La Red Semanario Católico 13 Edición

Page 1

Semanario Católico 2019

13 Edición

del jueves 11 de julio al jueves 18 de julio

La aventura de la Fe Estimados lectores del “Semanario Católico La Red”, ponemos en sus manos la treceava edición de esta obra evangelizadora de nuestra Iglesia Católica. Lo invitamos a acogerlo con amor y cariño para contribuir en la construcción del reino de Dios.


Conociendo la Biblia La Biblia es el conjunto de libros en los que se contiene el testimonio sobre la revelación de Dios. Es muy importante insistir en el hecho de que la Escritura no es la revelación de Dios sino su testigo. La Revelación es un acontecimiento histórico-salvífico que pone en relación a Dios con el hombre y que alcanza su plenitud en Jesús, el Cristo. Es Jesús la revelación de lo que es Dios para los hombres y de lo que el hombre debe ser para Dios. La Teología de la revelación nos habla de un Dios que continuamente quiere entrar en relación con la humanidad, un Dios que se manifiesta presente en la historia a través de hechos y palabras; y que quiere ser conocido aunque nos parezca en ocasiones, y en realidad lo sea, un Dios oculto. Estas experiencias incesantes de comunicación entre la humanidad y la divinidad, tienen unas coordenadas espacio-temporales privilegiadas que han sido recogidas por “escrito” gracias a la labor de una “comunidad singular”. Esta labor ha quedado plasmada en la “Biblia”. A partir de ella se genera un movimiento creativo de continua evolución e iluminación de esa relación Dios-hombre. Nos referimos a la Tradición, la cual por su continua referencia al texto considerado sagrado, se constituye en una tarea constante de “interpretación”. Aunque la Biblia puede leerse desde varios ángulos de la comprensión humana, lo cierto es que, el intento programático se dirige de modo específico al examen de la Biblia en su más amplia realidad de obra divino – humana, es decir, como Palabra de Dios, manifestada a la humanidad en y a través de hombres inspirados, y dejada a la custodia, transmisión e interpretación de la Iglesia de Cristo. Es, por esta razón, que el Concilio Vaticano II en la Constitución dogmática Dei verbum, afirma: “Dispuso Dios en su sabiduría revelarse a Sí mismo y dar a conocer el misterio de su voluntad, mediante el cual los hombres, por medio de Cristo, Verbo encarnado, tienen acceso al Padre en el Espíritu Santo y se hacen consortes de la naturaleza divina” (DV n° 2). Desde el punto de vista metodológico, el estudio de la Biblia, no se puede desligar de su componente humano y divino, presente en la composición de los textos sagrados y expuestos de manera histórico-salvífico por quienes tuvieron la inspiración de poner por escrito los contenidos revelados. La Biblia no puede ser estudiada desde una perspectiva meramente positiva, como si se tratara de un libro de ciencias, la Biblia transmite una Palabra viva que está en estrecha relación con el misterio de la Revelación de Dios a los hombres y dirigida a la salvación eterna, todos los problemas que la ciencia bíblica debe afrontar – el origen Divino – humano de los libros bíblicos, su índole de Palabra de Dios, su contenido salvífico, su fin y eficacia sobrenaturales, el elenco de los libros que la constituye, la transmisión del texto a lo largo de los siglos, su interpretación, etc. se presentan como verdaderos temas teológicos, que el estudioso

Semanario Católico | Pág 2


Semanario Católico | La Red debe analizar con conciencia crítica, una Fe discursiva, y en la amplia perspectiva de las dimensiones propias del que hacer teológico, que como tal, debe permanecer atento a los problemas antropológicos, religiosos, ecuménicos, y sobre todo, eclesiales y pastorales. En este sentido, el Concilio Vaticano II, en su afán por volver a las fuentes bíblicas, ha destacado la importancia del estudio de la Biblia en la vida de toda la Iglesia, especialmente en la formación y espiritualidad cristiana y en el compromiso que de ésta se desprende en la vida del cristiano, razón por la cual, toda la teología se debe nutrir de la Palabra de Dios para que sea verdaderamente comunicación del misterio salvífico. El Concilio afirma que: “Las Sagradas Escrituras contienen la Palabra de Dios y, por ser inspiradas, son en verdad la Palabra de Dios; por consiguiente, el estudio de la Sagrada Escritura ha de ser como el alma de la Sagrada Teología” (DV n° 24). Toda esta dinámica caracteriza a la Biblia como un “misterio”, como una síntesis de claridad y oscuridad, como una realidad que es objeto de estudio profano y de Fe.

