




Agro-datos: recopilar, analizar e integrar
Leguminosas tropicales: alternativa estratégica para la ganadería subtropical
De baterista a líder agropecuario y ultramaratonista
CULTIVOS DE INVIERNO
Campaña invernal: El agua ayuda, la estrategia define




Agro-datos: recopilar, analizar e integrar
Leguminosas tropicales: alternativa estratégica para la ganadería subtropical
De baterista a líder agropecuario y ultramaratonista
CULTIVOS DE INVIERNO
Campaña invernal: El agua ayuda, la estrategia define
Marcelo Torres
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La evolución del big data está impulsando cambios profundos en la agricultura al mejorar la eficiencia productiva y optimizar el uso de recursos. Mediante la recopilación, gestión y análisis de datos, es posible obtener información precisa sobre suelos, clima, cultivos y mercados, facilitando una producción más inteligente y sostenible.
Por Dr. Hugo Permingeat
Comité de Prospectiva
Tecnológica de Aapresid
Históricamente, el manejo de datos en la agricultura era básico y dependía de la observación directa y registros manuales. Sin embargo, la irrupción de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs) y el Internet de las Cosas (IoT) cambió radicalmente el panorama. Estas innovaciones permiten recopilar y analizar datos de manera masiva y detallada, convirtiendo a la agricultura en una industria
rica en información. Se estima que para 2035, una explotación agrícola típica generará más de cuatro millones de puntos de datos diarios. Analizar y compartir estos datos permite identificar patrones y obtener conocimientos antes inaccesibles, impulsando mejoras en las prácticas agrícolas (Uyar y col., 2024).
Los datos cumplen un papel central en los modelos de negocio agroindustriales, promoviendo inversiones en tecnologías analíticas para maximizar su valor. En este contexto, el big data actúa como un catalizador de nuevos modelos de negocio enfocados en la gestión eficiente de la información. Diversos estudios destacan que la agricultura de preci-
"Los datos abarcan aspectos como clima, suelo, rendimiento de cultivos, presencia de plagas y enfermedades."
sión, la optimización de recursos y la eficiencia en la cadena de suministro se benefician enormemente del análisis de datos. La información proviene de múltiples fuentes, desde registros de observación convencionales hasta tecnologías avanzadas como imágenes satelitales, dispositivos IoT, drones (UAV) y modelos de aprendizaje automático (AA). Los datos abarcan aspectos como clima, suelo, rendimiento de cultivos, presencia de plagas y enfermedades, así como la dinámica de la cadena de suministro. Gestionarlos correctamente mejora la toma de decisiones y optimiza el uso de recursos, convirtiéndolos en un activo estratégico para la agricultura moderna.
Con el constante flujo de datos, el desafío pasó de su adquisición a su reutilización y conversión en conocimiento útil. Más allá de su recopilación, su verdadero valor radica en transformarlos en información práctica que respalde decisiones clave, mejore la eficiencia operativa y estimule la innovación. Su relevancia es crucial para afrontar desafíos como la optimización de recursos, el aumento de la productividad, la reducción de desperdicios y
la mitigación del cambio climático. Por ejemplo, al integrar datos en tiempo real con modelos predictivos, los productores optimizan decisiones sobre riego, fertilización y control de plagas, promoviendo una producción eficiente y sostenible. Pero el impacto del uso de datos en el agro va más allá de los avances tecnológicos y tiene también implicaciones económicas, sociales y ambientales (Uyar y col., 2024; Zhang, 2024).
Zhang (2024) sugiere que el valor de los datos está determinado por tres factores: recolección, procesamiento y análisis. La recopilación
en la agricultura proviene de múltiples fuentes, como suelo, clima y cultivos. La composición del suelo, por ejemplo, es un indicador que se puede monitorear con sensores especializados para evaluar el contenido de nutrientes y los niveles de pH, facilitando una fertilización eficiente. Asimismo, estaciones meteorológicas y tecnología satelital proporcionan información en tiempo real sobre temperatura, humedad y precipitaciones, ayudando a los productores en la planificación agrícola. El monitoreo del crecimiento de las plantas a través de sensores de imagen permite detectar plagas y enfermeda-
des a tiempo. Además, el uso de tecnologías avanzadas, como sensores de suelo y clima, teledetección satelital y maquinaria con sistemas de monitoreo automático, ha sentado las bases para la agricultura inteligente y el análisis de big data (Zhang, 2024; Soussi y col., 2024).
