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Gladys Luisa Oroz Aparicio
GLADYS LUISA OROZ APARICIO (Bolivia)
Nació en Potosí, Bolivia 10 de octubre de 1950. Abogada, poeta y actora teatral. Jueza de Bolivia por el tiempo de 26 años consecutivos en los Distritos Judiciales de Potosí y Cochabamba. Socia activa del Club del Libro 10 de Noviembre de la ciudad de Cochabamba desde el año 1999 al 2015. Socia fundadora del Club del Libro “Gaby Vallejo Canedo” en Cbba. el año 2016. Participó en varios eventos culturales y literarios en Potosí y Cochabamba. Participante en la Gala Poética en homenaje a los 102 aniversario de Gesta Bárbara Siglo XXI de fecha 16 de junio 2020. Participante de la Gala Poética en Homenaje al Departamento de La Paz 16 de julio 2020. Participante de la Gala Poética en Homenaje a la Patria “Los poetas del Mundo le cantan a mi Patria”. Coautora de los libros de dichos eventos publicados digitalmente.
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EL SUEÑO DE SANTIAGUITO Gladys Luisa Oroz Aparicio
Como todas las mañanas la maestra Melita espero a sus alumnos en el curso, siempre sonriente y cariñosa, pero esa mañana sería la última por la abrupta y maléfica llegada de un visitante que ahora hablaría con ellos.
Les contó que en un lejano país llamado China, había aparecido un virus pequeñito , tan pequeñito que nadie podía verlo pero que se creía todo un Rey, era gruñón y malvado, tenía la forma de una corona con espinas y por eso lo llamaron coronavirus Covid-19 y su único deseo era hacer el mal a los seres humanos, además era ambicioso y quería reinar en el planeta y se propuso llegar a todos los lugares posibles del mundo para someterlos y así fue que un día que decidió salir de su escondite y junto a un montón de sus cómplices, con mucha premura se dirigieron a la estación del ferrocarril, como eran tan pequeños e invisibles al ojo humano nadie se percató de su presencia, entonces buscó entre los pasajeros a alguna persona que pudiera transportarlos con él y divisó a una señora que estaba desprevenida, con la boca abierta y todo el grupo arremetió por ahí hasta la garganta, había conseguido su objetivo ella los llevaría de viaje a conquistar el mundo, se sintió feliz y triunfador pues este pequeño monstruo ya consiguió su primera víctima. En el viaje la señora comenzó a toser y toser y al hacerlo iba dejando a su paso decenas de virus que ya se habían alojado y multiplicado por miles en su garganta que era un lugar para ellos muy acogedor y que les ofrecía todos los elementos favorables para su multiplicación. Los nuevos virus salían frenéticos y sin control buscando otros escondites donde sentirse seguros, tener su alimento y poder multiplicarse a sus anchas, les fue muy fácil pues había muchas personas y estos malvadillos fueron ocupando las bocas y las
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gargantas de cuanto pasajero estaba en el vagón, para continuar su ciclo una y otra vez. Cuando la señora llegó a destino se sentía muy enferma y también las otras personas que fueron refugio de este virus empezaron a sentirse adoloridos y el malvado Rey Coronavirus estaba tan complacido porque su propósito se estaba haciendo realidad, el de hacer daño a la humanidad y apoderarse de ella.
Alguien que ya lo llevaba en la garganta se fue al aeropuerto más grande del mundo y ahí este pequeño monstruo aprovechó de continuar su misión así tomar cada vez más el control de todas las personas que tenían la desdicha de cruzarse en su camino y así llegar a diferentes destinos. Empezó la invasión a todos los confines del mundo llevando consigo su malsana carga que iba dejando a donde llegaba, llegó a casi todos los continentes del mundo y como era lógico por ser tan pequeño e invisible no pagaba pasaje, nadie lo registraba y peor aún nunca le hicieron ningún control en migración, ni en ninguna oficina ni agencia de viaje, por lo que el malvado Rey iba a cumplir su cometido de apoderarse del mundo entero, sembrando enfermedad, tristeza y desolación.
Un aciago día del mes de marzo del año 2020 llegó a nuestro país Bolivia, ¡oh!, que terrible tenerlo entre nosotros porque empezó su cacería, sembró desolación y mucha angustia, muchos de los nuestros entre vecinos y parientes fueron presa de su maldad y murieron sin despedirse siquiera de sus seres queridos y ahora solo los tenemos en el cielo en medio de las estrellas bañándonos con su luz. Por suerte nuestros médicos, enfermeras y todos los científicos del mundo, combatieron con el monstruo sin cesar, pero a cambio en esa batalla perdimos a cientos de ellos que no pudieron derrotarlo, sin embargo, nos indicaron muchas medidas de seguridad para
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cuidarnos y entre ellas las más importantes son: Quedarse en casa, lavarse las manos con mucha agua y jabón de manera constante, además usar mucho alcohol para desinfectar nuestro cuerpo y ropa y especialmente el uso del barbijo que a la cuenta se puso de moda en todo el mundo, y la maestra Melita acabó diciendo que por la llegada de esta visita inesperada tenían que suspender las clases y todas las actividades en nuestro país.
