Buenos Aires Cultural en el Café Tortoni -Otoño 2021

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Nota de la Dirección

Con el eco de viejas y queridas voces T

odos sabemos que estamos transitando una realidad difícil. Confusión e incertidumbre parecen ser las coordenadas que rigen al mundo en estos tiempos. La necesidad de resguardarse, el distanciamiento social, la imposibilidad de compartir espacios y reuniones, han hecho que en el Tortoni como en tantos otros lugares, las actividades culturales hayan acallado sus voces. Pero, a pesar de las circunstancias, Buenos Aires Cultural sigue presente en modo virtual a la espera de volver a tener entre las manos los ejemplares impresos que tanto ansían nuestros lectores. A lo largo de todos estos años -estamos rozando el cuarto de siglonuestra revista se convirtió en el portavoz y la vidriera de casi todos los acontecimientos, visitas, actos que tuvieron lugar en el Café. Para ello contamos con la invalorable y siempre tan generosa y extrañada presencia de Roberto Fanego y demás colaboradores del Tortoni. En este intervalo de silencios y hasta que se vuelvan a escuchar los rumores de pasos que llenen los salones, el repiqueteo de las cucharitas, el compás de los tangos brotando desde La Bodega o la Sala Alfonsina, o el público convocado por alguna presentación de libro u otro acto cultural, quisimos incluir en esta y en próximas publicaciones, junto a las notas de actualidad, material de archivo que consideramos valiosísimo por los testimonios de quienes los escribieron. Muchos de ellos son entrañables amigos que ya no están ( Arq. José María Peña, Carlos Mathus, Alberto Mosquera Montaña). En otros casos, (Lydia Orsi, Eduardo Vázquez) nos hemos encontrado con notas dignas de ser leídas y valoradas por nuevos y también históricos lectores. Esperamos seguir cumpliendo con la expectativa que ustedes, queridos amigos y acompañantes en este largo recorrido, depositan en estas páginas cada vez que ellas llaman a sus dispositivos. Agradecemos profundamente su presencia más alla de las pantallas. 2

Por Susana Rodríguez Parera


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Nota de Archivo (publicada en Mayo de 2013)

Por Lydia Orsi

“Sobre tus mesas que nunca preguntan...”

En el Café Tortoni: De izquierda a derecha: Enrique Cadícamo, Francisco García Jiménez, Homero Expósito y Horacio Ferrer. 11 de mayo de 1979. “El Libro del Tango”, de Horacio Ferrer.

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sta mesa tiene un mensaje: aquí se escriben letras de tangos. En ella se encuentran cuatro artífices de los temas más destacados del cancionero popular… no son los únicos pero están entre los mejores. La foto fue publicada en “El libro del Tango”, de Horacio Ferrer, editado por Antonio Tersol. Ellos, al igual que los “poetas malditos” franceses: Baudelaire, Verlaine, Rimbaud vivieron su obra en las calles, en frecuentados lugares nocturnos, en su propia biografía de amores y desengaños, cada uno con estilo propio que los hace fácilmente reconocibles para un lector avezado en tangos. Ahondaron en lo testimonial de la ciudad y en los sentimientos. Nos dicen de la importancia de las letras que acompañan la insustituible melodía. El comienzo del tango fue la música, como toda creación popular, luego la palabra, para ser escuchada en sus historias de vida. Y esta misión literaria la tuvieron poetas (con mayúscula) entre los que se destacan las figuras de esta, literaria y simbólica, mesa.

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ENRIQUE CADÍCAMO (1900-1999) Llegado a Buenos Aires desde un Luján entonces lejano, se incorpora a la intelectualidad de Buenos Aires como autor teatral, poeta y guionista cinematográfico. Le dio vida al arte popular en sus tangos, poesía suburbana y esquiva de triunfalismos. Sus mujeres nocturnas están hechas de luces, de vicios, de vidas ficticias; sus hombres “encamotados”, nostálgicos, ansiosos de vivir o vencidos de amor…y3 Buenos Aires en todos y en todo. Sus palabras esperaban de los músicos los acordes que acompañaran el sentir. Su pareja musical por excelencia: Juan Carlos Cobián. Literalmente convivió con los artífices del tango encontrando: En Evaristo Carriego y Pascual Contursi la temática de suburbio. En Celedonio Flores el lunfardo. En Cátulo Castillo la metáfora. En Enrique Santos Discépolo los temas sociales. Su ironía dejó, para los escuchas atentos, sutiles letras de tangos: En “Dos en uno” (1929) nos dice: “Si esta vida al fin de cuentas no resulta una macana, es que siempre van del brazo la impudicia y la

virtud” y en aquel otro: “Los dopados”, música de Juan Carlos Cobián que a través de la infaltable censura se editó como “Los mareados” (1942) comenzando con el inigualable:”Rara como encendida, te hallé bebiendo, linda y fatal”. Publicó poesías: “La luna del bajo fondo” (1940) y “Viento que lleva y trae” (1945) con personajes, situaciones y costumbres tangueras. “Al mundo le falta un tornillo” (1932) Letra: Enrique Cadícamo Música José María Aguilar Hoy no hay guita ni de asalto y el puchero está tan alto que hay que usar un trampolín… Si habrá crisis, bronca y hambre que el que compra diez de fiambre hoy se morfa hasta el piolín …………………………………………. FRANCISCO GARCÍA JIMÉNEZ (1899-1983) Nacido en Buenos Aires, perteneció a la innovadora generación del ´40. Introduce en el tango una nueva concepción literaria: temas tradicionales en los que prevalece la forma, el lenguaje poético. Estilo enriquecido con el que


