atención a los marginados, muchos continúan pensando que pueden excluir a los pobres de sus atenciones

La opción preferencial por ellos es esencial en el cristianismo. Por eso los amamos, no por una cuestión política ni ideológica. Por eso no somos una organización. Amamos a los pobres porque reconocemos en ellos a Cristo y porque reconocemos esa imagen y semejanza de Dios, expresa la religiosa salesiana.

En Deus caritas est, la primera encíclica escrita en 2005 por Benedicto XVI, el papa alemán manifestó que

la atención a los vulnerables es una parte esencial y no opcional de la misión de la Iglesia, inseparable de la proclamación de la Palabra y la celebración de los sacramentos. Creo que este es un aspecto que tenemos que tener en cuenta y creo que toda comunidad cristiana debería tener una caridad institucionalizada, por llamarla de algún modo, dice Goldie.

DE LAS PALABRAS A LA ACCIÓN

El mensaje de León XIV es contundente a lo largo de todo el texto. En el penúltimo punto plantea: Una Iglesia que no pone límites al amor, que no conoce enemigos a los que combatir, sino solo hombres y mujeres a los que amar, es la Iglesia que

necesita el mundo hoy.

En línea con esta frase, Silva reflexiona: Este documento nos invita a entrar en la lógica de amar gratuitamente, no un amor que termina siendo un trueque: 'Te amo porque me amas, te amo porque me das, te amo porque me conviene'. Sino amar porque eres amado por Dios

Ahora, el desafío es que cada comunidad lea la exhortación apostólica. Que la profundice. Que vuelva sobre ese texto cuantas veces haga falta. Que cada uno mire de cerca lo que pasa en su barrio, en su parroquia, en su obra social. Y que después traduzca esas palabras en gestos concretos, porque el amor a Cristo y el amor a los pobres son inseparables

INFOGRAFÍA: SÍNTESIS DE DILEXI TE

Primera exhortación apostólica del papa León XIV.

Amar a Cristo implica amar a los pobres.

En una frase: 67 -50 %

5 capítulos

menciones a la pobreza

citas bíblicas

50% menos extensa que Evangelii gaudium

VIENTOS DE ESPERANZA

Película: El niño que domó el viento (2019)

Disponible en Netflix

A veces, la realidad nos enfrenta con silencios que duelen, puertas que se cierran o días que parecen repetirse sin prometer nada nuevo. La historia de El niño que domó el viento nace de una comunidad cansada que, azotada por el campo árido, empieza a perder la esperanza. La sequía golpea sin clemencia y los cultivos comienzan a escasear mientras las familias se desmoronan frente a la impotencia.

En medio de ese panorama que no deja resquicios, aparece un niño que no hace ruido y se atreve a mirar más lejos. ¿De dónde brota esa valentía que hace posible creer aun cuando todo invita a rendirse?

A William le alcanza un corazón inquieto, una curiosidad que no se apaga y una fe sencilla que lo anima a preguntarse si no habrá otra manera de vivir. En ese contexto, le llama la atención cómo un libro de ciencias explica el movimiento del viento como quien busca descifrar un misterio. Y en esa búsqueda casi obstinada pero paciente, descubre que la búsqueda del bien para todos los hombres y mujeres empieza en lo pequeño, en lo que otros descartan, en esos gestos mínimos que sostienen la vida.

Lo más hondo de su historia no es un invento, sino el modo en que esa creación se vuelve entrega. William no quiere destacarse, sino servir y ayudar a su comunidad. Mientras las familias van perdiendo fuerzas, él encuentra caminos donde hasta ahora nadie ponía atención: una bicicleta vieja, algunos restos de chatarra y un libro que le abre una posibilidad. Su molino improvisado termina

siendo, más que una solución técnica, un signo. Porque cuando las aspas giran, lo que vuelve no es solamente el agua, sino la dignidad, la confianza y la certeza de que juntos, como comunidad, pueden levantarse.

