CAPÍTULO II

cadavre exquis ensamble colectivo

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CAPÍTULO II
cadavre exquisensamble colectivo
La conformación del paisaje
Alejandra Calle Cárdenas
La complejidad del paisaje
Andrés Camilo Patiño González
Paisaje, una reproducción del espacio
Armando Javier G
¿Es el paisaje un concepto únicamente artístico?
Carlos Andrés Benavides Cano
La conformación del paisaje
Carlos Daniel Santacruz
La conformación del paisaje
David Felipe López Grajales
La conformación del paisaje
David Romero
La conformación del paisaje
Luis Sebastían Bravo
La conformación del paisaje
María Fernanda Cárdenas Agudelo
La conformación del paisaje
Marlon Alejandro
La conformación del paisaje
Las grandes ramas del conoci miento humano como la botáni ca, la geografía y la medicina, existen y son reconocidas gracias a las experiencias de las personas y a su capacidad de agrupar los fenómenos y características del mundo que los rodea. La geografía, definida como “ciencia que estudia las relaciones entre la sociedad y el espacio”, integra diferentes campos de estudio ya que requiere tanto las interpretacio nes como los análisis del entorno global para tomar decisiones y dar recomendacio nes (IGAC, s.f.); el paisaje es parte integral de la geografía, solo es posible tener una noción de este a partir de su relación con el tiempo y el espacio; tiene forma, estructura, función, lugar en un sistema y puede desarro llarse, modificarse, ser reempla zado y finalizar (Sauer, 2006).
Cada persona percibe su entorno de manera diferente, cada estímulo que recibe de su espacio vital construye su percepción del paisaje y le da forma a su identidad...
Aponte García, G. (2003). Paisaje e identidad cultural.
Busquets Fàbregas, J., & Cortina Ramos, A. (2009).Gestión del paisaje: Manual de protección, gestión y ordenación del paisaje.
Maderuelo, J. (2010). El paisaje urbano.
Sauer, C. (Agosto de 2006). La morfología del paisaje.
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El paisaje definido como “la realidad física generada a partir de la actividad humana y el entorno” se fundamenta en las percepciones que tienen las personas sobre este y en los bienes y servicios (ambientales, estéticos, espirituales, económicos, entre otros) que se puedan encontrar en él, pero tanto las personas como las sociedades son dinámicas, por lo cual el paisaje también lo es y se transformará constantemente, lo que dificulta su estudio y comprensión (Busquets Fàbregas & Cortina Ramos, 2009). A partir de esta definición se establece la diferencia entre paisaje natural y cultural, la primera se refiere a las condiciones físicas del lugar, al “contenido” del área o paisaje, lo que naturalmente se formó y está a disposición de todas las especies; mientras que la segunda se refiere al uso que el ser humano le dé a estos bienes y servicios y a las modificaciones que le realice (Sauer, 2006).
Cada persona percibe su entorno de manera diferente, cada estímulo que recibe de su espacio vital construye su percepción del paisaje y le da forma a su identidad; pero es una relación recíproca, el paisaje forma al individuo y el individuo construye el paisaje, ambos dinámicos y vulnerables; como afirmó el geógrafo paisajista Jay Appleton (1986) “El paisaje es lo que la gente hace de su entorno después de que la naturaleza lo ha puesto en sus manos”. Una sociedad crea su identidad a partir del paisaje natural, el cual modifica posteriormente para satisfacer sus necesidades creando un nuevo paisaje que le proporcionará una nueva identidad a la siguiente generación; muchas veces afectándolo irreparablemente, deteriorándolo de tal manera que podría acabar el paisaje y deberá buscar uno nuevo para asentarse (Aponte García, 2003).
Las definiciones de paisaje dependen mucho del espectador que lo esté describiendo, de la época y la cultura en que se ubique; por lo cual, intentar definir paisaje urbano (lugar en su mayoría con escenarios artificiales) es mucho más complicado ya que se tiene muy arraigado el concepto de paisaje con la naturaleza, pero al desligar lo natural al paisaje se puede encontrar que las ciudades también crean identidad en las personas a partir de percepciones y construcciones sensoriales (Maderuelo, 2010).
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Durante toda la vida se han concebido múltiples maneras de ver e interpretar el territorio: el paisaje “urbano y rural” a través del arte, esquemas y herramientas gráficas, que si bien son subjetivas brindan estándares y cánones que los clasifican y generalizan para su mejor entendimiento.