“Siga el Corso”. “Manuscrito para esta Crónica por Francisco García Jiménez el 11 de mayo de 1979 en el Café Tortoni”. Publicado en “El Libro del Tango” de Horacio Ferrer

abordó desde la descripción: ”Bailongo de los domingos” hasta lo sentimental: “La última cita”. Sus creaciones más requeridas tuvieron música del gran bandoneonísta Anselmo Aieta. Entre ellas: “Mariposita”, “Alma en pena”, “Bajo Belgrano”, ”Siga el corso”, ”Príncipe”,“Tus besos fueron míos”, ”Carnaval”… No sólo se lo conoce por su vasta producción tanguera, también por su dramaturgia, por su faceta periodística y sus guiones cinematográficos. Se destacó por su actividad gremial en SADAIC. Su obra es acuafortista en descripciones y sutil en los conflictos humanos. Su presencia literaria hizo inolvidable esa “época de oro del tango” que a través de las décadas más lo prestigia. “Siga el corso” (1926) Letra Francisco García Jiménez Música Anselmo Aieta Te quiero conocer, saber a dónde vas alegre mascarita que me gritas al pasar: “Adiós… Adiós… Adiós “¿Quién sos? ¿A dónde vas?” “Yo soy la misteriosa mujercita de tu afán. No finjas más la voz, abajo el antifaz, tus ojos por el corso van buscando mi ansiedad… Descúbrete por fin…tu risa me hace mal, detrás de tus desvíos todo el año es carnaval. HOMERO EXPÓSITO (1918- 1987) Llegó a Buenos Aires desde Zárate en 1945, escritor y gremialista, fue tesorero de SADAIC .Hermano de Virgilio, músico y compositor. Los temas, Homero los escribe en castellano (no utilizó el lunfardo) y tienen la particularidad del verso libre, prescindiendo de la rima. La temática relacionada con los sentimientos y la angustia del ser, en

delicado equilibrio entre lo sentimental y lo dramático. Su poesía es acompañada con música de su hermano Virgilio y de otros músicos de gran valor. Entre sus composiciones: “Percal”, “Yuyo verde”, “Margó”, “Trenzas”, “Tristezas de la calle Corrientes”, “Naranjo en flor”, “Maquillaje”. En todas predomina la metáfora, sinónimo de lenguaje poético al que apeló siempre dándole a los tangos la sutileza, la armonía y la emoción que caracterizan a la obra de arte. Entre sus metáforas: “Ya da la noche a la cancel su piel de ojera” Sus letras han enriquecido el género y nos dicen de su sensibilidad, de un estilo que le es propio y que, uniéndolo con los otros poetas, tenemos la dicha de compartir. Su tango “Afiches” es un resumen de lo dicho, enfocada, además, una temática actual: La exposición publicitaria que no resguarda la intimidad “Afiches” (1956) Letra Homero Expósito Música Atilio Stampone Cruel en el cartel la propaganda manda cruel en el cartel y en el fetiche de un afiche de papel se vende una ilusión, se rifa el corazón… Y apareces tú vendiendo el último girón de juventud -cargándome otra vez la cruz-. Cruel en el cartel te ríes, corazón. -¡Dan ganas de balearse en un rincón! HORACIO FERRER (Uruguay-1933) Con este poeta acaso se cierre un ciclo y comience otro en relación a la letra de los tangos... Su estilo introduce, en algunas composiciones, el surrealismo... que se hará presente en “Balada para un loco” (1969) y que recibirá la inmediata consagración de un público perteneciente, sobre

todo, a las nuevas generaciones. Ferrer, a partir de la década del `50 tuvo amplia trayectoria tanto en su país natal como en Argentina identificándose con las nuevas manifestaciones tangueras. El músico de su obra fue Astor Piazzolla que también había introducido cambios. Se lo consideró un vanguardista por el desarrollo del sistema tonal, por la armonización de los temas, por las marcadas disonancias, elementos que incorporó a lo que él llamara “música de Buenos Aires”. En 1967, mientras comienza a surgir la Operita de Buenos Aires escribirá y grabará audiciones radiales: “Charlas de Horacio y Homero” (Expósito). En 1968 y 1969 escribirá canciones con Piazzolla, entre ellas “Chiquilín de Bachín”. Como se dijo al principio, en 1969 “Balada para un loco” se convertirá en el mayor éxito de aquellos años. “Balada para un loco” ¡Loco! ¡Loco! ¡Loco! Cuando anochezca en tu porteña soledad, por la ribera de su sábana vendré con un poema y un trombón a desvelarte el corazón ¡Loco!¡Loco!¡Loco! Como un acróbata demente saltaré sobre el abismo de tu escote hasta sentir que enloquecí tu corazón de libertad… ¡Ya vas a ver! En esta recordación de cuatro destacados escritores, están presente todos los poetas que enriquecieron con sus letras al Tango haciéndolo perdurable, testimonial, insustituible, nuestro.

