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Nicolás Blanco

La crueldad en el suicidio
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Introducción
El suicido es tan antiguo como la historia de la humanidad. En culturas como la mesopotámica o la egipcia fue aceptado hasta representar algunas de sus deidades principales; por su parte, los griegos lo consideraban un acto heroico y libre, aunque Aristóteles y Platón no lo admitieran sino bajo ciertas condiciones, que dios ordene hacerlo o que las razones sean justas; para varias de las comunidades prehispánicas fue un acto de auto sacrificio, no solo llevado a cabo a por el hombre, también por sus dioses, pues de su muerte devino el mundo, así lo relatan ciertas mitologías. Pero es durante la edad media y con la incursión del cristianismo que el suicidio se convierte drásticamente en pecado, atenta contra el quinto mandamiento divino: no matarás, y desde una perspectiva moral adopta el signo de lo malo, lo antinatural.
El existencialismo filosófico lo reivindicó de manera simbólica como un acto voluntario y de empoderamiento, de abordar la vida por las propias manos. En todo caso, el suicidio es un escenario donde se desarrolla la crueldad, el autoflagelo.
La crueldad interiorizada, el germen suicida.
¿Por qué se origina este tipo de crueldad? En Genealogía de la moral Nietzsche nos habla de un animal enfermo llamado hombre, al cual describe como una fiera que aprisionada en su jaula se vuelve contra sí mismo de forma agresiva arrancándose el pelambre. Esa jaula es la conciencia, lugar de nuestros padecimientos personales, que históricamente emerge con la transición del animal instintivo a lo humano, hecho lleno de dolor y autosacrificio. Para creer en uno mismo, en otras palabras, para que nuestra conciencia con todas sus virtudes intelectuales y reflexivas se formará, primero debió darse un acto de violencia, ejercido desde fuera y luego internamente. Para vivir en sociedad el animal-hombre debió someterse a la domesticación, la pena y el castigo sirvieron de herramientas para esta labor al recordarle al sujeto sus faltas y compromisos para con la primitiva sociedad, le crearon una memoria para que así pudiese discernir y actuar a futuro, ser responsable de sus acciones y de su vida; pero a nivel interno dicha situación se presentó en la mirada vigilante hacia sí mismo, pues debió actuar respetando no solo las normas sociales, también acatando los principios morales establecidos por la religión y bajo los cuales la sensualidad y todas las actitudes hostiles fueron desvalorizadas, con el fin de que el hombre aprendiera a dominar sus impulsos instintivos, e incluso avergonzarse de ellos.
Así, la crueldad, un tipo de energía que la naturaleza imprime en nosotros, es interiorizada al ser reprimida con bastiones sociales de ejercerse sobre el otro, entonces, escaso de enemigos el hombre se violenta a sí mismo, roe sobre sus entrañas, pues “todos los instintos que no se desahogan hacia afuera se vuelven hacia dentro –esto es lo que yo llamo la interiorización del hombre: únicamente con esto se desarrolla en él lo que más tarde se denomina su alma”, menciona Nietzsche (2005:109).
Aquel estado de crueldad interiorizada se refleja en el sentimiento de auto desprecio, de vergüenza, de humillación, de constante repudio al que podemos llamar sentimiento de culpa o mala conciencia, éste es el germen que avizora el suicidio como posibilidad. En aquel mundo subterráneo creado a base de sufrimiento
el hombre encontró una forma de calmar su agresividad, ejerciéndola sobre sí mismo hasta el punto de sentirse moralmente despreciable, asqueado de su propia existencia. Desde una perspectiva clínica Freud define esta afección como un estado depresivo, una acción psíquica en la que el Yo se ha vuelto contra sí mismo en forma de castigo, de autotortura: el sentimiento de culpa se presenta cuando “la agresión es dirigida contra el propio Yo (...) y asumiendo la función de conciencia moral, despliega frente al Yo la misma dura agresividad que el Yo, de buen grado, habría satisfecho en individuos extraños” (Freud, 1982: 3053).
