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Revista PyME: Producción y Mundo Empresarial. Edición N° 10.

Empresario destacado

Jaime Lemus, gerente de Excel Gestión Ambiental.

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Revista Producción y Mundo Empresarial (PyME): ¿Quién es Jaime Lemus como empresario? Jaime Lemus (JL): Jaime Lemus fundamentalmente es una persona con vocación de servicio, que desde su conocimiento aporta en el sentido de hacer empresa, y generar empleos decentes que tengan consideración del ser humano, mediante servicios de saneamiento industrial. Desde la empresa hacemos prevención y control de plagas urbanas en sectores residenciales, comerciales e industriales. Básicamente Jaime Lemus es una persona que se dedica a servir mediante la prestación de estos servicios.

También soy padre de dos hijos, y en la empresa tengo 70 personas, quienes si bien no son mis hijos, vivo también pendiente de todo ellos, de que progresen y nos ayuden a progresar, y al final todos avancemos.

PyME: ¿Cómo ha sido su experiencia como empresario, y la experiencia de Excel Gestión Ambiental? Como en cada edición, la Revista Producción y Mundo Empresarial – PyME – busca destacar la experiencia de los empresarios colombianos y sus valerosos esfuerzos por consolidar sus proyectos. En esta ocasión nuestro empresario destacado es Jaime Lemus, Gerente del Excel Gestión Ambiental, una empresa dedicada al servicio de prevención y control de plagas en salud pública, reconocida por su importante recorrido y buenas prácticas. Jaime Lemus ha sido uno de los mayores impulsores del trabajo gremial, que busca resolver problemas del sector mediante el trabajo común, lo que en efecto ha hecho de la mano de Acopi en beneficio general.

JL: El emprendimiento en Colombia tiene muchas dificultades, es curioso porque los microempresarios generamos el 85% del empleo formal en Colombia y el mundo, y por alguna razón casi que somos perseguidos. Nos vemos afectados por diferencias de criterio o entre funcionarios, errores de la DIAN, o malinterpretaciones de cualquier entidad. Entonces la vida del empresario es de esfuerzo y paciencia, porque hay muchos problemas y hay que tener serenidad para poder resolverlos.

Los empresarios, más que nadie, debemos ser personas de espíritu tranquilo. Necesariamente tenemos que ser equilibrados, porque se debe tener ambición para tener una motivación de una mejor vida, pero no debe tener mucha porque entonces se toman caminos equivocados; debe tener firmeza, pero no puede caer en la tiranía; debe tener compasión, pero tampoco sentarse a llorar con cada persona; debe tener mentalidad de vanguardia, pero no se puede olvidar de algunas razones que son intemporales, como la honestidad o el respeto.

Estructura para entrenamiento de trabajo en alturas.

Excel Gestión Ambiental –EGA- es una compañía fundada en noviembre del 99, y que ha salido avante por la austeridad y la perseverancia, porque estas cosas, como estructurar una empresa hoy en día, con nuestra economía, la competencia, la informalidad, las tasas contributivas, implican que estar dispuesto a pedalear no un día si no, en nuestro caso, 18 años, y seguimos pedaleando. Seguimos llegando aquí a las 7 de la mañana o al sitio de trabajo donde nos corresponda ese día y terminando a las 6 de la tarde. Llevamos 18 años en este trote, y sólo hasta hace 4 años pude tener los domingos, de ahí para atrás era domingo a domingo, de 6 de la mañana a 10 de la noche. Así es como uno ha hecho esto, puede que otros lo hagan de una manera más inteligente, pero ese es el libro que se ha escrito en EGA.

A parte de esos criterios de austeridad, paciencia, perseverancia, hay que tener humildad, porque uno sólo no puede hacerlo todo. El empresario debe tener unas competencias, si queremos, en el orden del proceso: debe saber lo suficiente de mercadeo y ventas, incluso de marketing electrónico. También en la parte de operaciones, que es el núcleo del negocio, tiene que conocer los asuntos relacionados a la ejecución de los servicios que vendió; luego de eso tiene que saber lo suficiente en la parte de administración, finanzas, y gestión humana, para hacerlo todo cuando es muy pequeño.

En EGA arrancamos 4 personas y hoy somos 70, con un complejo tejido de derecho laboral, ambiental y civil. Como quiera, nosotros tenemos que ver con propiedades e instalaciones de nuestros clientes, y otros asuntos relacionados, entonces poseemos competencias comerciales, operacionales, administrativas y financieras, además de las competencias que se deben tener en sistemas de gestión, calidad, salud y seguridad, medio ambiente. Así que esto le da al emprendedor, o a quien lea esta entrevista, una idea: este es un curso muy largo, y aquí el empresario paga de su bolsillo por los errores que cometa por acción u omisión, o por las cosas que desconozca, y lo debe pagar con el dinero que tiene e incluso el que no.

