Hoja Parroquial #39- XXVI DOMINGO ORDINARIO, Ciclo C-28 de septiembre de 2025

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XXVI Domingo Ordinario, Ciclo C 28 de septiembre de 2025

Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.

NO. 39

Fundada el 4 de junio de 1930. Registro postal: IM14-0019 INDA-04-2007-103013575500-106

No basta con no hacer el mal

Este domingo, Jesús nos cuenta hoy una parábola incómoda, pero profundamente iluminadora: la del hombre rico y el pobre Lázaro. No se trata solo de una historia sobre el cielo y el infierno, sino de una denuncia directa contra la indiferencia. El rico no es condenado por ser rico, sino porque, aun viendo al pobre

en su puerta todos los días, no hizo nada. No lo maltrató, no lo expulsó… simplemente, no lo vio. Su pecado fue la omisión. Y eso nos toca profundamente, porque muchas veces pensamos que, mientras no hagamos el mal, estamos bien. Pero Jesús nos muestra que también se puede pecar no haciendo nada, cuando

el amor exige acción, cuando la justicia pide compromiso, cuando la compasión nos llama al encuentro con el otro.

Los olvidados de hoy

Lázaro representa a todos los olvidados de hoy: los que viven en la calle, los que no tienen voz, los migrantes rechazados, los ancianos solos, los jóvenes sin rumbo, las familias sin esperanza. ¿Nos hemos vuelto ciegos ante ellos? ¿Nos hemos acostumbrado tanto a su presencia que ya no nos conmueven?

La parábola también nos advierte que llegará el momento en que ya no se podrá cambiar nada. El abismo que aparece entre Lázaro y el rico no es solo geográfi co: es el abismo que creó el egoísmo, la costumbre de mirar solo hacia dentro, de cerrar el corazón a la realidad del otro. Ese abismo lo construimos nosotros cuando vivimos solo para nosotros.

Un Evangelio para despertar

Sin embargo, este Evangelio no es para condenar, sino para despertar. Todavía estamos a tiempo de cambiar. Dios nos habla hoy, no para atemorizarnos, sino para ofrecernos su luz. Nos da su Palabra como guía, y en cada rostro sufriente nos ofrece la oportunidad de tocar su carne herida.

Lázaro está a la puerta. Quizá se llama como ese vecino al que nunca saludas, o como esa mujer que limpia en tu oficina. Tal vez está en tu propia casa, en forma de alguien que necesita tu tiempo, tu escucha, tu cariño.

Hoy es el tiempo del amor. Hoy es el día para abrir los ojos y el corazón. No esperes un milagro para actuar: ya tienes a Moisés, a los profetas… y a Jesús mismo, que te llama a construir el Reino, no mañana, sino ahora.

De pie

Señor Dios, que manifiestas tu poder de una manera admirable sobre todo cuando perdonas y ejerces tu misericordia, multiplica tu gracia sobre nosotros, para que, apresurándonos hacia lo que nos prometes, nos hagas partícipes de los bienes celestiales. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

PRIMERA LECTURA

Del libro del profeta Amos 6, 1a. 4-7

Sentados

Esto dice el Señor todopoderoso: “¡Ay de ustedes, los que se sienten seguros en Sión y los que ponen su confianza en el monte sagrado de Samaria! Se reclinan sobre divanes adornados con marfil, se recuestan sobre almohadones para comer los corderos del rebaño y las terneras en engorda. Canturrean al son del arpa, creyendo cantar como David. Se atiborran de vino, se ponen los perfumes más costosos, pero no se preocupan por las desgracias de sus hermanos.

Por eso irán al destierro a la cabeza de los cautivos y se acabará la orgía de los disolutos”. Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL

Del salmo 145

Sentados

R. Alabemos al Señor, que viene a salvarnos.

El Señor siempre es fiel a su palabra, y es quien hace justicia al oprimido; él proporciona pan a los hambrientos y libera al cautivo.

R. Alabemos al Señor, que viene a salvarnos

Abre el Señor los ojos de los ciegos y alivia al agobiado. Ama el Señor al hombre justo y toma al forastero a su cuidado.

R. Alabemos al Señor, que viene a salvarnos.

A la viuda y al huérfano sustenta y trastorna los planes del inicuo. Reina el Señor eternamente, reina tu Dios, oh Sión, reina por siglos.

R. Alabemos al Señor, que viene a salvarnos.

SEGUNDA LECTURA

De la carta del apóstol san Pablo a Timoteo 6, 11-16

y mansedumbre. Lucha en el noble combate de la fe, conquista la vida eterna a la que has sido llamado y de la que hiciste tan admirable profesión ante numerosos testigos.

Ahora, en presencia de Dios, que da vida a todas las cosas, y de Cristo Jesús, que dio tan admirable testimonio ante Poncio Pilato, te ordeno que cumplas fiel e irreprochablemente, todo lo mandado, hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo, la cual dará a conocer a su debido tiempo Dios, el bienaventurado y único soberano, Rey de los reyes y Señor de los señores, el único que posee la inmortalidad, el que habita en una luz inaccesible y a quien ningún hombre ha visto ni puede ver. A él todo honor y poder para siempre. Palabra de Dios.

