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Ganadería y metano: mitos y verdades

Dos palabras que suenan mucho últimamente y generan controversia. Para poner luz a este tema, entrevistamos al investigador del CONICET, Ernesto Viglizzo.

Por: Ing. Agr. María EugeniaMagnelli para Aapresid

La ganadería argentina emite aproximadamente 0,09 kg de carbono por hectárea por año, mientras que países europeos emiten varias veces más por hectárea territorial.

Según la FAO, las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de la agricultura y ganadería continúan aumentando, aunque no tan rápido como las emisiones de otras actividades humanas. No obstante, éstas apreciaciones ponen a la producción agropecuaria en el centro de la escena, generando debates en los gobiernos mundiales, motorizando medidas comerciales proteccionistas y controversia en la opinión pública.

Frente a ese contexto, para tener una visión global del tema y conocer la situación de la actividad agropecuaria en general y de la ganadería en particular de Argentina, entrevistamos a Ernesto Viglizzo, Investigador científico del CONICET.

Con su mirada experta, Viglizzo aclaró que, en términos porcentuales, las estadísticas se modifican año a año porque las emisiones por quema de combustibles fósiles siguen en aumento y su incidencia relativa es cada vez mayor. Pero si redondeamos algunos números y tomamos datos del 2018, podemos estimar que el agro argentino emitió unos 32 millones de toneladas de carbono ese año, lo cual equivale grosso modo a un 0,36% de las emisiones globales. O sea, una cifra muy baja que para nada modifica la ecuación global.

Luego agregó que, según la tercera actualización publicada por el gobierno argentino en 2019, del total de emisiones de carbono del país, un 37% proviene del sector agropecuario, y ese porcentaje incluye datos correspondientes a ganadería, agricultura y cambios en el uso de la tierra (por ejemplo, deforestación). Frente a esos números, aclaró: “Nuestro país tiene una economía de base agraria, ese 37% puede sonar elevado si lo comparamos con la participación del sector agropecuario en países industrializados. Si afinamos aún más los números, del total de emisiones del sector agropecuario se estimó que un 41% fue emitido por la ganadería (principalmente vacuna), un 36% por la agricultura, y un 23% por la conversión de tierras.

Dándole otra vuelta de tuerca a los números y a partir de datos de la FAO, Viglizzo explicó que, si se evalúan las emisiones por hectárea de la ganadería argentina en relación a países europeos, encontramos que en promedio la ganadería argentina emite aproximadamente 0,09 kg de carbono por hectárea por año, contra más de 0,20 kg/ ha que emiten Francia, Dinamarca, Reino Unido y Alemania, y contra más de 0,50 kg/ ha que emite Bélgica, y casi 0,70 kg/ha que emite Holanda. Esto se debe a que la densidad de bovinos por hectárea como promedio de Argentina, es mucho más baja que la de aquellos países. Por tanto, aunque nos resulte paradójico comprobar una alta participación (37%) del sector agropecuario en las emisiones totales de Argentina, aquellos países europeos emiten varias veces más por hectárea territorial.

El agro argentino emitió unos 32 millones de toneladas de carbono ese año, lo cual equivale grosso modo a un 0,36% de las emisiones globales.

“El rumiante no agrega más carbono al ambiente, sino que lo recicla”. Ernesto Viglizzo Investigador científico del CONICET

El científico del CONICET destacó que los valores anteriores no toman en cuenta el potencial de secuestro de carbono de nuestras tierras de pastoreo. Según comentó, es altamente probable que si computamos el secuestro de carbono en esa superficie (que suman más del 80% de las tierras totales del país), se generaría un balance de carbono aún más favorable para el país. Respecto a ello expresó: “Se abrió un debate internacional acerca de la legitimidad de usar solo cifras de emisión y no de secuestro de carbono para evaluar los países. Hay dos razones: por un lado, muchos países, como el nuestro, no tienen cifras verificables de secuestro de carbono; y por el otro, a nivel internacional no se pusieron a punto los criterios y los métodos para evaluar este componente clave del balance de carbono”. En este sentido, el experto indicó que, si bien todavía queda camino por recorrer, Argentina podría ofrecer opciones para avanzar ya que debería ser de su interés directo.

Cuando le consultamos a Viglizzo sobre la producción ganadera y su incidencia en la emisión de metano, quiso enfatizar dos conceptos: el primero es que, aunque el metano (CH4) tiene una potencia invernadero muy alta (más de 20 veces la del dióxido de carbono), el carbono que integra la molécula emitida por los rumiantes es precisamente producto del reciclado del carbono. Vale decir, la biomasa forrajera extrae carbono de la atmósfera, el animal lo consume y procesa, y lo vuelve a emitir al aire integrado a la molécula de metano.

