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PAULA RIVERA BRINDA ATENCIÓN A LA EDUCACIÓN

POR MELISSA M. CRUZ RÍOS>MÍRAME

Hace una década que se estableció la Fundación Atención Atención con la misión de lograr que cada niño —sin importar su condición social, nivel intelectual o si tiene o no algún tipo de discapacidad— alcance su máximo potencial.

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Se dieron a la tarea de diseñar programas para facilitar experiencias creativas y herramientas educativas para niños y los adultos responsables de su cuidado, sean padres, encargados, tutores o maestros.

Sin embargo, su origen se remonta a 24 años atrás, cuando surge el grupo Atención Atención y personajes como el Sr. Sapo, el Lagartijo o Tito El Angelito, a través de la propuesta federal No Child Left Behind (NCLB) del Departamento de Educación de los Estados Unidos.

“Atención Atención surge en 1999 como proyecto familiar. Fue concebido por mi madre, Ivonne Solanas Pacheco —quien fue maestra por más de 30 años— cuando mi hermano Víctor se acababa de graduar de músico terapeuta y yo era profesora universitaria, en área de problemas sociales. Desde el principio el proyecto tuvo un propósito educativo. En aquel momento, se creó un kit que contenía el disco con canciones como el Sapo, el Lagartijo y el Ángel de la guarda, así como un manual sobre la importancia de educar a través de la música y el juego, con el que se adiestraron unos 2,5000 maestros. Debido a la necesidad existente, la parte artística tomó mayor preponderancia. Así surgieron los espectáculos y el programa de televisión, sin perder la raíz educativa. Luego, fuimos variando lo que era la formación de los adultos, para trabajar directamente con los niños en su desarrollo. No fue sino hasta 2013, que decidimos establecer la fundación con la idea de retomar lo que había sido la visión de mi mamá”, relató Paula Rivera Solanas, cofundadora y directora ejecutiva de la entidad sin fines de lucro.

“Es así que, aunque nacimos de un mismo tronco, Atención Atención y la Fundación Atención Atención son dos entes distintos, proyectos hermanos, que trabajan desde lugares diferente con un enfoque en común: el bienestar de la infancia y su familia”, explicó Rivera, quien es la mayor de seis hermanos, nacida en Buenos Aires, Argentina, y de padre puertorriqueño.

Este año, la fundación cumple sus 10 años, y los últimos cinco son los de mayor evolución.

Su programa principal es el de Talleres Formativos, creado especialmente para ampliar el conocimiento a los padres, madres, maestros y profesionales de la salud que atienden niños de educación especial. Desde 2013, este programa ha impactado más de 12,000 personas.

No obstante, eventos como el huracán María en 2017, los terremotos y la pandemia ocasionada por el covid-19 en 2020, provocaron la creación de otros programas para atender las necesidades latentes en la población infantil. Así se creó La Hora del Juego, La Magia de Leer y Jugar, y AA Academy Workshop.

La Hora del Juego enfatiza el juego como la mejor herramienta para trabajar el manejo de emociones, la salud mental y la resiliencia. Mientras que La Magia de Leer y Jugar es una iniciativa escolar integrada a la agenda académica, que ayudar a los estudiantes a desarrollar destrezas de lectoescritura de forma divertida.

Con la AA Academy Workshop, crearon una plataforma digital y educativa que ofrece contenido suplementario para apoyar en el desarrollo cognitivo, motor y social de niños.

“La AA Academy es la primera plataforma virtual educativa hecha en Puerto Rico y pensada para niños pequeños menores de 7 años. Es una herramienta gratuita, completamente subvencionada por propuestas, cuyo contenido está alineado con el currículo creativo del Programa Head Start y el Departamento de Educación de Puerto Rico (DE). En principio, fue pensado para niños en edad preescolar, pero se ha convertido en una herramienta muy útil para trabajar con menores de hasta tercer grado. Cuando lo abrimos, la expectativa era de máximo 5,000 usuarios y alcanzamos unos 80,000 suscriptores, entre Puerto Rico y otros 10 países. Evidentemente, había una gran necesidad de apoyo para cubrir la enseñanza entre este grupo de edades”, abundó la gestora.

Rivera cuenta con un bachillerato en Análisis en Medios de Comunicación de la Universidad de Buenos Aires, Argentina (UBA); una maestría en Comunicaciones de la Universidad de Puerto Rico (UPR); una maes- tría en Adicción a Drogas de la Universidad Complutense de Madrid, España, y estudios doctorales en Historia de la Universidad Interamericana de Puerto Rico (UIAPR).

Por muchos años trabajó como analista de comunicaciones e investigación social entre España y Puerto Rico. También ha sido educadora a nivel universitario por largo periodo. Asegura que trabajar desde el tercer sector es lo que le ha permitido estar más cerca de la comunidad y marcar una diferencia.

“Me llena de satisfacción, especialmente luego de tener un ejemplo de servicio y compromiso como mi madre. Igualmente, por mis experiencias de vida y por haber tenido una hija con dificultades, para mí es importante trabajar en algo que pueda tener un impacto positivo en la sociedad. Lograr que todos los niños alcancen su máximo potencial es tanto mi misión como de la fundación. Siempre he pensado que es más efectivos enseñar a las personas a pescar que regalar pescado, porque al final, se valoran más las cosas que se logran por sacrificio propio”, sostuvo.

Siguiendo esta misión, Rivera compartió que parte de las metas con la Fundación Atención Atención son seguir brindando herramientas educativas a los niños y adultos que tienen menos accesos —como los residentes en la zona central montañosa de la Isla—; seguir desarrollando la AA Academy, abrir un área de investigación para reunir datos que les permitan ayudar a reducir la disparidad educativa en la Isla, así como resaltar la importancia del juego en el aprendizaje desde edades tempranas.

“Jugar e interactuar con otras personas es fundamental para el desarrollo y para el manejo de emociones. Exponerse a la experiencia de jugar con otros niños, brincar, correr y andar en bicicleta es necesario. Pero, estamos dejando que todo el ocio de nuestros niños esté en manos de la tecnología y en el juego individual y no debería ser. El que un adulto dedique tiempo para jugar con un niño es irremplazable. Por eso invito a todos los adultos a que cierren sus ojos y piensen lo que jugar significó en su infancia. Que luego piensen que sus hijos no conocerán ese sentimiento, si no se lo enseñan jugando. Si recordamos lo que significó para nosotros, podemos hacer una diferencia en la vida de nuestros niños y la sociedad”, concluyó.

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