Como base de todo progreso cultural, de todo lo que es llamado bueno en este mundo, se encuentra el sufrimiento, así lo menciona el Marqués de Sade cuando afirma: “La virtud no es más que una quimera cuyo culto consiste solo en perpetuas inmolaciones, en innumerables revueltas contra las inspiraciones del temperamento” (2013: 49). La búsqueda de la verdad, de lo moralmente bueno, de los principios absolutos como Dios o la Razón, le han cobrado gran parte de su vitalidad al hombre y, es que ante la figura de lo bello y lo ideal se contrapone la imagen de lo feo y absurdo, el mal se reconoce en el bien, el malo en el bueno, el valor de la vida decae ante el valor del ideal. A fin de cuentas esa necesidad de transformarse a sí mismo hasta la perfección, de la denominada autosuperación o la disciplina en el camino hacia el ángel, han hecho que nos contemplemos y sintamos asco de nosotros mismos, que nos avergoncemos de nuestros deseos y aspiraciones más subterráneas. En consecuencia, la crueldad interiorizada es un daño mental por el cual vamos decayendo sustancialmente, anímicamente. El dolor es sentido en el cuerpo, por lo cual, incluso la salud deteriora.
Hasta aquí, el suicidio sólo puede contemplarse como un dejarse morir, un agotamiento, algo que se propone como posibilidad debido a la naturaleza trágica de la vida. La lógica de la culpa se mantiene en soportar el peso del mundo, o liberarse de él con la muerte, en ella está la redención. Pero ¿cuánto sufrimiento es capaz de soportar el suicida antes de ceder a su tentación? Él lucha contra ese deseo de retornar al todo, allí yace su mala conciencia, en la pugna frente a un instinto de muerte que lentamente lo aniquila, lo desploma como si estuviera al borde de un abismo, donde un pequeño ventarrón o una ligera debilidad interna podrían precipitarlo al vacío.
El escenario del ocaso.
Como Atlas sostuvo el cielo sobre sus hombres, así yace el hombre bajo un cielo oscuro y pesado. La depresión es el momento previo al verdadero suicidio, al acto vertiginoso de la muerte donde la vida se desploma significativamente sobre el yo. Etimológicamente el suicidio es una palabra derivada del homicidio, el acto de matarse o dejarse morir por voluntad propia, debido a una fuerte pena o melancolía, por abandono o desesperación, el motivo es muchas veces incierto. Es un acto cruel, un ejercicio violento en contra de la vida, pues su fin es borrar todos los demás actos. En este punto, la crueldad se manifiesta en un daño físico irreparable, pues se ejerce sobre el cuerpo, material vital y de los sentidos.
El suicidio se consuma impulsivamente en una falta de control de los instintos agresivos, que no cesan en sus aspiraciones y cavan hacia dentro mutilando la carne hasta el vacío. El suicida no es un lógico, no busca darle un sentido a la vida por qué esta ya lo ha perdido, se ha vuelto absurda; es un romántico, se deja llevar por sus impulsos y responde al vértigo que imponen los sentimientos, acepta la cruda realidad de la cual no hay otra salida sino la muerte, “porque hay que vivir en la verdad”, en él la razón fracasa y vence la complejidad anímica, la locura (Lostao, 2013: 11), acepta la condición cruel de la humanidad y la existencia, entregándose a lo absoluto.
El suicida siente la vida de una forma más intensa, al punto de lo absurdo, es hipersensible. Los cambios intempestivos de los estados de ánimo, la rabia constante o el odio, actúan en respuesta a un medio que parece sofocante o intolerable. Hoy en día el sentimiento es más agudo, el ritmo competitivo de la sociedad y los ideales al alcance del bolsillo, han marcado una nueva forma de ver lo bueno y lo malo y, de identificarse con ellos entre el éxito y el fracaso,
aunque en ningún caso se está exento de suicidarse.
