

DR. LUIS EDUARDO GARZA DÁVILA
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PLUMA INVITADA
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LA NORMAL Página 8
EL CACHITO FALSIFICADO Página 10
EL INDIO TUSARE Y SU DOBLE MUERTE
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EL PAPÁ QUE SE GASTÓ LA HERENCIA
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EL PRIMER COMETA EN SALTILLO
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TRIVIA SALTILLENSE
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LA ENTRADA DE JUÁREZ A SALTILLO
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SALTILLO EN RUINAS
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PIPO LINARES
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VILLAOLGUÍN EN 1828
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EFEMÉRIDES
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AVISOS DE OCASIÓN Página 32
SOPA DE LETRAS Página 36
CUPONERA
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DIRECTORIO
Francisco Tobias Hernández Director Editorial
Arq. Carlos Roldán Ilustraciones
Prof. Juan Campos Rodríguez Corrección Ortográfica
Victoria López García Diseño Gráfico y Fotografía Editorial
Agustín Pérez Productor y Editor Audiovisual
Yo Soy de Saltillo - La Revista Publicación mensual
DICIEMBRE 2024
Impresa en México en los talleres gráficos de Impresos Rivera
DERECHOS RESERVADOS
En esta ocasión te platico de un Saltillense por adopción, cuyos rasgos fundamentales fueron la generosidad y el servicio, me refiero a Don Luis Eduardo Garza Dávila, sí el doctor, el Oftalmólogo. Oriundo de Nueva Rosita, en donde por cierto es gratamente recordado por defender a todos de todo. Hijo de agricultores y ganaderos, su padre Don Rodolfo Garza Aldape y su madre, Doña Francisca Dávila Ramos, quien por cierto fue hija del constructor y primer propietario del Teatro García Carrillo. Al pasar por aulas del Zaragoza y del Ateneo Fuente, se ganó el respeto y el afecto. Su sencillez, su honradez, su bonhomía tocó a estas instituciones. Recordado en la UNAM donde estudió medicina por su compañerismo y brillantez académica. Cuando cursó el postgrado en oftalmología en Chicago y Kansas, no solo dejó profesionalismo y entrega, dejó parte de su ser. Los libros, los idiomas, la genealogía y la numis-
mática, ocuparon su tiempo libre. Crio aves y tenía todo tipo de animales, su casa fue una huerta y una granja, donde se plantaba y cosechaba frutales y hortalizas. Fue en ese magnifico lugar donde infundió a sus hijos: el servicio a los demás, el amor por la tierra y el respeto por los animales.
En esta hermosa ciudad de Saltillo, donde llegó desde niño, se le recuerda y reconoce por su amor a la gente, por sus constantes muestras de servicio a la comunidad. Amaba servir y servía dando afecto sincero. Hombre leal ante Dios, ante su propia familia, quien, junto con su esposa, Margarita Pérez y Fuentes tuvo 11 hijos amados, hoy tuviera 34 nietos, 7 bisnietos y una cauda de querubines, a quienes, junto a su esposa e hijos, cuida desde y en el cielo.
La puntualidad, la limpieza y el orden, fueron forma y fondo en su vida. Así quería que fuese todo, predicaba con el ejemplo.
Por 21 años, desde 1961 hasta 1982, sirvió y dio consulta en su consultorio particular, primero en Aldama y Obregón y luego en la emblemática calle de Victoria, donde construyó el primer conglomerado de consultorios médicos; ahí reunió a sus colegas y amigos, todos doctores prestigiados y personas muy humanas; para servir a Saltillo. La Óptica “Look” y los Laboratorios de Análisis Clínicos “Victoria”, también de gente buena y entregada a los demás, completaban el novedoso proyecto médico.
Terminó sus días, a los tempranos 51 años. Sin faltar un solo día, sin descansar ni perder el tiempo. Fue sencillo en su trato, fácil en su relación y eficiente y entregado en el ejercicio profesional. Don Luis no murió viejo, pero fructífera fueron, sin duda, su entrega a los demás y la cosecha prudente y casi anónima de sus logros. Excelente oftalmólogo, gran cirujano, hoy después de 35 años de su partida, su obra y servicio están presentes en la memoria de quienes lo conocimos y de muchos que han escuchado de su bondad y su excelencia médica.
Nos cuenta Luis Garza Pérez, su hijo (médico y oftalmólogo, como su padre), un detalle que es un corolario de su trabajo y nos dice que, a él, lo marcó para siempre:
Murió el doctor Garza el 28 de julio de 1982. Siendo velado, escuchó cuando un hombre de mediana edad
llegó a dar el pésame y le dijo a su madre… “No lo conocía, pero mi madre fue paciente del doctor, estaba prácticamente ciega, el doctor le devolvió la visión; fue un cambio radical en la vida de mi madre y la familia, estamos muy agradecidos. Estoy aquí, despidiendo al doctor Garza, a quien nunca conocí”. Su hijo Luis, me comentó que, a partir de ese momento, ha sido su motivación de trabajo. Que cuando él esté siendo velado, desearía que haya personas que lleguen a acompañarlos diciendo que, el doctor Garza los ayudó a hacer más amable su vida.