La calidad de los datos depende de su correcta limpieza y procesamiento, lo que garantiza su confiabilidad y utilidad. La limpieza pasa por eliminar valores atípicos y completar datos faltantes; mientras que el procesamiento requiere aplicar algoritmos estadísticos y de aprendizaje automático para extraer información relevante, como tendencias de crecimiento y predicciones de plagas. La efectividad de estas etapas mejora la precisión de los modelos predictivos, fundamentales para gestionar riesgos como el cambio climático y los brotes de plagas. La minería de datos y la modelización se han convertido en herramientas esenciales para el desarrollo sostenible de la agricultura inteligente (Zhang, 2024; Botero-Valencia, 2025).
Un ejemplo concreto de este potencial es el estudio de Anjum y col. (2025) sobre la aplicación del Análisis de Big Data (BDA) en el Marco de Gestión de Recursos Agrícolas (ARMF). Su investigación destaca cómo la combinación de big data e IoT mejora la eficiencia y productividad agrícola, minimizando el impacto ambiental. La integración de computación en la nube, sensores IoT y procesamiento avanzado de datos ha permitido desarrollar sistemas de gestión agrícolas más eficientes y escalables.
"Los datos ya no son vistos como un subproducto de la agricultura, sino como un activo estratégico capaz de redefinir los modelos de negocio."
Entre sus principales logros se encuentran la optimización del uso del agua, el monitoreo del suelo y la mejora en la toma de decisiones agrícolas. BDA-ARMF incorpora diversas fuentes de datos en una única plataforma digital, empleando algoritmos predictivos para anticipar tendencias meteorológicas, necesidades hídricas y riesgos de plagas en tiempo real.
El reconocimiento del valor de los datos transformó la manera en que se concibe el sector agrícola. Los datos ya no son vistos como un subproducto de la agricultura, sino como un activo estratégico capaz de redefinir los modelos de negocio. A diferencia de otros activos, los datos no siempre se comercializan en mercados tradicionales, pero su importancia radica en su capacidad de generar beneficios futuros. Dentro de las plataformas digitales, su verdadero impacto se materializa cuando todos los elementos operan de manera coordinada. En este contexto, muchas agroindustrias han desarrollado plataformas propias para obtener ventajas competitivas, aprovechando el poder de la información (Uyar y col., 2024).
Conclusión
La evolución de la agricultura hacia un modelo basado en datos ha transformado profundamente la manera en que se gestionan los recursos, se optimiza la producción y se toman decisiones estratégicas. Tecnologías como el big data, el IoT y la inteligencia artificial brindan acceso a información en tiempo real sobre suelos, clima y cultivos, facilitando prácticas más eficientes y sostenibles. Sin embargo, el verdadero valor de los datos no radica sólo en la recolección, sino en el procesamiento, análisis e integración en plataformas digitales que maximizan su utilidad en toda la cadena agroalimentaria.
A medida que el sector invierte en infraestructura digital y modelos de negocio basados en datos, su capacidad para afrontar desafíos globales como la seguridad alimentaria y la eficiencia en el uso de recursos se fortalece. En este contexto, la agricultura inteligente se consolida como un pilar clave para el desarrollo sostenible, impulsando la innovación y la competitividad en un entorno cada vez más interconectado.
REFERENCIAS
Consulte las referencias ingresando a www.aapresid.org.ar/blog/revista-aapresid-n-240
Estas leguminosas pueden marcar la diferencia en la ganadería subtropical. Qué especies elegir y cómo manejarlas.
Por Dr. Ing. Agr. José Martín Jáuregui
Profesor Adjunto- Cátedra Forrajes (FCA - UNL).
Aunque gran parte de nuestras conversaciones sobre ganadería suelen girar en torno a los sistemas templados, no podemos perder de vista que la producción en ambientes subtropicales representa una porción fundamental de la ganadería argentina. Provincias como Corrientes, Chaco, Formosa y Santiago del Estero concentran casi el 30% de nuestras vacas de cría, lo que da cuenta de la relevancia de estos sistemas. En estas zonas, las pasturas megatérmicas o tropicales (C4) junto a los cruzamientos índicos constituyen la base forrajera.
Ahora bien, ¿alguna vez nos detuvimos a pensar en ciertas particularidades de estas pasturas? Quisiera iniciar la nota compartiendo una experiencia de campo que ilustra un desafío
bastante común. Hace algunos años, durante una visita a establecimientos ganaderos en Santiago del Estero, cerca de Quimilí –una zona subtropical con una marcada estación seca estival–, observé campos con excelentes pasturas de Gatton Panic (Panicum maximum), muchas de ellas con más de 15 años. Al analizar las curvas de producción de forraje junto al encargado, notamos que el pasto recién "despertaba" y comenzaba a producir activamente en noviembre, a pesar de que las lluvias y la temperatura ya eran favorables desde septiembre. Es decir, entre 45 y 60 días antes.
