Boletín UISG 180/2023

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CAMINANDO JUNTOS HACIA UNA HUMANIDAD REGENERADA

Número 180 - 2023

Presentación 3 ¡Buscaré tu Rostro, Señor, tu rostro buscaré! 5 Recuerdo del Papa emérito Benedicto XVI Hna. Nadia Coppa, ASC Para una gramática de lo humano en la vida consagrada 10 P. Carlos del Valle, SVD ¿Dónde nos situamos? Religiosos en las periferias físicas, 22 espirituales y existenciales Hna. Juliet Mousseau, RSCJ La Encarnación profunda como una llamada radical: 29 Ecología, Vida consagrada y Amor Hna. Ann-Maree O’Beirne, RSM El sentido del ser. Cultivar la esperanza para regenerar a la humanidad 38 Marcella Serafini Ministerio de la Palabra de la mujer y sinodalidad en la obra lucana 41 María Concepción Tzintzún Cruz, FMVD Hermanas por el Medio Ambiente: Integrar las voces desde los márgenes 52 Declaración La Vida de la UISG 55 Consejo Directivo de la UISG (2022-2025) 59 Staff de la UISG 60 CAMINANDO JUNTOS HACIA UNA HUMANIDAD REGENERADA Número 180, 2023 Boletín UISG

PRESENTACIÓN

Caminando juntos hacia una humanidad regenerada

Con las reflexiones de este número del Boletín hemos intentado entrever un nuevo camino compartido hacia un humanismo regenerado. Un camino al que Vida Cosagrada puede ofrecer una aportación profética relevante.

De hecho, la Vida Consagrada está llamada a llevar al mundo la misión del Espíritu que es construir la unidad reconciliando la diversidad, a través de la búsqueda paciente de aquella armonía que abraza todas las dimensiones de la vida humana.

Ser misión en esta tierra habitata por hermanos y hermanas y regenerar el humanismo significa cultivar el sentido de pertenencia a la familia humana, crecer en la solidaridad y en responsabilidad ética, despertar la conciencia de pertenecer a una naturaleza que debemos custodiar y proteger.

La afirmación de que como seres humanos todos somos hermanos y hermanas, si no es solo una abstracción, sino que se encarna y se concreta, nos presenta una serie de desfíos que nos smuovono, nos obligan a asumir nuevas perspectivas y a desarrollar nuevas respuestas (Fratelli tutti, 4,128)

¡Buscaré tu Rostro, Señor, tu rostro buscaré…!

Recuerdo del Papa emérito Benedicto XVI

Hna. Nadia Coppa, ASC

Como mujeres consagradas, hemos amado y apoyado al Humilde trabajador en la Viña del Señor acogiendo las instituciones proféticas de su magisterio y nos hemos dejado interrogar por sus líneas programáticas. Lo recordaremos per la humildad y la sabiduría con la que ha acompañado a la Iglesia y a la Vida Religiosa.

Para una gramática de lo humano en la vida consagrada

P. Carlos del Valle, SVD

Dios encarnado, Dios humanizado. Nuestro Dios es Jesús, un hombre pobre, débil, que conoce el miedo, la tentación, el dolor, el rechazo, la alegría, la amistad. Cuesta reconocer al Hijo de Dios en un ser humano pobre. Si decimos que Dios se humanizó, estamos diciendo que a Dios lo encontramos en lo humano. No es posible la fe si no produce humanidad. Nuestra vida no tendría sentido por otro camino. Ser consumidores de espiritualidad, espectadores de la vida, nos lleva a vivir una historia envasada al vacío, al margen de la historia de otras personas. Por el contrario, darnos cuenta de cada cosa que ocurre nos conecta con la profundidad de lo cotidiano. Pedimos signos grandes a un Dios ilusorio, y no vemos los signos pobres que nos ofrece el Dios real, fermento de humanización siempre.

¿Dónde nos situamos? Religiosos en las periferias físicas, espirituales y existenciales

Hna. Juliet Mousseau, RSCJ

Más allá de los marginados por las necesidades físicas, cualquiera que sea considerado inferior como persona porque es “otro” necesita la luz de Cristo. Crear una “cultura de

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encuentro” significa ensanchar nuestros círculos para incluir a los que piensan y adoran a otras divinidades, a los que están en desacuerdo con nosotros e, incluso, a los que parecen desagradables. Una cultura del encuentro no es un lugar de proselitismo, sino de búsqueda de una mayor comprensión y reconocimiento de la humanidad del otro que parece tan diferente.

La Encarnación profunda como una llamada radical: Ecología, Vida consagrada y Amor

Hna. Ann-Maree O’Beirne, RSM

Si nosotras, como religiosas, aspiramos a estar en comunión con Dios, ¿podemos aceptar y promover la comunión con toda la creación? El Papa Francisco reconoce que cuando nuestro abrazo es amplio y profundo, empezamos a sentir el dolor y el sufrimiento de toda la creación –de la entera comunidad de la Tierra– en nuestro propio ser. La llamada es para expandir nuestra comprensión de la comunión con Dios, la Encarnación de Cristo y nuestras relaciones como mujeres con votos, para abrazar esta comunión integral y permitirnos sentir de forma compasiva el dolor y el sufrimiento de la Tierra y de los pobres de la Tierra y buscar respuestas apropiadas y efectivas. Contemplar la teología de la Encarnación profunda puede ayudarnos a nuestra reflexión como religiosas y a la llamada radical que nos invita a comprometernos.

El sentido del ser. Cultivar la esperanza para regenerar a la humanidad

Marcella Serafini

La naturaleza humana ha sido pensada en la mente eterna de Dios, como la más noble para realizar el fin supremo de la creación. El Hijo de Dios la ha asumido integralmente, sin modificar o mejorar; actuando de esta forma, Dios ha mostrado amar y aprobar totalmente su obra. Desde el momento que ha sido asumida por el Hijo de Dios, la naturaleza humana es glorificada en cada individuo.

Ministerio de la Palabra de la mujer y sinodalidad en la obra lucana

María Concepción Tzintzún Cruz, FMVD

La palabra profética de Jesús interpreta constantemente los acontecimientos de la historia, aun los padecimientos más crueles de hombres y mujeres que se asemejan a los de su pasión, reconociéndolos asumidos en el proyecto del Padre que prevalece más allá de las vicisitudes históricas. La capacidad, propiamente femenina, de la gestación y crianza de los hijos es sublimemente reconocida como necesaria para los discípulos de Jesús involucrados con todo su ser en la escucha y en la custodia de la Palabra de Dios que van proclamando hasta los confines de la tierra.

La eficacia salvadora de la Palabra predicada por Jesús incide igualmente en hombres y mujeres restablecidos por él en su dignidad humana, convirtiéndolos en sus testigos y, a muchos de ellos, transformándolos en ministros y ministras anunciadores de esta misma Palabra.

Hermanas por el Medio Ambiente: Integrar las voces desde los márgenes DECLARACIÓN

La publicación de esta declaración tiene como objetivo crear una plataforma para subrayar los principios y orientaciones para un futuro más sostenible, basada en los aprendizajes que las Hermanas han adquirido a través de su excepcional compromiso con las comunidades locales. Como soporte de la defensa del medio ambiente de la UISG, esta declaración estimulará a la acción descentralizada y diversificada a través de la implicación de los grupos religiosos y no-religiosos, hombres y mujeres, jóvenes y mayores, organizaciones gubernamentales y organismos intergubernamentales, así como compañías privadas.

Hacemos un llamamiento a la comunidad de desarrollo global para que se comprometa con las Hermanas Católicas en la promoción y realización de soluciones ambientales integrales, para garantizar un futuro seguro y próspero para todas las personas y para nuestro planeta.

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¡BUSCARÉ TU ROSTRO, SEÑOR, TU ROSTRO BUSCARÉ…! RECUERDO DEL PAPA EMÉRITO BENEDICTO XVI

Hna. Nadia Coppa, ASC, Presidenta de la UISG

La H.na Nadia Coppa es Superiora General de las Adoratrices de la Sangre de Cristo desde 2017.

EslicenciadaenPsicopedagogíaporlaFacultaddePedagogíadela UniversidaddeFlorencia,yposeedosmásteres:enPsicomotricidad y sobre adicciones patológicas. Es tambien licenciada en Ciencias Religiosas.

Ha trabajado como educadora en el campo de la rehabilitación de drogadictos y alcohólicos en Pisa, como psicopedagoga y en el campo de la ayuda a mujeres victimas de abusos, en Livorno. También ha sido formadora humana y espiritual de laicos y ha practicado el asesoramiento a mujeres con dificultades. Fue elegida Presidenta de la UISG el 10 de mayo de 2022.

El traspaso pascual del Papa Emérito Benedicto XVI nos ha conmovido y afectado profundamente. Un momento importante para la vida de la Iglesia que ha suscitado sentimientos de sincera conmoción y profunda gratitud. Hemos rendido homenaje al Papa Emérito y nos hemos asombrado ante su gran talla moral y el reconocimiento que ha surgido espontáneamente por parte de aquellos que se han alimentado de su palabra. Del corazón de la Iglesia ha brotado un gracias coral.

En diversas circunstancias, el Santo Padre había dicho que la vida no es un círculo cerrado, sino un camino que tiende hacia un encuentro, una línea que avanza hacia su plenitud.

Damos gracias al Señor por la claridad de su fe, por el don de su pensamiento, por la sencillez con la que siempre vivió y comunicó la profundidad del misterio de Dios.

Como mujeres consagradas, hemos amado y apoyado al Humilde trabajador de la Viña del Señor acogiendo las instituciones proféticas de su magisterio y nos hemos dejado interrogar por sus líneas programáticas. Lo recordaremos per la humildad y la sabiduría con la que ha acompañado a la Iglesia y a la vida religiosa.

Al recorrer los años de su pontificado, es evidente que el Papa Benedicto quiso reconducir la vida consagrada a su núcleo original que es la forma de vida asumida por Cristo.

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“Pertenecer al Señor –dice a las Superioras Generales reunidas en audiencia el 22 de mayo de 2006– quiere decir dejarse abrasar por su Amor incandescente, ser transformadas por el esplendor de su belleza; le ofrecemos nuestra pequeñez como sacrificio de agradable aroma, para que se convierta en testimonio de la grandeza de su presencia para nuestro tiempo que tanto necesita embriagarse con la riqueza de su gracia”.

En su magisterio, no faltaron palabras claras e incisivas sobre la vida consagrada como testimonio y expresión del poder “fuerte” de la búsqueda recíproca de Dios y de la persona humana atraída por el Amor. “La persona consagrada –compartía Benedicto XVI–por el hecho mismo de estar ahí, representa un “puente” hacia Dios para todos aquellos que se encuentran con ella, una llamada, un reenvió. Y todo esto en virtud de la mediación de Jesucristo, el Consagrado del Padre. ¡El fundamento es Él! Él que ha compartido nuestra fragilidad para que pudiéramos participar de su naturaleza divina”. (Papa Benedicto XVI, Homilía, 2 febrero 2010). Palabras fuertes que acogemos cuando reconocemos que

edificar la propia casa sobre roca, sobre Cristo y con Cristo, significa construir sobre un fundamento que se llama Amor crucificado.

Lo recordamos por su firme y vigorosa llamada a poner la Palabra de Dios en el centro de la vida espiritual y de este modo redescubrir la luz que la Sagrada Escritura, y de forma concreta el Evangelio, da a nuestros días, a nuestro corazón y a la renovación de la vida consagrada: “La Palabra de Dios es Cristo mismo, que está y debe estar en el centro de la Iglesia y de su vida religiosa.”

Lo que llama la atención es su testimonio cristocéntrico que se expresa en su anuncio sencillo y directo y en su hacer claro y coherente. Para Benedicto XVI, el discipulado es una respuesta de amor a Jesucristo, viviendo una amistad personal con Él y renovando interiormente la voluntad de orientarse hacia Él, volviendo constantemente el corazón hacia la Pascua, con la cual la vida alcanza la plenitud.

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Quien ha escuchado a Benedicto XVI ha descubierto, de forma natural, la pasión por la escucha orante de la Palabra que habla a y en nuestro presente y que da forma al corazón, haciendo de nuestra vida cotidiana un espacio sagrado de encarnación del Misterio. Solo la acogida incondicional de la Palabra genera novedad y transforma. El camino trazado por Benedicto XVI consiste en ser oyente asiduo de la Palabra, porque toda sabiduría de vida nace de la Palabra del Señor, y explorarla con Amor sapiencial. Inmersas en este dinamismo fecundo del Espíritu somos conducidas al auténtico encuentro con la humanidad porque “al verla con los ojos de Cristo, puedo dar al otro mucho más que cosas externas necesarias: puedo ofrecerle la mirada de amor que él necesita.” (Papa Benedicto XVI, Deus Caritas Est).

La vida consagrada es una planta rica de ramas enraizadas en el Evangelio vivido cotidianamente como el elemento que da belleza y presenta a cada persona ante el mundo como una alternativa creíble. Hoy nuestra sociedad necesita esto, y esto es lo

que la Iglesia espera: ser Evangelio viviente. La heredad espiritual del Papa Benedicto es la llamada a ser de Cristo, mantener encendida en el corazón una llama viva de Amor, alimentada por la riqueza de la fe, no solo cuando está llena de gozo interior, sino también cuando sufre dificultad, aridez y sufrimiento.

Como teólogo y amante de la verdad, Benedicto inició una reflexión muy profunda sobre dos temas muy importantes: la Verdad y el Amor, los cuales no son términos contradictorios, sino que se exigen y alimentan mutuamente, porque “sin verdad, la caridad cae en mero sentimentalismo. El Amor se convierte en un envoltorio vacío que se rellena arbitrariamente ” (Papa Benedicto XVI, Caritas in Veritate)

Vivió y concibió su pontificado como un servicio de Amor, como una “presidencia de Amor” consciente de que la doctrina de la Iglesia alcanza el corazón de cada persona solo si conduce al Amor. Este modelo de gobierno, humilde y sencillo nos ha animado también

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“Las mujeres han experimentado vínculos especiales con el Señor lo cual es fundamental para la vida concreta de la comunidad cristiana, y esto siempre, en cualquier época, no solo en los inicios del camino de la Iglesia.’’

a nosotras a concebir la autoridad como servicio fecundo, tratando de “hacer del Amor unificador, nuestra medida; del Amor duradero, nuestro desafío; del Amor que se da, nuestra misión!” (cfr. Papa Benedicto XVI, Discurso, 10 julio 2008).

Seamos conscientes del aprecio que Benedicto XVI demostró por las personas consagradas y su llamada a “ser testimonios de la presencia transfiguradora de Dios en un mundo desorientado y confuso», que todavía hoy, nos llega como una llamada profética. Nos invitó «a mirar este tiempo con la mirada de la fe para poder mirar a la humanidad, al mundo y la historia a la luz de Cristo crucificado y resucitado, única estrella capaz de orientar a los pueblos». (Papa Benedicto XVI, Discurso, 22 mayo 2006).

“La vida consagrada –sigue diciendo– es importante precisamente por su ser signo de gratuidad y de Amor, y más importante incluso en una sociedad que corre el riesgo de asfixiarse en la vorágine de lo efímero y de lo útil (cfr. Vita consecrata, 105). Es testimonio de sobreabundancia de Amor que empuja a “perder” la propia vida, como respuesta a la sobreabundancia de Amor del Señor que, primero, “pierde” su vida por nosotros”.

Con sentimientos de cuidado y atención reservó palabras de esperanza y de profundo respeto por las personas consagradas, principalmente por las que vivían en situaciones de mayor fragilidad recordando que “nadie es inútil, porque el Señor nos asocia a todos al “trono de la gracia”. Toda persona es un don precioso para la Iglesia y para el mundo, sediento de Dios y de su Palabra, también, y sobre todo, en los momentos de mayor fragilidad”. (Papa Benedicto XVI, Homilia, 2 febrero 2010)

Con gran claridad, nos desafió a luchar contra la cultura secularizada, que ha penetrado en la mente y el corazón de no pocos consagrados, invitándonos a superar el relativismo que empobrece la fe y la búsqueda de Dios, empujándonos a vivir en la mediocridad.

«El Señor –decía– quiere hombre y mujeres libres, sin ataduras, capaces de abandonarlo todo para seguirlo y encontrar su plenitud solo en Él. Son necesarias opciones valientes, a nivel personal y comunitario, que impriman una nueva disciplina a la vida de las personas consagradas y las lleven a descubrir la dimensión integral del seguimiento de Cristo». (Papa Benedicto XVI, Discurso, 22 maio 2006).

Nos animó ser en el mundo un signo creíble y luminoso: ser fuego del Evangelio y de sus paradojas, sin conformarnos con la mentalidad del mundo, sino transformándonos y renovando continuamente nuestro esfuerzo, para poder discernir la voluntad de Dios, lo que es bueno, agradable y perfecto a Él (cfr. Rm 12,2).

El Papa Benedicto XVI siempre reconoció el papel especial de las mujeres en la vida de la Iglesia atribuyéndoles una especial influencia: “Las mujeres tienen un papel crucial en la sociedad, deberían ser animadas a abrazar las oportunidades para crecer en dignidad de vida a través de su compromiso con la educación y su participación en la vida política y cívica. El genio femenino puede organizar acciones con el objetivo y la motivación de desarrollar retos todavía más grandes para compartir experiencias y generar nuevas ideas.” (Cfr. Papa Benedicto XVI, Mensaje, 20 marzo 2009). “Las mujeres han experimentado vínculos especiales con el Señor lo cual es fundamental para la vida concreta de la comunidad cristiana, y esto siempre, en cualquier época, no solo en los inicios del camino de la Iglesia.’’ (Papa Benedicto XVI, Regina Coeli, 9 abril 2012).

Para Benedicto XVI fue una verdadera exigencia del corazón cultivar el diálogo con el arte, entendido como forma de belleza. Sobre todo, se esforzó en llevar a la luz la belleza de la fe misma, para que no solo se hablase de la fe, sino que, sobre todo, se celebrara. Se

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comprometió a que la liturgia fuese armónica, porque es la celebración de la presencia y de la obra del Dios viviente y porque quiere conducirnos al misterio divino.

El itinerario de Benedicto XVI, lleno de profundas reflexiones que representan una inmensa herencia de sabiduría y de fe, permanecerá en el corazón y en la historia de la Iglesia. Su pensamiento continuará iluminando el camino de todos los encontraron en él una luz que ilumina las tinieblas del mundo. Permanecerá, sin duda, su magisterio, sus tres encíclicas –Deus caritas est, Spe salvi, Caritas in veritate, la belleza y la profundidad de sus reflexiones y catequesis en el transcurso de las audiencias generales. Nos ha dejado una maravillosa paternidad espiritual y eclesial, un patrimonio que marcó el siglo XX y los primeros pasos del nuevo Milenio.

El Santo Padre ha dejado en nuestro corazón un deseo profundo de oración entendida como respiración y alimento del alma y oasis de paz en el cual obtenemos el agua que

alimenta la vida espiritual y transforma la existencia. Él enciende en nosotros la nostalgia de Dios, el anhelo de buscarlo e ir a su encuentro, mientras se comunica, se nos da a conocer y nos inflama con su Espíritu haciéndonos saltar de gozo.

Su testimonio de hombre enamorado de Dios y buscador del Señor es una invitación a cultivar el deseo de la búsqueda constante de un Rostro, «Faciem tuam, Domine, requiram» (Sal 26,8), y a orientar el camino, tanto en los pequeños pasos cotidianos como en las decisiones más importantes, hacia el cumplimiento de este peregrinaje del corazón.

Querido Papa Emérito, a ti, nuestra más profunda y eterna gratitud.

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PARA UNA GRAMÁTICA DE LO HUMANO EN LA VIDA CONSAGRADA

1. Aprendiendo a vivir

Con los años el vino se ha vuelto agrio. El vino agrio produce caras agrias, actitudes intolerantes, maestros más que discípulos, señores más que pastores, príncipes más que servidores, jueces más que fascinados, más estructura jerárquica que pueblo de Dios. Por eso la sala del banquete se ha vaciado de comensales, que solo desean vivir felices y disfrutar de la vida que Dios les regala.