El 28 de julio de 1982, el Señor se dio cuenta que, ángeles, arcángeles y querubines necesitan revisión de su vista, por lo cual, sin dudar instante alguno, buscó y encontró no únicamente a un excelente cirujano oftalmólogo, sino al de mejor corazón, por lo que desde ese día el doctor Luis Eduardo Garza Dávila mudó su consultorio de la emblemática calle de Victoria, hasta el cielo, entre nubes y estrellas.
Desde aquí el recuerdo de muchos Saltillenses a quien fue esposo, padre, amigo, compadre, maestro, lector, consejero, cupido, animalista, excelente médico y por supuesto un Saltillense como muchos que tenemos y que vale la pena presumir.
PRESENTA:
POR MARINO GONZÁLEZ RUIZ
Si pensamos que la historia del ser humano data de millones de años podríamos deducir que el mundo es un enorme cementerio. Nuestra ciudad está repleta de ellos. Unos históricamente comprobables como el cementerio del pueblo que funcionó en el terreno que hoy conforma la parte sur de la Alameda de Zaragoza, el de los americanos en la escuela Coahuila y el de la Parroquia en la escuela Centenario. Otros forman parte de mitos que se fueron creando gracias al colectivo imaginario, en el que se asegura que en determinados lugares fueron sepultadas personas. Del barrio del santuario en el que crecí en la zona centro poniente, se dice que por ser un sector donde sus casas de adobe, anchas paredes y huertas en los traspatios, pudieron servir no para el entierro de un cadáver, sino para el de decenas de ellos. Crecí en la casa del abuelo con la sensación de deambular entre
vivos y muertos. Las iglesias y sus atrios también funcionaron como camposantos durante años, sobre todo la catedral y los templos cercanos a ésta: San Esteban y San Francisco. Las epidemias cobraron la vida de miles de personas por lo que las inhumaciones en templos fueron rebasadas por la demanda de espacios. Las leyes de reforma obligaron a la población civil a usar panteones municipales. El vivir a la espalda del santuario de Guadalupe, la única iglesia de estilo neogótico de la ciudad, con sus gárgolas vomitando agua en las tardes de lluvia, así como el color sombrío de sus ladrillos, provocaba más terror que tranquilidad cuando nos enteramos que el fantasma de una religiosa entraba y salía del templo traspasando su puerta por las madrugadas.
Lo anterior me dio la pauta para escribir Visitas al Cementerio, libro que carece de pretensiones estructu-
rales, lingüísticas y estilísticas para dar paso al relato lineal, sencillo y clásico. Fue escrito para rendirles homenaje a algunos difuntos de los que oí hablar pero que no conocí: Hortensia, la primera esposa de mi abuelo materno; una hermana de mi abuela a quien le apodaban “Choco, la burra Chueca”; la partera y bruja del barrio, “Lupe la chueca”; mi bisabuelo paterno de nombre Marino y un par de ánimas que deambulan por las calles y casas del centro de la ciudad.
Las visitas al cementerio que realizamos a nuestros seres queridos son cada vez más esporádicas debido a los cambios axiológicos de las sociedades modernas, cambios que van desde la forma de velarlos, ya que desde hace años hemos dejado de convivir con la muerte y ya no se velan en casas sino en funerarias, hasta la forma de sepultarlos. Nos estamos acostumbrando a no ver cuerpos en ataúdes siendo inhuma dos y abandonados en el camposan to. En ese momento crucial en el que devela que aquella persona ya no está con nosotros. Los sepulcros los hemos sustituido por urnas cuyas cenizas pueden “descansar” donde sea. Hemos dejado de vestir de luto, de rezar y asistir a novenarios, porque la vida moderna te exige que sigas produciendo y en su vorágine es común quedarnos sin tiempo para honrarlos y vivir los duelos
como antaño. Visitas al cementerio no sólo es un recorrido por los diversos panteones de nuestra ciudad: Santiago, San Esteban, Jardines del Arcángel, Dolores y el señor de la Misericordia en Encarnación de Díaz, Jalisco, sino también es un recordatorio de que todos tenemos un difunto qué visitar. Sobre todo cuando en vida él deseaba que lo hicieran. No importa si nosotros creemos o no en una vida eterna, en la resurrección de los muertos o en la nada, lo importante es cumplir la voluntad de un ser querido, que lo único que deseaba era no ser olvidado, que visitemos su tumba, que lo honremos, porque de no hacerlo, el tiempo que todo cobra nos llevará al camposanto sin la posibilidad de hacerlo, y algún día esperaremos que se acuerden de nosotros y nos hagan visitas al cementerio.
