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D. En Francia (§ 27-28

1 0|Una celebridad en el olvido: El P. Manuel de Lacunza y Díaz

ricana [Madrid] [enero 1896], pág. 56). Ver también GALLERANI, Alejandro. Jesuitas expulsos de España literatos en Italia. Madariaga, Antonio (trad.). Salamanca: Imprenta Católica Salmanticense, 1897.7

Sobre los jesuitas chilenos domiciliados en Imola, ver MAZZINI, Giuseppe. Gesuiti cileni in Imola (1768-1839). Bolonia: Cooperativa Tipografica Azzoquidi, 1937.

Abel Cháneton cita un informe dirigido al virrey de España, el marqués de Loreto, por fray Francisco Calvo (1787), que habla de Lacunza como viviendo en Roma o en otra parte de Italia (CHÁNETON, Abel. Un precursor de Sarmiento y otros ensayos históricos. Buenos Aires: M. Gleizer, 1934, pág. 108).

El Dr. Mazzini ha encontrado el nombre de Lacunza, italianizado como Laconcia, en un manuscrito de los Archivos Municipales de Imola: «Elenco dei sacerdoti non cisalpini e dei Gesuiti spagnuoli dimoranti in Imola (1798-1799)».

7. ¿Qué recursos tenía el P. Lacunza?

El rey de España le pagaba, con mayor o menor regularidad como al resto de jesuitas exiliados, una pensión modesta.

Lacunza gozaba también de un pequeño beneficio eclesiástico en Chile.

Su familia lo hacía partícipe de los recursos que tenían del comercio y de vez en cuando le enviaban su parte correspondiente.

Notas 7. Acerca de la pensión que Lacunza recibía del Gobierno español, ver BARROS ARANA, Diego Jacinto Agustín (1830-1907). Historia jeneral de Chile. T. VII. Santiago: Rafael Jover Editor, 1886, pág. 569;8 MEDINA ZAVALA, José Toribio. Noticias bio-bibliográficas de los jesuitas expulsos de América en 1767. Santiago: Imprenta Elzeviriana, 1914, pág. 184.9

7 Biblioteca Comunal de Palermo [en línea]: http://librarsi.comune.palermo.it/gesuiti/47.1.doc_47.pdf [consulta: 12 junio 2011]. 8 Memoria Chilena [en línea]: http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article92251.html [consulta: 23 febrero 2021]; http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article9009.html [consulta: 23 febrero 2021]; http://www.bibliotecanacionaldigital.gob.cl/visor/BND:9009 [consulta: 23 febrero 2021]. 9 Memoria Chilena [en línea]: http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article8047.html [consulta: 25 diciembre 2020]; http://www.bibliotecanacionaldigital.gob.cl/visor/BND:8047 [consulta: 23 febrero 2021].

El hombre. Cap. 2: En Italia|1 1

Acerca de los ingresos que recibía Lacunza de su familia, ver ESPEJO, «Cartas del P. M. Lacunza», op. cit., págs. 208, 215-216, 218.

8. Viendo que su exilio corría el riesgo de prolongarse indefinidamente, Lacunza buscó el aislamiento propicio a la meditación y se entregó al estudio de las Santas Escrituras. Veamos como fue a partir de entonces. Según Agier:

«Tras permanecer cinco años en Imola, Lacunza, apartado voluntariamente de todo contacto social, se alojó durante algún tiempo en un arrabal; después, dentro del recinto, cerca de la muralla de la ciudad, dos habitaciones en la planta baja le proporcionaron un retiro aún más solitario, donde durante más de veinte años vivió la vida de un verdadero anacoreta. Para no distraerse de su plan de vida, se servía a sí mismo, y no dejaba a nadie que entrara en sus habitaciones. Tenía una costumbre muy peculiar, acostarse a la salida de sol o incluso antes, dependiendo de la estación del año. Posiblemente el interés que tenía por la astronomía, lo hizo estar en condición de permanecer mucho tiempo en vela mientras estuvieran visibles los astros en el cielo; o tal vez, consideraba ese tiempo de recogimiento y de silencio, como más favorable para el estudio. Se levantaba a las diez, decía misa, después iba a comprar comestibles, los dejaba en casa, se encerraba y los preparaba él mismo. Por la tarde, daba siempre un paseo solo por el campo. Después de cenar iba como a escondidas a pasar un rato en casa de un amigo; volvía a su casa, estudiaba, meditaba o escribía hasta el alba.»