Ante la consulta sobre si fertilizaban, respondieron con seguridad: "No hace falta, estos suelos tienen más de 80 ppm de fósforo". Si bien el fósforo (P) es clave, la respuesta evidenciaba una posible confusión. Lo que probablemente estaba limitando ese arranque temprano no era el P, sino el nitrógeno (N). La temperatura del aire y la humedad ya eran suficientes en septiembre, pero la principal fuente temprana de N es la mineralización de la materia orgánica del suelo (MOS). Y el suelo, con su inercia térmica, tarda más en calentarse que el aire (Figura 1). Así, se generaba un "desacople" entre la demanda de N de la planta (activada por las condiciones aéreas) y la oferta del ambiente (limitada por la temperatura del suelo para la mineralización).
Figura 1. Temperatura del aire (línea celeste) y contenido de nitratos en suelo (línea verde). Nótese el desacople entre la temperatura desde septiembre y la cantidad de nitratos en ese período. Adaptado de Echeverría y Bergonzi.
Esta situación, que seguramente muchos han observado en sus campos, plantea interrogantes cruciales: ¿Podemos adelantar y potenciar la producción de estas pasturas incorporando leguminosas tropicales? ¿Cuáles serían las especies más adecuadas para nuestras condiciones? ¿Cómo deberíamos manejarlas? ¿Qué limitantes habría que enfrentar?
La experiencia en Santiago del Estero ilustra un problema frecuente en pasturas tropicales puras: la limitación de nitrógeno. Las gramíneas C4, al producir altos volúmenes de biomasa con una elevada relación carbono/nitrógeno (C/N), generan residuos que, al descomponerse, pue-
"Este factor, sumado a la extracción por pastoreo sin una adecuada reposición, contribuye a la progresiva pérdida de productividad o "degradación" observada en pasturas perennes tropicales tras varios años de uso."
den inmovilizar temporalmente el nitrógeno del suelo. Este factor, sumado a la extracción por pastoreo sin una adecuada reposición, contribuye a la progresiva pérdida de productividad o "degradación" observada en pasturas perennes tropicales tras varios años de uso.
La fertilización nitrogenada es una herramienta válida, pero su costo y logística (requiere aplicaciones frecuentes) limitan su adopción generalizada en sistemas extensivos subtropicales, además de su impacto ambiental asociado.
Las leguminosas forrajeras tropicales se presentan como una alternativa biológica y sostenible. A través de la simbiosis con bacterias (Rhizobium o Bradyrhizobium) en sus nódulos radiculares, realizan la Fijación Biológica de Nitrógeno (FBN), transformando el N2 atmosférico en N utilizable por la planta. Este nitrógeno no solo nutre a la propia leguminosa, sino que
también se incorpora al ciclo de nutrientes del suelo a través de la descomposición de sus residuos (hojas, tallos, raíces) y exudados radiculares, quedando parcialmente disponible para las gramíneas acompañantes. Esto mejora la calidad de la dieta animal (más proteína), potencia la producción total de forraje de la pastura consociada y reduce o elimina la necesidad de fertilizantes nitrogenados. Si bien las tasas de FBN varían según especie, ambiente y manejo, aportes de 75 a 150 kg N/ha/año son bastante comunes en sistemas tropicales bien manejados, representando un ingreso significativo de nitrógeno al sistema.
Instituciones que nos acompañan
A pesar de sus ventajas, la adopción de leguminosas tropicales ha enfrentado varios obstáculos: problemas de persistencia bajo pastoreo, competencia con gramíneas C4 agresivas, mayores requerimientos de ciertos nutrientes (P, Ca, Mo), dificultades de establecimiento y, en algunos casos, limitada disponibilidad de semilla comercial.
Sin embargo, la investigación y la experiencia han demostrado que muchos de los fracasos previos se debieron más a manejos inadecuados que a una incompatibilidad inherente. Hoy entendemos mejor cómo elegir especies adaptadas y, sobre todo, cómo manejarlas para asegurar su contribución y persistencia.
Opciones de leguminosas para el Subtrópico argentino
La elección de la leguminosa adecuada depende del ambiente (suelo, régimen hídrico) y del sistema productivo. Según su estrategia de persistencia, se pueden agrupar en:
1. Leguminosas anuales o bianuales con alta resiembra natural
Son especies que persisten año a año gracias a la abundante producción de semillas y su capacidad de germinar y establecerse desde el banco del suelo. Su manejo debe asegurar que completen su ciclo reproductivo. Resultan útiles en rotaciones cortas o para rejuvenecer pasturas degradadas. Entre las opciones locales más promisorias se destacan:
Macroptilium lathyroides cv. Mancebo: Seleccionada por la Universidad Nacional del Litoral, es una leguminosa anual estival adaptada a suelos francos (arenosos a arcillosos) bien drenados, con pH 5.5-8 y lluvias de 600-1200 mm. Tolera sequías temporarias, pero no el sombreo. Produce forraje de excelente calidad (hasta 26% PB inicial, 70-74% Digestibilidad) sin causar empaste. Se destaca por su vigor inicial, capacidad de rebrote y facilidad de nodu-
lación con rizobios nativos. Ensayos en Sinsacate (Córdoba), Quimilí (Santiago del Estero) y Reconquista (Santa Fe) reportan producciones puras de 3700 a 9000 kg MS/ha, y aportes significativos en consociaciones con sorgo, grama rhodes o Panicum coloratum. Su incorporación mejora mucho la ganancia de peso animal y el balance proteico de la dieta. Para asegurar la resiembra, se debe permitir la semillazón.
