Regenerando suelos: 4 claves para secuestrar Carbono

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RED DE CARBONO

Regenerando suelos: 4 claves para secuestrar Carbono

INTRODUCCIÓN

La Siembra Directa (SD) transformó la agricultura argentina, pero su verdadero potencial está en la continuidad. ¿Por qué sostenerla en el tiempo es clave para estabilizar o recuperar el carbono en los suelos? ¿Qué riesgos corremos cuando la interrumpimos? ¿Hasta dónde podemos llegar si la consolidamos como base de un sistema regenerativo?

¿Por qué debería importarte el Carbono Orgánico del Suelo (COS)?

Hoy el dióxido de carbono (CO2) está en el centro de la escena como uno de los Gases de Efecto Invernadero (GEI) responsables del tan evocado “cambio climático”, un fenómeno que despierta adeptos y detractores en todo el mundo, desde los apocalípticos hasta los más negacionistas.

Más allá de los sabidos impactos de este fenómeno sobre el planeta, la humanidad y las

actividades más ligadas a la naturaleza - como es la agricultura -, en esta serie de 4 capítulos, a la que llamamos REGENERANDO SUELOS: 4 CLAVES PARA SECUESTRAR CARBONO, nos enfocaremos en un elemento particular que compone el CO2: el Carbono (C).

Para empezar, es importante notar que la agricultura es la única actividad productiva con el

potencial real de absorber el CO2 emitido por otras actividades humanas. Lo hace transformando ese CO2 en C estable en el suelo. A través de prácticas regenerativas y una adecuada gestión del ecosistema, este C no solo deja de estar en la atmósfera -donde contribuye al calentamiento global-, sino que pasa a formar parte de la MO del suelo, componente central de su salud y productividad. Así, la agricultura no solo puede

mitigar el cambio climático, sino transformar esta amenaza en sistemas productivos más sostenibles y rentables.

El C es un elemento decisivo de la agricultura y la producción agropecuaria, ya que es parte estructural de la Materia Orgánica (MO) del suelo: se estima que la mitad de la MO está compuesta de C.

Los niveles de MO de un suelo están directamente ligados a su capacidad productiva, ya que define procesos claves como: la actividad biológica, la fertilidad y provisión de nutrientes esenciales como el nitrógeno, el fortalecimiento de su estructura porosa (es justamente el C de la MO el gran responsable esto al unirse a minerales como las arcillas para formar estructuras complejas de gran estabilidad) y con ello su capacidad de infiltrar y retener agua entre otras.

Ensayos en el noreste argentino muestran que por cada 1% de aumento en la MO del suelo los rindes en maíz aumentan en hasta 12 qq/ha (Madias et al, 2025), mientras que en el centro de Santa Fe, estos incrementos pueden llegar a los 3,3 a 4,3 qq en soja (Bacigalupo et al, 2011).

Ahora que sabemos que capturar C en el suelo no es mera filantropía, sino una estrategia concreta para mejorar y estabilizar rindes y la rentabilidad de cualquier empresa agropecuaria, nos metemos de lleno esta serie para conocer 4 claves para secuestrar C:

Cap I: La Siembra Directa no se toca

Cap II: El poder de las gramíneas

Cap III: Cultivos de servicios en acción

Cap IV: El arte de nutrir el suelo

Es importante tener en cuenta que, para maximizar el secuestro de C en cualquier establecimiento productivo, estas claves deben implementarse como un conjunto integrado de prácticas, aplicadas desde una perspectiva sistémica, con el objetivo de regenerar tanto los suelos como el entorno en el que se desarrolla la actividad agrícola. Estas prácticas - en conjunto conforman un Sistema de Siembra Directa (SSD).

El potencial de los sistemas de siembra directa (Fte. Sistemas de Siembra Directa, Aapresid 2024):

• reducen la erosión en hasta un 90%

• mejoran la productividad del agua en +25%

• mejoran los rindes en hasta 30% (dependiendo del ambiente y región) así como su estabilidad.