Sobran jueces y faltan amigos del alma. Sobran maestros y faltan discípulos. Religiosos que en el corazón tienen ideas, instituciones, miedos, no personas. Centrados en el rol, no en la misión, convierten la tarea en oficio, haciéndose funcionarios del sacro, y hasta funcionarios pragmáticos, situados en la vida en función del sol que más calienta. Gente sentada en la cátedra de Moisés, oxidada por el sistema que ya no responde a solicitudes humanizantes de cambio. Hay comunidades donde se vive la consagración como status, como separación de la vida en general, de laicos y pobres en particular. Se percibe a la Vida Religiosa como cansada, despreocupada por ser vida, por muy religiosa que aparezca. Desubicada ante las profundas transformaciones de la historia. Tocada por la lepra de la deshumanización, necesita sentir la mano del Sanador de la ternura. No hay sombra sin luz, ni luz que no haga sombra. El testimonio de muchos se pierda por la incoherencia de algunos. Hoy no hay tiempo para lo innecesario. “No es tiempo de tratar con Dios asuntos de poca importancia”, dice Teresa de Ávila. Lo fundamental

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Padre Carlos del Valle es Misionero del Verbo Divino. Es doctor en Teología Moral y desde 1983 trabajó en Chile y fué Director de la Revista Testimonio. En junio del 2013 fue nombrado Rector del Collegio San Pietro en Roma. P. Carlos del Valle, SVD

es la relación entre Iglesia y Evangelio. El Evangelio no es teoría, doctrina, religión; es una forma de vida. Razón de ser de la consagración, hombres y mujeres de fe, orientados hacia el Misterio, convocados a transformar la vida según el corazón de Dios, estando de corazón en cada cosa.

En la juventud aprendemos y en la vejez entendemos. Envejecer es como escalar una montaña: Mientras subes las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más amplia y serena. A la gente le interesa aprender a vivir. También a los religiosos. No nos centramos en profundizar aquello en que consiste la Vida Consagrada. Nos interesa aprender cómo ser persona consagrada aquí y ahora. La devaluación de nuestra vida no está en los grandes principios, sino en la encarnación de los mismos. Interesa conocer no sólo los ideales que inspiran, sino el nivel de encarnación de esos ideales en nuestra vida.

Para conocer una flor, una herida, un pobre, a Dios… de rodillas, mirando de cerca. Lo que sirve para vivir es poco: sabiduría evangélica. No es fácil comprender la vida, las personas, el poder, las aspiraciones, el dolor, los valores. No necesitamos más ideas, teorías, cosas novedosas. Si en estas páginas el lector encuentra algo nuevo, espero que sea solo energía en palabras, con vitalidad y sello de vida actual. Palabras que ayuden a guiar nuestra vida por experiencias humanas y fe en Jesucristo, siendo personas con identidad bien definida y motivación bien alimentada. Necesitamos maestros de vida humana, con lenguaje sencillo, que hace todo transparente. Lo sencillo cala más hondo que lo complicado. En la reflexión sobre la Vida Consagrada echamos de menos palabras capaces de unir la autenticidad de quien las pronuncia con las necesidades profundas de quienes las acogen. Palabras fecundas que, brotando del corazón, se conviertan en energía que abre corazones y los dirige hacia horizontes más amplios. Palabras que abran poros de la piel, ventanas del alma. Tocar corazones es la mejor manera de cambiar mentes.

En la Vida Consagrada hay personas buenas, que hacen el bien. Vidas sencillas que moldean otros corazones para lo humano. Al estar con ellas te hacen sentir que tu vida puede ser mejor. En esas personas vemos como Jesús aparece en otras palabras que reflejan las suyas, en otras vidas que tocan las nuestras, en otros abrazos que nos levantan. Experiencia con el Verbo encarnado, que siempre humaniza. Esas personas, con su estilo de vida, nos sitúan en lo que es la Vida Consagrada. Donde hay vida vivida desde la donación aparece la encarnación del Verbo.

La debilidad no asusta; la mediocridad, sí. Esa espiritualidad light que alimenta una fe del bienestar y comodidad. Un conformismo corrosivo que tapa la mirada e insensibiliza el corazón frente a la realidad humana. Superficialidad es la gran enfermedad de los religiosos. Quien carece de valores sólidos termina en el hedonismo. En la Vida Consagrada no se trata de hacer algo bueno, sino de llegar a lo mejor. Nos amenaza la tragedia de no querer encontrar lo mejor para superar crisis. Ciertamente los mejores siguen en la brecha. No hay un buen médico, un buen profesor, un buen albañil que esté en crisis en su sector. El Papa Francisco provoca a dar forma y visibilidad a una Vida Consagrada en salida, a una espiritualidad del encuentro, a una diaconía de misericordia y ternura. Una llamada a encontrar en los religiosos respuesta orgánica, no sólo sentimientos emocionales, pasajeros y estériles. Podemos acoger las palabras del Papa como exhortaciones piadosas, no como fermento de cambio en vida y misión.

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2. ¿Dedicados a vender superficialidades?

Un pájaro herido no puede volar, y un pájaro que se apega a una rama del árbol, tampoco. Ramas de apego son nuestras superficialidades que nos llenan de ocupaciones y nos privan de preocuparnos por lo verdaderamente importante. Con el riesgo de que el sentido de la vida sea sacrificado en limosnas que aplacan conciencias. También entre consagrados abundan prácticas de oración convertidas en espacio para lo útil, no simple lugar de amistad. Oraciones vividas en la impaciencia de merecer a Dios, no en la paciencia de acogerlo. Los sarmientos no dirigen su atención a los frutos, sino a la unión con la vid. No son ellos los que producen frutos, sino la vid a través de ellos. Sentido vital más orientado a la unión con la vid que a la maduración de frutos. Es la vid la que hace madurar los frutos. Los sarmientos, vehículo que deja fluir la fuerza de la cepa.

Cada día elegimos entre vivir o sobrevivir, autonomía o dependencia, plenitud o mediocridad. La santidad es una pasión. Algo que nos da fuerza al comenzar el día y motivación cuando el camino se hace cuesta arriba. La pasión es el carburante que pone en ejercicio el potencial que tenemos; es fuego encendido en nosotros. Será un proyecto, un nombre en el corazón, una herida ajena que hacemos nuestra, deseos de futuro, trabajo vivido como vocación, una vida digna para los pobres.

Hay religiosos que dejan en sus vidas un hueco para Dios, y que sea cuanto más grande, mejor. Supone esfuerzos por arrebatar espacios y tiempos a la vida social, a la relación humana, a la preocupación por aliviar necesidades, para poder dedicarlo al Dios recluido en el espacio sagrado. Se busca tiempo de oración para encontrarse con Dios, en lugar de buscar tiempos de oración para saborear y celebrar el encuentro con Dios en la misión humanitaria. Como si Dios no se entendiera bien con lo humano. Un estilo de vida alejado de la encarnación, del Dios que hace suyo lo humano. Dios vive donde le dejamos entrar. Llamados a tener experiencia de Dios, que pasa por nuestra agenda diaria. Llegamos a Dios por lo humano. Nos relacionas con Él cuando nos encontramos con personas y sus problemas: “Lo que hicieron con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron”. La santidad no es lo sublime, sino lo profundamente humano. Si para salvar este mundo Dios se hace humano, ¿habrá otro camino para nosotros? Lo primero no es la oración, sino la vida: la alegría, la fiesta de la amistad, el dolor, el hambre de pan y de sentido. De ahí nace la súplica, la admiración, la alabanza.

El destino de los lirios del campo es transformar la tierra en belleza. El destino de un ser humano es hacerse más humano, crecer en sensibilidad y ternura. Eso despierta lo mejor del ser humano. Nos volvernos más humanos alimentando lo que tenemos de divino. Ahí encontramos la más auténtica afirmación de nosotros mismos. No podemos separarnos del amor, como tampoco Dios. Amar y recibir amor humaniza la vida. Somos humanos cuando sentimos que el corazón se desgarra de ternura. Ser humano es aceptar y celebrar la humanidad de los otros.

Consagrado, buscador de Dios. ¿Por qué caminos? Destinados a reproducir la imagen de su Hijo (Rom. 8, 29). Nos hacemos más divinos al hacernos más humanos. Hay personas profundamente religiosas y profundamente inhumanas. Lo importante no es ser buen religioso, sino buena persona. Persona buena, no porque todo en su vida vaya bien, sino porque todo lo puede afrontar bien. Es más fácil ser héroe que persona buena. Héroe se es una vez, en lo extraordinario; persona buena, siempre, en lo ordinario. Vivimos rodeados de lo cotidiano, lo normal, no lo heroico. Un consagrado hace las cosas ordinarias en

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modo extraordinario. Aquí está la diferencia entre las personas grandes y las mediocres. Regresemos a la vida cotidiana refugiándonos en la normalidad de nuestras modestas experiencias personales.

Tú vales tus conocimientos, habilidad, experiencia, tu manera de ser. La diferencia entre el grande y el mediocre está en la manera de ser. Nos gusta una persona por su manera de ser, amable, humilde, sensible, se preocupa de mí, le intereso, me acoge, me ayuda… es buena persona. A una persona buena la quiero. A uno que sabe mucho o tiene mucha experiencia lo admiro. Cuando nos desanimamos perdemos lo mejor que tenemos: la manera de ser, el ánimo. Pasamos de ser brillantes a mediocres. Al perder el ánimo, le ponemos menos cariño a lo que vivimos, menos ilusión, menos interés, menos ganas. Nos volvemos mediocres. Perdemos vida de Dios, presencia del Espíritu en nosotros. Vida es estado de ánimo. Es tarea nuestra ayudar a otros a no perder el ánimo.

Hagámonos responsables de nuestro estado de ánimo. La diferencia entre una persona positiva y otra negativa es su estado de ánimo. Piensa en cada día, si logras levantarte con metas y acostarte con esperanzas.

El Papa Francisco interpela al poner el centro de la religión en lo humano, no en lo sagrado, porque lo humano es encarnación de lo sagrado. El centro es la bondad, el sufrimiento de los débiles. El Papa sigue a Jesús, que vive otra religión, otro tipo de convivencia, el Reinado de Dios. Jesús pone el centro de lo religioso en la vida, las relaciones humanas, la bondad, misericordia (Bienaventuranzas). Para ello necesita profunda experiencia de Dios en la fuerza de la oración.

Hablar del Reino es hablar de una sociedad humanizada. Donde hay humanidad plena (bondad) hay belleza, gozo, alegría. Quizá al hablar del Reino pensamos en un buen

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Para una gramática de lo humano en la vida consagrada

proyecto de actividad pastoral, sin preocuparnos de humanizar personas, estructuras, instituciones. A Jesús le gustaba madrugar y estar a solas con el Padre; prefería comer en compañía; se le iba el corazón hacia los perdidos; le impacientaban los fariseos y sus rigideces; le importaba la gente (D. Aleixandre). Él es la imagen del ser humano soñado por el corazón de Dios.

Para ser creíble, la palabra de Dios necesita cuerpos, testigos, mártires, lugar de encarnación. Necesita que en nuestras comunidades se respire Evangelio vivido en oración y encuentro fraterno. La oración es encuentro, con Dios, con uno mismo, con la vida. De la oración sacamos espíritu profético, alma de la misión. No podemos vivir solo de acción y resultados. Nos volveríamos posesivos y con menos capacidad de acoger y compartir. Nos sucedería lo que a bomberos que van ansiosos a apagar un incendio y, cuando llegan, se dan cuenta de que sus estanques están vacíos.

Consagrada inserta en espacios de lo humano: hospitales, escuelas, orfanatos, lugares de acogida, inserción entre los pobres.

Para poner en sintonía lo que pensamos, sentimos y hacemos necesitamos oración reflexiva. Un modo de estar presente aquí y ahora, atentos, concentrados. Tiempo de oración es tiempo concentrado, para vivirlo intensamente, con todo el corazón. Nuestra vida sin tiempo concentrado es vida sin sentido. Podemos descubrir el sentido de lo que hacemos cuando es vivido en profundidad. Ser conscientes de cada momento nos conecta con la realidad, nos hace vivir el presente con presencia. Entrar en el propio interior implica crecer en humanidad, en sensibilidad hacia valores profundos. La oración es escalón hacia lo profundamente humano. Para no caer en superficialidades, no nos contentamos con abrir puertas y salir al exterior; también abrimos ventanas y dejamos entrar del exterior aire de Dios.

Caemos en superficialidades cuando la vida de oración se reduce a rezos vocales, que nos convierte en hombres/mujeres de oraciones, más que de oración. Alimentar prácticas

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Los gestos auténticamente religiosos no son los del culto, sino los del cuidado. Lo muestra la Vida

de piedad es dedicarse a regar flores de plástico en el jardín de la propia existencia. No confundir fe con piedades, sentimiento religioso, perfección moral. No se trata de ser más piadosos, más fervorosos, más perfectos, sino más creyentes. Encontrar en la fe la fuente de sentido, el fundamento de vida y misión. Ser hombre o mujer de Dios, no solo porque ora, sino porque piensa, habla, actúa desde el corazón de Dios.

Si las prácticas de piedad no proceden de una oración personal profunda, pueden quedarse en cuerpo sin alma. De ahí un vacío afectivo que hay que llenar con otros amores a personas o cosas. Vacío afectivo que lleva a necesitar de los otros para que nos valoren, para que aprueben lo que hacemos, para que escuchen nuestras quejas, para que nos recuerden lo mucho que valemos y lo grande que somos. En la reflexión orante Jesús entrena nuestros deseos, nuestros sentimientos y afectos, hasta llegar a sentir y desear según los anhelos de su corazón. “Tened los mismos sentimientos de Jesús” (Flp 2,5), su sensibilidad y deseo de sintonía con Padre. Cuanto más crece la sintonía con Dios, más se ensancha el corazón para abrazar todo lo que es humano.

Orar no es buscar un estado de ánimo; es un acto de fe. Hacemos oración no solo para pensar a Dios, o sentir a Dios (emociones), sino para querer a Dios, el Dios humano que muestra Jesús. Para nutrir el espíritu necesitamos vitaminas, no solo condimentos que satisfacen el paladar. La oración es Tabor en la vida, monte de nuestra transfiguración. Vivir es cambiar. La santidad es resultado de muchas transformaciones. Contemplar la Palabra cambia pensamientos, actitudes, motivaciones, emociones, en sentimientos de Jesús, deseos de Dios. La oración va cambiando el corazón. El hábito de la oración lleva a vivir no desde y para nosotros, sino desde Dios y los hermanos, con ellos y para ellos. Sintoniza con la mirada de Dios: “Y vio Dios que todo era bueno”. Mirar y ver buenos a los demás es ser de corazón puro.

Cuando Teresa de Calcuta veía un pobre sentía un impulso de bondad que la empujaba a socorrerlo. Resultado de un hábito, que se hace estilo de vida. Motivado por oración, que lleva a ver a Jesús en el pobre. Si no vivimos con los pobres es difícil cambiar. Madre Teresa tuvo que dejar atrás las seguridades del convento. Somos mujeres u hombres de Dios no solo porque oramos, sino porque pensamos, hablamos, actuamos desde la humanidad de Dios. Entraremos en sintonía del Reino. En el Evangelio se ve que donde llegaba Jesús, llegaba el Reino. Es nuestra tarea: multiplicar experiencias humanas que encarnen la llegada del Reino en nuestra llegada.

3. Latido del corazón de Dios en el corazón del mundo

Encontrar el tesoro no es todavía poseerlo. Si lo hemos descubierto, no caigamos en la ingenuidad de creer que lo poseemos. Nuestro tesoro es entrar en sintonía con el corazón de Dios al descubrirlo en el corazón del mundo. Los tesoros que merecen la pena suelen estar escondidos en el corazón de otros. Recorramos el mundo con ojos abiertos. En cada ser humano o acontecimiento podemos descubrir semillas de vida humanizada, y repetir con Jacob: “El Señor estaba ahí, y yo no lo sabía” (Gén 28, 16).No se vive de grandes ideas sino de experiencias concretas.

No es que el mundo nos muestre a Dios; es la sensibilidad de nuestra fe la que descubre a Dios en el mundo. Mirar la vida, acontecimientos, personas con ojos creyentes nos lleva a desenterrar Evangelio escondido. No nos preocupemos tanto por evangelizar, sino por captar lo humano, lo evangélico, y desvelarlo. Hasta el más pobre –ante todo los pobres–

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tiene su tesoro escondido. Nuestra misión es llenar de Evangelio la sociedad, desvelándolo donde está oculto. Las parábolas del Evangelio no solo comunican cosas misteriosas en un lenguaje sencillo; también nos llevan a reconocer en las cosas sencillas el misterio, la profundidad que se revela. Las parábolas son atención a lo cotidiano; subrayan lo normal de la presencia del Padre. Si estuviéramos atentos a las cosas cotidianas, nos tocaría la presencia cotidiana de Dios.

Sentir la propia fragilidad es camino seguro de santificación y de crecimiento humano. Una ostra sin heridas no produce perlas. El dolor conecta con la vida; también puede convertirnos en el centro de nuestro pequeño mundo. La enfermedad es escuela de humanización. Aprendemos a ser más tolerantes, más comprensivos, más compasivos. Cuando nos detenemos a mirar una persona que sufre, sentimos asombro; se despierta en nosotros la sensibilidad; se enciende la pasión por la vida. Esa pasión despierta nuestra capacidad de amar… Mirada, asombro, sensibilidad, pasión por la vida, capacidad de amar. Dios no nos trae verdades, sino pasión por el ser humano. Si paso una hora ante una herida ajena, puedo conocer el corazón de Dios mejor que cuando leo libros y descubro el sentido de las palabras. Con experiencia de que vivir es dar vida. La realidad en primer lugar no está para ser transformada, sino para ser reconocida, disfrutada, agradecida. Ahora vivo con 180 jóvenes sacerdotes, en ambiente de estudio. Esta casa para mí no es solo lugar de trabajo y formación, sino también de sensibilidad, emoción y deseos, de experiencias de gozo, afecto y de fe. Una mirada de fe porta a encuentros con personas, hechos, rutinas… vida llena de encanto. Estamos invitados a descubrir y saborear encanto en pequeños detalles de vida cotidiana. Todo lo humano lleva dentro esa levadura de humanidad que fermenta lo que existe.

Fecundan el mundo quienes, como José, saben soñar, escuchar, proteger, cuidar. Quienes logran mirar el pasado solo para perdonar o agradecer; el presente, con alegría y entusiasmo, y el futuro, con esperanza y optimismo. Personas que han escogido vivir desde lo esencial: fe que confía, amor que acoge, esperanza que construye. Seres humanos que cargan vidas de otros, dolor y heridas de otros, que aman sin contar fatigas y miedos. Con detalles de vivir con el corazón en la tierra y el sueño en el cielo. Nuestra vida es más o menos valiosa en la medida en que procuramos al otro lo que no tiene. Somos humanos cuando cuidamos vidas. Si no vemos a la persona, sus necesidades y lágrimas, es por sklerokardía, corazón duro, la peor enfermedad para Jesús. Produce funcionarios, burócratas de reglas, analfabetos del corazón.

Cuidar es preocupación activa, modo práctico de amor cristiano. La mamá hace Reino de Dios cuando cuida de sí, de otros, del mundo. Los gestos auténticamente religiosos no son los del culto, sino los del cuidado. Lo muestra la VIDA CONSAGRADA inserta en espacios de lo humano: hospitales, escuelas, orfanatos, lugares de acogida, inserción entre los pobres. En la parábola del samaritano amor como cuidado se conecta con envío en misión: “Ve y haz tú lo mismo”. Parábola que invita a relaciones desde otras claves; reconocer el cuidado como semilla en el corazón, lo inclusivo y gratuito del amor que cuida.

Jesús muestra el modo más humano de vivir. En él Dios señala un modo de ser humano. Para Jesús, feliz es el pobre no el rico, el que da no el que acumula, el perseguido no el perseguidor, el pacífico no el más fuerte. Invita a descubrir en un poco de pan y vino, bendecidos y compartidos, el signo de lo que debe ser tu vida: evangelio, que contagia con entrega y servicio. La religión se centra en lograr la otra vida; el Evangelio, en humanizar

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esta vida. He venido para que tengan vida. Jesús, con tres preocupaciones: salud, alimento compartido y relaciones humanas que nos hacen buenos.

Dios encarnado, Dios humanizado. Nuestro Dios es Jesús, un hombre pobre, débil, que conoce el miedo, la tentación, el dolor, el rechazo, la alegría, la amistad. Cuesta reconocer al Hijo de Dios en un ser humano pobre. Si decimos que Dios se humanizó, estamos diciendo que a Dios lo encontramos en lo humano. No es posible la fe si no produce humanidad. Nuestra vida no tendría sentido por otro camino. Ser consumidores de espiritualidad, espectadores de la vida, nos lleva a vivir una historia envasada al vacío, al margen de la historia de otras personas. Por el contrario, darnos cuenta de cada cosa que ocurre nos conecta con la profundidad de lo cotidiano. Pedimos signos grandes a un Dios ilusorio, y no vemos los signos pobres que nos ofrece el Dios real, fermento de humanización siempre.