Portadas de los tres tomos de “El Libro del Tango” de Horacio Ferrer. Edición 1979

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Un “Monumento” de 85 años Por Susana Rodríguez Parera

“Este Obelisco será, con el correr de los años, el documento más auténtico de este fasto glorioso del IV Centenario de la Ciudad fundada por Mendoza. Dentro de las líneas clásicas en que se erige, es como una materialización del alma de Buenos Aires que va hacia las alturas, que se empina sobre sí mismo para mostrarse a los demás pueblos y, desde aquí proclama su solidaridad con ellos” Palabras del Intendente Mariano de Vedia y Mitre en el día de su inauguración tomó la forma de un plato redondo y en su centro se levantó “El Monumento”. El intendente de Vedia y Mitre encomendó al Arq. Alberto Prebisch realizar el proyecto, quien explicó: “Se adoptó esta simple y honesta forma geométrica porque es la forma de los obeliscos tradicionales... Se le llamó “Obelisco” porque había que llamarlo de alguna manera. Yo reivindico para mí el derecho de llamarle de un modo más general y genérico “Monumento”. El 19 de marzo de 1936 comenzaron las obras. Se utilizó cemento Incor de endurecimiento rápido y se fue construyendo en secciones de dos metros para facilitar el volcado del hormigón. Es hueco, con un vacío central. Tiene 67,50 cm de altura. Una pequeña puerta de acceso ubicada en la cara oeste permite ascender por una

Día de la inauguración, el 23 de mayo de 1936

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n la década del ‘30, la calle Corrientes recibía una multitud apretujada en los tranvías que salían de los barrios para disfrutar de la nocturnidad. El “centro” guardaba discreta, íntimamente, el secreto del regocijo para hombres, compadritos y adolescentes entusiastas dispuestos a disfrutar de sus teatos y cines, de sus cafés espléndidos. Y también las familias, con sus mejores “pilchas”, se trasladaban para gozar de los espectáculos con la promesa del encantamiento que les depararía ver a sus artistas admirados. Junto a los cafés, comenzaban a aparecer las librerías de viejo, que aglutinaban, además de volúmenes de todo tipo y formato, público de distinas edades, lejos del bullicio, deseoso de hundir sus manos en páginas amarillentas y quizás llenas de polvo hasta ser alcanzados por la madrugada. Cuando el silencio retornaba, la presencia

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de la iglesia de San Nicolás de Bari, en Corrientes al 1000, volvía a convertirse en el solar del rezo y la devoción. Fue con gran revuelo de comentarios a favor y en contra que se iniciaron los desalojos de los ciento cincuenta vecinos cuyas casas fueron expropiadas para el trazado de la Avenida 9 de Julio. Para ello, hubo que demoler la iglesia, las instalaciones del Circo “Hippodrome”, donde había actuado el payaso Frank Brown y donde se había filmado la primera película documental argentina “El Fusilamiento de Dorrego”. Nada podía detener la piqueta. Mil quinientos obreros trabajaron simultáneamente en la apertura de la avenida. En el cruce de la Diagonal, Corrientes y 9 de Julio se organizó una rotonda que sirviera para facilitar el tránsito. En 1936, con motivo de la conmemoración del IV Centenario de la Ciudad, la plaza

El Obelisco terminado, visto desde el norte, 1937. Detrás, hacia el sur, edificios a ser demolidos para abrir la avenida 9 de Julio. Col. Dirección de Paseos, Jardín Botánico


Para esta celebración, el Gobierno de la Ciudad realiza tareas de restauración y renovación de sus cuatro caras (pintura antigraffti,un material contra futuras manchas y resistente al cambio de clima y posteriormente una segunda mano de pintura color Piedra París). Además se trabaja en la recuperación de las rejas que se hallaban deterioradas. El tercer paso incluye una laca para proteger las letras bajo relieve.

Símbolo de identidad porteña para el mundo

escalera marinera de hierro que contiene 200 escalones, con 7 rellanos cada 8 m y uno a 6m. En el ápice hay 4 ventanitas abiertas a los cuatro puntos cardinales. Fue inaugurado el 23 de mayo de 1936. Las críticas no tardaron en llegar. Su imagen fue caricaturizada y representada en chistes y viñetas. Parte del periodismo opinó que debía demolerse porque “es un atentado contra la dignidad edilicia”. Se lo llamó “pinchapapeles de acero y cemento”, “zángano”, “tachuela monumental”, “fea estaca”, “armatoste monstruoso de latón”. Sin embargo, otras voces como las del escultor José Fioravanti, de Héctor Basaldúa, de Aquiles Badi, de Alberto Lagos, de Alfredo Bigatti, entre otros, lo ponderaron. Con el paso del tiempo, nuestro “Monumento” se ha convertido en una de las tarjetas postales de Buenos Aires, quizás como una forma de repliegue vertical en la horizontalidad de nuestra pampa porteña.

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Nota de Archivo (publicada en Junio de 2013)

Los árboles

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n el otoño, cuando las calles de los barrios se cubren de hojas, el sonido de los pasos se transforma. Ya no es el repiqueteo de las suelas sobre las baldosas sino un sonido como de bosque, que anuncia con su crujido el caminar de los peatones. Muchos años atrás, cuando la ciudad era más apacible, las vecinas y los porteros barrían una y otra vez las hojas amarillas o marrones que en cámara lenta se precipitaban sobre las veredas o volaban como barriletes sin hilo al impulso del viento. El barrendero municipal aparecía diariamente con su recipiente para la basura, su pala y un gran cepillo de paja con el que juntaba todo lo que encontraba a su paso. Los chicos y también en ciertas ocasiones algunos vecinos altruistas juntaban las hojas en las esquinas y hacían con ellas una humeante fogata que aumentaba la sensación de un bosque imaginario en plena ciudad. Después llegaba la poda que aseguraba el sol para el cercano invierno; aquí los chicos también aprovechaban el suceso para improvisar chozas y refugios con las ramas cortadas, en aquellas épocas donde el tránsito no era tan frecuente en las calles alejadas del centro. Pasado el invierno de lluvias, sudestadas y charcos cubiertos por una capa de hielo, el sol reiniciaba su ascenso hacia el verano, que anticipado por la primavera hacía reverdecer los árboles de la ciudad. Sin que nadie lo notara los bichos canasto tejían pacientemente su transitoria casa hecha de ramitas que arrastraban en sus diarios recorridos por el árbol elegido. Las orugas y las gatas peludas hacían un festín con las hojas nuevas que devoraban transformándolas en verdes encajes, mientras que al final del verano el canto de las cigarras hacía más pesado el calor de la siesta. Muchos años antes, en las tierras que habrían de ser Buenos Aires, la vegetación no era pródiga en árboles. Seibos, talas, ombúes, higuerones, tunas, arbustos, hierbas, juncos y totoras crecían espontáneamente sobre las ondulaciones del terreno hasta llegar a la costa del que se llamaría Río de la Plata. Cerca de la actual calle Venezuela, el Riachuelo tenía su desembocadura, corría junto a una lengua de tierra aluvional en donde la vegetación crecía libremente, pero con el desarrollo de la ciudad desapareció y solo queda su recuerdo en los antiguos planos de la ciudad. Como la naturaleza es empecinada, con los años se tomó su revancha y en los terrenos ganados al río en la Costanera Sur recuperó su pasado vegetal dando origen a lo que conocemos como Reserva Ecológica. Pero con el crecimiento, Buenos Aires se transformó en una gran ciudad. No solo las quintas y las casas de las afueras sino también las calles, las plazas y los patios