El suicidio es un acto de mutilación ejercida sobre el cuerpo con el fin de interrumpir sus actividades orgánicas. Según la OMS, las personas tienden a quitarse la vida por medios rápidos, basados en impedir la respiración, la producción de ciertos traumatismos, o de intoxicaciones, siendo las principales causas de muerte. A continuación se expondrá un caso particular:
Se trata de una mujer anciana, de 69 años de edad, del grupo racial europoide, pelo largo, canoso, amarrado con una liga blanca, ojos con iris color pardo oscuro, estado civil viuda, de ocupación pensionada. Como signo de violencia presentaba en la región del cuello un surco de 3 cm de ancho en su parte posterior, de superficie blanda, poco profundo, dirigido de detrás hacia delante y se interrumpe en la parte anterior del cuello, lo cual corresponde con la posición del nudo (Villalonga, 2014).
Esta es la descripción de una autopsia elaborada sobre el cuerpo de la víctima, donde se describe la forma en cual se encontró a la mujer de tercera edad mutilada por una soga. Por otro lado también pueden sustraerse de los diferentes casos autopsias psicológicas, que consisten en sondear aquellos sentimientos o afecciones previas que impulsaron el suicidio. Una labor mucho más fácil si la persona deja antecedentes escritos, síntomas previos a la tragedia. Lo curioso en este caso es la edad de la persona. Es decir, si concebimos al suicidio de forma romántica, es propio de la juventud impulsiva y con bajo control emocional. Pero en sucesos como el descrito, es más un caso de convicción, pues la vida ya lleva un largo tiempo recorrida, y la persona ha soportado su peso hasta un punto donde da lo mismo la muerte natural que infringida.
El suicidio es un acto cruel, primero contra uno mismo y luego contra las demás personas, dado que el hombre es un ser de vínculos y se encuentra arraigado a la vida, por ello, dicho ejercicio criminal es más un problema de los vivos que de los muertos. El luto hacia la persona que ha muerto instala un vacío repleto de dolor e incertidumbre, al no tener certeza de las causas exactas de la decisión del suicida. En este punto la muerte se extiende a la continuidad de la vida, se instaura un nuevo sufrimiento.

Un acto de Libertad
Al igual que un homicidio bien ejecutado, el suicidio puede abordar el imaginario proyectando los diversos escenarios para la muerte, calculando cada detalle, desde lo rápido e indoloro, hasta lo poética en un hecho simbólico y trascendente, desde cortarse el cuello con una navaja, hasta lanzarse de un octavo piso: el acto en sí es una fruta madura cultivada en el subsuelo de la mente. En todo caso, el suicidio es un acto de libertad, pues si bien se encuentra influenciado por la hostilidad del medio, también cruel, o permeado genéticamente por algún familiar con trastornos, el acto recae en la voluntad. Es el sujeto quien decide porque o bajo qué circunstancias morir, el fin es el mismo, escapar al sufrimiento, al agobio o la desesperación, inclusive a las deudas.
David Hume, en su escrito Sobre el suicidio y otros ensayos, justifica tal acción, si una persona se considera una carga para los demás y para sí mismo, lo más natural sería no seguir viviendo, no perturbar el orden comunitario y del universo. El suicidio no solo es un derecho individual a no seguir sufriendo, también es una obligación moral cuando el sufrimiento se vuelve una pesadez. Sin embargo, esta aparente debilidad puede superarse, convirtiéndose en su fortaleza, pues el sufrimiento seduce a vivir, a crear, es transformación, una forma de reencarnar bajo el mismo pelambre.
No siempre debe caer en lo absurdo. En el Mito de Sísifo, el personaje hizo enfadar a los dioses y fue condenado a perder la vista y a empujar perpetuamente una enorme piedra montaña arriba hasta la cima, sólo para que vuelva a caer rodando hasta el pie, desde donde debía recogerlo y empujarlo de nuevo hasta la cumbre, y así indefinidamente. La característica de Sísifo es que nunca se cansó del sufrimiento, comprendió su situación, la de héroe trágico, y se reveló a los dioses al disfrutar su castigo.