Para comprender la definición del paisaje lo primero a tener en cuenta es que este es inherentemente alterado por la visión culturalista, entendiéndose la raíz etimológica de paisaje como “lo que se ve desde un lugar”, y sabiendo que “lo que se observa no siempre es lo que existe”, por tanto, la interpretación de un paisaje se encuentra alterada por el observador y su percepción del mundo, es decir desde un enfoque individual y subjetivo que tiene arraigo al contexto en que vive.
“Nuestra existencia cotidiana está hecha de ‘fenómenos’ concretos: personas, animales, ríos, árboles y bosques, piedra, tierra, madera y agua, ciudades, calles y casas, puertas, ventanas, y muebles; ella está hecha también de sol, de luna y de estrellas, de nubes que se desplazan, de días y noches, de estaciones que pasan. Pero nuestra vida comprende igualmente unos fenómenos más intangibles como son las emociones. Son los ‘datos’, el ‘contenido’ de nuestra existencia.”
GENIUS LOCI.
Paisaje Ambiente Arquitectura – Christian Norberg Schulz (1979)
La complejidad del paisaje: entre la s ubjetividad y la resignificación del territorio
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Es por ello que el perspectivismo es un punto clave en la ensoñación o la recepción de un paisaje ya que este se encuentra condicionado tanto por factores objetivos como la morfología, los elementos y sus propiedades físicas, como por factores subjetivos referidos a lo estético, bello, sublime, maravilloso, pintoresco y adicionalmente condicionado por aspectos sensibles y emocionales.
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Explicado esto, el paisaje es un constructo mental, es decir no es objetual y mucho menos explicito, sería entonces una fusión del noúmeno y el fenómeno que deviene en una amalgama del mundo material en el mundo sensorial. Es por tanto que el paisaje es tan infinito y susceptible a interpretaciones como observadores haya, cada uno asimila y elabora una concepción espacial a través de sensaciones y percepciones durante la “interpretación” del paisaje.
Molano, Frank (2016). El derecho a la ciudad: de Henri Lefebvre a los análisis sobre la Ciudad capitalista contemporánea.
Lefebvre, Henry. (1975). El derecho a la ciudad.
Cullen, G. (1981). El Paisaje Urbano: Tratado de Estética Urbanística.
Si bien el paisaje no es la naturaleza o territorio, de estos dependen la búsqueda constante de proyectar los estados de ánimo y la belleza desde un modo inconsciente o desinteresado por parte del observador. Así mismo surge el paisaje urbano a partir de la cualidad de la ciudad; de albergar recuerdos, sentimientos y sensaciones estéticas; que reclama la capacidad de ser interpretada y llamada paisaje. Dicho esto, sería difícil encontrar una disciplina que pueda abordar el concepto del paisaje con todas sus aristas, tan diverso, tan dinámico como los
García, María Teresa (2013). La ciudad resignificada, arte y nuevos medios en el espacio público contemporáneo.
Norberg-Schulz, Christian. (1979). Genius Loci: paesaggio, ambiente, architettura.
“Es necesario un patrón físico determinado para levantar un mundo: agua, la orilla de un río, un arroyo, un riachuelo, incluso un grifo sin guardar. Y se necesita suficiente tierra llana para montar las tiendas, algo de maleza o leña para alimentar las fogatas...
… los mundos se levantaban al final de la tarde. La gente, dejando la carretera, los hacía con sus tiendas y sus corazones y sus cerebros”
Las uvas de la Ira – John Steinbeck (1939)
Paisaje, una reproducción del espacio: de la tierra al hombre y del hombre a la tierra.
Troll (1950) define como paisaje geográfico “una parte de la superficie terrestre con una unidad de espacio que, por su imagen exterior y por la actuación conjunta de sus fenómenos, al igual que las relaciones de posiciones interiores y exteriores, tiene un carácter específico, y que se distingue de otros por fronteras geográficas y naturales.”
Citando a Bodek & Schmithüsen (1949) , Troll trae a colación tres elementos inherentes al concepto mismo de paisaje y que de manera integrada lo constituyen:
• El mundo abiótico, puramente físico–químico, que depende del proceso físico de causa y efecto.
• El mundo viviente, biótico.