Todos convivimos a diario con distintas sequías que no siempre se ven. La falta de escucha, de presencia, de oportunidades, de gestos que sostengan. Y, sin embargo, en medio de esas fragilidades aparecen personas que mantienen viva la esperanza sin grandilocuencias. Educadores que acompañan sin prisa, jóvenes que eligen servir, comunidades que se unen para cargar juntos lo que pesa.

Son constructores cotidianos del bien común, hombres y mujeres que sostienen la vida de otros y que son testigos de un Reino que no llega con estruendo, sino en la sencillez de quienes se animan a cuidar

Y es ahí donde Dios sigue obrando, en la paciencia que abraza, en la palabra que reconcilia, en la confianza que vuelve a nacer Allí, donde alguien te hace sentir que valés la pena, renace esa fe que parecía dormida. ¿Y si también nosotros pudiéramos convertirnos en ese pequeño viento que ayuda a otros a ponerse de pie?

Tal vez no podamos transformar el mundo entero, pero sí poner a girar pequeños molinos que devuelvan vida donde parecía no haberla. Lo maravilloso es que cuando estos gestos se suman el Reino de Dios florece silencioso, como un molino que empieza a girar sin que nadie se dé cuenta hasta que, de pronto, vuelve el agua.

LA SEGUNDA MAMÁ DE DON BOSCO

Cuando Don Bosco se instaló en Valdocco, arrastraba desde hacía un tiempo una bronquitis que lo tenía al borde de la muerte. Sus colaboradores estaban preocupados: Don Bosco escupía sangre, y Juliette François Victurnie Colbert de Maulévrier, más conocida como la Marquesa de Barolo, entendió que, si seguía con ese ritmo de trabajo incansable, iba a morir. Le aseguró su salario y facilitó las cosas para que descansara en su I Becchi natal y pudiera recuperarse. Al volver, Don Bosco llamaría a esta extraordinaria mujer su segunda mamá.

Heredera de una antigua aristocracia francesa, Juliette se había casado con Carlos Tancredo Falletti, marqués de Barolo, de la corte de la Casa Saboya. No tuvieron hijos y manejaban una fortuna superior a la de la familia real. Sin embargo, tenían un corazón grande y sensible a la realidad social en la que vivían. Con sus riquezas fundaron muchas obras de promoción social, especialmente para las mujeres, que en todos los sentidos eran las más desprotegidas. Cuando su marido falleció, ella continuó con las obras bajo su gestión.

A los 29 años comenzó a frecuentar las cárceles de mujeres, donde, conmovida, les enseñaba higiene, los rudimentos de lectura y escritura, además de catequesis. A pesar de la oposición de las autoridades, estableció clases, talleres y retiros espirituales para las reclusas. Incluso obtuvo permiso para construir una cárcel donde las mujeres pudieran vivir en mejores condiciones.

Para aquellas que salían de prisión sin ninguna posibilidad de futuro, fundó El Refugio, que llegó a albergar hasta 300 mujeres. Era un lugar seguro para su cuidado, protección y educación. Cuando Don Bosco comenzó a buscar

un espacio para su oratorio con los primeros jóvenes, la Marquesa le permitió utilizar sus instalaciones durante un tiempo.

Instaló en su propio palacio la primera guardería infantil de Turín. Gestionó también una escuela y un comedor gratuitos para la gente más pobre de la ciudad, muchos de ellos en situación de calle. Fundó varios institutos religiosos dedicados a la educación, incentivo y cuidado de mujeres en situación de vulnerabilidad. Además, abrió el Hospitalito de Santa Filomena, que llegó a albergar hasta 120 niñas con discapacidades que no accedían a la atención básica en los hospitales de la ciudad.

Siempre cercana a Don Bosco, lo ayudó económicamente durante toda su vida en el sostenimiento del Oratorio. Al conocerlo, dijo encontrar en él a un verdadero hombre de Dios

Generosa con todos, sobre todo con los más pobres, puso toda su riqueza al servicio de ellos, porque sabía que, a la hora de su muerte, mucho se le exigiría, porque mucho había recibido.