4. Los sencillos contagian humanidad

La experiencia del encuentro humaniza. Es una lámpara que siempre ilumina cuando todo se apaga. Somos imagen del Dios de los encuentros. En las comidas Jesús denuncia el clasismo que siempre separa y margina, sin permitir el encuentro. El Evangelio recuerda que Jesús se puso “en medio de ellos”. No en alto, como superior. No a un lado, como juzgándolos. En medio, al mismo nivel, en fraternidad, paridad de relación. Creer estar cerca de Dios y mirar a otros desde arriba es negar que Cristo se encarnó. Cristo no es no lo que digo de él, sino lo que vivo de él.

“El Verbo se hizo carne”… prueba que detecta índices de espiritualismo que llevamos en la sangre. En la vida hay tres verbos malditos: subir, tener, mandar. Jesús opone tres benditos: bajar, dar, servir. Vincula servicio y poder. Hay un contraste entre el Dios Todopoderoso y Jesús a los pies de los discípulos. El Maestro elimina el contraste: El poder se ejerce en

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La experiencia del encuentro humaniza. Es una lámpara que siempre ilumina cuando todo se apaga. Somos imagen del Dios de los encuentros.

amor que sirve. Postrado, con toalla dice: “Haced vosotros lo mismo”. ¿Somos seguidores de Jesús, o parece que lo somos?

Jesús sigue seduciendo hoy porque rechaza la lógica del poder. Las jerarquías fácilmente se contagian de espíritu mundano, pasando del servicio de hermano a hermano a poder de uno sobre otro. La preocupación por el prestigio sustituye al servicio. Revestidas de aureola divina, evitan así que el poder sea cuestionado y puedan continuar gozando el aroma del privilegio. Lo propio del clericalismo, con espíritu mundano. El Evangelio recuerda: “Estar en el mundo sin ser del mundo”. Pasando de una autoridad que se refuerza a sí misma sirviéndose de las personas, a una autoridad al servicio de las personas. Implica el paso de tener, a dar poder, sin vestir defectos con lenguaje de virtudes. El mensajero tiene autoridad cuando se identifica con el mensaje.

No hace falta ser clérigo para ser clerical, con actitudes de segregado, por encima de los demás. El clericalismo vive en esa aristocracia. Porta a un modo de vivir aristocrático: estar más allá del pueblo de Dios. El pueblo nos sitúa en nuestra verdadera identidad de ser humano y cristiano. Porque el núcleo de nuestra identidad está en lo que nos aproxima a otros, lo humano, cristiano, no en lo que nos diferencia de ellos. El pueblo de Dios nos ubica en la Iglesia. El religioso/a clerical no está inserto. Jesús se vació, se abajó, para insertarse en el pueblo. El clericalismo avala una élite que no se reconoce en el pueblo. De ahí el manejo perverso del poder.

Para Jesús, servir es la única forma de relacionarnos en igualdad y respeto. “Y todos vosotros sois hermanos” (Mt 23, 8). Bajarse del pedestal para hacerse pueblo. Seguir a Jesús es cambiar la pirámide por el círculo. Consagrados, expertos en comunión. Nos

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juntamos para hacer fraternidad; no somos un grupo piadoso o de acción apostólica. Nuestra vida tiene sentido en la medida en que somos seres de comunión, de encuentro, de manos unidas, de proyectos compartidos. Lo primero es ser hermano. El don que compartimos en la comunidad y entregamos en la misión. Todo en nuestra vida tiene sentido desde la encarnación; la misión desde y para la fraternidad. Fraternidad en el servicio con los pobres. Cabe más dignidad humana en el amor y el servicio que en el poder y la distancia. Si cuesta vivir esto, es porque el corazón aún no está evangelizado.

Escena de la unción en Betania (Lc 7, 36-50): El centro debería ser Simón, anfitrión, piadoso, con poder. Lo ocupa la mujer. Jesús hace protagonistas a los últimos. (Entre las mujeres Jesús no tuvo enemigos). Simón se cree acreedor ante Dios, no deudor. No muestra agradecimiento. La mujer necesita ser acogida por ese hombre de Dios. La alegría le hace mostrar ternura. Error de Simón en su mirada que juzga. En una frase (v. 39) hace dos juicios: Jesús, falso profeta; la mujer, una repudiada, con el nombre de su pecado. El fariseo mira el pecado; mirada de rechazo, violenta. Jesús mira la debilidad, sufrimiento, necesidades; mirada acogedora, amorosa. Para Simón, mirar y juzgar es lo mismo. Para Jesús, mirar y amar es lo mismo. Está de parte de la mujer que ama mucho. Amar humaniza a la persona.

Jesús, de parte de los últimos por amor a la vida. Para Dios cuenta lo auténtico, poner el corazón en lo que haces, como la viuda que da lo que tiene para vivir. Un acto realizado con todo el corazón acerca a Dios. No es el dinero lo que decide el valor de las cosas, sino la humanidad puesta en ellas. El dinero, como la droga, no da felicidad, pero crea adicción. El Evangelio no lleva solo a preguntarme ¿qué hago yo con mi dinero?; más fundamental: ¿qué hace mi dinero de mí?, ¿me hace más humano?

Los pobres son protagonistas sin rostro de tragedias casi siempre evitables. Y los consagrados solemos ser espectadores, más que actores. Si los ricos buscan más riqueza, los pobres prefieren un poco de amor, una casa, compañía, un detalle de cercanía. Acercarse a gente pobre permite descubrir humanidad de Dios. Son su imagen. Antes de resolver problemas, podemos disfrutar del Dios humanizado que camina con ellos. Para Jesús, revelar es desvelar vida cotidiana. Acostumbrados a ver a Dios en la generosidad del que da, cuesta desvelarlo en la dignidad de quien pide. Entre débiles, con deseo de aprender de ellos, se descubren tesoros, maravillas de humanidad ocultas.

Hay quienes no hacen lo bueno por amor al bien, sino porque son esclavos de su imagen y necesitan sentirse superiores a los demás. También las críticas que hacemos a otros enmascaran un afán de presentarnos como superiores a ellos. No podemos sentirnos más salvadores que servidores. Pasemos de una Vida Consagrada revestida de poder e hinchada por vanidad a otra servicial y henchida de amor a las víctimas de la historia. Puedo decir que yo fui a América Latina como profesor y regresé como alumno, con experiencia de sentarme a los pies del “maestro” que son los sencillos. Sin sencillez y minoridad perdemos deseo de ir a los pobres. Buscamos acomodo. Si permanece algo del deseo de ir hacia ellos, -por remordimiento de incoherencia de vida-, será “desde arriba”, como quien da limosna, no desde la solidaridad de quien comparte la vida y se deja convertir por ellos. No nos reconocerán como anunciadores del Reino.

La vida vale cuando se entrega. Lo nuestro es dar la vida sirviendo. Cuanto más vacíos estemos de nosotros, más vida de otros cabrá en nosotros. Con y de parte de los sencillos nos volvemos más humanos. Dar pan haciéndose pan para otros. Religioso/a,

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sirve y cuida personas. El cuidado es perla que expresa calidad de amor encarnado. El señor llega y encuentra despiertos a los criados, y Jesús dice: “Les aseguro que se pondrá el delantal, los hará sentarse a la mesa y se pondrá a servirlos” (Lc. 12, 37). Cuesta ver a Jesús con toalla. ¿Lo imaginamos con delantal? Disponibilidad y servicio abrazados cordialmente. Consagrados, gente con delantal, que no exige, sostiene; no pretende, cuida; non pide derechos, responde a necesidades. Podemos decir algo cuando vivimos sirviendo, porque solo el amor tiene algo que decir. Los fariseos ponen el pecado en el centro de la relación con Dios. La primera mirada de Jesús se dirige no al pecado sino al sufrimiento y necesidades de la persona. En el Evangelio, “pobre, enfermo” aparece más que “pecador”. Somos prisioneros de límites antes que culpables. Los archivos de Dios están llenos de lágrimas, no de pecados. El pecado perdonado deja de existir. Y ante Dios hay perdón, no absolución condicionada.

Para concluir

Dios quiere que sus hijos vivamos con gozo. Llena de alegría vivir a gusto donde estamos, presentes en el aquí y ahora. La alegría es la gran tarea de los cristianos. La fuerza de una vocación se traduce en alegría. Vivir con alegría la vocación es la fuerza de los religiosos (Papa Francesco). La alegría lleva a disfrutar más de la vida. Genera actitudes positivas hacia uno mismo y hacia los demás. Ayuda a salir de nosotros, nos abre al encuentro. Mueve para poner energías y capacidades al servicio del propio proyecto. No permite caer en pesimismo cuando fracasamos o en narcisismo cuando tenemos éxito. Quien vive contento es bueno con los que le rodean. Si estamos contentos, el Dios que transmitimos será bondadoso.

Asumimos la misión de contagiar humanidad en personas, grupos, instituciones, humanizándonos nosotros. Jesús enseña que Dios está en lo humano: comer juntos, vivir como hermanos, servicio en las relaciones, compañía y aliento en la dificultad, misericordia y perdón. Para crecer en humanidad, antes de preocuparnos de nuestras debilidades, nos centramos en contagiar alegría. La mejor manera de salir de nuestros

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pecados es la experiencia del gozo del encuentro. Podemos vivir desde lo positivo o lo negativo. La parábola de la cizaña ofrece dos miradas: la de los siervos que ven la mala hierba; la del dueño que se fija en el buen grano. Nos desafía Amoris letitia al cambiar el principio del “mal menor” en el “bien posible”. Lo segundo tiene el efecto de ser magnetizados por el bien que atrae, no temerosos por el mal que paraliza.

Bendecir, hablar bien, reconocer lo bueno en otros, y lo frágil, sin convertirlo en insulto. Quien sabe bendecir mira con simpatía, y quien mira con simpatía vive con alegría. Sin recordar el favor que uno hace y sin olvidar el que recibe. Centrado en ideales fuertes, más que en defectos, cultivando fuerzas de bondad, cuidado, acogida, justicia, paz… ecología del corazón. Ecología significa proteger y tener el ambiente limpio, gozo de la paz. La paz tiene que ver con el despojo de lo innecesario. Si somos ricos en cualquier ámbito, no hay paz en el corazón. Hay paz cuando no se depende de nada ni de nadie, solo de Dios. No es que venga la paz después de la tormenta; en la tormenta Dios es la paz, amaina la tempestad. Las bienaventuranzas son el camino para la paz. La alegría de la paz aporta energías de bienaventuranza como semillas para hacerlas florecer.

El Resucitado encomienda hacer discípulos viviendo como tales. Discipulado en fraternidad es construcción de la Iglesia. A veces nos empeñamos en edificar la Iglesia para hacer luego discípulos. Seguidores del Maestro que buscan hacerse humanos a imagen de la humanidad de Dios, vivida y narrada en Jesús. “Vosotros sois la sal, la luz”. Sal y luz que se pierden dando valor a lo que encuentran. Movimiento de encarnación: Al darse mejoran las cosas con sabor, iluminación.

Tu vida consagrada… capullo que se abre, semilla que se rompe, nube que derrama su contenido. Sin olvidar que nubes y pájaros nunca hablan de sí mismos, sino de lo que han visto allí de donde vienen. Las nubes no saben dibujarlo sin transfigurarse, y los pájaros no saben decirlo sin cantar. Tu vida no vende pan; es levadura, sal que se disuelve y da sabor. Será gracia para otros, evangelio, buena noticia. Tantas veces nuestra vida es el único evangelio que de hecho lee la gente que nos rodea.

La vida nunca se pierde cuando se ama. El amor es la energía más potente. Un rostro de enamorado trasmite gozo, el gozo del amor, como el de la mamá mirando al hijo recién nacido. Con la energía del amor centramos la ascesis en moldear en nosotros los sentimientos de Jesús, su sensibilidad, su corazón. Sensibilidad implica energía, impulso, simpatía, sintonía, gusto. Expresa atención atracción, afecto. Sin sensibilidad apasionada no hay santidad. Santidad no significa pasión apagada (eunucos); significa pasión convertida. Misión es pasión por Jesús y su pueblo. No hay futuro para la Vida Consagrada sin pasión enamorada por Jesús y el Reino. Misión es salir de uno mismo, apasionado por Jesús, con el corazón encendido.

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¿DÓNDE NOS SITUAMOS? RELIGIOSOS EN LAS PERIFERIAS FÍSICAS, ESPIRITUALES Y EXISTENCIALES

Desde antes de su pontificado, el Papa Francisco ha llamado a la Iglesia a servir en las periferias, a salir de nuestras iglesias (templos, casas) e ir al encuentro de los marginados de la sociedad. Jesús es modelo de servicio: fue al encuentro de aquellos que más necesitaban ser sanados. Los que eran curados o saciados solían incorporarse a la sociedad o barrio de los cuales antes habían sido expulsados de su centro. Ser sanado o perdonado acababa con su exilio y para muchos significaba poder tener una nueva vida normal con relaciones humanas, una normalidad que hasta entonces no habían podido vivir. La sanación iba más allá de lo personal: restauraba la comunidad como un todo al situar de nuevo en el centro a los que estaban en los márgenes.

El Papa Francisco también habla de aquellos que en la vida consagrada sienten una llamada especial a vivir como profetas en el mundo de hoy (Papa Francisco, 21 noviembre 2014). Ser testimonio profético significa seguir la llamada de Dios en el mundo que no conoce a Dios, ofrecer un modo distinto de vivir que traerá una forma de gozo y de plenitud que el mundo secular no entiende. La llamada a las periferias es una llamada a ser testimonios proféticos del mundo que Dios quiere para nosotros, un mundo en el que los excluidos están incluidos y en el que las periferias se convierten en el centro. Como religiosas y religiosos, estamos llamados a salir hacia las personas y los lugares que están en los márgenes de la sociedad y levantarlos, con el objetivo de traerlos de nuevo al centro. El Reino de Dios alcanzará su plenitud cuando todas las personas tengan la plena dignidad humana, cuando nadie viva exiliado, cuando no haya ni exiliados ni

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La Hna. Juliet Mousseau, RSCJ, finalizó su doctorado en teología histórica en Saint Louis University en el año 2006. Después de impartir clases en Saint Louis University y en la University de Dallas School of Ministry, entró en la Sociedad del Sagrado Corazón en 2009. Ha sido profesora de Historia de la Iglesia en el Aquinas Institute de Teología de 2012 a 2021. El texto fue presentado en el primer Simposio de Religiosas Teólogas, organizado en Roma por la UISG,del 12 al 19 de junio de 2022. Hna. Juliet Mousseau, RSCJ

Religiosos en las periferias

excluidos. Este es el compromiso profético de nuestra consagración: salir una y otra vez a las periferias, llevando a todos los allí encontramos al centro y defendiendo su dignidad humana; y volver a las periferias y hacer esto mismo una y otra vez. Vivimos en una tensión constante, llevando a los exiliados al centro, y regresar de nuevo a las periferias. El trabajo constante de la dignidad humana es testimonio profético de la esperanza del Reino de Dios que sabemos llegará y traerá el gozo al mundo entero.

En primer lugar, este artículo trata el concepto de las periferias a través de las palabras del Papa Francisco, así como las áreas en las que las periferias presentan hoy más necesidades. Seguidamente, por medio de ejemplos de la historia de la vida religiosa, se estudiará el movimiento de las periferias hacia el centro y de nuevo hacia las periferias. Finalmente, veremos las características de la vida religiosa que sitúa los consagrados en una actitud de disponibilidad para desafiar a la sociedad de hoy y a las periferias existenciales. Sabemos desde la historia de la salvación que no nos salvamos solos, sino como pueblo: ¿Cómo transformará el mundo la inclusión de todas y cada una de las personas?

La palabra “periferias,” y especialmente la frase “periferias existenciales,” genera preguntas y confusión. Las periferias son los márgenes, los lugares (físicos o metafóricos) que están más allá del centro. Entre algunas otras palabras con una connotación similar podríamos incluir: “límites,” “márgenes” y “fronteras.” Las “fronteras” o límites de demarcación entre una cosa u otra también podrían considerarse periferias. La vida de Jesús es una imagen de las periferias. Nacido lejos del centro (físicamente y socio-económicamente) del Imperio romano, pero sujeto a su gobierno, Jesús nació en pobreza; literalmente nació donde vivían los animales, allí no vivían las personas. Socialmente, su familia humana representaba una clase minoritaria oprimida. Su pobreza y falta de recursos señalan una periferia existencial. Esta realidad –Dios escoge la encarnación en estas circunstancias–ilustra el amor a toda la humanidad, la santificación de los más pequeños entre la raza humana.

En el discurso que precedió al cónclave en el que fue elegido Papa, el cardenal Jorge Bergoglio exhortó a la Iglesia a llegar a las periferias, identificándolas como “periferias no solo geográficas, sino también existenciales: el misterio del pecado, del dolor, de la injusticia, de la ignorancia y de la indiferencia a la religión de las corrientes intelectuales, y de toda miseria” (Henderson 2018). De este modo, las periferias son cualquier lugar en el que la gente esté sufriendo de algún modo. Todos los que siguen a Cristo están llamados a cruzar fronteras a favor de la inclusión. El Papa Francisco dijo a los nuevos cardenales en el año 2015, “Os invito a servir a Jesús crucificado en toda persona marginada, por el motivo que sea; a ver al Señor en cada persona excluida que tiene hambre, que tiene sed, que está desnuda; al Señor que está presente también en aquellos que han perdido la fe, o que, alejados, no viven la propia fe, o que se declaran ateos; al Señor que está en la cárcel, que está enfermo, que no tiene trabajo, que es perseguido; al Señor que está en el leproso – de cuerpo o de alma -, que está discriminado. No descubrimos al Señor, si no acogemos auténticamente al marginado.” (Papa Francisco 15 febrero 2015). La llamada de Cristo es inclusión radical, inclusión que incorpora a todos pase lo que pase.

Ir a las periferias es un acto de servicio a imitación de Jesús, y debe también incluir una apertura a ser transformado por lo que allí se encuentra. Incluir a las personas excluidas requiere la conversión del corazón: ¿cuáles de mis acciones, nuestras acciones, nos han llevado a esta separación entre nosotros? Los cristianos predican que toda persona es salvada, pero la salvación no es una experiencia que se vive en solitario. La salvación viene a la comunidad como un todo al “nosotros”, no solo al “Yo.” Todos estamos llamados a la conversión y a la transformación juntos para llevar el único Cuerpo de Cristo, el Pueblo de Dios, a la plena realidad. En palabras del Papa Francisco: “La historia de la salvación

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Hna. Juliet Mousseau, RSCJ¿Dónde nos situamos?

tiene, por tanto, un  nosotros al inicio y un  nosotros al final, y en el centro, el misterio de Cristo, muerto y resucitado para «que todos sean uno» (Jn 17,21). Pero el presente también nos muestra que el nosotros querido por Dios está roto y fragmentado, herido y desfigurado. Y esto tiene lugar, especialmente, en los momentos de mayor crisis, como ahora por la pandemia. Los nacionalismos cerrados y agresivos y el individualismo radical resquebrajan o dividen el nosotros, tanto en el mundo como dentro de la Iglesia. Y el precio más elevado lo pagan quienes más fácilmente pueden convertirse en los otros: los extranjeros, los migrantes, los marginados, que habitan las periferias existenciales.” (Papa Francisco 26 Sept 2021).

De todas las anteriores afirmaciones sobre las periferias, podemos ver las necesidades específicas de nuestro mundo hoy. Por encima de todo, el Papa Francisco destaca las necesidades de los inmigrantes como una periferia que nos está pidiendo la atención. Su primera visita como papa fue a la isla de Lampedusa, Italia, donde muchos inmigrantes llegan a Europa y cientos de ellos han desaparecido recientemente. Allí, el Papa expresó el dolor y la responsabilidad que todos tenemos de mostrar el amor fraterno por aquellos inmigrantes que buscan vivir en otra tierra. El Papa Francisco ha seguido apelando a las necesidades de los inmigrantes y a los desplazados alrededor del mundo. Los inmigrantes y refugiados son solamente un grupo de seres humanos que viven en los márgenes sin poder satisfacer sus necesidades físicas y sin el poder para cambiar su situación. Por tanto, las periferias incluyen a todos los que viven en la pobreza, la enfermedad y la opresión que carecen de los elementos necesarios de la dignidad humana: “El desarrollo exclusivista hace que los ricos sean más ricos y los pobres más pobres. El auténtico desarrollo es aquel que pretende incluir a todos los hombres y mujeres del mundo, promoviendo su crecimiento integral, y preocupándose también por las generaciones futuras.” Todos sufrimos cuando alguien entre nosotros sufre, y por eso estamos llamados a salir hacia todos, y cada uno, de los que son “rechazados por la sociedad globalizada de hoy” (Papa Francisco 29 Sept 2019).

