Cómo transmitir lo que vivimos

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PROTAGONISTA

Cómo trasmitir lo que vivimos La pregunta es cómo se vivía desde el movimiento estudiantil el período previo al golpe de Estado. Aquí una respuesta. Álvaro Jaume* Lejos de un análisis o de una reflexión acabada me interesa trasmitir, como alguien que vivió vital y comprometidamente una época, que más allá de errores hubo una generación que dejó la vida en aquella etapa del país. Y es tan difícil trasmitirlo a gente que no lo vivió como si tuviera que explicar cuáles fueron las condiciones en las que lucharon los indígenas contra los españoles. Algo fuera de los patrones de mi racionalidad, de mi sensibilidad. Una generación como la nuestra, con base ideológica y análisis clasista, mira hoy a la izquierda en el contexto latinoamericano y nacional y se pregunta qué tendrá que ver con aquella etapa. Uno se pregunta a costa de qué, o en función de qué se renuncia a todos los sueños de cambio que se han plasmado en programas como el del Frente Amplio, la CNT y la declaración de principios de la FEUU. Entre 1972 y 1973 la derrota del MLN y la represión del movimiento de masas se dieron en un marco donde cada vez fueron más claros los planes militares de tomar el poder. Es cuando las Fuerzas Armadas tomaron varias banderas que pertenecían a la izquierda a través de los comunicados 4 y 7: los ilícitos económicos que denunciaban la corrupción de la rosca oligárquica, la necesidad de nacionalizar el comercio exterior y de una reforma agraria. En la crisis de febrero ya está el golpe porque, pese a que no se disuelve el Parlamento, se definió que las Fuerzas Armadas tomaban el poder y comenzó el apartamiento de Bordaberry y otros civiles del aparato partidario. Se desata entonces una polémica en la izquierda sobre si existía un sector progresista dentro de los militares o no. Muchos conectaron esta acción militar con el movimiento peruano del militar Velazco Alvarado, que aplicó reformas nacionalistas y populistas en los años sesenta. Algunos se ilusionaron ante un proceso de corte progresista liderado por las Fuerzas Armadas, pero desconocían en los hechos que cualquier manual de contrainsurgencia sugería dejar sin banderas a la izquierda para ganar en la lucha contra la subversión, dejándola sin apoyo y sin base social. Algunos en ese momento sostuvimos que ese tipo de retórica era engañosa. Que en el caso remoto de que existiera un sector joven dentro de las Fuerzas Armadas, como reflejaban los comunicados, no era este sector el que iba a determinar la acción de la institución militar. Además no podíamos creer en ese tipo de discurso cuando en los hechos vivíamos la aplicación continua de la tortura y el asesinato. Los sectores de izquierda que más se deslumbraron con los comunicados fueron los que no confiaron nunca en utilizar al máximo las fuerzas populares, en adoptar medidas más radicales, y apostaban por ello a la vía electoral. La dirección mayoritaria de la CNT, en especial la alianza Partido Comunista-Partido Socialista (PC-PS) se deslumbró. Esta dirección es la que había optado por una táctica de desgaste, que en mi opinión fue la mejor manera de ir desarmando las condiciones de resistencia. Hubo una larguísima polémica. En los últimos años antes del golpe la CNT estuvo fracturada: por un lado la percepción del secretariado (de mayoría del PC), por otro las condiciones, la iniciativa y participación en la base. No sucedió lo mismo en el movimiento estudiantil. Tal vez la mayor crítica que se puede hacer a la distancia fue que nos fuimos politizando y nos metimos en discusiones y definiciones que nos alejaban de la propia masa estudiantil. Hay un episodio que muestra con mucha claridad la polémica dentro de la FEUU. Yo fui quien habló por la FEUU en el acto del Primero de Mayo, el último antes del golpe y probablemente uno de los más grandes de la historia uruguaya. ¿Cómo se decidió quién iba a hablar y cuáles serían los lineamientos de esa oratoria? ¿Por qué no habló Jorge Landinelli, candidato del secretariado ejecutivo? La decisión se dio en el seno de un debate al rojo vivo sobre cuál iba a


ser la postura de la FEUU frente al golpe desembozado que vivía el país. La alianza PC-PS, con una lectura equivocada, no entendía que la represión no estaba dirigida sólo a los cuadros del MLN sino a cualquier tipo de militancia que desestabilizara el poder. Nosotros sosteníamos que la FEUU en el acto del Primero de Mayo tenía que denunciar la tortura y el asesinato militar y que el problema no era únicamente con la guerrilla, sino que esa rosca oligárquica, ejercida por las Fuerzas Armadas, iba contra todos a medida que la alianza era mayor. Entendíamos que la represión no se iba a quedar allí, atacando sólo a la guerrilla porque había transgredido los límites legales. El golpe ya estaba ahí, estaban suspendidas las libertades públicas y los derechos básicos. La FEUU tenía que denunciar y no acallar esto por miedo a complicar futuros remotos acuerdos con los militares, como argumentaba el PC. Siempre rechazamos de plano esta estrategia, no sólo porque nos parecía errada sino incluso antiética, ¿no había que denunciar porque eran guerrilleros y existía la posibilidad de un viraje? Como en el Comité Ejecutivo el PS y el PC tenían mayoría, propusimos que el Federal resolviera. Todos los centros discutieron y finalmente se resolvió que yo hablara, y que la FEUU se jugase por una postura de denuncia en este contexto, sin ilusiones, ni ambigüedades o amortiguamientos. Fue impactante subir a aquel estrado en nombre de la FEUU y contemplar la avenida Agraciada totalmente colmada. Basándose en la reproducción de mis palabras por la prensa mi carátula en la “justicia militar” incluyó la acusación, entre otras, de escarnio a las instituciones públicas. Me acuerdo de la reacción de la gente a medida que iba hablando. Antes –a diferencia de ahora– la gente escuchaba y me consta la enorme adhesión que nuestra posición suscitó entre los presentes. Ya en esos meses previos al golpe el olor indicaba que nos caminaban y por eso había que armarse de coraje para enfrentar lo que venía. Me gustaría trasmitir ese ánimo de lucha, tan distante de este mundo frívolo en donde las izquierdas reclaman sólo lo pragmático. Pero también es importante confesar que no estuvimos prontos para lo que significó la locura y la barbarie de la represión de las Fuerzas Armadas sobre las organizaciones políticas. Nuestra violencia fue casi civilizada al lado de la que ellos desplegaron. Una conclusión medular que saco de aquella época es que cuando la acción de un movimiento es verdaderamente corrosiva del poder, el poder intentará aplicar una violencia cruel. * Dirigente de la FEUU antes de la dictadura, militante de los Grupos de Acción Unificadora (GAU) .


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