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Testamento fundacional
La rehabilitación del viejo edificio de alhajas había obligado a sanear las complicadas galerías subterráneas, otrora sótanos del antiguo Convento de San Martín.
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Algunas de sus oscuras salas sirvieron en pretéritos tiempos, primero de estancias y almacenes de los granos y caldos de los monjes de la calle del Arenal, más tarde de depósito de voluminosos objetos que garantizaban los préstamos del Monte y, siempre, como lugar donde guardar papeles, legajos y documentos que cada cierto tiempo a algún probo funcionario se le venía en gana archivar en mejor lugar.
No fue pequeño el susto del obrero que, piqueta en mano, trataba de comunicar un angosto pasadizo con lo que parecía contigua sala, cuando halló una estancia no mayor de diez metros cuadrados llena de papeles perfectamente colocados y atados primorosamente con anchas cintas de un color sin color.
En principio y tras un somero examen de lo encontrado, se observó que se trataba de libros de cuentas que, a modo de borrador de diario, describían prolijamente todas y cada una de las operaciones de préstamo del Monte de Piedad de Madrid correspondiente al último tercio del siglo XVIII.
Aunque el hallazgo era importante por su antigüedad, no lo era tanto por su contenido, por lo que se decidió incorporar los legajos encontrados al archivo donde se custodian otros documentos históricos del Monte.
La fortuna ha querido que en el año del reencuentro, de los conciertos musicales, de la feria y de las medallas, al abordar el tratamiento informático del archivo histórico del Monte, fuera cuando entre los legajos aparecidos en las bóvedas del Convento, encontráramos unos documentos que en nada se parecían a apuntes contables, sino que más bien representaban un conjunto de epístolas, cartas o constituciones.
Nuestra sorpresa, que posteriormente derivó en alegría, fue enorme pues éramos conscientes de que aquellas hojas, más o menos sueltas, de abigarrada letra y difícil lectura, podrían tener para las Cajas de Ahorros un gran valor histórico.
Hemos analizado los escritos de D. Pedro Montes, primer Administrador del Monte de Piedad en el siglo XIX, que ejerció su cargo desde 1800 hasta 1827 y que por lo tanto sobrevivió a la sucesión de etapas históricas de muy diferente signo: antiguo régimen, invasión napoleónica, absolutismo, trienio liberal y restauración del régimen absoluto. Por estos escritos conocíamos que el fundador D. Francisco de Piquer y Rudilla, había dejado no sólo un documento sobre el destino y distribución de sus bienes materiales, sino que existían unas memorias o instrucciones de gobierno que Piquer, a modo de testamento, dirigió a su sobrino y sucesor en la administración del Monte, D. Miguel José Piquer (1739-1747), preocupado como estaba por la permanencia de su Fundación que tanto esfuerzo y trabajo le había costado crear.
Con seguridad aquellas hojas contenían todas o, al menos, parte de las instrucciones que Piquer dictó durante su enfermedad que le tuvo postrado en cama más de seis meses.
Todavía no hemos podido confirmar esta hipótesis, pues sólo tenemos documentos sueltos sin que se pueda decir que forman un cuerpo completo. Por los análisis grafológicos - bien es cierto que superficiales - que hemos realizado, puede afirmarse que no fueron escritos por Piquer, pero, posiblemente, sí fueron dictados por el Fundador a otra persona.
Es doctrina asumida por los estudiosos de la figura del Padre Piquer que no sólo desarrolló una idea que iba a ser revolucionaria en la lucha contra la usura, sino que dedicó numerosos días y vigilias buscando la fórmula de perpetuar su Fundación y esta faceta es la que merece mayor reconocimiento.
En su testamento sobre la Institución, se recogían, según los
escritos de D. Pedro Montes, desde consejos y mandamientos sobre los sistemas de acrecentar el caudal de fondos prestables, hasta la forma y manera de valorar las garantías, su custodia, devolución, aviso al deudor, pasando por temas tan adelantados a su tiempo como eran la organización de las funciones de tasadores y depositarios, llevanza de las cuentas, sin olvidar la aplicación de excedentes al sufragio de misas y rosarios en favor de las ánimas del purgatorio.
Tengo la satisfacción, querido lector, de trasladarte uno de los pasajes más bellos e interesantes de los documentos encontrados en los sótanos de la Casa del Monte: El que se refiere a la "calidad en el trabajo".
"LA CALIDAD EN EL TRABAJO" (1)
(Carta de D. Francisco Piquer y Rudilla a su sobrino D. Miguel José Piquer, primer diputado y sucesor en la Administración del Monte de Piedad de Madrid).
"Mi bien amado sobrino D. Miguel:
Quiero transmitirle hoy, en que mi cuerpo ha dejado que el dolor se pasee por los bajos del camino de Segovia y mi espíritu se encuentra libre y reconfortado, algunos consejos y prudencias que espero tenga muy en cuenta en el gobierno de nuestra querida obra. Es cosa principal la CALIDAD y a ella dirijo mis deseos:
* Si dedicando horas y horas al estudio y a la investigación no aportas CALIDAD en tu quehacer diario, eres como muñeco de estopa que no vibra y hurón que no caza.
* Si teniendo el don de la profecía y conociendo todos los misterios en la dirección de empresas y siendo el capitán que consigue mover ejércitos, no aportas CALIDAD en la gestión de tus recursos, no eres nada.
* Si dedicas todo tu tiempo cual buen cristiano a resolver las
carencias y las necesidades de los menesterosos y persigues todas las fórmulas para acrecentar el fondo de préstamos, pero en las relaciones con las personas que a ti acuden no persigues la CALIDAD, de nada te servirán tus cualidades.
* La CALIDAD no se ve, la CALIDAD es sentida; no es un papel escrito. Es una aptitud asumida y una actitud realizada permanentemente.
* La CALIDAD no es pasajera, no es superficial, no es parcial, no es sectorial.
* La CALIDAD es de todos, es creativa, no copia a nadie.
* La CALIDAD mueve organizaciones, porque sabe escuchar la voz del cliente, procurando que reciba más de lo que espera.
* La CALIDAD todo lo llena, se complace en el resultado conseguido, persigue la ineficacia, admite la competencia.
* La CALIDAD no pasa jamás; las técnicas evolucionan, los sistemas de organización se sustituyen, pero la palabra amable, la sonrisa pronta, la respuesta adecuada, son las mejores armas para acrecentar nuestra Institución.
Recuerda siempre estos conceptos: Fondos suficientes para poder atender al cliente; sistemas organizativos que te faciliten las tareas y trabajos y CALIDAD en todos los momentos y en todas las actividades de la Entidad. De todos estos conceptos, ideas o consejos, no te olvides, el más excelente es la CALIDAD".
¡FELIZ NAVIDAD! ANGEL MONTERO PEREZ
(1) Nota del traductor: Me he tomado la licencia - comprensible por otra parte - de redactar el pasaje sobre la CALIDAD con términos y giros gramáticos de nuestra época.