

Porque levantan el pecho
Cuando le dicen harina
Sabiéndose que es afrecho
Violeta Parra
Generaciones de cristal que todo les afecta
Generaciones de personas conscientes, críticas y despiertas
Editor: Ignacio Aguirre
Dirección de Arte Majo Puga
Diseño y diagramación: Paula Espina López - Un Pixel
Inserto Waldo Cañete & TAIG
ARTISTA
instagram: @beibijosephine
Tengo 38 años y un Síndrome de Peter Pan asumido y compartido por mis compañeros de casa y por un gran número de mis amistades. Me dedico a las artes y quizás por eso es que me ha costado años de psicoterapia encontrar un equilibrio entre crecer y madurar y no perder la niñez interna. Culpo a la sociedad occidental por este miedo fatal que siento a envejecer, a que el cuerpo ceda y la piel empiece a mostrar las huellas del tiempo. Aun así, últimamente he estado intentando hacerme cargo de mi propio fetiche juvenil y de cómo resignificarlo.
La visión que tengo actualmente del mundo, luego de años de intensa adultez, llena de porrazos, errores y heridas, no la transaría por una vuelta a la inocencia. Dorian Gray no cabe en este intercambio que estoy viviendo con el tiempo, aunque es innegable que hay un terror pesado a dejar la juventud, incluso entre quienes nos sentimos contraculturales o nos creemos y posicionamos como personas críticas de las ideas sistémicas. Hay una banda chilena de integrantes muy jóvenes que se llama “Confío en tus amigos”, y yo confío mucho en los míos, pero también me hace pensar en algo que me importa mucho y que es la razón por la que decidí escribir esta columna. Confío ciegamente en las juventudes.
El cambio de paradigma de pasar del “los jóvenes son el futuro” a “les jóvenes son el presente” y todo lo que eso ha implicado en cuanto a movimientos sociales, cuestionamiento al binarismo, capacidad de entender todo de nuevo, de volver a mirar cómo nace una flor, desde la revolución pingüina hasta los nuevos cuestionamientos de género, han chorreado felizmente a mi generación también.
Cuando estudié arte en la universidad pasé por un período de obsesión con algunos autores que vanaglorian la juventud; Mike Kelley, Larry Clark, la narrativa del rock and roll llevada a la visualidad y mucho autor de cómic. Siento hoy en día que es súper poco latinoamericano hacer eso y creo que actualmente quiero menos Youth y más Barrio Franklin. ¿Quiero? Quiero, pero hay algo de la condición humana y que tiene que ver con la capacidad lúdica de la infancia y la manoseada rebeldía adolescente que no me suelta. Tengo 38 años y estoy armando una banda de punk, me compro ropa de Bob Esponja, rehúyo lo más posible de las responsabilidades de la mediana edad, me gusta jugar y dibujar y creo que las normas establecidas se pueden cambiar. Aprendí con los años a evitar las conductas impulsivas y de riesgo propias de las primeras edades, pero no tanto. ¿Qué es ser joven? Pienso que ser joven es querer siempre inventarlo todo de nuevo y ese peligro no lo voy a abandonar por nada.
instagram: @grissaantemo
Ser joven en el mundo es ser parte de cientos que se la pasan mintiéndose a sí mismos para contrarrestar el futuro próximo que nos relatan miedo. Ser joven en el mundo es intentar resolver la incógnita primigenia del estar en el mundo, dónde estoy, dónde voy, no reconozco de dónde vengo. Ser joven en el mundo es ser riesgosamente envilecido por la estrategia de la imagen adormecedora del aliento, desde el deseo incontrolable de ser vistos sin mirar y mirar sin ser vistos. Ser joven en el mundo es ser testigo cúlmine del vaciamiento de las tierras que alguna vez poblaron mis abuelas, de verdades infructuosas que cubren de pavimento, de edificios, de antenas disfrazadas de árboles, de centros comerciales, de inmobiliarias extractivas que vienen a hundirnos en desechos. Ser joven es ser un eslabón cualquiera, que se encuentra en la base del triángulo infinito de las necesidades innecesarias del capitalismo. El mal reside en no distinguirlo del bien y nosotros, tarde, descubrimos el fundamento de la historia que nunca estuvo
de nuestro lado. Ser joven en el mundo, a un costado del mundo; habitantes, herederos, sobrevivientes, excomulgados, del dinero, de la fe, de la Iglesia Católica Apostólica Romana y lo que queda de las enseñanzas del Dios padre todopoderoso, que regurgita y corroe cuerpos. Los jóvenes del mundo, venimos para quedarnos, para vencer esta sensación sempiterna de estar perdiendo, tiempo, dinero, cuerpo.
Entretanto, nuestros sueños se remontan a defender lo esencial perdido en nuestras infancias. Somos dueños de nuestro destino y, a la vez, no somos dueños de nada. En el entrecejo la venganza no es paliativa y entonces, ¿Cuál es el camino?
Nos hemos ganado el derecho a la retirada,
Somos cientos de miles enaltecidos augurando un nuevo comienzo, Somos los que esperan, por lo que sea. Somos cientos de miles, y ya no tenemos miedo.
Durante el mes septiembre Aguaderramada presentó su nueva publicación, “Educación para fracturar el adultocentrismo”, de Klaudio Duarte. Se trata de un ensayo en torno a las reflexiones llevadas a cabo por profesores y profesoras de ARCOS en el marco del primer módulo, conducido por Duarte, del diplomado docente “Educación: ¿y ahora qué?”, organizado por CIDOC en 2021. El autor, que acuñó el término y ha estudiado por años el fenómeno del “adultocentrismo” para referirse a la histórica exclusión de las juventudes de los espacios de poder, conversó con Aguaderramada el pasado mes de mayo. A continuación, reproducimos parte de la conversación*.
Aguaderramada: Podrías darnos una definición general de qué es el adultocentrismo, y de qué manera en tu devenir investigativo se te apareció como problema.
Klaudio Duarte: Yo llegué a la sociología como a los treinta años, y antes de estudiar sociología había estudiado electrónica en la Universidad de Santiago, pero nunca ejercí en ese ámbito y siempre me dediqué a la educación popular con jóvenes, con estudiantes secundarios y del territorio en que yo vivía. Primero en
Pedro Aguirre Cerda, allá en la población Villa Azul, al lado de la Victoria, de la José María Caro (de ese sector soy yo) y después en La Granja, en la parte sur de la comuna de La Granja en Santiago. Ahí tuve la posibilidad, por mis vínculos con la teología de la liberación y con la educación popular, de ir a estudiar durante cuatro meses a una institución en Costa Rica, una institución ecuménica, que formaba dirigentes, líderes de movimientos sociales, y promovía una idea de una investigación situada, de una investigación vinculada directamente
a estos procesos. Entonces, sin tener mucha formación en ciencias sociales, queríamos con el equipo del colectivo de educación popular juvenil “Negüenche”, hacer una sistematización de nuestra experiencia, una forma de ordenar, reflexionar y conceptualizar nuestra propia experiencia con jóvenes. Esto a fines de los ochenta, principios de los noventa, en un contexto en que Chile estaba pasando de la dictadura militar al primer gobierno civil, y ya se empezaba a elaborar un discurso contra las y los jóvenes como los apáticos, los que no les importa nada, como los que se fueron pa la casa.
Una noche, en Costa Rica, en un bar de la calle la Amargura, con un compañero costarricense, Dublas Chacón, empezamos a tomar nota sobre una servilleta de papel de lo siguiente: yo le decía “mira Dublas, tengo este problema con la sistematización que estoy haciendo: las mujeres, el movimiento de mujeres, dice que esta es una sociedad patriarcal, porque pone a las mujeres en situación de subordinación y a los hombres en situación de privilegios. ¿Cómo llamaríamos a una sociedad que hace lo mismo en la relación adulto-joven, pone a los adultos en posición de privilegios y a las y los jóvenes en posición de subordinación?” Entonces, en esa noche en la servilleta, discutiendo con Dublas, conversando ahí tomándonos una cerveza,
llegamos al nombre de adultocentrismo, que ni él ni yo lo habíamos visto en ninguna parte, entonces yo empecé a conceptualizar como adultocentrismo esta situación de subordinación en que se ponía a los y las jóvenes, y de privilegios a las personas adultas. Hoy día podemos decir que el adultocentrismo es un sistema de dominio que actúa articuladamente con otros sistemas de dominio que existen en la sociedad: con el patriarcado, con el capitalismo y, en esta época, con el capitalismo neoliberal, con el racismo y con la segregación territorial, pudiendo agregar aquí otros sistemas. Yo digo que estamos en una sociedad de pluridominio, y ahí se instala el adultocentrismo como un sistema de dominio que construye un conjunto de imaginarios, una materialidad, y que se instala sobre los cuerpos y las sexualidades para subordinar a las personas que son minorizadas por condición de edad y por condición de roles sociales; un sistema de dominio que instala un orden social donde se le otorga la capacidad de control, de dominio, de ejercicio de poder de dominio, a las personas que son consideradas adultas.
En algunos contextos puedes tener veinticuatro, veinticinco años, saliendo recién de la universidad, de haber estudiado pedagogía sintiéndote un joven plenamente. Llegas a trabajar al Liceo e inmediatamente cuando entras como
profesor o profesora el mundo estudiantil te transforma en una persona adulta. Tu puedes ir a la sala y decir “no, pero si yo recién tengo veinticinco años, si yo el año pasado estaba en los pastos del pedagógico”. No, para nosotros usted es “la vieja de historia” o “el viejo de matemáticas”, por decir algo. Entonces las posiciones que uno juega en la estructura en términos de roles sociales no las decide solo uno, las decide también la interpretación que la gente hace respecto de uno.
También, dentro de los propios jóvenes existe este adultocentrismo, porque
¿cómo podríamos llamar a esta experiencia que se da cuando los de cuarto medio en el liceo tratan como cabros chicos a los de primero medio, y le quitan valor a lo que dicen, a lo que hacen, etcétera? Entonces, este orden social funciona en distintas direcciones, en distintas posiciones en la sociedad, por eso ya no es solo de adultos y jóvenes.
A.D: No deja de ser sintomático que el término se haya acuñado en Latinoamérica, un territorio que sabe de asimetrías y de relaciones de dominación, es interesante ese dato. ¿Podrías profundizar un poco en el vínculo del adul -
tocentrismo con estas otras asimetrías que comentas, como del patriarcado o el eurocentrismo?
K.D: A mi me parece que una de las particularidades que tenemos que tener en cuenta es que el centrismo en este caso (como el eurocentrismo y otros centrismos que uno puede utilizar) constituye, valga la redundancia, el centro, se pone como la referencia, como aquello que hay que lograr tener. En niños y jóvenes se va construyendo una idea de que tienes que llegar a ser adulto y que te conviene llegar a ser adulto, que vas a poder resolver un montón de cosas. Cuando yo escu-
chaba a una niña en La Pintana, quince, dieciséis años, embarazada de un tipo de cuarenta, que me dice “profe, es que era la única forma de salir de la casa de mis papás, era la única forma que me valoraran como persona”, y eso, estar embarazada para una mujer en la sociedad en que nosotros vivimos es convertirse en adulta, es dejar atrás la niñez y la juventud que son condiciones de vulnerabilidad, condiciones donde estás expuesta (sobre todo, además, si eres mujer y si eres pobre) al maltrato permanente. Las personas jóvenes perciben eso. Lo que pasa es que después, cuando ya la sociedad los empieza a tratar como personas
adultas y se asocia adultez con responsabilidad y juventud con irresponsabilidad, que es propio del adultocentrismo, entonces uno empieza a tener nostalgia de la juventud, ¿sí?, querer, por decirlo de alguna manera, devolverse a la juventud porque la adultez empieza a ser una cosa muy pesada, porque ser adultos en la sociedad, ser adultos en esta sociedad capitalista y neoliberal, no es solamente tener responsabilidad sino que además cumplir un conjunto de alta exigencia. Entonces, una de las cuestiones que podemos llegar a preguntarnos es qué tipo de adultez tenemos que cumplir en esta sociedad, cómo ser adulto y no ser adultocéntrico.
El proceso donde emerge el adultocentrismo en la historia humana está enganchado con el patriarcado. Cuando se produce la revolución patriarcal, (y aquí me baso en la teoría feminista, de historiadoras y antropólogas feministas) se cosifica el cuerpo de las mujeres. Esto es una discusión abierta, pero desde mi perspectiva tiene que ver con la cosificación del cuerpo de las mujeres como un cuerpo dedicado a lo doméstico y un cuerpo dedicado a la reproducción, fuera de toda la esfera de la política, de la decisión en el grupo. A eso le llamo entonces cosificación de los cuerpos, producto de las guerras y las transformaciones que estaban viviendo los agrupamientos humanos en ese momento, con la inven-
ción de la agricultura y pasar de nómades a sedentarios y qué sé yo… no se da solo con las mujeres, porque como botín de guerra no se llevaban solo a las mujeres, también se llevaban a los niños y niñas. Claro, en ese tiempo a lo mejor no eran consideradas jóvenes algunas personas, pero los agrupamientos humanos ya percibían que ese niño podía ser un guerrero del grupo y esa niña podría reproducirse. Es muy posible, la historia, los estudios nos han demostrado esto, que en ese momento no haya habido una conciencia en los seres humanos de que esa reproducción en las mujeres se producía por el vínculo coital con un varón, pero por alguna razón a ellas les pasaba lo mismo que a las hembras y lo mismo que a las plantas, no había más explicación por ahora que eso, pero no necesitaban más explicación, lo importante es que les pasaba, y eso le permitía al grupo seguir reproduciéndose y, en este contexto de emergente patriarcado, permitía tener mujeres que se dedicaban a la crianza y a lo que hoy día llamamos la “doméstica” del grupo, entonces, las compañeras feministas nos han enseñado que ahí se puede conceptualizar una emergencia del patriarcado por esta cosificación de los cuerpos de las mujeres.