ACLAMACIÓN ANTES

DEL EVANGELIO 2 Cor 8, 9

R. Aleluya, aleluya

Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre, para enriquecernos con su pobreza. R. Aleluya.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 16, 19-31

De pie

En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: “Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y telas finas y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo, llamado Lázaro, yacía a la entrada de su casa, cubierto de llagas y ansiando llenarse con las sobras que caían de la mesa del rico. Y hasta los perros se acercaban a lamerle las llagas. Sucedió, pues, que murió el mendigo y los ángeles lo llevaron al seno de Abraham. Murió también el rico y lo enterraron. Estaba éste en el lugar de castigo, en medio de tormentos, cuando levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham y a Lázaro junto a él.

Sentados

Hermano: Tú, como hombre de Dios, lleva una vida de rectitud, piedad, fe, amor, paciencia

Entonces gritó: ‘Padre Abraham, ten piedad de mí. Manda a Lázaro que moje en agua la punta de su dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas’. Pero Abraham le contestó: ‘Hijo, recuerda que en tu vida recibiste bienes y Lázaro, en cambio, males. Por eso él goza ahora de consuelo, mientras que tú sufres tormentos. Además, entre ustedes y nosotros se abre un abismo inmenso, que nadie puede cruzar, ni hacia allá ni hacia acá’.

El rico insistió: ‘Te ruego, entonces, padre Abraham, que mandes a Lázaro a mi casa, pues me quedan allá cinco hermanos, para que les 2

advierta y no acaben también ellos en este lugar de tormentos’. Abraham le dijo: ‘Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen’. Pero el rico replicó: ‘No, padre Abraham. Si un muerto va a decírselo, entonces sí se arrepentirán’. Abraham repuso: ‘Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso, ni aunque resucite un muerto’ “. Palabra del Señor.

ORACIÓN DESPUÉ

DE LA COMUNIÓN

S

De pie

Que este misterio celestial renueve, Señor, nuestro cuerpo y nuestro espíritu, para que seamos coherederos en la gloria de aquel cuya muerte, al anunciarla, la hemos compartido. El, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Catecismo de la Iglesia

Sagrada Escritura (cuarta parte)

124 «La Palabra de Dios, que es poder de Dios para la salvación de todo aquel que cree, se expone y manifiesta su poder de la manera más admirable en los escritos del Nuevo Testamento» , que transmiten la verdad última de la Revelación de Dios. Su objeto central es Jesucristo, el Hijo encarnado de Dios: sus actos, enseñanzas, Pasión y glorificación, y los inicios de su Iglesia bajo la guía del Espíritu.

125 Los Evangelios son el corazón de todas las Escrituras «porque son nuestra fuente principal para la vida y la enseñanza del Verbo Encarnado, nuestro Salvador».

140 La unidad de los dos Testamentos proviene de la unidad del plan de Dios y su Revelación. El Antiguo Testamento prepara el Nuevo, y el Nuevo Testamento cumple el Antiguo; ambos se iluminan mutuamente; ambos son verdadera Palabra de Dios.

141 «La Iglesia siempre ha venerado las divinas Escrituras como veneraba el Cuerpo del Señor» (DV 21): ambas nutren y rigen toda la vida cristiana. «Tu palabra es lámpara para mis pies y luz para mi camino» (Sal 119,105; cf. Is 50,4).

GLORIA

Gloria a Dios en el Cielo, y en la Tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso Señor, Hijo único, Jesucristo.

Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén

P FESIÓN DE NUESTRA FE

Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del Cielo y de la Tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos; al tercer día, resucitó de entre los muertos, subió a los Cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.

Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén

Padre, ¿puede un no católico recibir la Comunión?

Encierta ocasión, una señora me preguntó: “Padre, ¿puede un no católico recibir la Comunión? Porque una amiga protestante me dijo que ellos admiten a comulgar a cualquier persona, sin importar su credo o religión, y me preguntó si, en la Iglesia Católica, un no católico puede recibir la Comunión”.

En la Iglesia Católica, la Comunión es vista no solo como un acto de fe individual, sino también como una expresión visible de la unidad de la fe, la

doctrina y la comunidad. Por esta razón, la Iglesia Católica permite el acceso a la Eucaristía solo a los católicos bautizados que están en estado de gracia, es decir, que no están en pecado mortal y que han recibido la preparación adecuada, especialmente a través del Sacramento de la Confesión.

La Comunión está reservada a los católicos, salvo excepciones muy específi cas para ciertos cristianos no católicos, y siempre que se compartan las creencias sobre la Eucaristía y se cumplan ciertas condiciones. La Iglesia lo hace por respeto tanto a la propia doctrina como a la unidad visible de la fe.

La principal conclusión es que la Sagrada Comunión no es algo

a lo que podamos “aferrarnos”, sino un “don” que han de recibir solo quienes estén preparados para recibirlo.

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Sr. Cango. Luis Enrique Silva Álvarez · Redacción: Pbro. Juan Javier Padilla · Alcalde 294, Guad., Jal. Tels. 3343875300

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