Los Santos Difuntos, Ciclo C
2
de noviembre de 2025

Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
NO. 44
Fundada el 4 de junio de 1930. Registro postal: IM14-0019 INDA-04-2007-103013575500-106
![]()
2

Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
Fundada el 4 de junio de 1930. Registro postal: IM14-0019 INDA-04-2007-103013575500-106
Hoy recordamos a los fieles difuntos. Esta fiesta nos invita a mirar la vida con los ojos de la fe. No se trata únicamente de recordar con nostalgia a quienes ya no están, sino de reconocer que la muerte se ilumina con la resurrección de Cristo.
La oración por los difuntos se convierte en un acto de confianza: la existencia no termina en el sepulcro, sino que se abre a la plenitud prometida por Dios.
Las flores, las velas y los signos de recuerdo son gestos que expresan la certeza de que los vínculos de amor no se rompen con la muerte. Cada rostro evocado en este día remite a una historia marcada por la bondad, el esfuerzo, la entrega y, también, por la fragilidad. Al poner estos nombres en manos de Dios, se afirma que el amor es más fuerte que la muerte.
Lo que permanecerá serán las obras
El pasaje de este domingo, Mateo 25, 31-46, da a esta celebración un horizonte profundo. La imagen del Hijo del Hombre sentado en su gloria, y reuniendo a todas las naciones, habla del destino común de la humanidad.
Allí se revela que la medida de la vida no estará en títulos, riquezas ni triunfos, sino en la capacidad de amar.
“Tuve hambre y me diste de comer, estuve enfermo y me visitaste…”.
Este mensaje conecta con la fiesta de los fieles difuntos, porque recuerda que lo que


permanece en la eternidad son las obras de amor. Aquellos que hoy se evocan y por quienes se ora no son juzgados por el brillo exterior de su paso por el mundo, sino por la entrega silenciosa, la compasión ofrecida, la ayuda concreta al necesitado.
La muerte es pascua
Así, la memoria de los difuntos y el Evangelio se entrelazan: se recuerda con gratitud a quienes vivieron amando y sirviendo, y se asume el compromiso de hacer de la vida presente una ofrenda de caridad. El Reino prometido desde la creación del mundo se abre para quienes hicieron del amor el centro de su existencia.
La conmemoración de los fieles difuntos, iluminada por el juicio del amor, fortalece la esperanza: la vida no se pierde, se transforma; la muerte no es final, es pascua; y la medida definitiva de cada existencia será siempre el amor que supo entregarse.







De pie
Escucha, Señor, benignamente nuestras súplicas, y concédenos que al proclamar nuestra fe en la resurrección de tu Hijo de entre los muertos, se afiance también nuestra esperanza en la resurrección de tus hijos difuntos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Del libro de la Sabiduría 3, 1-9


Sentados
Las almas de los justos están en las manos de Dios y no los alcanzará ningún tormento. Los insensatos pensaban que los justos habían muerto, que su salida de este mundo era una desgracia y su salida de entre nosotros, una completa destrucción. Pero los justos están en paz.
La gente pensaba que sus sufrimientos eran un castigo, pero ellos esperaban confiadamente la inmortalidad. Después de breves sufrimientos recibirán una abundante recompensa, pues Dios los puso a prueba y los halló dignos de sí. Los probó como oro en el crisol y los aceptó como un holocausto agradable.
En el día del juicio brillarán los justos como chispas que se propagan en un cañaveral. Juzgarán a las naciones y dominarán a los pueblos, y el Señor reinará eternamente sobre ellos.
Los que confían en el Señor comprenderán la verdad y los que son fieles a su amor permanecerán a su lado, porque Dios ama a sus elegidos y cuida de ellos. Palabra de Dios.
Del salmo 26
R. Espero ver la bondad del Señor.


Sentados
El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién voy a tenerle miedo? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién podrá hacernos temblar?
R. Espero ver la bondad del Señor.
Lo único que pido, lo único que busco es vivir en la casa del Señor toda mi vida, para disfrutar las bondades del Señor y estar continuamente en su presencia.
R. Espero ver la bondad del Señor.
Oye, Señor, mi voz y mis clamores y tenme compasión. El corazón me dice que te busque y buscándote estoy. No rechaces con cólera a tu siervo.
R. Espero ver la bondad del Señor.
La bondad del Señor espero ver en esta vida. Ármate de valor y fortaleza y en el Señor confía. R. Espero ver la bondad del Señor.
De la primera carta del apóstol san Juan 3, 14-16


