Boadilla-Pozuelo Mayo 2020
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NuestroPatrimonio
Palacio Real de Aranjuez a relación de Aranjuez con la realeza se remonta a principios del siglo XVI, cuando Felipe el Hermoso, primero, y más tarde su hijo, el emperador Carlos V, eligieron el coto de esta villa para practicar la caza y utilizaron el antiguo pa lacio de los maestres de la Orden de San tiago para su aposento. De estos precedentes y de la pretensión de Carlos V de convertir esta población de la ribera del Tajo en una villa regia, deriva el proyecto posterior de Felipe II de construir un nuevo complejo palatino en el mismo lugar donde se levan taba el palacio santiaguista de origen me dieval. El Palacio Real de Aranjuez, tal y como hoy lo conocemos, no es el resultado de un proyecto unitario, sino que su construcción transita desde un plan inicial, definido en la segunda mitad del siglo XVI, que se vio truncado durante el siglo XVII y se retomó ya en la primera mitad del siglo XVIII, con otros planteamientos, hasta su culminación por el rey Carlos III. El proyecto iniciado por Felipe II no llegó a concluirse y, de he cho, el antiguo palacio, que estaba previsto desmantelar a medida que avanzaban las obras del nuevo, no llegó a demolerse y se mantuvo en pie hasta 1727, a causa de la paralización del proyecto durante más de un siglo. El proyecto inicial de Felipe II, a cargo de Juan Bautista de Toledo y poste
Luis Andrés Domingo Puertas Historiador y arqueólogo
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Pinturas en el techo del salón del trono del Palacio; abajo, el salón de billar. (Foto: Wikipedia)
riormente de Juan de Herrera, contemplaba la ejecución de una gran casa palaciega es tructurada en torno a un patio central y de la que solo se construyó la mitad, concreta mente la que conforma la parte sureste del actual complejo. Aunque estaban previstas desde unos años antes, las obras comenzaron en 1561 y se centraron en la construcción de la ca pilla, en cuya dirección se sucedieron los dos arquitectos antes mencionados. Las obras del palacio propiamente dicho fueron iniciadas unos años más tarde bajo las ór denes de Juan de Min jares. A la muerte de Felipe II en 1598, el pa lacio contaba ya con la torre sur, en la que se ubicaba la capilla, y buena parte de las fa chadas sur y oeste. Sin embargo, a partir de ese momento se inicia un periodo de paralización
que se prolonga más de un siglo. En 1715, finalizada la Guerra de Sucesión, Felipe V encarga al arquitecto Pedro Caro Idrogo que reanude las obras siguiendo los plantea mientos previos de Juan de Herrera, lo que supone la construcción de la torre norte y la práctica culminación del resto del conjunto principal del palacio, que se realizó ya bajo la dirección del arquitecto Santiago Bona vía. Pero, por desgracia, un incendio acae cido en 1748, cuando el palacio estaba prác ticamente concluido, obligó a reconstruir de nuevo las techumbres y otros elemen tos. Fue durante el reinado de Carlos III, cuando se construyen las dos majestuosas alas que se prolongan en el extremo occi dental y que delimitan un amplio patio de armas precedido por una verja y su puerta de acceso. La dirección de las obras de estos dos cuerpos añadidos al palacio fue encomen dada a Francisco Sabatini y se desarrollaron entre 1771 y 1774, consiguiendo una per fecta integración con la construcción previa