En esta ocasión te platico de la escuela que grita “LABOR OMNIA VINCIT” y que fue fundada a finales del siglo XIX, para ser precisos el 4 de mayo de un ya lejano año de 1894 para ser exactos, me refiero a la “Benemérita Escuela Normal de Coahuila”, que es un ícono no sólo de nuestra bella ciudad de Saltillo o del estado de Coahuila sino de México entero es, aunque suene a pleonasmo, “la forjadora de forjadores de caminos”, lugar en el cual mujeres y hombres ilustres han caminado por sus pasillos y han estudiado en sus aulas, quienes en realidad no sólo ilustres, sino ilustradores.
De esta gran institución se gradúan maestros y maestras que educaron a nuestros padres, nos educaron a nosotros, educan a nuestros hijos y educaran a nuestros nietos, con libertad de conciencia y con conocimiento.
Definitivamente cuando el Profr.
Raymundo de la Cruz López, el poeta de la revolución, escribió el poema “Mi Saltillo”, al arrastrar su lápiz en el verso que dice; “Saltillo con ESE grande de sabios como en racimo, tus escuelas incasables descubren nuevos caminos, pensaba precisamente en la Normal de Coahuila”.
Primero estuvo ubicada en el número 4 de la calle de Hidalgo, su primer grupo estaba conformado por 16 alumnos quienes se graduaron dos años después, distinguidos maestros que hoy son pilar de la educación en Coahuila como Apolonio M. Avilés, Rubén Moreira Cobos, Leopoldo Villarreal Cárdenas, Anastasio Gaona Durón y Gabriel Calzada, su primer director fue el veracruzano Luis A. Beauregard, también fue dirigida por el maestro Andrés Osuna.
En 1909 se inauguró el edificio que ocupa actualmente, frente a nuestra hermosa Alameda. El Congreso del
Estado con fecha del 23 de marzo de 1983 le otorga el título de Benemérita, nobleza por demás ganada, la Normal es una gran Institución orgullo de la Educación Pública y orgullo de Saltillo, que ha sido pieza fundamental de la educación no sólo en esta bendita tierra llamada Saltillo sino de todo nuestro México. Su edificio fue construido por el mismísimo Abbott y cuenta con una cúpula única en toda América Latina, tiene una belleza sin igual en la ciudad. Muchas historias se guardan en sus paredes, es un edificio que mezcla el acero, la cantera, la madera y el adobe, además nos muestran una arquitectura singular, hermosa y digna de ser reconocida mundialmente.
¡Hay en tus Aulas amadas, Gloriosa Escuela Normal, Rumor de abejas doradas en torno de su panal; fulgor de blancas estrellas, ensueños de juventud, esperanzas siempre bellas, honor, trabajo y virtud...!
La Benemérita Escuela Normal de Coahuila, ahí donde bailó el General Villa, muchas maestras y maestros han sido parte de ella, no podemos hablar de educación en nuestra bella ciudad de Saltillo, en el espléndido estado de Coahuila ni en todo México sin hablar de la Benemérita Escuela Normal de Coahuila, la cual es sin duda es una institución que vale la pena presumir
vn esta ocasión te platico de una historia que sucedió aquí en esta hermosa ciudad de Saltillo, una anécdota en la cual dos vivillos trataron de pasarse de listos, tratando de ganarse unos pesos.
Era el año de 1973, mes de marzo, lunes 5 cuando Armando Carrillo y Eduardo Flores se apersonaron en la agencia de la Lotería Nacional, ubicada en aquel entonces en el pórtico del Teatro García Carrillo sobre nuestra calle de Aldama, ahí frente al Mercado “Juárez”, entraron al edifico de cantera, se dirigieron a la ventanilla de la lotería y mostraron lo que parecía ser el billete ganador, “le habían pegado al gordo de lotería con el número 27695”, según los tradicionales “niños gritones”. Pero algo no estaba bien, parecía falso, parecía una falsificación del cachito original por lo que el responsable de la agencia el Sr. Cepeda antes de hacer el
pago, pidió a los agentes de la Policía Judicial del Estado verificaran la veracidad, valga la redundancia, del cachito de lotería.
Después de una revisión se dieron cuenta que el cachito presentado tenía alterado el tercer dígito, pues en realidad se trataba del boleto con el número 27595, por lo que tanto Armando como Eduardo, quienes por cierto vivían en la calle de Nigromante, fueron detenidos y trasladados a los amparos de la cárcel. El premio gordo había caído un día antes en Ciudad Juárez, cada cachito ganador era acreedor de un premio de 150 mil pesos. Pero déjeme explicarle estimada y estimado Saltillense lo que se podría comprar con 150 mil pesos en aquel año de 1973 y es que por ejemplo con 1 pesos podrías comprar una torta, basta con enterarse que con $4,695 en Muebles” José” podrías adquirir un paquete que incluía un refrigerador de
lujo, una batidora, una olla de presión y una licuadora. O bien con 150 mil del águila podías comprar 60 mil entradas al cine “Royal” pues cada ticket costaba tan solo 2 pesos con 50 centavos. O bien podías comprar hasta dos casas pues la casa de Acuña y Colón en esos días estaba a la venta por 75 mil pesos es decir la mitad de lo que Armando y Eduardo se querían agenciar en la agencia de la lotería nacional.