• reducen el uso de combustible fósil en 60%

• reducen las emisiones GEI en 40%

Para conocer tus niveles actuales de COS y el potencial de secuestro que te queda por explorar según tu región accedé a los mapas de C de Aapresid

La Siembra directa no se toca

Argentina es reconocida a nivel mundial por su amplia y sostenida adopción de la SD, una práctica que hoy se implementa en más del 90% del área agrícola del país (Lanillo et al, 2022).

Esta tecnología ha contribuido significativamente a reducir la erosión del suelo, optimizar el uso del agua, mejorar los rendimientos y disminuir los costos operativos, entre otros beneficios.

Sin embargo, la SD no consiste únicamente en sembrar sin arado o discos, sino en mantener en el tiempo un manejo sin remoción mecánica del suelo. Este enfoque de SD continua es clave para maximizar los beneficios de la práctica y minimizar los riesgos que pueden surgir al interrumpirla. CAPÍTULO 1

La SD y el Carbono del Suelo

La no remoción del suelo (SD) permite reducir la oxidación de la MO, ya que el suelo no se expone al oxígeno en forma masiva como ocurre con el laboreo. Esto significa que los residuos vegetales y las raíces que se incorporan al sistema tienen mayores chances de estabilizarse como MO estable (humus), en lugar de descomponerse rápidamente y perderse como CO2. Así, la SD promueve a lo largo del tiempo una acumulación sostenida de Carbono Orgánico en el Suelo (COS).

Además, al mantener el suelo cubierto y estructurado, se favorece la formación de agregados estables, fundamentales para mejorar la infiltración del agua, el desarrollo radicular y la actividad biológica. Los canales generados naturalmente por raíces y organismos edáficos (lombrices, hongos, bacterias) permiten que el suelo respire y se recargue de agua, sin compactarse ni saturarse. Esto mejora la estructura del suelo, aumentando su capacidad de infiltración y reduciendo los riesgos de escurrimiento superficial y de erosión.

Un aspecto clave en este proceso es la protección física de la MO dentro de los agregados del suelo. En condiciones de SD se favorece la formación de agregados que encapsulan partículas de MO y las protegen de la descomposición microbiana. Esto no sólo estabiliza el C en el tiempo, sino que también refuerza la estructura del suelo.

En sistemas con SD continua se ha observado una mayor abundancia de artrópodos, lombrices y microorganismos beneficiosos, mejor capacidad de reciclado de nutrientes y mayor resiliencia ante eventos climáticos extremos.

Pero hay más, cuando la SD se combina con rotaciones intensificadas y diversificadas, cultivos de servicios y una fertilización adecuada, el sistema puede convertirse en un sumidero neto de carbono. Los cultivos de servicios, como las leguminosas o gramíneas (o crucíferas como la colza o el nabo forrajero, que favorecen la infiltración de agua por sus raíces pivotantes) son especialmente eficaces para capturar C debido a su capacidad para fijar nitrógeno y desarrollar raíces profundas, lo que favorece tanto la estructura del suelo como el almacenamiento de C.

Si se trabaja integrando este conjunto de prácticas de forma sostenida en el tiempo es posible recuperar C en suelos agrícolas. Estimaciones de INTA y otros centros de investigación revelan que, en condiciones favorables es posible alcanzar incrementos de COS de entre 0,3 y 1 tn de C/ha/año en los primeros 20 cm del perfil. Si bien estos valores varían según tipo de suelo, clima, manejo y cultivos involucrados, muestran un camino claro.

A largo plazo, este enfoque puede transformar los sistemas agrícolas en sumideros de C, siendo aliados clave para mitigar los efectos del cambio climático y contribuir a la reducción de GEI.

Pero también implica beneficios productivos: cultivos mejor implantados, menos escurrimiento y mejor uso del agua, mayor disponibilidad de nutrientes y estabilidad en los rindes.

¿Cómo perder en minutos lo que demoró años en construirse?