Aspersores, aspiradoras y otros implementos para el procedimiento de control de plagas.

Los errores del empresario los paga él, nadie viene a resolverle eso. Nosotros somos empresarios, de las micro, pequeñas y medianas empresas, comunes y corrientes, que cuando nos va bien, tributamos tasas sumadas casi del 70%, es decir, al final del año, de cada 10 millones que te queden luego de todo este asunto, tienes que entregarle 7 al Estado, si nos va bien. Si nos va mal, simplemente tenemos que pagar por nuestros errores. Así las cosas, se requiere, frente a semejante complejidad de asuntos y de competencias, hay que aceptar que no se puede sólo y armar un equipo, remunerarlo y tratarlo bien, para que estas personas se queden y haya una línea de continuidad que permita desarrollos y resultados que sean benéficos. A los empresarios que estamos hoy les comparto eso, y en especial a las nuevas generaciones de emprendedores que tienen que aceptar que difícilmente van a poder hacer una empresa que en dos años los

tenga montados en el carro del año, ¡eso no va a pasar!, o va a pasar excepcionalmente. A los 2 años de haberse iniciado se cierran 7 de cada 10 empresas porque se quebraron, entonces de lo que se trata acá es de entender que esto va a ser un proyecto de largo aliento, en el que se requieren unas competencias técnicas y humanas, y entre esas están, reitero, la austeridad, la laboriosidad, la paciencia, la perseverancia y la humildad.

PyME: En estos 18 años que lleva la empresa, ¿cuáles han sido las mayores dificultades que ha tenido para salir adelante? JL: Primero, mi propia ignorancia, porque el empresario se da cuenta de su propia ignorancia cuando tiene un problema, cuando se estrella contra él. El empresario sabe que desconoce el asunto A, cuando lo sancionan con el asunto A. Antes de eso uno piensa que se las sabe todas. La propia ignorancia del empresario es su yunque más grande.

Lo segundo es la voracidad del Estado. Tenemos un Estado voraz que viene por todo lo que tiene el empresario, que tiene unas condiciones de informalidad y contrabando rampantes, y que aun así quiere cobrar tasas impositivas como si estuviéramos en Noruega, Suiza o Finlandia. El emprendedor debe tener un espíritu de lucha permanente, porque el día que baja los brazos se cae todo. Así que los que estemos al frente de una organización tenemos que estar dispuestos a luchar cada uno de nuestros días contra las posiciones abusivas del Estado, contra nuestra propia ignorancia, y contra algunas posiciones caprichosas del cliente o del trabajador.

Aquí yo hablo de algo que se llama la ilusión de las caritas felices. El empresario pretende que el cliente esté feliz, porque tiene un servicio de altísima calidad a un precio razonable; que el trabajador esté feliz, porque tiene un trabajo relativamente cómodo y muy bien remunerado; que los bancos estén felices, porque se les pagan los intereses y los capitales de forma oportuna; que la DIAN esté feliz, porque pagamos los impuestos completos y de forma oportuna; que los entes de control estatal y quienes nos vigilan también estén felices, porque les cumplimos con todo; y que los inversionistas estén felices. Mantener felices a los 6 o 7, con las otras partes interesadas, no es sencillo. Difícilmente se logra tenerlos felices todos los días.

PyME: Usted dice que hay un Estado voraz, y otros empresarios dicen que hay un ambiente hostil para la creación y la sostenibilidad de las empresas, ¿cree que en medio de esto están las decisiones económicas que el Estado? Es decir, Excel Gestión Ambiental, como empresa que presta servicios a otras empresas manufactureras ¿ha sentido el impacto de la desindustrialización, así como la caída de empresas nacionales y la fuga de empresas extranjeras que se han ido del país? JL: Por supuesto. Hay un caso en el sector que es el de Chiclets Adams, que hasta donde entiendo tenían su planta principal de operación en Cali con 600 trabajadores, y trasladan su operación de producción a México. El salario mínimo allá es la mitad de nuestro salario mínimo.

Instrumentos y productos utilizados para el control de plagas.

Nosotros estamos fundamentalmente en el sector de alimentos y en el sector farmacéutico, y ese Estado voraz, que tiene un collar de ahogo en el cuello del empresario con lo tributario, y cada día aprieta más, simplemente hace que las empresas, en un mundo globalizado como el nuestro, tengan la opción de decidir en dónde quieren tener sus plantas de producción o sus negocios, y se los llevan.

