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Gonzalo Montero Lara
GONZALO MONTERO LARA (Bolivia) Nació en Cochabamba, Bolivia el 7 de julio de 1952. Médico, poeta, narrador, ensayista, antólogo nacional e internacional, humorista, comunicador social y gestor cultural. Ejerce la Medicina como médico de la Caja Nacional de Seguridad de Bolivia. Fue integrante del Movimiento Cultural Itapallu, de la Unión de Poetas y Escritores de Quillacollo. Forma parte de Escritores Unidos, Super Nova y PEN Quechua. Tiene 22 obras literarias publicadas. Sus poemas y cuentos han sido seleccionados en varias antologías nacionales e internacionales. Participa en eventos literarios virtuales en forma constante. Ha expuestos ponencias en congresos virtuales internacionales. Libros. Humor: Punto G (2016), Humor con sexo sentido (2017), Escalona (2017). Biografía: Gotas de vida. Semblanza y memorias de Hugo Montero Mur (2019). Cuento: Pétalos de sangre (2009), Poesía: Miradas del silencio (2004), Rosas de fuego (2005), Latidos del tiempo (2008), Espejo de ausencias (2009), Versos sediciosos (2020).
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REALIDAD ALTERNA (cuento) Gonzalo Montero Lara
Waldito con sus 13 años clavados de energía en su cuerpo delgado, sin excesos ni carencias. alista sus zapatos deportivos que los calza en sus finos y encorvados pies de palomo. Erguido, se mira frente al peinador de su madre. Queda preocupado por imagen que devuelve el reflejo del espejo. La imagen que contempla no termina de satisfacerlo. Pese a sus afanes, el tío con limitaciones para caminar, no pudo conseguir la versión de una camiseta deportiva con franjas horizontales del club español Barcelona —No importa, al fin al cabo es solo por un rato — señala el muchacho caminando con ágiles saltitos probando sus botines flexibles de dolor cobalto dotados con plantas de trilla menuda adecuadas para entrenamiento en campos con escaso pasto. Toma su bolsón, un frasco dispensador con líquido hidratante que acomoda en un bolsillo del bolsón y lleva en la mano un plátano maduro. Los padres sentados en destartalados sillones rústicos de jardín a la sombra de una higuera repleta de frutos y moscas revoloteando, miran los frutos maduros reventados en el piso. Ellos planifican despreocupados un fin de semana rural. Hacen planes para visitar la pequeña ciudad colonial de Tarata, donde el cariño de los amigos y las delicias gastronómicas que ofrece, resultan siempre una experiencia gratificante. Antes de ir a su práctica deportiva, Aldo se acerca a sus padres y mientras acaricia a su gato negro favorito les pregunta de manera distraída: —Papi ¿existe otra realidad? —El padre sorprendido por la inusual pregunta, traga saliva aprestándose a contestar, pero lee el lenguaje postural del niño que se halla apurado semejando un jinete de competencia con un pie en el estribo a punto de arrancar, pero, le responde: —Puede haber muchas realidades alternas coexistiendo con la nuestra, pero…te veo apurado y no quiero que llegues tarde a tu práctica. Hay que ser siempre puntual con los compromisos. Hablaremos a tu regreso. Pasaron, muchas lunas de noches densas, un agobiante silencio reina en las calles vacías del barrio huérfanas de calor humano.