Más allá de los marginados por las necesidades físicas, cualquiera que sea considerado inferior como persona porque es “otro” necesita la luz de Cristo. Crear una “cultura de encuentro” significa ensanchar nuestros círculos para incluir a los que piensan y adoran a otras divinidades, a los que están en desacuerdo con nosotros e, incluso, a los que parecen desagradables. Una cultura del encuentro no es un lugar de proselitismo, sino de búsqueda de una mayor comprensión y reconocimiento de la humanidad del otro que parece tan diferente.

También debemos recordar las periferias que existen en nuestra Iglesia. Muchas personas permanecen solo de nombre como católicas o dejan la Iglesia porque se sienten marginadas debido a diversas razones. El cardenal Tobin habla de la necesidad de la Iglesia de escuchar a esos marginados como consecuencia de la crisis de abuso sexual. El Cuerpo de Cristo incluye a personas exiliadas por las siguientes razones: el divorcio, el abuso, la homosexualidad e identidad de género, el aborto o control de la natalidad, la exclusión del ministerio e, incluso, las dudas personales. La dignidad humana es un derecho de todos. Jesús no vino a salvar a los que no son pecadores o a los que no dudan. Nosotros también debemos reconocer la dignidad de toda persona humana.

Desde el comienzo de la vida religiosa, los hombres y mujeres buscaron seguir a Jesús. Las primeras congregaciones religiosas (en concreto, los benedictinos) fueron fundados cuando hombres y mujeres se unieron en comunidades para una vida de oración y dedicación a Dios. Otras congregaciones fueron fundadas con un determinado apostolado en mente, que las llevó a lo que probablemente serían hoy las “periferias.” Las ordenes femeninas como las Ursulinas abrieron escuelas para niñas que no recibían ningún tipo de educación. Las órdenes masculinas, como los dominicos y los jesuitas,

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Hna. Juliet
Mousseau, RSCJ¿Dónde nos situamos? Religiosos en las periferias

llevaron el Evangelio a los cristianos o a los que se habían separado de la Iglesia sin hacer distinciones. Muchas órdenes buscaban responder a las necesidades físicas de la gente, como la alimentación y el hogar, la protección del peligro, la atención médica y el cuidado de los moribundos. Bien las órdenes religiosas buscaran satisfacer las necesidades espirituales o intelectuales o físicas de las personas, estaban abrazando el servicio a imitación de Jesús de una forma que las llevó a los márgenes de la sociedad con el propósito de dar a su gente dignidad humana. Esta atención a la dignidad de todas y cada una de las personas pretendía restituirlas a la sociedad de un modo u otro, tal como lo hizo Jesús durante su vida en la tierra.

Pero a lo largo de la historia, las órdenes que buscaron los márgenes ganaron a su vez riqueza y poder. Los benedictinos son el primer ejemplo. Desde que existen hace unos 1.500 años, a lo largo de los siglos, su presencia y ministerio en el mundo les aportó generosos seguidores y eventualmente extraordinaria riqueza y poder. Los monasterios,

aunque fueron fundados lejos de los centros de las ciudades, atrajeron a la gente y se convirtieron en centros de actividad social y económica. Como los monasterios ganaban riqueza, el rol del abad se hizo más poderoso. Los miembros de la sociedad de estatus superior buscaban lugar para sus hijos en esos roles y el sistema se volvió corrupto en algunos lugares. Sin embargo, Jesús continuó llamando a los cristianos y a los consagrados a las periferias. Los benedictinos experimentaron múltiples esfuerzos para reformarse y volver a su carisma original, al tiempo que eliminaban las capas de riqueza y poder. Los mayores movimientos de reformas en las comunidades benedictinas tuvieron lugar hacia el 800 con el trabajo de Benedicto de Aniane en la corte de Carlomagno; en el siglo XI, a través de la creación de los cistercienses con Bernardo de Clairvaux; y la reforma de la Cartuja. Con cada movimiento de reforma, la comunidad recordaba y volvía a seguir más de cerca a Jesús. Pasaron del centro del poder y privilegios a la vida de pobreza e imitación de Jesús.

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¿Dónde nos situamos? Religiosos en las periferias

Todo esto no es para indicar que los benedictinos o cualquier otra orden dejaron de seguir a Jesús, sino solo para decir que el buen trabajo lleva de forma natural de los márgenes al centro. Las religiosas y los religiosos, por tanto, deben reconocer cuándo sus servicios y apostolados necesitan reconsiderar la llamada de Jesús y volver a las periferias. Los religiosos hoy afrontan grandes cambios. En mi contexto de Estados Unidos, especialmente la primera mitad del siglo XX, fue una época de un gran número de religiosos e inversión en grandes instituciones. Estas instituciones fueron fundamentales para el crecimiento del país, ya que respondían a las necesidades de educación, salud y sociales de las crecientes comunidades de inmigrantes sin discriminación. Hoy, el gran número de religiosos que inició esas instituciones está disminuyendo, y esas instituciones siguen teniendo gran éxito. A medida que los religiosos se alejan de sus grandes ministerios, tenemos la oportunidad de revisar nuestro compromiso con los márgenes para volver otra vez a las periferias.

Ir a las periferias es un acto de servicio a imitación de Jesús, y debe también incluir una apertura a ser transformado por lo que allí se encuentra. Incluir a las personas excluidas requiere la conversión del corazón: ¿cuáles de mis acciones, nuestras acciones, nos han llevado a esta separación entre nosotros?

Este momento de cambio demográfico entre los religiosos en el hemisferio norte es una de las características principales que permite a las religiosas volver a comprometerse con el servicio en las periferias. Además en este momento de cambio, los votos de pobreza, castidad y obediencia sitúan a las religiosas en una posición preparada para el servicio en los márgenes, llevando toda la creación de Dios hacia el centro, hacia la dignidad humana y la inclusión en la sociedad. Trataremos cada uno de los votos en relación con el movimiento hacia las periferias como conclusión de este texto.

Si bien los religiosos hacen voto de pobreza, la pobreza que ellos viven no es la pobreza material que muchas personas en el mundo sufren. De hecho, la pobreza material es un mal, no deseable para nadie, porque impide al ser humano disponer de las necesidades para vivir plenamente. Cuando los religiosos y religiosas hacen voto de pobreza, se comprometen a vivir de forma sencilla, como Jesús vivió con sencillez, y separar su ser de los valores monetarios. Vivir comprometido con el voto de pobreza ayuda a la persona

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consagrada a servir en los márgenes porque en ellos ve el profundo valor de la vida humana sin tener en cuenta las circunstancias. El derecho de todo ser humano a gozar de la dignidad es incuestionable. Entonces, vivir sencillamente sitúa a los consagrados fuera del camino materialista dominante que la sociedad parece defender. Sitúa a los religiosos en los márgenes donde pueden tener una relación y comunidad con los que están marginados por sus condiciones económicas. La sencillez ayuda a los otros a acercarse a los religiosos como iguales y permite que surjan relaciones profundas. El voto de pobreza también reconoce que todo lo que recibimos es un don de Dios y, por lo tanto, deberíamos caminar cuidadosamente sobre la tierra, usando solo los recursos que necesitamos sin acumular. Vivir con sencillez y compartir lo que tenemos entre nosotros y con los demás pone más recursos a disposición de otros pueblos, incluso de las generaciones futuras. Esto significa que lo que adquirimos puede ser dado con y total libertad a los que lo necesitan. Así, los religiosos y las religiosas, consagrados a la pobreza, están preparados para servir en las periferias.

El voto de castidad, también llamado “celibato,” libera a los consagrados de los compromisos de la vida familiar para tener la libertad de tiempo y espacio para otras relaciones. Esta libertad es tanto interna como externa: internamente, es no estar vinculado al amor a una única persona de forma que impida amar a otras; externamente, es estar libre de las limitaciones de las necesidades de la familia, la cual por naturaleza debe ser prioritaria en la vida de una madre o un padre. El amor que uno daría al cónyuge y a los hijos está dirigido al mundo en general, amar a todos como Dios nos ama a cada uno (Radcliffe 2014, 9). Como Jesús, el consagrado busca a los que más necesitan el poder sanador del amor. Además, la libertad que se tiene en la vida religiosa proporciona el apoyo de una comunidad religiosa en el discernimiento y el compromiso a un servicio concreto. Tanto si otros miembros de la congregación forman parte o no de este servicio, participan y animan a dicha persona en sus esfuerzos. El apostolado también puede continuar cuando otros ocupan el lugar de aquel que se jubila o es destinado a otro lugar. Finalmente, el voto de castidad permite a los religiosos que están llamados a las zonas misioneras a dejar a un lado sus hogares y llegar a las periferias geográficas y sociales que todavía existen en nuestro mundo.

El voto de obediencia es de discernimiento, atenta escucha a la llamada de Dios, al mismo tiempo a la congregación, así como a la persona individualmente con sus dones y talentos.

Los consagrados deben escuchar la llamada del Espíritu Santo en el superior de la congregación, en la comunidad en su totalidad y en el mundo que les rodea. Cuando las necesidades que vemos se relacionan con nuestros dones comunitarios o individuales, hemos encontrado la llamada de Dios. El voto de obediencia nos da la confianza de que hemos oído con gran claridad a través del discernimiento compartido entre nosotros y de que Dios nos está guiando fielmente en nuestro apostolado.

El Papa Francisco llama a todos los cristianos a las periferias, sobre todo a los consagrados que tienen la capacidad y la responsabilidad de seguir la llamada. En el contexto de la vida de votos, la práctica de la pobreza, la castidad y la obediencia nos preparan y ofrecen el apoyo que necesitamos para atraer a los que están exiliados hacia la sociedad humana, a ayudar a restaurar a la dignidad humana allí donde ha sido negada. El Papa Francisco nos llama: “La fe, la esperanza y el amor necesariamente nos empujan hacia esta preferencia por los más necesitados, que va más allá de la pura necesaria asistencia. Implica de hecho el caminar juntos, el dejarse evangelizar por ellos, que conocen bien al Cristo sufriente, el dejarse “contagiar” por su experiencia de la salvación, de su sabiduría y de su creatividad. Compartir con los pobres significa enriquecerse mutuamente. Y, si hay estructuras sociales enfermas que les impiden soñar por el futuro, tenemos que trabajar juntos para sanarlas, para cambiarlas.

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Y a esto conduce el amor de Cristo, que nos ha amado hasta el extremo y llega hasta los confines, a los márgenes, a las fronteras existenciales. Llevar las periferias al centro significa centrar nuestra vida en Cristo, que «se ha hecho pobre» por nosotros, para enriquecernos «por medio de su pobreza» (2 Cor 8, 9 como hemos oído». ” (Francisco 19 agosto 2020).

Bibliografía

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- Papa Francisco, Audiencia general. 19 agosto 2020. Acceso 7 mayo 2021.

https://www.vatican.va/content/francesco/es/audiences/2020/documents/papafrancesco_20200819_udienza-generale.html

Papa Francisco, Homilía con los nuevos cardenales. 15 febrero 2015. Acceso 7 mayo 2021. https:// www.vatican.va/content/francesco/es/messages/migration/documents/papa-francesco_20190527_ world-migrants-day-2019.html

- Papa Francisco, “No se trata solo de inmigrantes”. Mensaje del Santo Padre Francisco para la Jornada mundial del Inmigrante y del refugiado 2019. 29 septiembre 2019. Acceso 7 mayo, 2021.

https://www.vatican.va/content/francesco/es/messages/migration/documents/papafrancesco_20190527_world-migrants-day-2019.html

- Papa Francisco, “Hacia un nosotros cada vez más grande”: Mensaje del Santo Padre Francisco para la 107.ª Jornada Mundial del Inmigrante y del refugiado 2021. 27 septiembre 2021. Acceso 7 mayo 2021.

http://www.vatican.va/content/francesco/en/messages/migration/documents/papafrancesco_20210503_mundo-migrants-day-2021.html

- Henderson, Silas. “What the Early Church Teaches Us about Pope Francis’ ‘Peripheries’.” Aleteia. 5 mayo 2018. Acceso 7 mayo 2021.

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- Radcliffe, Timothy. “Same Dios, Different Ways to Love.” Horizon 39, no. 4 (Fall 2014): 9–13.

- Tobin, Joseph W. “The Power of Listening to the Peripheries: A Traumatized Church Can Truly Embrace the Pope Francis Vision and Offer a Witness that Is More Accountable to the Gospel.” Archidiócesis de Newark (20 febrero 2019). Acceso 7 mayo 2021.

https://www.rcan.org/power-listening-peripheries-traumatized-church-can-truly-embrace-popefrancis-vision-and-offer

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Religiosos
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¿Dónde nos situamos?
en las periferias

LA ENCARNACIÓN PROFUNDA COMO UNA LLAMADA RADICAL

La Hna. Ann-Maree O’Beirne es Hermana de la Misericordia de Australia y Papúa Nueva Guinea. Ha finalizado su Máster en Divinidad y su Grado de Dirección espiritual. Está comprometida en la dirección de retiros y seminarios, así como en la dirección espiritual.

El texto fue presentado en el primer Simposio de Religiosas Teólogas, organizado en Roma por la UISG,del 12 al 19 de junio de 2022.

Introducción

Considerando las dos crisis globales actuales: el cambio climático y el COVID-19, los gritos de la Tierra y de los pobres de la Tierra nunca antes han sido más urgentes. En Australia, los incendios forestales de la primavera y el verano de 2019-2020, precedidos por una prolongada sequía, y seguidos de inundaciones y la pandemia mundial, y más inundaciones generalizadas, más incendios y ahora una plaga de ratones, nos han dado una experiencia visceral del sufrimiento de la Tierra y de los pueblos de la Tierra.1 Como religiosas, en estos tiempos, la acción justa, el amor tierno y el caminar humilde con la comunidad que sufre de la Tierra podría considerarse una auténtica expresión de los consejos evangélicos y una respuesta al regalo de Dios de la vida y el amor.

Con la ayuda de una teología de la Encarnación profunda y una honda conciencia de nuestra inmersión en la comunidad de las relaciones ecológicas de la creación, este texto es una invitación a una nueva forma de vivir, amar y responder a los encuentros de gracia con la Tierra que sufre y con sus pueblos. Esta llamada radical nos obliga a ampliar el horizonte de nuestras relaciones, abrazar la vida humana –así como otras formas de vida– como un don, y responder generosa y valientemente a los desafíos que se nos presentan.

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Contexto australiano

En su mayor parte, Australia es un país cálido y seco. Pero también tiene extensas áreas exuberantes, prolíficamente habitadas por una variedad de exótica vida silvestre y de magníficas plantas y árboles. En circunstancias normales, estas áreas son bonitas y capaces de sostener la vida humana así como otras formas de vida. Este entorno es realmente impresionante para vivir como Hermana de la Misericordia en el siglo XXI. Lamentablemente, a veces esta experiencia de belleza y vida productiva se ve afectada por incendios e inundaciones, lo cual forma parte de la secuencia natural de regeneración y, un hecho que los australianos esperan. Sin embargo, esta experiencia recientemente vivida de incendios forestales extremos en Australia, llamados “el verano negro”, era algo impensable debido a la enorme área quemada, la intensidad de los fuegos y los largos ocho meses de temporada de incendios.

Andrew Sullivan escribió: “Quedar atrapado en un incendio forestal es ser testigo de un verdadero infierno en la tierra: condiciones lo suficientemente calientes como para derretir metal, flujos de calor que literalmente vaporizan la vegetación y columnas de humo tan densas que convierten el día en noche” (Sullivan 2015). “En marzo de 2020, el verano negro había quemado casi 19 millones de hectáreas, destruido unas 3.000 casas y matado a 33 personas” (Filkov et al. 2020, 44). En Queensland, una costa típicamente tropical, las selvas tropicales, demasiado húmedas para quemarse, fueron devastadas por los incendios forestales. Las áreas metropolitanas no se vieron afectadas por el fuego, pero estuvieron cubiertas de aire lleno de humo durante varios meses. Los efectos a largo plazo de estos niveles nocivos de contaminación ya empiezan a sentirse no solo en la especie humana. La Australian Royal Commission sobre los incendios del verano negro informa que más de 445 personas murieron debido al humo de los incendios del verano negro, el cual afectó al 80% de la población. (Hitch 2020).

¿Cuál fue la causa de los incendios? Antes de los incendios, Australia experimentó los años más secos y cálidos, lo cual dio lugar a los niveles de evaporización más altos hasta entonces registrados, creando una sequía prolongada y generalizada. La escasez de agua era una realidad en áreas donde no lo había sido antes, por lo que muchas comunidades debían importar agua potable. Los científicos hablan de “clima de fuego”, para explicar que sus parámetros difieren del clima normal. Australia experimentó un aumento sin precedentes de las condiciones climáticas de riesgo incendios que los científicos atribuyen al cambio climático. (CSIRO 2020). La pérdida de vidas humanas y medios de subsistencia, las infraestructuras comunitarias y el sentido de pertenencia continúan sintiéndose entre los que se vieron afectados.

Todos podemos identificarnos con la pérdida y el sufrimiento humanos, pero, ¿con las otras criaturas más allá de las humanas, como la flora y fauna, los ecosistemas y el medio ambiente… qué? Un cálculo aproximado de más de un billón de animales murió en los incendios del verano negro. (Dickman y Tein 2020) y el aumento de riesgo de extinción para cientos de especies es real. (Filkov et al. 2020). Además, se han destruido hábitats enteros debido a la intensidad de los incendios, experimentándose una regeneración mínima después de ocho meses de los incendios donde el calor generado se elevó más allá del extremo. Las imágenes de compasión humana para esas pobres criaturas en nuestras noticias y medios de comunicación eran desgarradoras. Los bomberos explican que los gritos de animales que se oían mientras combatían los incendios todavía les persiguen. Dieciocho meses después, la rehabilitación de los animales heridos continua.

Superpuesto al final de esta etapa de incendios del verano negro, se vivió la emergente pandemia mundial de COVID-19 y la lucha por comprender su origen, naturaleza y efectos. En términos relativos, la experiencia de Australia empalidece en comparación con otros países. Además del sufrimiento por la pérdida de vidas y los efectos a largo plazo de la COVID-19, la recesión económica y la pérdida de medios de subsistencia afectan

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a muchas más personas debido a los cierres y restricciones, una recesión económica que ya había afectado a muchas comunidades australianas a causa de los incendios del verano negro además de otros sucesos ecológicamente devastadores.

Celia Deane-Drummond explica que la causa subyacente de la crisis climática, COVID-19 y de enfermedades similares que se han entrecruzado sobre las especies animales es la explotación humana de nuestros recursos naturales y otras criaturas para satisfacer los deseos humanos, deseos que son ecológicamente insostenibles para la totalidad de la comunidad de la creación. (Deane-Drummond 2020). Estos crean un desequilibrio en los delicados ecosistemas en los que vivimos, afectando a la biodiversidad necesaria para la salud del aire, los suelos, las plantas, los animales y las personas. Por tanto, la forma que escogemos para vivir como humanos tiene un enorme impacto sobre la capacidad de la creación para existir.

Reflexión teológica

Para ayudarnos a reflexionar sobre estas cuestiones, el Papa Francisco afirma en Laudato Si’ (de aquí en adelante LS):

«Todos los seres del universo estamos unidos por lazos invisibles y conformamos una especie de familia universal, una sublime comunión que nos mueve a un respeto sagrado, cariñoso y humilde. Quiero recordar que «Dios nos ha unido tan estrechamente al mundo que nos rodea, que la desertificación del suelo es como una enfermedad para cada uno, y podemos lamentar la extinción de una especie como si fuera una mutilación».(LS 89).

Gracias a una “comunión sublime” –generada en la relación trinitaria de amor compartida con todas las criaturas, elementos de la vida y ecosistemas del universo– el Papa Francisco ve que nosotros “estamos unidos por lazos invisibles” de amor. Anteriormente en LS, explica que esta conexión es el resultado de la Encarnación: “Una Persona de la Trinidad se insertó en el cosmos creado, corriendo su suerte hasta la cruz.” (LS 99). Para el Papa Francisco, la Encarnación de Cristo establece una conexión relacional con toda la creación la cual es tan íntima que coloca a Dios relacionalmente en los que Él mismo creó. En el material micro celular del universo, la Encarnación profunda de Dios une a toda la creación con Dios en una sublime comunión.