Aeschynomene americana cv. Brava: Este híbrido bianual (que actúa como anual por heladas) se adapta a ambientes húmedos y/o anegables del subtrópico, y tolera incluso encharcamientos temporales y pH > 5.5. Tiene crecimiento muy rápido y erecto (puede alcanzar 1,80-2,00 m), alta palatabilidad y buena calidad (hasta 20% PB, 70% Digestibilidad). Florece tardíamente (marzo), lo que asegura un buen banco de semillas antes del invierno. Nodula espontáneamente y se consocia bien con gramíneas de mata como Setaria, Rhodes, Dichanthium y Tanzania, aunque requiere un manejo cuidadoso (baja densidad inicial o siembra en franjas) para no sombrear excesivamente a la gramínea el primer año. Es ideal para mejorar pasturas degradadas en bajos, como banco de proteína estival-otoñal, para creep-grazing, como cultivo de servicio de verano o en secuencias con raigrás anual, aprovechando el N fijado.
"La investigación y la experiencia han demostrado que muchos de los fracasos previos se debieron más a manejos inadecuados que a una incompatibilidad inherente."
Persisten por crecimiento vegetativo a través de estolones, lo que las hace más tolerantes al pastoreo continuo si se maneja adecuadamente la competencia por luz.
Arachis pintoi (maní forrajero): Especie perenne, herbácea, de crecimiento rastrero. Muy adaptada a suelos ácidos y de baja fertilidad. Cultivares como Belmonte, Amarillo y BRS Mandobi han demostrado gran persistencia (más de 9 años en ensayos) y buena compatibilidad con Brachiaria spp. en climas tropicales húmedos. El principal desafío es la producción y costo de la semilla.
Desmodium heterocarpon subsp. ovalifolium: Otra opción perenne estolonífera, con cultivares como Itabela, que ha mostrado bue-
na persistencia en consociaciones con Brachiaria en zonas tropicales húmedas.
Especies como Stylosanthes guianensis (cv. Mineirão, Bela) pueden ser muy productivas, especialmente durante la estación seca, pero su persistencia a largo plazo bajo pastoreo depende más de la resiembra natural.
La clave: el manejo adecuado del pastoreo
No existe un único manejo para todas las leguminosas. Es crucial adaptar la estrategia al tipo de leguminosa predominante:
Estoloníferas (Arachis, Desmodium): El objetivo es manejar la altura de la gramínea para permitir el paso de luz a los estolones basales.
Pastoreo continuo: Mantener alturas de 2025 cm (para Marandu + A. pintoi).
Pastoreo rotativo: Iniciar el pastoreo al 95% de Intercepción Lumínica (24-30 cm en Marandu + A. pintoi) y dejar un remanente de 15 cm aprox. Evitar que la pastura “se pase” (100% IL), porque sombrea a la leguminosa.
Anuales/Bianuales de Resiembra (Macroptilium, Aeschynomene): El foco está en permitir la producción de semilla viable antes del fin de ciclo o las heladas. Esto puede implicar diferir el último pastoreo o reducir la carga animal durante la floración/fructificación. Aeschynomene 'Brava', debido a su rápido crecimiento inicial, requiere precaución en siembras consociadas para no ahogar a la gramínea. Macroptilium 'Mancebo' requiere respetar la altura de pastoreo (>50 cm) y remanente (20 cm) para favorecer el rebrote y la producción.
Perennes de Corona (Stylosanthes): Similar a las anuales, el manejo debe contemplar períodos que permitan la semillazón para mantener la población a largo plazo.
La experiencia de campo -como se observó en Santiago del Estero- y la investigación local e internacional demuestran que las leguminosas forrajeras tropicales y subtropicales son una herramienta estratégica para la ganadería de nuestra región. Permiten abordar las limitantes de nitrógeno de forma biológica, mejorando la productividad y la sostenibilidad de los sistemas.
El éxito, sin embargo, no es automático. Se deben seleccionar especies adaptadas a cada ambiente particular (drenaje, pH, lluvias) y, fundamentalmente, manejar adecuadamente el pastoreo. Opciones locales promisorias como Macroptilium cv. Mancebo para zonas bien drenadas y Aeschynomene cv. Brava para ambientes húmedos, junto al potencial de perennes como Arachis pintoi, ofrecen alternativas concretas.