Sentados
Hermanos: Nosotros estamos seguros de haber pasado de la muerte a la vida, porque amamos a nuestros hermanos. El que no ama permanece en la muerte. El que odia a su hermano es un homicida y bien saben ustedes que ningún homicida tiene la vida eterna. Conocemos lo que es el amor, en que Cristo dio su vida por nosotros. Así también debemos nosotros dar la vida por nuestros hermanos. Palabra de Dios.
DEL EVANGELIO Mt 25, 34
R. Aleluya, aleluya
Vengan, benditos de mi Padre, dice el Señor; tomen posesión del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. R. Aleluya.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 25, 31-46




pie
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando venga el Hijo del hombre, rodeado de su gloria, acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono de gloria. Entonces serán congregadas ante él todas las naciones, y él apartará a los unos de los otros, como aparta el pastor a las ovejas de los cabritos, y pondrá a las ovejas a su derecha y a los cabritos a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: ‘Vengan, benditos de mi Padre; tomen posesión del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo; porque estuve hambriento y me dieron de comer, sediento y me dieron de beber, era forastero y me hospedaron, estuve desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaron, encarcelado y fueron a verme’. Los justos le contestarán entonces: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o encarcelado y te fuimos a ver?’ Y el rey les dirá: ‘Yo les aseguro que, cuando lo hicieron con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicieron’.
Entonces dirá también a los de la izquierda: 2
‘Apártense de mí, malditos; vayan al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles; porque estuve hambriento y no me dieron de comer, sediento y no me dieron de beber, era forastero y no me hospedaron, estuve desnudo y no me vistieron, enfermo y encarcelado y no me visitaron’. Entonces ellos le responderán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de forastero o desnudo, enfermo o encarcelado y no te asistimos?’ Y él les replicará: ‘Yo les aseguro que, cuando no lo hicieron con uno de aquellos más insignificantes, tampoco lo hicieron conmigo’. Entonces irán éstos al castigo eterno y los justos a la vida eterna”. Palabra del Señor.
DE LA COMUNIÓN




Te rogamos, Señor, que tus fieles difuntos, por quienes hemos celebrado este sacrificio pascual, lleguen a la morada de la luz y de la paz. Por Jesucristo, nuestro Señor.
1681 El sentido cristiano de la muerte es revelado a la luz del Misterio Pascual de la muerte y de la resurrección de Cristo, en quien radica nuestra única esperanza. El cristiano que muere en Cristo Jesús “sale de este cuerpo para vivir con el Señor” (2 Co 5,8).
1682 El día de la muerte inaugura para el cristiano, al término de su vida sacramental, la plenitud de su nuevo nacimiento comenzado en el Bautismo, la “semejanza” definitiva a “imagen del Hijo”, conferida por la Unción del Espíritu Santo y la participación en el Banquete del Reino anticipado en la Eucaristía, aunque pueda todavía necesitar últimas purificaciones para revestirse de la túnica nupcial.
1683 La Iglesia que, como Madre, ha llevado sacramentalmente en su seno al cristiano durante su peregrinación terrena, lo acompaña al término de su caminar para entregarlo “en las manos del Padre”. La Iglesia ofrece al Padre, en Cristo, al hijo de su gracia, y deposita en la tierra, con esperanza, el germen del cuerpo que resucitará en la gloria (cf 1 Co 15,4244). Esta ofrenda es plenamente celebrada en el Sacrificio eucarístico; las bendiciones que preceden y que siguen son sacramentales.
Catecismo de la Iglesia Católica

Gloria a Dios en el Cielo, y en la Tierra paz a los hombres que ama el Señor.
Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso Señor, Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén

Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del Cielo y de la Tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos; al tercer día, resucitó de entre los muertos, subió a los Cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén
Padre, ¿ser adicto al celular es pecado?
Una vez un joven me pregun-
tó: “Padre, ¿ser adicto al celular es pecado?”. Yo le respondí: “La adicción al celular, como cualquier otra adicción, puede ser considerada pecado si interfiere con las responsabilidades, las relaciones personales y la vida espiritual de una persona”.
La Iglesia enseña la virtud de la templanza, que ayuda a moderar el uso de bienes y placeres de manera que no se conviertan en obstáculo para una vida virtuosa.
Y ¿CÓMO PUEDO SABER SI
SOY ADICTO AL CELULAR? La adicción al celular puede manifestarse de diversas maneras. Algunas señales y comportamientos que podrían indicar que una persona es adicta al celular, son las siguientes:
•Pasar una cantidad desproporcionada de tiempo en el dispositivo.
•Sentir ansiedad, estrés o irritabilidad cuando no se tiene acceso al celular.
•Descuidar responsabilidades importantes.
•Preferir interactuar a través del dispositivo en lugar de hacerlo en persona.
•Tener dificultades para dor-
mir debido al uso del celular. Y muchos otros.
Si varias de estas señales están presentes, es posible que una persona tenga adicción al celular. La intervención oportuna puede ayudar a manejar la adicción y a desarrollar hábitos más saludables en el uso del celular.
Consulta el texto completo escaneando el QR.






Director Responsable y administración: Sr. Cango. Luis Enrique Silva Álvarez · Redacción: Pbro. Octavio Ramírez · Alcalde 294, Guad., Jal.
3343875300 Consulta la Hoja Parroquial: www.arquidiocesisgdl.org.mx/publicaciones/hojaparroquial Diseño e Impresión: Centro Católico de Comunicaciones. Tels. 33 3002-6470 · 33 3002-6471 · Los anuncios que se muestran en La Hojita Parroquial son responsabilidad, única y exclusivamente, del solicitante. No nos hacemos responsables de los servicios que se publicitan. Boletín semanal de la Arquidiócesis de Guadalajara, A.R. Tiraje de 100,000. $65.00 ciento