Si nosotras, como religiosas, aspiramos a estar en comunión con Dios, ¿podemos aceptar y promover la comunión con toda la creación? El Papa Francisco reconoce que cuando nuestro abrazo es amplio y profundo, empezamos a sentir el dolor y el sufrimiento de toda la creación –de la entera comunidad de la Tierra– en nuestro propio ser. La llamada es para expandir nuestra comprensión de la comunión con Dios, la Encarnación de Cristo y nuestras relaciones como mujeres con votos, para abrazar esta comunión integral y permitirnos sentir de forma compasiva el dolor y el sufrimiento de la Tierra y de los pobres de la Tierra y buscar respuestas apropiadas y efectivas. Contemplar la teología de la Encarnación profunda puede ayudarnos a nuestra reflexión como religiosas y a la llamada radical que nos invita a comprometernos.

La Encarnación profunda

El concepto de “Encarnación profunda” es un término concebido por primera vez por Niels Gregersen, que reflexiona sobre el dolor y el sufrimiento en la humanidad y en la vida de las criaturas de este mundo y el significado que la cruz de Cristo trae consigo a costa de la evolución. (Gregersen 2001). Los eco-teólogos han estudiado este concepto. Denis Edwards afirma: “En una teología totalmente de la Encarnación, Dios es entendido como el que se convierte para siempre en Dios de materia y carne... La Palabra se hace carne, y la materia y la carne son irrevocablemente llevados a Dios e incrustados

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para siempre en la vida de la divina Trinidad.” (Edwards 2018, 68). Una teología de la Encarnación profunda no trata solo sobre el acontecimiento del nacimiento de Jesús en este mundo y su salvación de la humanidad. Trata de la totalidad del Misterio Pascual –el nacimiento, la vida, la muerte, la resurrección y la ascensión– de la Palabra, Logos-Dios–que se hace carne a través de la acción del Espíritu y la experiencia de vida de Dios como un miembro humano de la comunidad de la creación. Elizabeth Johnson afirma: “La carne en la que la Palabra de Dios se convirtió como ser humano es parte del amplio cuerpo del cosmos.” (Johnson 2014, 196). Para Johnson, y también para otros, la Encarnación profunda extiende la bien entendida enseñanza de la Iglesia sobre la Encarnación para incorporar toda la carne. Afirma: “La carne asumida en Jesucristo conecta con toda la humanidad y con toda la vida biológica, todo el suelo, toda la matriz del universo material hasta sus mismas raíces.” (Johnson 2014, 196).

Al poner énfasis en el valor intrínseco de todos los elementos de la creación, el Papa Francisco ve todo el universo, incluidos los seres humanos, como un camino hacia Dios

y, sin embargo, el universo ya experimenta plenitud de Dios en Cristo resucitado, que “abraza e ilumina todo” (LS 83). Afirma que “el fin último de las demás criaturas no somos nosotros” (LS 83). Ellos tienen su valor especifico y objetivo en Cristo. Edwards resume esta visión del valor intrínseco en LS, al afirmar: “Dios sostiene a cada criatura en el amor; Dios está interiormente presente en cada una de ellas; y cada una debe participar con los seres humanos en la transformación final de todas las cosas en Dios”. (Edwards 2019, 128).

En su último libro, Edwards reflexiona sobre el trabajo de varios teólogos, que se centran en la respuesta teológica a la crisis ecológica. Una cuestión concreta resuena con el sufrimiento que he señalado en el contexto de Australia; en referencia a Christopher Southgate (Southgate 2014), Edwards dice: “No solo las criaturas no están solas en los momentos de sufrimiento, sino también la criatura, ‘en cualquier sentido, lo sabe, y esto es lo que supone una diferencia.’” (Edwards 2019, 15). Johnson se hace eco de esta afirmación diciendo que la certeza de que Dios acompaña a la criatura que sufre “es una

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una llamada radical
profunda como

de las cosas más significativas que la teología puede decir. Aparentemente ausente, el Dador de la vida está silenciosamente presente en todas las criaturas en su dolor y muerte. Permanecen conectadas al Dios vivo a pesar de lo que está ocurriendo; de hecho, en la profundidad de lo que está ocurriendo.” (Johnson 2014, 206). Johnson propone que a teología de la Encarnación profunda abarque una teología de la “resurrección profunda” porque la promesa de Dios no termina en la cruz. (Johnson 2014, 207).

Para todos aquellos que estamos en Australia y hemos soportado la sequía prolongada, el verano negro de los incendios y los efectos de la pandemia de COVID-19, la conciencia del acompañamiento de Dios a los que sufren y la promesa de la resurrección de Dios supone una diferencia.

Una llamada radical a las religiosas a través de los votos Yo opino que la Encarnación profunda, entendida de esta forma, ofrece una invitación

la Encarnación de Cristo establece una conexión relacional con toda la creación la cual es tan íntima que coloca a Dios relacionalmente en los que Él mismo creó. En el material micro celular del universo, la Encarnación profunda de Dios une a toda la creación con Dios en una sublime comunión.

a las religiosas a expandir nuestra capacidad de amor para reflejar el amor de Dios, un amor que abraza toda la comunidad de la Tierra. El contexto de esta invitación está, creo yo, contenido en los consejos evangélicos, los votos que nosotros hacemos.

Lumen Gentium (Concilio Vaticano II, 1964) (en adelante LG) denomina los consejos evangélicos como “castidad dedicada a Dios, pobreza y obediencia… Los consejos son un don divino, que la Iglesia recibió de [Jesucristo] y que siempre protege con la ayuda de la gracia [de Dios].” (LG 43) Los consejos evangélicos son considerados votos interpretados bajo la guía del Espíritu Santo (LG 43-44). Desde el Vaticano II, los religiosos han continuado interpretando estos tres votos teniendo en cuenta su contexto.

En el cambio de milenio, Sandra Schneiders, IHM, y Barbara Fiand SNDdeN, publicaron sus reflexiones sobre la vida religiosa. Fiand desafía todo lo que entendíamos sobre lo que significaba ser “con votos” al presentar un nuevo paradigma que se aleja del pensamiento dualista que nos mantiene en los límites de lo que deberíamos y no deberíamos hacer.

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Dice que este nuevo paradigma “nos invita a probar quiénes somos y cómo somos como personas con votos. Pregunta qué significa ser persona con votos, ser consagrado. Subraya la vida de votos como un modo de ser –una disposición– dejando la dimensión de prescripción o prohibición a un lado” (Fiand 2001, 55). Estas cuestiones siguen siendo relevantes veinte años después al extender su contexto para incluir toda la creación. Por tanto, ¿cómo cambia este nuevo contexto nuestra comprensión de los tres consejos evangélicos?

El estudio de Schneiders del voto de castidad propone la frase “celibato consagrado” como un término más adecuado por muchas razones. Dice: “Un voto de amor universal y/o inclusivo, o un voto de relación podría parecer más inspirador.” (Schneiders 2001, 119). Ella argumenta que el celibato consagrado es el voto definitivo, el que define la elección de vida y el compromiso de relación con Dios que “es un carisma no dado a todos” (Schneiders 2001, 126). Y explica que “el rasgo constitutivo de la Vida Religiosa, no como cristianos, sino como religiosos, es el compromiso de los religiosos con Jesucristo en el celibato consagrado para toda la vida.” (Schneiders 2000, 125). El centro de la relación de amor con Cristo es sobre “para” qué el voto más que las renuncias que supone el voto. Afirma: “El celibato consagrado… trata sobre… a quién y cómo se elige amar.” (Schneiders 2001, 127). Si consideramos una teología de la Encarnación profunda, vivir este voto amplia nuestro horizonte de amor por Jesucristo, en Dios, para englobar la total comunidad de la Tierra, y desafía cada uno de los aspectos de la forma que elegimos para vivir y amar.

En referencia al voto de pobreza, Schneiders ve que la falta de hogar para Dios y para la Iglesia en esta vida (LG 44) plantea algunas dificultades en términos ecológicos. Dice: “las personas piensan que solo están ‘de paso’ por un lugar y, de este modo, no se sienten responsables de él, podrían incluso desdeñarlo o por lo menos tratarlo como un mero producto” (Schneiders 2001, 266). Si bien ella ve que a veces los religiosos han recorrido este camino, las “Reglas de las órdenes religiosas siempre han fomentalo la frugalidad y respeto en el uso de los bienes materiales, la administración cuidadosa de los recursos, el compartir en comunidad y la reverencia por la creación como manifestación y don de Dios” (Schneiders 2001, 267). Afirma que las religiosas han vivido una conciencia ecológica, conduciendo a la Iglesia hacia la sensibilidad ecológica. Este liderazgo sigue manteniéndose hoy. Desde una perspectiva antropocéntrica de vivir la pobreza, cambiar el enfoque debe tener en cuenta el valor intrínseco de otras criaturas, ecosistemas y hábitats. Extender nuestro alcance de la finalidad de nuestra pobreza a la total comunidad de la Tierra, a la luz de la teología de la Encarnación profunda, es un cambio leve pero poderoso.

La “fidelidad creativa” es el título que Fiand da a su capítulo sobre el voto de obediencia (Fiand 2001). Subraya la comprensión de Schneiders de que la obediencia religiosa trata sobre el “compromiso de buscar la voluntad de Dios… y de cumplirla con la todo el corazón… para extender el Reino de Dios en este mundo” (Schneiders 1986, 140). La fidelidad creativa trata de la escucha del Espíritu, tanto individual como comunitariamente, sobre las preocupaciones y cuestiones que Dios quiere revelar. En términos de llamada de la Encarnación profunda, trata de escuchar el sufrimiento de los pobres de la Tierra y responder en obediencia a la llamada de Cristo. Vivir una teología de la Encarnación profunda nos llama a vivir los consejos evangélicos a través de acciones justas, amor tierno y vida humilde (Miqueas 6,8), lo cual reflejan nuestra conciencia de la interconexión e interdependencia de toda la vida y la crisis ecológica y la esperanza que ser personas resucitadas puede traer.

La acción habla de la apertura a oír los gritos de la Tierra y, con espíritu de obediencia, dar una respuesta adecuada. Experimentar a Dios en todas las cosas implica “sentir la experiencia” del sufrimiento de la Tierra, que es fundamental para el “amor tierno” o “amor misericordioso”. Amar con ternura es una forma de expresar el voto de castidad o

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celibato consagrado. Estas experiencias nos recuerdan nuestra existencia humilde y nos llaman a revisar nuestra vida cotidiana y nuestra forma de vivir en un espíritu de pobreza. En su explicación sobre el proceso de la Encarnación profunda, Johnson afirma que el “tremendo salto de la forma divina a la forma humana crucificada traza un arco de humildad divina: la capacidad para vaciarse uno mismo, de limitarse a sí mismo, de ofrecerse, de ser vulnerable, de darse, en una Palabra, Amor creativo en acción. (Johnson 2014, 202). Por tanto, en tiempo de conciencia ecológica, la vida humilde nos implica como religiosas a seguir el ejemplo de Jesús según se entiende en la teología de la Encarnación profunda, para vaciarse, limitarse, ofrecerse y darse uno mismo en términos de total comunidad de la creación, no solamente en términos de nuestra existencia humana. Cuando estudiamos nuestro carisma de la misericordia, pienso en la respuesta que la fundadora de las Hermanas de la Misericordia, Catherine McAuley, podría dar en estos tiempos difíciles. Su ejemplo de amor tierno por los más pobres de Dublín expresó la verdadera pobreza de espíritu, humildad y obediencia a Dios a través de la acción práctica. ¿Las formas que elegimos para vivir cotidianamente dan testimonio de una vida justa, de amor y vida humilde? Al aceptar con verdadera humildad el amor que Dios nos da, podemos abrazar lo que podemos hacer para vivir una Encarnación profunda en cada uno de los aspectos de nuestra vida como religiosas. Esta llamada bíblica del profeta Miqueas es más apropiada para extender nuestro abrazo a todos los pobres que sufren en la Tierra, al incorporar toda la creación como expresión de los votos perpetuos que hemos hecho.

Implicaciones prácticas

Esta llamada a vivir nuestra vida en el espíritu de la Encarnación profunda es una llama radical porque afecta la comprensión esencial de la Encarnación y culmina en una transformación y acción integral en nuestra vida cotidiana. Llama a repensar totalmente como entendemos la humanidad, conectada integralmente a toda la creación y, consecuentemente, a hacer los cambios apropiados. Este camino radical es algo que las religiosas han estado haciendo desde hace años y, en muchos aspectos, liderando el modo de pedir la justicia para los pueblos indígenas, los marginados y los millones de afectados por la crisis ecológica. Ampliar nuestro alcance para incluir a otras especies más allá de las humanas –animales, plantas, ecosistemas y los sistemas de soporte vital de la Tierra– es solo un paso más. La teología de la Encarnación profunda nos invita a sentir el dolor de la Tierra que sufre en sus entrañas y encontrar formas para responder. Este tipo de amor tierno implica acompañar conscientemente al que sufre con la oración y la solidaridad a través de esta experiencia sentida como una respuesta. Una vez sentida, deberíamos sentirnos llamadas a encontrar formas de vida más humildes, más ligeras, en la Tierra para que todo florezca.

Como religiosa en el “primer mundo” de un país occidental, mi vida es muy cómoda. Como muchos otros en Australia, nuestra congregación toma decisiones sobre la inversión de nuestros recursos, eligiendo inversiones sostenibles y abandonando los combustibles fósiles. Cuando es posible, instalamos placas solares en los techos, cisternas para recoger el agua y substituimos el sistema de iluminación por opciones más sostenibles. Si es necesario tener coche, se elige comprar una opción de motor híbrido o un modelo más sostenibles. Las hermanas escogen vivir de forma más sencilla, reciclar, hacer el abono, hacer esfuerzos conscientes para usar energía de forma inteligente y comprar de forma ética a nivel personal. Desde el punto de vista político, muchas hermanas están implicadas activamente en acciones contra el cambio climático, el carbón y la extracción de gas de veta de carbón, y en la promoción activa de energías renovables en sus localidades. Durante muchos años hemos tenido hermanas comprometidas con la eco-teología, la eco-justicia y la eco-espiritualidad.

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Con las Hermanas de la Misericordia, a nivel internacional también estamos reflexionando sobre el proceso de la Presencia Global de la Misericordia, que presta atención a los gritos de los pobres de la Tierra, incorpora las implicaciones de la teología de la Encarnación profunda y busca hacer frente al sufrimiento humano y más allá de lo humano de la Tierra. Como Hermanas de la Misericordia de Australia y Papúa Nueva Guinea, estamos tratando de integrar nuestra conciencia ecológica en todos los aspectos de nuestra vida personal y corporativa, ministerios y prácticas espirituales de manera que se centren en la regeneración, no solo en la sostenibilidad, promoviendo el florecimiento de toda forma de vida en este planeta. Esta acción es una iniciativa nueva y seguirá hacia adelante. Para su éxito será esencial comprender quiénes somos como mujeres consagradas, que viven en un tiempo de crisis y conciencia ecológica. La Encarnación profunda es uno de los dones de la teología que puede ayudarnos a vivir humildemente, amar la misericordia y hacer justicia.

Conclusión

Al considerar el cambio climático global, la degradación ecológica y la pandemia de COVID-19, nunca antes había sido más urgente un tiempo para pararse, reflexionar sobre nuestras relaciones a través de toda la comunidad de la Tierra y realizar los cambios adecuados. Como religiosas, se trata de una oportunidad para renovar nuestra consagración a Cristo, si consideramos la Encarnación profunda de Dios que une toda la creación en sublime comunión. Esta llamada radical nos obliga a ampliar el horizonte de nuestras relaciones, abrazar la vida humana –y la vida más allá de esta como don– y responder con generosidad y valentía a los desafíos que se nos presentan.

de la humanidad.

Bibliografía

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37 UISGBoletín n. 180, 2023 Hna. Ann-Maree O’Beirne, RSMLa Encarnación profunda como una llamada radical

EL SENTIDO DEL SER. CULTIVAR LA ESPERANZA PARA REGENERAR A LA HUMANIDAD

Marcella Serafini

Marcella Serafini es Doctora de Investigación en Filosofía de la Religión por la Universidad de Perugia; el año 2017 consiguió su segundo Doctorado en Filosofía en la Universidad Pontificia Lateranense. Su disertación con el título “La relación entre el intelecto y la voluntad en la filosofía de la libertad de Duns Scoto”, merecióelpremioHenrideLubacenlaedicióndelaño2018.Enseña Filosofía en el Liceo “A. Pieralli” de Perugia e imparte conferencias de profundización como docente encargada en el Instituto Teológico de Asís (y otros Ateneos).

El 8 de noviembre la Iglesia celebra la memoria litúrgica del beato Juan Duns Scoto (1265/66-1308), teólogo y filósofo franciscano. El breve, pero intenso itinerario de su vida –dedicada al estudio y la enseñanza en las principales universidades de la época– fue sintetizado en el epitafio que aparece en la lápida de su tumba, en la Minoritenkirche de Colonia - “Scotia me genuit, Anglia me suscepit, Gallia me docuit, Colonia me tenet”.

Cantor del Primado de Cristo, defensor de la Concepción Inmaculada de María, testimonio de fidelidad y obediencia al Sumo Pontífice, son los pilares de su teología, sostenida por una sólida base filosófica confiada a la razón, pero consciente de sus límites y de las necesidades de abrirse a un cumplimiento sobrenatural.

Vamos a recorrer algunas intuiciones de este Beato franciscano, para extraer algunas tensiones e impulsos, que abren la mente a un horizonte de esperanza. Hoy más que nunca estamos llamados a reflexionar sobre la esperanza, con el fin de alimentarla: ‘esperar’ significa creer que hay un sentido en la vida y en la historia, –también cuando no la percibimos concretamente–, esperar un futuro de bien, asumir las propias responsabilidades y luchar para que la vida venza.

Si bien vivió en un periodo de grandes fermentos culturales –la difusión del aristotelismo, visión del mundo alternativa, y en ciertos aspectos antitética, a la cristiana–, Giovanni Duns Scoto supo hacer frente a esta crisis cultural con valentía y determinación, reconduciendo

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también las novedades hacia el horizonte de la propia identidad cristiana. De este modo, elabora una síntesis original de la filosofía, teología y espiritualidad; no pretende separar razón y fe, pero distingue las dos perspectivas para integrarlas: el intelecto –abierto a la totalidad de lo real, pero históricamente limitado– recibe cumplimiento y perfección solo cuando es iluminado por la fe.

La teología alarga los horizontes de la metafísica, permite acceder a las profundidades de lo real y penetrar el significado en términos de libertad, relación y amor. El universo existe porque es querido por Dios (volitum): en consecuencia, estamos llamados a valorar el bien que hay en el otro, antes de cualquier reivindicación individual.

Es la mirada expresada por Francisco de Asís en el Cántico de las criaturas, que en el De primo Principio Duns Scoto sintetiza de modo admirable: «Eres bueno sin límite, y comunicas los rayos de tu bondad con extrema liberalidad; a Ti, supremamente amable, las entidades individuales, en la forma propia de cada una, vuelven como a su fin último» (cap. IV, conclusión 10).

Duns Scoto encarna de modo ejemplar la intuición fundamental del carisma franciscano, núcleo del mensaje evangélico: en la raíz del ser está el amor gratuito de Dios, fuente de benevolencia y de misterio. El universo es “epifanía del amor creativo”: todo es don y expresa relación, porque está enraizado en una relación originaria. La persona humana es unicidad irrepetible (ultima solitudo) y relación: la existencia es llamada, vocación y don.

Esta ontología, esencialmente relacional, puede ofrecer bases sólidas para una fraternidad humana, universal y cósmica, como expresa el Papa Francisco en las encíclicas Laudato Si’ y Fratelli tutti. De la ontología de la relación deriva una ética de la comunión fundamentada en la lógica del don; Duns Scoto expresa este planteamiento en los términos de ‘condelectatio’ y ‘redamatio’: la vocación del hombre es gozar del amor de Dios junto a los demás (condelectatio) en la reciprocidad, restituyendo a Dios el amor recibido (redamatio).

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Marcella
SerafiniEl sentido del ser

Es una perspectiva que valora al individuo único e irrepetible contra todo tipo de totalitarismo y dictadura del pensamiento único, que pide responsabilidad y cuidado de lo creado, solidaridad social y comunión fraterna, de modo que alimenta la confianza en el hombre y en su potencial de bien. En la voluntad humana, de hecho, está presente no solo la actitud de perseguir la propia utilidad y ventaja personal (affectio commodi), sino también forma parte de ella (no alterada por el pecado original) la capacidad de amor gratuito y don de uno mismo (affectio iustitiae).

El fundamento y raíz de este ‘optimismo antropológico’ es la Encarnación del Verbo, la humanidad de Cristo, que Scoto, con devoción y afecto, contempla en la oración y medita en el estudio (según el principio “ora et cogita, cogita et ora”). La centralidad de Cristo ofrece la clave de lectura para intuir el sentido de la vida y de la historia: «En alabar a Cristo, prefiero excederme que faltar en la alabanza a él debida, si he de caer en uno de los dos excesos» (Ordinatio III, d. 13, q. 4, n. 53).