Juan Manuel Fernández SDB

Una vida gastada en darlo a conocer

Varias generaciones pasaron por sus clases de catequesis y descubrieron, gracias a la música y la cercanía de Miriam Pesce, un primer rostro de la fe. Su larga dedicación fue reconocida este año por la Vicaría de la Educación de la Arquidiócesis de Montevideo.

Miriam Pesce entra al salón y, en cuestión de segundos, los niños ya están formando una ronda para sentarse en el piso y escucharla. Ella toma una silla, se coloca a su altura y les habla. Su voz es serena, envolvente, cómplice. Los chicos no le apartan la mirada. La observan. Y les anticipa que se viene un canto.

Toma la guitarra y suenan unos acordes. Algunos de los más desfachatados comienzan a agitar los brazos. La música se hace danza y, al mismo tiempo, oración. Yo tengo un amigo que me ama, me ama, me ama. Lo repiten una y dos veces. Su nombre es Jesús, remarcan.

Termina el canto y ninguno de los pequeños ha despegado la vista de esa mujer que, en un par de minutos, ha logrado encender en ese salón del Instituto María Auxiliadora (IMA) una atmósfera de ternura y afecto en formato musical.

Lleva 56 años en las aulas, pasillos y patios de ese colegio. Y ese grupo de primer año que festeja el breve canto es uno más en las decenas de generaciones que han sido testigo del testimonio creyente de una persona que, al decir de sus propios compañeros de IMA, ha gastado cristalinamente la vida para que los gurises descubran la fe.

En ese marco, la Arquidiócesis de Montevideo reconoció en setiembre su trayectoria comprometida con la educación católica. Ella, sin embargo, se define solamente como una enamorada de Jesús

DE LA MANO DE MARÍA

Miriam no olvida aquella tarde en julio de 1969 cuando, recién mudada a Montevideo de su Paysandú natal, salió a conocer su nuevo barrio.

Al llegar a la esquina de las calles Canelones y Magallanes, en el corazón del barrio Cordón, miró hacia arriba y, en una gruta, vio la imagen

del árbol salesiano
Familia Salesiana

de la virgen Auxiliadora a la que tanto había aprendido a querer en sus años como alumna del colegio sanducero de las Hijas de María Auxiliadora (FMA). No tenía idea de que esa era la puerta del IMA y tampoco que ese lugar se convertiría en uno de sus sitios en el mundo.

Allí dio clases en inicial y en primaria, enseñó plástica y catequesis. Se hizo salesiana cooperadora, fue madre, abuela y bisabuela. La expresión de que aquel que entra en una casa salesiana, María lo trae de su mano es realmente literal. ¡Es el resumen de mi vida!, dice, emocionada.

Desde hace más de dos décadas está abocada a la evangelización de los más chicos del colegio y, aunque le encantan todos, se sorprende de sí misma por cómo disfruta trabajar con los pequeños de uno y dos. Yo arranco jugando y cantando canciones de animalitos, que es lo que ellos tienen más cercano, y después los voy llevando poquito a poquito a conocer a Jesús, explica. Dice que transmite lo que vive por lo que, entonces, la entienden más. En el lenguaje llano e inocente con el que narra su trabajo se deja a entrever el corazón mismo de su búsqueda.

¿Qué buscás transmitir?

Que tenemos un papá Dios. Que es el creador y que ha pensado en cada uno de nosotros aun antes de que naciéramos responde.

EL RECONOCIMIENTO DE LA ARQUIDIÓCESIS

Alegría, emoción y honor fueron los sentimientos que Miriam palpó en el pecho cuando, hace algunas semanas, la Vicaría de Educación de la Arquidiócesis de Montevideo la reconoció por sus años de compromiso con la educación católica. Fue en el marco de la octava edición de los premios José Benito Lamas.

Pero, en lo más hondo, el galardón

fue para ella el signo de un Dios que le sigue diciendo aquí estoy, espero de ti, te acompaño, ve adelante, confía. En eso se sostiene para agradecer lo vivido y proyectarse en lo que vendrá en su vida personal y laboral.

En un mundo donde cada vez cuesta más hacer silencio y encontrar el eco interior, Miriam descubre en los espacios de catequesis una alternativa. Un mensaje distinto, acaso contracultural, que compartirle a los gurises. Busco que sientan que Él siempre está. ¡Que nos protege!

