Semanario Católico 2019
12 Edición
del jueves 27 de junio al jueves 04 de julio
LA PRESENCIA DE UN INMENSO AMOR Sacramento de Esperanza
Estimados lectores del “Semanario Católico La Red”, ponemos en sus manos la doceava edición de esta obra evangelizadora de nuestra Iglesia Católica. Lo invitamos a acogerlo con amor y cariño para contribuir en la construcción del reino de Dios.
La RED La Pastoral de la Salud es un servicio de amor que se realizan a los hermanos que se encuentran en situaciones difíciles de enfermedades físicas, lo que generalmente origina un desequilibrio en las dimensiones físicas, psíquicas, sociales, morales y espirituales. Para pertenecer a la Pastoral de la Salud, basta con tener la disponibilidad y el entusiasmo de anunciar a Cristo vivo a los hermanos que pasan por dificultades de salud. Si usted desea pertenecer a la Pastoral de la Salud, puede integrarse como voluntario de este servicio de amor, NO se necesitan requisitos previos,ni límites de edad, solo basta contactarse con su sacerdote y manifestarle el deseo de visitar a los enfermos de su comunidad. Como miembro activo de la Pastoral de la Salud, participará en una serie de actividades que le ayudarán a edificar su espíritu y su relación con Dios. La programación de cursos a recibir al pertenecer a la Pastoral de la Salud son los siguientes: 1. Asambleas mensuales de oración y formación para cada grupo parroquial de Pastoral de la Salud (un tema de formación en cada reunión mensual). 2. Hacer vida el Decálogo del agente de Pastoral de la Salud. 3. Administración de la sagrada comunión a los enfermos de la comunidad y visita a los diferentes hospitales de nuestra Arquidiócesis. 4. Contactos con otros grupos parroquiales para cambiar experiencias y objetivos. 5. Colaboración estrecha con el equipo central Arquidiocesano de Pastoral de la Salud. 6. Intentar localizar a enfermos y personas en soledad en sus domicilios para poder visitarlos. 7. Posibilitar la celebración de una Eucaristía men-
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sual con los enfermos y ancianos de la Parroquia. Si necesita o desea saber información sobre nuestras actividades, puede seguirnos en nuestra página oficial de Facebook como: Pastoral de la Salud Arquidiócesis de Managua. Mucho ánimo.
Autor: Pbro. Horacio Matus
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Amor verdadero, Amor del bueno
Esta es la historia de un corazón que tiene sed de ser amado y que a la vez no es correspondido. Es la historia de un triste matrimonio y de una mujer desesperada que buscando conquistar el amor de un corazón humano pasa por un horrendo pecado y sin quererlo y ni buscarlo encuentra al amor más tierno. Era un triste matrimonio, debido a que el esposo era un hombre muy arrogante y no amaba a su esposa y esto la entristecía a ella profundamente y quería con todo su corazón ganarse el amor de su esposo. Ella fue a consultar a una señora de su pueblo sobre este asunto que la perturbaba. El consejo que recibió fue el siguiente: “Toma una hostia consagrada, quémala… y el polvo que salga de esta quema ponlo en la comida o en la bebida de tu esposo y con eso te ganaras el corazón de tu esposo”. Ella se va a su casa y empieza a poner en marcha el nefasto plan. Llama a un sacerdote para que le administre la comunión y ella simula digerir la hostia consagrada escondiéndola en su seno. Una vez que se ha ido el sacerdote, toma la hostia, coge una teja y comienza a quemarla. Su sorpresa es cuando en vez de quemarse la hostia se convierte en carne y comienza a sangrar y no solo unas cuantas gotas sino efusivamente. Tanta es la sorpresa de la mujer que intenta tapar la hostia con su mano para que deje de sangrar, pero no lo
logra, sino que sigue sangrando. Toma finalmente un mantel, envuelve todo el paquete sangriento: la teja, la hostia consagrada y la sangre y lo entierra en el establo, en la parte del estercolero. En eso llega a casa su esposo y cuando quiere entrar con su mula al establo, la bestia se niega a entrar. Cuando finalmente lo logra, la mula se pone de rodillas ante el estercolero. El esposo se da cuenta que algo raro ha pasado y conociendo los hábitos supersticiosos de su compañera, comienza a insultarla preguntándole que “qué has hecho para que el animal se comporte de esa manera” Pero ella dice que no sabe lo que está pasando. Al fin de cuentas, ahí se queda enterrado por mucho tiempo el pecado y el gravísimo secreto de esta pobre y desesperada mujer. Pobre mujer que no ha conseguido conquistar a su esposo y ha perdido lo más importante: su amistad con Dios. Durante largos y amargos años cargó la mujer con su pecado, pero al séptimo año, tanto le remordía la conciencia que no era capaz de soportarlo. Busco sanar su alma en el sacramento de la confesión con un sacerdote que tenía la fama de santo. Tan pesada estaba por su pecado que no se atrevía a revelar el horrendo pecado. El sacerdote intuyendo que estaba sufriendo y que no podía confesar la culpa que Semanario Católico | Pág 3
