La Voz Arraconense 1933-12-20 (345)

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Administración:~~ Afio X

CUENTO VIVIDO ~

IND~E P E NDIENTE

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I 11 -Ya os dije de no hacerme trece carreta· das; y con esta, trece son!! Al dicir esto D. Antonio, nervioso, enfa· dado, escupio el cigarrillo que tenia entre los labios. -Esta bien . haremos otra.- Y los dos obreros que desde aquella m añ.ana transportaban los maderos de Cala degos al Puerto . de Andraitx, echaron a varios trancos por encima las baranas del carro; y gruñosos. porque esto les obligaba a efectu~ r otro v'i aj e emprendieron su marcha hacia el Puerto. En efecto esta carretada qu~ ahora efec· tuamos era la que hacia trece; y el d ueñ.o de los maderos que vulgant1ente llam amos metros, al darles la subasta del transporte de los troncos, había precisamente puesto como condición que no quería que dicho tranporte se efectuase con trece carretadas porque en su .casa no quería treces. A l doblar «es coll d es vent» un.o de los 1 carreteros diío:- Y porque no quiere este tío que le hagamos un trece? Acaso, crée aún con lf!S brugerias? Y el otro contestó penoso: Lo que yo sé, es que ahora tenemos que hacer otro viage. Y desaparecieron detras «des coll» D. Antonío,al verse solo se sentó sobre una piedra, sacó un trozo de pan, una sobra · sada, de un cesto que llevaba, y se puso a • 1 comer. !¿.lo lejos, sobre el azul del mar, el mo· tor que hacia el correo de la Dra~onera, pa saba con su pequeñ.a embarcación atada a . ') popa. Ma~ cerca, sobre el «Puig Vert,» unas mugeres ar~ancaban palmitos, 's~hre la playa dos jovenzu~l<i>S se bañaban. Mas acá, sobre los ca~p~s. cerc~ de la uníca casita que hay un esba,r do espantoso de cuervos, volet~aban; Y estas bestias con sus gritos estrident es, ha· cían un ruí.do infernal. y D , Anton io pensa· 0 b ai' <•

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CJJicf~mbre de 1933

·-Este afio si que ·hay cuervos. «:Cava· llés»! .t , De repente el ·p an negase a pasa de por el cuello 1 y hasta pareció .que nuestro hom · bre iba á ahog arse. Ahora sus ojos mir<;1 ban los troncos que los carreteros h abía n defado aquí, a sus píes, y q ue iban a co.nstítuir la de cima cuarta carretada, Y sus ojos arrorízados como si vieran una c11tás tr of~ irrep era· ble, salían de sus órbitas; pues D. Anton io a su gra n estupefacción, contab a que estos mad~ros eran trece. Él que se habí a r eñid o con los carretews, á fin de que no le hicieran ningun trece, y resu lta ba que aq uellos pobres trabajadores. sin darse cuenta, sin que· rer, le hacían dos treces a la v~ 7: Trece ca· rretadas, y otra de trece t-::o ncos. Ante tanto iata tismo, ante esta ad versidad pervers d, D. Antonio se l eva~tó, y ~t: pu so a and ar in sabes adon de iba, Ma rch a b~ kabizbaj<!l, pensatív<), y su mente aho ra pen· sando con esta mal a pa ta que. d <i: poco a esta p a,.te lo perseguía, Y pe nsab a que en su ca· sa, a S'arracó, tenia a u~ hijo de diez y sie te ai'íos, tuberculos(j , ag ~ n iz and o . Y tampoco n o olvldaba , a les mu . . chos otro s qu e. tenia es · · parc1dos por Frcm cta , y q ue qu e q mz ás esta · b an en f ermos; seguro qu e estaba qu e estos d . · 11 t reces, t eman que evar1e es~racta.

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Y su conctencta 1e decta, que los tres

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ql!efios q11e !e quedab an en cas ':l , era pre ciso no tan solo sustraerlos á la contagíón del tuberculoso, pero tambíen al grippe, que a esta época des-poblaba a los pueblos de Mallorca Y asi-cabilando, perdió e pan' 'y la sobrasada.

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cesto, con el

l:os cuervos. pUe\!ian seg uirle en sa

mar~

cha co,tno ... la sombra eman grenta da de Ab el perseg uía a su hermano. Los á laridos estrí· d entes . eran ahora mas fu ertes; y el esbar to contínual:(á- sus votefeos m a~ dit o s, sus pases de brugerfa'. Y D. Autonio, penoso, pensaba:

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- Dos treces me h an hecho. Q ue desgracia do soy. Y que me quieren todos es tos

PRECIOS POB TRIMEST·RE¡ , Pueblo . . . 1'25 ptas. P_ueblos de la isla y provincias 1 '15 Extrangero '3•50

'JI. 'c uervos? CavalU:s!.l (continuará,)

re h · or·Lc,;

Gabriel

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SIMÓ

HONRADEZ REPUBLICANA

Los sin acta La listtt de diputados de las Constit:.~yentes que han quedado en ex por falta de acta en el nuevo Parlamento se cuenta por centenares. Un cálculo aproximado de ellos, daría por resultado una cifra aterradora. Por 1o demás, algunos pueriodicos, aunque con' ciertas inexactitu des, han publicado ya esa lista desolador a , con mal reprimido regocijo. Minorías enteras han naufragado. Detractores sistemáticos de las Constituyentes, que se las prometían muy felices mediante 1a desolución, ya que contaban, según ellos con la asistencia de las masas, como Ed uar d o 0 rtega ' · h an y B o t ell a A sens1, d 'd l · · 1 · . per 1 o a representacwn par amentana La prensa enemiga, de la República no d isimula, a este respecto, su alegria exibe el nombre de los ex ministros ex diputados y otras personalidades vencidas en la contiP.nda electoral. Contra esa malsana satisfacción de ' la citada prensa, ¿que puede hacerse? Al fin de cuentas, su sarcasmo es tan natural como el tono zumbón y éompasivo de sus comentarios de estos días. Lo que ' espan ta es el decaimiento republicano y la inconsciencia de los p artidos afectos al régi m en al plantear la lucha en el terren o que ellos mismos eligieron. Ahora b ~ en; en purid ad , lo acaE c;do demuestra , a vuelta de sátiras y vi tup erios mo narquizantes, u na cosa: la hon-

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