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Por el Arq. Eduardo Vázquez El Paseo de Julio, hoy la Avenida Leandro Alem todavía con sus viejas casas frente al Paseo de la Alameda junto al río, la imagen es una reproducción tomada muchos años después de haberse hecho la fotografía original en 1852 Ministerio de Obras Públicas

de los barrios se llenaron de plantas y árboles exóticos traídos de Europa o de otras regiones del país. El gran cambio llegó con las últimas décadas del siglo XIX y especialmente en el siguiente cuando Buenos Aires se transformó en la gran ciudad de América del Sur. La creación del Parque 3 de Febrero en el año 1875 debido a la visión de Sarmiento, el Jardín Botánico, el Zoológico, las plazas públicas, el arbolado de las calles, hizo posible que Buenos Aires tuviera más árboles que París. El paisajista francés Carlos Thays, que por concurso público había accedido al cargo de Director de Paseos en 1891, fue uno de los artífices que logró este milagro que la noble tierra porteña aceptó e hizo prosperar. El jacarandá hace que el cielo baje a la tierra todos los años, los palos borrachos, los lapachos, los eucaliptos, los añosos gomeros, los tilos que nos perfuman la primavera, las tipas, los plátanos, las palmeras que sobresalen por sobre todos con su esbelta presencia, el acer que enrojece cada otoño compitiendo con el dorado de los misteriosos ginkos de historia inmemorial, las magnolias, las acacias, son parte ineludible del paisaje, al que se añaden, hace unas décadas, los invasivos ficus que ávidos de agua meten sus raíces en todos lados sin pedir permiso. Los árboles no solamente dan sombra y color, también purifican el aire, como si sintieran la necesidad de salvarnos de la contaminación que nos rodea. Las plagas no los perdonan, algunas como la chicharrita de la espuma, que afecta a la tipa blanca, y que en alguna época del año provoca la lluvia de las tipas, un líquido molesto que nos moja desde la altura de sus copas. El plátano suele ser muy molesto para los alérgicos cuando sus infrutescencias sueltan su impertinente pelusa, que ha llevado a más de un funcionario a pedir su erradicación de las calles, disparate que afortunadamente quedó en el olvido. Es bueno saber que no todas las especies son buenas para la calle; deben colocarse aquellas de hoja caduca que aseguren sombra en verano y asoleamiento en invierno.

El Instituto Municipal de Botánica informa a través de su boletín publicado en el año 1980 cuales son los árboles que deben colocarse según el ancho de las veredas, tanto de calles como de avenidas, y brinda, además, muchas otras recomendaciones para que las especies prosperen sin problemas. Debido a los edificios de gran altura los árboles que les antecedieron debieron hacer un gran esfuerzo para obtener luz, imprescindible para la fotosíntesis, por lo que se alzaron hacia un cielo cada día más lejano. Si bien muchos espacios verdes se perdieron por el afán desmedido de construir o por la equívoca sesión de espacios verdes para usos impropios, todavía estamos a tiempo de proteger todo el que nos queda. Las plazas barriales, que los urbanistas pensaron para nuestra ciudad, incorporan no solamente verdor al entorno, sino también la posibilidad de estar en contacto con el sol, tener un espacio para el juego, la lectura o el encuentro de los vecinos. La Avenida General Paz se construyó entre los años 1937 y 1941 según el trazado de límites de la ciudad establecido por una Ley nacional de 1887, surgida luego de la federalización del país. Lo que podría haber sido solo el límite con la Provincia de Buenos Aires se constituyó en un jardín botánico aledaño poblado de especies autóctonas y exóticas para lo cual se plantaron 70.000 árboles. Pinos, tipas, araucarias, cipreses, palmeras, magnolias, ombúes, sauces y palos borrachos, entre otros, se adaptaron al paisaje y mitigaron el quiebre que la avenida con sus puentes y nudos de distribución vehicular impuso en su largo recorrido de 24 kilómetros. Muy similar fue la solución para la Avenida 9 de Julio ya que su forestación es un remanso, esperamos que siga siéndolo, para el enloquecido centro porteño. Por todo ello la maravilla de los palos borrachos, jacarandás, tipas y lapachos florecidos hacen que Buenos Aires nos permita creer que a pesar de todo tuvimos el privilegio de heredar una parte del paraíso.


Uno de los umbrosos caminos del Jardín Botánico brinda toda la tranquilidad que seguramente buscó la señora para su lectura. Setiembre 2012

Llegó la primavera como lo demuestra esta plaza porteña con sus árboles en plena floración.