En los últimos 5 años son muchas las empresas que han cerrado y movido sus plantas de producción a otros países en los que la voracidad del Estado es menor. Cuando ellos se van, nosotros perdemos clientes y se generan desempleo; entonces la gente va menos a restaurantes, a sitios de diversión, a cines, y demás lugares que también son nuestros clientes. Así, no tenemos cómo ir a prestar el servicio. Así, la erosión de la utilidad neta de las empresas, obliga al empresario al cierre, y así mismo, invita a que el individuo a reducir o a no consumir y eso, es un efecto dominó que tiene impacto sobre los prestadores de servicios y sobre toda la economía.

Esto se relaciona con la creciente informalidad. Nosotros cumplimos de lleno con los requisitos de ley, básicamente porque tenemos una apuesta de continuidad, una idea de empresa a largo plazo; entonces, no queremos tener ese tipo de inconvenientes de lo informal y entendemos como una clarísima responsabilidad nuestra, la protección de la salud y la seguridad de nuestros trabajadores. Nosotros tenemos Sistemas de Gestión para Salud y Seguridad en el Trabajo desde el año 2011, que es obligado por la ley desde el 2017. Siete años antes de ser una exigencia legal nosotros ya lo teníamos implementado, lo cual es un hecho concreto del cómo entendemos nuestra responsabilidad sobre el cuidado del trabajador, pero, eso cuesta, y pesa, incluso a la hora de competir en este mercado donde a veces, el cliente no lo ve y se va por lo más barato.

Esa competencia desleal existe porque el Estado debería tener muchos más controles para que quienes estén en el mercado ofertando productos o servicios, cumplan a cabalidad la normatividad, o si no ni modo, porque si el mercado es escaso, y hay una cantidad de oferentes informales, que nos compiten deslealmente. De la tierra de donde viene mi familia, Boyacá, a la situación del empresario se le podría describir con el refrán que dice “la vaca negra, la noche oscura, y yo que no veo”. En el lenguaje de las nuevas generaciones es algo como “la tormenta perfecta”: muy difícil sobrevivir en unas condiciones económicas duras, en un país con pocos controles en lo que debería, y muchos en donde no, y sumando que la informalidad que campea es muy alta.

PyME: En medio de este contexto para las empresas, ¿cómo ha sido la experiencia de estar en un gremio empresarial? JL: En nuestro caso, acudimos a Acopi porque tenemos una situación muy particular: el Estado básicamente desconoce nuestra existencia. Para las empresas de control de plagas en salud pública hay un marco legal que es el Decreto 1843 del 91, que habla sobre la aplicación de plaguicidas en Colombia, país en el que por supuesto que se usan plaguicidas para controlar plagas urbanas: cucarachas, ratas, pulgas, plagas de los granos almacenados. Para cuando se legisló, y aun hoy, de cada mil litros de plaguicidas que se aplican en Colombia, de golpe sólo uno se aplica en ambientes no agrícolas, en consecuencia, la legislación está diseñada para el mercado agrícola, para el cultivo.

Nosotros no aparecemos de manera clara en el marco legal, lo que genera que tenemos unos problemas que, independiente de la voluntad y de la disposición del empresario, no puede resolver solo. De hecho, lo que quisiéramos es tener una ley, un marco legal propio, que corresponda a nuestra realidad económica y operacional, porque en este momento lo que tenemos es un Frankenstein legal difícil de entender, y como resultado, difícil de cumplir, que no ayuda a nuestra labor.

Entendemos que el control de plagas en el mundo es un asunto de altísima importancia, como quiera que aportamos a la salud pública mediante la prevención de enfermedades transmitidas por vectores. Para nadie es un secreto que las cucarachas están relacionadas con contaminación y problemas respiratorios; las ratas, pues ni se diga; las aves plagas, como las palomas, transmiten más de 40 enfermedades mortales todas para el hombre. Luego, somos parte de la solución, y hay unos problemas que no podemos resolver individualmente, y mediante el trabajo conjunto esperamos que el Estado entienda que existimos para un propósito específico, y necesitamos unos estándares y una vigilancia de los mismos para que se premie al juicioso, y, por el contrario, castigue al informal que rompe la ley, contamina, expone la salud de las personas abusando de los plaguicidas, y da una equivocada disposición final a los residuos y elementos que se usan en el proceso.

