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Índice de nombres

La obra. Cap. 6: Fortuna|4 1 9

Figura 27. Frontispicio del Index de 1900 (Colección Digital Universidad Autónoma de Nuevo León [en línea]: https://cd.dgb.uanl.mx/handle/201504211/15377 [consulta: 13 enero 2021]; http://cdigital.dgb.uanl.mx/la/1080020619/1080020619_01.pdf [consulta: 12 abril 2021]).

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Figura 28. Página 60 del Index de 1900, aparece citado «Ben-Ezra, Juan Josaphat» y su obra La Venida del Mesias en gloria y magestad. Decreto 6 de septiembre de

1824 (Colección Digital Universidad Autónoma de Nuevo León [en línea]: https://cd.dgb.uanl.mx/handle/201504211/15377 [consulta: 13 enero 2021]; http://cdigital.dgb.uanl.mx/la/1080020619/1080020619_11.pdf [consulta: 12 abril 2021]).

Conclusión

153. La obra de Lacunza tiene una calidad literaria incuestionable. Me adhiero totalmente al juicio de Carlos Silva Cotapos: «El más notable escritor que puede ostentar la literatura eclesiástica del Chile en el siglo XVIII es el padre Manuel Lacunza (1731-1801), de la Compañía de Jesús, natural de Santiago, que, con el seudónimo de Juan Josafat Ben-Esra, compuso La Venida del Mesías en gloria y majestad, destinada a defender el milenarismo, e impresa después dela muerte del autor. Esta obra alcanzó gran boga en su tiempo; y revela en el autor verdadero talento de escritor y de polemista y una gran lectura.»

Su gran prolijidad hace que todavía hoy sea casi imposible leer su obra por completo. Aconsejo a aquellos de mis lectores que quieran leerlo en español que se conformen con la lectura del excelente resumen hecho por el abad Urzúa.

«Algunas personas lo tachan de temerario, de haber empezado a escribir sobre los libros santos sin conocer el griego, el hebreo y otras lenguas orientales. Pero, como observa juiciosamente el autor de la Noticia, ¿sabemos si en su soledad, con la ayuda únicamente de libros, pudo aprender por lo menos griego y hebreo?»

Así se expresó Agier.

Habitualmente, Lacunza usa la Vulgata. Sin embargo, a veces recurre a los Targums (paráfrasis arameas) para el Antiguo Testamento y a la versión siríaca para el Nuevo. Cita a Erasmo, Vatable, Arias Montano y Pagnino, y corrige bastante a menudo la Vulgata según las críticas modernas, lo que algunos de sus adversarios no han dejado de reprocharle. En resumen, no ha dejado nada a un lado de todo aquello que pudiera ayudarle a entender el auténtico sentido del texto de las Santas Escrituras y traducirlo de la forma más literal y exacta posible.

Matovelle le hizo justicia: «Sus conocimientos de las Santas Escrituras eran vastos y poco comunes, por lo que ofrece magníficas interpretaciones de los diferentes textos.»

Notas 153. SILVA COTAPOS, Carlos. Historia eclesiástica de Chile. Santiago: Imprenta de San José, 1925, págs. 170, 171.

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Estos son juicios de algunos autores sobre el valor de la obra de Lacunza que añado sin comentarlos, dejando al lector la facultad de juzgar: • C. Pereyra ve en Lacunza «un milagro de elocuencia, erudición y profundidad teológica» (PEREYRA, Carlos. Historia de la América española. T. VIII. Madrid: Saturnino Calleja, 1926, pág. 203). • Manuel María Pólit Laso alaba «la gran virtud del P. Lacunza, y su incomparable ciencia en la escritura» (PÓLIT LASO, Manuel María. Memorias de la Academia Ecuatoriana [Quito] (julio 1924), pág. 27). • «…el talento y el conocimiento sobresalientes [de Lacunza] lo sitúan entre los más capacitados eruditos especializados en profundizar en los escritos proféticos…» (ANTOMARCHI, Ben-Ezra…, op. cit., pág. 7).847 • Lillo dice que la obra de Lacunza ha sido considerada por sabios en la materia como el mejor comentario del Apocalipsis (LILLO FIGUEROA, Samuel A. Literatura chilena. Santiago: Editorial Nascimento, 5.ª ed., 1930; 6.ª ed., 1941, pág. 39). • «Mas “La Venida del Mesías en gloria y majestad”, que escribió, no solamente lo honrará á él, sino que es el ornamento mas bello de la literatura chilena» (EYZAGUIRRE PORTALES, José, Historia eclesiástica, política y literaria de Chile, op. cit., t. 2, pág. 315). • Eduardo Solar Correa dice: «Lacunza aspira a una forma literaria que se distingue por la concisión y la claridad» (SOLAR CORREA, Semblanzas literarias de la Colonia, op. cit., pág. 224). Estamos de acuerdo respecto a la claridad, pero no en cuanto a la concisión. Lacunza más bien tiene fama de ser prolijo.

Sobre los conocimientos filológicos de Lacunza, ver AGIER, Vues sur le second avènement de Jésus-Christ…, op. cit., pág. 113.

Menéndez y Pelayo cita las palabras siguientes de Juan María Gutiérrez: «Lacunza dió prueba en su tiempo de una vasta lectura y de un hondo conocimiento de los libros sagrados, estudiándolos en las lenguas griega y hebrea» (MENÉNDEZ Y PELAYO, Marcelino. Historia de la poesía hispano-americana. En: Obras completas. T. II. Madrid: Victoriano Suárez, 1913, pág. 387, nota).848 El pasaje citado está en la Revista de Buenos Aires, vol. 10 (1866), pág. 492.

847 456-bible [en línea]: http://456-bible.123-bible.com/livres1/ben-ezra.htm [consulta: 30 octubre 2011]. 848 Internet Archive [en línea]: https://archive.org/details/obrascompletas03men/page/4/mode/2up [consulta: 25 febrero 2021]; pág. 387 [en línea]: https://archive.org/stream/obrascompletas03men#page/386/mode/2up [consulta: 24 febrero 2021].

Conclusión|4 2 5

Coleridge tenía poca confianza en Lacunza como helenista: «Lacunza, sospecho, ignoraba el griego…» (COLERIDGE, The literary Remains…, op. cit., vol. IV, pág. 405).