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• El mundo del hombre, que depende de las puras comprensiones causales y motivaciones de los individuos o grupos sociales. El paisaje, por lo tanto, es un híbrido
entre lo físico y lo perceptual, percepción marcada por la realidad y que puede variar en la medida de que se permee por las experiencias – contexto - del individuo que lo observa. Es el paisaje, además en su concepción físico-biótica el que inicialmente, “moldea el carácter de su gente, y es este el que modifica y recompone el lugar con la materialización de una amalgama de necesidades, aspiraciones, anhelos y experiencias propias y ajenas, en una composición aleatoria cuya nueva fisonomía, o mejor, cuyo nuevo paisaje moldeará el carácter de la siguiente generación” (Aponte, 2003). Es una retroalimentación al parecer infinita, que va y viene, construyéndose y reconstruyéndose, siendo objeto de reinterpretación, donde los habitantes adquieren un papel principal; y donde el paisaje pareciera también resumirse en la humanidad misma que lo habita – o que lo habitó - y que al transformándolo físicamente lo bautiza en sentires y significados.
Así, esos patrones físicos, ese contexto - mundo del hombre - permiten la definición del concepto desde su interrelación recíproca. Las gentes que describe Steinbeck y que viajan por las carreteras en el éxodo de la gran depresión de 1929 en E.E.U.U son ejemplo de ello. Transforman el paisaje, lo resignifican; lo que antes era un paraje a la orilla de la ruta 66, se convierte en el paisaje de los que huyen, los que van en fuga, y que se ven condicionados por aquellos otros elementos que físicos, los amoldan como arcilla, pues su carácter ineludible conlleva a distintas formas de habitar; de interactuar. De construir esta dualidad particular del paisaje que transforma, es transformado y como una fotografía ha de poderse leer en un instante o un carrete en el tiempo, recordando los vestigios de aquellas generaciones pasadas.
Píe de página
AponteGarcía, G., (2003). Paisaje e identidad cultural.
Bobek, H y Schmithüsen, J. 1949. Die Landschaft imlogischen System der Geographie.
Steinbeck, J. (1939). Las uvas de la ira.
Troll, C. (1950). Die geographische Landschaft und ihre Er-forschung.
Troll, C. (2003). Ecología del paisaje.
La palabra paisaje se ha venido usando de forma habitual, cómoda y en algunos casos denota ambigüedad. En el lenguaje cotidiano se refieren a este como algo estático en el que se conjugan principalmente elementos de la naturaleza, dándoles un sentido estrictamente estético al concepto de paisaje. Claudio Tesser define esta acepción de paisaje como la dimensión estética, que corresponden a definiciones orientadas a la combinación armónica de formas y colores en el territorio los cuales tienen su expresión artística tanto en género pictórico como literario. A esto hay que agregar también que el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española considera exclusivamente el aspecto artístico de este término.
¿Es el paisaje un concepto únicamente artístico?
No obstante, menciona Tesser Obregón (1990) que la dimensión estética no es la única que se debe tener en consideración, pues esta también se relaciona con el estudio de los sistemas naturales que forman o configuran el paisaje y que, además, es utilizado por practicantes de diversas ramas de la ciencia como ingenieros, arquitectos, biólogos, ecólogos, entre otros. El autor Dunn (1974), define esto como la dimensión ecológica y la describe como un complejo de interrelaciones derivadas de la interacción de rocas, agua, aire, plantas y animales.
Pero también existe la dimensión cultural, que se define como el medio natural fuertemente condicionado por las actividades socioeconómica, transformado por los factores socioculturales (R. Perelman, 1977). Parece una definición muy simple, pero lo cierto es que desde hace un par de décadas aproximadamente se han venido haciendo investigaciones referentes a esta dimensión en el marco de la relación del hombre con el medio ambiente a partir de la conciencia ambiental y el cuestionamiento de los límites entre el ser humano y la naturaleza, sin embargo, la dimensión cultural del paisaje constituye un término poco común e incluso resulta un concepto relativamente opaco para una gran parte de la población (Álvarez, 2011).
Por último, se encuentra una dimensión Interpretativa con definiciones como “conjunto de componentes perceptibles en forma de panorama, escena o paisaje” (Gonzalez Bernaldez, 1981). Resulta algo confusa esta definición ya que puede relacionarse directamente con la dimensión estética al referirse únicamente a una escena o panorama, pero es
importante diferenciarla desde la percepción del observador quien en últimas crea una interpretación propia del paisaje. Se podría decir que esta dimensión es transversal a todas las demás, ya que desde la dimensión estética podrían darse diferentes interpretaciones del paisaje, incluso cuando este sea creado por un artista con la intensión de transmitir un mensaje en específico. También se podrían tener diferentes apreciaciones de un paisaje cultural que podrían depender de muchos factores socioeconómicos y culturales en los que se relacione el observador.
