La Red Semanario Católico 15 Edición

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Semanario Católico 2019

Edición del jueves 25 de julio al jueves 01 de agosto

¿Qué hacer ante la duda? Estimados lectores del “Semanario Católico La Red”, ponemos en sus manos la catorceava edición de esta obra evangelizadora de nuestra Iglesia Católica. Lo invitamos a acogerlo con amor y cariño para contribuir en la construcción del reino de Dios. Todos los derechos reservados

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Conociendo las enseñanzas de la Iglesia ¿Qué dice el Catecismo de la Iglesia Católica sobre las vías de acceso al conocimiento de Dios? La fuente de conocimiento pleno de Dios es la revelación divina, pero el Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que también podemos conocer a Dios mediante la razón natural a través de “ciertas vías”. Conozcamos cuáles son:

Las vías de acceso al conocimiento de Dios

Estas “vías” para acercarse a Dios tienen como punto de partida la creación: el mundo material y la persona humana. El mundo: A partir del movimiento y del devenir, de la contingencia, del orden y de la belleza del mundo se puede conocer a Dios como origen y fin del universo. San Pablo afirma refiriéndose a los paganos: “Lo que de Dios se puede conocer, está en ellos manifiesto: Dios se lo manifestó. Porque lo invisible de Dios, desde la creación del mundo se deja ver a la inteligencia a través de sus obras: su poder eterno y su divinidad” (Rm 1,19-20; cf. Hch 14,15.17; 17,27-28; Sb 13,1-9). Y San Agustín: “Interroga a la belleza de la tierra, interroga a la belleza del mar, interroga a la belleza del aire que se dilata y se difunde, interroga a la belleza del cielo [...] interroga a todas estas realidades. Todas te responde: Ve, nosotras somos bellas. Su belleza es su proclamación (confessio). Estas bellezas sujetas a cambio, ¿quién las ha hecho sino la Suma Belleza (Pulcher), no sujeta a cambio?” (Sermo 241, 2: PL 38, 1134). El hombre: Con su apertura a la verdad y a la belleza, con su sentido del bien moral, con su libertad y la voz de su conciencia, con su aspiración al infinito y a la dicha, el hombre se interroga sobre la existencia de Dios. En todo esto se perciben signos de su alma espiritual. La “semilla de eternidad que lleva en sí, al ser irreductible a la sola materia” (GS 18,1; cf. 14,2), su alma, no puede tener origen más que en Dios. El mundo y el hombre atestiguan que no tienen en ellos mismos ni su primer principio ni su fin último, sino que participan de aquel que es el Ser en sí, sin origen y sin fin. Así, por estas diversas “vías”, el hombre puede acceder al conocimiento de la existencia de una realidad que es la causa primera y el fin último de todo, “y que todos llaman Dios” (San Tomás de Aquino, S.Th. 1, q. 2 a. 3, c.). Las facultades del hombre lo hacen capaz de conocer la existencia de un Dios personal. Pero para que el hombre pueda entrar en la intimidad de Él ha querido revelarse al hombre y darle la gracia de poder acoger en la Fe esa revelación. Sin embargo, las pruebas de la existencia de Dios pueden disponer a la fe y ayudar a ver que la fe no se opone a la razón humana. Autor: Tomado del Catecismo de la Iglesia Católica de los numerales 31- 35

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La verdadera amistad según el filósofo griego Aristóteles

Aristóteles, el alumno más destacado de la academia de Platón, tal vez sea el filósofo cuyas ideas más influencia han tenido en la historia del pensamiento occidental (por supuesto el otro candidato es su maestro, pero la visión de la ciencia moderna que domina el pensamiento contemporáneo está más cerca de Aristóteles). Aristóteles escribió de todo tipo de temas, y no dejó de tocar la amistad, algo que era especialmente caro para los griegos antiguos. Probablemente la amistad sea la relación más noble y libre que puede tener un ser humano -y esto es algo que los griegos supieron muy bien. La verdadera amistad saca lo mejor de nosotros y refuerza nuestras afinidades y virtudes, le añade alegría a la vida. Es la forma más ligera pero generalmente la más sincera de ser poseído por Eros. Según Aristóteles existen tres tipos de amistades. Los primeros dos tipos de amistad son accidentales y un tercero que es más intencional. El primero es la amistad de utilidad. En este tipo de amistad, las dos personas están involucradas no por afecto sino porque reciben algún beneficio. Esta amistad no es permanente, suele deshacerse cuando los beneficios se agotan. El filósofo peripatético observó que estas amistades utilitarias suelen ser más comunes entre los adultos. El segundo tipo de amistad accidental es la amistad basada en el placer y ésta es más común entre los jóvenes, cuando el placer está más a flor de piel. Suele