Mir y Noguera dice: «Lacunza parece ignorar la lengua hebrea…» (MIR Y NOGUERA, La Profecía, op. cit., t. III, pág. 617). ¿Estaba Lacunza «versado en las lenguas griega y hebrea», como afirma el jesuita Miguel Cascón? (CASCÓN, Miguel. Los jesuitas en Menéndez Pelayo. Valladolid: Librería Santarén, 1940, pág. 558, n. 533). No sabría decirlo. Se constata que a veces se aleja del significado adoptado por la Vulgata latina. Llega a citar un texto del Antiguo Testamento según la versión griega de los LXX (por ejemplo, en LACUNZA, La Venida del Mesías…, op. cit., la Primera Parte de su libro, cap. VI, párrafo 9 [ed. Londres: Ackermann, 1826, t. I, pág. 130ss]; cf. Segunda Parte, Fenómeno VIII, Art. I y IV [ed. Londres: Ackermann, 1826, t. II, págs. 306ss, 343ss]; Fenómeno X, párrafo 1 [ed. Londres: Ackermann, 1826, t. II, pág. 480ss]; Tercera Parte, cap. III, IV, VII, y cap. XII, párrafo 2, cap. XV, párrafo 2 [ed. Londres: Ackermann, 1826, t. III, págs. 21ss, 35ss, 86ss, 216ss, 265ss]), o según la paráfrasis aramea (Primera Parte, cap. IX, adición [ed. Londres: Ackermann, 1826, t. I, pág. 168ss]; Segunda Parte, Fenómeno X, párrafo 7 [ed. Londres: Ackermann, 1826, t. II, pág. 515ss]; Tercera Parte, cap. IX, párrafo 2 [ed. Londres: Ackermann, 1826, t. III, pág. 142ss]), o incluso según una antigua versión árabe (Primera Parte, cap. IX, adición [ed. Londres: Ackermann, 1826, t. I, pág. 168ss]; Tercera Parte, cap. XI, párrafo 2 [ed. Londres: Ackermann, 1826, t. III, pág. 205ss]). Se le ha reprochado que diera mucha importancia a la paráfrasis aramea (ver BESTARD, Observaciones que Fr. Juan Buenaventura Bestard..., op. cit., t. I, pág. 19). Nuestro jesuita se ha esforzado mucho por llegar al texto original.

154. El olvido consciente, al que con empeño ha sido sometido el P. Lacunza, está muy lejos de ser merecido.

Se explica por la creciente antipatía oficial católica hacia cualquier forma de milenarismo, incluso hacia las formas más inocentes.

Siendo justos, hay que decir que no todos los teólogos protestantes están al abrigo de este mismo reproche. Es lo que ha reconocido Oscar Cocorda (1833-1916):

«El protestantismo, heredero de la antipatía católica hacia los quiliastas, ha rechazado, con sus exageraciones, los elementos bíblicos del regreso y del reino de Cristo. No ha entendido que el catolicismo odia el milenarismo porque va en contra del poder mundano de la iglesia; y él mismo ha confundido este poder con el reino del Señor.»

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Se puede lamentar el que Lacunza haya confundido el reino temporal y celestial de Cristo con el reino eterno que Dios establecerá en la tierra al expirar los mil años. Tenía razón, sin embargo, al señalar la parusía como punto de partida del reino de Cristo, contra todos los que fijan el punto de partida del milenio en el pasado, sea en el nacimiento de Cristo, en su ascensión, en la destrucción de Jerusalén, en la conversión de Constantino, en la caída del paganismo romano, en el siglo VII, o en el año 800.

Por otra parte, no hay que olvidar que en los primeros siglos de la era cristiana el milenarismo iba unido a una cierta noción de estado intermedio. No se creía en una traslación inmediata: el cielo no debía abrirse a los creyentes hasta el momento de la parusía. A medida que los cristianos adoptaron la idea de la entrada en el cielo en el momento de la muerte de los mártires y de los santos, después de los fieles en general, la creencia milenarista se debilitó. Lacunza, no queriendo tocar el dogma católico, disoció los dos elementos de la doctrina de la iglesia primitiva: quiso resucitar la fe en el futuro reino milenario, aunque respetando las decisiones de la Iglesia Católica en lo relativo a la visión beatífica.

Hay que agradecer a Lacunza por haber acabado con la confusión del Reino de Dios y de la iglesia que se remonta a san Agustín y a san Juan Crisóstomo y que es absolutamente contraria a la enseñanza bíblica.

«Desde el principio hasta el final de su magisterio, Jesús ve el reino de los cielos como un acontecimiento en el futuro, como un hecho esencialmente escatológico» (Auguste Wabnitz).

Para Jesús, «el reino de Dios, es el nuevo orden de cosas que se establecerá cuando el mundo actual acabe» (Maurice Goguel). «La humanidad no se dejará engañar; y si vuelve la espalda a la iglesia, es, en parte, porque la cristiandad interpreta en beneficio propio las grandiosas predicciones de la Escritura, ya que afirma que los creyentes de la antigua y de la nueva alianza, cuando contemplan el establecimiento del reino de Dios en la tierra, ¿saluda-

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ban con alegría los dieciocho siglos de herejías, apostasías, cruzadas, inquisiciones, cismas, persecuciones, clericalismo y de jesuitismo que constituyen la historia de la iglesia hasta nuestros días? ¡Esto es la venida del Hijo del hombre! ¡Este es el reino que hacía resplandecer, espejismo decepcionante ante la mirada cándida y ansiosa de sus discípulos! Hay aquí, en nuestra opinión, un conjunto de incongruencias exegéticas, históricas, filosóficas, morales y religiosas, cuya formidable fuerza, parecida a la de un torrente desbordado, arrasa el edificio de la espiritualidad» (Wilfred Monod). «La iglesia terrenal no debe ser confundida jamás con el reino de Dios, ni el reino ser identificado, porque la iglesia es solo un camino que lleva allí. La idea del reino de Dios sigue siendo una idea escatológica y no histórica. El reino de Dios está ligado a la iglesia invisible, celestial y mística» (Nikolái Berdiáyev).

Así se expresaba el filósofo ruso Nikolái Aleksándrovitch Berdiáyev (1874-1948).

Lacunza tuvo el mérito de señalar el aspecto escatológico de la oración dominical.

«Que venga tu reino. Este reino es el que Jesús predicó, preparó e invita a los fieles a esperar y desear en un futuro cercano. Si queremos permanecer en el significado histórico de la oración no hace falta restar a esta fórmula su significado escatológico. El reino de Dios está en todas partes como la consumación de la justicia eterna y la inauguración de los gozos celestiales. Es evidente que el texto mismo presenta el reino en el futuro, no en el presente. Si se tratara del reino espiritual del Evangelio y de la regeneración moral de la humanidad, no diríamos que venga tu reino, diríamos que crezca. Lo que pedimos tan directamente es la llegada del reino glorioso...» (Alfred Loisy).

En estas palabras de Alfred Loisy, creemos ver un eco de las de Lacunza sobre el mismo tema.

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«Tras el final de las persecuciones, se empezó a decir que el reino de Cristo estaba en la iglesia, que se estableció después de Constantino y que Satanás está encadenado, lo que no parece verdad, en absoluto, en tiempos tan diabólicos como los nuestros.»

Respecto al futuro de Israel, Lacunza se equivoca al darle un carácter absoluto a las promesas condicionales. En cuanto al restablecimiento de los sacrificios levíticos, se le puede recordar que desde el punto de vista neotestamentario han sido proclamados inútiles por la muerte de Cristo, de la que eran una prefiguración.

Queda la identificación de la Roma católica con la Babilonia mística de san Juan.