¿Y cómo llamaríamos a la cosificación de los cuerpos de niños y niñas? ¿Es solo patriarcado? Es una condición que también tiene que ver con mayoridad-minoridad. Estos mayores que se llevan como
botín de guerra a las crías menores del grupo, ya saben que pueden hacer con esas crías menores lo que quieran. ¿Porqué?, porque ellos son mayores. Y se empieza a construir la idea, la imagen del anciano como el sabio, lo que es un artificio adultocéntrico, así los llamo yo, artificios adultocéntricos que sacamos de debajo de la manga y decimos “esto es así: por ser adulto es sabio”. Yo siempre le pregunto a la gente que dice eso en los talleres con los que trabajamos, en los cursos… le digo “usted cree que Pinochet era sabio… usted me aseguraría que por ser anciano, por haber llegado a viejo era sabio… un caballero que mandó a matar a todos los que estaban en contra”… en fin, o sea, eso es un artificio.
Ahí hay una articulación entre patriarcado y adultocentrismo como dos sistemas de dominio que emergen de manera simultánea cuando se transforma significativamente el modo de vida humano. Estoy hablando de hace millones de años atrás. Yo lamento que esto no se enseñe en las escuelas, esto que nos han enseñado las feministas, porque más que saber que en el paleolítico, en el neolítico y no sé qué, debiéramos comprender esta dinámica humana como ha venido ocurriendo, para poder comprender la historia y comprender el momento en el que estamos. Cuando hoy día las feministas vienen a hacer preguntas, están cuestionando un orden
social instalado hace millones de años. En el caso de los niños, niñas y jóvenes, todavía nos falta más, vincularnos más con ellos de otra manera para que puedan también empezar a producir su propia teoría de la sociedad, por decirlo así, y para eso no tienen que ir a la universidad, para eso tienen que desarrollar sus capacidades reflexivas.
AD: Me gustaría traerte ahora al presente, porque el rol de los y las jóvenes ha cobrado en el último tiempo, sobre todo en Chile, un rol bastante protagónico. Nos gustaría preguntarte cómo ves, desde el marco interpretativo del adultocentrismo, la irrupción decisiva de la juventud en el escenario político chileno tomando en cuenta el estallido social.
K.D: Mira, las personas jóvenes han estado presentes de manera relevante, de manera decisiva en la historia de Chile, en los últimos sesenta años, yo no tengo ninguna duda de eso (no siempre ha habido jóvenes en la historia de Chile, esa es otra conversación más larga). Solo lo voy a plantear así, han ido irrumpiendo a medida que la sociedad chilena se ha ido haciendo capitalista, y desde la década del sesenta para acá, las personas consideradas jóvenes en la sociedad ya están instaladas en todas las clases, en las zonas urbanas y en las zonas rurales, en los pueblos originarios y en las zonas mestizas. La irrupción de jóvenes en la
dictadura militar, por ejemplo, tuvo la diferencia con la década anterior en que ya no eran solo los estudiantes, si no que emerge la idea de que hay jóvenes en la población, a los cuales ya no solo se les llama hijos de obreros, o sea no se les comprende solo porque son hijos de los obreros, si no porque son jóvenes en sí mismos y empiezan a producir su propia cultura, su subcultura o contracultura juvenil. En tiempos de la dictadura militar eso se va profundizando y se va diversificando, por eso nosotros usamos la idea de “las juventudes” no como un término de moda, si no que para tratar de poner un concepto complejo, que indica que para observar a esas juventudes hay que usar caleidoscopio, es decir conceptos que también se muevan dinámicamente como esas juventudes y que acepten esa pluralidad que existe. Entonces, para poder comprender lo que está pasando desde el estallido hay que hacer una lectura en doble plano. En un plano están las y los jóvenes que son del mundo estudiantil, particularmente el mundo estudiantil secundario, porque según lo que nosotros logramos observar con la gente del núcleo de investigación y acción en juventudes de aquí de la Universidad de Chile, es que fue principalmente ese sector de las juventudes el que se movilizó primero a la hora del alza en el pasaje del metro, que no les afectaba directamente a ellos y a ellas si no a las personas adultas. Era la tarifa adulta, pero eso nos lla-
ma la atención respecto de jóvenes que tienen una actitud de solidaridad generacional. No se movilizan solo por sus cosas sino que también por las reivindicaciones de su familia, de su comunidad territorial, etcétera, cuestión que la ministra de transporte de la época, la señora de apellido Hutt, no lograba entender, decía porqué se movilizan, están puro haciendo desorden, son vándalos, si a ellos no les afecta esta cuestión. Pero ella no tiene una percepción de que las y los jóvenes no solo miran por sí mismas, mismos, sino que también por su gente. Luego, un componente muy importante ahí, fue que el liderazgo de esa movilización, en buena medida, no totalmente, por supuesto, pero en buena medida, lo jugaron las mujeres jóvenes. La observación que nosotros pudimos hacer en las estaciones de metro, antes del diecinueve de octubre, fue que eran las mujeres de jumper, vestidas de jumper, de uniforme escolar, las que se paraban arriba del torniquete y a gritos organizaban la evasión, organizaban por dónde había que dejar pasar, que abrieran una puerta para que pasaran los adultos, que no corrieran, que no se atropellaran. Mi interpretación ahí, es que esa juventud femenina que ejerció ese liderazgo en la evasión previa al estallido o que es parte del estallido, tuvo una escuela que está en mayo del 2018. Ese movimiento feminista de mayo del 2018 o esa toma separatista, ese corrimiento del cerco que ellas
hicieron respecto de las violencias sexuales en Chile como una matriz de comportamiento de la sociedad chilena que legitima la violencia sexual contra las mujeres y las disidencias, que viene de la colonia y que viene del señor de la querencia y que está en el latifundio y que se fue a la empresa, se fue a la fábrica y que hoy día está en todos los servicios, digamos, comercio, call center, qué sé yo… legitimada, legitimada por el humor, legitimada por la televisión, etcétera... por unas instituciones educativas que no hacen nada y son cómplices de esa violencia… esas mujeres jóvenes traen de ahí esa escuela, eso es lo que las moviliza, y ellas asumen un liderazgo distinto. Entonces a mi de verdad no me sorprendió que irrumpieran las y los jóvenes, porque ya venían irrumpiendo hace rato, y no del 2000 del mochilazo, aquí hay una cuestión que sería bueno seguir discutiendo. Cuando se instala el primer gobierno civil y el segundo gobierno civil, hay toda una construcción desde el gobierno por intentar institucionalizar la participación juvenil, reducirla al voto y reducirla a un conjunto de programas que le exigía a cualquier agrupación juvenil que quisiera activarse políticamente y contar con recursos desde el Estado. Todo el foco estaba en eso, talleres del INJUV para que los jóvenes tuvieran personalidad jurídica y no querían tener personalidad jurídica, es decir, no querían tener recursos del gobierno, lo
que querían era tener espacios y respeto, reconocimiento-para, no aprobación. Entonces se produjo un desacuerdo fuerte porque esos gobiernos, los gobiernos de la Concertación, no lograron entrar en la conversación con jóvenes, no lograron escuchar lo que se les estaba planteando, pero en los territorios, no en los liceos, en los territorios barriales, en los campos, ahí se activó una cultura juvenil que no se expresó en el sistema electoral (...), entonces cuando viene el mochilazo del 2000 esos jóvenes traen una memoria que está en los territorios, y la idea de la asamblea, la idea de la vocería, la idea de los colectivos viene de los territorios y pasa al movimiento estudiantil. Entonces claro, como nosotros seguimos pensando a la juventud como los jóvenes que estudian, dejamos de ver los territorios, y yo creo que hay que ver los territorios, entonces denante te decía que hay un doble plano… está el plano de los estudiante secundarios que salen a la calle a protestar y hacer la evasión en el metro contra el alza, se le suman los estudiantes de educación superior, pero en los territorios igual se empieza a fraguar algo… y ese algo es el que explota el veinte de octubre, del viernes al sábado, digamos, y las marchas y arrasar con todo lo que fuera una expresión del capitalismo neoliberal. Ahí se radicaliza la protesta social. Luego, en la pandemia hay varias experiencias de ollas comunes, que es donde yo diría que el movi-
miento popular que luchó en el estallido, en los sectores más pobres donde la precarización de la vida es mayor y la pandemia golpeó más fuerte, fue el lugar donde se refugió ese contingente activo del sector, y ahí las y los jóvenes estaban muy presentes, ya no es la olla común del tiempo de la dictadura, que era llevada fundamentalmente por mujeres, mujeres dueñas de casa que aquí también estaban en las ollas comunes… pero también habían muchas mujeres y muchos varones jóvenes, mucha disidencia también trabajando en esos espacios, entonces yo creo que esos elementos hay que considerarlos en este contexto. Y luego cuando viene lo de la constituyente, ahí la clase política le daba una puñalada por la espalda a las jóvenes y los jóvenes, porque más allá de la opinión que uno tenga de cómo se llegó a eso, digo del acuerdo y toda la cosa, se dejó fuera de opinar, al menos de opinar en el plebiscito, a las personas menores
de dieciocho años que eran justamente las que habían iniciado todo este proceso. Yo no creo que bajar la edad de votación vaya a constituir ciudadanía, no estoy de acuerdo con esos discursos que dicen que si los jóvenes votan más temprano, a los diecisiete, dieseis, quince no sé qué… se hacen ciudadanos antes, me parece que la asociación participación electoral y ciudadanía es una falsa asociación, no corresponde, la ciudadanía no tiene nada que ver con los procesos electorales, porque si vas a ser ciudadano una vez cada cuatro años… eso no tiene nada que ver, la ciudadanía tiene que ver con lo que nosotros hemos ido construyendo conceptualmente en el trabajo con jóvenes, con hacerse parte de los procesos de construcción de hábitat y, aquí, valga la redundancia, humanamente habitables, ciudades humanamente habitables, campos humanamente habitables, y eso no tiene edad… y los procesos electorales ahí son hitos, solo
hitos, pero no pueden definir si eres ciudadano o no eres ciudadano, no tiene que ver creo una cosa con la otra y esa conceptualización, burguesa a mi juicio, ha entrampado mucho la participación, en los liceos se lo repiten y se lo repiten a los jóvenes: “queremos que ustedes sean participes de la sociedad”, pero no los dejan participar… ni en las elecciones ni en las decisiones cotidianas, por eso las elecciones son solo un hito que sería bueno bajar la edad… no con el argumento negativo de que si la ley de responsabilidad penal adolescente los castiga desde los catorce o desde los dieciséis entonces hay que bajarle al mismo… no, yo usaría el otro argumento, el positivo, que tiene que ver con tu pregunta, porque han sido actores protagónicos de la historia de Chile, merecen estar, nos han dado cátedra. Los estudiantes del 2006 instalaron la hipótesis de que el sistema educacional chileno reproducía la desigualdad estructural que habíamos here-
dado de la dictadura, mira, dieciséis años de gobiernos civiles y no se había dicho tan claramente eso y no se había generado una movilización desde el mundo adulto que dijera eso. Vinieron los púberes, los imberbes, las adolescentes a decirnos eso, y qué hizo el mundo adulto, les cayó encima. Después, el 2011, los universitarios, los de Educación Superior vinieron a decirnos que la ducación chilena era desigual, que había que hacerla gratis, que había que hacerla democrática y que era de mala calidad, que había que entrar con el tema de la calidad, otra vez jóvenes, y le dieron una clase en el parlamento, la Vallejos, el Jackson, el Boric y otros dirigentes más de ese tiempo, a la comisión de Hacienda, de que sí había recursos en Chile para financiar la educación con otro método que no sea el neoliberal que estamos usando hasta el día de hoy. Entonces, solo uso esos dos ejemplos para decir que las personas jóvenes han dado muestra de que pueden
ser actores en tiempo presente siendo estudiantes secundarios, siendo estudiantes universitarios, no estudiando, solo siendo trabajadores, siendo pobladores, gente del campo, etcétera. Entonces creo que como sociedad necesitamos modificar los lentes con los que nos relacionamos con nuestros jóvenes, necesitamos modificar la forma en que concebimos las juventudes, porque si los seguimos viendo como personas que no han logrado, o sea que no pueden en tiempo presente contribuir, tenemos una dificultad grave, y eso también, de nuevo, es propio del adultocentrismo.
A.D: Uno de los espacios a través de los cuales los jóvenes se han expresado de manera bastante primordial ha sido el arte, quizás por esas mismas barreras impuestas desde el adultocentrismo a la participación de los jóvenes en la política. ¿Cómo ves tú el rol del arte como reproductor del esquema de dominación adultocéntrico por una parte y, por otra, como elemento emancipatorio de esta mirada dominante?