¡Que no teman más allá de lo que les pueda pasar!

En ese afán descubre a Don Bosco como su prototipo de educador, un espejo donde sentirse reflejada y cautivada para ser instrumento de un amor más grande. Su sensibilidad salesiana es el resultado casi natural de tantos años compartidos con las FMA y, también, de su pasaje como docente y tallerista del Colegio Maturana.

Allí ha podido descubrir a un Dios al que, sobre todo, le está agradecida.

Espiritualidad

Hace unos días estuve leyendo, en el último número de Sal Terrae, un excelente artículo de Agustín Blanco, profesor en la Universidad de Comillas, sobre el fenómeno de la polarización en la sociedad. Aplicándolo a la política, el autor hace un análisis exhaustivo y saca interesantes conclusiones. Transcribo libremente algunas ideas:

Si, como dice el Eclesiastés, todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora, quizá los tiempos del ruido y la furia, los tiempos de confrontación y negación del otro están reapareciendo. Y nos olvidamos que hemos sido creados para la construcción del bien común El Parlamento ha dejado de ser el templo de la palabra, de la argumentación y del diálogo el ágora mítica de la polis aristotélica para convertirse en escenario de representación teatral y, cada vez con más frecuencia, en graderío vociferante de insultos y aclamaciones acríticas. La deliberación en búsqueda de acuerdos que nos permitan vivir juntos y progresar como comunidad ha dado paso a la ley de hierro de las mayorías parlamentarias, lo que amenaza con degradar las democracias liberales tradicionales por la pendiente que conduce a simples democracias electorales, presas fáciles para todo tipo de autoritarismos y populismos ideológicos o tecnocráticos.

A pesar de que este análisis responde a la situación del país en que escribe el autor, todos podemos aplicarlo a nuestra situación política nacional. Esta libre transcripción es para nosotros un fuerte llamado de atención.

Dios nos creó y nos llama a ser constructores del bien, de la fraternidad y de la paz en esta nuestra casa común.

El bien común es una idea profundamente arraigada en la filosofía, la ética, el derecho y la teología, que se refiere al conjunto de condiciones que permiten a todos los miembros de una comunidad alcanzar su plenitud humana y vivir con dignidad. No se trata de la suma de los intereses individuales, sino de algo que beneficia a todos, incluso si exige sacrificios personales.

Desde Platón y Aristóteles hasta Tomás de Aquino, el bien común se ha entendido como el fin de la vida social. Aquino afirmaba que toda ley se ordena al bien común, lo que inspiró la Doctrina Social de la Iglesia.

Justamente, el Evangelio está impregnado de esta búsqueda. Jesús, enviado por su Padre, se hizo uno de nosotros para decirnos con su ejemplo y su palabra cómo debíamos encarar y dar sentido a la vida.

Somos criaturas de ese Dios amor que quiere construir su Reino para todos nosotros. En cada página del Evangelio, Jesús nos dice lo que Dios espera: que colaboremos incansablemente para que en este, nuestro mundo, seamos artífices del gran banquete en que celebremos la fiesta de la fraternidad de los hijos de Dios, y demostremos, como decía el papa Francisco, que todos somos hermanos

Somos artífices del Reino de Dios. Somos protagonistas de la fraternidad. Somos constructores del bien común.

sintonizando

Santos de lo cotidiano

Don Bosco y Madre Mazzarello nos dejaron una fórmula muy sencilla: la santidad en lo cotidiano. Reconocer la presencia de Dios en nuestra vida, en el aquí y ahora, en el lugar y en el tiempo en que vivimos, en el servicio al que somos llamados, en la familia, en la escuela, en el trabajo, con las personas que Él nos confía.

Nuestros Fundadores son un ejemplo de esta adhesión atenta, vigilante y amorosa a la voluntad de Dios. Don Bosco asume el principio de la encarnación como elemento fundamental de su espiritualidad. Cristo se ha encarnado en nuestra vida, ha tomado nuestra forma, ha acogido nuestra historia de la que Él es parte viva, ha sanado nuestras heridas, ha redimido nuestros pecados. Es Él quien nos ha liberado para entregarnos a Él en la búsqueda cotidiana de su voluntad sobre nosotros y sobre las personas confiadas a nuestro cuidado.