Después de Ticonio, numerosos exégetas antiguos y modernos han pensado que Babilonia es el mundo entero, excluyendo a los verdaderos cristianos. Explicación demasiado abarcante, me parece, y que el P. Lacunza ni siquiera discutió.

Para Lacunza hay un punto indiscutible: Babilonia es Roma. La única cuestión discutible es: qué época de la existencia de Roma es a la que ha querido hacer alusión el profeta del Nuevo Testamento. Lacunza descarta con un rotundo gesto las interpretaciones preteristas y futuristas para situarse en una explicación bastante cercana a la de los protestantes y a la de ciertos jansenistas. Cree que Roma, la Roma del siglo XVIII, sin dejar de hacer profesión del catolicismo, está en vías de convertirse en la gran ramera del Apocalipsis. Por mi parte, preferiría una definición más amplia, por ejemplo: «La gran ciudad... es el cristianismo de todos los países civilizados.»

Añadamos que Lacunza se dirige a su iglesia como a una madre muy querida y venerada, y le dirige las súplicas más conmovedoras. Está muy lejos de los ataques violentos de los que los protestantes y jansenistas hicieron gala y costumbre.

El sistema escatológico de Lacunza, como todos los sistemas humanos, es imperfecto y sujeto a revisión. Tiene elementos caducos. La modificación que ha querido imponer a la explicación tradicional de los cuatro reinos no es nada afortunada, y extraña el ver que todavía en la actualidad existan partidarios de dicho sistema escatológico.

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Donde Lacunza ha hecho un gran servicio a la exégesis bíblica, es reaccionando contra los abusos del método alegórico. Este volatilizaba una parte considerable de la enseñanza profética. Si alguna vez peca de excesivo literalismo insuficientemente matizado, en general, está en un sano realismo escatológico que guarda cierta analogía con el recomendado por Wilfred Monod.

El principal mérito del abad Lacunza, a mi parecer, es el de haber dado relevancia a la doctrina bíblica relativa a la parusía. Ha conseguido crear un gran eco entre numerosos cristianos, ya sean protestantes o católicos. ¿No será este el terreno sobre el que habría que buscar para construir el verdadero ecumenismo cristiano?

Veamos varios testimonios acerca de esta cuestión capital proviniendo de diversos puntos del panorama religioso: «Postulada en el Antiguo, anunciada en el Nuevo Testamento, la parusía está sustancialmente en todas partes; no la podemos sacar de la Escritura, como tampoco podemos arrancar los dibujos de un papel grabados en él y que se observan por transparencia» (Wilfred Monod). «La espera de la parusía ejercía, sobre la vida cristiana en el seno de la iglesia primitiva, un poder del que apenas nos hemos formado una vaga idea. Hoy el regreso del Cristo triunfante parece postergarse a un lejano e indefinido porvenir» (Jean-Baptiste Thomas). «La parusía no es una doctrina periférica, es la doctrina central de la salvación» (Isaak Dorner). «Nada puede remplazar o igualar el regreso de Cristo porque solo él traerá al mundo la victoria completa sobre el pecado y el triunfo absoluto sobre la muerte» (Théophile Geidendorf-Desgouttes). «Sabemos bastante sobre el lugar primordial que ocupa en la economía de la revelación cristiana la perspectiva de esta segunda venida del Señor, tan a menudo y tan solemnemente anunciada por él, como debiendo llegar con el fin y la palingenesia del mundo, con la transformación de los cielos y de la tierra actuales,

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con la resurrección de los muertos y el juicio general, con el establecimiento definitivo del reino de Dios en la consumación final y su última perfección. Es suficiente, abrir un poco el evangelio, para reconocer que la parusía es tanto el alfa como la omega, el principio y el fin, la primera y la última palabra de la predicación de Jesús. Es la llave, el desenlace, la explicación, la razón de ser, la sanción; que es, en definitiva, el acontecimiento supremo al que llevan todas las cosas y sin el cual todo se hundiría y desaparecería» (Louis Billot). «Si, en medio de las crisis y del dolor actual, encontramos cristianos que, estando más atentos y más vigilantes que nosotros, se les escapa el grito de: ¡He aquí el Señor! Antes de denunciarlos y acusarlos como rompedores de la paz de la iglesia, debemos respetarlos como verdaderos ministros de Cristo, porque nos reconducen de nuestras distracciones cotidianas a la realidad de la vida cristiana» (Hans Martensen). «Preferiría ser aquella persona, que por amor a Cristo, teniendo escaso conocimiento científico, ve una señal de su venida en cualquier espectáculo insólito en el cielo, cometa o meteorito, antes que el hombre que con abundante bagaje científico carece de amor y que no hace más que reírse del error» (John Henry Newman). «La continuada espera en el regreso de Jesús es la verdadera actitud del cristiano: es su estado normal» (Émile Guers). «La obligación del cristiano que espera a su Maestro no es la de calcular las fechas, sino, bajo el mandato divino, velar, orar, estar preparado, en hechos y en amor, para el regreso del Maestro amado que puede ser realidad en cualquier instante» (A. Antomarchi).

El P. Lacunza tiene derecho a ser colocado en la primera fila de los cristianos que aman la venida del Señor. Sean las que sean las diferencias que nos separan de Lacunza en aspectos relacionados con las profecías bíblicas, podemos repetir con él la oración del vidente de Patmos: «¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús!»

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Notas 154. Thomas Burnet ya advertía que el milenarismo no ha gustado jamás a la Iglesia Romana, y dio las razones. Ver el final del cap. VI del libro IV: BURNET, Thomas. The sacred Theory of the Earth. 7.ªed. Vol. II. Londres, 1759, págs. 242-243. «Sin haber jamás anatemizado formalmente al milenarismo, la iglesia, se ha apartado de ella por su tradición y su doctrina» (LEVIE, Jean. Nouvelle Revue Théologique [Bruselas] [1924], pág. 612). También Mamachi, Gazzaniga y Muzzarelli, ya citados, el quiliasmo encontró numerosos adversarios en los tiempos modernos en el seno de la Iglesia Católica. He aquí algunos: ULLOA, Juan de, S. J. De Primis et Ultimis Temporibus, Seu de Principio et Fine Mundi. Augsburgo: Veith, 1719, págs. 154-171;849 GOTTI, Vincenzo Luigi. Theologia scholastico-dogmatica juxta mentem D. Thomæ Aquinatis ad usum discipulorum ejusdem angelici præceptoris accommodata. T. I. Venecia: Typographia Balleoniana, 1750, págs. 155-157;850 GERDIL, Hyacinthe-Sigismond. Opere edite ed inedite del cardinale Giacinto Sigismondo Gerdil. T. X. Roma, 1808, págs. 216-218851 (reproducción de un ensayo publicado en Roma en 1775); PERRONE, Giovanni. Praelectiones Theologicae. T. II. París, 1863, pág. 109;852 TERRIEN, Jean-Baptiste. La grâce et la gloire, ou la filiation adoptive des enfants de Dieu étudiée dans sa réalité, ses principes, son perfectionnement et son couronnement final. T. II. París, 1897, págs. 405-413;853 BERAZA, Blas. Tractatus de Deo elevante, de peccato originalis, de novissimis. Bilbao: El Mensajero del Corazón de Jesús, 1924, pág. 670; PESCH, Christian. Praelectiones Dogmaticae. 2.ª ed. T. IX. Friburgo de Brisgovia [Freiburg im Breisgau]: Herder, 1902, págs. 342-352; BILLOT, Louis. Quaestiones de Novissimis. Roma: Typogr. Iuvenum Opificum a S. Josepho, 1903, págs.