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El abuelo, excepcional personaje de la política nacional falleció a los 87 años. Persona de origen humilde, murió pobre porque nunca hecho mano a dineros públicos que sus altas funciones de dignatario de estado le hubieran posibilitado como lo hacen muchos funcionarios, y perpetran estos hechos ante la resignación o complicidad popular. Los ciudadanos de a pie se muestran indulgentes con políticos en funciones de la administración pública si roban, pero hacen obras. Se ponen en su lugar y comprenden que deben hacerlo para recuperar los onerosos gastos sus campañas La abuela llamó de urgencia. El abuelo reacio a las atenciones médicas, se hallaba caído en el piso con rastros de sangre de una herida contusa en la nuca, además confuso y sudoroso. Fue levantado del piso por su hijo mayor ayudado por un solidario vecino de la casa de al lado, luego conducido al hospital de su seguro, en una esperada odisea, venciendo los obstáculos en la circulación por los bloqueos realizados como parte de la estrategia de un ominoso golpe de estado en marcha. El magnífico anciano, expiró su postrer halito de vida en el servicio de emergencias, y su muerte fue como una señal premonitoria de absoluta fatalidad, porque la sombra de un microorganismo de oscuro origen, tal vez fabricado como arma biológica y diseñado con fines de cambiar el equilibrio del poder y el posicionamiento de las siniestras élites hegemónicas de las sociedades humanas del planeta tierra. Mientras los padres de Waldito, ambos trabajadores del precario aparato de salud del estado plurinacional, ven azorados las cifras de enfermedad y muerte publicadas en la prensa transformada ésta en un verdadero urinario público, preñada de información imprecisa, segada, parcializada, y en muchas ocasiones totalmente falsa. Desatada la pandemia viral con todas sus consecuencias, el lugar del niño ya no es su entorno natural, se ha trasladado a una realidad virtual. La telaraña del internet que le ofrece fundamentalmente entretenimiento, con juegos de muerte más emocionantes para la diversión diaria, pero, carentes de información relevante para su formación de valores humanistas. Dejó atrás los canales de información científica, histórica y social. La guerra resulta más excitante. Los
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alaridos del niño en sus clímax triunfalistas, mientras perfecciona su destreza para manejar los mandos y programas que le permiten matar con mayor eficiencia a terroristas siempre islámicos o latinos en operaciones de aniquilamiento realizadas por eficientes francotiradores gringos tachonados de calaveras y osamentas sangrientas. El jovencito después de meses de darle duro a los disparos con el armamento más novedoso que sus ahorros le permiten adquirir. Ya no pide; exige a los padres el mejoramiento tecnológico de los recursos bélicos de sus personajes (asesinos) favoritos, todos ellos invasores de poblaciones de otros países. Héroes entrenados como máquinas de matar a “enemigos” que siempre están menos dotados en la defensa de sus familias, poblaciones y territorios, cuando eran invadidos por operaciones planificadas por los señores de la muerte que programan estos reflejos distorsionados de la realidad en la materialización de sus buenos negocios. El jovencito no acepta escuchar estas reflexiones. Se limita a señalar lacónicamente —son juegos… mejoran la destreza en los teclados, estimulan las reacciones rápidas y oportunas y son nada más que juegos que permiten ganar dinero si uno es bueno.
Las desgracias son terreno abonado para jugosos negocios. Los padres de Waldito veían espantados la elevación de precios en medicamentos de utilidad cuestionable buscados con desesperación por los familiares de los enfermos. Los médicos, muchos en afanes políticos partidistas y los más, escuchando el silencio de muchas organizaciones científicas y colegiadas que ingresaron en un silencio cómplice del negocio de la pandemia. Todos desorientados por las características singulares de una nueva enfermedad dotada de las peores características que le permiten y permitirán hacer de las suyas hasta arrodillar a la humanidad, especialmente a los pobres y desprotegidos, enriqueciendo a los fariseos que nunca faltan, y quienes comercian y lucran con el sufrimiento. Sistemas de salud ineficientes para una emergencia, tratamientos cuestionados, vacunas imperfectas, infodemia al grado de intoxicación colectiva, economías familiares y estatales derrumbadas, especialmente en los países dependientes y fundamentalmente
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miedo atávico introyectando con hierro al rojo vivo en la conciencia y ánimo de las poblaciones. Nuevas modas, usos y costumbres, surgieron de la plaga; Tapabocas con variados diseños que no sirven en absoluto para limitar los contagios. Población que los usa dejando suelta la nariz o quitándose el barbijo para hablar. Terapias rechazadas en tímidos pronunciamientos de sociedades científicas a falta de estudios concluyentes. Sustancias y procedimiento alternativos, que no modifican la marcha de las legiones virales. Nacimientos de fármacos nuevos de la industria farmacéutica de improbada efectividad para fases críticas, pero, importados y vendidos sin escrúpulos a precios inalcanzables para las economías derrumbadas. Cobros abusivos en clínicas privadas, donde una joven pareja fallecida dejaba como herencia no solamente la pérdida de la vivienda y sus bienes, sino elevadas deudas de clínica a los hijos en pañales. Todo esto en el dramático marco de una inestabilidad política con gobiernos regionales sin autonomía, prisioneros del dinero y las armas de los amos del planeta amenazadas de manera permanente por la espada de Damocles oscilando fatalmente.