Estas cuatro dimensiones conceptuales, estética, ecológica, cultural e interpretativa, forman en sí, un sistema de definiciones, o mejor dicho, un concepto polisémico compuesto por una suma de significados asociados unos con los otros, con la característica de estar abiertos a nuevas acepciones propias de cualquier practicante o iniciado (Tesser Obregón, 2000), como por ejemplo la dimensión social o el paisaje social, esta definición se ha venido trabajando hace ya varios años y se relaciona estrechamente con la dimensión cultural, mas no se refieren a lo mismo.
Píe de página
Tesser Obregón, C. 2000 Algunas reflexiones sobre los significados del paisaje para la geografía.
DUNN, M. 1974 C: Landscape evaluation techniques: an appraisal and review of literature. GONZALEZ BERNALDEZ, F. 1981 Ecología y Paisaje.
ESCRIBANO M, M DE FRUTOS, E IGLESIAS, C MATAIX & I TORRECILLA. 1991 El Paisaje.
Álvarez Muñarriz, L. 2011. La categoría del paisaje cultural.
Las grandes ramas del conoci miento humano como la botáni ca, la geografía y la medicina, existen y son reconocidas gracias a las experiencias de las personas y a su capacidad de agrupar los fenómenos y características del mundo que los rodea. La geografía, definida como “ciencia que estudia las relaciones entre la sociedad y el espacio”, integra diferentes campos de estudio ya que requiere tanto las interpretacio nes como los análisis del entorno global para tomar decisiones y dar recomendacio nes (IGAC, s.f.); el paisaje es parte integral de la geografía, solo es posible tener una noción de este a partir de su relación con el tiempo y el espacio; tiene forma, estructura, función, lugar en un sistema y puede desarro llarse, modificarse, ser reempla zado y finalizar (Sauer, 2006).
Cada persona percibe su entorno de manera diferente, cada estímulo que recibe de su espacio vital construye su percepción del paisaje y le da forma a su identidad...
Aponte García, G. (2003). Paisaje e identidad cultural.
Busquets Fàbregas, J., & Cortina Ramos, A. (2009).Gestión del paisaje: Manual de protección, gestión y ordenación del paisaje.
Maderuelo, J. (2010). El paisaje urbano.
Sauer, C. (Agosto de 2006). La morfología del paisaje.
El paisaje definido como “la realidad física generada a partir de la actividad humana y el entorno” se fundamenta en las percepciones que tienen las personas sobre este y en los bienes y servicios (ambientales, estéticos, espirituales, económicos, entre otros) que se puedan encontrar en él, pero tanto las personas como las sociedades son dinámicas, por lo cual el paisaje también lo es y se transformará constantemente, lo que dificulta su estudio y comprensión (Busquets Fàbregas & Cortina Ramos, 2009). A partir de esta definición se establece la diferencia entre paisaje natural y cultural, la primera se refiere a las condiciones físicas del lugar, al “contenido” del área o paisaje, lo que naturalmente se formó y está a disposición de todas las especies; mientras que la segunda se refiere al uso que el ser humano le dé a estos bienes y servicios y a las modificaciones que le realice (Sauer, 2006).
Cada persona percibe su entorno de manera diferente, cada estímulo que recibe de su espacio vital construye su percepción del paisaje y le da forma a su identidad; pero es una relación recíproca, el paisaje forma al individuo y el individuo construye el paisaje, ambos dinámicos y vulnerables; como afirmó el geógrafo paisajista Jay Appleton (1986) “El paisaje es lo que la gente hace de su entorno después de que la naturaleza lo ha puesto en sus manos”. Una sociedad crea su identidad a partir del paisaje natural, el cual modifica posteriormente para satisfacer sus necesidades creando un nuevo paisaje que le proporcionará una nueva identidad a la siguiente generación; muchas veces afectándolo irreparablemente, deteriorándolo de tal manera que podría acabar el paisaje y deberá buscar uno nuevo para asentarse (Aponte García, 2003).
Las definiciones de paisaje dependen mucho del espectador que lo esté describiendo, de la época y la cultura en que se ubique; por lo cual, intentar definir paisaje urbano (lugar en su mayoría con escenarios artificiales) es mucho más complicado ya que se tiene muy arraigado el concepto de paisaje con la naturaleza, pero al desligar lo natural al paisaje se puede encontrar que las ciudades también crean identidad en las personas a partir de percepciones y construcciones sensoriales (Maderuelo, 2010).