El Jardín Botánico, sin duda un lugar de remanso en la ciudad. Noviembre 2010

El Rosedal en una tarde de otoño. Mayo 2013

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Nota de Archivo (publicada en Mayo de 2007)

Día del Actor

Por Carlos Mathus

Obra del siglo XVI ejecutada por artistas de la escuela veneciana donde se reproduce a personajes del repertorio de la «comedia dell’arte»

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n un lugar de Buenos Aires, un padre explota a sus hijos obligándolos a la mendicidad, a la estafa , el robo. Quizá muy cerca de allí , una mujer gastada condena a sus hijas al silencio y la oscuridad ... Y hemos visto a otra que va hundiéndose lentamente en la arena mientras comenta banalidades… Autores como Discépolo, García Lorca, Samuel Beckett , Giraudoux , son invocaciones para que los actores imiten a Dios soplándole el hálito de vida a los que si no, serían simples muñecos de papel… La pantalla de la televisión nos muestra a una asesina despiadada que diciéndose una piadosa servidora de Dios, complica a toda su familia en horribles asesinatos…y visitando otra pantalla nos olvidamos de esas penas y horrores mediante las gárgaras de risas a las que, cuando lo desean, nos obligan estos mismos asesinos, desdichados, revolucionarios, payasos o galanes seductores, reinas de la noche o madres castradoras… ¿Quiénes son estos sacerdotes de ceremoniales tan complejos..? Estoy hablando de los actores, de esos

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Ellos son los encargados de hacernos ver como reales nuestros sueños, de revivir una y otra vez el amor y la muerte de Romeo y Julieta, de exhibir nuestras emociones sin el pudor con que nosotros las velaríamos, de recordarnos nuestras lacras haciéndose cargo ellos de nuestras vergüenzas… magos que por mucho tiempo se supuso que no tenían alma propia, y solo existían por obra del demonio quien les facilitaba la tarea de vivir dándoles la capacidad de apoderarse a voluntad de almas ajenas… Y al no tener un alma propia, no tenían derecho a que sus restos mortales fueran enterrados en tierra santa … ¿A qué especie pertenecen éstos que pueden cambiarse con sólo desearlo, la piel y el pasado? ¿Cómo hacen para transformarse en espejos de nuestras debilidades y apetitos, para robar identidades ajenas,

para apoderarse de nombres y caracteres, para vivir y revivir cada día, a voluntad, otro tiempo, otra circunstancia? Ellos son el corazón del cine, del teatro, de la televisión, de la radio, de la calle…. Ellos son los encargados de hacernos ver como reales nuestros sueños, de revivir una y otra vez el amor y la muerte de Romeo y Julieta, de exhibir nuestras emociones sin el pudor con que nosotros las velaríamos, de recordarnos nuestras lacras haciéndose cargo ellos de nuestras vergüenzas… En 1992 el Congreso de la Nación decidió por ley 24471 que en la Argentina cada segundo lunes de Mayo sería conmemorado el Dia del Actor. A todos ellos, a los ya retirados, a los triunfadores, a los jóvenes que muchas veces dejan de lado las comodidades de otros ámbitos para vivir sentimientos ajenos, a los que eligen la profesión sólo por vivir en ese mundo mágico donde la mentira es la verdad, agradezcámosles el regalo que nos hacen de hacernos reflexionar, llorar o reír. Démosles lo que les es más valioso : ¡Un Aplauso..!


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Rubén Cané

La vida en un tango

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Rubén Cané

ació el 7 de junio de 1959 en el porteño barrio de Villa Devoto en la Ciudad de Buenos Aires con el nombre de Rubén Héctor Cilona y desde muy joven se sintió atraído y conmovido por las letras y melodías de los tangos y esa vocación pronto se convirtió en canto. A sus 24 años, debutó en 1983 en la mítica “Casa del Tango” de la calle Guardia Vieja 4049, uno de los lugares más hermosos y reconocidos de Buenos Aires, desbordado de nostalgia, donde reina la figura inolvidable de Don Osvaldo Pugliese. Pero volvamos a su debut en el 83: lo hace en la Peña de Cantores donde se presenta acompañado por el pianista Mario Decarlo interpretando el tango “Confesión” compuesto en el año 1930 por Enrique Santos Discépolo y Luis César Amadori. Después de escucharlo y sabiendo que Cané es autodidacta, la difusora e investigadora Nélida Rouchetto, a cargo de la Secretaría en la Casa del Tango, le sugiere estudie repertorio con el maestro Decarlo, cumpliendo con este cometido entre los años 1983/86. Posteriormente, entre 1988/89, estudia con Tito Ferrari y sigue sus estudios de repertorio con el maestro Mario Mar-

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mo entre 1989 al 92 y además en 1989/90 comienza a vocalizar con el foniatra Doctor Parmigiani, que luego continúa, entre 1990/92 con Horacio Soutrich. En 1984 forma parte de una Comisión Juvenil en la Casa del Tango que le dio la oportunidad de conocer y dialogar con el maestro Pugliese. Ese mismo año, 1984, participa en un concurso que organiza el programa “Grandes Valores del Tango”. En esa oportunidad canta acompañado por la orquesta dirigida por el maestro Armando Cupo y lo hace con el tango de Cátulo Castillo y Aníbal Troilo compuesto en 1960, “Desencuentro” logrando el segundo premio. Pero para Cané, el premio mayor fue que estaba presente en el estudio Zita, la mujer de Troilo que lo felicitó por su actuación. Entre los años 1984 y 1990 participa en varios shows que se realizan en la Bodega del Café Tortoni. Entre otros, participó en “Una noche en Buenos Aires” junto al cantor Carlos Acuña, “Tangos en la Bodega” actuando junto a Alberto Morán, “Buenos Aires Tango Club” junto al trío del maestro Tito Ferrari. En 1985, siempre en La Bodega, participa en un homenaje a la pianista y com-