En el Commento al tercer libro de las Sententiae, introduciendo la sección dedicada a la cristología, el Maestro franciscano da la vuelta a la habitual dirección de la investigación: no medita sobre el Infinito a partir de lo finito, sino que emprende el itinerario inverso, convencido que el significado de lo finito se puede intuir solo a partir del Infinito; allí donde las criaturas tienen su origen, es custodiada la clave de su ser. Por este motivo, medita la Encarnación no a partir del pecado, como si la ‘Obra maestra’ de Dios (Summum Opus Dei) estuviera subordinada a la culpa del hombre, sino al contrario, a la luz del ‘primado’ de Cristo: Dios ha querido desde siempre la Encarnación del Verbo y, en Él, el hombre y el mundo. Porque Dios es ‘esencialmente amor’, todo es expresión y reflejo de Su Amor y en el amor encuentra su justificación: la primera razón de la Encarnación es el deseo, por parte de Dios, de compartir con una criatura su ‘gloria’, amor y gozo infinitos. Cristo es Aquel que en modo eminente recibe y restituye el Amor del Padre, es el perfecto adorador, que armoniza de forma prodigiosa lo finito e infinito. El mundo, creado en vista de Él, asume una sacralidad intrínseca y glorifica a Dios: «La razón última, es decir, la primera en el orden de los motivos, es, pues, el amor; Dios crea porque (…) quiere tener otros coamantes (condiligentes), lo cual significa que quiere que los demás tengan su amor en sí mismos; eso es predestinarlos» (Ordinatio III, d. 32, n. 6).

La naturaleza humana ha sido pensada en la mente eterna de Dios, como la más noble para realizar el fin supremo de la creación. El Hijo de Dios la ha asumido integralmente, sin modificar o mejorar; actuando de esta forma, Dios ha mostrado amar y aprobar totalmente su obra. Desde el momento que ha sido asumida por el Hijo de Dios, la naturaleza humana es glorificada en cada individuo.

A la luz de este luminoso diseño, también la oscuridad se enciende de esperanza, como pone en evidencia Benedicto XVI en Spe Salvi: «El hombre tiene un valor tan grande para Dios que se hizo hombre para poder com-padecer Él mismo con el hombre, de modo muy real, en carne y sangre, como nos manifiesta el relato de la Pasión de Jesús. Por eso, en cada pena humana ha entrado uno que comparte el sufrir y el padecer; de ahí se difunde en cada sufrimiento la con-solatio, el consuelo del amor participado de Dios y así aparece la estrella de la esperanza.» (n. 39).

La esperanza ‘radical’ que viene por la Resurrección de Cristo ilumina y alimenta la vida y las esperanzas cotidianas: solo la mirada benévola de Dios puede sanar el corazón herido y la mirada borrosa sobre el mundo y la historia; desde el momento que esa Mirada benévola no abandona a las criaturas, la vida gozará del triunfo pascual.

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ser
Marcella Serafini
El sentido del

MINISTERIO DE LA PALABRA DE LA MUJER Y SINODALIDAD EN LA OBRA LUCANA

María Concepción Tzintzún Cruz, FMVD

María Concepción Tzintzún Cruz, mexicana, es hermana de la Fraternidad Misionera Verbum Dei. Ha realizado su labor misionera en México, Brasil, Italia y España. Obtuvo la licenciatura en Teología BíblicayeldoctoradoenTeologíaBíblicaenlaPontificiaUniversidad Gregoriana de Roma.

El contenido de este artículo corresponde a las conclusiones del libro: “Las mujeres en el Evangelio según Lucas. Testigos y ministras de la Palabra”, que será publicado próximamente por la misma autora.

El testimonio y el ministerio de la Palabra, ejercido por hombres y mujeres, es una realidad evidente en la obra lucana, que ilumina la vivencia actual de nuestra fe en Jesucristo.

La riqueza del ministerio de la Palabra, practicado por mujeres y hombres, lo experimenté personalmente con mayor fuerza hace aproximadamente 29 años, cuando conocí a las misioneras de la Fraternidad Misionera Verbum Dei y me invitaron a unos ejercicios espirituales en silencio, predicados por un misionero sacerdote y dos misioneras consagradas, que me introdujeron en una profunda experiencia de encuentro con Dios a través de la meditación de su Palabra. En ese diálogo amoroso con su Palabra, Dios me llamó para hacer lo mismo que veía hacer a aquellas personas: consagrar mi vida a anunciar la Palabra de Dios con toda su riqueza, para que muchas personas vivieran la plenitud del gozo que se experimenta en el diálogo vivo con Él a través de la Sagrada Escritura. ¡Cuántas predicaciones he escuchado! ¡Cuántas más he predicado! Entré en una aventura que me ha puesto en contacto con personas de muchas lenguas, razas, pueblos y naciones que experimentan la fuerza de la Palabra de Dios que transforma radicalmente sus vidas y las pone en sintonía con el gozo del Evangelio. En la medida que me fui introduciendo más y más en este ambiente eclesial evangelizador, fue creciendo en mí la inquietud de profundizar en los fundamentos bíblicos sobre el ministerio de la Palabra, especialmente sobre lo referente al ministerio de la Palabra realizado por mujeres, que está menos estudiado.

Las evidencias mostradas en la obra lucana manifiestan la participación sinodal tanto de

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hombres como de mujeres, con igualdad de dignidad, en el testimonio y el ministerio de la Palabra1.

Esto que vivieron las primeras comunidades cristianas ¿cómo lo vivimos en la actualidad?

La Iglesia va identificando poco a poco la gravedad que conlleva el hecho de haber omitido a las mujeres en tantos ámbitos que requieren de su presencia y de su acción2 Muchas mujeres, que han experimentado la eficacia salvadora de la Palabra de Dios en sus vidas y han encontrado los medios que las han ayudado a desarrollar sus capacidades intelectuales, espirituales y volitivas, viven sirviendo a la Palabra de Dios anunciándola, enseñándola, formando agentes de pastoral, catequizando, organizando comunidades evangelizadoras, etc., permitiendo así que su feminidad aporte innumerables matices positivos al ejercicio del ministerio de la Palabra en la Iglesia. La Iglesia reconoce el indispensable aporte de la mujer en la sociedad, con una sensibilidad, una intuición y unas capacidades peculiares que suelen ser más propias de las mujeres que de los varones. Por ejemplo, la especial atención femenina hacia los otros, que se expresa de un modo particular, aunque no exclusivo, en la maternidad. Reconozco con gusto cómo muchas mujeres comparten responsabilidades pastorales junto con los sacerdotes, contribuyen al acompañamiento de personas, de familias o de grupos y brindan nuevos aportes a la reflexión teológica. Pero todavía es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia. Porque «el genio femenino es necesario en todas las expresiones de la vida social; por ello, se ha de garantizar la presencia de las mujeres también en el ámbito laboral» y en los diversos lugares donde se toman las decisiones importantes, tanto en la Iglesia como en las estructuras sociales3.

Por su parte, la exégesis actual realizada por una comunidad de biblistas en la que cada vez más mujeres están participando activamente, va poniendo en evidencia el rol de la feminidad perteneciente a la Revelación, por el hecho de estar incluido en las Escrituras Canónicas, que ha sido infelizmente ignorado durante siglos y que ha generado estragos en la interpretación teórica y práctica de la Sagrada Escritura, dañando no solamente a los integrantes femeninos de la Iglesia, a quienes no se les ha permitido desarrollar todas sus capacidades en la vivencia madura de su fe, sino que, además, ha privado a la comunidad eclesial universal de todo lo que ellas pueden aportar. Las evidencias manifiestas en la obra de Lucas, que presentan a las mujeres como testigos y ministras de la Palabra, revelan aspectos fundamentales que hay que tener muy en cuenta para la fiel realización de la misión de la Iglesia en el mundo actual.

1. Las mujeres testigos y ministras de la Palabra en el Evangelio según Lucas

Nosotros reconocemos que las mujeres en el Evangelio según Lucas son presentadas como testigos y ministras de la Palabra, poniendo así algunos fundamentos sobre diversos aspectos del anuncio de la Palabra realizado por la comunidad del Camino (hodós) mostrada en los Hechos de los Apóstoles, realizando la misión de proclamar la Palabra hasta los confines de la tierra.

Todas las mujeres mencionadas en el Evangelio según Lucas son testigos de la Salvación que Jesús va realizando: escuchan su Palabra, la ponen en práctica y la custodian, lo ven, le hablan, lo tocan, experimentan su curación, reciben su perdón, lo aman, lo sirven, sienten su liberación, son reconocidas por él en su dignidad, lo siguen, perciben sus milagros de los cuales el más grande es el de su resurrección4. Algunas de ellas llegan a ser ministras5 de la Palabra caminando con Jesús itinerante durante su ministerio en Galilea y en Jerusalén, estando presentes en su pasión, muerte, sepultura y resurrección, siendo transformadas en proclamadoras constantes del anuncio de la resurrección que será propagado hasta los confines de la tierra, así como lo muestra Lucas en los Hechos de los Apóstoles.

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Ministerio de la Palabra de la mujer en la obra lucana

María la madre de Jesús es testigo fiel de la secuencia de eventos sucedidos en la vida de Jesús desde el momento en que ella acoge la rhêma, que es la Palabra-evento de Dios para la cual nada es imposible. María pone en función de ella toda su vida, como sierva del Señor, vive como ministra de la Palabra concibiendo (cf. Lc 1,26-38) y dando a luz a Jesús (cf. Lc 2,1-7), observando y simbolizando todos los acontecimientos de la vida de su hijo (cf. Lc 2,8-21; 41-52), escuchando su Palabra, poniéndola en práctica (cf. Lc 8,19-21) y custodiándola (cf. Lc 11,27-28), reconociendo así la continuidad de las promesas hechas desde antiguo a su Pueblo Israel (cf. Lc 1,46-55), verificadas en la vida de Jesús, el Hijo de Dios descendiente de David, y prolongadas en la primera comunidad cristiana en la cual ella está presente (cf. Hch 1,12-14) como testigo, madre y ministra de la Palabra-evento de Dios que continúa escuchando en la oración y poniendo en práctica.

María la madre de Jesús, junto con Isabel y Ana, son testigos de la realización de las promesas de Dios en Jesús. Son mostradas por Lucas como anunciadoras de la esperanza de redención que están viendo acontecer en el niño engendrado en el vientre de María. Isabel muestra características propias de los profetas del Antiguo Testamento (cf. Lc 1,39-45) y Ana es llamada «profetisa» (cf. Lc 1,36-38), son dos mujeres que evidencian el ministerio de la profecía al inicio de la obra lucana formando parte, junto con Zacarías y Simeón, de la comunidad de profetas presentada por Lucas en el relato de la infancia como puente entre la profecía del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento, manifestando el inicio del cumplimiento de la profecía de Joel sobre los hijos y las hijas de Dios que profetizarán, la cual será proclamada por Pedro en Hch 2,16-21 el día de Pentecostés y, probablemente, era ya una realidad histórica en la comunidad lucana (cf. Hch 21,9).

Varias mujeres son mencionadas por Lucas como testigos de la acción Salvadora de Jesús en sus vidas durante su ministerio en Galilea: la suegra de Simón curada por él de una fiebre (cf. Lc 4,38-39), la viuda de Naim recuperando a su hijo resucitado por Jesús (cf. Lc 7,11-17), la mujer pecadora siendo perdonada por él (cf. Lc 7,36-50), la mujer hemorroísa siendo sanada y la hija de Jairo resucitada por Jesús (cf. Lc 8,40-56).

María Magdalena, Juana esposa de Cusa, Susana y muchas otras son testigos y ministras de la Palabra de Jesús predicador que anuncia el Reino de Dios en Galilea, en función del cual ponen todos sus bienes (cf. Lc 8,1-3). Ellas forman el componente femenino de la comunidad itinerante de Jesús en la cual están incluidas junto con los Doce. Lucas las pone en evidencia en una lista oficial abierta que incluye tres nombres propios, colocada en un sumario dentro del relato sobre el ministerio de Jesús en Galilea, como extremo inicial de la inclusión que termina en la cumbre del ministerio de Jesús en Jerusalén dentro de la narración del evento de la resurrección en la cual escribe otra lista semejante, pero con diferencias que denotan significados específicos (cf. Lc 24,1-10). Partiendo de la tradición sinóptica de los relatos de la Pasión (que testifica listas parecidas, que menciona el seguimiento de estas mujeres desde Galilea y que las coloca como sujeto del verbo diakonéō cf. Mc 15,40-47; Mt 27,55-61), Lucas compone su propio relato ampliando la presencia de dichas mujeres mencionándolas ya desde el ministerio en Galilea.

Marta y su hermana María son testigos que han conocido a Jesús (cf. Lc 10,38-42) y representan a los hermanos y hermanas que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica (cf. Hch 16,11-15). Lucas muestra, en una escena de hermandad, la diakonía o el ministerio a manera de prolexis, transmitiendo el significado fundamental de la ministerialidad6 como identidad propia de la comunidad de los discípulos del Señor Jesús de la cual él es el modelo principal (cf. Lc 22,24-27). Dicha diakonía es desarrollada en la segunda parte de la obra lucana refiriéndose a ella otras ocho veces (cf. Hch 1,17.25; 6,1.4; 11,29; 12,25; 20,24; 21,19). Lucas representa en las hermanas Marta y María, a manera de showing, las actitudes con las que se puede vivir el ministerio y las indicaciones del Señor acerca de la ministerialidad como esencia radical de la identidad cristiana. La filiación y la hermandad son el ambiente propicio para la vivencia de esta ministerialidad. Lc 10,3842 y Hch 6,1-6 son dos pasajes paralelos, colocados en una y otra parte de la obra, que

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hablan de la importancia de la escucha de la Palabra como la única necesidad verdadera que no se puede abandonar por dedicarse a las necesidades de las que también hay que ocuparse para permitir que se manifieste el Reino de Dios.

La «Hija de Abraham» es testigo de la liberación realizada por la Palabra y la acción de Jesús que le recrea su dignidad, disponiéndola para la alabanza a Dios a la cual se une la multitud de aquellos que optan por reconocer y alegrarse por la acción de Dios (cf. Lc 13,10-17). En el evento de la curación de la mujer encorvada en una sinagoga en sábado, Lucas manifiesta la Palabra de Salvación de Jesús que enseña a discernir responsablemente sobre la hermenéutica adecuada a la voluntad de Dios acerca de las obras que es permitido realizar en sábado, mostrando que el sábado es día oportuno para liberar de la atadura de Satanás y recrear la dignidad de los miembros del pueblo de Dios. Jesús continúa su ministerio predicando el anuncio de la Buena Nueva del Reino de Dios combatiendo contra todo aquello que impida su instauración e incluyendo a las hijas y a los hijos de Abraham (cf. Lc 19,1-10) que habían sido excluidos. La Palabra y la

acción de Jesús canalizan, para esta mujer, la plenitud de la acción creadora de Dios que se manifiesta en el reposo sabático del séptimo día y la liberación de la esclavitud del Éxodo de Israel.

La viuda pobre es indicada por Jesús como modelo y testimonio, para sus discípulos, de donación superlativa, radical y total como consecuencia de la confianza absoluta en Yahveh al estilo de los Anawim del Antiguo Testamento (cf. Lc 21,1-4). En este pasaje, Lucas muestra la connotación que tienen los pobres en la obra lucana: aquellos que dan todo lo que poseen y lo ponen en común. Presenta el punto de vista de Jesús profeta sobre el tema de la pobreza, ya que es él quien caracteriza a esta viuda como «la pobre», señalándola como prototipo de los bienaventurados a los cuales pertenece el Reino de Dios (cf. Lc 6,21) en el cual él es el rey humilde. En Lc 21,3 es la última vez que se usa el término ptōchós en la obra lucana y es la única vez que el autor lo escribe en femenino y precedido del artículo: hē ptōché. Es decir, después de haber presentado a lo largo del Evangelio el significado de ser pobre que Jesús transmite a sus discípulos, lo concluye

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Concepción Tzintzún Cruz , FMVDMinisterio de la Palabra de la mujer en la obra lucana

poniendo en evidencia a «la pobre» y en los Hechos de los Apóstoles muestra la vivencia de la pobreza en la primera comunidad cristiana, formada por los discípulos pobres que ponen todo lo que poseen en común y así ninguno pasa necesidad (cf. Hch 2,42-48; 4,32-37). Es el ideal de pobreza de la comunidad cristiana que vive en la fe la comunión de corazón y de alma concretándola visiblemente en la comunión de bienes materiales, haciendo realidad la recomendación de Dt 15,4: «Cierto que no debería haber ningún pobre junto a ti, porque Yahveh te otorgará su bendición en la tierra que Yahveh tu Dios te da en herencia para que la poseas».

Las «Hijas de Jerusalén», es decir, las mujeres habitantes de dicha ciudad personificada como una madre, son testigos de la Alianza que Jesús está renovando al derramar su sangre durante su caminar rumbo al Calvario (cf. Lc 23,26-32) y que será consumada en el Reino de Dios (cf. Lc 22,14-18). Ellas escuchan las Palabras que les dirige dándoles la interpretación profética de los acontecimientos que el Padre asume dentro de su proyecto de Salvación y exhortándolas a convertir la causa de su llanto en la dirección

correcta: no por él que es el «árbol verde» que después de morir resucitará, sino por ellas y por sus descendientes que aún tienen muchas vicisitudes por enfrentar. A través de la alusión a la imagen de la gestación y de la crianza de los hijos, propia de la fecundidad femenina, presente en este pasaje y en otros a lo largo del Evangelio (cf. Lc 11,27-28; 21,23; 23,29), Lucas expone la invitación de Jesús, dirigida a aquellos que lo siguen, para acoger y custodiar la Palabra con todo su ser como él lo está haciendo en aquel momento. Con su vida totalmente entregada, Jesús proclama que la dicha del vientre que engendra y de los senos que amamantan es superada por la de escuchar la Palabra de Dios y custodiarla (cf. Lc 11,27-28), y que es esta la bienaventuranza que prevalece para él durante su pasión y para sus discípulos en la persecución (cf. Lc 13,31-35; 19,4144; 21,5-36; Hch 4,23-31; 8,1-13; 11,19-26; 13,44-52; 16,19-40; 17,10-15; 21,1-28,31).

María Magdalena y Juana son presentadas insistentemente como testigos y ministras de la Palabra, apareciendo por segunda vez mencionadas dentro de una lista oficial que contiene sus nombres junto con el de María de Santiago y que se abre a otras que

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Ministerio de la Palabra de la mujer en la obra lucana
La acción creadora y liberadora de la Palabra de Dios muestra su eficacia a través de las palabras y obras de Jesús que continúa restableciendo integralmente a hombres y mujeres pobres, marginados y oprimidos, privados injustamente de su dignidad original.

también son testigos y ministras de la Palabra junto con ellas, ya que han escuchado a Jesús cuando les predicaba en Galilea (cf. Lc 24,6), lo han seguido desde allá (cf. Lc 23,55), lo han visto morir en Jerusalén (cf. Lc 23,49), han participado en su sepultura (cf. Lc 23,55-56), han recibido y transmitido el mensaje de la resurrección anunciándolo constantemente (cf. Lc 24,1-12). Lucas las muestra primereando7 la fe en la resurrección al inicio del proceso comunitario (cf. Lc 24,1-53), proclamando la resurrección a los Once y al resto de los miembros de la comunidad. Ellas marcan el paso de la fe en el sepulcro vacío a la fe en la resurrección que está realizando la comunidad lucana. El mensaje de la resurrección las transforma en ministras de la Palabra anunciando constantemente aquello de lo que han sido testigos.

2. Un nuevo modelo de ministerialidad eclesial

Ciertamente, hemos constatado que la obra de Lucas abunda en evidencias textuales que manifiestan la participación cualificada de las mujeres en la primera comunidad cristiana de maneras diversificadas. También hemos verificado la influencia de su feminidad original en la comprensión de la manera como Dios continúa interviniendo en la historia de Salvación. De esto podemos deducir fundamentos importantes de la Teología del Anuncio presente en el Evangelio.

La manera de mostrar cómo la Palabra se encarnó, hace ver la importancia de la capacidad femenina de concebir y dar a luz como modelo del dinamismo que los discípulos de Jesús han de imitar al escucharla y ponerla en práctica, convirtiéndose así en tierra fecunda que da fruto abundante propagando dicha Palabra.