849 Google Books [en línea]: http://books.google.cat/books?id=LQJFAAAAcAAJ&printsec=frontcover&hl=es#v=onepage&q&f=false [consulta: 8 diciembre 2011]. 850 Google Books [en línea]: https://books.google.com.jm/books?id=ildRkeePK0C&hl=ca&source=gbs_navlinks_s [consulta: 22 noviembre 2020]. 851 Google Books [en línea]: http://books.google.je/books?id=RDlFAAAAcAAJ&printsec=frontcover&hl=es#v=onepage&q&f=false [consulta: 8 diciembre 2011]. 852 Ver PERRONE, Giovanni. Praelectiones Theologicae. Vol. 2. Lovaina: Typis et sumptibus Vanlinthout et Vandenzande, 1838 (Internet Archive [en línea]: http://www.archive.org/stream/a603693802perruoft#page/n5/mode/2up [consulta: 8 diciembre 2011]; http://ia700508.us.archive.org/6/items/a603693802perruoft/a603693802perruoft.pdf [consulta: 8 diciembre 2011]). 853 Ver TERRIEN, Jean-Baptiste. La grâce et la gloire, ou la filiation adoptive des enfants de Dieu étudiée dans sa réalité, ses principes, son perfectionnement et son couronnement final. T. 2. París: Lethielleux, 1900, págs. 420-429 (Internet Archive [en línea]: http://www.archive.org/stream/lagraceetlagloir02terruoft#page/n7/mode/2up [consulta: 8 diciembre 2011]; pág. 420 [en línea]: https://archive.org/details/lagraceetlagloir02terruoft/page/420/mode/2up [consulta: 26 febrero 2021]).

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137-144; LAHOUSSE, Gustave. Tractatus de Deo creante et elevante. Brujas: C. Beyaert, 1904, págs. 661-664; LENNERZ, Heinrich. De novissimis. 4.ª ed. Roma: Universidad Gregoriana, 1940, págs. 191-201;854 HURTER, Hugo von. Theologiae dogmaticae compendium. 4.ªed. T. III (1883), págs. 578-585;855 MONSABRE, Exposition du dogme catholique, op. cit., t. XVII, págs. 272, 320-322; TANQUERAY, AdolpheAlfred. Synopsis Théologie Dogmatique. T. III: De Deo sanctificante et remuneratore, seu, de gratia, de sacramentis et de novissimis. 23.ª ed. París, 1934, págs. 764-765, 768-770; GODARD, André. Le Prophétisme et les temps nouveaux. París: Librairie Académique Perrin, 1935, págs. 62-67; HÖPFL, Hildebrand. «De Regno mille annorum in Apocalypsi S. Johannis Apostoli». Verbum Domini [Roma] (1923), págs. 206210, 237-241; Allo: «La profecía del milenio, que forma un cuerpo perfecto con las otras profecías del libro, es simplemente la figura del dominio espiritual de la iglesia militante, unida a la iglesia triunfante, tras la glorificación de Jesús hasta el fin del mundo» (ALLO, L’Apocalypse, op. cit., 2.ª ed., pág. 301).856 Hay que destacar, sin embargo, que Henri Féret, de forma general adopta el sistema de Allo y se ve obligado a admitir un milenio futuro (FÉRET, Henry. L’Apocalypse de saint Jean vision chrétienne de l’histoire. París: Correa, 1943, pág. 301; cf. pág. 9).

Entre los adversarios del milenarismo, hay que reservar un lugar destacado para Tomás de Aquino. Ver De ultimo fine. Dissertatione 2: De beatitudine. Art. III, en: MIGNE, Jacques-Paul. Theologiae cursus completus ex tractatibus omnium omnium perfectissimis ubique habitis. T. XI. París, 1839, cols. 643-648.857 Tomás de Aquino

854 LENNERZ, Heinrich. De novissimis. 5.ª ed. Roma: Universidad Gregoriana, 1950, Pars Altera, IV «De chiliasmo», págs. 199-212 (parcialmente Google Books [en línea]: http://books.google.cl/books?id=T8xPd-kSLqIC&printsec=frontcover&hl=es#v=onepage&q&f=false [consulta: 9 diciembre 2011]). 855 Ver HURTER, Hugo von. Theologiae dogmaticae compendium in usum studiosorum theologiae. Theologiae specialis. Pars altera, complectens, Tractatus tres: De gratia, de sacramentis et de Deo omnium consummatore. 11.ª ed. corregida. T. 3. Innsbruck: Libraria Academica Wagneriana, 1903, págs. 578-585 (Internet Archive [en línea]: https://archive.org/details/theologiaedogmat19033hurt/page/n5/mode/2up [consulta: 9 diciembre 2011]; pág. 578 [en línea]: https://archive.org/stream/theologiaedogmat19033hurt#page/578/mode/2up [consulta: 24 febrero 2021] [consulta: 9 diciembre 2011]). 856 Internet Archive [en línea]: https://archive.org/stream/lapocalypse00allo#page/300/mode/2up [consulta: 23 febrero 2021]. 857 Internet Archive [en línea]: http://www.archive.org/stream/theologiaecursu11mign#page/n3/mode/2up [consulta: 9 diciembre 2011]; col. 643 [en línea]: https://archive.org/details/theologiaecursu11mign/page/322/mode/2up?view=theater [consulta: 26 febrero 2021]. Ver las obras completas de Tomás de Aquino en: Corpus Thomisticum, S. Thomae de Aquino, Opera Omnia [en línea]: http://www.corpusthomisticum.org/iopera.html [consulta: 7 mayo 2012].

Conclusión|4 3 3

se alza contra las «herejías llamadas milenaristas» en Summa contra Gentiles, libro III, cap. 27 (ed. París, 1552, fol. 253) y libro IV, cap. 83 (fol. 488).858 Ver también el Suplemento a la Suma Teológica. Cuestión 81, art. 4859 (La Somme théologique. Drioux [trad.]. T. VIII. París, 1854, pág. 532).860

COCORDA, Oscar. L’immortalità condizionata ed il materialismo. Torre Pellice: Tipografia Alpina, 1883, pág. 268.

Maimónides atribuye a los doctores de Israel esta sentencia: «El mundo durará seis mil años y durante un milenio será devastado» (MAIMÓNIDES, Moses. Le Guide des égarés. París, 1930, pág. 102).861 Esta manera de ver está más en la línea de las intuiciones de los profetas bíblicos que en las descripciones románticas del milenio que Lacunza ha popularizado.