K.D: Mira, desde mi experiencia en educación popular con jóvenes, yo diría que una de las herramientas más utilizadas por las personas jóvenes para expresar su ubicación en la sociedad, a medida que se van haciendo conscientes de que son seres sociales, que es una cuestión que empieza a pasar cerca de
la pubertad y que se profundiza cuando salen de la casa y empiezan a tener amistades que son sus semejantes, una de las herramientas más utilizadas es la expresión artística, en sus diversas, en su infinitud de posibilidades, y chocan con un aprendizaje en el arte que traen desde la escuela, que les enseña normas sobre lo artístico… normas sobre lo simétrico, normas sobre lo asimétrico, sobre la combinación, la no combinación… que es como cuando le quieres mostrar a alguien cómo hacer investigación social y le pasas un manual para cada investigación y que tiene que seguir un recetario de ciertos pasos y no equivocarse, y por lo tanto todo lo que es la intuición, la sensación, el olfato, la percepción, quedan fuera. Entonces me pasaba este doble movimiento, hasta el día de hoy, que los y las jóvenes tienen hoy en día mucha sensibilidad con lo artístico como expresión humana, para poder mostrar su posición en el mundo a través del dibujo, de la poesía, del baile, de la música, de lo audiovisual y, por otro lado, estaban chocando permanentemente con un mundo adulto que les decía “así no se hace, eso no está bien, no sigue la rima, no sigue el ritmo, no sigue los colores…” como tratando de encuadrarlos en unos formatos, en unas maquetas pre-elaboradas por el mundo adulto. Entonces cuando estos jóvenes han logrado ir más allá de ese límite, fracturar esos límites, y pasar a otra perspectiva donde logran desplegar
lo suyo de manera individual o colectiva, ese arte se transforma en una herramienta muy potente de lucha, ya no solo contra el adultocentrismo. Si nosotros, nosotras, hiciéramos un esfuerzo como sociedad de potenciar aquello, seríamos una sociedad de artistas, pero qué me pasa a mi, voy a cuando hacíamos esto en la presencialidad, antes de la pandemia, a escuchar a los estudiantes de primer año de sociología que llegan a estudiar aquí a la Chile, entonces yo les pido que se presenten y que digan a qué se dedicaban además de estudiar, qué hacían además de estudiar, y ocho de diez hacen referencia a alguna práctica artística, ocho de diez, pero te dicen esto: “bueno, yo estaba en una banda de rock, bueno ahora la voy a tener que dejar porque voy a estudiar sociología…”, “no, yo bailaba en una compañía de carnaval pero ahora la voy a dejar porque voy a estudiar sociología…” Y yo digo “porqué lo van a dejar, qué les pasa”, bueno, me dicen, “por un lado está la exigencia académica poh profe y otra cosa es que la sociología va por un lado”… “yo hubiera querido estudiar teatro”, decía una chica un día, “pero mis papás me dijeron no, estudia algo que te de plata y después te dedicai a tu hobby…”, se lo redujimos a hobby, ya no es algo humano, ya no es algo que tenga que ver con su identidad, sino que es algo de lo que puede entrar y salir porque es un hobby, entonces le matamos a estos jóvenes por esta lógi-
ca adultocentrica del éxito, de transformarse en productores exitosos y consumidores opulentos, les matamos la posibilidad de desplegarse desde el arte, y entonces nos toca hacer un discurso a contracorriente que les muestre que pueden ser secas y secos en la sociología y seguir en el rock, seguir en el teatro, seguir en la danza, seguir en todo lo que sea artístico, incluso haciendo cruces, si es que a alguno le parece, en lo que hoy día aquí se llama la sociología de las artes, en fin, como sea que se llame, pero como seres humanos necesitamos desplegar eso… pero esta idea de lo monotemático que nos impone el sistema educativo adultocéntrico es muy fuerte para neutralizar estas experiencias artísticas que en muchos casos también llegan a ser experiencias de resistencia social a través del arte.
A.D: La última pregunta Klaudio tiene que ver con esta publicación tuya que estamos lanzando desde Aguaderramada, que tu titulaste Educación para fracturar el adultocentrismo. Queremos que nos cuentes sobre el proceso de escritura del ensayo, y qué pistas arroja este para buscar una alternativa a estas asimetrías que hemos comentado.
K.D: Ok, mira, esa fue una experiencia muy bonita, para mi fue muy bonita. Yo la tengo muy atesorada, ya que fue un módulo dentro de un proceso de forma-
ción de las y los docentes de Arcos. Me hizo acercarme más y sentirme muy en sintonía con lo que ustedes hacen como institución educativa, de esta preocupación genuina en la que yo hace años vengo participando. Me han invitado, he tenido la bendición de ser invitado por ustedes… de que las personas que ejercen el rol docente en la institución se estén formando, estén reflexionando, se estén actualizando sobre lo que está pasando al interior de la misma comunidad educativa y, en este caso, de las relaciones generacionales que ahí se dan. Yo fui invitado al primer módulo, con el que comenzó ese diplomado, e hicimos una reflexión muy bonita en un momento en que estaba muy pesada la pandemia, con mucha crisis, pero fuimos capaces de generar en cuatro sesiones una reflexión muy potente con trabajos en equipo, con tareas que iban trayendo de una semana a otra y reflexionando de cómo esta crítica al adultocentrismo en nuestra sociedad la podíamos usar para mejorar y potenciar nuestro trabajo educativo. Entonces, yo fui tomando mucho apunte de lo que ahí se discutió y después ustedes me propusieron la idea de escribir un texto que retomara esa conversación. Me encantó la idea también porque creo que es muy bueno y que es una forma de sistematización de experiencia, de construir un texto a modo de ensayo. Me exigió a mi ponerme en diálogo con las preguntas
que la gente fue planteando, con los tópicos que las y los docentes de Arcos fueron poniendo de manifiesto, y con estas tensiones que aparecieron en los trabajos grupales que fuimos desarrollando también. Entonces intenté escribir un texto que por una parte narrara, a modo así como de contar un cuento, un relato de lo que fue la reflexión que fuimos haciendo y que, al mismo tiempo, ofreciera conceptos, ofreciera perspectivas, para hacer una de las cuestiones fundamentales que trabajamos en ese módulo, que era cómo nos cambiamos los lentes con los que observamos la realidad, cómo mejoramos los lentes que tenemos, y estos lentes tienen unos espejuelos que son muy adultocéntricos. Entonces, como educador, educadora, necesito estar revisando esos lentes permanentemente y atreverme a cambiar esos espejuelos e ir sacando (es un proceso, no es algo que se pueda hacer definitivamente ni que se pueda decretar), ir cambiando esos espejuelos adultocéntricos que se expresan de manera adultista o edadista, para poder construir otros lentes. No es que no necesite lentes, necesito una perspectiva, pero cómo voy de manera colectiva construyendo una perspectiva que me permita considerar a las y los jóvenes con los que trabajamos como sujetos y sujetas con potencialidad y capacidad en tiempo presente, que ahora pueden aportar y cómo, además, podemos ha-
cer un acuerdo y transformarnos en socias, socios, en la tarea pedagógica. No verlos como beneficiarios, como vasos vacíos al que “yo, el que sabe” tiene que venir a llenar, sino como sujetos y sujetas que traen un saber, que traen una experiencia al proceso educativo y que de ahí podemos potenciar. Eso no me neutraliza como educador, al contrario, me potencia, porque entonces ahora yo tengo que de mis saberes, de mis conocimientos, ir resolviendo qué es pertinente ir poniendo en la conversación, en la experiencia en cada momento y luego atender a la idea de que las y los estudiantes del 2022 no tienen nada que ver con los del 2019, y no solo porque hayan cambiado los números del calendario, sino porque la generación de jóvenes con la que estamos trabajando cambia, por lo tanto como educador, educadora, tengo que cambiar… tengo que actualizarme, no solo de hacer cursos de actualización, si no que de ir rehaciendo mis criterios, mis metodologías, mis contenidos, la bibliografía, en fin. Hoy día las generaciones jóvenes están trayendo preguntas críticas de alta profundidad en nuestra sociedad, de alta profundidad, sobre todo las que tienen que ver con cuestiones de género y cuestiones de medio ambiente. Entonces, aquí hay cuestiones críticas que las generaciones jóvenes están trayendo y las personas adultas tenemos un rol, y eso fue como un acuerdo que quedó,
que está impregnado en la imagen final del texto, como un aprendizaje común que nosotros tenemos que ir cambiando al ritmo de las nuevas generaciones, y si alguien quiere ser joven o mantenerse joven en la vida, no sé si se pueda, pero supongamos, trabaje con jóvenes, acérquese a los jóvenes y a las jóvenes, pero acérquese a aprender, plantéese su rol como un aprendiz de las personas jóvenes, no porque las jóvenes y los jóvenes todo lo que digan sea valioso ni todo lo que digan es “verdad”, no, porque también están socializados en el patriarcado, también están socializados en el adultocentrismo, también lo reproducen, pero han vivido menos que nosotros… entonces tienen preguntas más ingenuas sobre lo que está pasando, y esa ingenuidad no la digo en sub-valor sino que la digo como una potencia… esa ingenuidad me ayuda a mi a mis cincuenta y ocho años, casi cincuenta y nueve ya, a decir “chuta, no lo estaba viendo de esa manera”, “mira acá hay algo más”, entonces eso es lo que nos permite el diálogo intergeneracional, esta conversación, esta novedad que pueden traer las generaciones jóvenes y esta vivencia más estratificada que tenemos las personas adultas.
*Esta conversación ha sido transcrita y editada para una mejor comprensión escrita.
Para este número la sección de fotografía latinoamericana propone un texto escrito por Roberto Brodsky (1957), novelista, guionista y profesor chileno, en el contexto final de la exposición “Documentalismo Refractario” realizada en Washington D.C. el año 2017. La muestra fotográfica aludida expone los procesos que han seguido las imágenes fotográficas en América Latina, y que han conducido al distanciamiento de esencialismos identitarios generalizantes.
Este gesto disidente y contemporáneo hace posible una independencia discursiva y estética que interroga a la misma fotografía documental abriendo estratos de significación que se encuentran más en la experiencia de ser latinoamericano/a que en la descripción de su eventualidad1. El relato documental en el texto refuerza la idea de que la fotografía latinoamericana –aquella hecha en América Latina– incomoda, agita y desarticula lo que ésta quiso ordenar y acomodar en su momento para la conciencia hegemónica y su conveniente
1 Estas reflexiones forman parte de la investigación y texto curatorial. Curadores C.Moller y J. P Concha.
2 Leyenda popular de la selva peruana en que el chullachaqui puede tomar la forma de un doble, persona o animal, para engañar y raptar a sus víctimas haciéndolas desaparecer.
3 Colectivo peruano activo desde 2006. Sus miembros son: Oe, Tunchi, Petituars y Fokus.
invención imaginal del Nuevo Mundo; pero hoy sabemos que toda representación es una ficción convenida y fortalecida por su original, buscando lugar en el mundo. La reflexión que hace el autor sobre la imagen fotográfica y su doble, apoyada en el mito de chullasaqui2, se expande al poder que tienen las fotografías para ocultar la verdadera intención de su mimesis, a la vez que su insinuante realismo nos hace vivir en ellas como “el máximo acabado de lo real”.
Junto con este relato presentamos cuatro series fotográficas del colectivo limeño (Perú) LimaFotoLibre3, fotógrafos que fueron parte de la exposición en cuestión. El interés de este colectivo es el gesto callejero y desinteresado de la vida diaria. En el registro fortuito de situaciones cotidianas no hay acontecimientos relevantes (aunque la detención del tiempo ya es un acontecimiento en sí) ni estigmatizantes, pero sí se advierte con esto la resistencia a un devorador modelo mediático que nos somete todos los
días a coyunturas extraordinarias y extenuantes bajo la lógica de la denuncia o la apropiación. La fotografía callejera, ésta, precisa e inmóvil de LimaFotoLibre, se presenta como un contrapeso político a la funcionalidad del registro documental y pornográfico de la violencia ideológica, de la pobreza como residuo y de la facilidad de la muerte, que se ha trazado recurrentemente en la fotografía documental latinoamericana. Ninguna de estas fotografías serán documentos, pues el nihilismo fotográfico de este colectivo activista devuelve su imagen al ciudadano común en una provocadora actitud liberadora.
La convivencia de representaciones -el colectivo fotográfico y el texto de Brodsky- se explica por el simple hecho de insistir en el paradojal impacto que tienen las imágenes hechas en América Latina, junto con su objetivo de desmontar o desvincularse de la privatización hegemónica y de su doble ideológico.
Hay una escena cinematográfica que vuelve al recuerdo cada vez que pienso en la exposición “Documentalismo refractario”, que se montara por primera vez en la sede de la embajada de Chile en Washington, hacia fines de 2017. Siendo entonces Agregado Cultural de la embajada, me había correspondido presentar el proyecto ante el Ministerio, defenderlo ante las instancias de financiamiento institucional, proveer una sala adecuada para su exhibición, y difundir la muestra a través de las redes y medios disponibles para su valoración.
Concebido en dos partes, la primera de las cuales se desarrollaría en la forma de un coloquio académico en Nueva York durante el mes de abril, y la segunda con una muestra de fotografía documental en Washington -que daría cuenta de las conclusiones alcanzadas en el coloquio-, el plan se cumplió sin contratiempos en toda su primera fase, e incluso en la mayor parte de la segunda. Esto es, hasta el momento en que se descubrieron las copias de los trabajos seleccionados por la curaduría de Carla Möller y José Pablo Concha.
Los problemas empezaron con la sala adecuada para la muestra. España, que figuraba como país invitado, estaba representada por Carlos Spotorno, cuya serie The PIGS (“Puercos”, por sus siglas en inglés: Portugal, Italia, Grecia, España)
no era la carta diplomática que se necesitaba para lograr un espacio en el vastísimo Centro Cultural de la Calle 16. Algo parecido ocurría con México, cuya Casa de la Cultura estaba ubicada a pasos del centro español, y estaba representado por las fotografías de Fernando Brito. Sus desolados cadáveres inscritos en un paisaje donde el color adquiría un tinte infame, travestían una violencia difícil de digerir para la mirada oficial.
En ambos casos, acoger la muestra significaba no sólo un eventual conflicto interno sino también externo, al entrar en conflicto con las otras representaciones latinoamericanas incorporadas a una exhibición que se quería crítica y territorial. De acuerdo al texto hecho llegar por Möller & Concha, la curaduría enmarcaba el proyecto en una dirección que “nos acerca más al problema que a la solución”, dando así por sentado el carácter problemático de la representación documental y sus imaginarios.
Tras comprobar que los supuestos anteriores se cumplían al pie de la letra en las dificultades de acogida que encontraba la muestra, se decidió que fueran los muros de la embajada chilena, organizadora de la exhibición finalmente, los que sirvieran de anfitriones. Allí estaban los trabajos de Mauricio Valenzuela, Gastón Salas y de Mauricio Toro-Goya para dar cuenta de que, al menos desde el punto de vista numérico, Chile superaba a los demás en tanto responsabilidad y representación regional.
Pero la dificultad no quedó allí. Al interior mismo de la embajada se objetó la presencia de fotografías que sugerían un sesgo crítico en una sala que debía servir de lugar de votación para la segunda vuelta electoral de las presidenciales de diciembre de ese año. Se procedió entonces a desmontar cada uno de los trabajos de “Documentalismo refractario” para cuidar la salud ideológica de los votantes, y una vez finalizado el proceso eleccionario, la muestra fue remontada en las mismas condiciones. Solo la fotografía oficial de la Presidenta, que colgaba de los muros de cada oficina de la embajada, parecía haber cambiado de aspecto.