Este amigo a quien Lacunza visitaba cada tarde era un jesuita mexicano, cuyo nombre no ha sido divulgado.

Medina y Cháneton han interpretado el aislamiento voluntario de Lacunza como queriendo dar a entender su intención de romper con la Compañía de Jesús. El P. Furlong no dudó en demostrar que tal intención jamás afloró en la voluntad de Lacunza.

Notas 8. Según una conjetura de Agier, el amigo con el que se encontraba Lacunza todas las tardes, podría ser el jesuita que iba a traducir al latín la obra de Lacunza, es

1 2|Una celebridad en el olvido: El P. Manuel de Lacunza y Díaz

decir, Narciso González (AGIER, Vues sur le second avènement de Jésus-Christ…, op. cit., pág. 118).10

Lacunza no tuvo nunca la intención de abandonar la Compañía de Jesús. Ver FURLONG CARDIFF, Guillermo Juan. «A propósito de Lacunza. Apostillas a un estudio del señor Abel Cháneton». Estudios [Buenos Aires], vol. 36 (septiembre 1928), págs. 14-15.

9. Según el P. Arrillaga, Lacunza estaba «consternado y escandalizado por el decreto que ordenaba la suspensión de la Compañía y profundamente afligido por el triunfo de los malos y la persecución de los inocentes.»

Como tantos otros que también estaban afligidos, Lacunza buscó consuelo en las profecías bíblicas, sobre todo en las del Apocalipsis.

No era el único de los jesuitas exiliados en Italia volcado en las páginas del Apocalipsis. El P. Antomás, que vivía en Imola, dejó un opúsculo de moral ascética basado en el mensaje a Laodicea.

El P. Gaspar Juárez, S. J., escribía a Isidro Lorea y le decía que en Roma había un gran teólogo muy versado en las Santas Escrituras y que había trabajado en una obra donde exponía puntos de vista bastante parecidos a los de Lacunza. Todo esto sin conocer su libro que por aquel entonces aún no estaba acabado.

Notas 9. ARRILLAGA Y BARCÁRCEL, Basilio Manuel. El Observador Católico [México], vol. 3 (19 mayo 1849), pág. 14.

El texto de la bula Dominus ac Redemptor, 11 del 16 de agosto de 1773, del papa Clemente XIV, ordenando la supresión de la Orden, en: Bullarii Romani Continuato. T. IV. Roma, 1841, págs. 607-620. Texto en latín y traducción francesa en: MENTION, Léon (ed.). Documents relatifs aux rapports du Clergé avec la Royauté de 1705

10 Hathi Trust Digital Library, pág. 118 [en línea]: https://babel.hathitrust.org/cgi/pt?id=hvd.hw5h77&view=1up&seq=120 [consulta: 8 abril 2021]. 11 Ver bula Dominus ac Redemptor Noster. Texto en francés: Les bons textes [en línea]: http://lesbonstextes.awardspace.com/cxivdominusacredemptor.htm [consulta: 13 junio 2011]; en inglés: Reformation Online [en línea]; http://www.reformation.org/jesuit-suppression-bull.html [consulta: 13 junio 2011].

El hombre. Cap. 2: En Italia|1 3

à 1789. T. II. París: Alphonse Picard et fils, 1903, págs. 231-267.12 Ver también SAINT-PRIEST, Alexis de. Histoire de la chute des Jésuites au XVIIe siècle: réponse à M. le comte Alexis de Saint-Priest pair de France. Nueva ed. París: V.-A. Waille, 1846, págs. 391-414.13

Domingo Antomás (1723-1792), originario de Navarra. Hervás menciona una primera edición de 1785 de la obra de Antomás. La Biblioteca Comunale dell’Archiginnasio en Bolonia posee un ejemplar de la 2.ª ed.: ANTOMÁS, Domingo. Christianus hujus saeculi illuminatus, ac divinitus instructus per epistolam D.N.J.C. scriptam in Apoc. a omnibus et singulis Dei Ministris, qui ex Officio, Institutio, aut Charitate Animarum curam habent. Bolonia, 1786, in-12.º, 103 págs. Hacia el fin de su vida, el pobre jesuita perdió la razón; fue necesario internarlo (carta de Lacunza a su abuela, Imola, 9 octubre 1788).