Para Madre Mazzarello, el tiempo que pasaba rápido era un llamado a no distraerse con demasiadas ocupaciones externas. La idea de la eternidad la ayudaba a centrarse en el don de Dios en el aquí y ahora, reconociendo que, más allá de carencias y dificultades, estaba presente el Señor con toda su fuerza y su luz.

Para Don Bosco era natural caminar con los pies en la tierra y la mente orientada al cielo, como si estuviera en contacto con lo invisible. La atención a la realidad social, a la pobreza y al abandono de tantos jóvenes no lo apartaba de la contemplación de Dios.

Lo que descubrimos en Don Bosco y en Madre Mazzarello es un sendero que también nosotros debemos realizar hoy. Don Bosco resume su visión de la vida en formar buenos cristianos y honrados ciudadanos. Quien vive con el Señor no puede dejar de asumir su responsabilidad en

medio de los demás; por eso educa a los jóvenes en la sociabilidad, incluso en la dimensión misionera, a sentirse dentro de su tiempo como una presencia activa capaz de mejorar la sociedad. Así, la educación se convierte en un medio eficaz para liberar a los chicos de los peligros de la calle y mostrarles la posibilidad de realizarse como personas libres responsables de su camino.

En este sentido debe leerse también la misión presente en la espiritualidad y vida salesianas. Es un concepto amplio, que va de lo cercano a lo lejano. No se comprende el impulso misionero de Don Bosco sin esta

trabajo y el sacrificio para a asumir las pequeñas responsabilidades que su familia le confiaba de cuidar de sus hermanos y ser un apoyo de sus padres.

En su búsqueda de vocación, su encuentro con la espiritualidad salesiana a través de la lectura del Boletín Salesiano fue fundamental.

María Troncatti se asemeja a muchas Hijas de María Auxiliadora, a tantos salesianos y a tantos jóvenes y adultos de nuestro tiempo. ¡La santidad misionera es posible para todos si está arraigada, como en su caso, en Cristo Jesús!

lógica del compromiso cotidiano. Es de esas experiencias concretas que surge el fervor para cruzar el océano.

Recordamos, entonces, la primera expedición misionera de los Salesianos a la Argentina, cuyo aniversario celebramos el 11 de noviembre. También traemos al corazón la alegría de la canonización de María Troncatti, una misionera muy sencilla, humilde y modesta, criada en las montañas, donde aprendió el valor del

Como Familia Salesiana, somos llamados, en este momento de la historia, a interpretar la realidad de nuestras vidas, de la sociedad, del mundo y de la Iglesia. A realizar nuestra vocación misionera partiendo de la situación concreta en la que nos encontramos, aportando nuestra contribución única e irrepetible a la construcción de la bondad y la paz en nombre de Jesús.

EN CLAVE DE DERECHOS

Sofía Horvath quiso experimentar en su trabajo lo que vivió de joven cada Sábado en el oratorio y hace varios años que se dedica al acompañamiento de personas en situación de vulnerabilidad

Mi vocación por el trabajo social se remonta a la época del liceo, donde conocí las experiencias de servicio y voluntariado, y encontré una forma de estar en el mundo, dice Sofía Horvath, licenciada en Trabajo Social, que desde hace 13 años dedica su vida profesional a proyectos sociales en distintos territorios y con diversos énfasis.

Su adolescencia, marcada por la formación salesiana, sembró en ella el deseo de llevar a su vida cotidiana lo que respiraba cada fin de semana en el oratorio. Esa inquietud, junto con un compromiso social evidente

cuando se la escucha conversar con el BS, fue el impulso para soñar con transformar la realidad. Aunque ella misma aclara enseguida que el cambio más profundo, antes que afuera, ocurrió en su propio corazón.