Incidentes menores, como visitas masivas de escolares en horas en que la embajada cerraba sus puertas, o propuestas de abreviar el periodo de exhibición, acompañaron la muestra hasta su clausura, durante la primera semana de febrero. Entonces volvimos a desmontar las copias, pero esta vez para picarlas. Era el acuerdo tomado con los fotógrafos y artistas que habían enviado sus trabajos y no deseaban verlos expuestos en un marco distinto al acordado: una vez concluida la exposición, ésta debía ser destruida.
Consideré el acto final de picar las fotos un privilegio. Utilicé para la tarea una guillotina de bastón vertical que me ayudaba a cortar cada copia en tres segmentos, y luego en cuatro partes iguales: primero dos cuchilladas regulares a lo ancho y enseguida tres cortes longitudinales por cada lote. En cada copia que se iba al basurero desaparecía también lo que quedaba del arte en la época de su reproductibilidad. Me pregunté si esto sería como incendiar un archivo de biblioteca.
Entonces recordé la escena de cine que hace patente el mito del chullasaqui en la película del colombiano Ciro Guerra, El abrazo de la serpiente, donde se cuenta la historia del chamán Karamakate y de su encuentro con los viajeros occidentales al territorio amazónico.
En la película de Guerra, el mito del chullasaqui es comparado con la imagen fotográfica revelada. Uno de los personajes del film, el explorador europeo Theodor Von Martius, tras recuperarse de la fiebre que lo tiene postrado, hace una foto de Karamakate, el joven guía indígena que lo lleva a través de la selva en búsqueda de un alucinógeno, la planta mágica llamada Yakruna que sanará por completo los males del naturalista europeo. Ante la vista de su propia fotografía, la imagen suscita una suerte de espanto y asombro en el joven Karamakate: la foto representa para él su chullasaqui, un doble de su ser que ha quedado vacío en su fijeza, como una cáscara, es decir un espectro sin memoria porque está quieto, como un fantasma inmóvil que se desplaza por el tiempo sin saber quién es, entregado al olvido de esa imagen que ahora lo contiene en una plaqueta.
Todos los seres vivos tienen un chullasaqui, dice Karamakate al explorador alemán, que conserva para sí mismo la imagen del guía, anticipando con ello lo que sucederá años más tarde en la trama del film, cuando ya no quede del poder del chamán más que un puñado de signos incomprensibles que él mismo va grabando en una piedra, sin llegar a captar su sentido ni origen. El tiempo del secreto que obsesionó a Fred Murdock en el relato de Borges sobre la tribu roja,
se ha desvanecido del todo y ahora Karamake se ha convertido en chullasaqui, en su doble sin memoria, aislado en su fijeza. Viejo y desesperanzado, el chamán recibe sin embargo a un segundo explorador, Richard Evans, que trae consigo el libro que ha dejado escrito Von Martius años atrás sobre los mitos del Amazonas. “Tú eres dos hombres”, advierte de inmediato Karamakate cuando ve llegar al botánico norteamericano por el mismo río donde décadas antes había aparecido el alemán Theo Von Martius. Un doble viaje, una duplicación exacta a través del procedimiento mecánico de la fotografía y de su referente real, ese río del Amazonas que nunca es el mismo río, marca entonces los tiempos de la travesía.
Así como la fotografía duplica a Karamakate y lo fija en el tiempo sin tiempo de los fantasmas donde ha devenido un chullasaqui, así también la realidad duplica a los exploradores que vienen en busca de una cura para sus males. Al centro de estos desplazamientos está la instantánea que le han tomado a Karamakate durante la primera exploración, y donde se significa el deseo de apropiación de la planta medicinal para un uso industrial y la comercialización de la droga.
En este juego de dobles y paralelas enlazadas bajo un único devenir narrativo, el film de Guerra es un chullasaqui en sí mismo, la imagen de un espectro que se despliega reforzado por el blanco y negro del discurso fílmico. Es el tema de la película, que se presenta entonces como una representación de la cultura indígena que le sirve de base y referencia, y cuya materialidad en la imagen de celuloide acaso
deba ser destruida ante el peligro de que sirva, como la fotografía del chamán, para un comercio depredador -sea de tipo industrial, turístico, político, o incluso delincuencial- de la mirada sobre el territorio amazónico.
Esta dialéctica negativa que suspende el desarrollo de El abrazo de la serpiente se cierra sin embargo no sólo con la posibilidad de un diálogo cultural, sino con la necesidad de llevarlo a cabo. Si la destrucción y el aislamiento hicieron que Karamakate sucumbiera y se convirtiera en un chullasaqui durante el primer viaje, el segundo viaje abre la oportunidad de compartir el saber que el chamán ya no recuerda poseer. “Tú eres dos hombres”, dice dos veces Karamakate en presencia de Evans el botánico. Si antes el chamán fue el guía de ese viaje, hoy es llevado por el explorador a lo largo del río en busca de una imagen que debe activarse y escurrir fuera de su fantasmal inmovilidad, doblando así retrospectivamente la travesía donde está en juego la posibilidad de compartir y comprender, que es en el fondo la metáfora ecológica del discurso documental amazónico.
Recordaba este diálogo mientras cortaba y picaba las copias de la exposición “Documentalismo refractario”, una noche de invierno en la soledad del primer piso de la embajada. Había una imagen allí por descifrar. ¿Qué habíamos colgado de los muros, prescindiendo de marcos y de forma voluntariamente rudimentaria por lo demás, sino esto mismo, la documentalidad del chullasaqui, el doble vacío de América Latina? Seguí picando, hasta que no quedara huella de ese abismo que nos sostenía.
instagram: @gaeteredactor
«(…) el único loco verdadero del libro es Sancho»
-Giovani Papini
Los héroes occidentales tienen dos identidades y un servidor, alguien que guarda el secreto, que los ayuda y los ama. Así me siento en este bus a Concón; a mi lado una adolescente que para celebrar sus quince años me pidió el traje y los zapatos rojos de Madoka, una luminosa heroína de secundaria, pero en este recorrido viste una polera de Tool tallas más grande y el pelo sobre su cara. Mi rol de Sancho fue pagar ese traje y obligarla a usarlo a la primera ocasión desde que llegó importado.
La fila de acceso al Estadio Municipal es azuzada por cosplayers que anuncian cuánto nos podemos transformar dentro. Otros fines de semana en este mismo estadio debe jugar Concón National, y sus jugadores amateurs abandonan sus labores cotidianas para vivir noventa minutos de su pasión. Detrás de la grada, unas amigas tapan a mi hija para que pueda ser Madoka, es imposible hacerlo en los baños químicos. Me quedo con la mochila y una bolsa con bototos. En el bus, a mi lado, era una oruga; veo una mariposa volar entre innumerables stands con chapitas, stickers, posters, mangas y accesorios.
Soy el único padre, a metros veo chicxs
en grupos. A su edad bebíamos con mis amigos en la línea del tren arrastrados por la vena subterránea de la partida. Acá sólo siento olor a tabaco. Mi celular me interrumpe, mi hija me va enviando poco a poco mensajes e imágenes con otros cosplayers, todxs tienen una pose propia de esos momentos de distensión en sus historias. No parecen dispuestos en caso alguno a la violencia.
La tierra de la cancha contrasta con el cuidado del artificio que cada cuerpo lleva consigo, se adhiere a la piel, a la vista. A veces miro animé con mi hija, y no sé si les veo tan preocupados de salvar al mundo como de sobrevivir en él. Mi conclusión se escucha en el punk de Malandra A Secas: «Sinceramente no sé si esté viva mañana/ por aquí las cosas están muy rancias», cantan.
Antes de separarnos, le entregué dinero a mi hija para que comprara algo que le gustara y ojalá algún sticker de Macross o Akira. Trae algo de su ronda, un poster de Madoka; su creadora se enorgullecería al verla encarnada; para mi encargo, llega con las manos vacías. Según la UNESCO, la juventud se acaba a los veinticuatro años, y eso significa que los personajes que pegaría en mi cuaderno como seña de identidad ya son unos viejos. Para nuevos días nuevos símbolos. Mi hija va detrás de las gradas, vuelven los colores opacos, pasa por el lado de personas que le pidieron fotos o personajes a lxs que ella se las pidió. Ya nadie la reconoce.
Me tocó hacer algunos cuantos personajes adolescentes en el teatro, como Eugenio Gant en El ángel que nos mira (1959) de Thomas Wolfe, y luego a Octavio en Deja que los perros ladren (1961) de Sergio Vodanovic. Me faltaba pasar por el Romeo de Shakespeare; quería poner en escena esa inconsciencia del impulso y esa velocidad de los acontecimientos muy propios de la juventud y de la adolescencia. Uno tiende a reflexionar sobre los hechos cuando éstos ya sucedieron y pasaron por tu vida, y no mientras los estás viviendo, porque no hay tiempo de detenerse. En Romeo y Julieta, el amor y la muerte suceden en muy pocos días, con una prisa y una inconsciencia del tiempo, y siendo yo un actor muy joven quería pasar este gran personaje de Shakespeare, que finalmente nunca pude interpretar.
En 1963, el teatro de la Universidad de Chile montó la versión de Neruda de Romeo y Julieta, y me moría de ganas de participar. No me acuerdo de qué edad tenía, pero eran mis primeros 20 años; estaba más cerca de la adolescencia que de otra cosa, aún no me sentía un adulto joven como la sociedad te impone a esa edad. Había leído la obra en el colegio y sentía que Romeo encarnaba muy bien ese momento preciso en la vida de un chico; medio testarudo, idealista y soñador. En la obra eso está muy bien retratado en él, al igual que el romance, que es uno que está comenzando y que, sabemos, terminará trágica y abruptamente.
Neruda recoge lo esencial y hace una versión mucho más comprensible de la obra de Shakespeare. Toda buena traducción es una interpretación, y en este caso lo es. Yo pertenecía al Teatro Ensayo de la Universidad Católica cuando
se hizo la versión de Neruda, pero en el elenco solo había actores de la Chile y tuve cero oportunidad de aspirar a ser Romeo. Después simplemente se me pasó la vieja y nunca lo hice.
Siempre me interesó ese tema: cómo son las relaciones amorosas cuando se inician. Y en general, cuando he visto otras versiones de Romeo y Julieta, me parece que siempre se retrata más bien como una relación que ya está consumada, y que sin embargo no lo está. La fragilidad de los comienzos de la pareja humana me parecen hermosos hoy, a mi edad; toda esa rapidez del enamoramiento entre los dos y la muerte que se produce más temprano que tarde, tiene que ver con el hoy también, con la velocidad en que vivimos y esa incertidumbre que sentimos en el presente, en un mundo que se ha vuelto cada vez más vertiginoso y violento al mismo tiempo.
Shakespeare tiene el valor de una biblia para mí; ahí está todo. Entre Shakespeare y Calderón de la Barca está todo lo que tenemos que saber.
El hecho de que los padres y los ricos quieran casar a sus hijos con otros ricos te sitúa de inmediato en la fiesta que los padres de Julieta hacen para ofrecer a su hija virgen. Hace que la obra sea muy vigente: hoy los ricos ponen a sus hijos en los mismos colegios, veranean en las mismas playas y salen de fiesta a los mismos lugares para que esos vínculos de clase perduren y los perpetúen ellos mismos. Son los padres de Julieta buscando al mejor candidato. Aún existe esa sensación en la clase alta que presenta Shakespeare de que los padres se
sienten dueños de sus hijos e hijas. Es imperdonable salir del círculo para ellos en muchos casos. No ha cambiado, sigue igual, la clase alta sigue haciéndolo, siguen creyendo en que hay buenos y malos candidatos a marido y mujer.
Todo lo que no sea el amor es ridículo. Casi absurdo. Quedan casi siempre en ridículo esos personajes que se odian y se matan entre sí. Y claro, Mercucio muere en un duelo, en un duelo entre Romeo y Tibaldo además. En esto Shakespeare hace una crítica al momento político y social de la época; era un momento en que una buena parte de la juventud y lo mejor de la juventud moría a los 16 o 17 años en duelos estúpidos. Se mataban con espadas, y siglos después lo siguieron haciendo con pistolas. Y todo en la defensa de la “honra”. Y de pronto, ese amor adolescente surge con tanta lógica.
Romeo y Julieta son víctimas de una sociedad, y del absurdo de una sociedad. Lo que habla esa obra es de una historia de amor, te lo anticipa desde el título, y es una historia de amor que empieza con la guerra entre estas dos casas, estas dos familias que se odian y se matan entre sí. Y de este odio y a pesar de este odio, surge el amor. Me parece fascinante como idea, inspiradora para la vida de uno mismo incluso. Saber o tener la esperanza al menos de que de lo malo puede salir lo bueno. En Romeo y Julieta los padres se arreglan y encuentran la paz hacia el final, pero el sacrificio de sus propios hijos ya está hecho. Ese absurdo de la guerra, del no diálogo, del no entenderse por no querer entenderse, es lo que prevalece.
Autor: Poldark Mego
Selección: Zacarías Zurita
Ilustración: Nelson Linco
Bitácora del capitán, entrada 001, día: 02, año: desconocido. Soy el capitán Henry Randolf de la USS Voyager, nave insignia de la flota del gobierno mundial. Nuestro destino era el planeta K-70029 “Nuevaterra”. Debíamos colonizarlo para la humanidad.
Lamentablemente hemos sufrido un terrible accidente durante el viaje espacio-temporal y hemos sido arrojados al cosmos perdiendo tres cuartas partes de la nave y casi toda la tripulación. La Voyager impactó en un planeta desconocido que soporta la vida humana, cuenta con un sol y un satélite fracturado. Lo que queda del casco yace semienterrado en medio de una tupida y exótica selva. El aire es pesado y rancio, cuesta respirarlo.
El sistema de emergencia se activó hace cuarenta y ocho horas pero una fuga está drenando su energía rápidamente. El resto de sistemas de la Voyager están inoperativos. Viajamos desde la tierra en la nave interespacial más costosa y avanzada jamás construida y un sólo impacto nos regresó a la edad de piedra.
No tenemos cómo comunicarnos con la Tierra ni las colonias.
