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La espiritualidad del éxito
Burceña
600 personas en el comienzo de curso de la U.P. Barakaldo Periferia
Javier Martínez Suescun El 12 de octubre, más de 600 personas se reunieron en los patios del colegio de las dominicas Ntra. Sra. del Rosario en Burtzeña, para dar comienzo al nuevo curso. Parroquias, colegios y órdenes religiosas; comenzaron el curso pastoral con el envío comunitario de catequistas y dejando que la Palabra de Dios fuese el centro de este año. Los más pequeños y jóvenes visionaron un video, colorearon dibujos, realizaron una pancarta con el lema "Cada mañana el Señor me espabila el oído"; con un juego se acercaron más a la Biblia y elaboraron un gran cartel con los diferentes libros de la Biblia. Los adultos se reunieron en diferentes grupos en los cuales se presentaron los grupos bíblicos de la Unidad Pastoral y se realizó un sencillo taller de manejo y familiarización con la Biblia. También contaron con la presencia de un pequeño stand de material bíblico cedido para la ocasión por la librería diocesana Jakinbide. Esta jornada quiere ser una continuidad con las desarrolladas en el curso pasado, con el objetivo de revitalizar las celebraciones dominicales de la Eucaristía, sentirse más unidad pastoral y orar juntos. Desde el lema que acompaña dicha iniciativa: "otro domingo es posible".
Escuché recientemente, en una conferencia, hablar de la espiritualidad del fracaso. "Estamos en un cambio epocal, en una cambio paradigmático, y nos va a costar acertar. Hay que cultivar la espiritualidad del fracaso que nace de la cruz, para no desanimarnos", decía el ponente. Seguidamente, con seguridad pasmosa que me desconcertó, osó vaticinar: "En los próximos cuarenta años, sólo vamos a cosechar fracasos. Hay que estar preparados". Salté como un resorte, como si me hubieran puesto agujas en la butaca. "Dios, Dios, ¿por qué estos tiempos han de ser de fracaso y no llamadas a redoblar el empeño y buscar con ahínco el éxito?". No era la primera vez que alguien me espetaba tan lúgubre mensaje. Las frecuentes llamadas "a mantenerse, a no perder los nervios", que a menudo oigo en círculos clericales, registran la misma canción. Me repatean ambas. Os lo juro. Me explico. La espiritualidad del fracaso y del mantenimiento me suenan a resignación, a aguantar pacientemente el chaparrón y dejar pasar el tiempo que todo lo cura, a resistir y esperar tiempos mejores "No, negativo, nada de nada", susurro en cuanto advierto a alguien a hablar en tales términos. Prefiero la espiritualidad de la creatividad que rompe esquemas del pasado y va a la búsqueda decidida del éxito. Me apunto a la espiritualidad de San Pablo. Con vigor y decisión y hasta con enfrentamientos, en una época más que paradigmática, se dedicó a transformar el lenguaje, el estilo de cristianismo de las comunidades de Palestina y acomodar su proclamación a la cultura helenista. Me sumo a personalidades como las del vecino de Tarso: "Con esperanza ha de labrar el labrador y trillar el trillador; con la esperanza de cosechar". (I Corintios 9.10). ¿Y no estás olvidando la cruz como símbolo del fracaso? La cruz es un monumento a la constancia, a la fidelidad, al empeño de un hombre que dejó trozos de piel en la realización de su programa. Buscaba, noche y día, instaurar el Reino, no el fracaso. Otra cosa es aceptar con sensatez su enseñanza de que al éxito se llega con traspiés, con desaciertos, con heridas y sangre en el camino, con cruces de los más diversos colores. Acabo de leer el primero de los libros de la trilogía de Primo Levi, "Si esto es un hombre". Es el relato de un recluso en el Lager de Auschtwitz. Su mensaje es diáfano: Más allá de los que, por su debilidad o incapacidad para el trabajo, fueron directamente enviados a los crematorios, más allá de los que murieron comidos por el hambre, los que sobrevivieron fueron los que no se resignaron, los que mantuvieron la esperanza y el sueño de salir de aquellos campos de la ignominia, los que, creyendo en un futuro diverso, se dotaron de toda clase de artimañas para salir adelante y lograr el éxito. ¡Buena lección para los tiempos que corren! Una llamada. Espero que algún insigne teólogo explote esta veta: Frente a la espiritualidad del fracaso y del mantenimiento, los nuevos tiempos gritan la espiritualidad del éxito y de la creatividad. Otras vías han sido ya holladas.
10
noviembre2008