858 Corpus Thomisticum [en línea]: http://www.corpusthomisticum.org/iopera.html#OM; http://www.corpusthomisticum.org/scg3001.html [consulta: 7 mayo 2012]. «Summa de veritate catholicae fidei contra gentiles (Tratado sobre la Verdad de la Fe Católica contra los Infieles): Esta obra escrita en Roma, entre 1261 y 1264, la compuso bajo demanda de san Raimundo de Peñafort, que quería una exposición filosófica y defensa de la Fe Cristiana, para utilizarla contra los Judíos y Moros en España. […]. Las mejores ediciones recientes son la de Roma 1878 (de Ucelli), la de París y Friburgo, Suiza, 1882, y la de Roma de 1894. Se ha traducido a muchos idiomas. Se divide en cuatro libros: I. De Dios como es en Sí mismo; II. De Dios y el Origen de las Criaturas; III. De Dios y el Fin de las Criaturas; IV. De Dios en Su Revelación» (KENNEDY, D. J. «Santo Tomás de Aquino». En: Enciclopedia Católica [en línea]: http://ec.aciprensa.com/t/tomasaquino.htm [consulta: 9 diciembre 2011]). La edición española más reciente: Suma contra los gentiles. Introducciones de Eudald Forment. Madrid: BAC, 2007, t. 1, xLiii-670 págs.; t. 2, xiv-1028 págs. 859 Ver Supplément à la Somme théologique (Les Catholiques du Net [en línea]: http://catholiquedu.free.fr/2008/Revelation/SupplementAlaSommeTheologique.pdf [consulta: 9 diciembre 2011]). 860 Ver TOMÁS DE AQUINO. Suma teológica [en línea]: http://hjg.com.ar/sumat/ [consulta: 9 diciembre 2011]. 861 Ver MAIMÓNIDES, Moses. Le Guide des égarés. Munck, S. (ed.). París: A. Franck, t. 1 (1856); t. 2 (1861); t. 3 (1866) (Google Books [en línea]: T. 1: http://books.google.cl/books?id=-ZouAAAAYAAJ&printsec=frontcover&hl=es#v=onepage&q&f=false; t. 2: http://books.google.cl/books?id=GZk1AAAAIAAJ&printsec=frontcover&hl=es#v=onepage&q&f=false; t. 3: http://books.google.es/books?id=zKc1AAAAIAAJ&printsec=frontcover&hl=es#v=onepage&q&f=false [consulta: 9 diciembre 2011]). Ed. esp. Guía de los descarriados. Valera, Fernando (trad.). México, D.F.: Orión, 1947 (Sefaradí Torah [en línea]: http://sefaraditorah.wordpress.com/2010/11/28/la-guia-de-los-perplejos-maimonides/ [consulta: 7 mayo 2012]); Guía de perplejos. 5.ª ed. Gonzalo Maeso, David (ed.). Madrid: Editorial Trotta, 2008.

4 3 4|Una celebridad en el olvido: El P. Manuel de Lacunza y Díaz

Henri-Albert Bolomey tiene el mérito de distinguir claramente entre el período milenario, descrito en Apocalipsis 19:1 al 20:6, y la eternidad posmilenaria, cuya descripción empieza a partir de Apocalipsis 20:7 (BOLOMEY, Henri-Albert. Simple étude sur l’Apocalypse de Jésus-Christ: Précédée d’un exposé sur la faillite de la chrétienté et la réponse de Dieu à cette faillite. La Tour-de-Peilz [Vaud, Suiza]: H. Cornaz, 1941, pág. 121).862 Al igual que Lacunza, Bolomey cree que no habrá aniquilación de nuestro planeta (ibídem, págs. 264-265). Mucho antes que Lacunza, un holandés, protestante y milenarista, Hendrick Groenewegen (1640-1692) confundió las dos épocas y aplicó al milenio los dos últimos capítulos del Apocalipsis (GROENEWEGEN, Hendrick. Ausbreitung und Herrligkeit des Königreichs Christi In der letzten Zeit-Ordnung des Neuen Testam. Leipzig; Frankfurt: Groot, 1707).863 Ver JURIEU, Pierre. Apologie pour l’accomplissement des prophéties: où on répond aux objections qui ont été faites contre cet ouvrage. Rotterdam: Abraham Acher, 1687, pág. 118.864 Theodor Zahn aplica al milenio el pasaje de Apocalipsis 21:9 a 22:7 (ZAHN, Theodor. Die Offenbarung des Johannes. T. II. Leipzig: A. Deichert, 1926, pág. 608).

En su recensión del Ben-Ezra de Antomarchi, aparecida en el periódico metodista L’Evangéliste [París], William Henri Guiton se opone con razón a todo lo que confunde la tierra nueva con el milenio (GUITON, L’Evangéliste, op. cit., págs. 86-87). Donde me parece que se equivoca, es al rechazar la idea de Lacunza de que nuestro globo debe ser, no destruido, sino solo transformado. Guiton rechaza también la idea de un anticristo colectivo.

Sobre la parusía premilenaria: Ver CULLMANN, Oscar. Königsherrschaft Christi und Kirche im Neuen Testament, Zollikon (Zúrich): Evangelischer Verlag, 1941, págs. 15, 23, 38 (ed. esp.: La realeza de Cristo y la iglesia según el Nuevo Testamento. Madrid: Studium, 1974, 82 págs.).

«Citemos solo por recordar, la hipótesis de Hengstenberg que ¡vio el milenio en el pasado! Es un error que tendría que abandonar el romanismo» (MONOD, Wilfred. L’espérance chrétienne. T. I: Le Roi. Vals-les-Bains (Francia): E. Aberlen, 1899, pág. 390, nota).

862 Regard, Bibliothèque Chrétienne Online [en línea]: http://www.regard.eu.org/Livres.5/Apoc.de.Jesus.Christ.S.Etude/00Table.php [consulta: 22 septiembre 2020]. 863 Google Books [en línea]: https://books.google.cl/books?id=lzxVAAAAcAAJ&hl=ca&source=gbs_navlinks_s [consulta: 22 noviembre 2020]. 864 Google Books [en línea]: http://books.google.es/books?id=9Is9AAAAcAAJ&printsec=frontcover&hl=ca#v=onepage&q&f=false [consulta: 29 diciembre 2011].

Conclusión|4 3 5

El milenio después de la ascensión de Cristo: BOSSUET, Jacques-Bénigne. L’Apocalypse, pág. 319;865 DRACH, pág. 156; cf. AGUSTÍN. De Civitate Dei. Libro XX, cáp. 8;866 MONTEREUL, Bernardin de, S. J. (1596-1646). Les derniers combats de l’Église, représentez dans l’explication du livre de l’Apocalypse. 2.ª ed. París: Veuve Jean Camusat et Pierre Le Petit, 1648, pág. 440.867 Aunque está en contra del milenarismo, Jean-Baptiste Thomas (1820-1899), comenta que la opinión de san Agustín que hace coincidir el milenio con la dispensación cristiana, «da lugar a serias dificultades» (THOMAS, Jean-Baptiste. Le Règne du Christ: l’église militante et les derniers temps. París: Bloud et Barral, 1892, pág. 287).