Los niños estaban confundidos y algo desconcertados porque ya no podrían ir a la escuela a estudiar y a jugar con sus compañeritos, Manuelito no lo aceptó y le contó a la profesora que sus amigos le dijeron que todo estaba bien y que solo algunos papás estaban exagerando para no dejarlos salir al parque del barrio, pero la maestra le indicó que no era mentira y que el virus malvado estaba suelto y caminando tanto de noche como de día buscando a cualquiera que se le ponga en frente para atacarlo y ser el único Rey, por lo tanto él debía ser obediente y cuidarse. Los demás niños del curso lo entendieron Alecito fue el primero en indicar que todos los consejos que daba la profesora los iba a cumplir porque no quería que nadie se enferme en su casa, por su parte Kymita y Dieguito afirmaron que cuando lleguen a casa se lavarán las manitas y tratarán de no ocasionar disgustos con el resto de la familia, para cuidarse y cuidar a sus papás, Nicolacito y Sebastián dijeron que ya en su casa sus papás les habían explicado y que estaban practicando las normas que repitió la maestra; los más pequeños del grupo Cristalita, Santiaguito y Valentina no prestaron mucha atención pues estaban distraídos y querían jugar y esperaban con ansias la hora del recreo para correr en el patio y compartir la merienda que era un pastel de manzana que había llevado Valentina, luego de toda la explicación la profesora se despidió de ellos con mucha tristeza y nostalgia pues las
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clases habían sido suspendidas y nadie sabía cuándo las cosas volverían a ser como antes.
Todos a su turno llegaron a sus casas y conversando con sus padres sobre el cuento de la profesora, se comprometieron a ser más obedientes y a compartir más con la familia, como tenían mucho tiempo sin salir de casa comenzaron a concentrarse en sus propias inquietudes y así desarrollaron más sus habilidades: Las niñas ayudando en los quehaceres de la casa y los varones en arreglos del jardín que cada día se ponía más florido junto a sus papás que siempre tenían alguna nueva tarea que asignarles.
El pequeño Santiaguito después de llegar a su casa, se puso a meditar cómo y de qué manera podría cuidar a su familia ante ese monstruo malvado que llegó. Quería poner una cerca alrededor de la casa, pero se dio cuenta que era muy pequeño para lograrlo, pensó en cubrir todas las ventanas y puertas de con el mejor plástico que pudiera encontrar, o tal vez cavar una zanja para evitar su ingreso; también pensó en colocar alarmas alrededor de la casa, pero recordó a la profesora Melita que dijo que el virus era tan pequeño que no se lo podía ver a simple vista sino con un microscopio, de tanto pensar se quedó profundamente dormido. Tuvo un sueño muy perturbador: Vio que su familia compartía en la mesa del comedor y de repente se escuchó una fuerte y tenebrosa voz que provenía del exterior que decía: ¡Soy el Rey Coronavirus y llegué para llevarme a esta familia! Todos corrieron a las ventanas y pudieron ver una figura monstruosa y gigante que pugnaba por entrar, entonces cogieron sus barbijos, se armaron de atomizadores llenos de alcohol como si fueran pistolas y con las manos muy bien lavadas con jabón aseguraron los ingresos rociando los ambientes con mucho detergente y gritando a una sola voz ESTA FAMILIA ESTA PROTEGIDA, AQUÍ NO PUEDES ENTRAR…, FUERA DE
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ESTA CASA… Santiaguito vio cómo el monstruo de a poquito y mientras más desinfectaban iba perdiendo fuerza haciéndose más y más pequeñito hasta desintegrarse y desaparecer.
Al siguiente día muy temprano contó a sus papás lo que había soñado y éstos le dijeron que evidentemente es lo que deben hacer, cumplir con todos los cuidados de aseo, con una buena alimentación y mucha fe en Dios vencerán al autodenominado “Rey” y todos serán mejores después de esta lección. Abrazaron fuerte a Santiaguito y su sueño que comenzó siendo una horrible pesadilla se convirtió finalmente en un lindo mensaje de esperanza.
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APRENDIMOS Gladys Luisa Oroz Aparicio
Cuando esta pesadilla acabe, en la que nos sumió la pandemia y salga el sol resplandeciente nos saludaremos…, cariñosamente.
Y lloraremos de alegría tan contentos de mirarnos y de poder abrazarnos como ayer, como antes, como algún día.
Y todo…, quedará en el recuerdo, las largas noches de insomnio los momentos de soledad y de miedo y la gélida tristeza del invierno.
Recordaremos, a los enfermos amigos y a todos los hermanos fallecidos que quedarán siempre vivos en nuestro corazón…, en sus latidos.
Recordaremos con gratitud y cariño a los ángeles blancos que estuvieron en primera fila y a los tantos que dieron su vida y se fueron sin voz, sin lágrimas y sin despedida.
Con gratitud veremos a nuestra policía que en momentos tan álgidos caminando noche y día cuidaron a todos, cuando salía.
Recordaremos al Ejército valiente que luchó constantemente con el desacato e ignorancia
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de esa gente, inconsciente.
Que, gratificante fue ver como nuestros hermanos tenían gestos de amor cuidando a los necesitados.
Los corazones se abrieron como pétalos de flores irradiando sus bondades de caridad y de amores.
Este año nos tocó ser fuertes, llenamos el espíritu de fe en Dios buscándolo en todos los confines orando mucho por todos nuestros afines.
De todo esto; habremos aprendido que el dinero, no compra el mañana y que los bienes de la tierra siempre se quedan en ella.
También de esta lección aprendimos que nuestros padres, hijos y amigos ¡Son un tesoro que tenemos, vivo…! que…, a veces no lo descubrimos.
Aprendimos, que no se compra el cariño que las luces del cielo, la ternura de un niño y la palabra de un hijo, nos alumbran el camino con el que Dios nos ha bendecido.
Aprendimos, a escuchar las pláticas del silencio el lenguaje de las flores y las aves primorosas disfrutar la lluvia, vivir la magia de un cuento y, a bailar en la danza enigmática del viento.
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Aprendimos, que los tiempos malos ahora serán tiempos buenos donde hablan los corazones y acarician los sentimientos.
¡Aprendimos al fin…! a ser agradecidos a amar y cuidar, la naturaleza donde vivimos, pletórica de milagros escondidos y gritar de hinojos…, ¡lo mucho que la bendecimos!
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