Para leer la Biblia se debe establecer un continuo diálogo con otras culturas y religiones, ya que no es imprescindible la Fe para: estudiar el ambiente cultural que produjo la Biblia, las diversas lenguas y su evolución tal y como aparece en los textos, las diversas formas literarias, el problema de los manuscritos y la trasmisión del texto, etc. Pero, es importante tener claro que la lectura de la Biblia como su estudio, debe partir de un hecho concreto y vivo, como es la Fe revelada y encardada, que posibilita este diálogo con todas las culturas y la inculturación misma de la Fe. En la exhortación postsinodal Verbum Domini del Papa Benedicto XVI, se presenta a Dios en dialogo amoroso con el hombre, que posibilita la comunión de lo eterno, con lo temporal, lo divino con lo humano, en la persona del Verbo encarnado: “La novedad de la revelación bíblica consiste en que Dios se da a conocer en el diálogo que desea tener con nosotros… El enigma de la condición humana se esclarece definitivamente a la luz de la revelación realizada por el Verbo divino” (VD n° 6).

Autor: La Dirección del Semanario

La Fe es Don de Dios El Papa Benedicto XVI convoco en el año 2012 a toda la Iglesia a un Año de la Fe, en ocasión de los cincuenta aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, y veinte de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica... Y lo hizo mediante una Carta Apostólica que lleva el titulo La puerta de la Fe , inspirado en Hch 14,27, pasaje que narra las visitas de Pablo y Bernabé a las diversas comunidades cristianas de regreso a Antioquía, animándolas «a permanecer firmes en la Fe» (Hch 21,2) y resistir así todo tipo de dificultades. El objetivo de la Carta Apostólica es invitar a todo el pueblo de Dios a «redescubrir

el camino de la Fe para iluminar de manera cada vez más clara la alegría y el entusiasmo renovado del encuentro con Cristo». Pensando en esa carta quisiera animar a todos los lectores a pensar que la Fe es don de Dios, pero es también acto profundamente libre y humano. Reflexionar con ustedes sobre esta cuestión es fundamental: ¿qué es la Fe?, ¿tiene aún sentido la Fe en un mundo donde ciencia y técnica han abierto horizontes hasta hace poco impensables?, ¿qué significa creer hoy? Semanario Católico | Pág 3


Semanario Católico De hecho en nuestro tiempo es necesaria una renovada educación en la Fe, que comprenda ciertamente un conocimiento de sus verdades y de los acontecimientos de la salvación, pero que sobre todo nazca de un verdadero encuentro con Dios en Jesucristo, de amarle, de confiar en Él, de forma que toda la vida esté involucrada en ello. Con todo, a nuestro alrededor vemos cada día que muchos permanecen indiferentes o rechazan acoger este anuncio. En el camino de creer el rechazo es una posibilidad, pero la apertura del corazón a Dios es infinita y es un terreno fértil, una tierra buena donde la semilla de la Palabra da fruto. La Fe es una propuesta de salvación, no es una imposición a la fuerza, menos es una Fe que se anuncia como una publicidad. La Fe es apertura y acogida alegre de parte del hombre, que es un verdadero “oyente de la Palabra”. Al final del Evangelio de San Marcos, tenemos palabras duras del Resucitado, que dice: «El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado» (Mc 16, 16), se pierde él mismo.