Esta es una historia de dos personas, de dos vivillos que intentaron pasarse de listos, que casi casi se sacan la lotería y que aun así intentaron cobrar 150 mil pesos con un cachito falsificado, pero eso sí sólo estaba falsificado de un solo dígito. Una historia que sucedió hace casi 50 años, hace casi medio siglo aquí en nuestra hermosa ciudad de Saltillo.
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En esta ocasión te platico de un hecho que sucedió en esta hermosa ciudad de Saltillo, cuando no era ciudad ni se llamaba Saltillo, sino era la Villa de Santiago del Saltillo, y esto aconteció cuando aún no tenía ni un siglo de vida. Corría el año de 1660 mes de mayo para ser preciso cuando el Alcalde Mayor Don Diego de Valdés, dictó sentencia contra un indio tusare.
Este indio de la nación Tusare, cuyo nombre, según pude investigar, era en lengua castellana, Miguel, fue aprendido en una acción de guerra. El alcalde haciendo uso de las tradiciones de guerra y en presencia de una corte dictó sentencia. Que el indio tusare será “arcabuceado”, al pie de la horca y después colgado en la misma horca. En palabras más claras, más sencillas, la sentencia dictada por el alcalde era que Miguel, el indio fuera fusilado
con un “arcabuz” y después muerto ahorcado. Déjeme explicarle estimada y estimado Saltillense, que el arcabuz era un arma de fuego, como un fusil, que se encendía con una mecha, y que, a pesar de no lograr una distancia larga, era capaz de atravesar armaduras.Pues bien, Don Diego, el alcalde sentenció que este indio fuera fusilado después de muerto colgado en la horca. Pero no era todo, esta forma de doble muerte, de doble sentencia, de doble escarmiento, de doble castigo, terminaba con introducir el cuerpo del indio Miguel en la capilla de los ajusticiados.
Al indio detenido en una acción de guerra, que fue enjuiciado, sentenciado, se le notificó por medio de un intérprete ya que a pesar de estar bautizado no hablaba, bueno de hecho no aprendió a hablar castellano. Esta es la historia que sucedió en esta hermosa ciudad de Saltillo, cuando
aún no era ciudad, ni se llamaba Saltillo, esta historia, en la cual un indio cuyo nombre castellanizado era Miguel, fue sentenciado a una doble muerte, por parte del alcalde la primera muerte de un tipo fusilamiento y la segunda por medio de la
horca.
A, pero no crea que es todo, ¡No! Se hizo una invitación para que los habitantes asistieran a ver como el indio Tusare sería arcabuceado y ahorcado con la frase ‘’Asista usted’’.
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En esta ocasión te platico de un irresponsable padre de familia que vivió en esta hermosa ciudad de Saltillo cuando aún se llamaba Villa de Santiago del Saltillo, y que además de insensato, traicionó la confianza que le había depositado su esposa, ya difunta, quien se llamaba Juana de la Garza. Este supuesto padre de familia tenía por nombre Lorenzo García, y su irresponsabilidad consistió en despilfarrar la herencia de sus hijos pequeños. La hoy difunta, bueno en realidad hoy, todos los que participan en esta Cápsula Sarapera están muertos, pero como les decía la mamá les había dejado a sus hijos un pequeño patrimonio y algún dinero, parte de esa herencia era para pagar un adeudo que se tenía con el Pedro de Aguirre, pero el esposo, el viudo Lorenzo malgasto la herencia de sus hijos, y no realizó el pago, por lo que los menores terminarían en la
indigencia. Quien fue a informar de este hecho tan inconsciente fue el mismo hijo mayor de Juana y Lorenzo, quien se llamaba Mateo García de la Garza, el primogénito fue directito con el alcalde, en representación de él y de sus hermanos Teresa, Nicolás, Lorenzo, Jacinto y José, buscando así salvar los bienes que le embragaría Pedro de Aguirre el acreedor.
Para fortuna de los menores la autoridad, ese mismo día del mes de mayo de 1669, nombró un nuevo tenedor de los bienes y tutor responsabilidad que cayó en Diego Flores, además el alcalde mandaría citar a Lorenzo, el viudo y padre irresponsable para que diera cuenta de los actos ilícitos que al parecer había cometido. Y quiero aprovechar esta Cápsula para saludar a todos mis vecinos de la Calle de Pedro de Aguirre en el Fracc. Urdiñola.