En la trágica historia del país de Waldito todo cambio de poder determina cuotas de sangre donde los que siempre ponen la sangre son los pobres y los que disparan son los mismos de siempre. Mientras mucha gente se esfuerza en demostrar la baja mortalidad y letalidad del sañudo virus que, no es un organismo vivo, pero en su danza de mutaciones ya engendró crías de cepas más virulentas. Se lee diariamente en noticias casos y más casos, brotes y rebrotes, olas y oleadas. Las caras de nuevos amigos aparecen en los obituarios. La población se volvió experta en elaborar textos de condolencias a las familias dolientes. Y las reuniones virtuales. Los hospitales públicos y de los seguros reportan el rebalse y colapso de sus servicios de terapia intermedia y terapia intensiva y el vaciamiento de sus farmacias. Llegan imágenes de pacientes tendidos en los pasillos y otros yacen sentados en sillas de auditorio colgados de sueros y medicación y otros mueren en los asientos de vehículos de transporte o las calles.
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Waldito tiene la madre enferma y el padre agobiado por la edad, trabajando. Pero la cofradía de jugadores de internet lo tiene hechizado. Le aburren las clases del colegio, dejó las artes plásticas y las clases de guitarra, considera que los libros son innecesarios y son solo nostalgias de su padre un clásico ejemplar de Baby boomer, desubicado de tiempo y espacio en esta era tecnológica manejada por una matrix perversa y omnipotente operada por androides que antes eran humanos. —Hijo mío— habla el padre—, es verdad, hay otras realidades alternas y actualmente estamos en otra de carácter infernal — señala el padre en soliloquio a la sombra de las ramas deshojadas del higüero blanco, mientras resuenan en todo el ámbito nocturno los alaridos del hijo matando en los juegos de guerra… pero, en la mañana el niño toca la puerta de su dormitorio y cuenta que leyó un libro sobre las realidades alternas. No le entendió mucho, pero dice que es interesante y luego con un dejo de vergüenza pregunta: —Papi, ¿tienes algún libro de poesía?, a mi nueva amiga le gusta “eso”— .
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CORONAVIRUS (poesía) Gonzalo Montero Lara
¿Eres un hermano mayor que me castigas hoy o un holgazán que perdiste fuerza de trabajo en tu dilatado camino de la vida por el cosmos donde te comiste invisible feroces dinosaurios?
No te veían no te veo ni te ven humanos ojos moras agazapado allá en oscuras madrigueras hoy los ojos avizores de la ciencia humana miran embravecidos tus legiones en afanes
Mis ojos azorados observan tu mortal simpleza Siento en los latidos tu presencia cobrando algo algo que grita con eco milenario la ley de la selva somos presas para tu alimento y estás hambriento
Algo o alguien despertó tu voraz apetito ¿Eres un eficiente sicario de la madre tierra vengador de especies extinguidas por humanos o espada de los terrenos señores de la guerra?
En esta selva donde reina la ley de Arteaga mi especie ha sido invadida por tus huestes te arrinconaremos en oscuros meandros parásito oportunista con talón de Aquiles
Es posible que sucumba guerrero mi cuerpo añejo pero muchos hijos de la madre tierra amamos los colores y fragancias multiplicadoras de la vida y los que no la quemamos la sembramos.
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