Hoy, Sofía es coordinadora de un proyecto vinculado a la juventud y al empleo en la Escuela de Oficios Don Bosco, y de otro en el ámbito estatal, donde trabaja con mujeres víctimas de violencia basada en género. En los dos espacios, su rol combina la gestión con el acompañamiento de personas en situaciones de vulnerabilidad.

Su día a día es dinámico e incluye desde asuntos de recursos, entrevistas y talleres, hasta instancias de acompañamiento y apoyo a los equipos de trabajo. El punto en común de todas sus tareas es el desvelo de estar disponible para el otro, abierta a la escucha activa y el diálogo sincero.

Allí es donde su labor técnica y lo afectivo se encuentran constantemente. Y para Sofía, eso tiene mucho sentido, porque allí radica el corazón de su opción vocacional: la riqueza está en el vínculo, explica.

CONSTRUIR NUEVOS HORIZONTES

Tanto en la Escuela de Oficios como en el proyecto con mujeres víctimas de violencia, Sofía es testigo de cómo el acceso a un empleo, a la educación o a la salud, o a un espacio de escucha y contención tiene la potencialidad de transformar la vida. Muchas personas llegan sin deseos y sin sueños, porque sus realidades se convirtieron en supervivencia, por eso es importante construir la posibilidad de desear como una alternativa viable y real, explica.

Para ella, el trabajo de intentar construir nuevos horizontes a través de la empatía y la restitución de derechos es la forma más clara de buscar el bienestar colectivo y, así, aportar un granito de arena al sueño de una sociedad más justa y equitativa. Estoy convencida de que todas las personas deberíamos tener derechos garantizados. Buscar eso es querer el bien común, dice.

En esa visión hay mucho de la herencia salesiana que atravesó buena parte de su adolescencia, visible en la manera en que se pone al lado de

quienes acompaña. Me parece central que la alegría, la amabilidad y la construcción de espacios de familiaridad estén presentes, explica. Saludar a cada uno por su nombre y disponerse al diálogo con tiempo y apertura son aspectos innegociables en su modo de ser educadora

EL VALOR DE LA CONFIANZA

Cada historia que conozco me deja millones de aprendizajes, asegura ante la consulta sobre qué cosas ha cosechado como enseñanzas en sus roles como técnica y educadora. La solidaridad y la capacidad de las personas de transformar sus propias realidades es de lo que más la conmueve. Es mucho lo que pueden lograr cuando sienten que alguien confía en ellas, explica.

Pero la frustración también es parte del camino y está presente. A veces, vemos que las personas tienen mucho potencial, pero tenemos que ser pacientes y respetar los tiempos de cada uno, indica. Igual de desafiante es aceptar cuando las cosas no salen como se esperaba.

Más allá de las historias, todas muy diversas y algunas de ellas muy duras, el humor y la alegría son catalizadores que ayudan a acompañar y a hacer camino. El disfrute de compartir el tiempo es muy importante, subraya.

MIRAR EL FUTURO

Hoy, Sofía está finalizando una maestría que representa un paso más en ese proceso de crecimiento que quiere seguir transitando. Su sueño es seguir vinculada toda la vida a proyectos sociales y contribuir a la construcción de políticas públicas centradas en la equidad y la garantización de derechos. Me gusta ser parte de esto, dice convencida.

Sobre el final de la charla, comparte una certeza profunda: la forma en que recibimos a cada persona puede cambiarlo todo. Es importante recibir desde el afecto, sin juzgar, buscando la singularidad y la potencialidad que tiene cada uno, explica. En ese gesto de bienvenida -único, irrepetible y profundamente humano-, Sofía hace que se encarne el sueño del bien común.

en pocas palabras

Fotogalería

LA FÁBRICA DE CHOCOLATES

Un nuevo musical volvió a reunir a la familia del Colegio Maturana. Más de 150 artistas entre alumnos, docentes, padres y exalumnos dieron vida a La fábrica de chocolates, un espectáculo que convirtió el nuevo Multiespacio Cultural en un lugar desbordado de música, color y trabajo colectivo de la comunidad educativa. Las 12 funciones convocaron a 2700 espectadores en apenas ocho días.

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