En esta ocasión te platicó de un fenómeno que nunca se había visto en la Villa de Santiago del Saltillo, ni en el Pueblo de San Esteban de la Nueva Tlaxcala, les puedo asegurar estimada y estimado Saltillense que esto que les platicaré, es un hecho primerizo sucedido en el ya muy lejano año de 1607 y me refiero a un cometa que por lo que pude investigar se vio por varios días, causando gran temor entre los habitantes de estos dos poblados. Según pesquisas encontradas en mi investigación esta mancha de luz, que va dejando rastro y que pareciera algo mágico y misterioso, se divisaba en el occidente de lo que hoy es esta hermosa ciudad de Saltillo. Me imagino a los primeros pobladores de este hermoso valle, preocupados por ver durante varias noches cruzar el surco, aquel cuerpo celeste compuesto por hielo y rocas. Pero lo que más me llamó la aten-
ción fue lo que descubrí de los hechiceros que vivían por estos lares, quienes al ver el cometa juntaban pescados, mezquites, frutas y animales muertos para quemarlos en una hoguera enorme, pues creían que subir el humo el cometa se alimentaba, y así evitaban que causará daños a persona alguna y a los animales. Pero el problema se presentaba cuando el humo no subía, provocando que la gente entrará en pánico, y era en ese momento cuando los brujos o hechiceros se picaban con espinas brazos y pecho para sangrar y con esa sangre mezclada con agua se empapaban mechones de alguna doncella Saltillense y se rociaba el aire, por supuesto esto acompañado de grandes alaridos.
Para concluir esta Cápsula Sarapera quiero informarles que en el libro “Los hijos de las estrellas” cuyo autor es el físico uruguayo Daniel Roberto
Altschuler señala que, en ese año, 1607, cuando Saltillo aun no era Saltillo, y estaban la Villa de Santiago del Saltillo y el Pueblo de San Esteban de la Nueva Tlaxcala separados por un riachuelo que hoy es la
calle de Allende, se divisó el famoso cometa Halley, sí el mismísimo que muchos de nosotros vimos en el año de 1986.
¿Qué nombre que se le dio al Pueblo de San Esteban de la Nueva Tlaxcala, hoy Saltillo, después del triunfo de la lucha de la independencia?
Respuesta del mes pasado: Adrián Rodríguez García
En esta ocasión te platico que corría el año de 1864, mes de enero, día 9 para ser precisos y nuestra hermosa ciudad de Saltillo estaba de fiesta, no era para menos pues el mismísimo presidente de la República, Lic. Benito Juárez había llegado.
El astro rey se encontraba en lo más alto, el Señor presidente junto a su gabinete integrado por Francisco Zarco, Prieto, Sebastián Lerdo de Tejada, Santos Degollado, José María Degollado y el Saltillense Juan Antonio de la Fuente entraban a Saltillo, en aquel modesto carruaje que bien le servía a Juárez como Palacio Nacional, por Buenavista para más señas actuales por donde están los Buitres de la Narro. Los habitantes de aquel pequeño Saltillo no perdieron la oportunidad de mostrar su alegría y júbilo por tan importante visita, por ello no faltó casa alguna que fuera adornada con colgaduras alusivas, todo era
algarabía, todo era festejo pues en cada esquina sonaban tanto trompetas, tambores, cuerdas y platillos que generaban notas festivas.
Al llegar a la Plaza de la Independencia, esa que hoy conocemos como la Plaza de Armas, fue recibido con un emotivo discurso dado por el Lic. Miguel Gómez Cárdenas, quien expresó que el presidente Juárez era la propia y viva encarnación de la república ante una multitud de Saltillenses, niñas, niños, mujeres y hombres, todos queriendo conocer quien a la postre sería el Benemérito de las Américas.
Después de saludar a los Saltillense que se dieron cita en la plaza principal caminó rumbo a la Calle del Campo Santo que hoy en su honor lleva el nombre de Juárez para entrar a la vivienda propiedad del alcalde Pereyra, lugar donde ya lo esperaban de días atrás su esposa Margarita y sus hijos.
Don Benito Juárez llegó a Saltillo, a una pequeña pero hermosa ciudad, donde sintió y vivió el patriotismo de los Saltillenses, ante quienes independizó a Coahuila de Nuevo León, donde rechazó la petición de varios gobernadores para abandonar el poder y así negociar con el imperio francés sin olvidar que desde aquí enfrentó de manera valiente al cacique Vidaurri.
A partir de ese momento Juárez, el presidente, el defensor de la repúbli-
ca, el Benemérito de las Américas siempre estaría agradecido con Saltillo y los Saltillenses, reconociendo su hospitalidad y patriotismo. En esos momentos cuando la república estaba casi derrotada, cuando pareciera que todos le daban la espalda al presidente, los Saltillenses mostramos fidelidad y lealtad a la patria y al presidente Juárez, amor por la república.
En esta ocasión te platico de una “fake news”, que hoy, tanto están de moda, pero ésta trata de Saltillo, escrita en inglés y tal vez la primera ilusoria noticia de esta hermosa ciudad de Saltillo. Primero quiero aclarar y explicar lo que son las “fake news”, quien según el periodista y amigo mío Francisco de la Peña, éstas son: “noticias falsas en términos llanos”.
Pero volvamos a la Cápsula Sarapera, y es que el prestigiado medio de comunicación norteamericano “The New York Times”, el cual fue fundado en el año de 1851 y que tiene su sede en la Avenida 8 de la misma ciudad de Nueva York, publicó el 24 de mayo de 1914, una noticia sobre nuestra hermosa ciudad de Saltillo, una noticia total y rotundamente falsa, aunque al final de esta historia se darán cuenta que sólo dicen una verdad.