ocurrir entre amigos que participan en actividades deportivas, o que van a fiestas y beben juntos. Suele terminar cuando el gusto cambia o cuando una persona madura y deja de frecuentar este tipo de actividades sensuales. Ambas amistades accidentales son limitadas y no encarnan del todo lo que significa la palabra amigo, que viene de la misma raíz que amor. El tercer tipo de amistad es lo que llamó “la amistad de lo bueno”. En esta amistad se comparte una apreciación de lo bueno y virtuoso de la vida y no se tiene una razón de sacar provecho. Estas relaciones suelen durar toda vida, siempre y cuando la persona tenga un cierto nivel de bondad. De la misma manera que aunque todos podemos tener parejas y demás, son sólo pocos los que realmente aman, podemos tener amigos pero son sólo pocos los que tienen realmente amistades en el verdadero sentido de la palabra. Personas que carecen de empatía no pueden tener este tipo de relaciones ya que es necesario entregarnos, servir y dar nuestro tiempo a la otra persona. Estas son amistades verdaderamente íntimas y profundas; suelen ser placenteras y benéficas, pero eso es lo de menos. Estas amistades no tienen un porqué realmente, como todo lo verdaderamente bueno y valioso existen por sí mismas, sin fines ulteriores.

Autor: PIJAMASURF

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Pasar a la otra orilla El Evangelio de San Marcos, en el Cap. 4, 35, encontramos el texto donde Jesús invita a sus discípulos a “pasar a la otra orilla” en una barca que a medio camino es azotada por el viento (v. 35), es como una imagen de la Fe, del conocimiento de Dios, que nos invita a superar toda lógica humana, que nos ancla en el mundo, y que no nos permite confiar en el Señor. La Fe, muchas veces se ve obstaculizada por el pensamiento de moda, que impide dar pasos de verdadera confianza en Dios. En el Antiguo Testamento encontramos el ejemplo de Job en la que su propia familia y amigos lo increpaban a renunciar a un Dios que es indiferente a sus problemas y dificultades (Cf. Job 2, 9). Esto mismo queda expresado en las palabras de los discípulos ante los fuertes vientos: “Lo despertaron, diciéndole: « ¿no te importa que nos hundamos?»” (Mc 4, 38). En los discípulos de Jesús hay lugar para el reclamo, lo mismo que hacemos los hombres cuando estamos pasando por dificultades y sufrimientos, increpamos a Dios y lo culpamos de los males y problemas que estamos sufriendo. Al final Jesús muestra su poder increpando al viento: “calla, enmudece” (Mc 4, 39), y reprobando la incredulidad de sus discípulos: “¿Cómo no tienen Fe?” (Mc 4, 40). La verdad es que los hombres no somos capaces de conocer los planes de Dios, y menos aún, su sabiduría. Por eso sucumbimos ante las dificultades, y lejos de abandonarnos en Dios, exigimos una repuesta a Dios. Toda arrogancia humana queda destruida por la humildad de Jesucristo, que se ha hecho hombre por nosotros, asumiendo toda nuestra condición frágil, “y aun siendo Hijo, por los padecimientos aprendió la obediencia” (Hb 5, 8). En Cristo todo ser humano está asumido, por eso nuestros problemas, nuestras enfermedades son de Él. Definitivamente a Dios, si le interesamos, y, por eso responde siempre a nuestras súplicas, sólo debemos aprender a abandonarnos con humildad en Él. Tengamos Fe y entonces experimentaremos las maravillas de Dios y su paz llegará en esos momentos de incertidumbre y tribulación: “No se turbe su corazón. Crean en Dios y crean también en mi” (Jn 14, 1). Muchas veces nos preguntamos: ¿Por qué razón Dios no nos contesta?, ¿por qué razón se queda callado Dios? A muchos nos gustaría que Él nos respondiera según nuestra voluntad y deseos, pero la forma de actuar de Dios es diferente. Él conoce el pasado, el presente, y el futuro (Hb 13, 8). Dios responde aún con el silencio. Debemos estar dispuestos a escucharle y esperar en Él. “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos ni vuestros caminos son mis caminos, dice el Señor. Cuanto son los cielos más altos que la tierra, tanto están mis caminos por encima de los vuestros” (Is 55,8-9). “Pues Yo conozco mis designios para con vosotros, dice el Señor, designios de paz y no de desgracia, de daros un porvenir y una esperanza” (Jr 29,11). Un hombre debe comprender lo que significa el divino silencio y rendirse a los caminos del Señor y orar como el Salmista: “Te amo Señor, mi fortaleza. El Señor es mi roca, mi fortaleza, mi libertador, mi Dios, mi roca, a quien me acojo; mi escudo, mi fuerza de salvación, mi asilo” (Salmo 18, 1-2). Autor: Horacio Matus

