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Abran paso: el maíz fertilizado toma protagonismo en el este santiagueño

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Y se va la segunda

Y se va la segunda

Las Chacras Sacháyoj y Bandera se aliaron para ponerle números al impacto de la fertilización nitrogenada en maíz. La magnitud de las respuestas pagó con creces los costos de la práctica.

Por: Vigliecca, E.¹; Morand,V.²; Almirón, S.³ ¹ Gerente técnico desarrollo Chacra Bandera. ² Gerente técnico desarrollo Chacra Sachayoj ³ Coordinación Programa Chacras – Aapresid.

El sector agropecuario está vivenciando en los últimos años una intensificación de los sistemas impulsado por la necesidad de incrementar la producción de alimentos y de ser más eficientes con el uso de los recursos naturales (Masaquiza et al., 2017). El noreste argentino no es la excepción, la intensificación de cultivos en los últimos años elevó la tasa de extracción de nutrientes, que en la mayoría de los casos no responde en igual magnitud, generando procesos de degradación y agotamiento de los suelos (Casas, 2000).

Durante las últimas décadas, el cultivo de maíz presentó un incremento continuo en su uso, de la mano de las mejoras genéticas y paquetes tecnológicos (Ciampitti et al., 2010). En este contexto, el nitrógeno (N) es uno de los nutrientes más importantes y que más demanda el cultivo, por sus funciones esenciales en el crecimiento y limitación a la producción (Uhart y Andrade, 1995).

En el este santiagueño, la Chacra Sacháyoj y la Chacra Bandera están avanzando en el conocimiento de la respuesta a la fertilización nitrogenada y balanceada en el cultivo de maíz. A continuación, se exponen las experiencias de la campaña 2020/21, donde se evaluó la respuesta a la fertilización nitrogenada en combinación con distintas densidades de siembra en la Chacra Sacháyoj, y la comparación de fertilización nitrogenada y balanceada a un mismo nivel de inversión en la Chacra Bandera. Cabe aclarar que los suelos de la región son muy ricos en fósforo, potasio y bases, por lo que en general estos elementos no se presentan como deficitarios.

Ambas Chacras se encuentran en un ambiente subhúmedo seco con precipitaciones concentradas en verano. La Chacra Sacháyoj presenta en promedio 800 mm anuales mientras que en Bandera el régimen de precipitaciones es mayor, 930 mm anuales y con gran influencia de napa freática. En la campaña bajo estudio, si bien las precipitaciones fueron menores a la media en ambas zonas, durante el período crítico del cultivo (marzo) la oferta hídrica no fue limitante (Figura 1).

Figura 1 Rendimiento en kg/ha para distintas dosis de fertilización y distintas densidades de siembra para el sitio 3.

Experiencia Chacra Sacháyoj

¿Existe respuesta a la fertilización N? ¿Qué otras variables de manejo la influencian? Estos interrogantes motivaron la experiencia de la Chacra en la que se evaluó la respuesta de cinco niveles de fertilización (0, 30, 60, 120 y 150 kg N.ha-¹) en combinación de cuatro densidades de siembras (45, 60, 75 y 90 mil semillas.ha-1) en tres sitios (sitio 1, 2 y 3). En los sitios 1 y 2 el antecesor fue soja de primera, mientras que en el sitio 3 fue trigo como cultivo de servicio secado químicamente en antesis.

A pesar de las bajas precipitaciones (540 mm anuales), los rendimientos fueron mayores al promedio de la Chacra (7.700 kg. ha-¹) en los dos sitios con antecesor soja (8.338 y 8.925 kg. ha-¹), mientras que el rendimiento promedio del sitio con antecesor trigo fue menor (6.901 kg. ha-¹).

