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SOBRE HÉROES Y TUMBAS

Ucrania es un infierno. Entre las bombas, la desolación y los cadáveres, los atletas que hasta hace poco competían por una medalla, ahora luchan por salvar sus vidas y hogares frente a soldados profesionales y mercenarios. En medio de la guerra, ZONA localizó a varios deportistas quienes brindaron sus escalofriantes testimonios.

En la ciudad de Avdiivka, Ucrainia, un soldado se refugia del constante bombardeo ruso. Más de 300 deportistas y entrenadores han perdido la vida a consecuencia de la guerra. >Evgeniy Maloletka

No había una sola hoja en los árboles, ni vidrios en las ventanas. Las casas y los edificios destruidos por los ataques rusos lucen siniestros y la camioneta avanzaba en medio de un silencio espeluznante, acompañada por el constante olor a quemado. A esa altura del camino Vladyslav Heraskevych y su padre Mykhailo buscaban cualquier ser vivo, solo para alimentar con algo sus famélicas esperanzas de poder ayudar. El camino era un reguero de pueblos fantasmas. Las explosiones, que irrumpían cada vez más cercanas, eran la clara señal de que el monstruo de la guerra seguía devastando todo lo que encontraba.

Vladyslav fue dos veces atleta olímpico compitiendo en skeleton y Mykhailo el presidente de la Federación Ucraniana de este deporte. La guagua que utiliza- ban para trasladar material deportivo, ahora servía para llevar ayuda, sorteando carreteras destruidas y cruzando puentes que ya no existen. “Es difícil describir con palabras lo que es la guerra… La guerra es una sensación constante de peligro total; son cientos de miles de vidas perdidas injustamente, son millones de personas que perdieron todo. Una vez hicimos un viaje humanitario a la región de Kiev (capital de Ucrania). Allí conocimos personas que sobrevivían sin agua, sin calefacción ni electricidad desde hacía más de un mes. Un tanque ruso había disparado directamente contra el edificio en el que vivían. Los conocimos cuando estaban cocinando sobre un pequeño fuego. El frío era insoportable, por la noche la temperatura llegaba a 23 grados. Tenían el aspecto de vagabundos que habían pasado toda su vida en la calle. Como ellos hay millones. Yo, por ahora, prefiero guardar silencio sobre las atrocidades cometidas por los soldados rusos, nunca hubiera creído que los seres humanos son capaces de tales cosas”, describe el atleta nacido en Kiev hace 24 años. Vladyslav es también la voz de los atletas ucranianos y organiza conferencias de prensa abiertas a todos los que quieran escuchar lo que está sucediendo en su país, sin los filtros mediáticos. También asumió la triste tarea de comunicar la muerte de los deportistas y de los entrenadores, que ya suman más de 300.

Cara A Cara Con El Enemigo

Si un general ucraniano y un comandante ruso tuvieran que señalar en un mapa dónde se llevan a cabo las batallas más encarnizadas, ambos pondrían sin dudarlo el dedo índice sobre Bakhmut, hasta ayer una colorida ciudad de 70,000 habitantes, hoy un agujero humeante. Los rusos están obsesionados con ella, es la puerta de entrada a la estratégica región del Donbás. El Kremlin envió allí a los mercenarios del grupo paramilitar Wagner y a los presos que conseguirán su libertad si sobreviven a la invasión. Lo más oscuro y perverso del ejército ruso intenta entrar allí. Creyeron que sería más sencillo, pero se encontraron con una resistencia feroz.

“Empecé a fumar poco antes de la guerra y ahora fumo bastante. Lo uso como un antidepresivo, como una ayuda psicológica, me ayuda a sobrevivir”, comparte con una voz monótona, apagada, Andriy Dybka, campeón nacional Sub-20 de salto con pértiga, quien hoy pasa la mayor parte del tiempo en un agujero.

