“La inmadurez reside en la total ignorancia de lo que uno mismo es. Comprenderte a ti mismo es el comienzo de la sabiduría.” - J. Krishnamurti. El cuerpo y la mente humana poseen una gran sabiduría. Desde el principio se están cocinando todos los elementos que constituyen la sopa que da paso a la vida como la conocemos. Nuestro cuerpo y mente, nuestro espíritu y nuestro ser, es el resultado de millones de años del cultivo de la creación. Poseemos en nosotros una gran energía acumulada a través del tiempo con poderes que están aún esperando a ser explotados y otros ya existentes que están conscientemente – e inconscientemente – siendo olvidados. El ser humano en todo esplendor es una criatura que posee un grado de libertad como ninguna otra que exista o haya existido sobre la faz de este planeta. Poseemos la habilidad de interpretar las formas de lo existente e invocar imágenes que nos permiten crear una relación entre las circunstancias presentes con eventos del pasado para darnos una visión de aquello que aún no ha sucedido. En otras palabras, los seres humanos poseemos una gran habilidad para ver el futuro, pero mas importante aún es nuestra capacidad de actuar sobre tal visión, es lo que los antiguos llamarían “libre albedrio”. Esta libertad, es nuestro mas grande poder, es nuestra gran bendición pero también nuestra mayor fuente de sufrimiento, es la enfermedad pero también puede ser la cura, es la culpa y es el perdón, es el miedo y es el amor, puede ser lo todo y también puede ser la nada, pero siempre va a ser una cosa, tú decisión. Como economista estoy constantemente estudiando como estas decisiones afectan los aspectos inherentes a la escases de los recursos y la optimización del uso de los mismos, pero considero mucho mas importante aún los mecanismos que conllevan a las sociedades, familias e individuos a tomar dichas decisiones. La idea de que las sociedades forjan a las personas que la conforman es acertada solo dentro de los aspectos sociológicos, pero estos aspectos siempre vienen precedidos por factores psicológicos que no se cultivan a nivel macro en las sociedades sino inicialmente en un día a día de convivencia y educación dentro de los hogares. La suma individual de todas las partes hace la sociedad, no al revés. Como empresario y hombre de negocios, he decidido dedicar una serie de recursos y tiempo para entender como se pueden establecer parámetros que puedan hacer del ecosistema que constituye una sociedad (i.e: una empresa, un gobierno, una familia, etc) mas productiva y ultimadamente mas próspera. La conclusión es inequívoca es irrefutable, “La Familia es la base de la sociedad”, lo es hoy y siempre lo ha sido. Como ser humano y padre de familia también enfatizo de manera reiterativa la importancia de la educación a todos los niveles en todas las edades. No me refiero únicamente a la construcción del conocimiento especializado, de la clase que se enseña en las escuelas y las universidades sino de la clase que lleva un sello de curiosidad impreso por los valores y principios en la base de la consciencia de cada individuo. La educación a la que aquí estoy haciendo referencia – aparte del conocimiento generalizado – es a la educación de vida, si se puede catalogar de esa manera. Hablo del arte de ser humano, un concepto abstracto el cual nunca se puede dejar de observar y estudiar. Es por consiguiente la falta de educación lo que genera incertidumbre en el hombre tanto de manera individual como en su conglomerado.