Bitácora del capitán, entrada 002, día: 03, año: desconocido. Seguimos recogiendo los pedazos de lo que fue nuestra nave. El puente de mando sufrió una tremenda avería y no contamos con repuestos pues ahora flotan en órbita sobre el planeta ¿Qué planeta es este? Seguimos ignorando la respuesta. La misión principal de la USS Voyager era viajar desde la luna hacia “Nuevaterra” usando la tecnología alienígena encontrada en Marte. Hace dos siglos (antes de nuestro viaje) la humanidad descubrió artefactos ocultos de origen extraterrestre. Estos permitían crear “agujeros de gusano” artificiales y seguros que acortaban distancias. Nos hicimos a la conquista del planeta rojo y Titán en tiempo record. Al parecer no fue suficiente. En el año 2849 encontramos a K-70029, un planeta con un sol cercano, con atmósfera, oxígeno, agua y vida primigenia. Fue cuando empezó el proyecto Voyager.
Bitácora del capitán, entrada 003, día: 04, año: desconocido. Definitivamente no estamos en K-70029. La agencia espacial nos dijo que la vida en ese planeta aún era básica, organismos pluricelulares no más grandes que una hormiga, y lo que vimos hoy nos dejó a todos atónitos. La expedición al sector diecinueve trajo especies aladas, insectos y toda clase de frutos comestibles. Los sobrevivientes del equipo de biólogos, a cargo de la doctora Rose McKinney, están
catalogando todo lo que encuentran, pronto tendremos respuestas sobre la flora y fauna. Por otra parte no puedo dejar de pensar en las estrellas… son tan distintas.
Bitácora del capitán, entrada 004, día: 05, año: desconocido. Cien años demoraron las naves robotizadas en llevar las piezas del portal humano-alienígena hacia la órbita de K-70029, cien años que la humanidad esperó para las pruebas iniciales con naves no tripuladas o con animales de pasajeros, todos atravesaron el portal, todos aterrizaron en “Nuevaterra”, todos probaron que era posible el viaje y la conquista ¿Entonces, qué falló? ¿Fue porque la Voyager era demasiado grande? ¿Los cálculos no aplicaban a enviar cien humanos? Lo único cierto es que en algún momento del traspaso por el portal éste sufrió un cambio a niveles incomprensibles y fuimos arrojados a la nada. Corrimos con la suerte de caer cerca de otro mundo con similares condiciones a K-70029 ¿Cuánto nos desviamos de nuestro destino? ¿Realmente hemos corrido suerte? Nuestros suministros y alimentos de reserva nos mantendrán vivos por años ahora que somos tan pocos. El último recuento de personal arrojó una triste cifra de treinta y siete sobrevivientes, entre los que se cuentan a cinco soldados liderados por el teniente Shaffer. El gobierno mundial insistió en enviar a una veintena de agentes para protegernos, sin embargo creo que las circunstancias actuales proveen un enorme estrés sobre los militares. Sus actitudes erráticas y que siempre anden armados comienzan a preocupar al resto de la tripulación.
Algo atacó al biólogo Mario Lazarte, al parecer la fauna de la zona del impacto se está recobrando rápidamente y reclama sus dominios. El insecto daba la apariencia de ser una especie de flor, cuando Lazarte se acercó para tomar una muestra, este lo roció con una especie de líquido paralizante. Es increíble que una dosis tan reducida haya causado tanto daño. Mario está en cuidados intensivos, que es un decir, porque al no tener energía para los nanobots lo único que hemos podido hacer es recostarlo en una camilla y suministrarle antibióticos de amplio espectro con la esperanza de que surtan efecto. La naturaleza de este planeta es salvaje, indómita, peligrosa, no nos teme, nos acusa e invade los destrozos de la nave repoblando, arrinconándonos. Realizamos purgas con fuego pero los bichos reaparecen al día siguiente.
Bitácora del capitán, entrada 008, día: 10, año: desconocido. Mario Lazarte ha muerto… diagnóstico: falla total del organismo.
Bitácora del capitán, entrada 007, día: 09, año: desconocido.
Bitácora del capitán, entrada 011, día: 11, año: desconocido. Qué extraño y a la vez familiar es el ciclo de vida de este planeta. Resulta totalmente asombroso para nosotros, personas nacidas después de las “Décadas del colapso”, ver a la vida ser eso: vida. La mayoría de nosotros conoció sobre dinosaurios o animales domésticos a través de las interfaces personales, hologramas, museos. Somos la generación de los vegetales y carne clonada, del agua tratada en inmensos centros. Nunca en mi vida vi un animal vivo. Muchos decían que aún quedaban en las reservas naturales cada vez más pequeñas, en lo profundo
de los océanos donde no llegó la pesca industrial. Recuerdo que en clase nos decían que la humanidad del plástico y el petróleo nos heredó un mundo muerto y nosotros, tras largos años de investigación, logramos resucitarlo con clonación y energía limpia. De alguna manera nuestros antepasados nos llevaron al borde del abismo y ello motivó desesperadamente una salida ante la inminente extinción ¿Eso hace la vida? ¿Se adapta? ¿La nueva humanidad se adaptó? A veces creo que nos refugiamos en nuestros ecosistemas artificiales y grises, comiendo productos deshidratados y duplicados de animales que ya no existen. Entonces, el viaje a otros planetas se convierte en una herramienta, más que simbólica, representativa de aquella necesidad por dejar atrás una realidad asfixiante y mecánica en la que la sociedad ha sobrevivido a coste de reducir todo a soluciones superficiales en lugar de tratar de recuperar el sentido de la vida. Aquí, donde quiera que sea, ese sentido cobra una fuerza abrumadora, la vida devora a la vida, la vida genera vida. Sí, admito que es un ambiente peligroso, somos agentes ajenos al ecosistema y este prosigue su ciclo febrilmente. Se nota la clara intención del sistema por devorarnos antes de que seamos una amenaza ¿Habrá sido así con los primeros hombres? ¿Cuando estos descubrieron el fuego la naturaleza trató de matarlos antes de que destruyan todo? Cada día que pasa me convenzo más en que no debimos llegar nunca a este planeta, ni osar pisar K-70029, ni ningún otro…
loga. Ignoro el día actual pero creo que es necesario continuar con el reporte de los sucesos acontecidos. La tripulación de USS Voyager es actualmente de once personas. El capitán Randolf fue asesinado hace aproximadamente dos semanas atrás por lo que creo que estamos en el día treinta y cinco. Mi estimado no puede ser tomado como referencial pues estuve en cautiverio en la zona de carga de la nave por un tiempo indeterminado.
Después de la muerte del doctor Lazarte otros tripulantes fueron atacados por las especies locales. Como astrobióloga mi trabajo es deducir cuáles serían los mecanismos de defensa y caza de especímenes alienígenas. Usamos patrones terrestres para tener un punto de partida pero nada de lo que conocemos o podemos imaginar se aproxima a lo que enfrentamos en esta jungla. Los animales usan las señales químicas, los colores y el camuflaje de maneras que jamás hubiésemos podido concebir. Sin embargo la terrible reducción de nuestro personal no se debe, en tal medida, al embate de esta libre naturaleza contra nosotros. La mayoría de muertes fueron producidas por las órdenes del teniente Shaffer y sus subalternos.
Bitácora del capitán, entrada 012, día: desconocido, año: desconocido.
Soy la doctora Rose Mckinney, astrobió-
Al parecer los militares sucumbieron a una especie de estrés producido por la incertidumbre de saber en qué planeta nos encontramos, no tener manera de comunicarnos con la tierra y el ambiente hostil que nos acosa. Decidieron que era mejor quemar todo el bosque para no lidiar con la biosfera y cuando Randolf se opuso -tuvo una especie de revelación sobre el cuidado del ecosistema y que nosotros somos los intrusos- fue fusilado a que-
marropa. Varios hombres y mujeres leales al capitán corrieron la misma suerte.
Aquellos que nos rendimos sin oponer resistencia, fuimos encerrados en el almacén de carga de la nave con el resto de las reservas de alimento. Pasamos ahí el aproximado de quince días hasta que escapamos, no sin antes cerciorarnos que la presencia de nuestros custodios había desaparecido. Estaban todos muertos.
Al parecer no fue sencillo incendiar esta jungla tropical, las constantes lluvias y el suelo húmedo evitan ser material de yesca. Nuestros opresores estaban desperdigados al azar alrededor del campamento base; tenían serios signos de alguna clase de envenenamiento. La autopsia posterior concluyó que la ingesta de diversas frutas y animales provocó una intoxicación masiva de neurotóxicas. Es posible que todo lo que habite en esta jungla tenga como principal arma el veneno. Con el paso del tiempo la evolución dio inmunidad a muchas especies, pero el hombre no es una de ellas.
Bitácora del capitán, entrada 015, día: desconocido, año: desconocido.
Trevor Lutz, astrofísico, calculó por observación estelar nuestra posición. Según él, no se trata del “dónde” sino el “cuándo” nos encontramos. Su hipótesis es que el firmamento ha cambiado debido a que nuestro accidente no nos arrojó en un punto del recorrido sino, más bien, en un tiempo distinto. Faltan astros donde deberían estar ciertas constelaciones, sin embargo, algunas se mantienen. Apoya su teoría en las apreciaciones del doctor Giordano Merlo, evolucionista,
que insiste en que las especies diseccionadas de esta selva húmeda son descendientes de ancestros ¡de la Tierra!
Bitácora del capitán, entrada 017, día: desconocido, año: desconocido.
Cada vez tiene más sentido la posición del doctor Merlo y Lutz. Si nos abrimos a la posibilidad de que nuestro fallido viaje a K-70029 nos arrojó hacia el futuro, todo lo que nos rodea cobraría sentido. El uso de los portales humano-alienígena jugaba con las variables del espacio-tiempo, permitiendo que los viajes desde la Tierra a Marte o a Titán fueran de minutos cubriendo inmensas extensiones de la nada. Siendo así, en nuestro accidente, la Voyager no sólo se desvió de la ruta entre portales sino que al hacerlo viajó hacia el futuro ¿Pero cuánto tiempo?
Hemos llegado a la conclusión de que la mayoría de las aves que sobrevuelan este bosque son descendientes de peces de mar adentro; especies que desarrollaron musculatura y fuerza en sus aletas pectorales, comenzando a explorar nuevos horizontes escapando de depredadores o por el simple hecho de buscar nuevas zonas de alimento. Las formaciones como coníferas y líquenes, que deberían pulular a ras del suelo, ahora miden hasta tres metros de altura y dan fruto (frutos venenosos) y la variedad de insectos descendientes de coleópteros (escarabajos) es incontable ¿Cuánto tiempo le ha tomado a la evolución para provocar estos cambios? ¿Cuánto tiempo ha pasado?
Bitácora del capitán, entrada 021, día: desconocido, año: desconocido.
Recabando toda la información extraí-
da concordamos que nos encontramos en una selva con una humedad mayor a cualquier otra que haya podido ser documentada, salvo, en épocas prehistóricas, esto debido a los fuertes vientos provenientes del Noroeste. Las formaciones de nubes, el nivel de las lluvias, el clima en general es muy parecido a lo que fue el Pangea de la era Paleozoica. De ser cierto esto, estamos ante un suceso que congestiona a todos los sobrevivientes, pues habrían tenido que transcurrir, en teoría, unos doscientos millones de años desde nuestra era para que las placas tectónicas avancen hasta dar esta nueva, y a la vez pasada, formación… doscientos millones de años…
Bitácora del capitán, entrada 023, día: desconocido, año: desconocido.
Hoy se ha reducido a cinco el número de supervivientes. Primero Anthon Schwartz, nuestro único geólogo, ha sido infectado por una especie de hongo ficomicetos, una variedad parasitaria cayó desde lo alto de un árbol, semejante a una sustancia viscosa, y penetró en los oídos y ojos de Schwartz provocándole severas convulsiones, sus pulmones colapsaron y murió ahogado en sus propios fluidos. Jamás he documentado la muerte con tal perplejidad. Revisando las entradas del capital Randolf comienzo a creer que tuvo razón. Somos una especie invasora en un ecosistema funcional el cual ha tenido millones de años para adaptarse. Si se tratase de las selvas antes del colapso actuaríamos como los humanos que somos destruyéndolo todo, apoderándonos, sobreviviendo por encima del medio ambiente, pero esta biocenosis ha tenido mucho tiempo para diferenciarse de la
tierra de los antiguos humanos. Nosotros, ahora, no tenemos oportunidad ante una realidad que nos señala como fósiles. Seres que ya no deberían existir.
Los otros cinco colegas se suicidaron al ver la horrenda muerte de Anthon. En lugar de enterrar sus cuerpos, optamos por dejarlos en mitad del bosque, lejos del refugio, las especies locales cuentan con especializados carroñeros.
Bitácora del capitán, entrada 025, día: desconocido, año: desconocido.
Parafraseo las palabras que el escritor, Charles Derennes, señaló a través de uno de sus personajes en “El pueblo del polo”, un libro de la época antes del colapso donde una expedición viajaba al centro del polo norte y encontraba una civilización de lagartos antropomorfos que evolucionaron aislados de todo. Los humanos no pertenecían a aquel ecosistema y, aunque las especies no les eran hostiles, poco a poco el juicio de los exploradores comenzó a menguar: “No se puede impedir que lo que ha sido sea de nuevo… Lo que ha sido se oculta, pero aún existe en alguna parte…” de igual manera, lo que sea que sobrevivió a la extinción masiva que el hombre provocó permaneció oculto hasta que este abandonó la faz de la tierra y entonces... aprovechó el momento. A la naturaleza no le gustan los vacíos y empezó a llenar el planeta con nuevas especies, todo de nuevo, nuevo catálogo, nueva biosfera. Sólo las especies más generalistas pudieron emprender la carrera.
Bitácora del capitán, entrada 032, día: desconocido, año: desconocido.