Carta de Juárez (1731-1804) a Lorea (1750-1807), 8 de febrero de 1789, en: GRENÓN, Pedro Juan. Los Funes y el padre Juárez. T. I. Córdoba (Argentina): Tipografía La Guttenberg, 1920, págs. 149-150.

10. A medida que Lacunza avanzaba en sus investigaciones, los comentarios del Apocalipsis a los que tenía acceso le parecían cada vez más insuficientes y consideraba con terror la brecha existente entre su propio sistema y los que estaban en vigencia en su época. Hubiera renunciado a seguir con su trabajo, dice Mazzotti, si la confianza en él de su confesor y de varios eruditos a los que consultó no hubieran acallado sus escrúpulos.

Lacunza dictaba el fruto de sus reflexiones a un secretario, el P. González Carvajal. Le ocurría con frecuencia que debía interrumpir el dictado para llegar a través de la oración a la solución de un problema de exégesis. Para entendernos, tenían preferencia sus rodillas sobre su cerebro.

Notas 10. Sobre Juan José González Carvajal y Vargas (1739-1822), que murió en el terremoto de Valparaíso (1822), ver TORRES SALDAMANDO, Enrique

12 Gallica-Biblioteca Nacional de Francia [en línea]: http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k55636v [consulta: 30 diciembre 2011]; pág. 231 [en línea]: http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k55636v/f235.image [consulta: 30 diciembre 2011]. 13 Google Books [en línea]: https://books.google.es/books?id=0KdFAAAAIAAJ&hl=es&source=gbs_navlinks_s [consulta: 3 enero 2021].

1 4|Una celebridad en el olvido: El P. Manuel de Lacunza y Díaz

(1846-1896). Los títulos de Castilla en las familias de Chile. T. I. Santiago: Imprenta Nacional, 1894, pág. 46.14

11. Hacia el año 1775 Lacunza se puso a trabajar en su obra, aproximadamente dos años después de la extinción de la Compañía.

La redacción definitiva debió empezar diez años más tarde, ya que en el prólogo Lacunza menciona la puesta en el Índice de la obra de Zoppi acerca de la segunda época de la iglesia.

La obra fue acabada en 1790. Sin embargo, algunos años antes, se sometió un ejemplar a examen del Consejo de las Indias Occidentales para obtener permiso para su publicación.

Hay una cosa extraña, las cartas de Lacunza que se han publicado no hacen alusión alguna a la gran obra a la que dedicó muchos años de esfuerzos. Espejo publicó: 1º. Carta de Lacunza a su madre (Imola, 7 diciembre 1779), carta que llevaba también unas palabras de Diego Durán para doña Rafaela Durán, madre de Diego y abuela de Manuel. Lacunza se esfuerza por tranquilizar a los suyos sobre su suerte. 2º. Carta a su abuela (Imola, 9 octubre 1788), donde lamenta la reciente muerte del obispo de Santiago, Alday, y desea el ascenso al episcopado de su amigo José Antonio Martínez de Aldunate (1730-1811). 3º. Carta a su tía María de las Mercedes Díaz, viuda de Pascual de Azúa (Bolonia, 15 mayo 1791). Describe sus sentimientos al saber la muerte de su abuela el año anterior. Pasea su melancolía por Bolonia donde visita algunas librerías. 4º. Carta a la misma persona (Imola, 19 mayo 1794)por asuntos de familia. El año anterior Lacunza había enviado unos poderes a su tía.

A estas cartas hay que añadir:

14 Memoria Chilena [en línea]: http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article10042.html [consulta: 23 febrero 2021]; http://www.bibliotecanacionaldigital.gob.cl/visor/BND:10042 [consulta: 23 febrero 2021].

El hombre. Cap. 2: En Italia|1 5

5º. Carta al canónigo José Antonio Errázuriz (Imola, 23 septiembre 1791). 6º. Carta a José Antonio Martínez de Aldunate (Imola, igual fecha que la precedente). El tema principal son las misas celebradas en Roma en favor del obispo de Santiago (ver figura 3).

