Boletín UISG 183/2024

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LA REVOLUCIÓN DE LA TERNURA

Número 183 - 2024

Presentación 3 El Sínodo de la pequeña semilla 5 Hna. Simona Brambilla, MC Hacia una “antropología de la ternura” 9 Estrella Mariana Rodríguez Rodríguez, FMVD Arraigar las inversiones católicas en la experiencia vivida de las comunidades en primera línea y la Iglesia local 18 Hna. Alessandra Smerilli, FMA Sed audaces y sencillas. Relectura de los votos a la luz de la cultura digital 23 Mercedes Méndez Siliuto, RA La contribución de la didáctica a la calidad de la formación. El enfoque centrado en el estudiante 33 Dra. Angela Rinaldi La Vida de la UISG 44 Consejo Directivo de la UISG (2022-2025) 47 Staff de la UISG 48 LA REVOLUCIÓN DE LA TERNURA Número 183, 2024 Boletín UISG

PRESENTACIÓN

La revolución de la ternura

El tema de la ternura se repite con frecuencia en el magisterio del Papa Francisco. Ya en su primera homilía al inicio de su pontificado (19 de marzo de 2013), afirmó: “No debemos tener miedo de la bondad, más aún, ni siquiera de la ternura”. Y más tarde, en la exhortación apostólica Evangelii gaudium, en la que se refiere a la ternura 11 veces, escribe: “¡El Hijo de Dios, en su encarnación, nos invitó a la revolución de la ternura!” (EG, n. 88).

En un mundo de corazones endurecidos, que luchan entre sí en pequeños y grandes conflictos cotidianos o se enfrentan en guerras sangrientas e inútiles, ¡cuánto necesitamos que alguien haga circular un poco de ternura en nuestra pobre humanidad! En todos los ámbitos de la existencia, de la familia a la vida religiosa, de la política a la sociedad, de la educación a las finanzas, una actitud de cuidado amoroso y de ternura cambia las cosas. Porque la ternura es una “fuerza revolucionaria”, como vuelve a decir el Papa Francisco (cf. EG, n. 288). Crea relaciones basadas en el cuidado y el amor. La ternura no es otra cosa que el amor hecho sensible, expresado en las pequeñas cosas, en los gestos humildes, a veces escondidos.

Dios mismo es ternura. Nosotros no creemos en una divinidad cualquiera. Creemos en Dios Padre. Somos hijos amados. En Jesús, Dios Padre nos ama con ternura y tiene cuidado de nosotros. Aceptando la ternura de su amor, aprendemos también nosotros a hacer esos pequeños gestos que llegan al corazón del prójimo y encienden en él el amor por el Señor y por sus criaturas.

El Sínodo de la pequeña semilla

Hna. Simona Brambilla, MC

La comunión es un don de lo alto, que pide humildemente ser acogido en el terreno de nuestros corazones y de nuestras relaciones. Este don ha descendido. Como una pequeña semilla. Sin ruido. Como una brisa suave; como el rocío; como la luz de la luna que refresca, unifica y consuela, sin deslumbrar. En un momento dado, nos dimos cuenta, con conmovida sorpresa: la semilla estaba ahí, dentro de nosotros y entre nosotros, y se manifestó en las sonrisas sinceras, en las palabras respetuosas y verdaderas, en los dulces que alguien traía y pasaba por las mesas, en empezar espontáneamente a llamarnos por el nombre del Bautismo, dejando de lado algunos títulos, funciones, papeles, etc., que tal vez indican los servicios diferentes y esenciales de cada uno, pero no identifican a la persona en su núcleo más profundo.

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Presentación

Hacia una “antropología de la ternura”

Estrella Mariana Rodríguez Rodríguez, FMVD

En la audiencia que ofreció a los participantes en el congreso que llevaba por título “teología de la ternura en el Papa Francisco”, celebrado en Asís del 14 al 16 de septiembre de 2018, el Santo Padre apuntaba la necesidad de una teología que surja de un conocimiento existencial, no abstracto, fundamentada en el encuentro con el Verbo hecho carne. Una teología que ayude a comprender y comunicar que la acción de Dios en el hombre es personal y concreta, y que la transformación del ser del hombre se realiza en un camino de diálogo, afecto y comunión con el Dios cuyo amor toca el sentir. Francisco llama a esta teología “teología de la ternura”.

Arraigar las inversiones católicas en la experiencia vivida de las comunidades en primera línea y la Iglesia local

Hna. Alessandra Smerilli, FMA

En un discurso con motivo del 50 aniversario de Populorum Progressio, el Papa Francisco dijo: “El deber de solidaridad nos obliga a buscar formas justas de compartir, para que no exista esa trágica desigualdad entre quienes tienen demasiado y quienes no tienen nada. entre los que rechazan y los que son rechazados. Sólo el camino de la integración entre los pueblos permitirá a la humanidad un futuro de paz y esperanza”. ¿Cómo podríamos transformar las finanzas para poder desmantelar la lógica de las máximas ganancias de un paradigma tecnocrático y centrarnos en el fomento de actitudes de solidaridad e integración entre los pueblos?