La posibilidad es doble: La posibilidad de una respuesta positiva al don de la Fe, existe. También el riesgo del rechazo del Evangelio, de la no acogida del encuentro vital con Cristo, existe. Ya San Agustín planteaba este problema en un comentario suyo a la parábola del sembrador: «Nosotros hablamos —decía—, echamos la semilla, esparcimos la semilla. Hay quienes desprecian, quienes reprochan, quienes ridiculizan. Si tememos a estos, ya no tenemos nada que sembrar y el día de la siega nos quedaremos sin cosecha. Por ello venga la semilla de la tierra buena» (Discursos sobre la disciplina cristiana, 13,14: PL 40, 677-678). El rechazo, por lo tanto, no puede desalentarnos. Como cristianos somos testigos de este terreno fértil: nuestra Fe, aún con nuestras limitaciones, muestra que existe la tierra buena, donde la semilla de Semanario Católico | Pág 4

la Palabra de Dios produce frutos abundantes de justicia, de paz y de amor, de nueva humanidad, de salvación. Y toda la historia con los problemas demuestra también que existe la tierra buena, existe la semilla buena, y da fruto. La Fe es don de Dios, pero es también acto profundamente libre y humano. El Catecismo de la Iglesia católica lo dice con claridad: «Sólo es posible creer por la gracia y los auxilios interiores del Espíritu Santo. Pero no es menos cierto que creer es un acto auténticamente humano. No es contrario ni a la libertad ni a la inteligencia del hombre» (n. 154). Es más, las implica y exalta en una apuesta de vida que es como un éxodo, salir de uno mismo, de las propias seguridades, de los propios esquemas mentales, para confiarse a la acción de Dios que nos indica su camino para conseguir la verdadera libertad, nuestra identidad humana, la alegría verdadera del corazón, la paz con todos. Creer es fiarse con toda libertad y con alegría del proyecto providencial de Dios sobre la historia, como hizo el patriarca Abrahán, como hizo María de Nazaret. Así pues la Fe, es un asentimiento con el que nuestra mente y nuestro corazón dicen su «sí» a Dios, confesando que Jesús es el Señor. Y este «sí» transforma la vida, le abre el camino hacia una plenitud de significado, la hace nueva, rica de alegría y de esperanza fiable. Autor: Pbro. Horacio Matus


¡La Fe! “Yo sé en quién he creído” (2 en su encíclica Deus caritas est, por una decisión ética o una gran idea, Timoteo 1, 12) Del 11 Octubre de 2012 al 24 de noviembre de 2013, el Papa Benedicto XVI proclamó el año de la Fe. Fue un momento histórico de trascendental importancia para todos los creyentes. En su carta Apostólica «Porta Fidei», el Papa, invitaba a todos a descubrir la belleza de la Fe en su sentido profundo y radical, como lo han vivido hombres y mujeres en la historia de la salvación, escribía el Papa: “«La puerta de la Fe» (cf. Hch 14, 27), que introduce en la vida de comunión con Dios y permite la entrada en su Iglesia, está siempre abierta para nosotros. Se cruza ese umbral cuando la Palabra de Dios se anuncia y el corazón se deja plasmar por la gracia que transforma. Atravesar esa puerta supone emprender un camino que dura toda la vida” (Carta Apostólica Porta Fidei, n° 1). La Fe no puede ser considerada un cúmulo de teorías y doctrinas que se transmiten de cultura a cultura, con el riesgo de quedarse en algo del pasado que no dice nada al presente, y a las nuevas generaciones, o quedarse simplemente en meras narraciones sin ninguna valides para los tiempos modernos. La Fe se dirige a una persona en la que se pone toda la confianza, en Jesucristo el Hijo de Dios vivo, por eso decía el Papa Benedicto XVI: «No se comienza a ser cristiano, nos recordará el Papa Benedicto XV

sino por el encuentro con un acontecimiento, con una persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva» (Deus caritas est, 1).