Todas estas cartas están conservadas en la Biblioteca Nacional de Santiago de Chile. 7º. El P. Furlong me ha hecho entrega de la fotocopia de una carta inédita que Lacunza escribió en Imola el 10 de enero de 1792 dirigida a Aldunate. Autógrafo conservado en los Archivos de la Provincia Argentina de la Compañía de Jesús, en San Miguel, F. C. P. (ver figura 4).

La Revista Chilena de Historia y Geografía [Santiago], n.º 123 [1954-1955], 1956, págs. 247-251, publicó una memoria de Lacunza enviada desde Imola el 12 de noviembre de 1788 a don Antonio Porlier y Sopranis, I Marqués de Bajamar, por entonces Ministro de Gracia y Justicia de Indias, conservada en el Archivo Histórico Nacional de España (Madrid) (Documentos de Indias siglos XV-XIX: Catálogo de la serie existente en la sección de diversos. Madrid: Dirección General de Archivos y Bibliotecas. Servicio de Publicaciones, 1954, pág. 191, n. 509). Lacunza declara haber consagrado su tiempo en Italia al estudio de las Santas Escrituras y de sus numerosos comentarios. Le parece haber hecho algunos descubrimientos muy importantes. Envía los dos primeros tomos de su obra, acabados solo en lengua española. Pone a disposición del ministro una traducción latina que está tratando de volver a copiar. Pide que esta obra sea examinada con la atención que merece. Explica por qué se ha escondido tras un seudónimo:

«Para explicarme con mayor libertad en un tema tan difícil como delicado. Me he hecho pasar por un judío cristiano o católico romano interesado tanto por la causa de los cristianos como por la de los judíos. He elegido el nombre de Ben Ezra, primero, porque Ezra fue un rabino de los más sabios y sensatos y sobre todo porque era español y exiliado de España, escribió en Candía.»

1 6|Una celebridad en el olvido: El P. Manuel de Lacunza y Díaz

A los que le reprocharon haber escrito en lengua española sobre un tema tan sagrado y además lo acusaron de sacrílego, les recuerda que Bossuet escribió en francés su comentario del Apocalipsis y que los primeros Padres y escritores eclesiásticos usaron su propia lengua.

Notas 11. Lacunza empezó a escribir su libro a partir de 1775. Ver MAZZINI, Gesuiti cileni in Imola…, op. cit., pág. 26. Una nota de Ignacio Andía y Varela, añadida a un manuscrito conservado en los archivos de la Biblioteca Nacional de Chile (Santiago), dice que el original del tercer tomo fue puesto al día en 1790;15 otra nota dice que el primer tomo fue acabado en 1784.

Procuración de Lacunza: FRONTAURA Y ARANA, José Manuel (comp.). Catálogo de los manuscritos relativos a los antiguos jesuitas de Chile que se custodian en la Biblioteca Nacional. Santiago: Imprenta Ercilla, 1891, pág. 295, n. 1455.16

Carta de Lacunza a Errázuriz, ver VICUÑA MACKENNA, Benjamín. Revista de Buenos Aires, vol. 24 (1871), pág. 97.

Carta de Lacunza a Martínez de Aldunate, ver MONTT, Luis (1848-1909). Bibliografía Chilena: precedida por un bosquejo histórico sobre los primeros años de la prensa en el país. T. I. Santiago: Imprenta Universitaria, 1904, págs. 191-192.17

Por una carta fechada en París, 29 de mayo de 1960, el profesor Marcel-Edouard Bataillon tuvo la amabilidad de señalarme el descubrimiento de un manuscrito conservado en el Archivo Histórico Nacional de España (Madrid) (Documento de Indias, n. 509), conteniendo la memoria de Lacunza. Este documento fue publicado por primera vez por Mario Góngora del Campo en la Revista Chilena de Historia y Geografía («Un memorial de Lacunza». Revista Chilena de Historia y Geografía [Santiago], n.º 123 [1954-1955], págs. 247-251). Ricardo Donoso Novoa lo ha publicado en la Revista de Humanidades, edición facsímile de la primera página, pág. 30 («DONOSO NOVOA,