La RED encuentra la evidencia que ha hecho famoso a este pequeño pueblo de Offida. En el altar de la Iglesia de dicho Santuario se encuentra detrás de tres puertas y catorce llaves, un crucifico que contiene la carne en que se transformó la hostia consagrada, la teja y el mantel con los signos de la manchas de sangre que fluía de la hostia consagrada. Todo esto le sucedió en 1273 a Ricciarella y a Giacomo Stasio
tanto le pesaba, empezó a enumerar todos los pecados posibles horrendos y graves que él conocía, pero a todos ellos respondía ella que no era ese el pecado y que no podía confesarlo. Finalmente, habiendo enumerado todos los pecados posibles, exclamo: “Señora, he dicho todos los pecados graves que existen, lo único que usted puede haber hecho que sea peor que todo eso es haber matado a Dios y en eso exclama la mujer: “¡Eso es lo que hice: he matado a Dios… he matado a Dios !”. El sacerdote al escuchar esa confesión sorprendente le alentó para que fuera valiente y confesara su pecado con toda confianza en Dios, por muy grave que fuera, porque Dios no quiere la muerte del pecador sino que se convierta y se salve. Acto seguido la mujer empezó a narrar la triste historia de su sacrilegio. Al finalizar la confesión le animó a que le entregara los restos de ese milagro. El confesor constata que el mantel que envolvía la teja y la hostia consagrada convertida en carne y que había derramado tanta sangre, no solamente estaban incorruptos después de estar 7 años expuestos y escondidos en el estiércol sino que además estaban limpios, el estiércol ni si quiera los había manchado. Así que el confesor, Fray Giacomo Diotallevi, rescató los restos de este milagro eucarístico. Toda esta historia pareciera una leyenda si no fuera porque existe el lugar donde aún se guardan las reliquias de este milagro en la ciudad Italiana de Offida, en el convento de San Agustín, conocido como el Santuario de la Eucaristía milagrosa. Ahí se
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Jesús dijo, mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida, el que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en el (Jn 6,51-58). Él ha querido estar siempre con nosotros por eso lo reafirmó cuando dijo “estaré con ustedes todos los días hasta el fin de la historia” (Mt 28). La presencia del Señor entre nosotros no es mental ni solo espiritual, sino también real y sacramental. Y nos está esperando ahí en el sagrario. Milagros como estos ocurren para recordarnos que Él está ahí…sigue estando ahí, esperando a los que están cansados y agobiados para aliviarlos porque su yugo es levadero y su carga ligera. Pregúntate si es posible hacer el propósito de hacer un tiempo para pasar a solas un tiempo con el Amor de los Amores en la capilla de Adoración más cercana. En el tiempo propicio te escuché, y en el día de salvación te socorrí. He aquí, ahora es el tiempo propicio; he aquí, ahora es el día de salvación, dice el Señor (2 Cor 6,2). En estas líneas hemos leído la doctrina básica para salvarnos: la superstición no es nada. El mal no puede vencer el bien. El pecador más empedernido es el objetivo del amor de Dios. El mundo no paga, más bien cobra y con creces. Dios nunca se cansa de esperar. Somos llamados a adorar en Espíritu y Verdad, es la solicitud de Jesús a la Samaritana. Y sobre todo hemos aprendido que no se puede vivir eternamente divorciados de Dios, que el alma tiene sed de eternidad y paz y solo lo podemos encontrar especialmente en Jesús Eucaristía. Autor: Pbro. Sergio Hernández Guevara
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Luchemos contra el cáncer Las estadísticas del Ministerio de Salud del año 2018 presentan como primer causa de muerte a nivel nacional al infarto agudo del miocardio y como segunda causa a los tumores malignos en general, siendo el cáncer del hígado y de las vías biliares intrahepáticas el más frecuente, seguido del cáncer de estómago, del cuello del útero, cáncer de próstata, mamas y ovarios. La principal estrategia en la lucha por contener los inevitables estragos que produce el cáncer al paciente y la familia, cualquiera que sea su potencial ubicación en el cuerpo, incluye la participación activa y diligente de la persona, la que a criterio de la Organización Mundial de la Salud (OMS), es la primera responsable de su salud. Las consecuencias inmediatas de las enfermedades cancerosas que se diagnostican tardíamente se manifiestan en dos aspectos relevantes de la existencia humana, por un lado afecta de manera severa y contundente la calidad de vida de la persona y por otro reduce sensiblemente la expectativa de vida del enfermo afectado, quien experimentará irremediablemente, una muerte prematura. La aplicación de las siguientes recomendaciones orientadas a modificar nuestro estilo de vida y nuestros hábitos de alimentación nos alejarán de la posibilidad de llegar a padecer cáncer o nos permitirán retrasar su presencia en nuestro cuerpo. Estas recomendaciones incluyen:
La estrategia, que entre otras instrucciones que recomienda la Organización Mundial de la Salud, persigue los siguientes objetivos: a) Evitar o retrasar la presencia del cáncer en alguien que presente o no factores de riesgo. b) Diagnosticar lo más pronto posible la presencia del cáncer, en el sitio anatómico que corresponda. c) La eliminación del cáncer, a la brevedad posible, con los medios terapéuticos adecuados.