Emilio Jaramillo Castillo
Bibliografía
-Nietzsche, (2005). La Genealogía de la Moral. Madrid, Alianza Editorial.-Freud, (1982). Malestar en la Cultura. Madrid, Biblioteca Nueva. -Mèlich. Lógica de la Crueldad -Marqués de Sade, (2013). La filosofía en el tocador. Barcelona, Editorial península. -López Sastre, (1988). David Hume: Sobre el suicidio y otros ensayos. Madrid, Alianza Editorial. -Camus, (1985). El mito de Sísifo. Madrid, Alianza Editorial
-Dra. Villalonga (2014). Revista médica electrónica. Scielo. Extraído de http://scielo.sld.cu/scielo.php? script=sci_arttext&pid=S1684-18242014000600009
(Fragmento: Carta suicidio Stefan Zweig)
Inevitabilidad de la tristeza: El principito y Schopenhauer
No es común incluir en la misma oración o en el mismo texto al personaje el principito, del clásico infantil, y el filósofo del pesimismo Arthur Schopenhauer. Sin embargo, al profundizar en el análisis de los personajes que se presentan durante la travesía del pequeño príncipe y los escenarios en donde la historia toma lugar, y contrastarlos con los postulados del pensador alemán sobre el sufrimiento como columna vertebral de la experiencia sensible, se puede encontrar una relación que termina por modificar la forma en la que el lector percibe el cuento y sus enseñanzas, así como el verdadero propósito del hombre a lo largo de su vida que, contrario a lo que se piensa, no debería ser la búsqueda de la felicidad sino la aceptación de las adversidades como mecanismo para liberarse de los deseos mundanos y así evitar el sufrimiento.
El cuento El Principito (1943), escrito por Antoine de Saint-Exupéry, es uno de los relatos infantiles más populares alrededor del mundo porque sus mensajes sobre la búsqueda de la felicidad, la amistad verdadera, el amor desinteresado -a veces correspondido, a veces no - y la dualidad entre la vida ideal y la realidad desencantada, han sido guías inagotables en las últimas décadas para aquellos que buscan esperanza en la aridez del pensamiento racional y la desilusión que deviene de las experiencias sensibles. Si bien es un cuento infantil por la forma en la que está escrito e ilustrado, se considera también un cuento dirigido a los adultos, ya que se vale de representaciones y metáforas para evidenciar los sinsentidos de la adultez y la pérdida de significado y propósito que ocurren en esta etapa de la vida.
Así, con cada uno de los personajes como representaciones de emociones y males que afligen al hombre: la rosa (deseo/egoísmo), los baobabs (malos hábitos), el emperador (poder), el vanidoso (ego), el bebedor (hedonismo), el negociante (avaricia), el farolero (trabajo), el geógrafo (conocimiento), la serpiente (liberación), el zorro (sabiduría) y el aviador (dualidad entre la infancia y la adultez), y los diferentes escenarios en los que dichos personajes interactúan -que vienen a ser las vidas de los personajes-, se ofrecen enseñanzas universales donde los valores de tradición salvaguardan las experiencias sensibles transversales a los seres humanos independientemente del tiempo y el espacioademás de recordarle al hombre tener ilusión sobre la mejoría del presente para satisfacer sus expectativas y llenar sus vacíos emocionales en el futuro1 .