15 El Archivo Nacional de Chile conserva un manuscrito en el fondo Benjamín Vicuña Mackenna, n.os 310-312 que al final del tercer tomo contiene una nota que responde a esta descripción. 16 Repositorio Académico Universidad Tecnológica Metropolitana [en línea]: https://repositorio.utem.cl/handle/30081993/186 [consulta: 8 noviembre 2020]; Google Books [en línea]: https://books.google.cl/books/about/Catalogo_de_los_manuscritos_relativos_a.html?id=_b4QAAAAIAAJ&redir_esc=y [consulta: 8 noviembre 2020]. 17 MONTT, Luis. Bibliografía Chilena. Primera parte 1780-1811. Santiago: Imprenta Universitaria, 1918, págs. 191-192 (Memoria Chilena [en línea]: http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-7861.html [consulta: 23 febrero 2021]; http://www.bibliotecanacionaldigital.gob.cl/visor/BND:7861 [consulta: 23 febrero 2021]).

El hombre. Cap. 2: En Italia|1 7

Ricardo. «La prohibición del libro del Padre Lacunza». Revista de Humanidades [Buenos Aires], vol. 1 [1961], págs. 39-41).18 Carlos III de Borbón (1716-1788), rey de España desde 1759, quien tal vez se arrepentía de haber decretado la expulsión de los jesuitas en 1767, ordenó a su primer ministro, Antonio Porlier, reunir las obras inéditas escritas por los jesuitas americanos refugiados en Italia. Por una carta fechada en San Lorenzo, 9 de octubre de 1788, Porlier pide al embajador de España en Roma hacer saber a los jesuitas dispersos por Italia que sus escritos serán favorablemente recibidos y eventualmente publicados en España bajo el auspicio de la Corona y que los autores serán recompensados. Ver DONOSO NOVOA, «La prohibición del libro del Padre Lacunza», op. cit., pág. 39.

12. Tenemos pocas informaciones sobre cómo pasó su tiempo el P. Lacunza durante los últimos años de su vida. Esto es lo que dice Mazzotti: «Se asegura que tras haber acabado de escribir sobre la segunda venida del Mesías emprendió otra gran obra como continuidad de la primera, a fin de verter por completo el contenido de las Escrituras y dar a conocer a todo el mundo el gran misterio del Señor.»

Hervás y Panduro decía también en 1794, hablando de nuestro autor: «Actualmente está escribiendo sobre la primera venida del Mesías.»

Este trabajo ha desaparecido. Una carta dirigida a José Valdivieso, por aquel entonces en Rávena, comunicándole la muerte de Lacunza, dice que Lacunza quemó sus papeles antes de morir. La carta está firmada por Pedro Sánchez y fechada en Imola el 26 de junio de 1801. Sin duda, Lacunza no quiso poner en manos del público una obra inacabada por lo que deducimos que no estaba satisfecho con ella.

En 1779, el rey de España autorizó a los jesuitas exiliados a volver a sus respectivos países de origen. La Audiencia Real de Santiago hizo llegar al P. Lacunza la suma de 400 pesos para su viaje de regreso. Pero Lacunza moriría sin volver a ver su país.

Notas 12. Obra inédita de Lacunza sobre la primera venida de Cristo. A continuación citamos una nota en lengua italiana añadida a un manuscrito del que hablaremos más adelante, leemos unas palabras que el P. Mateos reprodujo en la Revista Chilena de Historia y Geografía: «El mismo autor escribió en sus últimos días un libro bastante

18 Ver DONOSO, Ricardo. «La prohibición del libro del Padre Lacunza». Revista Chilena de Historia y Geografía [Santiago], n.° 135 (1967), págs. 110-148.

1 8|Una celebridad en el olvido: El P. Manuel de Lacunza y Díaz

voluminoso destinado a demostrar que S. Juan Evangelista no estaba todavía muerto. Pero no se sabe nada más de este libro después de la muerte de su autor» (MATEOS, «El Padre Manuel Lacunza y el milenarismo», op. cit., pág. 145, nota 21).

Carta de Pedro Sánchez a José Valdivieso, ver Archivos de la Provincia de Toledo, Colegio de Chamartín de la Rosa, cerca de Madrid. Reproducida por MATEOS, «Milenarismo mitigado…», op. cit., págs. 353-354.

Lacunza recibió dinero suficiente para regresar a Chile: ESPEJO, «Cartas del P. M. Lacunza», op. cit., pág. 208.