Hacer ejercicio físico, por lo menos treinta minutos diario (Por ejemplo caminata a, por lo menos, cien pasos por minuto). Reducir en nuestra alimentación la cantidad de grasa de origen animal y de azúcares. Abandonar el mal hábito del tabaco (cero cigarrillo diario). Bajar de peso (el sobrepeso, la obesidad y la obesidad extrema favorecen el desarrollo del cáncer). Evitar el abuso del alcohol. Para la detección temprana, la estrategia incluye la búsqueda activa de la enfermedad, ya sea que la persona está asintomática o ya haya iniciado algunas manifestaciones clínicas, en este caso, lo recomendado es el chequeo adecuado lo más pronto posible. Dependiendo de la ubicación corporal sospechada, el médico indicará los exámenes necesarios para el diagnóstico y de confirmarse la presencia del cáncer, recomendará el tratamiento que considere el más efectivo para su eliminación. Si esto se logra, el paciente podría quedar sano. Autor: Dr. Nelson Salazar Semanario Católico | Pág5
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Eucaristía y Misión Lo que el mundo necesita es el amor de Dios (Benedicto XVI). El Papa San Juan Pablo II, en su mensaje para el Día Mundial de las Misiones de 2004, “Eucaristía y Misión”, insiste en el hecho de que “en torno a Cristo Eucarístico, la Iglesia crece como pueblo, templo y familia de Dios: una, santa, católica y apostólica. Al mismo tiempo entiende mejor su carácter de sacramento universal de salvación y de realidad visible jerárquicamente estructurada”. Es lo que aparece claramente en la vida de los primeros cristianos, para quienes la Eucaristía constituía el centro de la existencia, tanto que en comunidad se encontraban con frecuencia para llevar a cabo esta celebración colectiva. Se reunían en las casas de sus hermanos y hermanas cristianos. Escuchaban las enseñanzas de los Apóstoles, oraban juntos, hablaban de sus problemas, compartían comidas y conmemoraban al Señor que estaba presente entre ellos cuando partían el pan en memoria suya (Cf. Hechos 2, 42. 44-46). El hecho de compartir la Eucaristía los incitaba a tener siempre más solicitud e interés los unos por los otros. Compartían sus bienes y llegaban a ser visiblemente verdaderos discípulos de Jesús. Esa comida convival y la vida de reparto en común constituían la marca de su identidad religiosa. Ellos
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entendían el símbolo instituido por Jesucristo como una llamada para erigir una nueva sociedad basada en el doble mandamiento de amor: amor a Dios y amor a su prójimo. La vida compartiendo era tan esencial a la comunidad Eucarística que, para el Apóstol Pablo, la celebración sin espíritu de amor y de partición no era una comida digna del Señor (1 Co 11,20). La Eucaristía perdía mucho de su significado cuando no inspiraba ni favorecía la compasión, la piedad y el amor. Esto se expresa de hermosa forma en los Hechos de los Apóstoles: “Porque entre ellos no había ningún indigente” (Hechos, 4, 34). La misión cristiana consiste en propagar el amor de Dios a todos los pueblos, con el fin de que todos se unan en una misma comunidad con Dios nuestro Padre. El Papa Pablo VI en su Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi, estableció un lazo entre la Eucaristía y la misión: “Porque la totalidad de la evangelización, aparte de la predicación del mensaje, consiste en implantar la Iglesia, la cual no existe sin este respiro de la vida sacramental culminante en la Eucaristía” (28).
Semanario El Papa Francisco en su mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones del 2017 recuerda “La misión de la Iglesia está animada por una espiritualidad de éxodo continuo. Se trata de «salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 20).
Durante una de sus primeras visitas pastorales en calidad de Papa, en Bari, en mayo de 2005, Benedicto XVI dijo en su homilía: “El precepto de fiesta no es, pues, un deber impuesto desde fuera, una carga que pesa sobre nuestros hombros. Al contrario, participar en la celebración dominical, alimentarse con el Pan Eucarístico y experimentar la comunión de los hermanos y hermanas en Cristo es, para el cristiano, una necesidad, una alegría; es así como puede encontrar la energía necesaria para el camino que ha de recorrer cada semana”.
La misión de la Iglesia estimula una actitud de continua peregrinación a través de los diversos desiertos de la vida, a través de las diferentes experiencias de hambre y sed, de verdad y de justicia. La misión de la Iglesia propone una experiencia de continuo exilio, para hacer sentir al hombre, sediento de infinito, su condición de exiliado en camino hacia la patria final, entre el «ya» y el «todavía no» del Reino de los Cielos”. El fin de la misa no indica la conclusión de un acto de adoración, sino más bien el comienzo de la misión de la Iglesia.
Autor: Pbro. Herling Hernández
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Entretenimiento Sopa del sacramento de la Eucaristía Busca en la sopa las palabras de la lista. Con las letras que sobren leerás una de las maneras de llamar a la Misa y a la Eucaristía. La Eucaristía es la comida de Jesús, el banquete en el cual, Él mismo nos da como alimento espiritual.
Dra. Sagrario Murillo Navarrete
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Lucas 5,4
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