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UNA OPORTUNIDAD PARA TODOS
Cuando todo era una fiesta en el estadio Lusail de Catar, cuando los jugadores de la Selección de Argentina festejaban con locura la Copa del Mundo, Lionel Messi buscaba con la mirada a su familia, ubicada en lo alto del estadio. Su expresión era la de un hombre feliz, totalmente relajado, como si se hubiera quitado un elefante de los hombros. Ni bien localizó a su esposa Antonella, a sus hijos, a sus padres Jorge y Celia, les hizo un gesto inequívoco cruzando los brazos por delante de su pecho, como un árbitro que decretó el final de una pelea: “¡Basta, se terminó!”.
El gesto pasó casi desapercibido, pero el capitán argentino le estaba diciendo a su familia “¡Se terminó, no más sacrificios!”.
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Messi es un animal competitivo, los desafíos son su modo de vida. Pero el sacrificio que se debe hacer para seguir montado en la cresta de la ola, es muchas veces imperceptible para el público. Cientos de horas de avión, decenas de días de concentración y, lo peor de todo, poca libertad para vivir como una familia lo más común y corriente posible. Los Messi querían abrir la jaula de oro, en París no fue el sueño esperado.
Tras ganar todos los títulos que disputó, tras cumplir su máximo anhelo en Catar, luego de transformarse en el jugador de fútbol con más campeonatos ganados, Leo priorizó a su familia y le dijo “no” al mejor contrato jamás visto para un deportista. No a 400 millones de petrodólares anuales de los árabes. Fue también un “basta” a no tener un hogar fijo, basta de ver que sus hijos Thiago (10 años), Mateo (7) y Ciro (5) pierdan sus amigos. “Quiero salir del foco” explicó Leo. “¡Quiero paz!” hay que leer.
El mejor jugador de todos los tiempos firmó con el Inter de Miami de la MLS, tras un trabajo de seducción de muchos años del inglés David Beckham y el imprescindible apoyo de Adidas y Apple. Para los fanáticos boricuas del fútbol, una “raza” en plena expansión, es una oportunidad inesperada tener a artista como Messi a sólo dos horas y medias de vuelo. Todos los deportes necesitan tener un ídolo para lograr su crecimiento, tal vez Leo –el atleta latino más importante de este siglo– pueda ser adoptado como propio y ocupar ese lugar. Un fenómeno que el equipo rosa y negro ya está viviendo. Por ejemplo, su cuenta de Instagram tenía 1.5 millones de seguidores y a horas después del anuncio de la llegada de Leo pasó a tener más de 8 millones… en su mayoría latinos.
Vivir y compartir el final de la carrera de Lionel Messi es un privilegio que no se olvidará.