Unidiversidad 11

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de los confines de Canudos. Esta es la solución para un universo donde cada quien tiene razones para ejercer su poder con posibilidades de aniquilar al otro justificándose en su propia perspectiva.

La autora, sin embargo, cree que una perspectiva sobresale frente a las otras —todas niveladas—, lo que le da una lectura parcial a la obra, la del Barón de Cañabrava. Creo que esta lectura no es errónea sino que nos pone en sintonía con lo que hemos dicho aquí, Mario Vargas Llosa fue siempre un liberal, en el sentido de Isaiah Berlin o de Karl Popper, dos de sus dioses penates, por cierto. Se trata de un asunto de moral pública, cuyas preocupaciones siempre han sido las mismas, la injusticia, el dolor, la libertad individual. La guerra no es una declaración contra la utopía (como quizá pueda decirse de la Historia de Mayta), sino una vivisección en las razones del héroe, ese tema central que estaba presente para Mario desde su primer libro, de allí el título provisional que José Miguel Oviedo le ayudó a mejorar como La ciudad y los perros. ¿Será que la verdadera pérdida de la inocencia entraña comprender que en realidad tal sueño —el de la libertad individual— es la verdadera utopía? Con Julio Cortázar y Aurora Bernardez en Atenas.


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