CUENTO
FRIDOLINO Y LA CUEVA DEL ENCANTO.
Cuentan los pobladores que Doña Leonor, le gustaba ir al campo todos los días para traer el sustento diario al hogar, recolectando pacayas, leña y alguna otra yerba comestible. A pesar de su edad las distancias no parecían importar, pues con su nieto fridolino, su única compañía, el campo era su vida. Casi siempre llegaban a un lugar llamado San Antonio, sitio de muchas pacayas y leña que recolectar, sin embargo la abuela nunca permitía que Frido su nieto se alejara más allá del árbol de la misericordia, así le llamaba ella a un viejo árbol algo lúgubre por su edad, sin embargo, más allá del mismo árbol cosas raras pasaban decía la abuela, que un encanto existía y el que se atreviera a pasar, el camino de regreso no podría encontrar, pues por estar en las cercanías del volcán Santiaguito muchos seres de otro mundo deambulaban por el lugar. Cierto día recolectando leños, frido se pasó sin darse cuenta del árbol de la misericordia, llegando a las proximidades de una cueva, en cuyo alrededor ni siquiera la maleza parecía poder crecer. En un principio intento alejarse, pero unos extraños sonidos parecían venir de aquella cueva, la curiosidad lo hizo acercarse, y cada vez se escuchaba más fuerte el canto de muchas aves, al fondo el sonido de una cascada. Por más que fridolino intentara observar dentro de la cueva, la negrura de la misma no permitía observar absolutamente nada. Frido decidió internarse a esta cueva, sintiendo de repente un viento fuerte muy caliente pasar por su rostro, no soportando más, salió de prisa del lugar. 08
19