Es precisamente esta Fe, vivida y experimentada en lo personal y encarnada en la historia por la comunidad de creyentes, la que suscita en todos, una renovación profunda capaz de transformar la vida y los acontecimientos de la historia universal, porque “Cristo no es un individuo del pasado lejano, sino que ha creado un camino de luz que invade la historia” (Del Libro del Papa Benedicto XVI, “Nadar contra corriente”). La experiencia de un Dios personal y trinitario que entra en la historia humana, ha quedado testimoniada en las Sagradas Escrituras en hombres y mujeres de Fe, como Abraham que creyó en Dios (cf. Gál 3,6) y a quien San Pablo llama el «Padre de todos los creyentes» (Carta a los Romanos 4, 11); en María, «que con su consentimiento coopera de modo decisivo a la entrada del Eterno en el tiempo» (Benedicto XVI, Verbum Domini n° 27); y, finalmente, una Fe que se manifiesta y actualiza de manera particular «en el nosotros de la Iglesia» (Benedicto XVI, Verbum Domini n° 4).

Autor: Pbro. Horacio Matus Semanario Católico | Pág 5


Conociendo las enseñanza de Iglesia Católica ¿Qué dice el Catecismo de la Iglesia Católica sobre las virtudes teologales? Las virtudes teologales Las virtudes humanas se arraigan en las virtudes teologales que adaptan las facultades del hombre a la participación de la naturaleza divina (cf 2 P 1, 4). Las virtudes teologales se refieren directamente a Dios. Disponen a los cristianos a vivir en relación con la Santísima Trinidad. Tienen como origen, motivo y objeto a Dios Uno y Trino. Las virtudes teologales fundan, animan y caracterizan el obrar moral del cristiano. Informan y vivifican todas las virtudes morales. Son infundidas por Dios en el alma de los fieles para hacerlos capaces de obrar como hijos suyos y merecer la vida eterna. Son la garantía de la presencia y la acción del Espíritu Santo en las facultades del ser humano. Tres son las virtudes teologales: la Fe, la esperanza y la caridad (cf 1 Co 13, 13). La Fe La Fe es la virtud teologal por la que creemos en Dios y en todo lo que Él nos ha dicho y revelado, y que la Santa Iglesia nos propone, porque Él es la verdad misma. Por la Fe “el hombre se entrega entera y libremente a Dios” (DV 5). Por eso el creyente se

Semanario Católico | Pág 6

esfuerza por conocer y hacer la voluntad de Dios. “El justo [...] vivirá por la Fe” (Rm 1, 17). La fe viva “actúa por la caridad” (Ga 5, 6). El don de la Fe permanece en el que no ha pecado contra ella (cf Concilio de Trento: DS 1545). Pero, “la Fe sin obras está muerta” (St 2, 26): privada de la esperanza y de la caridad, la Fe no une plenamente el fiel a Cristo, ni hace de él un miembro vivo de su Cuerpo. El discípulo de Cristo no debe sólo guardar la Fe y vivir de ella, sino también profesarla, testimoniarla con firmeza y difundirla: “Todos [...] vivan preparados para confesar a Cristo ante los hombres y a seguirle por el camino de la cruz en medio de las persecuciones que nunca faltan a la Iglesia” (LG 42; cf DH 14). El servicio y el testimonio de la Fe son requeridos para la salvación: “Todo [...] aquel que se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos; pero a quien me niegue ante los hombres, le negaré yo también ante mi Padre que está en los cielos” (Mt 10, 32-33). Autor: Catecismo de la Iglesia Católica #1812-1816


