Una locura de vacaciones

Page 1


CAPÍTULO 1: LA SORPRESA

Ahí estaba yo, castigada en mi cuarto por haber llenado el salón de lentejas.

El otro día nos dijeron nuestros profes: «Para la semana que viene tenéis que hacer un experimento con legumbres». Pero ya da igual, total no voy a estar. Pero yo me lo tomé demasiado en serio. Había hecho el típico volcán de bicarbonato que explota, pues ese mismo, pero añadiendo lentejas, representando cómo se podían plantar las lentejas en un futuro.

Ya lo tenía todo preparado, pero se ve que, cuando estaba grabando el vídeo para clase (sí, este proyecto no era presencial, era por vídeo por este motivo, para no manchar la clase), pues me emocioné más de la cuenta y eché demasiado bicarbonato, y ¡pum! Explotó, y creo que ya te lo he contado todo y que no se me olvida nada.

Y por eso estoy aquí, pero no se está tan mal porque puedo: pintar, leer, escribir, ver pelis y muchas cosas más.

Pero, cuando mi madre me ha sacado de mi habitación y me ha puesto a limpiar, os preguntaréis: «¿Por qué, si estaba castigada en mi habitación, mi madre me ha sacado de ella?». Es que como tenía que dar de comer a mis hermanos, me ha dejado allí hasta que acabara. Pero sigo; por fin me he decidido a empezar a limpiar el salón cuando, de repente, mi padre ha entrado corriendo en el salón y ha empezado a decir:

—¡Haced las maletas que nos vamos a París! Entonces nos hemos quedado todos con la boca abierta.

—¿Pero por qué? —empezó a decir mi madre.

—¿¡Cuándo!? —dije yo.

—Mi jefe me ha dicho que hay que ir a una reunión superimportante allí, y es durante una semana, y mientras vosotros podéis ir a Disney, a ver la Torre Eiffel y a probar los cruasanes de allí (los de verdad). ¡Seguro que os lo pasáis genial! —nos dijo mi padre.

Enseguida mi madre, mi hermano Ismael, mi hermana Paula y yo dijimos:

—¡Sí!

Así que, al día siguiente, por ser sábado, preparamos todas las maletas. Era diciembre, estábamos en pleno invierno, así que tuvimos que ir a comprar algunas cosas: bufandas, gorros, guantes… Todo lo necesario para estar allí una semana.

Al martes siguiente nos fuimos al aeropuerto y allí nos pasaron unas cuantas cosas muy interesantes, pero también muy tensas.

CAPÍTULO 2 UN VIAJE MUY MOVIDITO

Ya estábamos en el aeropuerto cuando mi hermana dijo:

—¡Me he dejado mi maleta con mi muñeca en el taxi! ¡Tenemos que ir a por ella!

Mi madre se puso muy nerviosa y fue corriendo hacia el taxi, esperando que no se hubiera ido. Corrió y corrió hasta el taxi. Menos mal que aún estaba y no se había ido.

El taxista la miró un poquito raro, con cara de zombi amargado, pero lo importante es que pudieron recuperar la muñeca, aunque… ¡se nos estaba haciendo tarde! Tras llegar a toda prisa, dijeron que el avión aún no estaba listo y que teníamos que esperar una hora más, ¡con lo rápido que habíamos ido!

Pasada esa hora, nos fuimos al control y, después de facturar las maletas, nos subimos al avión.

Cuando ya estábamos dentro, mi padre dijo:

—¡Oh, no! Se me ha olvidado mi bocadillo en la entrada del aeropuerto. Por la prisa que teníamos de encontrar la muñeca. ¡Con lo rico que estaba...!

Pero mi madre hizo de supermamá previsora de todo peligro que pudiera pasar.

Mi madre es una mujer muy amable, guapa y, sobre todo, superresponsable.

A diferencia de mi padre, que se puede decir que es muy olvidadizo y despistado. Así que abrió su supermochila y le dio otro bocadillo.

Ya una vez subidos en el avión y, tras haber pasado un rato de vuelo, mi hermano dijo que se estaba mareando. Mi madre y mi padre no sabían qué hacer, entraron en pánico, porque nosotros no somos muy de marearnos, y entonces se pusieron muy nerviosos y empezaron a llamar a las azafatas, a abrir todos los bolsos y mochilas que llevábamos para conseguir algún medicamento, a ir al baño, a pedir trapos mojados para la cabeza. En fin, un auténtico desastre.

Yo no sé por qué empecé a tener el presentimiento de que la gente nos miraba como si fuéramos extranjeros del otro lado del mundo o algo parecido porque nadie nos ayudaba y parecía que estábamos locos.

Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.
Una locura de vacaciones by BABIDI-BÚ - Issuu