La comunicación —a través del traductor— no fue sencilla; si el agua o la electricidad son lujos en Bakhmut, conseguir señal de internet es un milagro. “No sé como vine a parar al frente de combate. Creo que es porque ya no soportaba seguir guardado en el sótano con mi familia. Así que soy un voluntario más, luchando contra soldados profesionales. Los nuestros van cayendo y hay que cubrirlos como sea”

Los olores, el frío que lastima, el silbido de las balas que buscan silenciar una vida, dejan huellas profundas en todos. Andriy lo sabe: “La guerra es horror, no hay nada bueno por aquí. La guerra son lágrimas, son muertes, sangre, la guerra es muy dolorosa. Yo quiero que se termine ya, pero solo finalizará con la victoria de Ucrania, por que son ellos los que están invadiendo nuestro territorio, ellos ocuparon mi casa”.

Si sobrevive, Andriy necesitará mucho coraje para sanar su alma.

“GRACIAS HERMANO”

Si contactarse con los deportistas que están en el frente es complicado, reconstruir lo que sucedió con los que menos suerte tuvieron es mucho más difícil todavía. En especial porque la mayoría desconfía de todo y de todos.

Allí mismo, en Bakhmut, perdió la vida Volodymyr Androshchuk, quien era campeón nacional de decatlón Sub-20, solo quince días después de cumplir 22 años. Un comunicado, frío y escueto, informaba sin demasiados detalles sobre su pérdida inestimable.

ZONA logró hablar con uno de sus mejores amigos, el subcampeón europeo de salto con pértiga Illia Kravchenko: “Volodymyr terminó unos meses de entrenamiento básico en un campo militar y se fue al este de Ucrania, donde se libran las batallas más duras”, comenzó su triste relato en perfecto inglés. “Era un día normal para mí, estaba entrenando y cuando levanté mi teléfono tenía muchos mensajes que me avisaban su muerte a manos de las criminales fuerzas rusas. No podía creer que hubiera sucedido… fue muy duro. Más tarde supe que Volodymyr recibió una herida de metralla en la cabeza. Ocurrió en una batalla brutal donde su escuadrón se encontró cara a cara con el enemigo. Los muchachos de su unidad pudieron llegar hasta él, pero la muerte había sido instantánea… al menos pudieron recuperar su cuerpo. Su equipo de asalto realizaba las tareas más difíciles: infiltrarse en las trincheras rusas, donde a veces estás a 60 pies del enemigo”.

“Cuando comenzó la segunda invasión –relató Illia–, en febrero del 2022, mis padres estaban fuera del país. Fue un momento desesperante para mí. Junto con mi novia, mi hermana y mi abuela escapamos hacia el oeste, y fue “Boba” (Volodymyr) y su familia quienes nos refugiaron en su hogar. Le estaré eternamente agradecido… sin dudas perdí a mi mejor amigo. En su casa quedaron llorando sin consuelo su hermana, su madre y su abuela”.

OTRO HÉROE, OTRA CRUZ

Maksym Galinichev tenía la cara sucia por la tierra de las trincheras. Luce casi un niño, el uniforme del ejército le queda grande y el fusil en sus manos parece una broma macabra. Maksym es… Maksym era una de mayores promesas del boxeo ucraniano. Había logrado la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de la Juventud en 2018, en la categoría -56 kilogramos (kg). En 2022, eligió sumarse al ejército en lugar de ir a competir al Campeonato Europeo, en Armenia, donde era uno de los favoritos para ganar.

Sin embargo, Vladyslav Heraskevych anunció en su cuenta de Twitter que su luz se había apagado. Tenía sólo 22 años. “Maskym tuvo la oportunidad de representarnos deportivamente, pero no dudó en sumarse a la Brigada Aerotransportada Sycheslav de Ucrania. El 10 de marzo, cayó en combatiendo en la Lugansk”.

A pesar de lo que muestra la televisión —una guerra de misiles y drones— los enfrentamientos son en su mayoría cuerpo a cuerpo, entre trincheras y en escenarios urbanos. Quizá fue su estirpe de boxeador lo que le impulsó a volver dos veces al frente, luego de que sus heridas, en sendos combates, le aseguraban el boleto a casa. Cuando termine esta guerra, sin duda que Maksym Galinichev será reconocido como uno de los grandes héroes de Ucrania. Era un niño —el hijo o el hermano de cualquiera de nosotros— con una sonrisa contagiosa, un casco que le bailaba, una mirada inocente y un valor inigualable… su vida, como la de todos los caídos, era más valiosa que esta guerra.