Integrar leguminosas implica un ajuste en el manejo, pero las recompensas – mayor producción animal, menores costos y beneficios ambientales tangibles – justifican con creces el esfuerzo.
Padre de cuatro, huertero, vicepresidente de Aapresid y ultramaratonista con pasado en el heavy metal, Tomás Oesterheld corre la vida como sus carreras: paso a paso, con constancia y sin dejar de disfrutar.
“Mientras estemos vivos, hay que moverse”
Correr no es solo una forma de entrenar el cuerpo. Para Tomás, es mucho más que eso: lo ordena, lo conecta, lo enfoca y lo divierte. Socio y hoy vicepresidente de Aapresid, referente técnico, parte del equipo que motorizó la Regional Trenque Lauquen, Tomás Oesterheld es, además, un tipo que cultiva zapallos y tomates
en el patio de su casa, que acompaña procesos y personas, y que corre como vive: con entrega, disciplina y sentido.
Todo empezó con 100 metros y una sensación de ahogo que no se olvida. Hoy corre 300 kilómetros por mes. En el medio, un cambio de vida motivado por coherencia: “Tanto insisto con que cambien los hábitos en mi trabajo, que no podía pedir eso si no empezaba por casa”.
Por Lucía Cuffia
Con la decisión tomada, logró bajar los kilos que le sobraban y correr se convirtió en parte de su rutina semanal.
Perfil express
Técnico en producción agropecuaria, con alma de huertero
✓ Corre 300 km por mes
✓ Tocaba la batería en una banda de heavy metal
✓ Cultivó más de 100 variedades de tomates
✓ Casado con Pali y papá de cuatro: Tomás, Mora, Gonzalo y Juan
✓ Vive en Trenque Lauquen
✓ Cree que “los cambios empiezan por casa”
Con su mujer Pali, en los 50 km de El Paso Austral, primera ultramaratón.
8+10+9+15+21+12= 75 km para la semana 14 del 2024. 1005 km para el primer trimestre.Mañana Lunes 1ro, lindo día para renovar objetivos o hábitos.
Sus posteos en redes sociales reflejan su constancia, y también cómo le hace lugar a algo que le hace bien, a pesar de que la agenda a veces se presente apretada.
Semana de pocas fotos, y un finde de 50 km, para compensar una semana de agenda compleja...
El cambio, reconoce, no fue fácil ni gratis, pero tampoco fue difícil. “Me costó un poco menos de lo que imaginé”, dice. A Tomás siempre le gustaron los deportes: jugó al fútbol, al rugby y al golf mucho tiempo. Su mujer Paula, o “Pali” como la llaman, ya corría y esto influyó en la decisión de arrancar a correr.
Su primera carrera fue una de 15 km en Buenos Aires en el 2018. Después corrió varias de 21 km, hasta que se animó a correr los 42k de Buenos Aires, lo que le valió el título de “maratonista” (en la comunidad runner, se dice que alguien es maratonista solo si corrió alguna vez 42 kilómetros). Después empezó con las carreras de montaña y su máximo logro fueron los 60 km de la ‘Vuelta al Lago Epecuen’, su segunda ultramaratón.
Pasaron los 60 kms de la @vueltaallagoepecuen, con el apoyo familiar de siempre, Pali y Juan en vivo, y sintiendo al resto a pesar de la distancia. Gran carrera, clima bravo, treinta y largos desde temprano (...) Especial mención a las chicas del puesto del km 54, que me acomodaron las ideas y me dieron el "último empujón" para llegar a meta a seguir… (26/11/2023)
Se habla mucho de que para correr este tipo de distancias se necesita 50% cuerpo y 50% cabeza. Sin embargo Tomás prefiere decir que
se necesita 100% cuerpo y 100% cabeza. “Sobre todo en las ultramaratones, ahí tenés que tener las dos cosas a full”.
La frase “a seguir” que repite en varios de sus posteos, no es adrede. Ni bien termina una carrera, empieza a buscar nuevos desafíos. “Cuando logré una distancia, la tacho y no me quedo ahí. Corrí 60 y ya quiero ver cómo hago para correr algo más”. Este año se está preparando para hacer el cruce de los Andes que lleva tres días, y está con ganas de correr una ultra de 80 o 100 km el otoño que viene, “vamos a ver si se da”.
Tomás nació y vivió en Buenos Aires, pero siempre estuvo en contacto con el campo. Tanto la familia de su papá como la de su mamá tuvieron campo, y de chico recuerda haber pasado veranos enteros entre animales y tareas rurales.