Por Mario Sejas

positora Mireya Díaz Clare conocida como “Mireya” conducido por el reconocido comentarista Héctor Ernié que cuenta con la presencia destacada del maestro Osvaldo Pugliese. “Mireya” le impartió a Cané clases de repertorio entre 1986 y 1988. Simultáneamente entre esos años de 1984 al 90, actuó en diversos palcos tangueros como Bar Sur, La Cumparsita y Farolito de la calle Vera donde compartía escenario con la exquisita cantante Mónica Sacchi y el inolvidable Alberto Podestá. En la localidad de Caseros se presentaba en un local acompañado por el Trío Marmo actuando además Carlos Rossi, Quique Ojeda, Carlos Almagro y una muy jovencita y promisoria cantante Silvia Nieves. El diario “Tiempo Argentino” en su edición del 23 de junio de 1986 reproduce un reportaje efectuado a Rubén Cané que se expresa en estos términos: “-Dice que el tango ha sido y será una pasión arraigada que necesita expresarla en el canto, y agrega que se identifica con el tango y que no hay otra cosa que desde chico lo hiciera vibrar. -Siempre canté tangos, me gusta por naturaleza, lo llevo bajo mi piel”. Rubén Juárez, Hugo del Carril, Julio Sosa, Chiqui Pereyra son entre otros los preferidos de este reconocido cantor, aparte de Gardel, sin discusión. Sobre Piazzolla opina que fue un vanguardista que elaboró un tango al que le hizo morir la esencia del barrio y del conventillo. “Piazzolla es un músico de primer nivel pero a mí me gusta el tango tradicional”. “Pasional”, “Desencuentro”, “De Igual a Igual”, “Tiempos Viejos” y otros títulos son el caballito de batalla de Cané. Son los tangos tradicionales que él interpreta con pasión. En 1987 se presenta en el programa “Recorriendo con Tangos el País” que se transmite por Radio Buenos Aires y conduce Norberto Malbrán y que se emite desde la sede del Club Huracán. En 1988 participa en los Carnavales del Club Vélez Sarsfield compartiendo elenco con el maestro Ernesto Franco y los cantantes Hugo Marcel, Roberto Rufino y Elsa Rivas con el acompañamiento del maestro bandoneonista Carlos Galván y su Trío. Cané tiene un recuerdo muy particular cuando en 1989 es invitado a participar junto a Mónica Sacchi, Laura Bogado y Néstor Rolan de una reunión privada en el domicilio del Doctor Federico Leloir, Premio Nobel de Medicina. En 1990 actuaba en la Bodega del Café


Tortoni con el grupo vocal “Che Tango” con la conducción del maestro pianista Mario Marmo y su trío conformado por Miguel Marmo en bandoneón y en bajo Carlos Piña. El conjunto vocal lo integraba Mónica Sacchi, Mariángeles, Cintya Reyes, Gerardo Dos Santos, César Imperial y Rubén Cané quien no había adoptado aún su seudónimo y cantaba con su nombre real, Rubén Cilona. Se presentaban en distintos formatos: solistas, dúos, tríos y sexteto de voces y en alguna oportunidad se presentaron en la tarde noche en “El Viejo Almacén” de Avenida Independencia 299 con el nombre de “Tangos a la Hora del Té” con la conducción de Isabel Gil Arenas. También en ese año se presentó acompañado por el bandoneón solista de Mingo Mole en el Teatro Gral. San Martín. Cané tiene una muy particular estima por la “Casa del Tango” que le permitió entre 1989/90 integrar elencos junto a figuras como Argentino Ledesma, Alberto Morán, Roberto Rufino y Armando Laborde, entre otros. En una de sus presentaciones en La Bodega del Café Tortoni

En 1991 realiza una importante gira por Córdoba junto a Mónica Sacchi y la pareja de baile Mónica y Antonio y en 1992, Cané integra la orquesta del maestro Roberto Zanoni que era la orquesta de cambio de Ernesto Franco en el local tanguero “Señor Tango” presentándose además los fines de semana en un local de los

Junto al maestro Osvaldo Pugliese Hnos. Carabajal en la Avenida Corrientes y Rodríguez Peña junto a Ernesto Falcón. Poco después Falcón se desvincula y lo reemplaza Mónica Sacchi y luego también se retira Cané. A partir de 1992 nuestro artista, por razones particulares, se retira de la actividad, la que retoma a partir de 2013 integrando

el grupo “Tango y Nada Más” creación del maestro Mario Marmo junto a Mónica Sacchi, Silvia Nieves y Rubén Serrano actuando hasta el presente, con notable éxito, en diversos palcos de tango de la Ciudad de Buenos Aires.

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Cortázar-Neruda

Historia de una amistad Por Sergio F. Romero Productor y guionista audiovisual y transmedia sergio@blankspot.com.ar

Pablo Neruda

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egún la confesión de Julio Cortázar, su relación con Neftalí Reyes, más conocido como Pablo Neruda, es tan larga o tan corta como quiera contarse, aunque en ambos casos, no menos intensa. Cortázar es mundialmente conocido y valorado por gran parte de la crítica como un innovador novelista, o como un eximio cuentista. Algunos lo exaltan como el creador de Rayuela, la novela que rompió la linealidad de la estructura narrativa clásica planteándonos la posibilidad de navegar el texto desde un tablero de comando; otros lo destacan por su maestría en la escritura del relato breve: su elegancia, sus juegos formales, su “swing”. No menos cierto es que Julio Cortázar también fue, a lo largo de toda su vida, un dedicado y consecuente poeta. Desde muy joven ejerció esa pasión casi secreta. De hecho, su primer libro, “Presencia”i , publicado en 1938 bajo el seudónimo de Julio Denis, es un poemario compuesto por cuarenta y tres sonetos. Treinta y tres años después, en 1971, escritor ya consagrado, publicó en Barcelona su libro “Pameos y Meopas”ii ; y coincidente con su fallecimiento en 1984, aparecía “Salvo el Crepúsculo”iii . Además de editar estos tres volúmenes de poesía, Cortázar incluyó poemas en casi todas sus novelas y libros de misceláneas,

