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Juan Manuel Arriaga Benítez

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Nicolás Blanco

Nicolás Blanco

Contratiempo:

Una ingeniosa forma de construir narrativas intrigantes

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Contratiempo, España, 2017. Dirección: Oriol Paulo. Reparto: Mario Casas, Bárbar Lennie, José Coronado, Ana Wagener. Guión: Oriol Paulo y Lara Sendim. Fotografía: Xavi Jiménes. Duración: 104 min.

Quienes sólo reconocen a Mario Casas por su papel en 3 metros sobre el cielo (2010), ignoran muy seguramente el gran potencial actoral que ha desarrollado hasta la fecha. Pasando por Palmeras en la nieve (2015) y Toro (2016), es gracias a este interesante thriller policíaco que el actor español ha demostrado que su faceta popular de héroe juvenil ha quedado en el pasado para adentrarse en el terreno de madurez, tal como le pasó en México a Alfonso Herrera en su brillante papel dentro de la cinta El elegido (2017).

Contratiempo es un título muy inteligente para una película que retoma técnicas de construcción narrativa propias del thriller, pero que explora a la vez sendas no tan frecuentadas por cineastas del mismo estilo. Para empezar, su título hace referencia a dos aspectos desarrollados por el filme: uno, el suceso que desencadenó el desastre en la vida de Adrián Doria (Mario Casas) y su amante Laura Vidal (Bárbara Lennie); el suyo fue la clase de sucesos pequeños, minúsculos, pero capaces de cambiar de un momento a otro sus destinos, como las piezas de un dominó que, apiladas una junto a otra, caen sin detenerse. Tras ser testigos y partícipes de un accidente automovilístico, las cosas se les complican debido a los traspiés que dan al intentar encubrir las huellas que los pondrían como culpables. Dos, su intención moral: el protagonista recurre a los servicios de una prestigiosa abogada, Virginia Goodman (Ana Wagener), pero el tiempo se le escapa poco a poco mientras charlan, debido a que el proceso judicial que corre en contra de Adrián por el supuesto homicidio de su amante está en un punto crítico y ahora su éxito, sus logros, su matrimonio… todo converge para inmiscuirlo más y más en esa vorágine de culpa y angustia. ¡Está, literal y metafóricamente, contra el tiempo!

A medida que avanza la cinta y ciertos detalles salen a la luz para el ojo del espectador, se va armando un rompecabezas de suspenso bastante tétrico y bien construido. Adrián y Laura se ven cada vez más sumergidos en el pantano donde escondieron el cadáver del conductor que murió en el accidente y varios giros de tuerca en el camino incrementan la dosis de misterio que rodea el asesinato de Laura y la culpabilidad de Adrián. El final resulta sorprendente y perturbador a lo sumo, un final único que sólo podría compararse con cintas de espionaje y que dejará al espectador con profundas cavilaciones y una expresión atónita en el rostro.

Es de notar que Casas profundizó de forma elegante en su personaje, dotándolo de una angustia propia de quienes, en medio del éxito, conocen la desgracia y no son capaces de salir de ella tan fácilmente, pues se ven atraídos hacia un centro gravitacional de castigo.

El papel de protagonista, víctima de las circunstancias, encerrado en un padecimiento inusual para él, le queda bien; igualmente le queda bien el papel del hombre que oculta cosas, del agente de la intriga y la sospecha, pues la cara oscura del dilema que la cinta desenvuelve se refleja en él; además, no se le dificulta el guión, a pesar de que éste es intrincado, pues domina bien las escenas en las que le toca lucir ese porte carismático que posee. Los protagónicos femeninos, la amante y la abogada, también lucen de maravilla, pues cumplen a su modo una función de contrapunto bien balanceada con respecto a su coestrella masculina, por lo que esta historia resulta también atractiva actoralmente.

Quizá lo más interesante e innovador de esta cinta es su narrativa: parte de una confrontación entre el protagonista y su abogada, pero pronto vienen a suscitarse en retrospectiva los pormenores del caso y los antecedentes que desembocaron en él. Pero no sólo se trata de una combinación de flashbacks en la historia, puesto que el atractivo visual se vuelve profundo a medida que las historias retrospectivas se yuxtaponen o subordinan para contar la trama desde el punto de vista de los involucrados en el pasado criminal de los amantes (hay hasta 3 flashbacks subordinados, uno dentro de otro, a la historia principal hacia la mitad de la película).

Todo esto me hace ver a esta película como una pieza en la que otras historias se pueden inspirar para lograr alcances mucho más efectivos dentro de narrativas (no sólo me refiero al plano audiovisual, sino también al literario) que tengan la intención de entretener al espectador de principio a fin, insertando al mismo tiempo valor moral y propuestas psicológicas capaces de permitir una reflexión más profunda sobre las interrogantes que planee.

Tal vez esta película sea un reflejo subliminal de la mente humana, tan llena de saltos, giros, contrastes y desbalances, por lo que la construcción discursiva está plagada de desafíos intelectuales en una trama no lineal. Y es que el suspenso que genera desafía directamente la lógica humana, desafía los vehículos de pensamiento que dan coherencia a las cosas que recordamos; la cinta atrapa desde el inicio, porque resulta atractiva visual y narrativamente. Conserva ciertamente muchos clichés del género de suspenso, como la incertidumbre, la culpa, la mentira, los puntos ciegos y el hincapié en el suceso detonador, pero me parece que Contratiempo rebasa esa línea de discursos cinematográficos promedio para elevarse hacia el aspecto artístico, de la forma y el contenido igualmente bien trabajados, pues en este thriller la cámara tiene una voz digna, nos dice mucho si ponemos atención como espectadores, sus tomas resultan esclarecedoras. De hecho, me parece un logro significativo que todo ello haya sido planteado y solucionado en poco más de 100 minutos de rodaje, pues manifiesta que hay contenido poderoso y trascendental en cada escena.

Todo cuanto he narrado me lleva a una reflexión que se encuentra en las historias que Arthur Conan Doyle realizó sobre su héroe, Sherlock Holmes, pues es una cita que me permite resumir casi todo el trabajo de la abogada del caso, la historia de Adrián y los pormenores del asesinato de Laura: “Cuando eliminas todo lo imposible, lo que queda, por muy improbable que sea, debe ser la verdad”.

Juan Manuel Arriaga Benítez

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