De adolescente tocaba la batería en una banda de heavy metal. “Pensaba que podía vivir de la música, pero me di cuenta que no”. Un día, acompañó a su primo a anotarse a la Tecnicatura en Producción Agropecuaria en la UCA, y leyendo por arriba las materias, le pidió un papel y se anotó también.
Cuando se recibió, le ofrecieron trabajar en el oeste bonaerense y no lo dudó. Recuerda muy bien esa escena: él en la terminal de Retiro, Una banda de heavy metal y una carrera en el agro
bolso en mano, mirando un mapa para ubicar dónde quedaba Pellegrini. “No sabía si era al norte o al sur de Buenos Aires; y así fue como terminé instalándome en el oeste”.
Finalmente Tomás echó raíces en Trenque Lauquen y creció no solo como profesional, sino como persona. Allí tejió vínculos y formó familia. Con Paula tuvieron cuatro hijos: Tomás, Mora, Gonzalo y Juan, sus “cuatro fantásticos”, como los presentó una vez en redes sociales. Y fue también en allí donde comenzó su vínculo con Aapresid.
los caminos conducen a Aapresid
Durante años supo que Aapresid existía, pero la veía lejana y no se imaginaba adentro. Hasta que un día surgió la oportunidad y Hernán Dillon lo convocó para armar la Regional Trenque Lauquen. Con mucho entusiasmo, salieron a charlar con productores que quizás estaban un poco desconectados, con la idea de formar comunidad, de ayudarse entre sí y trabajar en red. De eso ya pasaron casi doce años.
La experiencia fue reveladora para Tomás. Descubrió un espacio donde el trabajo en red y la colaboración son centrales, algo muy distinto a lo que era su vida “cuentapropista” hasta ese momento. “Aapresid me enseñó un montón sobre trabajar en equipo, acá entendí el valor de compartir lo que se sabe y de estar dispuesto a aprender de las demás personas”.
Además de socio, hoy es vicepresidente de la institución. “Vas diciendo que sí a las invitaciones que te llegan, y así vas haciendo camino”, dice, como si hablara de una carrera larga, con distintas etapas, pero con la misma meta: crecer en equipo. Hoy su teléfono es testigo de este recorrido: se puso a contarlos y resultaron ser 17 los grupos de WhatsApp ligados a Aapresid en los que participa.
"Pero de lo que no sale, es de donde más se aprende."
“De lo que no sale, es de donde más se aprende”
En su día a día, Tomás reparte su tiempo entre el trabajo como asesor en empresas de producción “clásicas” y otro rol que lo entusiasma mucho, que es el de acompañar la incorporación de tecnologías en el agro. Ahí se mete de lleno en procesos de digitalización, pero siempre con foco en las personas. Porque, como dice, “la tecnología va a mil, y las personas vamos como podemos”.
Ese “hilo tecnológico” atraviesa toda su carrera, pero lo que más le interesa es el costado humano: está convencido de que el gran freno -y al mismo tiempo el gran motor- de cualquier cambio somos las personas.
10+5+40=54 k para la semana 23 del 24. No salió como se quería el m42 de 50k en Villa Ventana. Pero de lo que no sale, es de donde más se aprende. A seguir..
Por eso insiste en que el campo argentino tiene mucho por mejorar, y que andar repitiendo “somos los mejores del mundo” no ayuda. “Somos campeones del mundo porque ganamos el mundial, no porque seamos los mejores del mundo en la agricultura. Esa idea, en lugar de impulsarnos, nos frena. Para cambiar primero debemos asumir que hay cosas por mejorar”.
La huerta y un archivo de metas que repasa cada domingo
Aunque hoy le dedica menos tiempo que antes, Tomás se define como “huertero”. Hace casi 20 años que se metió en ese mundo y llegó a intercambiar variedades de semillas por correo con personas de distintos lugares. En su huerta llegó a tener más de 100 tipos de tomate y hasta una calabaza gigante de 140 kilos que pasearon por las calles de Trenque Lauquen y terminó como atracción en una fiesta del colegio de sus hijos.
Los domingos a la mañana, Tomás relee un documento que actualiza todos los años con frases y metas personales. “Me ayuda a no correrme mucho del eje”. Le gusta escribir y en sus redes suele compartir lo que piensa, incluso no descarta la posibilidad de escribir un libro. “Tal vez algún día llegue ese momento”.
"Le gusta escribir y en sus redes suele compartir lo que piensa, incluso no descarta la posibilidad de escribir un libro. “Tal vez algún día llegue ese momento."
La calabaza gigante que cosechó y pesó casi 140 kilos.
Con una buena base hídrica pero un escenario económico desafiante, socios regionales de Aapresid revelan estrategias para atravesar la campaña de cultivos invernales.