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o los publicó como sueltos en revistas y diarios. Y ya desde el principio, estuvo presente Neruda. El joven Cortázar, a fines de los años treinta o principios de los cuarenta quedó impactado por “Residencia en la tierra”iv , editado por el poeta chileno en 1936. Nos cuenta él mismo que, cuando finalmente se conocieron personalmente con Neruda “salimos amigos hacia el pasado y hacia el futuro; fue como si el joven argentino que en los años cuarenta había recibido como una bofetada de luz el mensaje de “Residencia en la tierra”, retrocediera vertiginosamente en el tiempo para que el poeta lo precipitara personalmente en el libro, en el prodigioso maelstrom que habría de cambiar de arriba abajo el destino de la poesía latinoamericana.”v Fue recién en 1970 cuando se produjo ese encuentro “tête à tête” en la casa-barco de Neruda en Isla Negra, en el marco de la visita de Cortázar a Chile para asistir a la asunción de Salvador Allende. En distintas oportunidades, en reportajes o escritos para diarios o revistas, Cortázar contó que, a pesar de poseer caracteres y hábitos muy diferentes, ambos pudieron congeniar rápidamente. “Nunca he buscado conocer personalmente a los escritores que admiro, prefi-

riendo que el azar —o lo que tratamos de decir cuando empleamos esa palabra de connotaciones secretas e infinitas— me acerque a ellos; (…) [en tanto] Pablo era un sediento de amistad, de buscar y de que lo buscaran.” (…) “Nuestra amistad demasiado breve tuvo una riqueza y una plenitud que acaso no tuvieron otras; a Pablo y a mí nos bastaba mirarnos para que todos los proemios se trizaran de entrada, abriendo grandes las puertas de un contacto cuyas claves conocíamos sin haberlas convenido jamás, sin ese terreno progresivo e incierto en que se mueve la dialéctica civil del diálogo. Muy pocas palabras nos bastaban para fijar rumbos mentales, definir opciones o preferencias.”vi Cortázar y Neruda lograron vencer el tiempo cronológico y extender su amistad al punto de sentir que se conocían desde su juventud, pasando esos tres años intensos que le restaban vivir al poeta chileno, en una ida y vuelta constante de compartir vivencias, y también los sueños de la construcción de un Chile socialista; aquel que un sangriento golpe militar terminaría tronchando, junto a la vida de Allende, en el asalto a la Moneda. Porque no solo compartieron la poesía y la literatura, sino la época y el proyecto. Cortázar publicaba en esos años “Libro de


Manuel”vii , su novela militante, y apoyaba con todas sus fuerzas experiencias socialistas que él sentía auténticas e inéditas, como el Chile de Allende, y posteriormente, la Nicaragua sandinista. Estas pasiones, estos diálogos quedaron plasmados en algunos escritos públicos, y otros casi secretos. En mi experiencia, fueron tres las puertas de acceso que tuve a la relación Cortázar / Neruda. La primera es el texto “Carta abierta a Pablo Neruda”viii , que Cortázar escribe como prólogo a la edición francesa de “Residencia en la tierra” que la Editorial Gallimard decidió publicar en 1971. En ella, Cortázar reflexiona sobre el valor que esos poemas tienen y mantienen. “No sé si tus lectores franceses esperaban una introducción más sistemática y textual de tu poesía; desde luego puedo decirles que hay sobre ti una inmensa bibliografía en cualquier buena biblioteca, pero se me ocurre que no es necesario decirles eso, que Christiane y Raymond (a quienes imagino jóvenes y llenos de ese viento nuevo que a pesar de cachiporras y mentiras se abre paso en el cansado aire europeo) preferirán esta carta en la que no se habla de una poesía por sí misma sino de una mutación radical de nuestro lenguaje más

(...)“salimos amigos hacia el pasado y hacia el futuro;” (...)

Cortázar asistió a la asunción de Salvador Allende

Julio Cortàzar

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Comedor de la casa de Neruda en Isla Negra profundo, de una obra que fundamenta, anuncia y apoya el encuentro del hombre latinoamericano consigo mismo, su residencia final en una tierra propia, en un mundo más justo y más hermoso.” La segunda es otro breve texto escrito en 1979, en el que alude a su amistad con Neruda. Allí, Cortázar remata la anécdota: “Pronto aprendí a conocer la escala de valores de su mirada y de su sonrisa que reemplazaban muchas veces una opinión, un rechazo o un elogio. Cuando Gallimard me pidió un prólogo para la edición francesa de “Residencia en la tierra”, lo escribí en forma de carta abierta y se lo envié a Pablo, que muchas veces había rechazado ese ciclo de su poesía como una etapa individualista y egoísta de su obra antes del gran salto al Canto general. Después de leer el texto, en el que yo reiteraba una admiración por Residencia que sigue creciendo con el tiempo, Pablo se limitó a mirarme y a sonreír, y esa mirada y esa sonrisa me dieron exactamente la medida de su secreta alegría, de su fidelidad nocturna hacia una obra que la corriente de la historia lo llevaba a negar a la luz del día. Creo que ese día sentimos mejor que nunca la fuerza de nuestra amistad, y ese silencio lleno de inteligencia sigue valiendo para mí como la más alta recompensa

