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DERMATOLOGÍA
Rosácea
La rosácea es una enfermedad inflamatoria crónica que se presenta con enrojecimiento centrofacial permanente, con episodios transitorios de intensificación asociados a factores desencadenantes y a otros síntomas y signos variados. También, puede afectar áreas cutáneas extrafaciales, como el cuero cabelludo, el cuello, el pabellón auricular, el tórax anterior y los ojos.
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Dra. Gabriela Martínez Braga Dermatóloga
Es una condición que se presenta tanto en hombres como en mujeres y, aunque es un poco más prevalente en las segundas, los hombres desarrollan más cambios fimatosos. Es más frecuente en individuos de raza blanca, pero también se han reportado casos en asiáticos y afroamericanos. Se estima que la rosácea afecta de 13 a 14 millones de individuos en Estados Unidos, con una prevalencia aproximada de 5%; en estudios de países del norte de Europa, la prevalencia aproximada es de 1 a 10%. El diagnóstico se hace más comúnmente entre los 30 y 50 años, y en el 57% de los casos, se hace antes de los 50 años.

Dado que la rosácea suele afectar al área facial supone un impacto psicológico, social y laboral considerable. Hasta un 70% de los pacientes refieren una pérdida de autoestima y de confianza en sí mismos; 70% también expresa que sus relaciones profesionales están comprometidas por el impacto estético de la enfermedad; hasta un tercio ha perdido su puesto de trabajo por este motivo.

Clínica

Las manifestaciones clínicas de la rosácea son variadas y se clasifican según su presentación. En el 2002, la Sociedad Nacional de Rosácea de Estados Unidos desarrolló un sistema de clasificación estándar que sirve como instrumento de diagnóstico. Este sistema establece cuatro subtipos y una variante. La evolución de un subtipo a otro puede o no ocurrir e, independientemente del subtipo, cada característica individual puede progresar de leve a moderada, o de moderada a grave. La rosácea se puede presentar con los siguientes signos primarios y secundarios.
1. Signos primarios
• Eritema transitorio.
• Eritema persistente.
• Pápulas y pústulas.
• Telangiectasias.
2. Signos secundarios
• Sensación de ardor.
• Formación de placas eritematosas elevadas sin cambios epidérmicos.
• Apariencia seca de la piel.
•lEdema: puede acompañar el eritema transitorio o persistente, aunque también se puede manifestar como edema sólido facial (edema persistente, duro, sin fóvea) como secuela de la rosácea pápulopustular.
Diagnóstico
El diagnóstico es clínico y debe realizarse un diagnóstico diferencial con otras patologías antes de iniciar el tratamiento.

Estudios microbiológicos o biopsia de piel pueden ser necesarios en caso de dudas diagnósticas.
Tratamiento
Medidas generales
• Educar e informar sobre la rosácea, al igual de que del beneficio y la real expectativa de los diferentes tratamientos tópicos y sistémicos disponibles para mejorar la adherencia del paciente.
•mEvitar desencadenantes y agravantes: viento, calor, frío, ejercicios físicos extremos, comidas picantes, alcohol, bebidas calientes, estrés físico y psicológico, medicamentos (niacina, vasodilatadores, corticosteroides, inhibidores de calcineurina).
• Promover hábitos de cuidado de la piel, fotoprotección, cosmecéuticos.
• Instruir en el uso de maquillaje adecuado.
• Promover conductas que mejoren la calidad de vida y la comorbilidad emocional de los individuos.
Tratamiento tópico
Existe una gran variedad de productos tópicos que se utilizan en la rosácea. La elección se considerará en individuos con afectación leve a moderada, asociada a tratamiento sistémico en casos moderados a severos y en la etapa de mantenimiento después de la remisión de las lesiones.
Entre las opciones tópicas debemos considerar: ácido azelaico, metronidazol, tacrolimus, peróxido de benzoilo, ivermectina, antibióticos tópicos, brimonidine, oximetazolina.
Tratamiento sistémico
Las tetraciclinas son los antibióticos orales más utilizados en el tratamiento de la rosácea. El tiempo recomendado es de hasta doce semanas, combinando con el tratamiento tópico. Una vez alcanzada la mejoría, se descontinúa el tratamiento oral y se continúa con el tópico como mantenimiento de hasta seis meses o control satisfactorio de los síntomas y signos. Si al suspender el mantenimiento el paciente recae, se reinicia el tratamiento oral.
La isotretinoína aún no ha sido aprobada por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés), aunque diversos estudios demostraron su beneficio en esta enfermedad.
El empleo de los betabloqueantes en el tratamiento también ha sido abordado. Los síntomas como el flushing no suelen responder a las terapias convencionales y representan un gran desafío para los dermatólogos. Algunos trabajos demostraron una mejoría en dicho síntoma cuando se acompaña de ansiedad con el uso de nadolol, carvedilol o propranolol.
Láser y fuentes de luz

El láser y las fuentes de luz de alta energía, llamadas luz pulsada intensa (IPL, por sus siglas en inglés), han demostrado buenos resultados en el tratamiento de algunas formas clínicas. Diferentes tipos de láseres vasculares han sido beneficiosos en la rosácea con eritema y telangiectasias. Los láseres ablativos y no ablativos han demostrado eficacia en el tratamiento de la rosácea edematosa, pápula pustulosa y rinofima.
Conclusión
En la práctica diaria, es necesario, junto al diagnóstico clínico de las manifestaciones cutáneas, tener en cuenta el impacto emocional que significa convivir con la rosácea. Esta consideración global debe guiar la elección del fármaco y la estrategia terapéutica para mejorar la piel y aliviar la afectación psicosocial del individuo con rosácea.