Sin embargo, cuando en el cuento se presentan premisas sobre temas como la felicidad, el amor verdadero, la naturaleza del hombre, entre otros, valiéndose de diálogos y metáforas como los siguientes:
Todas las personas mayores fueron al principio niños. Aunque pocas de ellas lo recuerdan (dedicatoria, pg.1)
1 Empero, si analizamos la necesidad de llenar los vacíos emocionales nos daremos cuenta de que dicha necesidad está regida por la voluntad de vivir y son estos mismos deseos y expectativas los que condenan al hombre al influjo de la voluntad porque son irracionales, constantes e imposibles de satisfacer de forma permanente. Rural, P. (2017). ¿Es la filosofía de Schopenhauer importante hoy en día? Si es así, ¿por qué?. (p.1)
Hay que dedicarse regularmente a arrancar los baobabs, cuando se les distingue de los rosales, a los cuales se parecen mucho cuando son pequeñitos. Es un trabajo muy fastidioso pero muy fácil (monólogo del aviador, pg.6) ¡No supe comprender nada entonces! Debí juzgarla por sus actos y no por sus palabras (diálogo entre el principito y las rosas, pg.10) ¿Dónde están los hombres? -prosiguió por fin el principito. Se está solo en el desierto… -También se está solo donde los hombres afirmó la serpiente (diálogo entre el principito y la serpiente, pg.20). Solo se ve bien con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos (diálogo entre el principito y el zorro, pg.22)2 .
Lo que se ofrece, en realidad, son unos cánones irreales sobre el encuentro de la felicidad en el exterior por medio de la objetivación de personas y experiencias, por lo que hay una deformación de lo que el hombre entiende como valioso y útil para sí mismo. Adicionalmente, se descontextualizan tanto las necesidades presentes como las carencias emocionales que se traen del pasado, suministrando a la vez ideales que difícilmente pueden alcanzarse en el futuro. En consecuencia, se promueven objetivos que estimulan una mirada optimista y quimérica de la vida que refuerzan la creencia de que todo es posible, haciendo que el padecimiento incremente al alcanzar el fracaso.
Y es que, al crecer, el hombre adopta las formas de observación y corrientes de pensamiento de aquellos que lo antecedieron y estas formas de razonamiento, a medida que pasa el tiempo, son cada vez más simplistas y sirven a intereses particulares, lo que las hace subjetivas y en detrimento de la naturaleza humana. Y es a partir de estas doctrinas, que la búsqueda de la felicidad se presenta como un menester a lo largo de la vida, una aspiración constante, arriesgada y finalmente fallida, ya que la felicidad es una conclusión momentánea que se extiende en el horizonte y que está en constante cambio. Por lo tanto, la tarea de buscar la felicidad o procurarla trae consigo frustraciones, ya que así como se alcanza, se pierde, lo que obliga al ser humano a entrar en un ciclo repetitivo que termina en rutina, la cual trae consigo aburrimiento. La búsqueda de la felicidad se presenta entonces como una iniciativa que dota de propósito al hombre, quien está urgido de sentido, ya que al verse expuesto a la maquinaria económica y política de consumo cíclico, se ha perdido en el mundo y su única esperanza es encontrarse a sí mismo en estado de bienaventuranza. De este modo, se prorroga la idea de que la felicidad es la intención última del ser humano y que su experiencia de vida debe girar entorno a su búsqueda y encuentro. Aquel que no sea feliz o se encuentre en estado de crisis es un problema o tiene un problema porque se encuentra vacío, porque no tiene una determinación y por lo tanto, carece de una finalidad. Un ejemplo de este síntoma son los libros de autoayuda, cuya popularidad ha crecido significativamente en las últimas décadas mientras presentan a los individuos como proyectos inacabados.
Igualmente, en cada planeta que el principito visita incluida la tierra, en donde conoce al aviador, se encuentra con que sus habitantes están ensimismados por sus deseos y sometidos a la rutina, motivos por los cuales su estado permanente es el descontento y la insatisfacción. Por lo tanto, se puede concluir que la búsqueda de bienestar en paralelo con la negación de la realidad, son escenarios que condenan al hombre a ser infeliz.
