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Carlos Andrés Benavides Cano

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Armando Javier G

Armando Javier G

La palabra paisaje se ha venido usando de forma habitual, cómoda y en algunos casos denota ambigüedad. En el lenguaje cotidiano se refieren a este como algo estático en el que se conjugan principalmente elementos de la naturaleza, dándoles un sentido estrictamente estético al concepto de paisaje. Claudio Tesser define esta acepción de paisaje como la dimensión estética, que corresponden a definiciones orientadas a la combinación armónica de formas y colores en el territorio los cuales tienen su expresión artística tanto en género pictórico como literario. A esto hay que agregar también que el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española considera exclusivamente el aspecto artístico de este término.

No obstante, menciona Tesser Obregón (1990) que la dimensión estética no es la única que se debe tener en consideración, pues esta también se relaciona con el estudio de los sistemas naturales que forman o configuran el paisaje y que, además, es utilizado por practicantes de diversas ramas de la ciencia como ingenieros, arquitectos, biólogos, ecólogos, entre otros. El autor Dunn (1974), define esto como la dimensión ecológica y la describe como un complejo de interrelaciones derivadas de la interacción de rocas, agua, aire, plantas y animales.

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Pero también existe la dimensión cultural, que se define como el medio natural fuertemente condicionado por las actividades socioeconómica, transformado por los factores socioculturales (R. Perelman, 1977). Parece una definición muy simple, pero lo cierto es que desde hace un par de décadas aproximadamente se han venido haciendo investigaciones referentes a esta dimensión en el marco de la relación del hombre con el medio ambiente a partir de la conciencia ambiental y el cuestionamiento de los límites entre el ser humano y la naturaleza, sin embargo, la dimensión cultural del paisaje constituye un término poco común e incluso resulta un concepto relativamente opaco para una gran parte de la población (Álvarez, 2011).

Por último, se encuentra una dimensión Interpretativa con definiciones como “conjunto de componentes perceptibles en forma de panorama, escena o paisaje” (Gonzalez Bernaldez, 1981). Resulta algo confusa esta definición ya que puede relacionarse directamente con la dimensión estética al referirse únicamente a una escena o panorama, pero es importante diferenciarla desde la percepción del observador quien en últimas crea una interpretación propia del paisaje. Se podría decir que esta dimensión es transversal a todas las demás, ya que desde la dimensión estética podrían darse diferentes interpretaciones del paisaje, incluso cuando este sea creado por un artista con la intensión de transmitir un mensaje en específico. También se podrían tener diferentes apreciaciones de un paisaje cultural que podrían depender de muchos factores socioeconómicos y culturales en los que se relacione el observador.

Estas cuatro dimensiones conceptuales, estética, ecológica, cultural e interpretativa, forman en sí, un sistema de definiciones, o mejor dicho, un concepto polisémico compuesto por una suma de significados asociados unos con los otros, con la característica de estar abiertos a nuevas acepciones propias de cualquier practicante o iniciado (Tesser Obregón, 2000), como por ejemplo la dimensión social o el paisaje social, esta definición se ha venido trabajando hace ya varios años y se relaciona estrechamente con la dimensión cultural, mas no se refieren a lo mismo.

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Tesser Obregón, C. 2000 Algunas reflexiones sobre los significados del paisaje para la geografía.

DUNN, M. 1974 C: Landscape evaluation techniques: an appraisal and review of literature. GONZALEZ BERNALDEZ, F. 1981 Ecología y Paisaje.

ESCRIBANO M, M DE FRUTOS, E IGLESIAS, C MATAIX & I TORRECILLA. 1991 El Paisaje.

Álvarez Muñarriz, L. 2011. La categoría del paisaje cultural.

La conformación del paisaje

Alejandra Calle Cárdenas

Las grandes ramas del conoci miento humano como la botáni ca, la geografía y la medicina, existen y son reconocidas gracias a las experiencias de las personas y a su capacidad de agrupar los fenómenos y características del mundo que los rodea. La geografía, definida como “ciencia que estudia las relaciones entre la sociedad y el espacio”, integra diferentes campos de estudio ya que requiere tanto las interpretacio nes como los análisis del entorno global para tomar decisiones y dar recomendacio nes (IGAC, s.f.); el paisaje es parte integral de la geografía, solo es posible tener una noción de este a partir de su relación con el tiempo y el espacio; tiene forma, estructura, función, lugar en un sistema y puede desarro llarse, modificarse, ser reempla zado y finalizar (Sauer, 2006).

Cada persona percibe su entorno de manera diferente, cada estímulo que recibe de su espacio vital construye su percepción del paisaje y le da forma a su identidad...

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Aponte García, G. (2003). Paisaje e identidad cultural.

Busquets Fàbregas, J., & Cortina Ramos, A. (2009).Gestión del paisaje: Manual de protección, gestión y ordenación del paisaje.

Maderuelo, J. (2010). El paisaje urbano.

Sauer, C. (Agosto de 2006). La morfología del paisaje.

El paisaje definido como “la realidad física generada a partir de la actividad humana y el entorno” se fundamenta en las percepciones que tienen las personas sobre este y en los bienes y servicios (ambientales, estéticos, espirituales, económicos, entre otros) que se puedan encontrar en él, pero tanto las personas como las sociedades son dinámicas, por lo cual el paisaje también lo es y se transformará constantemente, lo que dificulta su estudio y comprensión (Busquets Fàbregas & Cortina Ramos, 2009). A partir de esta definición se establece la diferencia entre paisaje natural y cultural, la primera se refiere a las condiciones físicas del lugar, al “contenido” del área o paisaje, lo que naturalmente se formó y está a disposición de todas las especies; mientras que la segunda se refiere al uso que el ser humano le dé a estos bienes y servicios y a las modificaciones que le realice (Sauer, 2006).

Cada persona percibe su entorno de manera diferente, cada estímulo que recibe de su espacio vital construye su percepción del paisaje y le da forma a su identidad; pero es una relación recíproca, el paisaje forma al individuo y el individuo construye el paisaje, ambos dinámicos y vulnerables; como afirmó el geógrafo paisajista Jay Appleton (1986) “El paisaje es lo que la gente hace de su entorno después de que la naturaleza lo ha puesto en sus manos”. Una sociedad crea su identidad a partir del paisaje natural, el cual modifica posteriormente para satisfacer sus necesidades creando un nuevo paisaje que le proporcionará una nueva identidad a la siguiente generación; muchas veces afectándolo irreparablemente, deteriorándolo de tal manera que podría acabar el paisaje y deberá buscar uno nuevo para asentarse (Aponte García, 2003).

Las definiciones de paisaje dependen mucho del espectador que lo esté describiendo, de la época y la cultura en que se ubique; por lo cual, intentar definir paisaje urbano (lugar en su mayoría con escenarios artificiales) es mucho más complicado ya que se tiene muy arraigado el concepto de paisaje con la naturaleza, pero al desligar lo natural al paisaje se puede encontrar que las ciudades también crean identidad en las personas a partir de percepciones y construcciones sensoriales (Maderuelo, 2010).

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