Como problemática se destacó el quebrado de caña por debajo de la espiga, influenciado tanto por la condición climática de la campaña como por la susceptibilidad del híbrido empleado en dos de los sitios (1 y 2). Posiblemente esto perjudicó a los tratamientos a medida que se incrementaba la densidad de siembra y la densidad más baja (45 mil semillas.ha-¹) fue la de mejor comportamiento y rendimiento frente a esta condición. En el sitio 3 no se hallaron diferencias significativas de rendimiento entre densidades, pero sí hubo una clara respuesta al comparar testigos sin fertilizante vs. tratamientos fertilizados. Aún así, no fue tan evidente la respuesta al comparar los tratamientos fertilizados con dosis creciente de N (Figura 2).

Figura 2 Rendimiento en kg/ha para distintas dosis de fertilización y distintas densidades de siembra para el sitio 3.

Simplificando las variables, se realizó un modelo lineal que relaciona rendimiento promedio de los tres sitios con el agregado de N, para las distintas densidades (Figura 3), y a partir de la pendiente de dicho modelo (kg de maíz ganados por cada kg de N aplicado) se interpretan tendencias sobre la eficiencia agronómica del nitrógeno (EUN). Con la densidad 45 mil semillas.ha-¹ se obtuvo la menor EUN, aunque su rendimiento fue mayor, lo que indica una menor respuesta al agregado progresivo de N. Se observó un incremento progresivo de la EUN con el aumento de la densidad (4,12; 7,47; 8,80; 6,01 kg maíz ganados/kg N aplicado para las densidades 45 mil; 60 mil; 75 mil; 90 mil semillas.ha-¹ respectivamente), siendo la de 75 mil semillas.ha-¹ la de mayor EUN

Figura 3 Modelo de respuesta lineal en función de la dosis de fertilización para cada densidad de siembra.

Por otro lado, las respuestas promedio fueron de 323, 849 y 951 kg.ha-¹ para los sitios 1, 2 y 3, respectivamente (Tabla 1). Este último lote fue el que mayor respuesta mostró en relación con el rendimiento promedio de todo el ensayo (13,8 %), probablemente debido a la posible inmovilización de N del antecesor trigo.

Experiencia en Chacra Bandera

¿Es posible mejorar la nutrición del maíz minimizando la cantidad de insumos a trasladar? De las fuentes nutricionales más utilizadas en la región, ¿cuál permitiría maximizar el rendimiento? Estas preguntas del productor motivaron la experiencia.

Los ensayos se realizaron en dos sitios cercanos a la localidad de Bandera y en un sitio cercano a Los Juríes. Los mismos contaban con 21 a 25 años de historia agrícola, con un manejo similar de la fertilización, y antecesor trigo de cosecha. En cada sitio se compararon tres fuentes nutricionales:urea (46%N), sulfan (24% N, 6% S y 11% CaO) y nitrocomplex (21% N, 17% P2O5, 3% K2O, 1% MgO, 5% S, 0,15% Zn) con un testigo sin fertilizar. Se utilizó una única dosis por fuente (200 kg de urea, 200 kg de sulfan y 150 kg de nitrocomplex), que fue definida en base al costo del insumo y el gasto empresarial destinado a fertilización en la zona (80 u$s/ha). El común denominador de estos fertilizantes fue el N, elemento que más limita la producción a nivel nacional.

En todos los sitios se observó la misma tendencia: el tratamiento de mayor respuesta fue urea, seguido de sulfan, nitrocomplex y por último el testigo sin fertilizar (Figura 4). Estas diferencias entre tratamientos fueron explicadas por las diferencias en N aportado, ya que urea aportó el doble de N que sulfán, y casi tres veces más que nitrocomplex.

Figura 4 Respuesta de rendimiento a tres fuentes en tres sitios (DE, VT, LP).