En algunas regiones donde predominan problemáticas como malezas resistentes, anegamientos o suelos con pendiente, se vuelve cada vez más común que los productores interrumpan la SD con labores superficiales, rastras o nivelaciones. Si bien estas intervenciones pueden parecer “inofensivas o necesarias”, rompen la lógica del sistema y pueden traer consecuencias profundas sobre la estructura del suelo y la dinámica del C.

La interrupción del ciclo continuo de la SD disminuye los beneficios acumulados de años sin laboreo, lo que afecta la estabilidad del sistema, teniendo en cuenta que la consolidación de un suelo bajo SSD puede llevar entre 11 y 20 años (No a la Labranza, Aapresid).

Diversos estudios han demostrado que una sola labranza puede revertir varios años de acumulación de MO, especialmente en los primeros centímetros del perfil. Desde ensayos en Cerrillos -Salta- (Laguzzi et al, 2014) hasta Bordenave -Buenos Aires- (Venanzi et al, 2015) evidenciaron cómo con la labranza convencional, incluso con la labranza reducida se redujeron significativamente los contenidos de MO en las capas superficiales (0-5 cm) en comparación con la SD.

En ensayos en la zona de Bahía Blanca se comparó la evolución de planteos bajo labranza y SD durante más de 20 años, y se observó que en regiones donde el agua es un recurso limitante, los sistemas bajo SD captan el agua de manera más

eficiente y la retienen por más tiempo, manteniendo la humedad del suelo durante periodos prolongados. Este aumento en la humedad favorece la actividad biológica y, a su vez, promueve la descomposición de los materiales orgánicos (Galantini et al, 2014).

Esta situación no solo frena la acumulación de carbono, sino que degrada la estructura del suelo y genera problemas inmediatos: escorrentía, formación de costras, compactación superficial y pérdida de nutrientes por lixiviación o volatilización, impactando directamente sobre la capacidad productiva de los suelos, y por tanto, sobre el potencial y estabilidad de los rendimientos.

EXPERIENCIA EN PRIMERA PERSONA

La Chacra Aapresid América es un proyecto de I+D liderado por productores de la zona que buscan contribuir a la mitigación y recuperación de suelos con napas salinas y la mejora en su productividad, a través del ajuste de buenas prácticas agronómicas.

En estos ambientes, el sostenimiento de la SD como práctica de base sobre la que se construyen las demás estrategias es fundamental para mantener la cobertura y evitar el ascenso de sales a la superficie, así como para minimizar la degradación de la estructura de estos suelos que tienden a ser muy frágiles.

Ignacio Reguera (La Esmeralda) es miembro de la Chacra Aapresid América y asegura que en el establecimiento vienen trabajando en la recuperación de bajos salinos combinando distintas prácticas.

Empezaron con el monitoreo del riesgo hídrico y salino a través de especies indicadoras, manteniendo siempre el suelo cubierto con especies tolerantes. Observaban la evolución de las especies que aparecían tras pasar el rolo y, cuando éstas indicaban menor riesgo salino, se avanzaba con la implantación de cultivos de servicios y la siembra a surco abiertos.

La Chacra adapta la SD a estos ambientes con técnicas como la siembra a surco abierto, que consiste en sacar las ruedas tapadoras de la sembradora para mejorar la emergencia de pasturas y verdeos al reducir el efecto de “planchado superficial” que genera el sodio en suelos salinos.

Con el tiempo, se introdujeron cultivos de renta tolerantes a la salinidad. Hoy el establecimiento cuenta con 102 ha recuperadas con agropiro, 140 sembradas con girasol, 81 ha recuperadas con vicia/maíz tardío y otras 52 recuperadas con cobertura y maíz temprano. Hoy, esas áreas están nuevamente en cobertura y se planifica llevarlas a girasol para luego implantar agropiro y alfalfa.

Cuidar el suelo, sostener el futuro

La SD continua no es solo una técnica: es una decisión de manejo que protege el capital natural más valioso que tenemos. Es el primer paso hacia una agricultura regenerativa, que acumula C, mejora la producción y reduce el impacto ambiental.