2
de Saint-Exupéry, A. (1943). El Principito. Ecuador. Biblioteca virtual de la Universidad Estatal de Bolivar. 3 A medida que el ser humano crece, sus necesidades cambian, lo que hace que el objeto de su felicidad también cambie. Por lo tanto, la representación de felicidad es mutable a lo largo de la vida y es esta aspiración lo que incrementa el padecimiento, porque se refuerza la idea de que el hombre existe para ser feliz. Cabos, J. (2015). Sufrimiento y pesimismo en Schopenhauer: pesimismo como crítica social. (p.150). Anales del Seminario de Historia de la Filosofía Vol. 32 Núm 1. 4 Brinkmann, S. (Cita en Skipeer, C., 2018). Why Self-Help Might Actually Be Making You Less Happy. Revista Online GQ. Estados Unidos.
De este modo, hay un estado natural al hombre que es el dolor, la decepción y el sufrimiento, y es el encuentro momentáneo de la felicidad y su sucesiva pérdida, lo que lo condena a una vida de búsqueda y encuentro pero no de felicidad sino de tristeza. El principito, al vivir en un estado de negación respecto a los dolores que implica la soledad en su planeta, las acciones repetitivas y las demandas de la rosa obstinada, solo está buscando reemplazar el dolor que causan dichas adversidades con cualquier otro sentimiento. Por lo tanto, desear implica inevitablemente frustración y dolor porque la voluntad 5 no puede ser satisfecha y al querer hacerlo, se vive en un estado de intranquilidad permanente que termina por consumir el espíritu.
Es aquí donde el pensamiento filosófico de Schopenhauer sirve para clarificar las falsas premisas sobre la felicidad y ofrecer conocimiento sobre las aflicciones del mundo, para así encontrar el equilibrio y la verdad. Si bien el filósofo alemán es considerado como el padre del pesimismo, por opiniones que se popularizaron debido a los temas que abordó en sus tratados y libros, Schopenhauer dejó de lado el tema de los ideales y los mundos racionales, y se inmiscuyó en temáticas más incómodas para los optimistas, donde el desamparo y una visión pesimista y sensata de la realidad, se vuelven guías para encontrar el propósito de la vida. De este modo, Schopenhauer afirma que la voluntad del hombre, que busca ser satisfecha con cualquier emoción positiva, -que para el filósofo son en realidad emociones negativastambién procura para sí misma un estado constante de bienestar, lo cual hace que eventualmente disminuya la sensibilidad a los placeres y la sensibilidad al dolor aumente, dejando al hombre expuesto irremediablemente a la turbación cuando se acabe dicho estado de bienestar. Ahora bien, renunciar a la voluntad en forma de querer es una tarea ardua ya que el hombre es un ser sometido por el deseo, pero la clave para entender las carencias está en su origen. Así, si el hombre tiene conocimiento sobre el origen de sus pasiones e intereses, puede ser capaz de entenderse, entender al otro y tener una visión del mundo más realista por medio de una ética que le permita ocuparse de su bienestar de forma racional sin afectar al otro, evitando el sufrimiento lo más posible pero aceptando su existencia y su parte en la vida, y desechando el principio de felicidad como objetivo último.
Por lo tanto, si el hombre, en vez de aliviar los deseos de la voluntad, a la cual está sometido, recurre a la reflexión y el análisis de sus necesidades mundanas, podría llegar a alcanzar un estado de negación de la voluntad en donde encontraría la serenidad de la nada, lo cual le permitiría ser libre. Por consiguiente, en vez de ceder ante las demandas de sus impulsos, el hombre debe rechazarlos y negar el querer irracional.
Es así como se puede concluir que el mundo es un lugar formado por el dolor, en donde las desgracias están listas para encontrar al hombre. Por consiguiente y, en oposición a las primicias optimistas sobre la felicidad como objetivo universal que se ofrecen en el cuento infantil El Principito (1943), el sufrimiento es el estado natural del hombre y hace parte de su realidad mientras que el gozo es esporádico, por lo que se vive una vida más satisfactoria aceptando este hecho y encontrando alegría en las desventuras que ofrece la cotidianidad.