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Somos personas con Fe

Todos los humanos caminamos por el mundo constantemente tomando decisiones. Frente a sucesos rutinarios, nuestras decisiones son ordinarias, y probablemente estas sean las más frecuentes, de manera que, por lo corriente que resultan, no ameritan mayor atención de nuestra parte; pero en otras ocasiones, ante eventos especiales, vitales, importantes, para tomar la decisión correspondiente, nos vemos obligados a actuar con prudencia, reflexionar con cuidado, hacer comparaciones con experiencias previas, etc. Para tomar las decisiones ante circunstancias como las primeras mencionadas, no nos obligamos a recurrir, sino solamente, a nuestra experiencia. Con las segundas, nos vemos en la necesidad de recurrir además de a nuestra costumbre, a la confianza, a la certeza, a la seguridad que hemos percibido y hemos adquirido con decisiones en similares situaciones anteriores. A nivel general, en el ámbito popular, al conjunto de motivaciones que nos llevan a tomar decisiones las llamamos Fe, y lo expresamos, de esta manera decido esto porque tengo Fe en ello. La palabra Fe proviene del latín Fides, que significa creer. El principio básico de toda Fe es la autoridad de aquel a quien se cree. La Fe es la creencia o confianza en la verdad o confiabilidad de una persona, idea o cosa ante la ausencia de evidencia. En la práctica, el ser humano actúa esencialmente con dos tipos de Fe, la Fe humana que seguramente es la más frecuentemente utilizada y que se asienta en la confianza adquirida por los resultados favorables en las experiencias vividas y la Fe divina, ejercida por aquellos que han logrado una relación íntima con el Señor, entonces ellos creen, tienen confianza y esperan obtener resultados favorables depositándose en el Señor. Se trata de Fe divina cuando es Dios a quien se cree. Se trata de Fe humana cuando se cree a un ser humano. Hay lugar para ambos tipos de Fe (divina y humana), pero en diferente grado. A Dios le debemos Fe absoluta porque Él tiene absoluto conocimiento y es absolutamente veraz. La Fe, más que creer en algo que no vemos, es creer en alguien que nos ha hablado, aunque a veces no podamos verlo físicamente. La Fe, por tanto, nos lleva a actuar conforme a lo que creemos, cambiando nuestra forma de vivir, nuestro estilo de vida. De otra manera no es Fe, sino sentimiento, ideología o creencia. La Fe no es obra humana, es una virtud que procede de Dios, y que se nos entrega como don en el momento de nuestro Bautismo. Desde ese instante, adquirimos el compromiso con Dios de hacerla crecer, de desarrollarla, de lograr su máximo grado de madurez. Esta es la misión importante de los padres de familia, padrinos y comunidad eclesial, de apoyarnos para alcanzar ese objetivo. La Fe es un encuentro con Dios, con su designio de salvación. Y con la Fe, el hombre responde libremente a ese encuentro con Dios entregándose a Él, con la inteligencia y la voluntad. Todos los Bautizados tenemos que caminar en nuestra vida terrena con la certeza que nos define la virtud de la Fe, como nos lo dice San Pablo: “El justo vivirá por la Fe” (Rm 1, 17). Para crecer en la Fe, nuestra Iglesia nos brinda diversas opciones en la práctica religiosa las que adecuadaSemanario Católico | Pág 5


La Red mente utilizadas nos ayudan en ese sentido, entre ellas encontramos: celebraciones litúrgicas, Hora Santa ante el Santísimo Sacramento, Liturgia de las horas, Lectio Divina, Sagrados Sacramentos, sacramentales, la práctica de la caridad integrándonos en los diversos ministerios o apostolados. Todas con la intencionalidad de optimizar nuestra amistad con el Señor. La Fe es un encuentro con Dios, con su designio de salvación, con ella el hombre responde libremente entregándose a Él, con la inteligencia y la voluntad. La Fe es sencilla, significando la donación plena del hombre a Dios. La Fe es cambio de vida, evidenciándose en las actitudes habituales y las obras de caridad. La Fe es experiencial, es decir, es un conocimiento de Dios en la intimidad. La Fe es compromiso, ya que compromete la vida del creyente con Dios en la fidelidad a su Ley y en la donación total a Él. La Fe no es un sentimiento ni se mide por la emoción, tampoco es autosugestión. La fe es la virtud teologal por la que creemos en Dios y en todo lo que Él nos ha dicho y revelado, y que la Santa Iglesia nos propone, porque Él es la verdad misma. Por la Fe “el hombre se entrega entera y libremente a Dios” (DV 5). Por eso el creyente se esfuerza por conocer y hacer la voluntad de Dios. “El justo vivirá por la Fe” (Rm 1,17). La Fe viva “actúa por la caridad” (Ga 5,6). Autor: Dr. Nelson Salazar