Sin embargo, no alcanza con la SD por sí sola. Para que este sistema funcione plenamente, es indispensable complementarlo con rotaciones de cultivo diversificadas e intensificadas. La diversidad

en las rotaciones mejora la estructura del suelo, interrumpe ciclos de plagas y enfermedades, y potencia la eficiencia del uso de los recursos. Por su parte, la intensificación de las rotaciones -mediante una mayor frecuencia de cultivos a lo largo del tiempo- incrementa la captura de C, mejora la cobertura del suelo y favorece una mayor actividad biológica, lo que resulta clave para sostener la funcionalidad y la salud del suelo. Solo así podemos sostener y mejorar la salud del suelo a largo plazo.

Bibliografía

Bacigaluppo, S., Bodrero, M.L., Balzarini, M., Gerster, G.R., Andriani, J.M., Enrico, J.M., Dardanelli, J.L., 2011. Main edaphic and climatic variables explaining soybean yield in Argiudolls under no-tilled systems. Eur. J. Agron. 35, 247–254. https://doi.org/ 10.1016/j.eja.2011.07.001.

Ferrary Laguzzi, F., Osinaga, R., Arzeno, J. L., Becker, A. R., & Rodriguez, T. (2014). Fraccionamiento y mineralización de la materia orgánica en distintos sistemas de labranza en un inceptisol de Salta. Ciencia del suelo, 32(1), 63-72.

Galantini, J., Duval, M., Martinez, J. (2014). Efectos de largo plazo de la siembra directa en el SO Bonaerense: Dinámica y balance de carbono. Ciencia y experiencia para una siembra directa sustentable en los ambientes frágiles del S y SO Bonaerense, 22-26.

Llanillo R., Bartz M. L. C., Telles T. S., Araújo A. G., Amado T. J. C., Bartz H. A., Calegari A., Capandeguy F., Cubilla M. M., Dabalá L., Derpsch R., Friedrich T., Ginés M. C., Hernández Zamora J., Kassam A., Moriya K., Ralisch R., Ramírez E., Roggero D., Soares Junior D., Mendoza R. T. (2022). Conservation Agriculture in South America, en Kassam, A. (Ed.), Advances in Conservation Agriculture. Vol 3: Adoption and Spread. Burleigh Dodds Science Publishing.

Madias A. Carlos G. Simon´ c , Nicolas ´ I. Stahringer d , Lucas Borr´ as b,1 , Gerardo Rubio e , Brenda L. Gambin fOn-farm insights in the South American Gran Chaco reveal the importance of soil organic matter and crop management decisions for boosting maize yields (2025) European Journal of Agronomy

Venanzi, S., Galantini, J., Iglesias, J., Barreiro, M., Albin, A., Rausch, A., ... & Krüger, H. (2001). Sistemas de labranzas: 1. In Distribución y calidad de la materia orgánica del suelo. V Congreso Nacional de Trigo, Carlos Paz., Córdoba.

Agradecimientos

Agradecemos especialmente a la Mesa de Expertos de la Red de Carbono -Marcelo Beltran (INTA), Juan Galantini (UNS), Alicia Irizar (INTA), Luis Milesi (INTA), Guillermo Peralta (FAO), Silvina Restovich (INTA), Ana Wingeyer (INTA)-, cuyo conocimiento y experiencia profesional respaldan técnicamente esta serie de publicaciones. Su mirada desde el campo es clave para garantizar contenidos claros, realistas y aplicables a los sistemas productivos argentinos.

También reconocemos el apoyo de las empresas patrocinadoras, cuyo acompañamiento hace posible la difusión de herramientas orientadas a mejorar la sostenibilidad agrícola.

Florencia Moresco

Coordinadora Red de Carbono Aapresid

Accedé a los otros capítulos de la Serie

Regenerando suelos: 4 claves para secuestrar carbono

Cap II: El poder de las gramíneas

Cap III: Cultivos de servicios en acción

Cap IV: El arte de nutrir el suelo

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