Por: Ing. Agr. María
Eugenia Magnelli Para Prospectiva Aapresid
Aunque hay excepciones, las lluvias de fines de marzo y lo que va de abril trajeron alivio en gran parte de la región pampeana y abren un panorama alentador para la próxima campaña de cultivos invernales. El trigo vuelve a perfilarse como el cultivo dominante, acompañado por otras alternativas en la rotación.
El ciclo que se avecina llega en un contexto de alta incertidumbre económica, que condiciona fuertemente la toma de decisiones. Para hacerle frente a la coyuntura, socios regionales de Aapresid analizan las variables que definirán la próxima campaña a fin de gestionar eficientemente el uso de recursos, potenciar los rendimientos y maximizar la rentabilidad en cada zona productiva.
En el sudoeste de la provincia de Buenos Aires, el Ing. Agr. Guillermo Divito (ATR Regional Aapresid Necochea y asesor) asegura que, desde lo climático, están muy bien. En la zona, explica, nunca limita el agua porque llueve muy bien en el invierno. “A fines de febrero y marzo se acumularon más de 200 mm, lo que permitió tener los perfiles cargados y que la napa suba”.
Las lluvias también fueron benévolas en el sur de la provincia de Santa Fe. Si bien llegaron un poco tarde para definir rendimientos en los cultivos estivales, las buenas precipitaciones de marzo y lo que va de abril garantizan una
buena reserva de agua útil para encarar la campaña de invierno, remarca el Ing. Agr. Marcos
Guazzaroni (ATR Regional Aapresid Venado Tuerto, asesor y productor). “El trigo tiene una eficiencia de uso del agua de unos 13 kilos por milímetro, por eso no es lo mismo un perfil hídrico con 100, 150 o 200 mm. Además, la presencia de napa freática puede jugar a favor: comprender que nuestro ambiente tiene un aporte de agua subsuperficial nos puede hacer ganar varios kilos de trigo”, señala Marcos.
En el sudeste cordobés, Gerardo Gutiérrez (Regional Aapresid Laboulaye) indica que el contenido de agua varía según la zona, “Hay lugares con 400 mm y otros con 150 mm. En estos últimos falta un poco para que el perfil quede completo, por eso se diversificarán los cultivos por si llueve más adelante”, aclara.
Yendo al Litoral, el Ing. Agr. Rodrigo Penco (ATR Regional Aapresid Paraná y asesor) manifiesta que los perfiles arrancan bien provistos en la mayor parte de la provincia de Entre Ríos, lo que genera condiciones favorables para la siembra y emergencia de los cereales de invier-
no, como trigo y cebada, con buenos potenciales de rendimiento. “Esta humedad acumulada durante el otoño es clave para un buen establecimiento inicial. Si bien hay algunos déficits superficiales, sobre todo en el norte, se requerirá un manejo específico del agua disponible”.
En cambio, en el centro norte de la provincia de Santa Fe, la situación no es muy alentadora. El Ing. Agr. Navier Picco (ATR Regional Aapresid Vilela y asesor) advierte que los perfiles están secos y no están dadas las condiciones para la siembra. “En los primeros días de abril llovieron entre 50 y 60 mm, pero necesitamos acumular 150 mm más antes de mayo. Hay que tener en cuenta que, en nuestra zona, la recarga se da en el otoño; y a partir de junio, prácticamente no llueve según las medias históricas”.
Ante números ajustados, analizar costos y rentabilidad
El contexto económico impone prudencia en las decisiones productivas, especialmente en campos arrendados. En este sentido, Rodrigo Penco señala: “El precio de los alquileres no bajó, sobre todo en campos buenos, por lo tanto los márgenes brutos son más estrechos. Con una cotización actual del trigo en torno a los $235.000 por tonelada, el rendimiento de indiferencia bajo arrendamiento ronda los 2.900 kg/ha, un umbral exigente que obliga a ser eficientes”.
Considerando los valores deprimidos de los granos, Guillermo Divito agrega: “Las perspectivas de precio para la fina son peores que para el girasol y el maíz, por ejemplo. En el sudeste bonaerense eso puede hacer caer levemente la superficie en campos en los que se pueda apuntar a buenos rendimientos con esos cultivos. En campos de menor potencial, por tosca o suelo somero, la fina se sigue defendiendo mejor, y ahí no caería tanto el área”.
Frente a la presión sobre el trigo, el ATR de la Regional Paraná destaca que se están evaluando alternativas en la rotación. “El lino sigue con bajo atractivo (6.600 ha en 2024/25) por su alto rendimiento de indiferencia (1.200 kg/ha en arriendo) comparado con su promedio histórico. En cambio, las brasicáceas (colza, carinata, camelina) ganan interés como opción de diversificación, proyectándose un área superior
"Un análisis minucioso de cada gasto y la búsqueda de rentabilidad guiarán la adopción de tecnología y las decisiones de manejo agronómico."
a las 20.000 hectáreas (BCER), con rindes de indiferencia similares (1.200 kg/ha) pero promedios productivos de 1.600 kg/ha en las últimas campañas, ofreciendo un margen potencial interesante. También se considera la arveja, pero aún no se consolida como opción estable dentro de las rotaciones agrícolas”.