¿Qué resta por hacer? Hoy, con pena, nos
hemos resignado a creer que doscientos millones de años han bastado para extinguir a la especie humana del universo. Durante días hemos debatido sobre la posibilidad de que nuestros semejantes, al ver fracturada la meta de llegar a K-70029, hayan proseguido por otros derroteros. Queremos creer que abandonaron la Tierra, Marte y Titán por estrellas no tan alejadas donde aún persiste la humanidad, quizá robotizada, quizá como una inteligencia social que conecta a cada ser individual creando una sola consciencia y trayendo, por fin, equilibrio a los tirantes impulsos básicos. Discutir sobre estas posibilidades trae cierta calma ahora que entramos al sexto día de lluvia continua y dos de los nuestros han enfermado, lo que en estas circunstancias sólo puede significar un trágico final.
Lo cierto es que la Tierra agonizaba cuando nuestra generación quiso conquistar el espacio. Siendo prácticos y realistas, sin la sobreexplotación de la Tierra las colonias menguarían pronto (y al planeta no le quedaba mucho que escarbar). K-70029 era la esperanza de la especie humana, que en lugar de recobrar la vida de su tierra natal optó por el deseo de conquistar un nuevo mundo que le sirviese de fuente de la juventud. Quizá, ya nos tocaba desaparecer…
Bitácora del capitán, entrada 037, día: desconocido, año: desconocido.
Tal como afirmé, ahora somos tres sobrevivientes en un refugio hecho de partes de una nave que nos queda bastante grande. Sin embargo, nuestra resolución es hoy la más determinada de todas. En nuestro recorrido por el perímetro externo de
la base, perímetro cada vez más pequeño mientras que los animales siguen reclamando lo suyo, nos hemos topado con dos especies totalmente nuevas. Un claro mensaje de que la evolución toma turnos y ahora les toca a ellos.
Hace quinientos millones de años los grandes reptiles lo dominaban todo. Pero una terrible casualidad provocó su extinción masiva dando paso a los mamíferos, que tomaron la posta. El homo sapiens estuvo poco más de trescientos mil años en el planeta hasta que otro suceso los aniquiló. El Voyager fue el motivo de la extinción de nuestra especie. Nosotros éramos la esperanza. La humanidad decidió dirigir todos los recursos restantes a la conquista de K-70029 en lugar de recuperar el planeta natal, pero hubo otra fatal casualidad -quizá “el portal” colapsó fracturando la luna-. La Voyager desapareció, la empresa falló y la humanidad ya no tuvo lo suficiente para recuperarse. No sé cuántas guerras y muertes fueron desatadas por nuestro fracaso, sólo sé que doscientos millones de años después quedamos tres seres humanos, asustados, con frio y ampollas en manos y pies, descompuestos y a merced de animales salvajes y fantásticos.
De estos nuevos diseños de la evolución, hay dos que sobresalen.
Bitácora del capitán, entrada 038, día: desconocido, año: desconocido.
Hoy un Calafante, lo hemos nombrado así a falta de algo que lo describa mejor, ha llegado a nuestro refugio. La primera vez lo vimos mientras rondábamos el perímetro y parecía contrariado por nuestra
presencia, sin embargo hoy lo tenemos investigando, sin aspavientos, nuestras pertenencias. Y es que no podemos hacer mucho, la bestia mide tres metros y medio; es un calamar gigante que ha evolucionado para salir del mar, la despoblación de la tierra requería ser llenada y los cefalópodos han reclamado el turno que los reptiles y mamíferos perdieron. Se desplaza sobre sus ocho patas con una sincronía imposible para los animales anteriores y usa sus tentáculos extra para devorar nuestra comida procesada, es un coloso impresionante pero existen otros seres de mucha mayor relevancia, motivo por el cual estas son mis últimas líneas.
Como científicos debemos mantener la perspectiva. La humanidad ya no existe. Yo, siendo mujer, podría facilitar el nacimiento de nuevos miembros de mi especie apareándome con los otros dos supervivientes restantes, sin embargo el riesgo de endogamia y anomalías genéticas que eso traería sólo servirían para darle un patético final a la especie humana. Y ya debemos de ceder la posta, es más, así no queramos, la posta del nuevo organismo inteligente ya nos fue caprichosamente arrebatada por el Calabón.
No más grande que un primate del nuevo mundo, este cefalópodo ha evolucionado del pulpo. Se balancea sobre las ramas de esta selva con grácil agilidad. Hemos sido rodeados por familias enteras y, de inmediato, reconocimos jerarquías y dinámicas complejas. Los Calabones realizan marcas con tinta en los árboles que usan para comunicar mensajes al resto del grupo. Entre ellos, sus colores cambian, un lenguaje complejo lleno de símbolos y significado. Estamos ante los inicios de la nueva civi-
lización dominante… sólo espero que ellos no repliquen la historia humana.
Bitácora del capitán, entrada 039, día: desconocido, año: desconocido.
Soy la astrobiologa Rose McKinney. Junto a mis colegas, el evolucionista Giordano Merlo y el astrofísico Peter Ozeretski hemos decidido beber el extracto neurotóxico del fruto que arrebató la vida a los militares semanas atrás, luego de revisar los resultados de la autopsia hemos concluido que, de todos los venenos que nos rodean, este es el más efectivo al momento de matar por lo que nuestro deceso será rápido y –si hay suerte- indoloro. Ha sido un placer contemplar la eclosión de la futura sociedad ¡Larga vida a los cefalópodos! ¡La vida siempre encuentra la manera! ***
Pero la neurotóxica no actuaba de inmediato. Ozeretski, víctima de las alucinaciones psicóticas producidas por un cerebro moribundo, vio en las extrañas criaturas pulpo-mono que observaban intrigadas, a seres diabólicos que maquinaban planes para profanar los cadáveres de los científicos. En un arranque de furia tomó un tubo, parte de la nave, y azotó las ramas hasta que las criaturas cayeron. Con saña destrozó el blando cuerpo de una cría mientras las familias de cefalópodos lanzaban tinta y chillaban como parte de su arsenal de defensa.
Uno de los Calabones más avezados asió una rama, e imitando el actuar de Ozeretski, cayó sobre la cabeza del astrofísico con golpes repetidos hasta partirle el cráneo, y entonces… aprendió.
Los jóvenes de hoy estamos expuestos a la tecnología y las redes sociales desde una edad muy temprana. Por eso se nos conoce como los ‘nativos digitales’. Hemos crecido en un mundo donde la tecnología siempre ha sido parte de nuestras vidas y nos hemos adaptado en consecuencia. Tenemos acceso a información sobre todo en todo el mundo, pero al mismo tiempo estamos expuestos a muchas influencias negativas. Los medios de comunicación son una de esas influencias negativas. Pueden hacer que las personas sientan que nunca serán lo suficientemente buenas o exitosas, o pueden hacer que piensen que no vale la pena vivir su vida.
Es en las redes donde vemos que se siguen reproduciendo discursos opuestos a lo que busca la juventud y la sociedad moderna, pero que poco a poco siguen reafirmando los estereotipos que seguimos o los que aspiramos. Cada gesto y cada lucha que creíamos ganada ahora está coartada por las redes que se apropian de los discursos que vienen emergiendo de las mentes jóvenes y frescas aún con convicción al cambio. Ahora tu lucha es la propaganda de una multinacional, lo que antes nos impulsaba
a buscar factores de cambio ahora se vuelve en nuestra contra.
Los jóvenes experimentamos mucha presión por todos lados: se espera que tengamos éxito académico y al mismo tiempo somos bombardeados constantemente con mensajes sobre lo que significa ser una “buena” persona o cómo debemos vernos o comportarnos sexualmente.
Entre constantes transitares por emociones e incertidumbres, nunca nos encontramos a la altura de nuestro imaginario. La Juventud es una deconstrucción de la niñez, niñez que se encuentra construida en una base de convenciones y construcciones sociales que poco a poco permean nuestros cerebros a tal punto de no poder habitar nuestros propios cuerpos. Hemos sido un experimento fallido de todo lo que han creado de nosotros nuestros progenitores y cuando nos acercamos a nuestra adolescencia buscamos como perro enjaulado un escape. También hemos deseado identificarnos más libres y menos semejantes, pero, ¿qué es la libertad hoy cuando, además de ser presos de los constructos, la cultura en la que nos encontramos inmersos, las contraculturas y la digitalidad, lidiamos con la amenaza de pandemias que nos fragmentan y encierran?
CRÍTICAS
(entre el 15 de junio al 13 de julio)
Rita FerrerMayo
2022El espectador de esta exposición se enfrentó por primera vez a obras iniciales de cinco estudiantes -en nuestros días, connotados artistas chilenos-, por mor a la investigación de su artista curador y académico, Jorge Padilla. Se trata de Arturo Duclos, Carlos Gallardo, Silvio Paredes, Mario Soro y Alicia Villarreal. Todos ellos, curador y artistas, tienen la experiencia en común de haber sido formados
en el Taller de Grabado de Eduardo Vilches de la PUC, entre 1978 y 1983.
El espectador se encuentra con piezas y vestigios que tienen como punto de partida una matriz, cuyos ejemplares son reproducciones seriadas por contacto o vaciado: signos indiciales: huellas que impelen a editar series, que extienden sus alcances alegóricos a espacios sociales que exceden la institucionalidad de la enseñanza artística, en el contexto violento que vivencian estos artistas cuando eran
estudiantes. Silvio Paredes, músico fundador de Electrodomésticos, reconoce que la Escuela fue un lugar fundamental para pensar: “yo empecé a cavar fosas, a hacer ediciones y las presenté como hueco grabado… si no hubiese pasado por la Escuela, quizás no me hubiera dedicado a la música o no hubiera desarrollado una capacidad reflexiva para enfrentar estéticamente una obra”.
El concepto de “desplazamiento del grabado” surge, según Carlos Gallardo, como una necesidad, como una respuesta desesperada frente a una carencia. Él propone, como trabajo final para obtener la Licenciatura, considerar el conocimiento y oficio de matarife del Matadero Industrial como procedimiento cognitivo que puede ser pensado como matriz de un grabado que se consuma en la edición de diez sacrificios fotografiados. Para Gallardo, el grabado es una he -
rramienta para recoger huellas, para filtrar la materialidad que estaba en el medio ambiente. Define el ritual de la matanza de las vacas (documentado en el matadero) como edición en que cada cuerpo ejecutado por la matriz-muerte es editado y seriado como grabado animal.
Arturo Duclos, grabó con letras de molde versos de Nicanor Parra en diferentes soportes de madera: objetos domésticos, bancos de parque, barracas de venta de madera, entre otros. El desplazamiento de la xilografía a la conceptualización de la madera derivó a los huesos y a la pintura en “La lección de Anatomía”, obra que el artista presentó como examen de Licenciatura en 1983. Deriva de los residuos de la madera a residuos humanos.
En la noche previa a una entrega de trabajo, en 1981, Mario Soro, a partir
de una matriz de cartón, imprimió con cal blanca 600 cruces que emplazó en el patio del campus Lo Contador. Al distribuirlas en el suelo, realizó un pequeño desplazamiento con el propósito de emular una trama y no confundirla con una retícula, de modo tal, que toda la superficie de la sede quedara prisionera de una red. Relata que, al día siguiente, con la luz de una mañana otoñal se produjo un dominio del terreno y recuerda que las personas que transitaron aquel día pasaban hablando bajito, como si estuviesen en un camposanto. Las 600 cruces era el mismo número de personas desaparecidas que se conocían en ese momento.
Para Alicia Villarreal todo lo relacionado con la carne, con la muerte, tenía mucho sentido con la violencia que se estaba viviendo en Chile. Se propuso realizar un registro de la producción y faenamiento industrial de gallinas, que resultó muy agobiante por las condiciones que tenían los animales en las distintas fases de dichos procesos. “Era tremendo, parecían galpones de exterminio y las gallinas estaban tan sometidas como nosotros en ese momento”. Su propuesta de 1981 consistió en hacer un montón de gallinas ficticias, falsas, objetos realizados manualmente, para conferirles variabilidad, con la fantasía de interrogarse qué pasaría
si esas gallinas se escaparan y llegasen a la ciudad. Su respuesta fue desplazarlas a diferentes espacios y calles de Santiago. La idea fue justamente la posibilidad de interrumpir la vida cotidiana de las personas que se encontraran con esas gallinas: en la galería de la Escuela, frente a una vitrina en el centro, en un supermercado o en el pasillo de circulación de los Dos Caracoles, donde las intervenciones debían ser veloces, puesto que “tenías que salir rápidamente del lugar porque te echaban”.
Estas obras iniciales son antecedentes insoslayables de estos artistas cuando eran estudiantes atentos, vinculados y, algunos, prematuramente reconocidos por la escena artística en los extramuros académicos, principalmente por algunos artistas que se han inscrito como de la Escena de Avanzada; y otros creadores concomitantes, filósofos, escritores, activistas conectivos en la formación de una masa crítica que alteró irrevocablemente la manera de pensar el arte y sus procesos creativos, hasta constituirse en lo que hoy llamamos arte contextual, conceptualismo latinoamericano (Luis Camnitzer), Escena de avanzada (Nelly Richard), arte post histórico (Arthur Danto), arte postmoderno, o arte contemporáneo en términos amplios, en contrapunto al arte moderno greenbergiano.
Entre mediados de los años 70 y fines de los 80, en plena dictadura militar y sus implicancias de censura cinematográfica y control de los medios de comunicación, tuvimos que devenir en pequeños espectadores perversos. Enfrentados a un enorme vacío de imágenes inquietantes que nos permitieran reconectarnos con la experiencia cotidiana, o al menos enajenarnos de ella, nos repletamos indiscriminadamente con toda suerte de imaginería televisiva. Ubiquémonos en un mapa pre video doméstico u otro sistema masivo y popular de reproducción. Era imposible construir una repetición de imágenes, pues no teníamos ningún control sobre estos dispositivos. O teníamos la posibilidad de coincidir dos veces con un filme en una sala de cine, o ingresábamos a una sala rotativa en las cuales con la suficiente paciencia y suerte podríamos contemplar dos o tres veces el mismo y deseado filme. Pero esto era una situación aislada. Lo que realmente acontecía era estar sometido a los desagradables gustos del mercado y su homogeneidad. Sin embargo, encontramos una peculiar salida. Siempre es importante
un punto de fuga. Incluso aquellas estrategias de escape que nunca se consideraron.
