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GOYA

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Bibliografía

Bibliografía

El Goya “testigo” que encarna Stellan Skarsgard funciona como hilo conductor en una historia que no es la propia. Se vuelve un retratista de la realidad que lo rodea, adoptando un papel pasivo y de escasa profundidad. El rol de creador no se distingue especialmente, y el artista acaba como un antagónico a la figura de Lorenzo. Es un Goya con carácter pragmático, y en el que prima la razón, frente a la corrupción del ser que representa el depravado cura. Sin embargo, estos recursos que sirven a la trama no se asemejan a la realidad del pintor. Goya, como nos ha demostrado la historia, siempre estuvo más del lado de Dionisos, o por lo menos, opuesto a todo aquello que representaba la Iglesia: El Tribunal de la Inquisición y el quilombo político que existía en la España del siglo XIX. No obstante, él no fue el único testigo consciente de los horrores de la guerra como plantea la película, donde se nos presenta como el único personaje que comprende el sufrimiento que trae la muerte, y que no aplaude a los verdugos cuando realmente una gran parte de la sociedad española ya se enfrentaba a las contradicciones propias de la Ilustración.

Además, la interpretación de la figura de Goya se aleja de aquella descrita por la historia. Goya nunca fue un personaje pasivo y mucho menos tan afa- ble como lo propone el filme. Su temperamento es descrito como pasional desde antes de la sordera, y posteriormente como “atormentado”. Si bien Milos Forman pretende hacer que vivamos la historia con Goya, lo convierte en un fantasma en el que solo se apoya para generar contradicciones y desenvolver al resto de personajes. Esto queda más que claro en la elección del actor, Javier Bardem interpreta a Lorenzo por tratarse del claro protagonista, dejando al escandinavo Skarsgard, mucho menos conocido el papel de Goya. Esta elección se basó también en autorretratos menos conocidos del autor, como “Autorretrato a lápiz” y el “Autorretrato ante el caballete” ambos de 1795 donde se diferencia del Goya de mediana estatura y mucho más “celtibérico” de lo que nos puede ofrecer el actor.

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Un punto a favor de Forman es que retrata perfectamente el hecho de que Goya no contara con una formación erudita, aunque sus tratos con la Corte, sus amigos y los viajes lo fueron puliendo. Esto se ve en la diferencia de trato con respecto al Padre Lorenzo y su informalidad en ambientes que en la época eran más conservadores. No obstante, los defectos en la maestría de Milos Forman, no alcanzan para dejar de apreciar la vida y contradicciones de un genio que nos dejó flashes del llamado siglo de las luces.

Goya funciona como un elemento cohesionador que mantiene la trama en un mismo hilo conductor. La estética de su obra se refleja constantemente a través de la gama cromática, y los efectos especiales, parecen trasladarnos a una de sus pinturas. El inicio del filme no es otro que una serie de imágenes de sus grabados, concretamente de la serie Últimos Caprichos (1826 -1828) que realiza en la última etapa de su vida. Otros grabados como Los desastres de la guerra (1810 - 1815) o Los disparates (1815 - 1823) también se ven reflejados en los créditos o en diversas escenas en movimiento

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