Con el encabezado “Saltillo se
encuentra en ruinas”, tal vez los periodistas norteamericanos buscaban vender más periódicos al señalar la de destrucción de lo que era y sigue siendo la ciudad más hermosa del orbe.
La nota afirmaba que esta ciudad, Saltillo, se encuentra en el centro del país, y que estaba en ruinas desde el viernes 22 de mayo de ese año, ya que las fuerzas revolucionarias, específicamente, la de mi General Villa, había entrado a Saltillo, y que
entre las consecuencias de la “toma de Saltillo”, estaban que la gran catedral había sido dinamitada, después de que los lujosos ornamentos de oro y plata fueran robados. Además, el rotativo norteamericano afirmó que el casino, cuyo valor era de 500 mil dólares norteamericanos, había sido destruido, y en que dicho lugar los hacendados y algodoneros hacían sus apuestas. Por si fuera poco, la destrucción de nuestra ciudad había afectado incluso al banco germánico – norteamericano, institución financiera que nunca estuvo en Saltillo, más bien que nunca ha existido, según el The New Times, este banco había sido quemado y saqueado.
El ejército rebelde, según esta nota, había vencido gracias a la estrategia del General Eulalio Gutiérrez a más de 5 mil soldados federales.
La “fake new”, afirmaba que los rebeldes, encabezados por mi General Villa, habían recuperado cartuchos, piezas de artillerías y pertrechos en Saltillo, según el periódico, Pancho Villa, partiría para Zacatecas, por el rumbo de Torreón. Hoy en día, por medio de las redes sociales, nos enteramos de muchas noticias falsas, y esta ni siquiera se publicó en nuestro país, mucho menos en Facebook, pero la verdad, la realidad es que ese día, General Villa entró a Saltillo, haciendo huir a los pelones, como eran conocidos
los federales, pero de que Saltillo, está en el centro del país, de que la Catedral de Santiago fue dinamitada, de que le casino con valor de medio millón de dólares fue destruido y que en su interior se haciendan grandes apuestas, es falso, tal falso como el saqueo al banco inexistente de nombre germánico - norteamericano.
Lo que si fue verdad es que Villa se hospedó en la casa de los Arizpe a un costado de la Catedral donde hoy está el restaurante “Villa de Santiago” llegando en su yegua 7 leguas, Villa repartió dinero entre los habitantes de la ciudad, le organizaron un baile en la Normal del Estado, donde no paró de bailar y por si fuera poco y es verdad no como lo que dice el The New York Times, Villa hasta de cenar le sirvieron un león.
Y quiero aclarar que en realidad el caballo que Villa más estimaba, “el 7 leguas no era caballo sino yegua”, y lo digo por aquello de las “fake news”.
Esta es una noticia falsa, de supuestos hechos ocurridos el 22 de mayo de 1914, escrita el 23 y publicada el 24, escrita en El Paso, Texas, publicada en Estado Unidos por el periódico The New York Times, que no fue leída en México y que es falsa, bueno casi en su totalidad, ya que lo que sí es verdad es que Saltillo era y es nuestra hermosa ciudad.
En esta ocasión te platico de un cantante, de un artista Saltillense por adopción, y es que solamente y literalmente sólo nació en Concha del Oro, incluso, cuando le preguntaban de dónde era, ufano y orgulloso siempre respondió de Saltillo y me refiero a Enrique “El Pipo” Linares.
Desde niño mostró sus dotes musicales, cuando participaba en concursos que organizaba la estación de radio XEKS, a la edad de entre 12 y 13 años ya participaba en varios tríos musicales, junto con Ernesto Hernández, Ramiro Parra, Luis Alfonso Gamiz, entre otros más. Evidentemente desde niño, no sólo soñó, sino vivió siendo músico. Entre su adolescencia y entrando a su mayoría de edad, forma el grupo musical “Las siluetas del rock”, convirtiéndose al poco tiempo en “Las siluetas del Twist”, agrupación con la cual no sólo subió a escena-
rios y recibió aplausos, sino que fue en esa época cuando conoció a Maruca Espinoza, quien fuera su novia y después su única esposa, con quien procreó 4 hijos, mi amigo Enrique, Héctor, Paolo y Gaby. Como papá, era muy raza, muy distinto al estereotipo de padre, en parte a que su vida era la música, el escenario, logrando hacer un clic especial entre padre e hijos, incluso me afirma Enrique, que ni siquiera sabía regañar.