La televisión abierta en Chile, con cuatro o cinco canales que intentaban sobrevivir la censura mediática –y su proceso contagioso de auto represión visual–, transmitía, entre obscenos montajes noticiosos y programas que evitaban cualquier comentario del espacio político, una enorme cantidad de series y filmes con 15 o 20 años de antigüedad que parecían no sucumbir a los filtros civiles y militares, sino que respondían a una suerte de invisible ejercicio de resistencia catódica libidinal. Existen rumores de curadores ocultos que se deslizaban por los pasillos de los canales, seleccionando viejos filmes que pudieran recuperar la inquietud de la adormecida mirada de un niño de la época. Es una fascinante teoría. Por otro lado, es posible que solo se trate de una peculiar sincronía entre las compras sin criterio de un oscuro funcionario intentando llenar una programación de la manera más inocua posible. Pero el resultado fue paradójico y produjo una proliferación de mini resistencias siniestras y domésticas. Ominosidad a escala hogareña.
Una especie de cultura de filmes pulps extravagantes emergió desde los televisores de la dictadura. Los cuales operaron –sin buscarlo o quizás sí–como disparadores para producir zonas de juegos ficcionales que evadían o, mejor dicho, pervertían las imágenes gobernantes. Se trataba de filmes aparentemente inofensivos –extraídos de la memoria popular del horror de los 50, 60 e inicios de los 70–, constructos que habían crecido en los patios nucleares de la guerra fría, como esas eternas sesiones de filmes de tipo B que incluían desde la primera versión de Invasion of the Body Snatchers de Siegel (1956), The Incredible Shrinking Man de Jack Arnold (1957), y su Creature from the Black Lagoon (1954), hasta toda una singular franquicia de entidades entomológicas de tamaño y carácter aterrador: tarántulas, hormigas, mantis y otros bichos afectados por el efecto tecno mágico de la radiación.
Filmes producidos para la televisión norteamericana de los 60, bajo la sombra de autores como Richard Matheson, o Rod Serling, contagiaron la percepción con la retorcida forma de los Weird Tales. En un contexto sin
posibilidades de reproducción, las exhibiciones caseras de filmes como The Brain That Wouldn’t Die (1962), Don’t Be Afraid of the Dark (1973), o The Entity (1982), se convertían en pequeños rituales catódicos, pronto devenidos en mitos populares que se narraban de casa en casa, como si se tratase de fenómenos mistéricos. Una infantil pero eficiente espiritualidad se estaba gestando.
La extrañeza de los filmes transmitidos en espacio familiares durante los años 80, instaló una peculiar mirada desde el núcleo doméstico de la familia chilena. No se trataba de la construcción de un grupo de refinados cinéfilos, sino de una pandilla de fagocitadores de pesadillas de serie B. Una mirada siniestra emergía construyendo una suerte de cinefilia barriobajera.
Esto no se trata de un ejercicio nostálgico, sino de la futura posibilidad de asimilar una cartografía de las imágenes de una generación, que debería haber producido el cine raro post dictadura, pero que parece haber cedido su espacio a un naturalismo sin impacto.
¿Cuándo decidió dedicarse al Arte? Le preguntan a un célebre artista contemporáneo, quien responde: en el momento en que resolví que inscribiría mis obras en la historia del arte. La respuesta puede sonar un tanto tautológica, pero no lo es. Se refiere, de hecho, a una concepción del arte bastante concreta, visión que reconoce lo hecho por otrxs artistas como dimensión necesaria en la propia creación de obras. Es algo similar a lo que levantan artistas como Ezra Pound o Helio Oiticica, quienes se ven dialogando-con lo que hicieron sus artistas favoritxs, o condensando en el propio proceso creativo la constelación de inventorxs que les inspiran, rindiendo, en cierta medida, un homenaje a todxs esxs creadorxs pretéritos.
Lo anterior conecta con la visión que tuvo el historiador del arte George Ku-
bler, para quien el arte, específicamente la creación de obras, implica trabajar desde problemas en los que artistas de distintas épocas se embarran las manos para encontrar soluciones. Kubler señala que estos problemas/soluciones esbozan series a lo largo del tiempo, las que pueden seguir elaborándose por artistas durante muchos años (a veces siglos); pueden apagarse y ser olvidadas; o, como ocurre muchas veces, ser desenterradas desde los anales del tiempo por artistas de otras épocas, quienes revelarán nuevas formulaciones del mismo problema y sus soluciones.
Adoptar este marco permite ver una fotografía y las decisiones tomadas para producirla, como una caja de resonancia en la que problemas y soluciones de otros artistas siguen vibrando en ella. Lo anterior puede ser usado para hincarle el diente a una foto de Sergio La-
rraín, imagen que forma parte de su serie London realizada en 1959, publicada en 1998 y republicada por Atelier EXB en 2020. La foto en cuestión, impresa como doble página, se presenta como plano abierto apaisado hecho desde la distancia focal que caracteriza toda la serie, al parece entre los 24-35 milímetros. Su amplia escala de grises nos permite distinguir distintas personas que caminan en el Hyde Park, conjunto diseminado de cuerpos que articulan, cada uno como instante culminante, los típicos planos dinámicos de la fotografía humanista de principios del s. XX, que a su vez describen el avance de un sistema de personajes en acción, desde el primerísimo plano hasta el mismo punto de fuga al que tiende toda la composición.
Me detengo abruptamente para indicar que la descripción que continuaré no tiene como fin develar un telos en la imagen, levantado desde mi relación hermenéutica con ella,
sino indicar un rasgo concreto que veo en su composición, el que supuso una decisión concreta que, según mi propuesta, vincula a Larraín directamente con problemas y soluciones de obras pasadas que asumo él conocía muy bien. Arriesgo entonces, a pesar de ser un ignorante del trabajo del chileno, una de mis hipótesis: Larraín, como gran artista, fue un connoisseur de la historia del arte.
Continuando con la imagen, resulta difícil evitar el extremo izquierdo de la composición, en el que una masa negra considerable figura el abrigo de una mujer que mira absorta el interior de un coche de bebé que solo advertimos por su asa, firme en ambas manos del personaje. Lo valioso de esta figura es que fue abruptamente cortada por el borde vertical de ese lado de la fotografía, interrumpiéndose el negro del abrigo, su figura y la presencia del coche por el fuera de cuadro. El problema del que se hace cargo Larraín acá, tiene relación con el ritmo de la composición,
su equilibrio, en este caso más bien con su desequilibrio, lo que formulado como pregunta se expresaría en ¿cómo lograr una composición sincopada?
Este problema, así como sus soluciones, para desazón de muchxs, no es de exclusividad de la fotografía. Podríamos fácilmente pensar que cortar despiadadamente a un personaje o zona de una escena en la composición, obedece al corte fotográfico del que nos hablaba Philippe Dubois: por una parte, al hecho que la fotografía corta un momento temporal, interrumpiendo un fluido existencial para quedarse solo con una sección, aprovechándose de la tendencia que tiene esta de haber formado parte de una acción, un momento, una historia. Por otra, el efectivo corte espacial de la toma, que genera una tensión inevitable hacia lo que el rectángulo fotográfico representa, el que simultáneamente tiene su correlato ―sostén innegable― en la expansión de la imagen que proyectamos más allá, esa parte de la escena que se descartó fruto de la composición.
Sin embargo, la síncopa composicional presente en la foto de Larraín, no se explica por la rapidez en la toma que proporcionó la Leica en los albores del s. XX, sino por una tradición. Basta recordar pinturas como la Vieja friendo huevos (1618) de Velázquez,
en la que también una masa negra, que figura el abrigo del niño que sostiene el aceite, es brutalmente cercenada por el borde izquierdo del cuadro, elección que, junto a otras masas de color ubicadas de manera precisa, le entregan a la imagen un desequilibrio hipnotizante. También en Mujeres en el jardín (1866-67) de Monet, representación que corta parte del vestido de un personaje ubicado en el borde lateral izquierdo. Sin ir más lejos, esta última junto a otras del francés como La Grenouillère (1869), Canotaje en el río Epte (1890) o La playa en Trouville (1870), todas truncan la figura de personajes, anclándolos a los bordes del soporte, de manera que la composición adquiera dinamismo producto del desequilibrio que induce este gesto.
En la imagen que elegí de London, presenciamos entonces esa caja de resonancias para las obras que nombré y seguramente muchas otras que desconozco, trazándose a lo largo de los siglos una serie de soluciones a lo que parece ser un mismo problema. Terminaré diciendo que la polifonía de obras que respalda la solución de Larraín no es algo baladí, sino fundamental, un gesto mínimo de humildad ante la densidad del legado que nos entregaron los que ya no están, pero que vibran por medio de las imágenes que nos dejaron.
Luis estudiaba Diseño Gráfico en ARCOS y, de repente, a mediados de 2016, vio un afiche que decía “Atina, trae tu proyecto y te ayudamos a avanzar”, que lo invitaba a participar de una Incubadora de Negocios Creativos allí, en el propio instituto. Postuló, fue seleccionado y hasta ganó un premio en dinero por su buen desempeño en el pitch final. Estos fondos le ayudaron a mejorar su taller, donde genera sus propuestas gráficas que cada día aumentan y se diversifican.
Hace muy poco, incluso, llegó un canal de televisión a su casa y retrató sus inspiraciones, forma de trabajo y obras, que en su mayoría son con maderas, materialidad que conoce desde
niño, porque le encantaba jugar con los típicos palos tirados por ahí en su hogar, con los que construía casas a las hormigas.
En aquella Incubadora del Instituto conoció a Vanessa Vidal, estudiante de Cine, otra participante que por esos días soñaba con emprender con un taller de cine para personas con problemas auditivos, que hoy lo apoya en la creación de cápsulas de video y fotografías, como la que acompaña esta nota, para promocionar su obra.
En Búfalo de Madera , su proyecto desde esos días en ARCOS, Luis ha desarrollado cuadernos, bitácoras y álbumes fotográficos, con tapas de madera grabadas en cianotipia y, al menos, 3 colecciones que lo ponen muy orgulloso.
¡Qué hay de nuevo viejo!
Aurora , donde crea unas bellas lámparas de madera con ilustraciones diversas, como la misma Piedra del Águila de la Cordillera de Nahuelbuta, acompañadas de muchas luces que asemejan estrellas y constelaciones que brillan y alumbran mágicamente de manera tenue.
Doméstica , donde desarrolla una línea gráfica que ilustra banderines temáticos en mica y papel sintético para terrazas o espacios al aire libre, inspirados en la Lira Popular y otros referentes gráficos, donde lucen “La Tarea” y “La Jardinera” , que cuentan parte de la historia de la UNCTAD III y la transcripción de una entrevista a Violeta Parra. Sin duda, adornos con sentido y razón.
Y “Voyager” , que es la última creación en que trabaja, que debe su nombre a las sondas espaciales construidas por la NASA en 1977, donde la idea es tomar parte de esos registros sonoros llamados “Sonidos de la Tierra” y trabajarlos con la técnica de Ernst Chladni (considerado padre de la acústica), que permite ver el sonido y su vibración a través de diferentes patrones geométricos. De esta manera, espera llevarlos al diseño de bitácoras, lámparas y otros objetos, incluido un “vinilo visual”. Sin duda, un experimento sensorial más que interesante.
¿Dónde seguir a Luis y Búfalo de Madera ? :
@bufalodemadera
Fotografía: vanesssaleon_
La entrada en vigencia de la Ley 21.369 desafía a las instituciones de educación superior a promover políticas integrales para regular el acoso sexual, la violencia y la discriminación de género. El foco está situado en la prevención, investigación, sanción y erradicación de estas conductas, establece medidas que garanticen el conocimiento de modelos de prevención e investigación por parte de la comunidad educativa, como también dispone de acompañamiento y reparación a sobrevivientes de violencia de género. Con ello, esperamos abrir diálogos que nos permitan desarrollar acciones conducentes a sentar las bases de una
nueva convivencia, en ambientes seguros libres de violencia y resguardando los derechos fundamentales de todas las personas que integran la comunidad del Instituto Profesional Arcos.
Esta normativa marca un precedente en nuestra sociedad respecto del rol que ocupan los movimientos de mujeres y feministas en el ámbito educacional para visibilizar la violencia por razón de género y la responsabilidad del Estado en la generación de políticas públicas tendientes hacia la construcción de una sociedad más justa.
Seguidamente, la materialización de esta ley crea y fortalece la institucionalidad de género con la creación de unidades asociadas a la imple -
mentación de políticas, planes, protocolos y reglamentos sobre acoso sexual, violencia y discriminación de género. Establece como requisito la construcción participativa de éstas resguardando la paridad de género y representación equilibrada de nuestra comunidad educativa, medidas necesarias y urgentes para generar cambios significativos en nuestra cultura organizacional.
El largo camino recorrido de luchas y derechos adquiridos por diversas generaciones de mujeres y feministas, junto con la irrupción de la movilización estudiantil feminista en mayo del 2018, evidencia una problemática estructural sostenida en el tiempo, que ha sido minimizada u ocultada por el sistema patriarcal presente en la educación, al tolerar la impunidad y la reproducción de la violencia hacia las mujeres en este espacio. Esas experiencias nos recuerdan que, por un lado, nuestros derechos pueden verse amenazados por múltiples factores, siendo necesario situar y contextualizar acciones permanentes en pos de avanzar y garantizar el ejercicio de estos. Y por otro, nos advierte que por sí sola la lógica jurídico-penal, con la instalación de políticas punitivas, es insuficiente para contrarrestar discursos y prácticas violentas, ya que reduce la complejidad a la asignación in -
dividual de la responsabilidad penal e invisibiliza el sistema de dominio y en el que se estructura la violencia hacia las mujeres (Núñez, 2019).
Los aportes teóricos de los feminismos negros y anticarcelarios constatan “el giro hacia modos punitivos de justicia en las políticas sociales contemporáneas, resaltando las dimensiones de género implícitas en este desplazamiento, así como su impacto diferenciado en término de raza y clase social (…)” (Bernstein, 2012, p.310). En contraposición, el feminismo liberal ―y en particular el activismo feminista en torno a la violencia sexual―, debido a factores históricos e institucionales, ha abogado por estrategias sexuales y carcelarias que se refuerzan entre sí, permitiendo el giro y avance de un Estado carcelario neoliberal, ganando mayor atención y aceptación pública desde los años 70, según Jonathan Simon (2007).