El milenio tras la destrucción de Jerusalén: PAREUS, David. Opera theologico exegetica. T. II. Ginebra: Petri Chouët, 1642, págs. 1297-1298.868

El milenio después de Constantino: LÓPEZ, Gregorio. Tratado del Apocalipsis de San Juan. Madrid, 1787, págs. 239, 250;869 LESCOEUR, Le règne temporel de Jésus-Christ…, op. cit., pág. 276; Peter Becker (Petrus Artopeus) aplica al papado el

865 Ver BOSSUET, Jacques-Bénigne. L’Apocalypse. En: Œuvres complètes. T. 2. Besançon (Francia): Outhenin-Chalandre fils, 1840 (Internet Archive [en línea]: https://archive.org/details/lapocalypse00bossgoog [consulta: 23 febrero 2021]; https://ia800300.us.archive.org/20/items/lapocalypse00bossgoog/lapocalypse00bossgoog.pdf [consulta: 23 febrero 2021]; Google Books [en línea]: http://books.google.cl/books?id=X4oGAAAAQAAJ&printsec=frontcover&hl=es#v=onepage&q&f=false [consulta: 11 diciembre 2011]). 866 Ver AGUSTÍN. Sanctii Aurelii Agustini Hipponensis episcopi operum. T. 7: De Civitate Dei. París: Franciscus Muguet, 1685 (Universidad de Granada (España), DIGIBUG [en línea]: https://granatensis.ugr.es/discovery/fulldisplay?docid=alma991004442909704990&context=L&vid=34CBUA_UGR:VU1&search_scope=MyInstitution&tab=Granada&lang=es [consulta: 16 febrero 2021]; https://digibug.ugr.es/handle/10481/3074 [consulta: 16 febrero 2021]. AGUSTÍN. La ciudad de Dios. Díaz de Beyral, José Cayetano (trad.). Wikisource [en línea]: http://es.wikisource.org/wiki/La_ciudad_de_Dios; http://es.wikisource.org/wiki/La_ciudad_de_Dios_XX [consulta: 11 diciembre 2011]. AGUSTÍN. La ciudad de Dios (iglesiareformada.com [en línea]: http://www.iglesiareformada.com/Agustin_Ciudad.html [consulta: 11 diciembre 2011]; libro 20 [en línea]: http://www.iglesiareformada.com/Agustin_Ciudad_20.html [consulta: 11 diciembre 2011]). 867 Google Books [en línea]: http://books.google.cl/books?id=LCgfV4MiVXcC&printsec=frontcover&hl=es#v=onepage&q&f=false [consulta: 11 diciembre 2011]. 868 Google Books [en línea]: https://books.google.es/books?id=_6wG8AhOucC&hl=es&source=gbs_navlinks_s [consulta: 27 diciembre 2020]. 869 Ver LÓPEZ, Gregorio. Tratado del Apocalipsis de San Juan. Madrid: Benito Cano, 1789 (Google Books [en línea]: http://books.google.cl/books?id=APoOJe3O_r0C&printsec=frontcover&hl=es#v=onepage&q&f=false [consulta: 11 diciembre 2011]).

4 3 6|Una celebridad en el olvido: El P. Manuel de Lacunza y Díaz

segundo símbolo de Apocalipsis 13 (BECKER, Peter. Apocalypsis Sancti Johannis. Basilea, 1563, pág. 225). ¿Cómo no ha visto que ambas teorías son incompatibles?

El milenio después de la caída del paganismo romano: ALLIOLI, Joseph Franz von. Nouveau Commentaire. 5.ªed. T. VIII, pág. 430.870

Rougeyron hace empezar el milenio en el año 550 (ROUGEYRON, Guillaume. De l’Antéchrist, recherches et considérations sur sa personne, son règne, l’époque de son arrivée et les annonces qu’en font les événements actuels. París: Victor Sarlit, 1861, pág. 162);871 WALMESLEY, Charles (Pastorini). General History of the Christian Church from her birth to her Final Triumphant States in Heaven chiefly deduced from the Apocalypse of St. John the Apostle. 4.ªed. Nueva York: Printed by Hopkins and Seymour, for Bernard Dornin, 1807, pág. 72.872

Tras el siglo VII: Charles de Lisle y Jacques Petit sitúan el milenio entre el 800 y el 1800 (LISLE, Charles de. L’Apocalypse expliquée. Tolosa: Delboy, 1867, pág. 155; PETIT, Jacques. L’Apocalypse et les temps actuels, ou l’Avenir de l’Église et de la France. Marsella: J. Mascle, 1876, págs. 270-275).

«La condición de la separación de los espíritus entre el período de la muerte y la resurrección tuvo una influencia muy importante en la doctrina milenarista...» (BROOKS, Elements of prophetical interpretation, op. cit., pág. 64). L. Jansen recuerda el hecho de que el quiliasmo primitivo «no tenía la visión beatífica de las almas después de la vida» (JANSSENS, Laurent, «Un nouveau chiliasme mitigé», op. cit., pág. 73). J.-B. Thomas destaca: la opinión de los antiguos milenaristas sobre la demora de la visión beatífica y el aplazamiento hasta el juicio final de la entrada de los elegidos en la gloria celestial «ha sido condenado por los concilios ecuménicos de Lyon, en 1272, de Florencia, en 1439, y por la Bula dogmática de Benedicto XII, en 1336... La condena pronunciada contra la demora de la visión beatífica quitaba al milenarismo buena parte de su razón de ser» (THOMAS, Le Règne du Christ…, op. cit., págs. 247248). Sobre las relaciones entre el milenarismo y el estado intermedio, ver MAUDUIT,

870 Ver ALLIOLI, Joseph Franz von. Nouveau Commentaire. 8.ª ed. T. 8. París: Louis Vivès, 1884, pág. 430 (Internet Archive [en línea]: https://archive.org/details/nouveaucommentai08alli/page/n5/mode/2up [consulta: 20 noviembre 2011]; pág. 430 [en línea]: https://archive.org/stream/nouveaucommentai08alli#page/n437/mode/2up [consulta: 23 febrero 2021]). 871 Google Books [en línea]: http://books.google.fr/books?id=Dn1tgpaOsWgC&printsec=frontcover&hl=fr#v=onepage&q&f=false [consulta: 11 diciembre 2011]. 872 Ver WALMESLEY, Charles (Pastorini). General History of the Christian Church from her birth to her Final Triumphant States in Heaven chiefly deduced from the Apocalypse of St. John the Apostle and Evangelist. 6.ª ed. Cork: E. N. Connellan, 1820 (Google Books [en línea]: http://books.google.cl/books?id=Z8kPAAAAIAAJ&printsec=frontcover&hl=es#v=onepage&q&f=false [consulta: 11 diciembre 2011]).