13. En la mañana del 18 de junio de 1801 se encontró un cadáver en una poza en las márgenes del río Santerno, cerca de la ciudad de Imola y antes de desembocar en el Reno. La víspera del 18, en el transcurso de su habitual caminata, Lacunza expiró en este lugar solo y sin auxilios. Había poca agua en la poza. Se supone que sufrió un ataque de apoplejía o simplemente un desfallecimiento seguido de una asfixia.

El cuerpo fue transportado al domicilio y después sepultado en la iglesia del Pio Suffragio. El edificio fue restaurado en 1888. No hay ninguna inscripción que haga alusión a la memoria del P. Lacunza.

Notas 13. Pedro Passos (1743-1839) da la fecha exacta de la muerte de Lacunza: 17 de junio de 1801 (PASSOS, Pedro. Elenco dei Gesuiti espulsi dal Cile e morti in esilio in Imola, o altrove, dal 1787 al 1835. Manuscrito de la Biblioteca Comunale di Imola, pág. 10). La partida de defunción, conservada en la iglesia de Santa Maria dei Servi, en Imola, reedificada el 18 de junio de 1801, atestigua que la muerte se produjo la víspera. Jacopo Nicolò Filippini, arcipreste de San Lorenzo, muerto en 1803, da la siguiente versión: «Esta mañana se ha encontrado muerto cerca del río, en el límite superior del jardín del hospital a don Emmanuel Lacunza, jesuita español. Se piensa que fue a lavarse las manos y se cayó.» (FILIPPINI, Jacopo Nicolò. Memorie quotidiane degli anni 1797-1801. Manuscrito del Archivio Storico Comunale di Imola, Biblioteca Comunale di Imola, secc. XVIII-XIX, pág. 380). Filippini era el rector de la iglesia del Pio Sufragio, donde Lacunza fue inhumado.

El hombre. Cap. 2: En Italia|1 9

Figura 3. Firmas de Lacunza y otros sacerdotes, en un registro de misas de la iglesia de San Giacomo Maggiore, Bolonia, Italia (comunicado por el Dr. Mazzini).

2 0|Una celebridad en el olvido: El P. Manuel de Lacunza y Díaz

Figura 4. Lacunza, Manuel, 1731-1801. [Carta] 1792 enero 10, Imola, Italia [a Al-

dunate] [manuscrito] Manuel Lacunza (Archivo del Escritor. Biblioteca Nacional Digital de Chile [en línea]: http://www.bibliotecanacionaldigital.gob.cl/bnd/623/w3-article-308250.html [consulta: 20 septiembre 2020]).

Capítulo 3

Carácter

14. Amigos y enemigos de Lacunza se alían para loar sus virtudes. Fèlix Amat de Palou i Pont, arzobispo de Palmira (Siria) in partibus infidelium (1803-1824), destacaba el coraje moral de Lacunza en una carta del 27 de marzo de 1822, dirigida a don Carlos González de Posada.

Vicuña Mackenna (1831-1886) le reconocía «todas las virtudes modestas y las mejores cualidades del sacerdote».

Virgilio Figueroa (1872-1940) rinde homenaje a su celo religioso.

Valdivieso y Viescas insisten en que su humildad y afabilidad conquistaban todos los corazones.

Notas 14. «Un hombre de vida ejemplar», según Agier (AGIER, Vues sur le second avènement de Jésus-Christ…, op. cit., pág. 113).19 Un polemista que llega hasta el punto de acusar a Lacunza de ignorancia y mala fe, pero que, él también, sabe rendir homenaje a la nobleza de carácter de nuestro jesuita, cuando no se deja llevar por el ardor de la controversia. Ver ALFARO Y BEAUMONT, Miguel. Contestación del sacerdote Cristófilo a Juan Josafat Ben-Ezra sobre la Venida del Mesías en gloria y magestad. T. I. México: Imprenta del Águila, 1826, pág. 5.