Respeto al prójimo en la vía vehicular El domingo siete de julio, a eso de las cinco y treinta minutos de la tarde, en la carretera de acceso a Ticuantepe, dos jóvenes fallecieron y una joven resultó gravemente afectada, como resultado de un encontronazo frontal entre dos motocicletas, cuyos conductores viajaban a exceso de velocidad. Éste tipo de noticias es frecuente casi en todo el país. Ahora fueron los conductores de dos motocicletas, pero también participan los conductores de otros medios de transporte, y no es raro, que la causa del accidente de tránsito sea la imprudencia peatonal. Tenemos una ley que regula el comportamiento de los conductores de vehículos y de la población general para el uso de las calles y carreteras. No es un secreto el alto valor económico que le asignaron a las multas previstas para las diversas formas de violación a lo establecido en esa ley, y es evidente el esfuerzo puesto por las autoridades correspondientes expresado en la vigilancia policial en la vía pública; pero en la práctica, y con la evidencia de los resultados semanales, sobre colisiones, daños materiales, lesionados y muertos, el drama es persistentemente real. Todos debemos contribuir a reducir y si es posibles, hasta anular estas tragedias. Las autoridades deben realizar esfuerzos educativos, formativos y racionalizar la aplicación de las multas a aquellos casos en los que la exposición deliberada y extrema al peligro, así lo determine. Los conductores, deben aplicar los conocimientos adquiridos para poder ejercer esa función, cualquiera sea el medio de transporte que utilice, el peatón con la prudencia debida al transitar por las vías públicas. Esta situación, por todas las consecuencias trágicas que produce, entre las que sobresalen sufrimiento, dolor, muerte, no está al margen de las ocupaciones de nuestra Santa Madre Iglesia. Ya desde el año mil novecientos cincuenta y seis, el Papa Pío XII, dirigiéndose a un grupo de automovilistas se expresó de esta manera: «No olvidéis respetar a los Semanario Católico | Pág 6


Semanario Católico usuarios de la carretera, observad la cortesía y la lealtad hacia los demás conductores y peatones, y mostradles vuestro carácter servicial. Enorgulleceos de saber dominar una impaciencia a menudo muy natural, de sacrificar a veces un poco de vuestro sentido del honor para que triunfe esa buena educación que es un signo de la verdadera caridad. Así, no sólo podréis evitar accidentes desagradables, sino que contribuiréis a hacer del coche un instrumento incluso más útil para vosotros mismos y para los demás y capaz de que os procure mayor comunión». Por su parte, el Pontificio Consejo Vaticano para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, con la publicación de las «Orientaciones para la Pastoral de la Carretera» el diecinueve de junio del año dos mil siete, identifica las debilidades manifestadas por los conductores y son las que nos inducen a cometer las imprudencias que a veces conllevan consecuencias fatales, y nos brinda las recomendaciones que a su entender, si las ponemos en práctica, nos permitirán contribuir a reducir esos eventos trágicos. La buena actitud al conducir presupone el cultivo de diversas virtudes, como son el dominio de sí, la prudencia, la cortesía, el espíritu de servicio, la paciencia. La tentación, que también se nos presenta cuando vamos conduciendo, y que lo hace de múltiples formas, por ejemplo: instinto de dominio, prepotencia, ira, irresponsabilidad, rebelión a las normas y a la autoridad, etc., es otro factor que influye en la accidentalidad y que es necesario que la identifiquemos y aprendamos a controlar. Autor: Dr. Nelson Salazar Autor: Pbro. Horacio Matus

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CUIDA TU SALUD ¿Cómo puedo prevenir la presión arterial alta? Usted puede ayudar a prevenir la presión arterial alta al llevar un estilo de vida sana. Esto significa: •Dieta saludable: Debe limitar la cantidad de sodio (sal) que come y aumentar la cantidad de potasio en su dieta. También es importante comer alimentos que sean bajos en grasa, así como muchas frutas, verduras y granos enteros. •Hacer ejercicio regularmente: El ejercicio le puede ayudar

La hipertensión arterial es una enfermedad crónica que, si no se trata, puede ocasionar problemas graves de salud, se suele expresar con dos números, por ejemplo 120/80 mm Hg, que indican la presión máxima y mínima respectivamente. En la mayoría de los casos la hipertensión no suele tener síntomas y es diagnosticada cuando la tensión se mide por otros motivos o en un control rutinario de salud.

Síntomas: Náuseas, vómitos, dolores fuertes de cabeza, visión borrosa o confusión.

Una vez diagnosticada, requiere el seguimiento de una serie de pautas básicas para prevenir subidas de presión arterial que puedan desembocar en un infarto de miocardio u otras complicaciones.

Dra. Sagrario Murillo Navarrete

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Lucas 5,4

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