Conclusión|4 3 7

Michel (1644-1709). L’Évangile analysé selon l’ordre historique de la concorde. 10.ª ed. T. IV. París: Méquignon junior, 1843, págs. 424-427; 1.ª ed., 1694;873 MURATORI, Ludovico Antonio. De paradiso regnique caelestis gloria: Non expectata corporum resurrectione justis a deo conlata adversus Thomae Burneti Britanni librum de statu mortuorum. Verona: Typis Seminarii apud Jacobum Vallarsium, 1738, págs. 6177;874 TURMEL, Joseph. Histoire des dogmes. T. IV: Le créationnisme, les anges, la vie outre-tombe, canon et inspiration des Écritures, la grâce sanctifiante. París: Rieder, págs. 121-367. Ver la definición del dogma católico de la beatitud inmediata de los elegidos, por el Concilio de Florencia, en MANSI, Gian Domenico. Sacrorum Conciliorum nova et amplissima collectio. T. XXXI A, col. 1031.

Si hay que creer, a partir del Concilio de Florencia, que los justos entran en el reino desde el momento de su muerte, dice, Pietro Giannone d’Ischitello: «No ha lugar más a pedir, según la oración que Cristo nos dejó, que el Padre apresure el advenimiento de su reino: Adveniat regnum tuum. Puesto que ya estamos seguros de entrar allí tras la muerte; y si la iglesia retiene aún esta oración, esta es vana e inútil y no es más que una fórmula vacía» (GIANNONE, Pietro. Il Triregno.T. II: Del regno celeste. Roma, 1895, pág. 219). Sobre Giannone (1676-1748). Ver «NICOLINI, Fausto». En: Enciclopedia italiana di scienze, lettere ed arti. T. XVI, págs. 967-968.875 Con retrato.876

«Creo que las almas de los martires, y de todos los demas santos aunque no hayan padecido martirio, están con Cristo en el cielo, allí gozan de la visión beatífica. Creo que todos los fieles que mueren en gracia de Dios, van á gozar de la misma felicidad, según el mérito de cada uno, despues de haber pagado en el purgatorio todas las deudas que de aquí llevaron» (LACUNZA, La Venida del Mesías…, op. cit., Londres: Ackermann, 1826, t. I, pág. 87).

«Ahora también la iglesia se llama reino de Cristo y reino de los cielos» (AGUSTÍN, De Civitate Dei, op. cit., libro XX, cap. 9, 1). Pasaje citado con la aprobación de ADAM, Karl. Das Wesen des Katholizismus. Augsburgo: Haas & Grabherr, 1924, cap.

873 Ver MAUDUIT, Michel (1644-1709). L’Évangile analysé selon l’ordre historique de la concorde. T. 4. Tolosa: Dupleix & Laporte, 1772 (Google Books [en línea]: http://books.google.cl/books?id=sBk0HUySOpYC&printsec=frontcover&hl=es#v=onepage&q&f=false [consulta: 11 diciembre 2011]). 874 Google Books [en línea]: https://books.google.es/books?id=SWhTAAAAcAAJ&hl=es&source=gbs_navlinks_s [consulta: 27 diciembre 2020]. 875 Ed. digital Treccani [en línea]: https://www.treccani.it/enciclopedia/fausto-nicolini_%28Enciclopedia-Italiana%29/ [consulta: 27 diciembre 2020]. 876 Ver «Giannone, Pietro». En: Enciclopedia italiana di scienze, lettere ed arti (Trecanni.it [en línea]: http://www.treccani.it/enciclopedia/pietro-giannone/ [consulta: 11 diciembre 2011]).

4 3 8|Una celebridad en el olvido: El P. Manuel de Lacunza y Díaz

II, párrafo 1; cf. AIUTI, Luigi. Il Regno di Gesù Cristo sulla terra. Roma: Francesco Ferrari, 1936, págs. 29-43; LUQUE, Santiago. El Reino Mesiánico. Cultura Bíblica, V. Madrid, 1948, págs. 167-170; JOURNET, Destinées d’Israël…, op. cit., pág. 107.

Charles-François Chevé (1813-1873) va más lejos, comienza el cap. XXX de su libro Visions de l’Avenir, sobre el reino de Cristo, con estas palabras: «Si, el reino de Cristo está ahora aquí. –Él está en la iglesia hecha pueblo, madre de la humanidad, iniciadora fecunda, etcétera.–» (CHEVÉ, Charles-François. Visions de l’Avenir. París: C. Dillet, 1868, pág. 132). Cf, Joseph Gaume: «El Papa-Rey, es la realeza visible de Jesucristo en el mundo…» (GAUME, Jean-Joseph. La situation: Douleurs, dangers, devoirs, consolations des catholiques, dans les temps actuels. 2.ª ed. París: Gaume Frères et J. Duprey, 1860, pág. 22).877

«En la historia de la iglesia y en la historia política, el haber asimilado el reino de Dios con la iglesia no ha dejado de tener graves consecuencias que llegan hasta hoy. Por un singular fenómeno, el catolicismo romano y el sectarismo entusiasta de todos los tiempos se han hecho culpables en la misma medida de esta confusión entre reino e iglesia» (SCHMIDT, Karl Ludwig. Revue d’Histoire et de Philosophie Religieuses [Estrasburgo] [1936], pág. 154).

Wilhelm Kamlah ha mostrado que la escatología de Ticonio y de Agustín ha dominado toda la exégesis hasta Joaquín de Fiore, quien dio una nueva dirección a los estudios proféticos (KAMLAH, Wilhelm. Apokalypse und Geschichtstheologie: Die mittelalterliche Auslegung der Apokalypse vor Joachim von Fiore. Berlín: Emil Ebering, 1935, 131 págs.). La influencia de san Agustín tuvo un enorme peso en los reformadores del siglo XVI. El reformador de Estrasburgo, Martín Bucero (14911551), en su tratado De regno Christi, continúa identificando el reino de Dios con la iglesia (BUCER, Martin. De regno Christi. Basilea: Ioannem Oporinum, 1557).878 Ver COURVOISIER, Jacques. La notion d’Église chez Bucer dans son développement historique. París: F. Alcan, 1933; PAUCK, Wilhelm. Das Reich Gottes auf Erden: Utopie und Wirklichkeit: eine Untersuchung zu Butzers “De regno Christi” und zur englischen Staatskirche des 16. Jahrhunderts. Berlín: W. de Gruyter, 1928. En la actualidad, entre los protestantes, la explicación literal de Apocalipsis 20 (milenio futuro) es la generalmente adoptada. Ver BECKWITH, Isbon Thaddeus. The Apocalypse of John: studies in introduction, with a critical and exegetical commentary. Nueva York: The Macmillan Company, 1919, págs. 735-739. En el seno del catolicismo los mile-

877 Google Books [en línea]: http://books.google.cat/books?id=kZE4koqidX8C&printsec=frontcover&hl=ca#v=onepage&q&f=false [consulta: 16 julio 2012]. 878 Google Books [en línea]: https://books.google.cl/books/about/De_regno_Christi_Jesu_servatoris_nostri.html?id=fL9A7k__xcIC&redir_esc=y [consulta: 1 noviembre 2020].