El carácter profético de los miembros del Pueblo de Dios es puesto de relieve a partir del relato de la infancia, manifestando claramente las acciones proféticas de hombres y mujeres que dan continuidad a aquellas de los profetas y de las profetisas que los han precedido.

La ministerialidad, propia de la comunidad del Camino, ejercida con palabras y obras a la manera del Señor Jesús8, es mostrada en las actitudes vividas por dos hermanas, como ejemplo de aprendizaje sobre la integración del ministerio de la Palabra y el ministerio de las mesas que son los dos aspectos importantes de la ministerialidad cristiana, regida siempre por la prioridad de la oración y el ministerio de la Palabra de la cual los Doce Apóstoles son los garantes.

La acción creadora y liberadora de la Palabra de Dios muestra su eficacia a través de las palabras y obras de Jesús que continúa restableciendo integralmente a hombres y mujeres pobres, marginados y oprimidos, privados injustamente de su dignidad original. La palabra profética de Jesús interpreta constantemente los acontecimientos de la historia, aun los padecimientos más crueles de hombres y mujeres que se asemejan a los de su pasión, reconociéndolos asumidos en el proyecto del Padre que prevalece más allá de las vicisitudes históricas. La capacidad, propiamente femenina, de la gestación y crianza de los hijos es sublimemente reconocida como necesaria para los discípulos de Jesús involucrados con todo su ser en la escucha y en la custodia de la Palabra de Dios que van proclamando hasta los confines de la tierra.

La eficacia salvadora de la Palabra predicada por Jesús incide igualmente en hombres y mujeres restablecidos por él en su dignidad humana, convirtiéndolos en sus testigos y, a muchos de ellos, transformándolos en ministros y ministras anunciadores de esta misma Palabra.

Por lo visto, la primera comunidad cristiana contaba con la participación de hombres y mujeres en el ministerio de la Palabra. ¿Cómo se favorece actualmente la vivencia de esta realidad mostrada en el Evangelio? La sociedad de nuestra época va reconociendo poco a poco la importancia de la participación tanto de hombres como de mujeres en todos los ámbitos de desarrollo humano.

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Observando la sociedad en general, si nos remontamos a los años 60’ del siglo pasado cuando las mujeres comenzaron a promover más la conciencia de la importancia de hacer respetar su dignidad, vemos que se iban dando cuenta de que la subordinación social no era inevitable, sino que era un producto de procesos sociales que no solo podían ser examinados y comprendidos, sino que incluso era posible oponerse a ellos y cambiarlos9.

Después de medio siglo, durante el cual se han emprendido proyectos muy concretos para favorecer la participación activa de la mujer en la sociedad, se van viendo algunos resultados: mujeres involucradas en importantes puestos de trabajo y en actuales problemáticas científicas, mujeres periodistas, directoras de hospitales, de empresas regionales, nacionales y transnacionales, gobernadoras de regiones y presidentes de naciones enteras, etc.

También en la Iglesia, aunque con un evidente retraso, actualmente se está buscando más seriamente continuar el camino iniciado por Jesús de Nazaret, que pasó por este mundo haciendo el bien, con palabras y obras, a hombres y mujeres por igual. Tenemos ahora gran cantidad de mujeres agentes de pastoral profética, teólogas y profesoras de Teología, presidentes de Familias Eclesiales Internacionales10, consultoras de Congregaciones11, Dicasterios y Consejos Pontificios, secretarias y miembros de Comisiones Pontificias, secretarias de Dicasterios12 y Consejos13, miembros del Dicasterio para los Obispos14, etc.

Si han pasado por lo menos veinte siglos de cristianismo durante los cuales casi la entera sociedad mundial se ha acomodado confortablemente a una manera de funcionar, omitiendo el aporte femenino, es comprensible que, después de medio siglo de haber despertado la conciencia sobre la importancia de la plenitud del desarrollo de las mujeres y de lo imprescindible de su colaboración, apenas se empiecen a ver resultados.

Elizabeth Schüssler Fiorenza, en la introducción al libro sobre la exégesis feminista en el siglo XX, publicado en el año 2014, plantea la situación como un cambio de paradigma y una transformación renovadora15. Pensamos que se trata, efectivamente, de proyectar y realizar un nuevo modelo basado en los principios de comunión y corresponsabilidad, característicos del Evangelio, que incluyen igualmente a mujeres y hombres. Y, definitivamente, la exégesis tiene mucho que ver con esta renovación, por su influencia en la configuración de la Iglesia y de la cultura.

La figura de María de Nazaret, la madre de Jesús, ha sido abundantemente presentada como prototipo de mujer creyente, servicial y silenciosa, virtudes que ciertamente la caracterizan, sin embargo, el Evangelio según Lucas reconoce otras virtudes, como aquella de la profecía que ella ha ejercido junto con Isabel y Ana, mostrándolas activamente implicadas en la transformación de la sociedad de su época y tomando iniciativas que en su tiempo han sido revolucionarias, como es el hecho de proclamar, con su vida y con sus palabras, la transformación del orden social establecido realizada por la fuerza de la misericordia de Dios encarnada en Jesús de Nazaret.

Si en las devociones marianas de piedad popular y en las predicaciones acerca de María, la madre de Jesús, se van presentando cada vez más sus roles activos y eficaces evidenciados en el Evangelio, seguramente suscitarían una práctica de la fe mucho más incisiva en la sociedad de parte de los creyentes y una puesta en marcha de habilidades mucho más eficientes para la transformación de las estructuras sociales.

La participación de los miembros del pueblo de Dios en el carácter profético de Cristo aun es desconocida de manera vivencial por la mayoría de los cristianos. Aunque haya sido escrita en documentos conciliares, en la práctica es ignorada por muchos. Debido a esta ignorancia vivencial, la presencia de los cristianos en importantes esferas de la sociedad es poco significativa, ya que, al no ejercer dicho carácter profético, su participación en la evangelización de las estructuras de la sociedad se reduce al mínimo o bien a ejercer sus prácticas de fe solamente en el ámbito del culto. La obra de Lucas manifiesta abiertamente

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la participación de mujeres y hombres en el ministerio de la profecía y ella ha de iluminar la práctica cristiana en los ámbitos actuales de nuestra sociedad.

¡Con cuánta creatividad se puede influir evangélicamente en los programas educativos que se están elaborando actualmente! Así como en los proyectos políticos que puedan favorecer auténticamente la dignidad de la persona humana reconocida por el Evangelio, que abarca tanto el aspecto físico como el espiritual y trascendente. La economía también necesita ser orientada por los parámetros del Evangelio proclamados por los discípulos del Señor Jesús con propuestas inteligentes que incluyan los principios de solidaridad en la búsqueda del bien común para todos. Definitivamente, el reconocimiento de la misión profética de cada discípulo de Jesús puede repercutir concretamente en muchos avances que humanicen más nuestro mundo actual.

Por lo que se refiere a las mujeres, en el imaginario religioso, se han fomentado mucho las características negativas de varias de ellas que aparecen en el Evangelio porque en

La eficacia salvadora de la Palabra predicada por Jesús incide igualmente en hombres y mujeres restablecidos por él en su dignidad humana, convirtiéndolos en sus testigos y, a muchos de ellos, transformándolos en ministros y ministras anunciadores de esta misma Palabra.

comentarios escritos y en la predicación verbal se suelen mencionar evidenciando sus deficiencias más que sus potencialidades: a Ana se le identifica como anciana viuda más que como profetisa, a Isabel como anciana estéril más que como madre del precursor de Cristo, a María Magdalena como poseída por siete demonios (¡incluso como prostituta!) más que como mujer plenamente salvada por Jesús, a la hija de Abraham como encorvada más que como mujer liberada por Jesús en día sábado, a la viuda del templo como pobre más que como mujer generosa modelo de confianza en Dios, a las hijas de Jerusalén como «lloronas» más que como testigos de la Nueva Alianza de Dios con su pueblo, a las mujeres testigos de la pasión, muerte y resurrección de Jesús como «cretinas» más que como ministras de la Palabra, en fin, pensamos que todo esto es un reflejo de las proyecciones negativas sobre las capacidades de las mujeres existente en la sociedad y en la Iglesia durante tantos siglos, manifestándose incluso en el lenguaje con el que ellas son mencionadas en los eventos públicos donde se transmite la fe.

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Nuestra esperanza es que poco a poco vayamos evolucionando en la interpretación y en el lenguaje.

Interpretaciones tales como aquellas que se han hecho del verbo diakonéō, las cuales, todas las veces que este verbo se refiere a mujeres en el Evangelio lo consideran con significados relacionados con el servicio doméstico, han generado una mentalidad sumisa en muchas mujeres de buena voluntad que deseaban consagrar sus vidas en función del Señor y se les ha asignado dicho rol como única alternativa de santidad. Además, en la mayoría de las interpretaciones dadas a Lc 8,1-3 se da por supuesto que los destinatarios del servicio realizado por las mujeres son Jesús y los Doce, justificando así la asignación institucional de roles subordinados de mujeres al servicio de los hombres. Sin embargo, observando con mayor atención dicho pasaje, reconocemos que las mujeres ejercen su ministerio en función de Jesús, él es el destinatario de su acción. Ellas ministran a Jesús que va predicando, anunciando el Reino de Dios y esta acción la

realizan junto con los Doce, siendo miembros del mismo grupo itinerante, siguiendo a Jesús en igualdad de dignidad, como ministros y ministras de la Palabra. Atención, estamos hablando de igualdad de dignidad como ministros y ministras de la Palabra, ni más ni menos, porque es lo que vemos reflejado en la comunidad original que Lucas nos muestra en el Evangelio ¡eso es lo más sorprendente! En el Evangelio se ve reflejada la paridad de dignidad de los discípulos y las discípulas de Jesús, de hombres y de mujeres, no hay lugar para reivindicaciones ni de uno ni de otro sexo. Lc 24,1-12 es un pasaje que muchas veces ha sido considerado desfavorable a las mujeres por el hecho de que se ha interpretado que los Once consideraban necias las palabras de las anunciadoras de la resurrección. Sin embargo, yendo a fondo en el significado de este pasaje, reconocemos que está puesto como la primera parte del tríptico, presentado en el capítulo 24 del Evangelio, que muestra el dinamismo de la comunidad de los discípulos de Jesús que van asimilando progresivamente el hecho de la resurrección y que son algunas mujeres las primeras en creerlo y anunciarlo, transmitiendo el mensaje

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a los hombres que necesitaron irlo comprendiendo poco a poco hasta reconocer, todos juntos, a Jesús Resucitado en medio de toda la comunidad en la que participan hombres y mujeres que llegan a creer en Él. No se trata ni de machismo ni de feminismo, sino de una comunidad cristiana en la que todos somos uno en Cristo para hacer llegar la Palabra de Dios hasta los confines de la tierra, ejerciendo diversidad de ministerios, asumiendo diferentes roles sin que el criterio forzado de estas distinciones tenga que ser el sexo masculino o femenino. Se trata, entonces, de una ministerialidad sinodal.

Considero que nos encontramos en un buen momento para continuar avanzando en elaboraciones teológicas más fieles al Evangelio, que pongan de manifiesto la eficiencia de la participación de las mujeres y de los hombres en la evolución de la comunidad cristiana.

La participación de las mujeres en el ministerio de la Palabra, reflejado en el Evangelio según Lucas, ilumina el camino de nuestra praxis actual como Iglesia. De hecho, en la práctica, gran cantidad de mujeres ya ejercen el ministerio de la Palabra, colaborando en las necesidades pastorales emergentes que se han ido suscitando a lo largo de la historia. Pensamos que sería de gran beneficio para la Iglesia y la sociedad actual que se permitiese a las mujeres, debidamente preparadas, mayor participación en el ministerio de la Palabra a nivel público y oficial de la Iglesia, ya que su manera de ver la realidad y de interpretar la Palabra de Dios enriquecería el punto de vista varonil que tanto se ha difundido en los espacios públicos de mayor incidencia en la Iglesia.

1 «Dentro de la gran tradición carismática del Nuevo Testamento, es posible reconocer la presencia activa de bautizados que ejercieron el ministerio de transmitir de forma más orgánica, permanente y vinculada a las diferentes circunstancias de la vida, la enseñanza de los apóstoles y los evangelistas (cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Dei Verbum, 8). La Iglesia ha querido reconocer este servicio como una expresión concreta del carisma personal que ha favorecido grandemente el ejercicio de su misión evangelizadora. Una mirada a la vida de las primeras comunidades cristianas que se comprometieron en la difusión y el desarrollo del Evangelio, también hoy insta a la Iglesia a comprender cuáles puedan ser las nuevas expresiones con las que continúe siendo fiel a la Palabra del Señor para hacer llegar su Evangelio a toda criatura». Carta Apostólica en forma de «Motu Proprio» Antiquum Ministerium, Con la que se instituye el ministerio de Catequista, Ciudad del Vaticano 2021, 2.

2 Cf. Carta Apostólica en forma de «Motu Proprio» Spiritus Domini. Sobre la modificación del canon 230 § 1 del Código de Derecho Canónico acerca del acceso de las personas del sexo femenino al ministerio instituido del Lectorado y del Acolitado, Ciudad del Vaticano 2021.

3 Exhortación apostólica a los obispos, a los presbíteros y a los diáconos, a las personas consagradas y a los fieles laicos sobre el anuncio del Evangelio en el mundo actual, Evangelii Gaudium, Ciudad del Vaticano 2013, 103.

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4 S. Pellegrini («Donne senza nome nei Vangeli Canonici» en M. Navarro Puerto – M. PerroNi, ed., I Vangeli. Narrazioni e storia, Trapani 2012, 414. 424) analiza las figuras de mujeres sin nombre en los Evangelios Canónicos y señala que su carácter positivo respecto a Jesús es el común denominador de su función narrativa. De acuerdo con lo que hemos estudiado sobre las mujeres en el Evangelio según Lucas, reconocemos que este también puede ser considerado un común denominador de los personajes femeninos ya sea de los mencionados con su nombre propio o de los anónimos.

5 Ministras con el significado bíblico presente en la obra lucana, que se refiere a ser intermediarias, realizar una comisión, ser enviadas en nombre de otro para realizar una misión, servir. No usamos este término con la connotación técnica que ha ido adquiriendo en la tradición de la Iglesia posterior a los Escritos del Nuevo Testamento.

6 «Desde sus orígenes, la comunidad cristiana ha experimentado una amplia forma de ministerialidad que se ha concretado en el servicio de hombres y mujeres que, obedientes a la acción del Espíritu Santo, han dedicado su vida a la edificación de la Iglesia. Los carismas, que el Espíritu nunca ha dejado de infundir en los bautizados, encontraron en algunos momentos una forma visible y tangible de servicio directo a la comunidad cristiana en múltiples expresiones, hasta el punto de ser reconocidos como una diaconía indispensable para la comunidad». Carta Apostólica en forma de «Motu Proprio» Antiquum Ministerium. Con la que se instituye el ministerio de Catequista, Ciudad del Vaticano 2021, 2.

7 Usamos el neologismo inventado por papa Francisco al referirse a la misión de los cristianos en el número 24 de la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium.

8 Cf. M. Grilli, Una sfida per la Chiesa, Milano 2022, 62. En este libro, el autor hace ver que a la luz de la obra de Lucas el camino de la Iglesia (sínodo) tiene como única referencia el camino de Jesús.

9 Cf. J. Plaskow, «Movimento e inizio della ricerca», en e schüssler FioreNza, ed., Feminist Biblical Studies in the Twentieth Century. Scholarship and Movement, Atlanta 2014, 31.

10 La Fraternidad Misionera Verbum Dei, que recibió la aprobación pontificia el 15 de abril del año 2000, alterna su presidencia entre un misionero y una misionera cada seis años. La primera mujer presidente fue Isabel María Fornari Carbonell (2000-2006) y la segunda Lucía Aurora Herrerías Guerra (2012-2018).

11 Nuria Calduch-Benages, nombrada consultora de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el 29 de octubre 2021, y ya anteriormente nombrada secretaria de la Pontificia Comisión Bíblica el 9 de marzo 2021.

12 El 23 de abril 2022, Alessandra Smerilli fue nombrada secretaria interina del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral.

13 Charlotte Kreuter-Kirchhof número dos del Consejo de Economía del Vaticano, nombrada el 6 de agosto 2020.

14 Raffaella Petrini, F.S.E., secretaria general de Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano, Yvonne Reungoat, F.M.A., superiora general de las Hijas de María Auxiliadora y Maria Lia Zervino, presidente de la Unión Mundial de las Organizaciones Femeninas Católicas; fueron nombradas miembros del Dicasterio para los Obispos el 13 de julio 2022.

15 Cf. e schüssler FioreNza, ed., Feminist Biblical Studies in the Twentieth Century. Scolarship and Movement, Atlanta 2014.

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HERMANAS POR EL MEDIO AMBIENTE: INTEGRAR LAS VOCES DESDE LOS MÁRGENES

Hermanas por el Medio Ambiente: Integrar las voces desde los márgenes es una declaración de la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG).

La UISG es una organización para las líderes de las Congregaciones Católicas femeninas y representa a más de 600,000 religiosas católicas en el mundo. Con más de 1.900 Superioras Generales (o líderes de las congregaciones) y con Casas Generales (o sedes) en 97 países, la red de la UISG es una de las mayores asociaciones de apoyo comunitario directo en áreas que incluyen la salud, el hambre y el cuidado de los niños. Junto a su misión central de formar, apoyar y conectar a sus miembros, la UISG actúa como una organización coordinadora para las Hermanas comprometidas en hacer frente a algunos de los desafíos de desarrollo más apremiantes del mundo.

Como Hermanas, estamos convencidas de la necesidad de un enfoque integral, integrador e inclusivo para llevar a cabo la Agenda de Naciones Unidas 2030 y los objetivos de Laudato Si.

Integral: Somos holísticas al tratar los problemas sociales y medio ambientales defendiendo la búsqueda de soluciones sostenibles desde una visión, al mismo tiempo, humana y espiritual.

Integrador: Construimos puentes para hacer posible que las personas se encuentren y centrándonos en nuestra humanidad compartida, al tiempo que caminamos hacia un futuro seguro, justo y pacífico para todos.

Inclusivo: No dejamos a nadie de lado, sabiendo que las comunidades más marginadas del mundo pueden enseñarnos la resiliencia exigida para enfrentarse a los desafíos de nuestro tiempo.

A medida que nuestras líderes reconocen cada vez más la necesidad de soluciones de desarrollo global basadas en la justicia, y no solo en la caridad, creemos que es vital reconocer que millones de personas aún deben hacer frente a significativos obstáculos para afirmar su derecho a la participación. Como Hermanas, construimos nuestra misión sobre la evidencia de nuestro trabajo en el lugar, inspiradas por nuestra reflexión del mensaje del Evangelio, la Doctrina Social de la Iglesia y el liderazgo del Papa Francisco.

Las Hermanas Católicas y sus socios están al frente de un movimiento que da forma a conversaciones globales sobre las necesidades de nuestras comunidades más vulnerables. En este espíritu, la UISG emite la siguiente declaración.

Hna. Patricia Murray, Secretaria Ejecutiva de la UISG

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Hermanas por el Medio Ambiente: integrar las voces desde los márgenes es una declaración de la Unión lnternacional de las Superioras Generales (UISG) que tiene la intención de reflejar y clarificar la respuesta de las Religiosas Católicas a los desafíos medio ambientales de nuestro tiempo.

Por un lado, esta declaración responde a la urgencia del momento presente, que identifica la COP27 sobre el cambio climático y la COP15 sobre la biodiversidad como oportunidades claves para cambiar la ola de destrucción que está asolando nuestra Tierra. Por otro lado, expresa una visión profundamente arraigada y guiada por la fe para la conversión ecológica que ha inspirado la misión de las religiosas durante muchas décadas y continúa haciéndolo todos los días y en todo el mundo.

La publicación de esta declaración tiene como objetivo crear una plataforma para subrayar los principios y orientaciones para un futuro más sostenible, basada en los aprendizajes que las Hermanas han adquirido a través de su excepcional compromiso con las comunidades locales. Como soporte de la defensa del medio ambiente de la UISG, esta declaración estimulará a la acción descentralizada y diversificada a través de la implicación de los grupos religiosos y no-religiosos, hombres y mujeres, jóvenes y mayores, organizaciones gubernamentales y organismos intergubernamentales, así como compañías privadas.

Hacemos un llamamiento a la comunidad de desarrollo global para que se comprometa con las Hermanas Católicas en la promoción y realización de soluciones ambientales integrales, para garantizar un futuro seguro y próspero para todas las personas y para nuestro planeta.