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que me haya sido dada jamás en ese terreno”. ix El tercer indicio de esta amistad, apareció ante mí súbitamente, investigando para un documental en la Biblioteca de la Fundación March, en Madrid. Fue allí donde Aurora Bernárdez, primera esposa y albacea de Julio Cortázar, depositó los libros de la biblioteca personal que el escritor había dejado al morir. Entonces, pude tener en mis manos el ejemplar de “Confieso que he vivido”x , la autobiografía de Neruda editada póstumamente en 1974. Cual no sería mi sorpresa cuando vi los diálogos mantenidos por Cortázar con el texto escrito por su amigo, que quedaron consignados en los márgenes en la forma de preguntas, exclamaciones, salutaciones e invectivas. Cortázar siguió interactuando apasionadamente con Neruda, como lo hizo con sus poemas a lo largo de su juventud en oscuros cuartos de pensión cuando era profesor en escuelas secundarias pueblerinas; como lo siguió haciendo en su fugaz aunque crucial paso por Mendozaxi y su posterior estancia europea; más tarde, en veladas regadas de buenos vinos chilenos mirando el mar en Isla Negra y prosiguió más allá de la desaparición física de su querido amigo. “No me duele su muerte, tan grande y plena es la alegría de saberlo en la gran casa del corazón de su pueblo que es también mi casa; cuando bebo, cuando amo, cuando miro algo que me parece bello o bueno, tengo siempre un gesto de complicidad para él; sus grandes ojos lentos me devuelven esa connivencia, algún verso salta desde el trampolín de la memoria para responderme, para acompañarme. Nada puede cambiar, nada ha cambiado allí donde todo fue dicho en su justo lugar y en su hora justa.” xii

i Cortázar, Julio (como Denis, Julio) (1938) Presencia. Buenos Aires: El Bibliófilo. ii Cortázar, Julio (1971) Pameos y Meopas. Barcelona: Llibres de Sinera, Colección Ocnos. iii Cortázar, Julio (1984) Salvo el Crepúsculo. México-Caracas-Buenos Aires, Ed. Nueva Imagen, Biblioteca Julio Cortázar. iv Neruda, Pablo (1936) Residencia en la tierra. Santiago de Chile: Nascimento. v Cortázar, Julio (orig.1979 - 2009) “De una amistad” en Papeles Inesperados. Buenos Aires: Alfaguara, pp 382 - 384 vi Ibid. vii Cortázar, Julio (1973) Libro de Manuel. Buenos Aires: Sudamericana. viii Cortázar, Julio (1973) Carta abierta a Pablo Neruda. Revista Iberoamericana ; 82-83 ix Cortázar, Julio (orig.1979 - 2009) “De una amistad”, op. cit. x Neruda, Pablo (1974) Confieso que he vivido. Barcelona: Seix Barral. xi Si querés conocer sobre el paso de Cortázar por Mendoza, podés escuchar el podcast “Alguien que anda por ahí”, disponible en Spotify (escanear el Spotify Code) Cortázar, Julio (orig.1979 - 2009) “De una amistad”, op. cit. xii Spotify code del podcast “Alguien que anda por ahí”.

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SILVIO FISCHBEIN UNA OBRA UN ARTISTA (1O1A) Aquí estamos, en una esquina de Buenos Aires, que no es una esquina cualquiera de nuestra querida ciudad. Es una esquina que nos convoca, nos sorprende por lo inusual, por lo tan original de este Proyecto que pertenece a Milagro Torreblanca, UNA OBRA UN ARTISTA (101A) que puede apreciarse en el encuentro entre Sánchez de Bustamante y Humahuaca durante todo el día y la noche. Iluminada adecuadamente, destaca la obra del artista seleccionado por el tiempo de un mes de exposición. Ahí entonces una obra; en esta oportunidad,se trata de Silvio Fischbein, quien presenta una trabajo visual con las características de la producción de sus últimos tiempos. Una composición abigarrada, colorida, de fragmentos por él seleccionados que va armando y uniendo hasta crear una composición que decide detener , ya que por las características este trabajo podría no tener fin…y es precisamente por eso que nos plantea incógnitas, nos cuestiona, nos pregunta y nos invita a reflexionar de maneras diversas, dinámicamente nos relaciona con pensamientos sociológicos, analíticos de las condiciones humanas y paralelamente nos hace meditar y ordenar un mundo de metafísicas situaciones en donde el avatar, lo oracular está también presente. ¡Están todos invitados! Silvio Fischbein nació en Argentina en 1949. Es artista visual y director cinematográfico. Realiza sus trabajos en Bs As, lugar en donde reside. Ha sido becado en varias oportunidades por los gobiernos de Francia y Canadá. Ha recibido en dos oportunidades la Beca de la Fundación Pollock-Krasner y el Gobierno Francés le otorgó el Premio Melies. Es integrante del colectivo plástico “Poéticas Divergentes”, y en la actualidad preside la Asociación de Artistas Plásticos de la República Argentina (AAVRA). Saludamos a Silvio Fischbein por esta exposición citadina y convocamos a quienes esto lean a acercarse a esa esquina porteña y averiguar en la computadora los orígenes de este interesante Proyecto que Milagro Torreblanca viene desarrollando desde hace varios años. -Una Obra Un Artista - Sánchez de Bustamante esq. Humahuaca - Idea y Selección : Milagro Torreblanca

Obra de Silvio Fischbein

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Blas Vidal en la muestra de Silvio Fischbein

Por Blas Vidal


Obras de Silvio Fischbein

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