Ahí existe toda una línea de responsabilidad que se tiene que hacer bien, y eso cuesta, pues la única manera es incorporarlo al precio. Por ejemplo, en nuestra organización, al aplicador de plaguicidas le ponemos un traje de Tychem, que es especial y vale alrededor de 10 dólares cada uno, de modo que lo utilice para hacer la aplicación de plaguicidas y las salpicaduras queden ahí, y no penetre, porque ese traje está diseñado por DuPont para evitar que pase a la piel de la persona y la contamine. Esos trajes los incineramos, pagamos por eso, y tenemos evidencia de la disposición final, pero ejercer esa responsabilidad con el ambiente cuesta dinero. Eso es diferente a que en la empresa X le dé a Jacinto un overol de tela y le digan: termine de fumigar y vaya lave el overol, y lo hace con la ropa de su esposa y sus hijos. Eso cuesta menos obviamente. Para el empresario responsable, estos temas son difíciles de comunicar y lograr que el cliente final entienda que, en ese precio que es más alto, lo que va no es necesariamente una ganancia excesiva del empresario; lo que va es el ejercicio de responsabilidad con el planeta; ese mismo planeta donde vive quien compra y quien vende el servicio.

Hay otro problema con las licencias de funcionamiento y las sedes de las empresas. Por ejemplo, si una empresa de este sector tiene la oficina en el Quirigua, desde allí no puede ir a trabajar a Cota, porque la Ley 715 estipula que la vigilancia y control de Cota es de la Gobernación de Cundinamarca, y en el Quirigua es de la Secretaria de Salud Distrital. Es ridículo que Colombia pueda hacer negocios con Corea, pero nosotros estando en el Quirigua no podamos trabajar en Cota.

Ese tipo de cosas son las que solamente podremos resolver juntos, agremiándonos, siendo un elemento de presión importante para que el Estado por fin pueda entender que nos tiene trabajando bajo un marco legal que es ilógico, y que el costo de esa lógica también es trasladado al servicio, y que como los costos son altos y tenemos la informalidad presente, pues ahí está una de las causas de muchos problemas que tienen todos los empresarios, no solamente en este sector si no en muchos otros. Entonces ¿para qué sirve Acopi?, para tener un escenario de discusión de estos problemas, y presentar iniciativas como un solo cuerpo, no como la empresa de control de plagas X, sino como el gremio de los empresarios que tienen la humildad suficiente para reunirse, trabajar juntos, y hacer propuestas.

En el caso nuestro estamos proponiendo tener un nuevo marco legal que nos involucre. Entre todos, con la coordinación de Acopi, reunimos los fondos para hacer un estudio de derecho comparado, con

el que abogados especialistas están revisando cuál es el marco legal de las empresas de servicios de prevención y control de plagas en México, Chile, Estados Unidos, Argentina, España, entre otros países. Necesitamos salir de esta legislación que no es pertinente, es vieja, inoperante, y obsoleta, y también ponernos en el contexto de los tiempos reales. Este estudio de derecho comparado sería muy costoso de hacerlo individualmente, pero ya al reunirnos con cerca de 30 empresas del sector, afiliadas a Acopi Bogotá – Cundinamarca, podemos contratar el servicio. Ese tipo de cosas que no podemos hacer solos se pueden hacer colectivamente, y demostramos que es un hecho que se pueden hacer.

PyME: Para terminar, ¿cuál sería el mensaje para los empresarios de la región, tanto para los que están afiliados a Acopi, como para las empresas que la conocen o que quieren conocerla? JL: Es precisamente el de la humildad. Hay que entender que uno debe reunirse con los colegas, y que hay asuntos que son propios y se pueden resolver al interior de las empresas, pero hay otros temas que aun con el mejor esfuerzo del empresario y su equipo no se pueden resolver a cabalidad. Es decir, se va a necesitar al competidor, al colega, para resolver algunos problemas, y hay que tener la humildad para aceptar eso, e ir a un territorio neutral, sentarse con él, y ponerse de acuerdo. Entre más empresarios mejor, pues serán más ideas sobre la manera de resolver estos problemas, para que el negocio fluya. Claro, va a fluir el mío y va a fluir el de mi colega o mi competidor, pero está bien, pues al fin y al cabo vamos a fluir todos. Lo que interesa al empresario A, es el progreso de la empresa A, no que el competidor no progrese, y si para que la empresa A pueda avanzar debe reunirse con la empresa B, C, etc, pues se debe hacer, y mientras más pronto mejor. Se trata de resolver nuestros problemas para no quedaremos quejándonos toda la vida pues las lágrimas a nadie se las compran; no conozco a nadie que haya logrado vender sus lágrimas. Lo que el mercado compra son soluciones; entonces, se requieren espíritus generosos y voluntad para dialogar, concertar y encontrar esas soluciones que el mercado sí compra.

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