Lo anterior, ha sido fundamental para instalar la legítima pregunta: ¿las políticas públicas punitivas constituyen un avance para la justicia social de género en el campo de lo educativo? Con la pretensión de profundizar en el debate, más que hallar una única respuesta, me parece interesante la provocación que realiza Simon, al señalar que las estrategias carcelarias son una reacción a
las transformaciones sociales del feminismo de la segunda ola (2007), donde la tendencia punitiva ha sentado las bases de un proyecto transnacional de Estado penal remasculinizado, provocado por las nuevas condiciones económicas globales y las relaciones sociales de género.
Por cierto, este escenario evidencia los intereses que están en juego en el Poder Legislativo y el Poder Judicial, al reforzar pedagógicamente el proyecto de Estado neoliberal carcelario y su relación con pautas más generales de transformación cultural y política. Estos intereses, señala Bernstein (2012), están en función de criminalizar, disciplinar y ejercer el control social sobre los cuerpos pobres, racializados y de distintos géneros, donde se espera que las mujeres asistan a programas de reparación de asistencia pública, mientras que los hombres son reubicados en los circuitos de prisión. Esto antes que desmantelar las condiciones estructurales de producción y reproducción de la violencia hacia las mujeres.
En palabras de Segato (2003), la ley contribuye entre otras formas al cambio cultural, en la medida que genera transformación en las posiciones y subjetividades de género. Las personas poseemos la característica de reflexionar,
evaluar y juzgar éticamente nuestros posicionamientos. Por lo tanto, es posible generar nuevas referencias morales sin desconocer que estamos cruzados por el mismo sistema que buscamos transformar.
En efecto, el cambio no es automático ni lineal, depende de la posibilidad de generar estrategias de concientización, como también que la ley adopte un discurso de representación que describa el mundo como es y prescriba como debería ser, donde las personas puedan acatar lo que ella indica o rebatirla, generando una dinámica de producción de moralidad y desestabilización del mundo que está en constante creación y cambio. En este sentido, el rol que ocupan los medios de comunicación en general es fundamental para avanzar hacia una sociedad que se posicione reflexivamente contra la violencia de género y promueva un nuevo contrato social.
Seguidamente, es importante reconocer que la Ley 21.369 tiene la particularidad de ser un dispositivo punitivo y de prevención integral situado en el sistema de educación superior, un giro paradigmático que promueve el desarrollo de planes de acción para la construcción de culturas educativas sustentadas en los cuidados a quienes las integran. Por lo tanto, el foco preventivo situado
en el campo de lo educativo desafía a las instituciones a incluir en sus planes curriculares contenidos de derechos humanos, violencia y discriminación de género, precisamente para construir relaciones pedagógicas que tengan un mundo común, la cuestión de vivir juntos, más que apuntar a la búsqueda de otro mundo.
La interrogante que planteé anteriormente no pretende arrojar respuestas, sino más bien generar procesos de reflexión en nuestra comunidad educativa y tensionar la creencia de que las políticas punitivas son una solución para alcanzar la justicia social de género. La vida colectiva es nuestro principal problema. Como señala Marina Garcés, es la dimensión común la punta de lanza de nuestros problemas particulares, por tanto, “cambiar la vida no es pensar que la verdadera vida está en otra parte, que es siempre otra. No hay otro mundo ni otra vida. Sólo ésta” (2013, p. 117).
De esta manera, nuestro desafío institucional cobra sentido en la medida que podamos aprender a vivir juntos en dignidad, palpando, reconociendo y habitando el mundo que tenemos en común, que nos configura y que es inapropiable, es de todos y de nadie a la vez. Las personas que integramos el Instituto Profesional Arcos, estudiantes, docen-
tes, planta funcionaria y administrativa, debemos existir y comprender que nuestra potencia está en articularnos y aperturarnos a la relación con otrxs para transformar el mundo común que nos sostiene.
Referencias Bibliográficas
Bernstein, E. (2012). ¿Las políticas carcelarias representan la justicia de género? La trata de mujeres y los circuitos neoliberales del crimen, el sexo y los derechos. Theory and Society, pp. 280 - 319.
Garcés, M. (2013). Un mundo común. Tercera parte: Dimensión común. Sercon. Edicions Bellaterra, S.L. Barcelona, pp. 117-126.
Núñez, L. (2019). El giro punitivo, neoliberalismo, feminismos y violencia de género. Política y Cultura, núm. 51, pp. 55-81.
Segato, R. (2003). Las estructuras elementales de la violencia. Ensayos sobre género entre la antropología y el psicoanálisis y los derechos humanos. Capítulo 5: Las estructuras elementales de la violencia: contrato y estatus en la etiología de la violencia. Universidad Nacional de Quilmes, pp. 131-148.
Simon, J. (2007). Governing through Crime: How the War on Crime Transformed American Democracy and Created a Culture of Fear, Oxford University Press, Nueva York.
Artista gráfico, ilustrador.
Compartir, enseñar y difundir técnicas análogas en estos tiempos es una verdadera revolución, sobre todo entre jóvenes y para jóvenes,a contrapelo de la inmediatez y visión de éxito que propone la narrativa capitalista en las redes sociales, donde dejar huella es un “like” y la ansiedad por “crear” o “publicar” solo obras maestras, nos vuelve una fotocopia de nosotros mismos. ¿Dónde queda el proceso, el error, el olor a tinta, el tiempo perdido? En esta oportunidad destacamos proyectos de mujeres y disidencias hacedoras, que con su constancia y dedicación pulsan aprendizajes colectivos, reconociéndose como herederas de un oficio: artistas que van creando comunidad en su camino, integrando a otres y construyendo redes que tejen y conjuran desde el ejercicio cotidiano, la experimentación, reivindicando técnicas y lenguajes ancestrales, mirando el pasado con ojos de futuro.
Docente Guía: Renata Sagredo
Mar Lemus: @entramar
Valentín Illanes: @todoxnada
Sandra Gallardo: @sandri.gloxinia
Alejandra Figueroa: @_aurale
Marian Aguirre: @chocopudin_arts
¿Cómo influye en la obra personal el trabajo desde la colectividad?
Mar Lemus: La obra personal, termina siendo consecuencia de todas estas transformaciones que experimentamos a medida que nos relacionamos con un otre.
Valentín Illanes: En mi caso influye respecto al entendimiento de otros contextos diferentes al mío, explorar y salir de la burbuja en base a experiencias ajenas nutre la inspiración y otorga mayor perspectiva respecto a cómo se vive la vida desde otros ojos. Para mí es una manera de salir de la zona de confort en la que conozco otras realidades y otras visiones ajenas a la mía, lo cual pienso que suma capital cultural a lo que se pueda crear y da paso a algo más diverso.
Sandra Gallardo: Al trabajar con más
personas sentí que las ideas fluían mejor al tener la oportunidad de intercambiar opiniones y compartir nuestros puntos de vista. Fue muy nutritivo escuchar las experiencias de otras personas.
Alejandra Figueroa: Pienso que cuando nos involucramos con otras personas, nos abrimos y vemos la realidad desde distintas perspectivas, nos entendemos como parte de un entramado más grande y aprendemos sobre diversas experiencias y modos de percibir el mundo, así como de la colaboración y el trabajo en equipo. El impacto de este encuentro cala en nuestra percepción del entorno y en nuestras sensibilidades.
¿Cuál es la importancia de trabajar con oficios, en este caso desde el grabado, en contextos educativos?
Alejandra Figueroa: Trabajar con el grabado es aprender una disciplina con la que se desarrolla la creatividad, se valora la capacidad autogestiva y la preservación de un oficio que resiste al paso vertiginoso del tiempo y la automatización de la vida. En ese sentido, las no-
ciones de grabado y reproducción pueden aplicarse en el trabajo y agregarse al abanico de habilidades que otorga la carrera.
Marian Aguirre: Personalmente creo que es algo que no debe perderse, el grabado es todo un mundo, si no fuera porque decidí estudiar ilustración, no conocería ni un tercio de las experiencias que tuve en mi vida o por lo menos no sería consciente de lo que hacía ni de lo que eran. El grabado tiene una larga historia y se ha ido transformado con el tiempo, cosas muy básicas están relacionadas, como el hecho de hacer timbres o estampas que son muy comunes, pero las personas no suelen preguntarse de dónde surgieron estas ideas, y creo que es fundamental hacerse este tipo de preguntas, así le podre -
mos dar más sentido a las cosas que vemos y hacemos, para luego tener así un aprendizaje más completo.
La técnica del grabado se ha desarrollado de generación en generación por siglos, ustedes como jóvenes creadoras ¿cómo reciben y proyectan este aprendizaje ancestral en las nuevas generaciones de artistas?
Mar Lemus: Me he preguntado y lo sigo haciendo sobre todo en cuanto a cuáles son las imágenes que traemos a este mundo. El grabado ha sido testigo del pasar del tiempo, es una herramienta de protesta y testimonio. Dependiendo del contexto, he hecho estampas que puedan ser repartidas por la ciudad, como lo trabajamos colectivamente en la revuelta del 2019, y hay otros momentos donde peque -
ños timbres me han servido para bajar el barullo del día. Creo que en las futuras generaciones seguiremos estampando, pues nos sigue permitiendo hacer aparecer imágenes colectivas, construyendo el imaginario que portamos.
Valentín Illanes: Desde la colectividad el grabado puede cumplir una función contestataria entendiendo el contexto en el que vivimos: frente a tanta manipulación de los medio de comunicación masivos el grabado puede llegar a cumplir un rol de contrainformación en el cual artistas plasman distintas realidades, desde un punto de vista íntimo.
Marian Aguirre: Nuestro proyecto es un buen punto de partida para aquellos que están ingresando o que no conozcan sobre el grabado, para que puedan
ver y querer experimentar aunque sea una vez la diversidad de esta técnica y quizás así quieran indagar más por su propia cuenta.
Karina Aliaga, docente. @encianotipia @cerropress y @migrarphoto
¿Cómo influye en la obra personal el trabajo desde la colectividad?
Comparto colectividad con dos grupos de personas: Cerro Press, desde las artes gráficas y Migrar Photo, desde la fotografía. Si bien en el día a día actual mi trabajo es con Cerro Press, he aprendido de estas formas colectivas la posibilidad de llevar a cabo algunas ideas con mucha más confianza, y también hacer germinar y crecer ideas que parecían mínimas, pero que en colectividad toman otros rumbos. Hay mucho de entrega en el acto creativo, y de perder un poco el control de lo imaginado en un principio. Creo que eso ha sido esencial en la grupalidad. Luego, hay un intercambio constante en la cotidianidad con las prácticas y los métodos de cada unx de mis compañerxs, y de esa observación también he podido incorporar incluso nuevas herramientas expresivas en lo que hago.
Como docente, ha sido super importante ese diálogo durante estos últi-
mos años. Saber cómo mis compañerxs perciben los grupos, cuáles métodos les han funcionado mejor y cuáles no, en estos distintos contextos, creo que suma mucho. No sé si todxs quienes ejercemos docencia de algún tipo tenemos esa posibilidad, pero sin duda siento que ha favorecido las prácticas de todxs.
¿Cuál es la importancia de trabajar con oficios, en este caso desde la fotografía, en contextos educativos?
Creo que el oficio siempre es un vehículo también para otros aprendizajes e intercambios. En particular, con la fotografía siento que hay conexiones con otras partes de nuestra integridad que son activadas cuando proponemos imágenes o creamos algunos lenguajes visuales. El contexto educativo en general ha propiciado más espacio para reconocer que la fotografía y la imagen están siendo parte importante en nuestras vidas, y nos falta mucho aún para lograr comprender cómo ha impactado en todos los ámbitos. Las representaciones que conlleva, los patrones de lo correcto o incorrecto en determinado tiempo tienen mucho de
propagación con la fotografía. Pienso que facilitar un oficio implica cuestionarlo siempre en su contexto, actualizarlo, hacerlo digerible para que alcance todo su potencial.
La técnica de la cianotipia se ha desarrollado de generación en generación hace más de un siglo entre artistas, fotógrafos, botánicos, etcétera. Desde este lugar, tú como creadora actual, ¿cómo recibes y proyectas este aprendizaje en las nuevas generaciones de artistas?
Hay varios aspectos que me alegran sobre esta reincorporación de la cianotipia como una técnica dentro de las nuevas generaciones. Es importante redescubrir el asombro, y en ese sentido es super interesante cómo la vuelta a algunas técnicas más analógicas logran sorprender siempre, independiente de la edad que se tenga. El contacto con la materialidad siempre abre nuevas derivas. También hay una cuestión más de clase, pienso, porque a lo largo
de la historia de la fotografía y las artes, el acceso a la información y a ciertas herramientas expresivas no era tan abierto, y ahora, de a poco lo está siendo. Sacar a la fotografía analógica y las técnicas de emulsiones antiguas de un espacio super pulcro y cerrado es un cambio que se suma a varios otros en esa línea, sin ir más lejos, reivindicar la figura de Anna Atkins, precursora en esta técnica, es otro cambio. Hasta hace poco no la incorporaban en los libros de historia del arte y ahora sabemos y difundimos que fue la primera mujer fotógrafa. Pienso que por lejos lo más interesante es cómo se ha incorporado el diálogo con otras técnicas y herramientas digitales, no poniéndolas en tensión, sino como activación simultánea. En eso he visto proyectos inmensos de videoclips con cianotipia, proyectos audiovisuales que la incorporan, performances, entre otros. La exploración es infinita y por suerte el azul es tan atractivo y versátil que se está sumando a muchas prácticas artísticas.
El proyecto Aguaderramada del Instituto Profesional ARCOS responde al deseo de generar un diálogo e intercambio editorial que pueda sumarse al coro plural de la mirada que emerge desde los territorios y la academia. Nos interesa colaborar en zurcir el averiado tejido colectivo instalando objetos que multipliquen los sentidos ante el avance de la instrumentalización que amenaza todas las esferas vitales.