Ver TORRES AMAT, Fèlix. Memorias para ayudar a formar un diccionario critico de los escritores catalanes. Barcelona: Imprenta de J. Verdaguer, 1836, pág. 29;20 cf., TORRES AMAT, Fèlix. Vida del Ilmo. Señor Don Félix Amat, arzobispo de Palmyra. Madrid: Imprenta que fue de Fuentenebro, 1835, t. I, pág. 349-351.21

19 Hathi Trust Digital Library, pág. 113 [en línea]: https://babel.hathitrust.org/cgi/pt?id=hvd.hw5h77&view=1up&seq=115 [consulta: 8 abril 2021]. 20 Google Books [en línea]: http://books.google.com/books?id=sp8IAAAMAAJ&printsec=frontcover&hl=ca#v=onepage&q&f=false [consulta: 13 junio 2011]. 21 Google Books [en línea]: https://books.google.cl/books?id=Cc338XBzspwC&hl=ca&source=gbs_navlinks_s [consulta: 10 marzo 2021]; Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes: [en línea]: http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/vida-del-ilmo-senor-don-felix-amat-arzobispo-de-palmyra/html/ [consulta: 10 marzo 2021]; págs. 349-351 [en línea]: http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/vida-del-ilmosenor-don-felix-amat-arzobispo-de-palmyra/html/ff37b332-82b1-11df-acc7002185ce6064_7.html#I_14_ [consulta: 10 marzo 2021].

2 2|Una celebridad en el olvido: El P. Manuel de Lacunza y Díaz

VICUÑA MACKENNA, Benjamín. El Ferrocarril [Santiago] (25 abril 1857).

FIGUEROA, Virgilio. Diccionario histórico, biográfico, y bibliográfico de Chile. T. III. Santiago: Establecimientos Gráficos Balcells & Co., 1929, pág. 612.22

VIESCAS, Ramón y VALDIVIESO, José. «Estracto de las defensas que hicieron los padres D. Ramón Viescas, y D. José Valdivieso, ex-jesuitas, de la obra titulada La Venida del Mesías en gloria y magestad por Juan Josafat Ben-Ezra». En: LACUNZA, La Venida del Mesías…, op. cit., Londres: Ackermann, 1826, t. III, págs. 3, 5.

15. Lacunza oraba mucho. Morrondo exagera a lo mejor afirmando que tenía la costumbre de pasar cinco horas orando al día, postrado, la cara contra el suelo. Digamos simplemente como Agier: Lacunza era un hombre de oración.

Según José Eyzaguirre, un trasfondo sombrío y taciturno asomaba en el carácter de Lacunza. El P. Furlong habla de pesimismo. Nos equivocaríamos si diéramos excesiva importancia a tales afirmaciones; estos reproches son los que se hacen frecuentemente, a veces sin razones de peso, a las personas que se vuelcan en el estudio de las profecías.

Notas 15. MORRONDO RODRÍGUEZ, Cristino. La proximidad de la catástrofe del mundo y el advenimiento de la regeneración universal: Estudios bíblicos-milenarios. Jaén: Mora y Álvarez, 1922, págs. 198-199; AGIER, Vues sur le second avènement de Jésus-Christ…, op. cit., pág. 115;23 EYZAGUIRRE PORTALES, José, Histoire ecclésiastique, politique et littéraire du Chili, op. cit., t. II, pág. 291; FURLONG CARDIFF, Guillermo. Los jesuitas y la cultura rioplatense. Montevideo: Impresor Urta y Curbelo, 1933, pág. 139.

Juan Buenaventura Bestard, a quien no le gustaba nuestro jesuita, tuvo el mal gusto de insinuar que Lacunza, orando, le daba la espalda al cielo para mostrar que la luz que lo guiaba era de origen terrenal y no celestial (BESTARD, Juan Buenaventura. Observaciones que Fr. Juan Buenaventura Bestard, Padre de la Provincia de Franciscanos de Mallorca, Teólogo de S. M. C. en su Real Junta para Inmaculada Concepción, y Comisario General del Orden de S. Francisco en Indias presenta al público, para precaverle de la seducción que pudiera ocasionarle la obra intitulada La Venida

22 Memoria Chilena [en línea]: http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article7934.html [consulta: 23 febrero 2021]; http://www.bibliotecanacionaldigital.gob.cl/visor/BND:7934 [consulta: 23 febrero 2021]. 23 Hathi Trust Digital Library, pág. 115 [en línea]: https://babel.hathitrust.org/cgi/pt?id=hvd.hw5h77&view=1up&seq=117 [consulta: 8 abril 2021].