Sed audaces y sencillas. Relectura de los votos a la luz de la cultura digital

Mercedes Méndez Siliuto, RA

La cultura digital ha fomentado el sentido de cuerpo, nos ha interconectado a otras comunidades y/o provincias de mi congregación, intercambiando noticias, experiencias, recursos, preocupaciones, alegrías, esperanzas… pero también a otras instituciones de Iglesia y al entero Pueblo de Dios. Podemos más que nunca compartir, formar, celebrar y comprometer juntos nuestra fe. Las reuniones on-line no solo ha hecho posibles espacios para el compartir fraterno, también son cada vez más frecuentes los espacios de búsqueda y discernimiento que hacen posible la sinodalidad. Pero para crear la cultura digital común es necesario crear una cultura de la comunicación, o lo que es lo mismo, un deseo no solo de recibir información y recursos de otros, sino generar por mi parte contenidos: compartir experiencias, recursos y pensamiento.

La contribución de la didáctica a la calidad de la formación. El enfoque centrado en el estudiante

Dra. Angela Rinaldi

Aunque estamos presenciando cambios de diferente naturaleza inspirados por las razones más variadas, desde el progreso técnico hasta diversos cambios sociales, pasando por cuestiones políticas: las guerras, las pandemias, las crisis humanitarias etc. –a las cuestiones de carácter económico, la aspiración de toda persona humana sigue la línea de lo que Pablo VI afirma en Populorum Progressio: “Salir de la pobreza, garantizar de manera más segura la subsistencia, la salud y el empleo estable; una participación más plena en las responsabilidades, libre de toda opresión, protegida de situaciones que ofendan su dignidad de hombre; disfrutar de una mayor educación; en una palabra, hacer saber y tener más, ser más” (PP 6). Por tanto, está claro que la formación es central en el proceso de crecimiento y desarrollo no solo de la persona humana, sino también de las comunidades de las que todo hombre y mujeres forman parte.

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EL SÍNODO DE LA PEQUEÑA SEMILLA

Hna. Simona Brambilla, MC

SorSimonaeslicenciadaenPsicologíaporlaPontificiaUniversidad Gregoriana de Roma. Fue Superiora General de las Misioneras de la Consolata de 2011 a 2023. Desde el 7 de octubre de 2023, es Secretaria del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, la primera mujer que ocupa este cargo.

Esta reflexión fue presentada por Sor Simona en la Asamblea de la Constelación de la UISG en Roma (Roma, 9-11 de enero de 2024), y fue publicada en la revista Andare alle genti de las Misioneras de la Consolata.

“¿Con qué podemos comparar el Reino de Dios, o con qué parábola podemos describirlo? Es semejante a un grano de mostaza que, cuando se siembra en la tierra, es la más pequeña de todas las semillas que hay en la tierra; pero en cuanto se siembra, crece y se hace más grande que todas las hortalizas y hace ramas tan grandes que las aves del cielo pueden cobijarse a su sombra”. (Mc 4, 30-32)

El Aula Pablo VI del Vaticano como un gran cenáculo. Las mesas redondas dispuestas en torno a la Palabra y al icono de la Madre, la Salus populi romani que, como en Caná, vigila con cuidado y discreción el desarrollo del banquete, custodiando la comunión, la alegría, la fiesta. Sentados a la mesa de la Palabra, resonando en la Escritura y en la voz del otro, más de 400 personas procedentes de los cinco continentes y de las más diversas experiencias de la Iglesia - cardenales, obispos, sacerdotes, diáconos, consagrados y consagradas, laicos y laicas - unidos por lo que los hace profundamente hermanos y hermanas, más allá de cualquier papel, título, función, servicio, responsabilidad: ¡el Bautismo, la inmersión en Cristo, la vocación cristiana! He aquí una imagen de la primera sesión de la XVI Asamblea del Sínodo de los Obispos, celebrada del 4 al 28 de octubre de 2023.

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Hna. Simona Brambilla, MCEl Sínodo de la pequeña semilla

Fue una gracia para mí poder participar en ella. Una gracia totalmente inesperada, que fui captando en su dimensión de novedad, de bendición, de luz a medida que avanzaban los trabajos sinodales. La vigilia ecuménica de oración “ Together “ (Juntos), celebrada en la Plaza de San Pedro el 30 de septiembre, los días de retiro en Sacrofano desde la tarde del 30 de septiembre hasta la tarde del 3 de octubre, las celebraciones eucarísticas en la Basílica de San Pedro al inicio de la Asamblea, al comienzo de cada nuevo módulo temático y al final de los trabajos, la liturgia diaria sencilla y cuidadosamente preparada, el ambiente de oración, respeto y acogida cordial, el diálogo puntuado por la “ conversación en el Espíritu “, con sus espacios de silencio, de escucha reverente del otro y de meditación personal, favorecieron el conocimiento recíproco, la libertad de expresión, la reflexión y la reelaboración de la propia experiencia y pensamiento tocados, iluminados y provocados por la experiencia y el pensamiento de los demás, permitiendo que tuviera lugar un proceso de discernimiento que llevó gradualmente a la Asamblea a identificar convergencias, temas a tratar y propuestas, aprobadas por una amplísima mayoría y recogidas en el Informe de Síntesis.