Semanario Católico ¡NUEVO EN LA RED! ¨ LAUDATO SI¨ ¡Hola querido hermana/o lector! Le saluda Elherys Rocha, en ésta ocasión el Semanario Cátolico ¨La Red¨ incorporará en sus próximas ediciones impresa y digital este segmento llamado: ¨Laudato Si¨, en este nuevo contenido te brindaré información de qué significa esta palabra, quién la creó y con qué objetivo fue creada y que es realmente, el cual explico a continuación. ¨Laudato Si¨, es una carta encíclica (con género de literatura cristiana), el nombre es escrito en latín que significa ‹‹Alabado seas››, creada por el Papa Francisco en el año 2015 y firmado el 24 de mayo, en la solemnidad de Pentecostés. Ésta encíclica es la segunda carta creada por el pontífice el cual su argumento es el medio ambiente y el desarrollo sostenible como tanto él menciona, -¨nuestra casa común¨,- el planeta. Francisco se ha inspirado en este nombre por el cántico de San Francisco de Asís: ‹‹Laudato si’, mi’ Signore›› –‹‹Alabado seas, mi Señor››. En ese hermoso cántico nos recordaba que nuestra casa común es también como una hermana, con la cual compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos: «Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba». Esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus pro-

pietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes. Por eso, entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que «gime y sufre dolores de parto» (Rm 8,22). Olvidamos que nosotros mismos somos tierra (cf. Gn 2,7). Nuestro propio cuerpo está constituido por los elementos del planeta, su aire es el que nos da el aliento y su agua nos vivifica y restaura. Es importante saber que estamos destruyendo aún más que antes nuestro planeta en pleno siglo XXI, según datos que he recopilado ¿sabías que el Océano Ártico se está calentando dos veces más rápido que cualquier otro lugar del planeta?. En el ártico, actualmente en el verano hay 40 por ciento menos hielo marino del que había en 1980, para el 2040 el océano ártico estará casi libre de hielo durante el verano. Es lamentable lo que estamos destruyendo día a día por que no vemos la realidad que hoy nuestro planeta nos está llamando y nos pide ayuda.

¿Hasta cuándo crees tú que debemos de actuar? ¡Reflexiona! El cambio es hoy. ¡El planeta nos llama!

Dirección Semanario La Red Director |Pbro. Pedro Marcel González Godines Director Honorario | Pbro. Boanerges Carballo Madrigal Administración y Tesorería | Pbro. Horacio Matus López Secretario y Relaciones Públicas | Pbro. Pedro Marcel González Godines Asesoría y Redacción | Pbro. Herling Francisco Hernández Baca Dirección Diseño Gráfico y Web | Msc. Gerald Flores Gutiérrez Diagramación y Diseño Gráfico | Obed Rugama

Todos los Derechos Reservados XIII Edición 2019 Managua, Nicaragua

La Red

Semanario Católico | Pág 7


Cuida tu Salud DENGUE Busca en la sopa las palabras de la lista. Con las letras que sobren leerás una de las maneras de llamar a la Misa y a la Eucaristía. El dengue es una enfermedad transmitida por el piquete de un mosquito ( Aedes aegypti) Usted puede infectarse si un mosquito infectado lo pica. El dengue no se transmite de persona a persona. Es común en áreas cálidas y húmedas del mundo. Los brotes pueden ocurrir en las épocas de lluvia. El dengue leve ocasiona: Fiebre alta, erupción cutánea, dolor muscular y articular. Una forma grave del dengue, también llamada «fiebre hemorrágica del dengue», puede ocasionar sangrado intenso, descenso repentino de la presión arterial (choque) y la muerte. Los síntomas comienzan a aparecer después de cuatro a siete días posterior a la picadura de mosquito, sin embargo, puede variar de 2 a 15 días Si presenta Fiebre repentina o cualquiera de estos síntomas… Recuerde… acuda a su centro de salud más cercano…

Dra. Sagrario Murillo Navarrete

CirujanoMurillo DentistaNavarrete Dra. Sagrario Implantes Resinas Blanqueamientos Maxilo Facial

Lucas 5,4

Visita Nuestro Sitio Web

www.laredsemanario.org Seguinos en

Semanario Católico | Pág 8

Semanario La Red

Ortodoncia sin Prima

Bello Horizonte Iglesia Piox 50 vrs arriba Nº 24

Tel: 2249-8284

Lunes a Viernes 8:00 a 5:00 Sábado 8:30 a 12:00


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.