El guardián de pesadillas

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Ele & Edu Ilustrado porJulio Martínez

«Y vivieron felices y comieron perdices».

Infinidad de historias hay sobre cómo la gente ha logrado cumplir sus sueños, pero este libro no va a hablar de eso, precisamente.

Hablará de las pesadillas, jamás mencionadas ni valoradas, pero siempre presentes. Al ser repudiadas por todos, alguien debió de pensar que no se podía dejar que deambulasen a sus anchas entre los pobres y temerosos humanos. Habría que aislarlas físicamente de estos, para que no les alcanzasen nunca. Por eso fueron confinadas en este lugar. Los sueños se podrían quedar a su libre albedrío en el mundo de las personas. ¿No has oído nunca la expresión soñar despierto? Esa maravillosa sensación solo ocurre cuando un sueño te toca.

Pero como no todo es perfecto, por la noche los sueños no necesitan tocar al humano para hacerle soñar.

LAS PESADILLAS TAMPOCO.

Lo siento, mi intención no era asustaros. A veces me pongo un poco dramático. ¿Os gustan las imágenes?

Tengo algunas más que dibujé hace algún tiempo, que me ayudarán a ilustrar lo que quiero contar.

Las pesadillas, nacidas de los miedos y temores humanos, no fueron encerradas en una cárcel cualquiera: fueron confinadas en libros. Cada persona tiene un libro, página o estantería. ¿Dónde estará el tuyo?

Este confinamiento solo es efectivo durante el día, ya que en estos libros esperan a que caiga la noche, y así poder llegar a su presa y alimentarse de sus miedos para hacerse más fuertes o, simplemente, subsistir. Existen solo dos formas de poder escaparse de uno de estos tomos. A veces, cuando un humano tiene muy poco valor o siente más miedo de lo normal a algo, su temor cobra fuerza en este tenebroso mundo, pudiendo así salir de los libros. Otros lograrán escapar simplemente porque llevan mucho tiempo encerrados. Demasiado...

Pero, tranquilos, no pueden huir de este lugar maldito. Al menos de momento...

Las criaturas que logran salir son capaces de vivir por sí mismas, ya que no tienen que alimentarse del pavor de su presa para subsistir: son muy fuertes. Empezarán la búsqueda del humano con quien comparten vínculo, para destruirlo, ya sea moral o físicamente. Cualquier acción estará justificada por la maldad en sí.

Pero no solo de miedos están llenos los corazones. Cuando una pesadilla se supera, se convierte en una fortaleza, dejando así libre de los grilletes del miedo a su propietario. Pero en este lugar solo se encarcelan pesadillas, por lo que las fortalezas desaparecen igual de rápido que han aparecido, sin dejar rastro del libro al que pertenecieron.

No os preocupéis, no mueren. En realidad, se les permite volver con los humanos, pues ya no les quieren ningún mal.

Algunos dirán que hoy en día es más difícil asustar a un niño. «No como antes», dirían los ancianos. Yo no soy de esa opinión; con todos los avances mediáticos, los monstruos llegan a la mente de los niños con más facilidad que antaño, en mayor variedad y cantidad.

Todo lo expuesto simplemente propicia que crezca este reino sin rey, lugar fantasmagórico, sin orden ni ley.

¿Os acordáis de que os dije que las pesadillas podían escaparse? Para tranquilizaros, os diré que es muy poco probable que una pesadilla logre salir de su prisión, pero aún más raro es que, una vez fuera, sea superada, pues si ha conseguido aflorar significa que causa en su dueño un pavor ciego e irracional, o bien que lleva años vigente en el corazón de alguien.

¿A cuánta gente conocéis que haya superado su miedo más profundo?

Es el caso del protagonista de la historia que voy a contaros, un esqueleto maquiavélico que seguramente atormentó durante años, quizás, a algún niño en sus sueños. A lo mejor le causaba tanto miedo como para desmayarlo.

El caso es que ya llevaba mucho tiempo fuera. Su libro desapareció, pero él no. Al no estar en su tomo a la hora de ser superado, no fue redimido de su condena, pues eso significaba que había llegado a ser una pesadilla especialmente tenaz, una de las peores. Personalmente creo que no es justo; opino que todo el mundo merece una segunda oportunidad.

A lo que iba: en su interior se produjo un cambio. Ya no quería destruir a los humanos. Ahora, como fortaleza, solo buscaba protegerlos.

Su nombre es.... A ver si lo recuerdo… ¡Ah, sí!

Yex el Vagatumbas, inventado por una madre para que su hijo no jugase en el cementerio.

Es un esqueleto un poco peculiar. Vaga por este mundo perverso con una buena intención: ayudar a las personas. La espada de su bastón, terminado en bombilla, es el mejor testigo de sus tiempos malvados.

También posee un sombrero de copa sin fondo y un bigote de villano de quita y pon, y cree que este le otorga poderes infinitos.

Desde el día en que cambió su condición, puso todos sus poderes y empeño en destruir pesadillas. No solo su instinto se lo decía, además le gustaba y disfrutaba con ello. Empezó arrasando con las estanterías que encontraba a su paso, esperando así reducir drásticamente el número de agresiones a los humanos por las noches. Se enfrentó a miles, no, a cientos de miles de monstruos y horrores. Le sobraban energías y no tenía miedo. Encajaba a la perfección en el papel. Sí, habéis leído bien: «encajaba». Hoy en día ya no es así, la cosa ha cambiado. Pero no os impacientéis. Dejadme llegar ahí en su debido momento. Su empresa, a pesar de que crecía su fuerza y experiencia, no avanzaba, pues el mundo en el que se encontraba era infinito. Si había infinitas estanterías y decenas de libros en cada una, eso sumaba... ¡un montón de libros! Hay que aclarar que a nuestro amigo no le gustan las matemáticas, y aunque en ese mundo había millones de volúmenes sobre ellas, no quiso pararse a pensar sobre su escaso avance en destruir libros. Por lo tanto, siguió incansable con su tarea.

Fue entonces cuando un día, mientras descansaba tras haber destrozado las estanterías del lugar, algunas de estas volvieron a aparecer de la nada con nuevos libros y temores. Eso era algo que Yex nunca había visto ocurrir. Él creía que, una vez destruidos, desaparecían para siempre.

Y así era en realidad, pero cada segundo surgían nuevos temores. El nacimiento de algún bebé, seguro, o nuevos miedos infundidos en una persona, pensó.

Por primera vez, detuvo su tarea y deshizo el camino que llevaba siguiendo desde hacía algunos días para corroborar sus pensamientos. Caminó y caminó, largo y tendido. Sus pies le guiaban hasta donde llegaba a acordarse de por donde había pasado. Sus sospechas se confirmaron: lo que debía ser un llano, lleno de estanterías destruidas, volvía a ser biblioteca. Vio que todo lo que había hecho hasta entonces, aunque divertido, no había servido de nada.

¿Cómo os quedarías vosotros? A mí no me gustaría en absoluto.

Nuestro huesudo amigo se decidió a hacer algo que llevaba eones sin... Bueno, quizás me he pasado un poco. Dejémoslo en muchísimo.

SABE CALLARLOS O ESCUCHARLOS EN SU DEBIDO MOMENTO.
978-84-19904-01-0 9 788419 904010 I N S PIR I N G UC R SOI I T Y
NO ES MÁS VALIENTE QUIEN NO TIENE TEMORES, SINO QUIEN
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