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03
CARTA DEL INSPECTOR
Venga a nosotros tu Reino

08
Guiada por una inexplicable voz interior

04 ¡SÍ, HAY ALGO NUEVO BAJO EL SOL!
Comprometidos con el sueño de la casa común


18 AQUÍ Y AHORA
Amar a los más frágiles

23 SABOR A BUENAS NOCHES La segunda mamá de Don Bosco
Una vida gastada en darlo a conocer CONFIAMOS EN CADA PASO

27 SINTONIZANDO CON DON BOSCO Santos de lo cotidiano

07SINTONIZANDO CON DON BOSCO Sin esperar el aplauso

10 VALE LA PENA VIVIR ASÍ Construir oportunidades La fábrica de chocolates
Salvarse en comunidad

Vientos de esperanza


Protagonistas de la fraternidad



Revista de información sobre la Familia Salesiana y de cultura religiosa
Director: Lic. Juan José Malvárez
Editor responsable: Lic. Gonzalo Martínez
Columnistas: P. Juan Algorta sdb, Joaquina Bertoletti, Victoria Casal, Hna. Chiara Cazzuola y Juan Manuel Fernández sdb.
Equipo de redactores: Fabián Caffa y Elisa Juambeltz.
Fotografías: Sofía Cayota, Josefina Du Pré, Mathías Seris, Pixabay, Unsplash y archivo del BS.
Corrección: Manuela Harretche
Diseño: Gustavo Baumann Impresión: Mosca
Departamento Comercial: Luis Gómez Email: boletinsalesianouruguay@gmail.com
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Afiliado a la Cámara Uruguaya del Libro. Depósito Legal: 366.191
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Hay momentos en que el Reino de Dios se hace visible en lo pequeño. En una palabra compartida con cariño, en un gesto paciente, en la alegría de un niño que aprende, en una comunidad que se une para servir. Allí, en lo sencillo y cotidiano, algo del amor de Dios se asoma y transforma la historia.
El Reino no es una obra que construimos por nuestra cuenta. Es, ante todo, un regalo de Dios, una presencia que brota de su pasión por la humanidad y por la creación. Es su amor actuando, su justicia abriéndose paso, su ternura que se filtra en nuestras manos, en nuestras calles, en nuestra misión.
Y, sin embargo, Dios nos hace capaces de participar en su obra. Nos invita a ser coconstructores de ese Reino, a dejar que su Espíritu despierte en nosotros la creatividad, la esperanza y el deseo de
bien. Cada experiencia de servicio, cada encuentro, cada paso que damos hacia los demás tiene una profundidad que no siempre alcanzamos a ver, pero que el Evangelio reconoce como semilla del Reino.
Este número del Boletín Salesiano quiere invitarnos a mirar la vida así; a descubrir en las historias que compartimos -en el trabajo, en la educación, en la solidaridad, en el encuentro con otras realidades- esos signos silenciosos pero reales del Reino de Dios que sigue creciendo entre nosotros.
Que esta lectura te ayude a reconocerlo, a agradecerlo y a dejarte transformar por él.


Elisa Juambeltz
La Intendencia de Montevideo premió al Colegio Luján con el sello Montevideo Más Verde Más, el máximo reconocimiento que otorga a instituciones comprometidas con la educación ambiental

Cuando Rossana Marenco asumió la dirección del Colegio Luján, en 2019, se encontró con una institución con una sensibilidad especial por el cuidado del ambiente. Ese mismo año, un grupo de primero comenzó una campaña de recolección de tapitas de botellas, pero ni ella ni aquellos gurises imaginaron que eso sería la semilla de un proyecto más profundo, que fue permeando en toda la institución con la inspiración de la Laudato Si' del papa Francisco, y que este año tuvo como corolario un reconocimiento por parte de la Intendencia de Montevideo (IM).
La comuna capitalina le otorgó al colegio el sello Montevideo Más Verde Más, la máxima distinción ambiental, en el marco de un programa que apuesta por un cambio
cultural en relación al cuidado de la casa común.
El proceso de postulación inició en marzo e implicó distintas etapas. La primera fue elaborar un video de dos minutos y medio mostrando los avances de la institución en materia ambiental. Y, aunque el video se hizo con mucho esfuerzo de toda la comunidad, el colegio logró pasar a la etapa de votación pública y, más tarde, se clasificó finalista.
La sorpresa llegó cuando, al sumar el puntaje, el Colegio Luján obtuvo el primer lugar. No te puedo decir lo que fue dar esa noticia, un mega festejo , dice la directora al BS. Haber recibido este sello nos sigue desafiando a más, queremos seguir creciendo , agrega.