Por su parte, el ATR de la Regional Vilela señala que se mantiene la intención de siembra de cultivos de servicio en el centro santafesino.
Si bien bajaron los precios de los insumos en general, esta campaña se siente el aumento de los costos de laboreo. Bajo este escenario, la clave pasa por la gestión de costos frente a la volatilidad de precios. Un análisis minucioso de cada gasto y la búsqueda de rentabilidad guiarán la adopción de tecnología y las decisiones de manejo agronómico. En este sentido, Marcos Guazzaroni subraya el rol del asesor como figura clave para determinar y potenciar el ambiente en el que va a producir.
Sintonía fina en la planificación agronómica
Esta campaña exigirá un manejo específico del agua disponible y estrategias que potencien los rendimientos teniendo en cuenta los costos. Por este motivo, la planificación agronómica debe ser precisa.
Penco señala como aspecto crucial la elección adecuada de cultivares (considerando ciclo, sanidad y potencial) y fechas de siembra que ubiquen el período crítico del cultivo en las mejores condiciones ambientales: con buena radiación, sin heladas tardías ni golpes de calor y maximizando el aprovechamiento de los recursos.
Otra variable a profundizar es la nutrición de cultivos. Al respecto, Guazzaroni remarca la importancia del análisis de suelo, ya que provee de información muy útil, no sólo para definir nuestro ambiente productivo, sino para ajustar la fertilización con bases sólidas. La baja en el precio de fertilizantes es un aliciente. Aunque aún no está definido el número final, a priori, se observa una relación insumo/producto en valores óptimos. “Esto hace pensar que el trigo puede jugar un rol importante esta campaña. La nutrición es la llave maestra para alcanzar el máximo productivo de nuestro ambiente, mejorar la rentabilidad y la sustentabilidad del sistema”, señala. Gerardo Gutiérrez, por su parte, destaca el uso de fertilización variable como un aspecto clave.
“Cuando hay agua en el perfil, el trigo responde, por eso se fertiliza bien. Una práctica que venimos haciendo en los últimos años en la Regional Vilela es incorporar todo el fertilizante (urea y/o fósforo) antes de la siembra, en línea o al voleo, para que lo incorpore la sembradora. Así nos independizamos de lo que pase en julio y agosto, que suelen ser meses en los que no llueve en el centro de Santa Fe”, agrega Picco.
Sobre malezas, Divito manifiesta que su manejo es la principal complicación en el sudeste de Buenos Aires, en especial raigrás y crucíferas. Por eso, la estrategia es arrancar temprano, desde abril, para controlar raigrás por las restricciones que hay con los herbicidas en la siembra de trigo y cebada. Tener en cuenta que hay que dejar pasar unos 10-15 días entre
"Las cebadas suelen requerir una o dos aplicaciones de fungicidas, igual que las variedades de trigo que tienen algún tipo de susceptibilidad a enfermedades."
la aplicación del herbicida y la siembra. “En los lotes muy complicados se apunta a herbicidas residuales, tanto en pre siembra como pre emergencia, para ambas malezas, y estar muy atentos en postemergencia”, refuerza.
En cuanto a enfermedades, el ATR de la Regional Necochea sugiere implementar los cuidados habituales: “Las cebadas suelen requerir una o dos aplicaciones de fungicidas, igual que las variedades de trigo que tienen algún tipo de susceptibilidad a enfermedades”.
Para transitar esta campaña, será fundamental adoptar tecnología y seguir de cerca los mercados. En esa línea, Rodrigo Penco resalta la agricultura de precisión, el uso de insumos variables y las plataformas digitales (AgTech) como aliados para mejorar la eficiencia y afinar las decisiones agronómico-económicas. Paralelamente, remarca la importancia de monitorear precios y condiciones comerciales, tanto a nivel local como internacional, para definir estrategias de venta, especialmente en trigo, destinado tanto al mercado local como a la exportación.
Será clave la habilidad de los productores para adaptarse, con una planificación agronómica y financiera detallada, y un uso estratégico de la tecnología. El éxito de la campaña dependerá de cómo se gestionen los recursos y de la capacidad para atravesar la coyuntura con flexibilidad y una mirada prospectiva.
Agradecemos a Guillermo Divito, Marcos Guazzaroni, Gerardo Gutiérrez, Rodrigo Penco y Navier Picco por sus valiosos aportes en esta nota.