Para comprender las respuestas obtenidas a nivel de sitios se analizaron los niveles de N y S en pre siembra. El sitio DE contó con el mayor nivel de N inicial (101 kg N.ha- ¹) siendo 15% y 44% superior a los valores de LP (86 kgN.ha-¹) y VT (57 kgN.ha-¹) respectivamente. En DE la mayor disponibilidad de N (suelo + fertilizante) explicaría el mayor rendimiento obtenido con todos los tratamientos, mientras que en VT, el menor nivel de N inicial explicaría la mayor respuesta de los tratamientos fertilizados (Tabla 2). Al mismo tiempo, en VT los valores de S inicial fueron menores a los demandados para un rendimiento esperado de 9000 kg.ha-¹ (Andrade F., 2002) por lo que se infiere que el sinergismo entre N y S acortó la brecha de rendimiento entre el tratamiento sulfan y urea.

Tabla 2 Rendimiento y respuesta promedio de los tratamientos fertilizados vs testigo.

Al analizar el aporte total de N (suelo + fertilizante) y su relación con el rendimiento, se observa una relación lineal positiva significativa (p<0.01) (Figura 5). El coeficiente de determinación (R2= 0,74) indicó que el 74% de la variabilidad del rendimiento se explicó por los diferentes valores de N total en suelo. De la ecuación, se interpreta que por cada kg/ha de N que se incrementa en suelo, el rendimiento aumentaría en promedio 32,57 kg.ha-¹.

Figura 5 Rendimiento según N disponible para el cultivo (suelo + fertilizante)

Conclusiones

En esta primera campaña, se halló respuesta del rendimiento de maíz a la fertilización nitrogenada tanto en Sacháyoj como en Bandera. En esta última localidad, se observó que el N inicial en suelo fue clave en la construcción del rendimiento en cada sitio, y que la magnitud de las respuestas a la fertilización pagó con creces los costos de la práctica. Asimismo, la comparación de insumos a isocosto es información valiosa para la toma de decisiones a nivel empresarial y evidencia la importancia de la relación costo/beneficio por unidad de N, que fue mejor para urea en todos los casos.

En Sacháyoj, en cambio, es esperable que los cultivos se vean más limitados por el recurso agua debido a la ausencia de napa y menores precipitaciones anuales. Sin embargo, las respuestas a la fertilización, aunque menores, fueron también positivas y alcanzan a cubrir los costos. En estos ambientes, también se torna importante ajustar la densidad de siembra para aumentar la productividad del agua.

Por último, en ambos sitios quedó en evidencia la mayor respuesta en los lotes con antecesor trigo, un aspecto no menor en un escenario de creciente intensificación de los sistemas productivos del norte dónde cada vez se incluyen más gramíneas de invierno.

BIBLIOGRAFÍA

• Andrade, F. H., &; Sadras, V. O. (2002). Bases para el manejo del maíz, el girasol y la soja. Balcarce, Argentina: Ediciones INTA.

• Casas R.A. 2000. La conservación de los suelos y la sustentabilidad de los sistemas agrícolas. Disertación acto entrega premio Antonio Prego www.insuelos.org.ar

• Cordone, G. y Martínez, F. (2004). El monocultivo de soja y el déficit de nitrógeno. Informaciones Agronómicas del Cono Sur 24(1-4). INPOFOS Cono Sur. Acassuso, Buenos Aires, Argentina.

• Ignacio A. Ciampitti, Miguel Boxler y Fernando O. García (2010). Nutrición de Maíz: Requerimientos y Absorción de Nutrientes -. Informaciones agronómicas, 48, (14-18).

• Masaquiza Moposita; D. A.; Pereda Mouso, J.; Curbelo Rodríguez; L. M.; Figueredo Calvo; R.; Cervantes Mena, M. (2017) Intensificación de los sistemas agropecuarios y su relación con la productividad y eficiencia. Resultados con su aplicación. Artículo de Revisión. Revista de Producción Animal versión On-line ISSN 2224-7920.

• Uhuart, S. A., & Andrade, F. H. (1995). Nitrogen deficiency in maize: I. effects on crop growths, development, dry matter partitioning and kernel set. Crop science, 35(1376-1383)

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