EL RECORRIDO DE LA DISTINCIÓN
Ese primer e incipiente esfuerzo de clasificación de tapitas tuvo un nuevo empuje después de la pandemia. Tras el regreso a la presencialidad, el colegio que va desde el maternal hasta 6.° año de primaria instaló terminales diferenciadas de residuos y organizó una jornada de plantación con las familias. Luego hizo gestiones con la comuna para autorizar el uso de bolsones de reciclaje en la institución. No había antecedentes de que un centro educativo privado tuviera estos bolsones, pero después de mucha insistencia, lo logramos , cuenta Rossana.
El acuerdo incluyó una capacitación obligatoria para todo el personal y ese fue el principio de un vínculo interinstitucional que catalizó la llegada de otros proyectos: la IM brindó más talleres y el colegio participó en una propuesta de Ánima Educativa para realizar un cortometraje ambiental. Así se creó Los tres mosqueteros en contra de la contaminación . Los chiquilines llevaron a cabo todo el proceso: elaboraron el primer dibujito y trabajaron hasta darle movimiento para llegar al producto final , recuerda la directora.
En 2023, gracias a una invitación de

la Intendencia, y como resultado de esa serie de acciones llevadas a cabo, el colegio obtuvo su primer Sello Montevideo Verde. Ese año también participaron en el stand de la Familia Salesiana en la Expo Uruguay Sostenible y, a los pocos meses, cuando el colegio incorporó Pensamiento Computacional para los más pequeños, se hizo un enfoque en la reutilización de recursos.
Allí trabajaron intensamente con materiales reciclados y desarrollaron ideas creativas en esa línea. Hoy en el colegio hay de todo y todo se reutiliza. Eso es muy importante para los chiquilines , señala Rossana.
Pero, por si fuera poco, el colegio también incorporó la huerta Papa Francisco , propuso talleres con la regla de las 3R reducir, reciclar y reutilizar y promovió la conciencia sobre la cocina saludable. A su vez, ha ido desarrollando materiales de divulgación de buenas prácticas medioambientales.
La distinción es, para la comunidad, una ratificación del camino educativo pastoral que vienen construyendo. Las prácticas de educación ambiental
están integradas a la vida cotidiana de los estudiantes, de los educadores y de las familias. Para los chicos es parte de su quehacer diario , explica Marenco, y dice que eso ha ido permeando cada vez más en las familias. Hay padres de niños muy pequeños que nos cuentan que en sus casas ya no pueden tirar un papel sin que sus hijos les llamen la atención , asegura.
Cuando llegan chicos nuevos al colegio, son sus propios compañeros los protagonistas del proceso de inmersión. Ellos mismos son los que los guían , cuenta. Para los educadores, la experiencia reafirmó el valor del trabajo en conjunto: Nos une tener una causa común y es fundamental hacer partícipes a todos de todo , dice Marenco.
En la base está el espíritu del cuidado del que tanto habló el papa Francisco. Mirando hacia adelante, el colegio sueña con ampliar su impacto en la zona, convertirse en centro de recolección de tapitas o envases, y seguir creciendo en calidad educativa, pastoral y humana. Queremos seguir apostando a la calidad en todo sentido , dice Rossana. Y concluye con algo que define el espíritu del Luján: Estamos convencidos de lo que hacemos y eso se nota .
Don Fabio Attard - XI Sucesor de Don Bosco
Humildad y caridad en la educación de los jóvenes
En el Evangelio de Lucas, encontramos
la historia de cuando Jesús acepta la invitación a cenar en la casa de un importante fariseo y entra en un espacio lleno de cálculos sociales y actitudes religiosas superficiales, donde la cena se convierte, de hecho, en un teatro de la ambición humana en el que los invitados compiten por posiciones que reflejen su estatus e importancia. Jesús, siempre agudo observador de la naturaleza humana, transforma este momento de maniobras sociales en una profunda enseñanza sobre los fundamentos mismos del discipulado cristiano. Tratemos de comprender cómo esta situación nos habla a nosotros que estamos comprometidos con la educación y la evangelización de los jóvenes.
Jesús observa cómo los invitados eligen los lugares de honor, revelando una tendencia humana fundamental que va mucho más allá de la etiqueta de la cena. Esta carrera por los primeros puestos expone lo que podríamos llamar «la ilusión del prestigio», la falsa creencia de que nuestro valor y nuestra eficacia se miden por el reconocimiento, el estatus y los honores que otros nos otorgan.
Es una ilusión que también nos atrapa a nosotros, los educadores y educadoras que nos dedicamos a la pastoral juvenil. Es una tentación que se manifiesta de muchas maneras. Podemos encontrarnos buscando el aprecio de los padres, el reconocimiento de los administradores o la gratitud de los estudiantes. Podríamos competir inconscientemente con nuestros colegas por la etiqueta del «más eficaz» o la reputación del que «todos quieren». El deseo de prestigio puede infiltrarse sutilmente en nuestra misión, y transformar lo que debería ser un servicio desinteresado en una actuación que sigue nuestra propia agenda. Cuando actuamos desde este lugar, enseñamos a los jóvenes que las relaciones son transaccionales y utilitarias, que el amor debe ganarse a través del rendimiento y que los demás son un trampolín para nuestras ambiciones personales