El rumiante no agrega más carbono al ambiente, sino que lo recicla. Y esto se diferencia de otros sectores de la economía que no reciclan carbono, sino que lo extraen como carbono fósil del subsuelo en un proceso acumulativo que se intensifica en el tiempo.

El segundo aspecto que quiso esclarecer, es cómo imputar en el balance de carbono la emisión de un gas como el metano que tiene un tiempo de persistencia en la atmósfera de unos 10 años. Esta permanencia es mucho menor a la del dióxido de carbono (que puede durar 1000 años), y a la del óxido nitroso (que puede permanecer un siglo). “Seguramente tendremos que ajustar los métodos y los números cuando una nueva contabilidad del metano ingrese en la estimación del balance de GEI”, afirmó.

Repartiendo responsabilidades, comentó que muchas actividades y procesos naturales y gestionados por el hombre, emiten metano además de la ganadería.; por ejemplo, los humedales, los arrozales, las fugas en la industria petrolera o el derretimiento del “permafrost” o tierras históricamente heladas como ocurre en Siberia. “Lo que no está tan claro es cómo se computan esas emisiones en los inventarios nacionales. Hay una gran zona gris en ese campo de las estimaciones”, remarcó.

Pasando a un punto polémico como los argumentos que indican la necesidad de reducir la producción ganadera para mitigar las emisiones de metano, Viglizzo pronunció: “Es un tema opinable. No creo que Argentina deba reducir su stock ganadero para reducir sus emisiones de metano, es bastante insensato. Como dijimos, es un país con una densidad ganadera muy baja, y por tanto con emisiones territoriales que también son muy bajas”.

"En un contexto de cambio climático sostenido por las emisiones de GEI, emplear estrategias de manejo que capturen carbono como la siembra directa, la agricultura siempre verde que promueve Aapresid y la ganadería pastoril, entre otras, son parte de la solución"

Por otra parte, aclaró que los compromisos acordados en la COP26 de Escocia no hacen referencia explícita a las emisiones ganaderas, sino a las emisiones fugitivas evitables en la industria petrolera y otras industrias manufactureras. “En última instancia, es un problema del sector energético y no del sector ganadero de los países”, indicó.

Del lado de la ciencia, el investigador del CONICET habló de los avances experimentales en tecnologías nutricionales destinadas a reducir las emisiones de metano en el rumen de los bovinos, por ejemplo, mediante el uso de algas marinas. Además, enumeró estrategias muy conocidas y probadas en la actividad agropecuaria para minimizar la fuga de carbono y, por el contrario, potencian su secuestro como la forestación, los sistemas ganaderos silvopastoriles, la siembra directa, el uso de cultivos de cobertura, la fertilización nitrogenada, la rotación de cultivos, la implantación de pasturas perennes, etc.

Si bien se están haciendo bien muchas cosas, en tantas otras tenemos que mejorar. Hablar a la sociedad sobre cómo producimos alimentos, fibras y energía es una de ellas. En este punto Viglizzo apuntó: “Creo que el sector se distrajo a la hora de comunicar sus logros en la economía del carbono. Otros sectores (vinculados al ambientalismo o al veganismo) le sacaron una considerable ventaja, llevando agua para sus molinos. Es necesario que revise esta postura y adopte una estrategia comunicacional concertada”.

Sobre el cierre de la entrevista, Ernesto Viglizzo compartió una reflexión final: “El sector debe prepararse para enfrentar los dilemas que presenta un futuro incierto. Hay amenazas como las sanciones comerciales en potencia por el desmonte de tierras naturales, pero también oportunidades comerciales que surgen a partir de los mercados del carbono y las certificaciones ambientales”.

Frente a los desafíos actuales y futuros, también se abren oportunidades. Debemos capitalizar las cosas que hacemos bien y, con una mirada holística, potenciar mejoras tranqueras adentro y hacia afuera de la mano de la innovación con protagonismo del productor. Regirnos por indicadores precisos basados en la ciencia, los estándares de certificación y trazabilidad de los procesos productivos es clave para comunicar y mostrarlos con transparencia. En un contexto de cambio climático sostenido por las emisiones de GEI, emplear estrategias de manejo que capturen carbono como la siembra directa, la agricultura siempre verde que promueve Aapresid y la ganadería pastoril, entre otras, son parte de la solución.

“El sector debe prepararse para enfrentar los dilemas que presenta un futuro incierto."

AGRADECIMIENTOS

Agradecemos muy especialmente a Ernesto Viglizzo por su generosidad y predisposición para realizar esta nota.

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