En cierta ocasión el italiano Humberto Fasci, avecindado en Monterrey escuchó cantar a Pipo Linares, convirtiéndose no sólo en su mecenas sino hasta en su promotor artístico, su música, su voz, su personalidad, conquista al público regiomontano, participando en programas de televisión de la época, como el “Clan del martillito” o “muévanse todos” con Vianei Valdés, sin embargo, logró vibrar más allá, haciendo que
los empresarios de la Ciudad de México, voltearan a verlo y escucharlo, firmando al poco tiempo con la disquera Peerles, sí la misma en la que grababa el ídolo de México, Pedro Infante, cambiándole el estilo de balada rock a bolero ranchero, entre las que destacan: esclavo, el amor en broma, condición y Embrujo, la cual se convirtió inmediatamente en un éxito musical, nacional e internacional, incluso Raúl Velasco, nombró al Saltillense Pipo Linares, como la revelación musical de 1970.
Entra las canciones que lo hicieron famoso en el noreste de México, están: Italianita, agradezco tu mentir, de su autoría junto con Raúl Ordoñez y que por cierto forma parte del “soundtrack” de la película Roma, aunque se enoje mi amigo Juan Campos, esa canción, Rigo se la pirateó a los Saltillenses. En pleno apogeo del Rock&Roll y cuando Enrique Guzmán estaba en la cima de su estrellato, en una cara-
vana musical, realizada en el Cinema Saltillo aquí en nuestra hermosa ciudad, en medio concierto, el público empezó a gritar “Que cante Pipo, que cante Pipo”, por lo que pidió que subiera a cantar, el mentado Pipo, el Saltillense empieza a cantar, recibiendo una ovación del público asistente, por lo que el papá de la Alejandra abandonó el escenario.
El 13 de enero de 1986, el Creador, aprovechando que Pipo estaba en Saltillo, visitando a su familia y amigos, le dieron ganas de que le cantarán al oído algunas melodías, y no encontró mejor voz que la del Saltillense Pipo Linares. Esta es la historia de un músico, de una artista Saltillense, que se convirtió en toda una estrella, pero que en realidad sólo quería cantar, logrando poner el nombre de Saltillo en todo lo alto, definitivamente Pipo Linares es un Saltillense como muchos que tenemos y que vale la pena presumir.
En esta ocasión te platico de cómo era nuestra hermosa ciudad de Saltillo, bueno una parte de esta ciudad cuando aún no era ciudad sino eran dos poblados, del lado oriente la Ciudad de Leona Vicario y del poniente la Villa de Villalongín. Y hare referencia a Villalongín, no sin antes decirle estimada y estimado Saltillense que el nombre se debía al héroe de la independencia Manuel Villalongín quien nació en lo que era Valladolid hoy Morelia, y quien fue el líder que comandó a las fuerzas insurgentes por todo Michoacán.
Crédito: Eugenio Galán de la Peña
nombres de héroes de la lucha armada a ciertos poblados, nombrando a la Villa de Santiago del Saltillo, como ciudad Leona Vicario, por supuesto en honor a “la dulce madre de la patria”, aunque existieron por lo menos dos propuestas más para llamarla Ciudad Indalecio o Ciudad de Santiago Vicaria Quintana, mientras que al pueblo de San Esteban de la Nueva Tlaxcala se le propuso llamarle San Esteban de Villalongín, terminando por nombrarla solamente Villalongín, todo esto durante el año de 1827.
Después del triunfo que nos dio la independencia, las autoridades buscaron fomentar el patriotismo de la nación naciente, colocando
En 1828 se levantó un censo en lo que era el Pueblo de San Esteban de la Nueva Tlaxcala llamado en ese momento Villalongín, donde vivían 2,935 habitantes de los cuales 114
eran viudas y 46 viudos. Además, se contaba con tres escuelas una de ellas en la plaza pública que contaba con 150 alumnos las otras dos tenían 85 escolapios, es estas sólo les enseñaban a leer, escribir y contar. Por cierto, en esa misma plaza había 10 personas presas de los cuales 2 eran mujeres. Villalongín, es decir una parte de esta hermosa ciudad de Saltillo en el año de 1828 no contaba con boticario, tampoco con médico o cirujano alguno, no habitaban minero pues en realidad ni había minas, ni impresores, ni militares con fuero, no se contaba con abogados, tampoco escribanos y por si fuera poco o más bien nada tampoco había sacristán alguno. Se tenía un templo, que llegó a ser conocido como la iglesia de los
indios y que hoy lleva por nombre San Esteban, además de un cementerio, dos fábricas comunales, dos paseos públicos, dos ríos, dos ojos de agua, una hacienda y dos ranchos. Para el año de 1837 ambos poblados se fusionan para llamarse Saltillo. Hoy tenemos una ciudad grande, en progreso, con grandes edificaciones, que ha dado a México y al mundo grandes mujeres y hombres ya sea en el ámbito educativo, artístico, deportivo, empresarial, político y más, pero no podemos olvidarnos ni dejar fuera de nuestra historia que una parte de esta hermosa ciudad de Saltillo tiene sus orígenes en 91 familias de nativos tlaxcaltecas y que en año de 1828 se llamó Villalongín en la cual habitaban solamente 2,935 personas.