ELEGIR EL ÚLTIMO LUGAR
La enseñanza de Jesús de ocupar el lugar más bajo es más que una estrategia social: requiere un cambio fundamental en la orientación del corazón. La verdadera humildad no es autodesprecio ni falsa modestia, sino más bien una comprensión precisa de nuestra posición ante Dios y en relación con los demás.
En los contextos educativos y pastorales, elegir el último lugar significa acercarse a los jóvenes sin la presunción de que nuestra edad, experiencia o posición nos otorgan autoridad o respeto automáticamente. Significa estar dispuestos a aprender de ellos, a dejarnos sorprender por sus intuiciones y a reconocer cuando no tenemos respuestas. Esta humildad crea espacio para que surja una relación auténtica.
Jesús pasa, entonces, de comentar la humildad personal a proponer la caridad estructural: invitar «a los pobres, los lisiados y los ciegos», en lugar de a aquellos que pueden corresponderle, supone un replanteamiento radical de la relación basada en el don más que en el intercambio.
Con demasiada frecuencia, nuestra energía y atención se centran en los jóvenes que son más fáciles de tratar y son más receptivos a nuestros esfuerzos. Naturalmente, invertimos en relaciones que nos proporcionan
comentarios positivos y resultados visibles.
Pero Jesús nos desafía a un cálculo diferente, a buscar a aquellos que no pueden mejorar nuestra reputación ni hacer avanzar nuestros planes: el estudiante con dificultades, el adolescente socialmente torpe, el joven con un pasado difícil, aquel cuyas preguntas desafían nuestras cómodas suposiciones. Estos son los que más necesitan nuestra preocupación y los que más pueden enseñarnos sobre la naturaleza del amor incondicional.
La enseñanza de Jesús en la cena del fariseo nos lanza una invitación radical a todos nosotros: encontrar nuestra identidad no en el reconocimiento que recibimos, sino en el amor que damos. No en los honores que se nos otorgan, sino en nuestro fiel servicio a aquellos que no pueden recompensarnos. Para los educadores y animadores, esta invitación se convierte tanto en un desafío como en una promesa. El desafío de examinar nuestras motivaciones más profundas y la convicción de que el servicio fiel, incluso cuando pasa desapercibido o no se aprecia, participa en la obra transformadora de Dios en el mundo.

confiamos en cada paso
El Aguinaldo 2025 con el lente juvenil
El Voluntariado Misionero Salesiano (VMS) fue y es un espacio en el cual siento que mi camino se fue haciendo. Tomé la decisión de formar parte luego de una experiencia de misión en el barrio Maracaná. Recuerdo haber sentido algo que nunca antes había experimentado: un amor muy grande hacia la vida, hacia todos los que me rodeaban, un sentimiento muy profundo de paz.
Con el paso del tiempo reconozco que eso era sencillamente el amor de Dios habitando en mí, el abrazo cálido y cercano de Jesús. Sentí la presencia del Espíritu Santo por primera vez en mi corazón.
En el VMS encuentro humanidad y una comunidad que se dispone a escuchar la constante invitación que Jesús nos hace, se compromete con lo que cree y sale a su encuentro. Un espacio en el que puedo profundizar y hacer crecer mi fe. Una comunidad que camina con un mismo sentido: llevar la fe y el amor de Dios a los lugares donde nos toque estar, sin importar la distancia o con quiénes lo hagamos. Compartir desde lo que somos, desde lo que viene del corazón, dejándonos guiar por el soplo del Espíritu Santo.