5 Esta voluntad es entendida desde los postulados de Schopenhauer como la fuerza más poderosa en la naturaleza y que además, antecede a la razón, ya que esta última sirve al hombre solo para objetivar el deseo que quiere satisfacer. Mundo, D. (2011). Los dolores del mundo. (p. 27) 6 Las emociones que consideramos positivas (felicidad, placer, dicha, etcétera) son efímeras y se definen por lo que no son ya que para que sean, requieren de una carencia previa. Es decir, el sufrimiento es primigenio, se da siempre, mientras que la felicidad necesita de tristeza previa para poder ser. Cabos, J. (2015). Sufrimiento y pesimismo en Schopenhauer: pesimismo como crítica social. (p.145). Anales del Seminario de Historia de la Filosofía Vol. 32 Núm 1. 7 Schopenhauer considera tres posibles soluciones para disminuir el dolor de la existencia. La primera es la contemplación de la belleza en las diferentes artes. La segunda es la compasión que se practica al reconocer el dolor en el otro y ayudarlo a aliviarlo. La tercera es la vida ascética, en donde el individuo renuncia a todo aquello que no le es imprescindible. Cerda, P. (2015). La importancia de Schopenhauer. Revista En el mundo de las ideas e ideales. Chile. (p. 2). -76-
Además, si el hombre está dispuesto a renunciar a la voluntad ignorante, aquella que solo busca ser saciada más no tiene conocimiento del origen de sus necesidades, éste tiene una remota posibilidad de entenderse y entender el mundo que lo rodea, reconociendo que si bien lo negativo hace parte de la vida, es mejor tener una visión pesimista al respecto y no un anhelo que traerá consigo desilusión. En consecuencia, cuando el hombre renuncia a la felicidad como finalidad, y a la ilusión de una vida y un mundo mejor, es cuando puede liberarse de la opresión de la voluntad y experimentar el mundo de forma emancipada, sin filtros fantasiosos y preparado para afrontar cualquier dolor posible.
Shannon E. Casallas Duque

Bibliografía
Brinkmann, S. (Cita en Skipeer, C., 2018). Why SelfHelp Might Actually Be Making You Less Happy. Revista Online GQ. Estados Unidos. Recuperado de https://www.gq.com/story/ why-self-help-makes-you-less-happy Agosto del 2019). Cabos, J. (2015). Sufrimiento y pesimismo en Schopenhauer: pesimismo como crítica social. (p.145). Anales del Seminario de Historia de la Filosofía Vol. 32 Núm 1.
Cerda, P. (2015). La importancia de Schopenhauer. Revista En el mundo de las ideas e ideales. Chile. (Recuperado de https://critica.cl/ filosofia/la-importancia-de-schopenhauer Agosto del 2019) El Principito. Ecuador (1943). Biblioteca virtual de la Universidad Estatal de Bolívar. Recuperado de http://www.agirregabiria.net/ g/sylvainaitor/principito.pdf Agosto del 2019). Mundo, D. (2011). Los dolores del mundo. (p. 27). Sequitur, Madrid. Recuperado de http:// sequitur.es/wp-content/uploads/2010/09/losdolores-del-mundo.pdf Agosto del 2019). Peón, R. (2017). ¿Es la filosofía de Schopenhauer importante hoy en dia? Si es así, ¿por qué?. Quora, Estados Unidos. (Recuperado de https://es.quora.com/Es-la-filosof%C3%ADa -de-Schopenhauer-importante-hoy-en-d% C3%ADa-Si-es-as%C3%AD-por-qu%C3% A9 Agosto del 2019). Vargas, C. (2017). Modos de la voluntad: Schopenhauer y Nietzsche. Revista Reflexiones Marginales. Universidad Nacional Autónoma de México. México. (Recuperado de http:// reflexionesmarginales.com/3.0/23-modos-de -la-voluntad-schopenhauer-y-nietzsche/ Agosto del 2019).