Más allá de los contenidos aprobados, ofrecidos a todo el Pueblo de Dios como material para continuar el discernimiento en el período que nos separa de la segunda sesión de la Asamblea (octubre 2024), el clima humano y espiritual que se ha creado entre los participantes en el Sínodo durante el mes de trabajo conjunto constituye, en sí mismo, un don extraordinario, que merece absolutamente ser contemplado, rumiado, dejado reposar y fructificar en el corazón de quienes lo han recibido y en toda la Iglesia. La comunión es un don de lo alto, que pide humildemente ser acogido en el terreno de nuestros corazones y de nuestras relaciones. Este don ha descendido. Como una pequeña semilla. Sin ruido.

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Hna. Simona Brambilla, MCEl Sínodo de la pequeña semilla

Como una brisa suave; como el rocío; como la luz de la luna que refresca, unifica y consuela, sin deslumbrar. En un momento dado, nos dimos cuenta, con conmovida sorpresa: la semilla estaba ahí, dentro de nosotros y entre nosotros, y se manifestó en las sonrisas sinceras, en las palabras respetuosas y verdaderas, en los dulces que alguien traía y pasaba por las mesas, en empezar espontáneamente a llamarnos por el nombre del Bautismo, dejando de lado algunos títulos, funciones, papeles, etc., que tal vez indican los servicios diferentes y esenciales de cada uno, pero no identifican a la persona en su núcleo más profundo.

Bautizados y bautizadas en Cristo que se reconocen, se escuchan, se comunican y, sentados a esta mesa tan especial, caminan juntos. Juntos en grupos de trabajo (Pequeños Círculos, técnicamente), distintos para cada uno de los temas que el Instrumentum laboris proponía. Juntos en la Asamblea Plenaria (Congregación General, técnicamente), escuchando la aportación de cada grupo y la de quienes deseaban compartir con todos una aportación personal.

Junto al Papa Francisco, sentado en una de las mesas, durante las Asambleas Plenarias, escuchando, escuchando... y a veces ofreciendo su palabra breve, incisiva, sobria, clara, alentadora. Junto a tantos hermanos y hermanas adoloridos por la guerra, por dinámicas absurdas, violentas y malignas que intentan por todos los medios erradicar de los corazones y de las relaciones las semillas del Bien.

Los hemos traído con nosotros en oración, compartiendo y solidarizándonos con nuestros hermanos y hermanas sinodales que provienen de lugares y situaciones particularmente marcadas por estas dinámicas de muerte. Sabemos que la pequeña semilla del Reino posee en sí misma la extraordinaria tenacidad de la resurrección, la mansa fuerza del

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Hna. Simona Brambilla, MCEl Sínodo de la pequeña semilla

Cordero que atraviesa la muerte y la vence desde dentro, la humilde fuerza del grano de trigo que cae en tierra, se entierra y muere para dar fruto.

En la página final del Informe de síntesis de la primera sesión, la Asamblea Sinodal se expresa así:

Para anunciar el Reino, Jesús eligió hablar en parábolas. Encontró en las experiencias fundamentales de la vida del hombre – en los signos de la naturaleza, en los gestos del trabajo, en los hechos cotidianos – las imágenes para revelar el misterio de Dios. Así nos ha dicho que el reino nos trasciende, pero que no nos es extraño. O lo vemos en las cosas del mundo o no lo veremos jamás. En una semilla que cae en la tierra, Jesús vio representado su destino. Aparentemente una nada destinada a marchitarse, y sin embargo habitada por un dinamismo de vida imparable, imprevisible, pascual. Un dinamismo destinado a dar vida, a convertirse en pan para muchos. Destinado a convertirse en Eucaristía.

Hoy, en una cultura de la lucha por la supremacía y de la obsesión por la visibilidad, la Iglesia está llamada a repetir las palabras de Jesús, y hacerlas revivir en toda su fuerza.

“¿Con qué podemos comparar el reino de Dios, o con qué parábola podemos describirlo?”. Esta pregunta del Señor ilumina el trabajo que ahora nos espera. No se trata de dispersarse sobre muchos frentes, siguiendo una lógica eficientista y procesual. Se trata más bien de tomar, entre las muchas palabras y propuestas de esta Relación, aquello que se presenta como una pequeña semilla, cargada, sin embargo, de futuro, e imaginar cómo echarlo a la tierra que lo hará madurar para la vida de muchos. (XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, Sesión I, Informe de síntesis, Vaticano 28 de octubre de 2023, p. 36).

Así pues, ¡buen trabajo a todos y cada uno! Busquemos la pequeña semilla no sólo en el trabajo sinodal que se nos devuelve, sino también dentro de nosotros mismos, en el otro, en la comunidad, en la Iglesia, en los pueblos, en el mundo, para entregarla a la tierra fértil de nuestra humanidad y que Dios la haga crecer, ¡árbol acogedor para “todos, todos, todos”! (Papa Francisco, Discurso con ocasión de la XXXVII Jornada Mundial de la Juventud, Lisboa 03 agosto 2023)

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