La misión es, para mí, una forma de entregarse, de compartirse, que va más allá de una experiencia explícita en un lugar determinado o por un tiempo preestablecido. Si bien esas instancias nos mueven, nos disponen a estar más atentos y atentas a lo que Jesús nos quiere decir, nos hacen crecer y nos cuestionan en lo profundo, el ser misión, para mí, se traduce en cómo nos encontramos cotidianamente con nuestros hermanos y hermanas. En ómo nos compartimos en casa, con nuestras familias y nuestros círculos.
trata de ser, simple y sencillamente , desde lo que viene del corazón, para ser en el corazón del otro. Mirar hondear en lo humano que hay en cada vida, dispuestos y dispuestas a escuchar sin juzgar. Se trata de donarnos al amor de Dios, de ser instrumentos de él, que él sea quien hable a través de nuestra vida, que se haga presente en nuestros gestos para eco de su presencia. Es animarnos a seguirlo, a reavivar en nuestros orazones el poder de la fe y elegir vivir desde la sencillez, la libertad y el amor.
Joaquina Bertoletti Voluntariado



vale la pena vivir asÍ
Historias que inspiran



El proyecto Ñandé fabrica viviendas sociales en madera y promueve la capacitación a jóvenes de escasos recursos.
A lo largo de dos décadas, Ñandé pasó de prototipar una pequeña casa a levantar cientos de viviendas sociales en todo el país. El proyecto es una empresa productiva que tiene ADN salesiano y hace de la oportunidad su principal materia prima.
Las fotos cubren las paredes de una sala pintada de blanco. Son escenas de taller, paneles apoyados en el suelo, trabajo arriba de un andamio, inauguraciones y momentos compartidos que hacen a la obra. No hay ningún orden aparente, pero juntas cuentan una historia.
Diego De Angelis se detiene frente a algunas de ellas como quien reconoce un instante decisivo: el día en que el proyecto tomó forma, la entrega de la primera obra, los trabajos que marcaron el camino. Relata las anécdotas detrás de cada imagen: qué sucedió, qué se dijo, cómo quedó grabada esa escena.
De Angelis comenzó a trabajar en 1999 en la Escuela de Oficios Don Bosco, en el barrio Aparicio Saravia, como maestro de primer año. Allí conoció a quien era el coordinador del taller del centro, Marino Giúdice. Un día, él le contó que tenía un proyecto en mente para construir viviendas: Cuando él daba clase de dibujo en la escuela, los alumnos dibujaban su casa. Y cuando miraban esos dibujos, encontraban que la casa que dibujaban eran distintas a lo que todos entendemos gracias a Dios a lo que es una casa .
Ambos empezaron a buscar la forma de concretar su idea. Era una dupla ideal: Giúdice, coordinador de la escuela; De Angelis, carpintero.
En 1987 se promulgó en Uruguay la Ley Forestal, cuya influencia se hizo más evidente con el paso de los años. En el país se forestan pino y eucalipto, y el equipo vio que el eucalipto ofrecía buenas condiciones para uso estructural. La construcción en madera hoy está mucho más desarrollada , dice De Angelis. Ellos optaron por el entramado ligero en madera, una técnica que reduce costos y acelera los tiempos de obra.
DONDE TODO EMPEZÓ
En 2004, en la Escuela de Oficios Don Bosco, se empezó a diseñar el primer

prototipo que daría origen a Ñandé: una casa de cuarenta metros cuadrados, con dos dormitorios, un baño y una cocina integrada, que se inauguró tres años después.
De Angelis se pone de pie y señala la foto: Esta casita está delante de la escuela . No se detiene únicamente en esa imagen: muestra otras fotos de aquella época, de los comienzos. Una de ellas retrata su primera gran obra: una capilla en Juan Lacaze, en el departamento de Colonia, que tiene 120 metros cuadrados e incluye un campanario.