Conclusión|4 3 9

naristas todavía fueron muy numerosos en el siglo XIX. Konrad Algermissen menciona a Pagani, Bigou, Schneider, Rohling, Mayer, Rougeyron, Chabauty (ALGERMISSEN, Konrad. «Chiliasmus». En: Lexikon für Theologie und Kirche. 2.ªed. T. II, 1931, cols. 864-867). Sobre las modificaciones habidas por el concepto de reino de Dios durante los primeros siglos, ver FRICK, Robert. Die Geschichte des Reich-Gottes-Gedankens in der alten Kirche bis zu Origenes und Augustin. Giessen: A. Töpelmann, 1928.

Sobre la escatología de Agustín, ver también LEWALTER, Ernst. «Eschatologie und Weltgeschichte in der Gedankenwelt Augustins». Zeitschrift für Kirchengeschichte, vol. 53 (1934), págs. 1-51.

Henry Martyn Herrick publicó un interesante trabajo en: HERRICK, Henry Martyn. The Kingdom of God in the Writings of the Fathers. Chicago: University of Chicago Press, 1903, págs. 93-205 (tirada aparte).879 Aunque haya diversidad de opiniones en relación con la naturaleza del reino de Dios, en la literatura cristiana anterior al concilio de Nicea, la idea escatológica era la más común (ibídem, pág. 45).880 Antes de Agustín el reino de Dios era identificado raramente con la iglesia: «El Pastor de Hermas, aunque no identifica de forma expresa el reino de Dios con la iglesia, parece que en ocasiones intercambia los términos. Su influencia puede encontrarse en la era patrística a través de los Reconocimientos clementinos, 881 Hilario, y tal vez otros, el propio Agustín, para quien la identificación de la iglesia y reino era clara. Es de sobras conocido la amplia influencia que este concepto tuvo, especialmente en la iglesia de Roma» (ídem, pág. 104).882 Herrick cita numerosos pasajes del Nuevo Testamento donde el reino de Dios va asociado a la parusía y el juicio final. Añade: «La idea del reino de Cristo existiendo ya en el cielo y en el que entran los creyentes cuando mueren, no aparece en el tiempo del Nuevo Testamento» (ídem, pág. 13).883

879 Internet Archive [en línea]: https://archive.org/details/kingdomofgodinwr00herr/page/n7/mode/2up [consulta: 12 diciembre 2011]. 880 Internet Archive, pág. 45 [en línea]: https://archive.org/stream/kingdomofgodinwr00herr#page/44/mode/2up [consulta: 24 febrero 2021]. 881 Ver CHAPMAN, John. «Clementinos». En Enciclopedia católica online [en línea]: http://ec.aciprensa.com/wiki/Clementinos [consulta: 12 diciembre 2011]. The Recognitions of Clement. En: Wikisource [en línea]: http://en.wikisource.org/wiki/Ante-Nicene_Fathers/Volume_VIII/Pseudo-Clementine_Literature/The_Recognitions_of_Clement [consulta: 12 diciembre 2011]. 882 Internet Archive, pág. 104 [en línea]: https://archive.org/stream/kingdomofgodinwr00herr#page/104/mode/2up [consulta: 24 febrero 2021]. 883 Internet Archive, pág. 13 [en línea]: https://archive.org/stream/kingdomofgodinwr00herr#page/12/mode/2up [consulta: 24 febrero 2021].

4 4 0|Una celebridad en el olvido: El P. Manuel de Lacunza y Díaz

«Desde el momento, como hemos dicho claramente, en que el cristianismo se instaló sobre el trono de Constantino, la iglesia degradada acabó de buscar en el futuro el reinado prometido a Jesucristo. El Señor, ¿no reinaba ya en el mundo en la persona de un emperador cristiano? El reino de Dios, era el asentamiento eclesiástico, tesis sumamente simplista, desarrollada por Agustín y que la iglesia defiende desde entonces con instinto de supervivencia» (MONOD, L’espérance chrétienne, op. cit., t. I, pág. 410).

Protestaron contra la identificación del reino con la iglesia, entre otros: ADAMINA, Jacques. Le Royaume de Dieu et l’Église. Lausana, 1907, in-12.º, 38 págs.; STRÖTER, Ernst Ferdinand. La gloire du corps de Christ: explication de l’Epître aux Ephésiens. Basilea, 1909, págs. 209-213; BOULGAKOF, Serge. Du Verbe incarné. París: Aubier, 1943, págs. 376-377;884 CHASLES, Raymond. Israël et les nations, op. cit., pág. 127; DUBOIS, Le Royaume à venir, op. cit., pág. 50. MEREJKOWSKY, Dmitry. Le Christ qui vient. 4.ª ed. París, 1937, págs. 77-78. Esto no quiere decir que no haya algunos protestantes que aún sostienen tal confusión. También BROWN, Charles Ewing. The Hope of His Coming. Anderson (Indiana): Gospel Trumpet Company, 1927, págs. 180-193.

CRISÓSTOMO, Juan. Œuvres complètes. T. VIII. Joly (trad.), 1867, pág. 469.885 El comentario de Daniel,886 publicado en las obras completas de Juan Crisóstomo (T. X. Bareille [trad.]. París, 1867, págs. 385-458; t. VIII. Joly [trad.]. Nancy, 1867, págs. 459-490), es de dudosa autenticidad.

«En los primeros años de la iglesia en la tierra, igual que hoy, era puesto en debate el futuro Reino de Dios; especialmente (Tertuliano, Ireneo, etc.), con el reino milenario de Cristo en la tierra, o simplemente (por ej., Cipriano y otros), con el reino de Dios donde reinarán los santos» (ROBERTSON. Archibald. Regnum Dei: eight lectures on the kingdom of God in the history of Christian thought. Nueva York: The Macmillan Company, 1901, pág. viii).

884 Google Books [en línea]: https://books.google.cl/books?id=sSPAYWYSu8C&hl=es&source=gbs_navlinks_s [consulta: 22 septiembre 2020]. 885 Ver Iohannes Chrysostomus. En: Documenta Catholica Omnia [en línea]: http://www.documentacatholicaomnia.eu/20_30_0345-0407-_Iohannes_Chrysostomus,_Sanctus.html [consulta: 12 diciembre 2011]. 886 Ver Iohannes Chrysostomus. Interpretatio in Danielem. En: Documenta Catholica Omnia [en línea]: http://www.documentacatholicaomnia.eu/20vs/103_migne_gm/03450407,_Iohannes_Chrysostomus,_Interpretatio_in_Danielem_%28MPG_056_0193_0246%29,_GM.pdf [consulta: 12 diciembre 2011]; ídem, Interpretatio in Danielem prophetam. En: Documenta Catholica Omnia [en línea]: http://www.documentacatholicaomnia.eu/02g/0345-0407,_Iohannes_Chrysostomus,_Interpretatio_in_Danielem_prophetam,_MGR.pdf [consulta: 12 diciembre 2011].