I. Integrar las respuestas al cambio climático y la pérdida de la biodiversidad

Integrar las respuestas al cambio climático y pérdida de la biodiversidad, reconociendo la interconexión de los desafíos ecológicos y, en especial, el impacto en cascada de las adaptaciones al cambio climático sobre la biodiversidad y la explotación de los recursos naturales.

En la práctica, significa:

1. Mientras se adoptan los Objetivos de Desarrollo Sostenible como un marco para el seguimiento y evaluación, se reconoce que la acción ambiental no puede ser aislada y que un enfoque interdisciplinario inteligente es vital para salvaguardar el futuro de nuestro planeta.

2. Hacer frente el cambio climático y a la pérdida de biodiversidad con una visión integradora para proteger el medio ambiente y los ecosistemas, asegurando que las adaptaciones climáticas no dependan, por ejemplo, de prácticas mineras contaminantes o dañinas, o del desarrollo de tierras que destruyen el hábitat de especies en peligros de extinción.

3. Actuar inmediatamente para detener el colapso de la biodiversidad, asegurando que al menos la mitad de la Tierra y sus océanos se conviertan en áreas protegidas en el año 2030, así como restaurar los ecosistemas devastados y reducir la dependencia global de los combustibles fósiles.

4. Alcanzar un consenso global sobre un Tratado de No Proliferación de combustibles fósiles y pactar un nuevo acuerdo sobre un Marco Global de la Biodiversidad de Naciones Unidas.

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II. Integrar el cuidado de las personas y de nuestro planeta

Integrar el cuidado de las personas y de nuestro planeta, rechazando la visión antropocéntrica que sustenta los hábitos de consumo destructivos y reconociendo el vínculo indisoluble entre nuestro entorno y nosotros mismos.

En la práctica, significa:

1. Al tomar medidas de acción por la Tierra, asegurar que la dignidad y los derechos de las comunidades afectadas por el cambio climático y el colapso de la biodiversidad se prioricen sobre las consideraciones nacionales o privadas de provecho y expansión económica.

2. Reparar de forma urgente la desigualdad global a través de un marco que integre pérdidas y daños y vincule explícitamente la adaptación climática a la justicia social y reconozca la deuda ecológica que tiene el Norte Global con los países que soportan la peor parte de la crisis medio ambiental que ellos no han causado.

3. Promover el acceso equitativo a los recursos para las adaptaciones ecológicas de modo que se incremente la resiliencia agrícola y sostenga la seguridad alimentaria, se proteja el acceso al agua potable y se responda al aumento previsto del nivel del mar y de la erosión costera en áreas de asentamiento humano.

4. Garantizar los medios de vida seguros y las compensaciones justas para los trabajadores de las industrias de combustibles fósiles y otros sectores no sostenibles de la economía global, afectados por la transición a alternativas ecológicas.

III. Integrar la vulnerabilidad desde los márgenes

Integrar la vulnerabilidad desde los márgenes en el liderazgo y la toma de decisiones, asegurando que las voces de los más afectados por el deterioro ambiental estén en el centro de nuestras conversaciones globales sobre resiliencia y recuperación.

En la práctica, significa:

1. Reconocer que la vulnerabilidad puede ser una fortaleza y que incorporar la voluntad de ser vulnerable como un valor central del liderazgo responsable puede ayudarnos a encontrar soluciones colaborativas para el futuro compartido de la humanidad.

2. Escuchar y prestar atención a las voces de los afectados por el deterioro ambiental, tanto al reconocer su dignidad humana como al optar por un enfoque pragmático que nos permita a aprender de su resiliencia.

3. Además, de integrar a los vulnerables como personas clave dentro de nuestros marcos institucionales, asegurar que las voces de los márgenes sean centrales en el diálogo global para el cambio y no se limite a la defensa desde fuera.

4. Por lo tanto, centrar las soluciones ambientales en las necesidades de los grupos marginados, incluidas las mujeres y las niñas, las personas desplazadas y sin hogar, los niños y los ancianos, las comunidades indígenas y otras minorías étnicas.

5. En concreto, incorporar sugerencias de las comunidades indígenas para detener o modificar proyectos en o cerca de las tierras indígenas, y garantizar que su experiencia se incluya en los esfuerzos para mitigar el cambio climático y el colapso de la biodiversidad.

6. Reconocer que las religiosas están en una posición única para la defensa por y con las comunidades a las que sirven y tienen un papel a desempeñar tanto para llevar las voces locales a las conversaciones globales como para garantizar que los compromisos globales se implementen localmente.

Ver el documento completo en www.uisg.org

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LA VIDA DE LA UISG

Desde la oficina de la Secretaria Ejecutiva

Los meses parece que pasan muy rápido y las diversas reuniones, programas y actividades de la UISG aumentan y se multiplican ahora que lo peor del Covid ya pasó. Se han realizado una serie de importantes reuniones en la UISG y en otros lugares patrocinados por el Dicasterio para el Instituto de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica. Conferencias de Religiosos de diversos lugares del mundo se han reunido por grupos lingüísticos para reflexionar sobre la mejor manera de acompañar a las congregaciones que están completando su vida. Estas reuniones han llevado a una profunda discusión sobre los desafíos que deben afrontar los líderes religiosos en EE. UU., Canadá, Australia, Reino Unido, Irlanda, Francia, Bélgica, Países Bajos, Alemania, Austria, Luxemburgo, Suiza, Italia, España, Portugal, Polonia y Hungría. Los que asistieron a dicho encuentro valoraron mucho la oportunidad de poder compartir sobre el tema con otros países y continentes. Cada grupo se reunió durante aproximadamente un día y medio con miembros del Dicasterio; se presentaron informes y el tercer día de cada encuentro, se celebró una reunión en el Dicasterio donde continuó el diálogo. A finales de marzo de 2023, tendrá lugar una reunión de dos días, aquí, en Roma, con diversos representantes de las reuniones anteriores. Se espera que esta reunión pueda recoger las sugerencias y las mejores prácticas que ya se han compartido.

La Comisión sobre Care and Safeguarding de la UISG/USG ha estado especialmente activa ofreciendo talleres sobre diversos temas. Se han publicado los seminarios web anteriores en forma de libro: Promocionar una cultura del Cuidado y la protección. Nuevos desafíos para la vida consagrada, en italiano, inglés y español. Los miembros de la UISG pueden solicitar copias de estos textos en las diversas lenguas escribiendo a la siguiente dirección electrónica safeguarding@uisg.org. Los artículos tratan una amplia gama de temas y son una lectura esencial para las Superioras generales y equipos de liderazgo. Continuamos pidiendo a las Superioras Generales que nombren a una hermana como delegada para la salvaguarda de la congregación. El rol de la delegada es participar en los seminarios web UISG-USG y mantenerse actualizada, en general sobre aspectos de temas canónicos, teológicos y espirituales del cuidado y la salvaguarda. El rol de la delegada es mantener informados a los Superiores generales y Consejos sobre los desarrollos en este campo y asegurar que las políticas, procedimientos y líneas guía se actualizan regularmente y son realmente operativas en la congregación. Al formar parte de una red intercongregacional, una delegada puede aprender escuchando casos actuales y compartiendo las mejores prácticas. Si su congregación todavía no tiene una delegada, por favor, considere hacerlo y enviar el nombre a la UISG a través del email citado más arriba. Esta área del cuidado y salvaguarda está en continua evolución a medida que surgen nuevos estudios e investigaciones de diferentes partes del mundo. La UISG ha

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designado a la Sra. Tina Campbell como consultora de salvaguardia de la UISG. Ella, con cuatro o cinco congregaciones, emprenderá un trabajo en profundidad. Los materiales elaborados se compartirán con todos los miembros de las congregaciones.

Continúan ofreciéndose oportunidades de formación en la UISG. El programa para Formadores se inició a finales de enero con 46 participantes. El equipo organizador se ha ampliado con la Hna. Cynthia Reyes SRA. (coordinadora) y la Hna. Toni Longo ASC., que se han unido a la Hna. Shalini Muchtal PBVM. La Hna. Shalini ha venido de la India, donde ha ejercido como profesora de Teología Sistemática en Vidyajyoti College of Theology, Delhi; también trabajó como profesora invitada en números seminarios e institutos teológicos de la India y ha sido vicepresidenta de la Asociación Teológica de la India. Estamos encantadas de dar la bienvenida a la Hna. Shalini a la UISG.

Los cursos en línea continúan y atraen a un gran número de participantes. Recientemente, la UISG estuvo trabajando con el Programa de Liderazgo Discernido dirigido por los Jesuitas para ofrecer un programa en módulos –en línea– a los Equipos generales en Asia y África. Esta experiencia fue muy bien recibida y se ofreció traducción en coreano y japonés. En total hubo 124 participantes. Otro programa de gran éxito fue el programa de seis días que se centró en la interculturalidad y que tuvo 220 participantes. También se ha valorado mucho la formación que se ha ofrecido sobre diversos temas, incluido el del Cuidado de uno mismo y vulnerabilidad, Sembrando esperanza para el planeta, Personalidad e Interculturalidad, Liderazgo y vulnerabilidad, Sinodalidad, Entender el gobierno, formación Catholic Care for Children, talleres de formación JPIC, etc.

A finales del año 2022 y principios de 2023 se realizaron importantes acontecimientos presenciales y en línea. La Congregación de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor, en colaboración con las Hermanas Salesianas y Combonianas y las Hermanas de Nuestra Señora de la Misión junto con Vises International y Misean Cara emprendieron un interesante proyecto de investigación durante el Covid. ¿Cómo están las niñasjóvenes? fue un proyecto de investigación que estudió cómo los derechos de las niñas se vieron afectados durante la pandemia del Covid-19. La investigación se realizó con 3.443 adolescentes y jóvenes entre 10-20 años de edad en 6 países y en 30 poblaciones distintas, tanto rurales/remotas como urbanas.

Sus hallazgos son muy útiles para planificaciones futuras. Las siguientes estadísticas muestran un patrón que probablemente se repitió en otros lugares:

- 2 de cada 4 jóvenes tiene dificultad para estudiar.

- El 13% abandonó la escuela debido al cierre de un gran número de instituciones y centros educativos.

- 1 de cada 5 jóvenes no usó internet durante confinamiento.

- Además, 1 de 6 tuvo dificultades para acceder a la alimentación durante el confinamiento.

- 6 de cada 10 jóvenes informaron que se vio incrementada su responsabilidad en relación con el cuidado y trabajo doméstico durante dicho periodo.

- 91% esperaban continuar sus estudios.

Esto muestra la urgente necesidad de ayudar a las niñas que abandonaron la escuela para que puedan regresar a ella y de ofrecer intervenciones necesarias para ponerse al día y recuperar la falta de oportunidades que sufrieron durante ese período de dos años. El informe comparte estrategias prácticas para la acción y la defensa de cada una de estas áreas. Si desea recibir una copia de este informe, por favor, pónganse en contacto con la coordinadora Giulia Cirillo a través de la siguiente dirección email: advocacy.comms. coordinator@uisg.org

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La Vida de la UISG

Sisters for the Environment: Integrating Voices from the Margins es un informe publicado por la UISG, una colaboración entre la iniciativa Sembrando Esperanza para el Planeta de JPIC de la UISG-USG y Sisters Advocating Globally, un proyecto financiado por el Fondo de Solidaridad Global. Otros socios importantes fueron UNANIMA Internacional y CAFOD. Se lanzó en un acto realizado en la UISG el 3 de noviembre de 2022 por medio de un panel de presentación. La Hna. Sheila Kinsey Coordinadora de Sembrando Esperanza para el Planeta y otros ponentes hablaron sobre temas clave que quedaron reflejados en el informe.

- Integrar las respuestas al cambio climático y la pérdida de biodiversidad

- Integrar el cuidado de las personas y de nuestro planeta

- Integrar la vulnerabilidad desde los márgenes

Finalmente, la UISG colaboró con la Federación de Hermanas Dominicas, UNANIMA, JCOR entre otros en octubre y noviembre de 2022, para resaltar la presencia y la voz de las hermanas en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático 27. A través de seminarios web antes y durante la COP 27 y mediante el intercambio de recursos, las hermanas de todo el mundo fueron invitadas a participar. El seminario web de apertura, Shoeless on Sinai (Descalzos en el Sinaí), invitó a los participantes a realizar una peregrinación digital durante la COP. Esto fue seguido por una serie de otros momentos importantes de solidaridad, incluido el lanzamiento de Sisters for the Environment, un encuentro virtual para la Oración mundial por la Tierra, una reunión interreligiosa informal y, finalmente, una secuencia de oración diaria. Agradecemos especialmente a Teresa Blumenstein, coordinadora global de JCOR, que es una coalición de 21 congregaciones, federaciones u organizaciones sin fines de lucro establecidas por religiosos, y a la Hna. Durstyne Farnan OP de la Conferencia de Liderazgo Dominico que ayudó a coordinar esta colaboración. Quizás podamos continuar rezando la Oración de Peregrinación que se escribió para ese encuentro.

Descalzos en el Sinaí

La Tierra, nuestra casa común, nos está gritando a través de hambrunas, inundaciones e incendios,

“Descálzate de la ignorancia. Estás en tierra sagrada”.

La Tierra, nuestra comunidad, se ve forzada a alejarse de los espacios que han nutrido a nuestras familias durante siglos.

“Descálzate de la apatía. Estás en tierra sagrada”.

La Tierra, nuestra casa común, nos está llamando a reconocer la verdadera riqueza que estamos despilfarrando en la búsqueda del dinero creado por el hombre.

“Descálzate de la codicia. Estás en tierra sagrada.

La Tierra, nuestra comunidad, está siendo aplastada en la sociedad y ecosistema por el exceso o la privación.

“Descálzate del individualismo. Estás en tierra sagrada”.

La Tierra, nuestra casa común, no puede esperar más.

“Descalcémonos, reconozcamos que vivimos en tierra sagrada.”

(Si le sirve, dedique otro minuto a repetir el mantra: “Descálzanos. Estamos en tierra sagrada”).

57 UISGBoletín n. 180, 2023
La Vida de la UISG

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NOTICIAS UISG

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Sor Patricia Murray nombrada consultora del Dicasterio para la Cultura y la Educación

El sábado 18 de febrero, el Papa Francisco anunció los nombramientos de los miembros y consultores del Dicasterio para la Cultura y la Educación. Entre los consultores nombrados se encuentra la Hna. Patricia Murray, ibvm, secretaria ejecutiva de la UISG.

La Hna. Patricia dice: “Es un verdadero honor ser nombrada consultora del nuevo Dicasterio para la Cultura y la Educación. Las escuelas, universidades y otros ámbitos educativos son lugares privilegiados en la vanguardia del diálogo entre fe y cultura.”

Leer más: http://bit.ly/3JiL5Na

Salir y caminar hacia la libertad: Entrevista a la hna. Gabriella Bottani Misionera comboniana, de 2015 a 2022, fue Coordinadora Internacional de Talitha Kum. Hoy el rol lo desempeña la Sra Abby Avelino, mm.

“Sentí siempre fuerte esta dimensión de hermandad, que nace y se construye desde la vida espiritual. Hoy es la fiesta de la luz, yo creo que sea propiamente esta luz de la esperanza que aunque en las tinieblas más oscuras, en los momentos de crisis…”

Leer más: http://bit.ly/3JB5BKf

Nueva Co-Secretaria Ejecutiva de la Comisión de Justicia, Paz e Integridad de la Creación

Después de más de siete años como cosecretaria ejecutiva de Justicia, Paz e Integridad de la Creación, la Hna. Sheila Kinsey, fcjm ha concluido su periodo de mandato, que ahora es asumido por la Hna. Maamalifar M. Poreku.

Leer más: http://bit.ly/3FmGS9S

Comunicar la vida religiosa: Primer encuentro de la Comunicación para la vida religiosa

El Encuentro tendrá lugar únicamente en línea del 27 al 30 de noviembre de 2023. El título que hemos elegido para el programa es “Comunicar la Vida Religiosa”, mientras que nuestro lema será “A Tu Palabra echaremos las redes. Hablaremos de Ti al mundo entero”.

Leer más: http://bit.ly/428Bhhb

Evangelización en redes sociales: Curso online No cabe duda de que la comunicación digital juega un rol determinante en la evangelización y en la misión de la Vida religiosa y de la Iglesia. Este curso online te dará las herramientas para narrar la Buena Noticia de modo que conecte con gente.

Leer más: http://bit.ly/428yi8t

58 UISGBoletín n. 180, 2023

CONSEJO DIRECTIVO DE LA UISG (2022-2025)

PRESIDENTE

VICE-PRESIDENTE

Sr. Nadia Coppa, ASC (Italy)

Adoratrices de la Sangre de Cristo

Sr. Mary Teresa Barron, OLA (Ireland)

Hermanas de Nuestra Señora de los Apóstoles

Sr. Roxanne Schares, SSND (United States)

School Sisters of Notre Dame

Sr. Theodosia Baki, TSSF (Cameroun)

Tertiary Sisters of St. Francis

Sr. Graciela Francovig, FI (Argentina)

Hijas de Jesus

Sr. Theresa Purayidathil, EF (India)

Daughters of the Church

Sr. M. Jose Gay Miguel, CMT (Spain)

Carmelitas Misioneras Teresianas

Sr. Miriam Altenhofen, SSpS (Germany)

Missionary Servants of the Holy Spirit

Sr. María Rita Calvo Sang, ODN (Spain)

Orden de la Compañía de María Nuestra Señora

Sr. Antonietta Papa, FMM (Italy)

Hijas de María Misioneras

SUBSTITUTAS

Sr. Dolores Lahr, CSJ (United States)

Hermanas de San José de Chambéry

Sr. Patricia del Carmen Villaroel Garay, SSCC (Chile)

Hermanas de los Sagrados Corazones de Jesús y María

Sr. Anna Josephina D’Souza, SAC (India)

Missionary Sisters of the Catholic Apostolate (Pallottines)

SECRETARIA EJECUTIVA

Sr. Patricia Murray, IBVM (Ireland)

Institute of the Blessed Virgin Mary (Loreto Sisters)

59

PERSONAL DE LA UISG

SECRETARÍA

Hna. Patricia Murray, ibvm Secretaria Ejecutiva segretaria.esecutiva@uisg.org - 06 684002 36 Hna. Mary John Kudiyiruppil, SSpS Vicesecretaria Ejecutiva vice.segretaria@uisg.org

Rosalia Armillotta Asistente Secretaria Ejecutiva ufficio.segreteria@uisg.org - 06 684002 38

FINANZAS

Aileen Montojo Administradora economato@uisg.org - 0668.400.212

Sr. Sunitha Luscious,  zsc Asistente Administradora assistente.economato@uisg.org - 0668.400.249

Miriam Coco Asistente Administradora de Finanzas amministrazione@uisg.org

Patrizia Balzerani Secretaria Membership contributi@uisg.org - 06 68.400.248

COMUNICACIÓN

Patrizia Morgante Responsable Comunicación comunicazione@uisg.org - 06 684002 34

Sr. Thérèse Raad, sdc Asistente Oficina de comunicación assistente.comunicazione@uisg.org - 0668.400.233

Miriam Di Bartolo Asistente Oficina de comunicación assistente.comunicazione@uisg.org

Antonietta Rauti Coordinadora Boletín UISG bollettino@uisg.org - 06 684002 30

60

PERSONAL DE LA UISG

PROYECTOS

Hna. Abby Avelino, mm Coordinadora Talitha Kum coordinator@talithakum.info - 0668.400.235

Hna. Mayra Cuellar, mb Talitha Kum International Coordination Team info@talithakum.info

Marion Lugagne Delpon Talitha Kum secretariat@talithakum.info

Hna.  Mary  Niluka Perera, rgs Catholic Care for Children International ccc@uisg.org - 0668.400.225

Hna.  M.  Cynthia Reyes, sra Programa Formación UISG formators.programme@uisg.org - 0668.400.227

Hna. Paula Jordão, fmvd Coordinadora Formation formation@uisg.org - 0668.400.245

Sr. Carmen Elisa Bandeo, SSpS Red Internacional de Migrantes y Refugiados rete.migranti@uisg.org

Giulia Cirillo Sisters Advocating advocacy.comms.coordinator@uisg.org

Consejo Canónico canoniste@uisg.org - 0668.400.223

SERVICIOS

Hna. Florence de la Villeon, rscj Coordinadora Servicios Técnicos sicily@uisg.org -  0668.400.231

Svetlana Antonova

Asistente Técnico Servicios Generales assis.tec@uisg.org - 0668.400.250

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PERSONAL DE LA UISG

Riccardo Desai

Asistente técnico de informática y tecnología en línea tecnico@uisg.org - 0668.400.213

CONSULTORA EXTERNA

Nawojka Mocek-Gallina

Asistente Oficina de comunicación assistente.comunicazione@uisg.org

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