1 de diciembre de 1863
2 de diciembre de 1913
4 de diciembre de 1965
6 de diciembre de 1915
El Ayuntamiento de Saltillo, externando la penuria del erario, solicita al Gobernador de Nuevo León y Coahuila, Santiago Vidaurri, ayuda para sostener la manutención de la escolta que acompañaba a la esposa del Presidente, Doña Margarita Maza de Juárez. De inmediato se giran órdenes para cubrir la urgente necesidad.
Otilio González Morales, quien destacaría como poeta Saltillense, informa al Alcalde de Saltillo que se trasladaría a la Ciudad de México a estudiar en la escuela de Derecho, para lo cual solicita que se le continuase apoyando económicamente.
Se inaugura en la capital de Coahuila el “Cine Saltillo”, en el mismo sitio en el que había estado el “Teatro Obrero”, en el centro de la ciudad.
En Saltillo, cierra definitivamente sus puertas el Banco de Coahuila.
9 de diciembre de 1671
10 de diciembre de 1915
15 de diciembre de 1889
18 de diciembre de 1675
20 de diciembre de 1858
20 de diciembre de 1936
Se recibe en la Villa de Santiago del Saltillo real cédula que dispone que a los Chichimecas que se incorporasen entre los Tlaxcaltecas se les habría de enseñar la religión cristiana.
En Saltillo, Coahuila, Don Venustiano Carranza coloca la primera piedra de la Escuela “Miguel López”, designada con ese nombre en honor al destacado maestro forjador de la educación en Coahuila.
En Saltillo, Coahuila, el poeta de renombre nacional, Juan de Dios Peza, presenta su poema “Por la Frontera”, que culmina: “Por Coahuila que esplendente, Se nombra ante quien lo admira, MÚZQUIZ, junto al insurgente, Junto a Juárez, DE LA FUENTE, Y ACUÑA junto a la lira”.
Autorizado por la Audiencia de Guadalajara, el Obispo Santa Cruz suprime el Presidio de Santiago del Saltillo del Ojo de Agua.
Los padres de familia del Colegio Josefino de Saltillo (antecedente del Ateneo Fuente) solicitan al Gobernador de Nuevo León y Coahuila que el catedrático de filosofía, Victoriano Cepeda Camacho, regresara a sus labores magisteriales tras haberse alistado como Capitán 1º del Ejército del Norte.
Fermín Espinosa Saucedo “Armillita”, originario de Saltillo, Coahuila, mano a mano con Lorenzo Garza se enfrenta a los toros “Cantarito”, “Garboso” y “Pardito”, de los que se le concedieron orejas y rabos, y del último una pata.
22 de diciembre de 1777
23 de diciembre de 1733
25 de diciembre de 1931
26 de diciembre de 1874
30 de diciembre de 1881
Habitantes del Pueblo de San Esteban de la Nueva Tlaxcala solicitan al Cabildo de la Villa del Saltillo, les designase un Protector debido a la renuncia de Pedro Francisco de la Fuente Fernández.
Las autoridades del Pueblo de San Esteban de la Nueva Tlaxcala se quejan de que las de la Villa de Santiago del Saltillo habían ocupado el Jueves Santo su banca en la iglesia de San Francisco.
En Saltillo, Coahuila, es asesinado por órdenes de un militar al que un día antes había desarmado, el personaje popular Agustín Jaime Aguilar, hecho que fue el tema de un conocido corrido.
El “Casino Militar” de Saltillo se establece primeramente en la vivienda de Don Leonardo de los Santos Coy, en Morelos número 9. Entre sus socios, además de algunos militares, los empresarios Encarnación Dávila, Miguel Arizpe y Ramos, Dámaso Rodríguez y Guillermo Purcell.
El Ayuntamiento de Saltillo, Coahuila, compra a don Luis de Cepeda, en $800, el último lote de terreno con el que se integraría la Alameda.
Pedro de Liendo ofrece en venta una haciendita de fundición en la hacienda de San Ysidro de las Palomas, por la cantidad de 200 pesos.
Anuncio publicado el 7 de enero de 1806 en la Villa de Santiago del Saltillo.
Hoy 22 de mayo de 1668 como a las doce del día pasó de esta vida a la eterna, el señor General Don Fernando de Azcué y Arméndariz originario de los reinos de Castilla y Navarra de la jurisdicción de Burguete. Lo participan a ustedes, con el más profundo dolor y cristiana resignación su sobrino don Bernardo de Azcué. El duelo se recibe en la casa del finado y se despide en la Iglesia Parroquial del Señor Santiago.
Obituario publicado en la Villa de Santiago del Saltillo.}
Aproveche mulata blanca de tres o cuatro años de edad, en sólo cien pesos. Informes y tratos con Joaquín Ortega, vecino de esta villa.
Anuncio publicado en la Villa de Santiago del Saltillo.
Vendo terreno, magnifica ubicación, propio para fincar “casa y morada”.
Anuncio publicado en el Pueblo de San Esteban de la Nueva Tlaxcala.
Ejemplar de cortesía
Todo buen Saltillense debe saber...
Si ya la leíste ¡Rólala!